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La Revancha del Otaku Encubierto. por Nichts

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Notas del fanfic:

Ok, es primera vez que escribo algo de éste género. De hecho, lo pensé como una ridiculez y terminó siendo fic. Es… Cómico. Sí, es un intento de burrada cómica. Creo que muchos saben que en mis escritos reina la angustia, negatividad, etc, etc. Pero en este no. No tiene sentido alguno, así que no traten de buscarlo.


Para que se hagan una idea, quienes no hayan visto o sepan algo de SnK, os dejo una 'presentación' de las personas a las que se hacen mención:

Eren - https://31.media.tumblr.com/8e21b23971f82a85a45e1581357aabd4/tumblr_inline_n1kj0dAEju1s75e7q.gif

Levi/Rivaille - http://25.media.tumblr.com/f7ddb592d3624e2f26567418e60ee77b/tumblr_mzb0910GAs1sqw9n3o1_500.gif

Hanji - http://24.media.tumblr.com/b655ebd4e800ba753dc5e2799da21ab1/tumblr_mnr8rlO0DU1rcmvoeo4_250.gif

Erwin - http://24.media.tumblr.com/cc470de501e11f1bd6f5c7c6857e2879/tumblr_mu23vvhRPF1rfj3mmo1_r1_400.png

Armin - http://25.media.tumblr.com/aa3609d2316b97d02b062e60d2222166/tumblr_mzlr3dr0yq1tp5wkco3_400.gif


Sin más, espero que no terminen vomitando por esto. Y por supuesto, si ven un error de tipeo, ortografía o gramática, me dicen. Es difícil corregirse a sí misma.

La Revancha del Otaku Encubierto.

I

 

El golpeteo constante de cada extremo del bolígrafo en la mesa, es su música de fondo. Ciertamente, se encuentra sumamente perdido en sus pensamientos, varios de ellos, sin mucho sentido. No se ha dado cuenta que lleva más de cinco minutos en la misma postura y repitiendo el acto con los dedos de su diestra, tal cual trata una de sus preciadas baquetas. Llegó al extremo de dejar su mente en blanco, reduciéndolo a un zombi que consume oxígeno porque sí y sin motivo aparente. La respiración… siquiera se nota cuando su pecho se infla para tomar aire; pareciera que, efectivamente, no lo hace. Demasiada quietud, demasiada tranquilidad desde hace cinco minutos.

Está sentado en una silla plástica azul, apoyando un codo en la extensa mesa del mismo material —donde se depositan notebook, libros, cuadernos, maquillaje, bolsos, celulares, todo tipo de pertenencias— y luego, en la palma de su mano, el mentón. Por otro lado, el brazo derecho reposa, al tiempo que sus falanges juegan con el bolígrafo, un tic que adquirió años atrás, cuando recién iba en la secundaría; un tic que denota demasiado aburrimiento de su parte o excesiva concentración en divagaciones... que pueden ser cualquier cosa, dependiendo de su situación o estado de ánimo, incluso la nada, como lo es ahora. Un tic que, por supuesto, su novio notó a lo lejos, mientras revisa los folios que diez minutos antes, su manager le entregó para que los revisara con detención. Él, como líder de la banda, junto a otro ente más bajito, deben supervisar ciertas cosas previo a que se emitan los papeles oficiales que serán luego los que entregarán a los demás y, posteriormente con el consentimiento de todos, llevar así sea lo que sea que tuvieron que leer, a cabo. Tuvo, aquel buen hombre, la intención de acercarse, pasar el índice de su siniestra por el brazo del rubio para despertarlo de sus cavilaciones, en un acto generoso de cariño y atención a su más puro estilo. Dio un paso en su dirección, mas el manager volvió a aparecer y lo llamó. Hasta ahí llegó su heroica intención de salvar a un pobre inocente de las ramas de la mente.

Kei sigue perdido, observando un punto en la pared blanco invierno.

Mas de pronto, ante sus ojos y varios metros más allá, cerca del muro, se posicionan Mizuki y Mao, que eufóricos —tal cual son sus alocadas personalidades— hablan de cosas que todo el mundo puede escuchar, menos Kei. Su concentración es inviolable. Tanto que no se ha dado cuenta del traje que le prueban a Mao, que tiene mucha similitud con algo que él bien conoce. Sigue y sigue perdido, hasta que...

—¿Eh?

Como si lo hubieran sacado abruptamente de un crudo sueño, despabiló. Agitó un poco la cabeza, de un lado a otro para despertarse y asegurar de que lo que ve, es real: Mao con el uniforme de la Legión de Reconocimiento.

