Prepara la mesa y camina a llamar al otro para comer, pero el otro duerme sobre la ropa que ha deshecho en la cama. Se acerca y besa su cabello de forma secreta e íntima.
- ¡Oye vago… despierte y ven a comer!! – su vos se impone sobre el silencio de la habitación y el otro se levanta pronto sale caminando detrás de él.
- Es simplemente imposible arreglar esa habitación
Takano-san se mantiene en silencio mientras observa a Onodera comer. Cada día es un paso más firme para llegar a su felicidad, le gusta caminar este sendero nuevo y lleno de cosas absurdas, como el simple hecho de haber pasado todo el fin de semana juntos en casa, sin haber hablado de trabajo, debe admitir que casi no han hablado de nada, pero ahí están ellos, ¿no es eso ya lo suficientemente bueno? Lo es, se dice mientras Onodera extiende la mano sujetando su vaso.
- ¿Quieres más Coca-Cola?
- Si
- He hablado con mi madre hace un rato – observa con detenimiento el extraño brillo de alegría que se dibuja en los ojos verdes que lo miran – quiere que vayamos a cenar a su casa – de inmediato la mirada palidece ante el asombro y el miedo
- ¿Qué cosa dices? ¡Eso es completamente imposible y me niego!
- Ya… le dije que no te enfrentare a ella
- Le has hablado a tu madre de mi
- Lo haría si hablara con ella, y en teoría si y no, sabe que estoy enamorado pero no sabe de quién o porque motivos, lo que la deja en la duda de lo que sabe, lo que imagina y lo que yo le digo…
- Ah… - sin más guardo silencio debatiéndose entre sí hablar o no con el sobre alguna cosa, tantas cosas que quería saber y tan pocas que se atrevía a preguntar.
Entre ellos un muro de silencio se tejía, Onodera no era consciente de que cada vez duraba menos o de que cada vez hablaban más y de más cosas, no lo sabía porque aun sentía que estaban alejados el uno del otro. Terminaron de comer y se fueron al sillón, dejo que la mano de Masamune lo abrazara sin poner resistencia a ella, le gustaba dejar que las cosas pasaran entre ellos, era más fácil no luchar contra ello.
Solo una cosa podía cambiar esto que tenían mientras de rato en rato se miraban a los ojos con ternura, el teléfono sonó sin más anuncio que el de su tono. La llamada era de su madre y Onodera contesto contento a su progenitora, la amaba, y acepto contento pasar el siguiente fin de semana con ella y con su padre, parecía más animado al oír que se reuniría gran parte de su familia. Pero esto no hizo feliz a Takano-san dado que ya casi era normal pasar el fin de semana en la casa de alguno de ellos, en realidad en la casa de Ritsu.
La semana transcurrió con normalidad y el viernes se despidieron sin ningún tipo de drama, porque no existía ningún tipo de motivo para ello.
- ¿Vas a llamarme cuando estés allá?
- Olvídalo
- Me enviaras mensajes antes de dormir
- Nunca
- Les dirás a tus padres sobre nosotros
- No hay nada que decir Takano-san es mi jefe y yo sus subordinado
- No seas atrevido, se les cuantas a lo que jugamos van a incomodarse - mientras uno reía contento el otro enrojecía de vergüenza y rabia
- Fue producto del alcohol
- Siempre te escudas en eso
- Ese es mi tren, así que te veré el domingo cuando regrese
- Llámame cuando estés allá, solo para saber que no te ha sucedido nada ok
- Ok
La pregunta comenzó a llenar su mente, decirlo y afrontar lo que viniese después de esto, pero la alejo de su cabeza antes de que germinara.
Pero el tren sigue su ruta hasta llevarlo a casa, su corazón late ante la extraña y difícil posibilidad de decirles una verdad que no es capaz de afrontar ante sí mismo…
- Te amo Takano-san… por favor Kamisa-sama… dame fuerza.
Continuara