Título/Vicio: #07Celos
Personajes: Matt, Mello yNear
Género: General, drama,Sadomasoquismo.
Casi podía sentirnuevamente la lengua de su compañero enredándose con la suya, mezclando elamargo sabor del humo y licor, junto a la dulzura del chocolate. Matt podríajurar que no existía en el mundo sabor más suculento que ese, mientras lamordaza de sus labios le robaba el aliento y el vapor que emanaba de amboscuerpos lo sofocaba al punto de dificultarle respirar el poco aire que llegabaa sus pulmones. Las caderas de su compañero se refregaban con una tortuosalentitud contra la suyas, impacientándolo a un punto de alarmante y exquisitodolor, mientras que una boca ajena se acunaba en su cuello.
No era la primera vez enla que se encontraba en aquella situación, pero las cosas iban empeorando cadavez más. Las ataduras, el cuero, el había creído que eran simples juegos,instrumentos para acrecentar la excitación y el placer. Pero poco a poco elpelirrojo comenzó a entender las intenciones de su rubio amante. Y la decepcióninvadía todo su cuerpo al sentir las manos de Mello recorriéndolo de arriba abajo.
Aunque Mello no pudierarecordarlo, aquel beso inyectado en alcohol lo había desarmado por completo, lehabía entregado su corazón de lleno, y el rubio lo había pisoteado al momentoen que abrió los ojos y no lo encontró en el apartamento. Se había convencido asi mismo que lo mejor sería olvidarlo todo, pretender que aquello nunca habíasucedido, continuar con su vida, tal cual era.
Hasta aquella fatídicanoche en la que todo había cambiado. Y es que el destino realmente debía deodiarlo, para ponerlo en aquella situación, para lanzarlo de bruces al peorerror que podía cometer en su corta vida y aun así el lo acepto gustoso, loreclamo entre sus brazos y se dejo hacer.
El reloj marcaba las11:00 pm cuando había salido del único cuarto de baño, localizado dentro de larecamara de Mello. El reflejo de las luces de los autos y los edificios deTokio se filtraban por las ventanas de la alcoba, mientras el muchacho secabasus rojizos cabellos. Mientas que unas traviesas gotitas se deslizaban por su cuerpo.
-Buenas Noches- susurrouna voz en la oscuridad.
-Mello- murmuro porinercia, había llegado antes de lo que había previsto.
-No tienes como costumbreducharte tan tarde- siseo el rubio levantándose de la orilla de la cama.
Esa voz. El calor lo invadiópor completo, al volver a escuchar ese ronroneo tan deleitable, era la mismavoz que había escuchado antes de que el rubio devorara con aquella vehemenciasus labios.
-Desnúdate- sentencio altenerlo acorralado entre su cuerpo y la pared.
Un espasmo de placerrecorrió el pálido cuerpo de Matt al escuchar aquellas palabras, a medida quelas cetrinas manos del rubio se posaban en sus caderas, arrancándole un gemidode sus labios.
-Shhhh- silencio Melloposando uno de sus dedos en los labios del pelirrojo, haciendo que este seestremeciera nuevamente por el contacto del cuero contra su boca- No digasnada- continuo el rubio aprisionando las manos de Matt sobre su cabeza,demandando que la blanca toalla que cubría sus caderas, se deslizara entre suspiernas hasta perderse en la negrura del suelo- Solo déjame contemplar tucuerpo- el aliento del mayor impactaba con una calidez infernal en el oído delpobre pelirrojo, que solo podía concentrarse en aquel movimiento lento ytortuoso que realizaba Mello para posicionar una de sus piernas envueltas encuero negro entre las suyas.
Y esa noche se entrego a las garras delplacer que únicamente podía provócale aquel muchacho de dorados cabellos, el únicoque incendiaba su cuerpo con una simple mirada, lo único que codiciaba en todoel mundo. Pero para su desgracia lo que ambos compartían no era amor,era sexo, crudo y frio. Matt lo había entendido desde el primer instante, Mello siempre tan efusivo y pasional. Necesitabaexpresar todo aquello que tenia reprimido desde hacía muchos años. Lujuria quebien sabia el pelirrojo, Mello sentía por una sola persona.
El “ser humano”, si esque podía ser llamado de ese modo, que mas odiaba y envidiaba en el mundo.Near. La raíz de todos sus males, el único culpable de su soledad. Porqueaunque Mello estuviera con él, estuviera tocándolo, besando su piel, calentandosu carne, su mente y sus deseos les pertenecían únicamente al pequeño alvino, que retozaba inocente detodo lo que pudiera pasar en el interior de ese pequeño y mugroso apartamento.
Envidia, dolor y placer, así es comopodía definir su relación con Mello, se sentía usado, pero gozaba ser utilizadopor aquel demonio de dorados cabellos, no le importaba que no lo dejara besarsus labios, porque ese derecho solo le correspondía a Near, no le reprochaba elhecho de que no lo mirara a los ojos y que no le permitiera gemir su nombre,Matt solo aceptaba las condiciones, para poder tenerlo de aquella manera, parapoder sentir aquella fricción, su piel contra la suya.
Pero no podía dejar de sentir aquellosenfermizos celos corrompiendo su alma, el pensar que si aquella pequeñamolestia no existiera, esos cetrinos labios solo lo besarían y desearían a él.El hecho de que tuviera que compartir a su único amor, lo desgarraba en lo másprofundo y el saber que no era él quien lo compartía con Near, sino Near el quelo compartía con él, le hacía hervir la sangre hasta lo más profundo. Debido aque sencillamente Mello no era suyo, su cuerpo, mente y alma, les pertenecíanúnicamente a Near, el obtenía las migajas de ese impúdico amor. Ya que Mellosolo aceptaba sus caricias por necesidad.