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Hay un punto en la vida de Luhan en el que la alegría es inmensa, ese momento es cuando Sehun -aquel mocoso al que le llevaba unos cuantos años- lo abraza y le hace saber que la vida puede irse al carajo, siempre y cuando estén juntos. Sehun le ha confesado su amor y Luhan le corresponde, ambos dan su primer beso por lo que es algo torpe, pero lleno de sentimiento, experimentan los escalofríos en la columna y mariposas danzantes en el vientre cuando sus lenguas se acarician pacientemente, y cuando un hilo de saliva es lo único que los une el sonrojo en sus mejillas es tan exquisito que no pueden evitar contemplarlo en el rostro ajeno.
Con el paso de los meses ambos son lo suficientes mayores para vivir juntos, por lo que no pierden el tiempo y rentan un pequeño departamento. Diariamente se toman fotografías nuevas para tener recuerdos de su amor. Cuando cumplen su primer año juntos se sienten orgullosos de ellos mismos y más enamorados que nunca, deciden entregarse en cualquier sentido posible, sus cuerpos se unen como uno en la noche más larga y placentera de sus jóvenes vidas, sus corazones laten en un mismo vals, sus manos se recorren con ansias y sus labios se buscan y se devoran con frenesí, el placer y el amor son derramados en un mar de sentimientos y emociones distintos y cálidos sobre sus cuerpos y aunque la noche es fría, sus cuerpos bastan para tener temperaturas corporales perfectas.
Día con día su amor es más fuerte e indescriptible, ahora realmente eran uno. Ha esas alturas, la pared fría se había vuelto cálida con montones y montones de fotografías de ellos. La vida parecía perfecta para los dos.
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Hay otro punto en su vida en el cual el dolor es insoportable, ese momento es cuando ve a Sehun descender en un féretro color marrón llevando consigo cada segundo de sus vidas juntos. Su cuerpo inmóvil no es capaz de levantarse y correr a Luhan para abrazarlo y decirle que sigue ahí, vivo, no puede abrir los ojos y dedicarle una de esas miradas que lo hacían derretir, no sonreiría nuevamente ni le volvería a decir cuanto lo amaba.
Después de tantos "Pésames" recibidos, Luhan vuelve a casa, entra por la puerta sin Sehun, mira las fotografías de Sehun, se sienta en el sofá sin Sehun, llora amargamente, sin Sehun. La casa está vacía y se sienten escalofríos con cada corriente de aire, Luhan acaricia las fotografías mientras las lágrimas caen por su rostro demacrándolo y rasgando su corazón, destrozando su alma. Aunque pasan los días el dolor no disminuye. Está solo.
Mientras se abraza a sí mismo y acaricia sus propios brazos habla con el aire imaginando que su amado lo escucha en algún momento, ya ha perdido la noción del tiempo, ya no sabe quién es él mismo y no es como si le importara mucho, el mundo exterior no existe, nadie más existe, tal vez se estaba volviendo loco pero tampoco le importaba. Xiumin lo visitaba con más frecuencia y parece querer mas cercanía, sin embargo Luhan no es capaz de percibirlo. Luhan llora incontables veces abrazado a las almohadas, Xiumin siente impotencia y es ahí cuando se decide a cuidarlo más, por lo que se las arregla y logra distraerlo unos días para así "deshacerse" de cada memoria y recuerdo de Sehun. Está seguro que Luhan no recordaría el armario del fondo, así que -gracias a la ayuda de WuFan- baja cada fotografía y la arrincona ahí. Luhan siempre fue despistado, pero sinceramente Xiumin se asombra cuando este no pregunta por sus retratos, y aún así llora amargamente.
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Hay un tercer punto en la vida de Luhan en el que el dolor parece ser disipado, ese momento es cuando Xiumin le confiesa su amor por él, se siente especial e importante para alguien y acepta ser su novio, es egoísta porque lo hace para no sentirse solo y aunque el castaño lo sabe se siente capaz de lidiar con ello, por lo que ninguno se queja ni pone condiciones.
Han pasado algunos -varios- meses después del entierro de Sehun, Luhan cree mejorar su autoestima, los besos de Xiumin le han ido vendando las heridas en el alma, ambos saben que algo anda mal, el mayor de los dos está completamente consciente de que es, el otro no entiende mucho porque siempre fue despistado pero algo le dice que las cosas no van bien. A pesar de que llevan un tiempo saliendo, Luhan sigue rechazando la idea de que el castaño de mejillas infladas se mude con él, no sería correcto, y aunque no tiene un buena razón lo bastante lógica el coreano decide no presionarlo.
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Entra un cuarto punto en la vida de Luhan en el cual se da cuenta que las cosas no están para nada bien, esto es cuando Xiumin viaja unos días de Seúl (donde viven) a Gyeongi-do unos cuantos días a ver a su familia y lo deja solo, Luhan comprende que hay algo que le hace falta, por lo que el alimento está de más, y su higiene llega a quedar en segundo término, su rostro se hace cada día más delgado y pálido al igual que el resto de su cuerpo, las heridas internas se van reabriendo aumentando -quizás- un poco más dolorosas y grandes, el llanto se hace presente con cada respiro pero esta vez no hay nadie para consolarlo, no despierto.
Cuando duerme, hay alguien ahí esperándolo pero no es capaz de reconocerlo, su aroma y el sonido de su voz o su risa le son realmente familiares y reconfortantes. La primera vez que prueba sus labios -aún entre sueños- las emociones se mezclan en su ser y resulta electrizante, por alguna razón se siente completo. Su pecho no duele y su corazón no se siente vacío, sino que late fuertemente, es embriagador el sabor de sus labios y la forma en que se sincronizan hasta para respirar hacen que Luhan no quiera despertar jamás, pero no las cosas no son para siempre.
Luhan despierta y la realidad lo azota cruelmente, porque nuevamente ese "algo" le hace falta, sabe que no es Xiumin porque si se trataba de ser honestos, nunca había estado enamorado de él y eso era algo que ambos sabían, era cruel y egoísta pero ambos aceptaron una relación así porque sabían perfectamente que no siempre es bueno estar solo, lo sabían bien y estar juntos les brindaba consuelo en algún modo.
El joven sabía que lo que le hacía falta estaba en sus sueños, sabía que en su casa faltaba algo, las paredes eran insípidas y el silencio era algo infernal, había perdido la cuenta del tiempo que llevaba sintiéndose así y algo le decía que seguiría por un buen tiempo, no importaba si Xiumin regresaba, porque antes de irse también se había sentido así.
......... CONTINUARÁ .........