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AMOR MALDITO por crystalwall

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Notas del capitulo:

Hola les traigo un nuevo capítulo, por el título ya sabrán lo que se viene, pero no todas las cosas son lo que parecen, espero que les guste 

 

– ¿Hechicería?, ¿magia?, ¿Me quieres decir que la inquisición ha acabado en todo el mundo menos en este pueblo? – el castaño miró con intensidad al rubio que sonrió con amargura.

La taberna se había ido vaciando en el transcurso de la noche, la lluvia finalmente iba acabando pero el frío era tenaz por lo que aún había unas cuatro mesas ocupadas, además de algunas personas en la barra.

– Eso fue hace mas de diez años. La reforma a las leyes y la terminación de la inquisición estaba recién entrando en boga en esas fechas. En este pueblo no se había quemado nunca a nadie, no se había acusado a nadie hasta que el obispo acusó a Shun – explicó Shaka con la voz rota.

– Mas de diez años… ha pasado tanto tiempo ¿y tú?, ¿aún piensas en eso?

– No hay día que no lo recuerde, no hay día que no me atormente por ello.

– ¿Pero por qué?, de ser ciertas las acusaciones del obispo ese muchacho te engañó ¿verdad?, él te traicionó al no decirte lo que era, ¿o no?

– No tiene comparación, su traición no fue nada a comparación de lo que fue la mía.

– ¿Tú lo traicionaste?, ¿cómo?

– Esto es lo que no me deja dormir en las noches…

 

***

El escándalo en el devoto pueblo de Volantis fue de épicas proporciones. El baldazo de agua fría que le cayó a la comunidad entera fue por partida doble, primero el enterarse por boca del propio clero que habían encontrado al noble y digno heredero de la casa de Virgo en la cama y con otro hombre era suficiente para levantar polvo por semanas. Para nadie era secreto de las perversiones de la clase noble y la realeza pero esos asuntos nunca habían sido ventilados en público como estaba ocurriendo ahora con Shaka de Virgo.

 

Pero el otro asunto lo fue más, el clero había acusado a un muchachito de no más de 15 años de magia negra, hechicería y prácticas de las artes impuras. Esto era insólito y toda la población estaba conmocionada con la noticia. Shun fue llevado a los calabozos de la ciudad en donde le habían dado solo un harapo sucio y viejo para que cubriera su desnudez y lo habían encerrado en una de las torres en la que apenas y entraba un poquito de luz por una improvisada ventana en la pequeña celda.

 

Shun lloraba desconsoladamente abrazado en sí mismo sentado en el frío y sucio piso de piedra, y esperaba… solo esperaba a que Shaka lo aclarara todo y viniera por él, que viniera por él…

 

Mientras tanto, en la mansión de Virgo, un muy confundido Shaka escuchaba las pruebas en contra de Shun y no lo podía creer. Mu había sido el encargado de recoger todas las pruebas que ahora eran presentadas ante él y Shaka solo miraba aquellos objetos con ira primero y ahora lo hacía con asco.

– ¿Dónde encontraste esto, Mu?

Shaka tomó una pata de pollo y varios atados de hierbas y hojas que tenían forma humana en las que habían rastro de sangre además de alfileres clavados, también varias piedras pequeñas lisas de río que tenían talladas runas antiguas, collares de huesos y frascos con varias plantas extrañas y venenos.

– En su cabaña – contestó Mu con tranquilidad

– Yo he estado allí muchas veces y nunca he visto nada de esto, ¿Estás seguro que es la misma cabaña en donde vive con su hermano?, ¿Estás seguro de que es Shun el culpable?

– Es la única cabaña que está en camino a la cañada, había un hueco en uno de los extremos de la habitación en donde estaba un baúl secreto en el que estaban estas cosas. Ellos eran inteligentes porque no dejaban ver su podredumbre a la vista de todos. Lo que no sé es si solo los hermanos son culpables o los otros campesinos que trabajan por ahí cerca son hechiceros también – dijo Mu con convicción.

– Es que no lo puedo creer – Shaka seguía negándose a creer lo que su amigo de la infancia le decía, Mu suspiró con pesadez y sacó algo más de su sotana, se lo entregó a Shaka que lo tomó en sus manos y el poco color que tenía en el rostro se le fue.