Parpadeó dos veces y el bolígrafo se quedó quieto entre sus dedos índice y corazón; recto, formando un perfecto ángulo de 180 grados. Tal cual hacen los gatos, su espalda se irguió y tan sólo faltaron que su cabellera se coronara por un par orejas, para que estas se alzaran denotando la inmensa, monstruosa curiosidad que lo embarga y corroe. ¿Qué demonios hace Mao vestido así? Y lo único que alcanza a escuchar, son los aplausos de Mizuki por lo bien que le sienta el traje. Y no sólo eso, ahora se viene a dar cuenta de un importantísimo detalle, que por estar perdido en Plutón, no se había percatado de él: Mao está maquillado y con lentillas grises... es decir... sólo le falta...

—Mao-san, deje acomodarle la peluca por favor.

¡¿Acaso los astros juegan con su delicada psiquis?!

¡Mao está haciendo cosplay de Levi! Es decir, Mao, vestido como el hombre más fuerte de la humanidad, la esperanza para acabar con los titanes y recobrar la libertad, una de las llaves para el progreso, el ente que con sólo un suspiro barre todo lo invadido por esos gigantes, desde Rose a María. Ese hombre de mirada misteriosa, rosto imperturbable y voz invariable —gracias al excelente desempeño de Kamiya Hiroshi—; un hombre que merece ser llamado hombre, que si fuera real, sería innegable que poseería un físico escultural, con cicatrices y entrenado para matar. ¡Mao disfrazado de un verdadero hombre! Es que esto tiene que ser un mal chiste. Mao grita como niña en una tienda de liquidación de Prada o Channel. ¡Levi jamás gritaría, ni mucho menos usaría Prada o Channel!

Sus labios se hallan temblorosos ante la escena. Y no sabe exactamente qué es peor: Que sea Mao quien interprete a Levi Heichou... O que, en efecto, interprete demasiado —físicamente hablando—, demasiado bien a su «líder». Hasta entonces, no le había encontrado atractivo alguno a su compañero de banda... Pero, pero... es que insiste que debe tratarse de un sueño. Sin disimulo alguno piñizcó el dorso de su diestra. Ahogó un quejido de dolor y volvió la vista al frente... y ese par de locos buenos para el sexo, continúan ahí: Mizuki sigue halagando, Mao sigue 'cosplayando'. El mundo se le vino abajo.

«Cómo se le puede ocurrir, a ese gnomo de jardín... es... es una deshonra... que… el hombre más pasiva del mundo, esté vestido del hombre más genial del puto Universo. Kami-sama, porqué, porqué me haces pasar por esto. Mis hormonas, no puedo negar lo excelente que se ve, definitivamente, uno de los mejores que he visto... pero... Mao... ¿por qué tú?»

El rostro se desfiguró, impregnándose en él la definición de la palabra ‘frustración’. Ni Picasso podría haberlo plasmado mejor en sus obras. Sus cejas perfiladas, se juntaron en el centro y su boca temblorosa, se sumó al tic facial. Y nadie, por dios, nadie en toda la maldita habitación, se da cuenta de su débil estado cardíaco. Es que esto es una mezcla de: una patada en el culo, dolor intenso de pre-infarto y otro de bolas azules. Ese nivel de... Esperen ¿bolas azules? Su visión automáticamente se dirigió a la entrepierna. No tiene erección alguna, pero le duele como si hubiera estado manoseándose con Aki durante unos minutos y justo cuando se predisponen a pasar a tercer grado, alguien toca la puerta del camarín anunciando que Kei (o Aki, dependiendo del camarín que sea), tiene que salir, dejando las pobres hormonas de lado, teniendo que aguantar después el insufrible malestar producto de la excitación interrumpida. Pero, ¿a qué viene todo esto? Es cierto, Shingeki no Kyojin es un manga y anime que arrasó con éxitos este último tiempo, a nivel nacional e internacional. Las críticas al mismo han sido tan favorables, que podría decirse, es el producto nipón esperado por mucho tiempo luego de una clara decadencia en el material que fueron sacando estos últimos años: nada emocionante, nada que valga la pena ver, nada por lo cual terminar con los ojos cuadrados frente al televisor. Recuerda bien que fue Mao quien empezó a llegar con las revistas para leer de vez en vez, pero eso no fue sino hasta hace poco. Lo cierto es que...

 

 

—Es una serie sobrevalorada —sentenció Aki desde el sofá, botando a un costado, en el respectivo cenicero y con su característica indiferencia y quietud, el residuo del cigarrillo. A su lado Kei, mira la pantalla de la televisión, donde transmiten un comercial sobre una futura entrevista con el mangaka, mente maestra de la fabulosa serie.

El pobre muchacho disimuló la emoción de querer ver el programa dentro de unas horas.

