El Valor de Alguien.
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Cuando Kagami se integró a Serin, solo Kuroko fue capaz de hacerle frente.
El pelirrojo era un jugador grande y con un salvajismo irradiante. En la cancha era todo un tigre, fuerte, sediento de victoria… Pareciese que le solo jugaba por instinto.
Riko, al igual que todos los senpai, vio en él al gran basquetbolista que era. Pero solo Kuroko pudo ver desde un principio, el gran amigo y ser humano que representaba.
Kagami era bruto y solo podía comprender las cosas por medio de su cuerpo, pero nunca nadie supo cómo enseñarle humildad, compañerismo, lealtad y muchos otros valores como el peli azul… con palabras.
Kuroko sabía ser ése amigo incondicional que Kagami tanto buscó… porque Tatsuya era su hermano.
Cuando el pelirrojo estaba en problemas, el más bajo siempre estuvo ahí para tenderle su mano. Kagami no podía recordar la cantidad de veces que su trasero fue salvado por el de ojos azules. Cuando la duda lo asaltaba, solo Kuroko era capaz de dispersar esa espesa neblina. Cuando la ira se apoderaba de su cuerpo, solo el más bajito era capaz de hacerle frente sin temor a decirle la verdad o salir herido. Pues por muy pesados que fuesen sus días, siempre estaban el uno para el otro.
Mitobe alguna vez comentó que era impresionante la manera en que esos dos se complementaban dentro y fuera de la cancha… indudablemente, todos lo apoyaron.
Cuando las fuerzas faltaban siempre podían apoyarse en el otro para recuperarlas. Y cuando eso sucedía la energía, esperanza y vitalidad siempre volvía al equipo para hacerlos salir a flote y poder luchar.
Era impresionante la manera en que Kagami procuraba a Tetsuya. Ya que bruto y todo, siempre sabía tener un detalle muy a su estilo para el de ojos azules, por mínimo que fuera. Sabía hacerlo sonreír y también enojar… pero siempre estaba cuidando de él.
Riko muchas veces sonrió complacida al percatarse de la manera en que el dúo de primero se admiraba sin llegarlo a admitir.
- Kagami prefiere entrar a una perrera que decirlo en voz alta – dijo Huyga el día en que la chica se lo comentó.
Cuando Kuroko perdía la esperanza solo Kagami era capaz de animarlo.
- Kagami muy en el fondo depende de Kuroko- fueron las palabras de Kagetora-san.
Pero Riko sabía que eso no era todo. Pues en alguna parte de su corazón, Kuroko Tetsuya también depende del de ojos rojos. Porque… seamos realistas, la luz sin la sombra no existe, pero la sombra sin la luz tampoco. Así, que basándonos es eso ¿Quién los puede culpar?
Porque la unión de esos dos era más fuerte que la de cualquiera. No importaba a qué problema se enfrentaran, siempre sabían resolverlo… juntos.
Porque verlos en compañía no era novedad y el verlos separados solo llenaba de tristezas a la gente a su alrededor.
Porque solo Kuroko fue capaz de sacar a la luz la mejor parte de Taiga, y solo Kagami fue capaz de devolverle la pasión y el amor por el basket a Kuroko… la confianza en sí mismo y en querer superarse.
El valor de las personas no radica en lo que la gente ve en ellos, si no en lo que no ve en ellos. Porque lo verdaderamente valioso se esconde de la vista de todos y solo alguien realmente especial es capaz de verlo. El valor de alguien es lo que es, no lo que representa.
Y Kuroko fue esa persona especial que vio lo que Taiga escondía.
Fue capaz de ver a la persona fuerte, valiente, amable, sencilla, tímida, tierna, luchadora y noble que era el de cabellos rojos.
Y Kagami fue capaz de ver el tesoro de Tetsuya.
Así que analizando todo lo que acabo de mencionar, no es difícil el imaginar por qué ahora se encuentran uno frente al otro en un sencillo altar pronunciando aquel significativo “Acepto”, que los unirá el resto de sus vidas. Mientras Riko y Momoi se deshacen en lágrimas al ver el verdadero amor en sus miradas.
Porque solo Kuroko fue capaz de ver el valor de Taiga… y no dejarlo ir.