– Eso también lo encontré debajo de su colchón pero lo escondí porque no quiero implicarte en nada, esta camisa es tuya… ¿la reconoces? – Mu señaló la parte baja de la camisa en donde estaba bordado el escudo de la casa de Virgo, pero el problema no era la camisa en si sino lo que había en ella, dibujado con sangre estaba una estrella de cinco puntas invertida y otros símbolos que Shaka no había visto jamás pero que de solo verlos le helaron la sangre.

– Si… es mi camisa… ¡Dios!, es que no lo puedo creer, él es… él es tan puro e inocente, estaba tan asustado cuando vinieron por él, es que… no puede ser cierto, me niego a creerlo – dijo el rubio por enésima vez.

– Si, sé lo que debes estar pensando y sintiendo pero todo se resume a una simple pregunta, ¿le crees?, ¿completamente le crees? – Mu tomó el dije que Shaka aún estaba usando y arqueó una ceja al tener el sol entre sus dedos. Shaka se lo quitó de las manos y lo escondió entre sus ropas, con toda la conmoción se había olvidado de que eso estaba allí, de que Shun se lo había puesto la noche anterior, pero tampoco se lo quitó.

– Si… tú no lo conoces, él es dulce y puro, inocente y alegre, él no sería capaz de hacer daño a nadie, no… no puede ser cierto – insistió Shaka una vez más.

– Puede ser pero… ¿No te has puesto a pensar que tu padre murió en circunstancias extrañas?

– ¿Mi padre?, ¿qué tiene que ver mi padre en todo esto? – Shaka frunció el ceño, la muerte de su padre aún estaba muy reciente y le dolía el alma de solo acordarse de eso.

– Tiene mucho que ver, ¿no lo has pensado?, ¿quién se beneficiaba más con la muerte de tu padre?

– Shun no tiene ningún beneficio con la muerte de mi padre – dijo Shaka poniéndose de pie y empezando a caminar por la habitación.

– Eso no es del todo cierto, tú mismo me contaste que Shun estaba insistiendo para irse contigo lejos y que tú le dabas largas principalmente por tu padre y de pronto tu padre muere en condiciones extrañas, ¿No te parece demasiado conveniente? – las palabras de Mu le llegaron al alma a Shaka que recordó la vehemencia con la que Shun le había insistido para irse del pueblo, cómo le había hecho jurar que seguirían su plan, cómo se lo había rogado… todo encajaba. Maldito Shun…

– ¿Y qué pasará ahora?

– Será sometido a juicio por el clero, Dohko lo presidirá y eso será mañana en la mañana, luego se le sentenciará y se armará una hoguera en la plaza principal en donde morirá. Lo siento, Shaka pero tiene que hacerse, de resultar culpable tenemos que acabar con esta aberración, tenemos que eliminar a este sacrílego de nuestro pueblo, ¿no lo entiendes?, es un lobo con piel de cordero que casi te hace cometer una locura.

– Tienes razón – dijo Shaka sentándose derrotado en uno de los sillones de su estancia.

 

Claro que estaba loco por siquiera haber pensado en huir con él, ¿había perdido el juicio? ¿O era verdad la acusación contra Shun y lo había hechizado de alguna manera para que se enamorara de él?, ¿sería capaz?, la duda lo estaba matando.

 

– Bueno… te dejo

– No, Mu, espera. Tengo que verlo, necesito hablar con él – Shaka tomó las manos de Mu como en súplica. Era imperativo que hablara con Shun, no podía dejar las cosas así, tenía que hablar con él una última vez.

– Lo siento, Shaka, eso no es posible – Mu meneó la cabeza y apretó de vuelta la mano de su amigo mirándolo con profunda pena.

– Mu, por favor ayúdame, si no hablo con él no podré vivir en paz el resto de mi vida, ¿me ayudarás amigo?, ¿lo harás?

– Está bien, veré que puedo hacer, duerme un poco Shaka, no luces bien

– Gracias amigo, gracias…

 

Las lágrimas se le habían acabado a Shun y estaba sentado contando las piedras. No entendía lo que había pasado, es que no había forma… ¿por qué lo acusaban así? El joven temblaba de frío y moría de hambre y sed, nadie había venido en todo el día, lo habían dejado solo con sus pensamientos y recuerdos. En esos momentos era la memoria de su hermano la que más venía a su mente, Ikky le había advertido muchas veces que tuviera cuidado, que ese amor solo le traería lágrimas pero esto… para esto nadie lo había preparado.

