Llovía a cantaros y Manuel sabía que debía moverse de ese banco en aquel parque. Estaba empapado, lo único que lo cubría era su capucha del polerón rojo. Sus pantalones negros ajustados se veían mucho más justos debido al agua. Tenía la cabeza gacha y de vez en cuando movía su pierna izquierda con un temblor constante.
A lo lejos podía ver a las únicas personas en todo el parque, caminando con sus sombrillas, y riendo a carcajadas. Un trío de amigos rubios que parloteaban y parloteaban. Uno de ellos iba unos pasos más adelante caminando de espalda a su camino y mirando a sus amigos. Llevaba un abrigo gris, unos pantalones de mezclilla semi-ajustados, unos botines y una camisa blanca. Su cabello rubio sobresalía de los otros dos y sus ojos verdes a pesar de ser una noche bastante oscura, llamaban la atención de cualquiera que pudiera verlos.
Manuel maldecía constantemente, creyendo que eso lo salvaría de la lluvia. Sin embargo parecía llover cada vez más. En su cabello se podían ver gotas caer de las puntitas, y sus manos temblaban debajo del bolsillo del pantalón.
- Ché, ¿Estás bien? – Dijo un rubio que parecía haber dejado atrás al grupo de amigos con los que andaba
No hubo respuesta por parte de Manuel, quien lo que menos quería era ser molestado por un Argentino al cual ni siquiera conocía. Se encontraba indefenso, ni siquiera veía al muchacho que le hablaba, pero sentía que lo irritaba, su voz, su “superioridad”. Lo estaba hartando.
- Oye, pibe decime algo
- C-calla-cállate. Hací’ mucho ruido, h-hueón – Respondió tartamudeando Manuel
“Chileno” dijo para si Martín, en voz tan baja como para que nadie lo oyera, pero alta para Manuel que estaba a su lado
- ¿Alg-algún problema?
- ¿ah? No, no… ¿perdiste a tu mami, pibe?
- ¿M-mi vieja? No, ¿cuántos años creís que tengo? –dijo con un ligero enfado
- A veeeer, juzgando por lo flaquito que sos… unos 16
- 18
La cara de Martín pareció cambiar a un asombro casi instantáneo, Manuel se veía como un chico de 16, pero realmente ¿tendría 18? El argentino le puso la sombrilla encima al joven, y se sentó a su lado ignorando lo mojada que estaba la banca. E ignorando a sus amigos que estaban esperándolo.
- ¿Y vos sos...?
- Q-qué te importa
“Que amigable”
- Soy Martín
- Oy-oye, ¿por qué mejor no te vai? Cachai’ que no estoy pa’ hacer vida social
- Ya. Disculpa haberte causado problemas, sólo quería ayudarte un poco, vos sabes – Se levantó y se quitó el abrigo. Dejó su sombrilla cerca de Manuel y le puso el abrigo encima.
Comenzó a correr detrás de sus amigos y se refugió en las sombrillas de ellos. Siguieron caminando a paso normal cuando alguien detuvo el brazo de Martín.
- S-soy Ma-Manuel – Levanto la cabeza dejando a la vista sus ojos color miel que tan bien penetraban en el resto. Con un brillo de desolación enternecedor.
Sus mejillas estaban coloradas y su respiración era agitada. Sonrió y sin decir nada más, se desmayó a sus pies.