Hace ya un año o un poco más, que está de pareja con el azabache, y hace varios meses, mucho antes de la transmisión del anime, que sigue —en secreto— la historia. Nadie sabe que tiene las revistas y todos los tomos guardados en una caja, junto a chucherías tales como figuritas y posters. Aki no sabe de la existencia de esa caja, porque pese a que se conocen hasta cada centímetro del otro, definitivamente no sabe de su faceta otaku. Quizás y hasta se burle de él en los conciertos (posiblemente no a ese extremo, pero Kei tiende a exagerar éste tipo de dramas, como vil japonés que es).

—Supongo... —comentó como si fuera un comercial de shampoo aburrido, como cualquier comercial de indeseable shampoo.

Y no importó, se las arregló para ver sin falta el maldito programa sin que el azabache se diera cuenta. Se fue a dormir temprano y desde su móvil (agradeció a Dios, por la bendición de tenerlo y ver canales en directo), lo logró. Se excusó con el más alto de un dolor de cabeza, y como Aki se preocupa por su pareja, le dio medicina y acomodó para que Morfeo le abrigase en su cuna, al menos, hasta que fuera su hora de dormir y se metiera bajo las sábanas para abrazar al rubio. No sólo dio gracias a la existencia de esos teléfonos, sino que también, a que Aki sea un trabajador deslomado y obsesivo.

Pero no fue sólo eso. Noches más tarde, una de las tantas en que todo empezó con un gesto, una caricia, un beso, luego algo más apasionado, la candencia de sus cuerpos, el sudor constante, el rebote en la cama y, como otras tantas veces, Kei se entregara en cuerpo y alma al azabache; estaban dormidos... Aparentemente. El gen otaku del batero se encendió como llama de dinamita. Despertó en medio de la noche. Miró a un lado y observó a su pareja profundamente dormida. Se enterneció y llegaron pronto los deseos de desperdigar cientos de besos por sus mejillas, frente y labios, mas lo dejaría para después, hay asuntos más importantes que atender:

Hacía frío. Ese día había salido un nuevo capítulo y lo primero que hice, antes de ir a los ensayos, fue adquirirlo. No había podido leerlo hasta entonces, porque el día estuvo... en demasía ajetreado. Al llegar a casa pensé en leerlo antes de dormir, pero incluso Aki estaba agotado. Me resigné a hacerlo en la mañana del día siguiente, mientras él toma su ducha, pero las cosas dieron un giro que por nada del mundo negaría. Esto es algo absurdo, luego de hacer el amor, me hago el dormido, espero a que pegue el viaje al otro mundo y yo me levanto a leer.

Simplemente, la curiosidad de mata.

Tanteé con la mano en busca de la revista que escondí bajo la cama. La linterna estaba lista para ser usada también. Me deslicé cual serpiente por las frazadas, vestí el boxer, una polera demasiado grande color gris, aquellas que llegan hasta el muslo (especialmente a mí, por ser más bajo). Con cuidado y a punta de pie me encaminé afuera de la habitación. La misión fue cumplida con éxito y pude respirar luego de esos arduos segundos. Y, con igual sigilo, me escondí entre los sillones, en la mejor postura para leer el preciado capítulo, casi mordiéndome los dedos. Tomé la almohada del sofá y me apoyé en ella mientras alumbro con la linterna. Ahogué los gritos y expresiones de emoción mordiendo el cojín, que con el paso de las páginas, iba quedando más ensalivado.

No me di cuenta que alguien más estaba atento a mis actos.

Sus pies descalzos a mi lado, no fueron señal suficiente de que Aki, desde su altura, me observa con expresión neutra, quizás con un deje de molestia por dejarlo solo en la cama, y al mismo tiempo asombro.

—¡Oh por dios...! —exclamé en un murmullo por lo acontecido en cierta viñeta.

—¿Tú también le haces culto?

No sé cómo es que no terminé enterrando las garras en el techo del susto.

—¡Ah! ¡A-Aki! ¿Quieres matarme de un infarto? Hombre, no te aparezcas así... —Reclamé. Y él solo contestó arqueando una ceja, apuntando la revista con su índice derecho, exigiendo una respuesta. Entonces, me percaté: me ha descubierto—. ¿Eh? ¡No! No... Cómo crees, sólo es curiosidad, para corroborar si es tan buena como dicen... Y...

—Kei, son las 03:45 de la madrugada. Te levantaste a leer esa mierda, luego de haber intimado, cuando tú sueles quedar exhausto y dormido cada vez que lo hacemos y, sin embargo, te veo en la sala, con una linterna, actuando como un delincuente, todo... ¿para saciar la curiosidad de si acaso es tan buena como dicen? —inquirió con claro escepticismo. Lo asumo, perdí—. Es obvio que la sigues... ¿Desde cuándo?