 

Un sonido metálico sacó al muchacho de su ensimismamiento. La luz de las antorchas que a lo lejos se acercaban hizo que se pusiera de pie y se acercara a los barrotes de su celda. Su corazón casi se sale de su pecho cuando vio venir a Shaka por el pasillo, estaba junto a Mu y ambos tenían expresiones en extremo serias.

 

– Shaka… viniste por mi… viniste por mi… – Shun estiró las manos fuera de los barrotes tratando de alcanzar al rubio que se mantuvo alejado y lo miró con rabia.

– No, no vine por ti, solo quería verte a la cara por una última vez y enfrentarte, ¿Cómo pudiste Shun?, ¿cómo pudiste engañarme así? – el tono de Shaka era frío como el hielo.

– No, yo nunca te he engañado… yo te amo, por favor, Shaka, por favor no creas de lo que me acusan, yo nunca le he hecho daño a nadie.

– ¿Y cómo explicas esto? – Shaka sacó la camisa que Mu le había mostrado antes.

– Yo… yo no lo sé… no lo sé… – Shun se mostró asustado al ver la estrella de cinco puntas dibujada en la blanca tela.

– Esa camisa es mía y fue encontrada en tu cabaña, ¿Tú la tomaste?, ¡HABLA! – Shaka gritó y dio un paso hacia adelante pero su mirada era dura lo que hizo que Shun retrocediera un paso dentro de su celda. El pequeño en verdad estaba asustado.

– No, yo no la tomé porque tu mismo me la diste esa tarde, ¿Ya no te acuerdas?, fue la tarde del entierro de tu padre. Yo no dibujé eso, yo te la iba a devolver, te lo juro, Shaka, que no hice nada con ella. Por favor créeme – Shun lloró una vez más llevando inconscientemente sus manos hacia su vientre.

– Fui un estúpido, me engañaste, me hechizaste, ¡mataste a mi padre!

– ¡NO!, yo no he matado a nadie – Shun no podía creer lo que estaba escuchando.

– Si, yo sé que tú lo hiciste. Tú lo mataste, mi padre era un jinete excepcional y no pudo haberse caído así como así en la cañada. Su muerte es muy conveniente para ti, tú mismo me lo dijiste: yo era libre de todas mis ataduras y me podía ir contigo. Me hiciste jurarlo, fuiste a mi casa cuando mi padre aún estaba en el féretro en el salón y me arrastraste a tu perversidad, me sedujiste y me hiciste prometer que me iría contigo – Shaka avanzó hasta los barrotes y metió las manos tomando a Shun de la nuca y acercándolo hasta los barrotes sujetándolo de los cabellos.

– No… yo nunca he matado a nadie, yo soy inocente, mi único pecado es amarte y por ti lo haría todo, por ti lo entregaría todo, hasta mi propia vida pero nunca tomaría la vida de nadie más, no, Shaka… no creas lo que dicen de mí, no creas lo que se me acusa, no lo creas, mi amor, por favor. Yo soy tuyo ¿recuerdas?, solo tuyo… – Shun levantó la mano para tratar de acariciar la mejilla de Shaka que lo lanzó con violencia al duro suelo y escupió a sus pies

– Eres una escoria y morirás como tal – Shaka dio la media vuelta y caminó el pasillo de vuelta a las escaleras que lo habían llevado a esa torre. Shun se aferró a las barras de la celda mientras gritaba con desesperación:

– ¡SHAKA!, ¡NO!, ¡YO SOY INOCENTE!, yo soy inocente… te amo… te amo… – las últimas palabras que dijo casi no eran audibles porque el llanto lo embargó una vez más.

 

El joven se resbaló en los barrotes y quedó hecho bolita en el suelo llorando su desgracia. Él había dado todo de sí, lo había arriesgado todo por Shaka y él… él lo había abandonado a su suerte. No creyó en él, no creyó en su amor, no creyó en nada de lo que le ofrecía y lo dejó…

 

Esa noche fue la más larga en la vida del joven de ojos verdes que la pasó contemplando la oscuridad por la ventanita de su celda. Al pasar las horas vio como la claridad poco a poco iba entrando por aquel agujerito en la pared y no reaccionó cuando los guardias fueron por él.

 

Shun caminó como autómata por los pasillos, estaba descalzo y se sentía sucio por el harapo que estaba usando y todo lo que había llorado había llenado de hollín su rostro. El joven caminó esposado de manos y pies, las cadenas eran en extremo pesadas pero Shun hizo todo lo posible por caminar con la cabeza en alto hasta que llegó a un salón en el que estaban muchos miembros del clero, hombres ancianos con sotanas negras. En el podio estaba Mu, el amigo de Shaka, y junto a él estaba una mesa llena de objetos raros que Shun no había visto nunca en su vida.

 

Shaka estaba en medio de los presentes pero lo miraba como si a un extraño mirara, eso fue lo que más le dolió a Shun que sintió su corazón romperse una vez más y trató de llevar la mano a su pecho pero por las cadenas no pudo. Una lágrima resbaló por su mejilla pero ahí mismo recuperó la compostura, no quería que nadie lo viera llorar, ya no mas…

 

Sus verdes ojos pasaron de rostro en rostro. Algunos de esos rostros lo miraban con ira, otros con asco y la mayoría con miedo. Eso le pareció gracioso a Shun en medio de su desgracia. Las palabras de Mu rebotaron en los oídos del joven de cabellos verdes, Shaka ya le había dicho cuáles eran sus acusaciones y Shun mantuvo silencio  hasta que el obispo Dohko se puso de pie y le preguntó directamente:

 

– Hemos escuchado los hallazgos del hermano Mu y son determinantes, ¿aceptas tu culpabilidad ante los ojos de dios y de los hombres?

– No… no había visto esas cosas nunca antes, yo no he hecho daño a nadie, no he hecho nada de lo que me acusan, yo no soy lo que ustedes dicen – dijo el joven peliverde y aunque trató de evitarlo se le quebró la voz y amargas lágrimas de dolor e impotencia bajaron por sus mejillas.

– ¿El hermano Mu miente entonces?

– No lo puedo acusar porque no me consta, pero eso no es mío – insistió Shun con desesperación.

– Estos objetos claros de brujería fueron encontrados en tu cabaña.

– Nunca los había visto antes en mi vida, si los encontraron allí es porque alguien los colocó, yo no sé quién, yo no fui…

– Si no fuiste tú ¿Fue tu hermano acaso?

– ¡¡¡NO!!!… mi hermano no, él no tiene nada que ver en esto, mi hermano no… mi hermano no… – por primera vez en la audiencia los guardias que habían estado a cada lado de Shun lo tuvieron que sujetar porque el joven se empezó a contorsionar como animalito asustado, como no lo pudieron calmar lo golpearon en el muslo haciéndolo caer pero en el suelo el joven seguía repitiendo: – Mi hermano no… mi hermano no hizo nada, él es inocente, ¡él es inocente!

– Si él es inocente entonces tu eres culpable, si tu no mueres en la hoguera morirá él, así que… quién es el hechicero, ¿él o tú? – Dohko se había agachado para poder ver a los ojos a Shun que lloró con más fuerza pero dijo en voz clara:

– Yo… soy yo. Por favor, no le hagan nada a mi hermano, él no sabía nada, he sido solo yo, solo yo… solo yo… solo yo… – los guardias soltaron a Shun que hundió su cabeza pero no tuvo tiempo de nada porque los guardias lo pusieron de pie para escuchar la sentencia. Dohko tomó un rollo de pergamino y leyó:

– En nombre de nuestra santa iglesia y de nuestro dios único y verdadero, por graves crímenes comprobados de herejía, hechicería, falsa adoración de ídolos, brujería, magia negra y demás actos impuros, esta congregación te sentencia a muerte por la hoguera para limpiar tus pecados. Que Dios se apiade de tu alma, llévenselo.

 

Los guardias agarraron a su prisionero y lo condujeron hacia las afueras de la torre, cuando salieron Shun tuvo que pestañear varias veces para ajustar sus ojos a la luz y pudo ver otros guardias que tenían tambores que fueron marcando el ritmo de la procesión que lo acompañaba. El pueblo entero se había volcado a las calles y en el camino Shun recibió todo tipo de improperios, desde hereje, hasta zorra, brujo, mal nacido y muchos, muchos insultos más. Le lanzaron lodo, naranjas podridas y otras cosas que la verdad Shun no tomó en cuenta por lo que no se inmutó, la mirada de Shaka en esa corte lo había desarmado y ahora se sentía cual barco de papel que se dejaba llevar por el río corrientoso.

 

Un parapeto estaba armado en la plaza principal, junto a la fuente estaba lista la pira con el poste al que Shun seria atado. Cuando lo vio, el joven de ojos verdes no lo pudo evitar y se empezó a resistir, pero los guardias lo llevaron a rastras los últimos pasos en donde lo golpearon para que se quedara quieto mientras ellos le zafaban las cadenas y lo ataban con cuerdas al poste. Shun no dejó de forcejear hasta cuando estuvo atado e indefenso. Mu estaba de pie junto a él y tenía la biblia en la mano, algo estaba leyendo pero Shun no le prestó atención porque encontró unos ojos azules en el mar de rostros de la plaza que lo miraban con inmensa pena y dolor.

 

– Ikky… – susurró Shun al reconocer a su hermano que se limpió una lágrima de su rostro.

 

Shun nunca lo había visto llorar, su hermano era un hombre duro y fuerte pero ahora se mostraba devastado al ver su suerte. Los labios de Ikky se movieron diciendo algo pero Shun no pudo leerlos porque las lágrimas se agolpaban en sus ojos y casi enseguida su verdugo estaba frente a él con una antorcha encendida en su mano. Mu sonreía casi imperceptiblemente sin poderlo evitar, todo lo que había planeado había salido a la perfección, ahora este maldito muchacho que había osado fijar sus ojos en Shaka pagaría las consecuencias de haberse interpuesto en su camino, el fuego lo abrazaría dejando solo cenizas de él y con ese pensamiento sin tapujos preguntó:

 

– ¿Últimas palabras?

– Te amo – dijo Shun mirando a Shaka a los ojos.

 

El rubio no pudo soportarlo y subió al podio en una arranque de ira, tomó la antorcha con violencia de las manos de Mu y sin dudarlo siquiera encendió la hoguera.

 

El fuego se extendió con suma rapidez, Shun podía sentir el calor abrazarlo como un amante y el humo empezaba a asfixiarlo, su rostro estaba contraído y un grito desesperado inundó la plaza.

 

Luego todo fue confusión.

 

El cielo en cuestión de segundos se nubló y furiosos rayos llenaron el firmamento espantando a todos con sus truenos. La hoguera se encendió completamente y el fuego ardió con fiereza para, en unos segundos, extinguirse completamente. El humo llenó el ambiente pero se disipó cuando en el lugar en el que había ardido la pira había algo, era un hombre pero no podía ser… es que simplemente no podía ser.

 

Mu fue el primero que lo vio y no podía creer a sus ojos: del suelo se levantó aquel que había sido quemado hacía apenas unos segundos, sus cabellos resplandecían de una manera muy hermosa y una luz lo rodeaba, estaba usando una túnica blanca inmaculada que dejaba ver la suave y blanca piel de sus brazos. Estaba descalzo pero sus pies no tocaban el suelo, estaba flotando unos pocos centímetros del suelo.

 

Shaka lo vio y abrió los ojos lo más que pudo, en especial porque Shun levantó su rostro con dignidad y de su espalda brotaron alas, alas negras como las de una hermosa ave que disiparon todo el humo mostrándolo delante de toda la multitud que empezó a correr despavorida ante la visión, mitad angelical mitad diabólica. Shun los miró a todos con dureza pero luego cuando sus hermosos ojos miraron a Shaka lo único que podía verse en ellos era dolor y una profunda decepción. Shaka trató de ponerse de pie y llegar a él, extendió las manos pero fue tarde, Shun cerró los ojos y alzó el vuelo.

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer, y nos vemos el jueves en el capitulo nuevo, sé que deben tener muchas preguntas al igual que Shaka, y sus respuestas los esperan en el capitul que viene

Saludos, bye 


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