—Cuando salió el tercer capítulo del manga... Empecé —contesté cual niño reprochado fieramente por su madre.

—¿Y te costaba mucho decirlo? No es tráfico de drogas, Kei.

—"Es una serie sobrevalorada" —Lo vi poner los ojos en blanco.

 

 

Lo cierto es que Kei desde el principio se hizo adepto. Y el único que sabe de ello, es Aki, por ese garrafal error por el cual le cortaron el agua y el gato se quedó sin leche unas dos semanas.

Creyó que, aunque Mao estuviera haciendo eso por un evento, lo apoyaría. Mas no puede negar que el que esté vestido de Levi, le produce más tics en el ojo, que felicidad.

Oteó la figura de Mizuki, recobrando un poco la cordura ¿y si Mao no es el único? Esperen... su mente inconscientemente viajó al mundo más bajo de todos, de pronto, su dermis se vistió de fujoshi. ¿Quién podría ser Eren? Al parecer, no toda la banda está involucrada, pero ellos dos suelen estar juntos siempre. ¿Acaso sería Mizuki el afortunado intérprete de Jäger? Entrecerró los ojos para visualizarlo con el traje. Es su femenino rostro el que le hace desencajar con el joven titán. Definitivamente no, negó rotundamente con la cabeza un par de veces, sacudiendo su cabello. Luego, de forma casi inevitable, se imaginó al castaño de ojos turquesa, actuando como su compañero... Y... 

—Iugh...

Se cubrió la cabeza con las manos como si el edificio entero se le fuera a caer. ¡Qué mariconada más grande! No sólo Levi queda como un pasivo, sino que Eren como una completa diva. ¿Qué más? ¿Que Aki se vista de Hanji para distorsionar por entero la eufórica y retorcida personalidad de la mujer, a una más gélida que un mismo Ice-berg? No puede negar lo estoico que es el moreno. Cielo santo, si han vivido juntos casi un año y ni en esa intimidad de pareja, lo ha visto ser más expresivo. Tanta catástrofe. Se puso de pié para ir por un vaso de agua y remojar la garganta que en silencio grita. Absolutamente nadie sabe qué ocurre en su cabeza y se muestra tan natural... Que la joven que alcanzó a verlo levantarse e ir en dirección al bidón de agua, ni se imagina que el pobre muchacho genera conjeturas homosexuales con respecto a sus críticas sobre el Ereri. No, por supuesto que no. Levi debe ser seme y Eren uke, no por ser bajo le quita el crédito. De eso está cien por ciento seguro.

Irónicamente, él por ser el enano, es el que recibe entre las nalgas la santísima longaniza de Aki.

Se devolvió impávido. Tomó asiento de nuevo. Para entonces, sus compañeros se han ido a quién sabe dónde. Al menos, ya no estaban a la vista de sus críticas producto del impacto. Se encogió de hombros soltando un pesado y agotador suspiro.

—¡Kei! ¿Qué tal me veo?

La voz conocida del vocalista resonó en sus tímpanos. Se volteó a verlo, esbozando en su rostro la típica sonrisa de aprobación, sin ser demasiado expresivo, como suele ser. Porque toda su emoción, se consume adentro. Es algo así como una condena que se le otorgó a su personalidad distinguida por su elegancia y sosiego.

—Te ves... Muy bien Mao —habló observando de pies a cabeza al susodicho—. ¿Por qué vistes de Levi Heichou? —Finalmente, preguntó.

—Con algunos chicos tocaremos en un concierto y debo ir vestido así. Es la prueba, esto será mañana. —Informó a su compañero. Acto seguido, sacó su móvil y se tomó una fotografía que no tardó en subir a Twitter.

Y Kei hierve con unos deseos irrefrenables de llevar la siniestra hasta su frente, en un golpe que demuestra decepción y torpeza. Mas no lo hizo.

—¡Woh! Iré a ver entonces.

—Por supuesto, puedes entrar sin que te cobren. Habla con manager-san, te dará los detalles.

—¡Claro!

Ni aunque le regalasen el mundo, ni aunque le permitieran introducir el pene en el ano de Aki, asistiría. No señor.

 

II

 

Sí señor. Primera fila, a dos horas del comienzo.

Mentalmente se regaña por esto. ¿Por qué se somete a tortura semejante? Es que su amigo se ve tan bien en ese traje... que si no fuera porque sabe cómo es Mao, ya le hubiera pedido fotos, autógrafos, poses; de todo para revelar y ser guardado en la caja que tiene en el armario con el resto de objetos coleccionables.

Nuevamente, sus neuronas procesan la pregunta: ¿Por qué tú, Mao?

No sólo se reprocha mentalmente por su asistencia —causada por la magia de un imán, según él— sino que también por otros cuantos detalles planificados desde anterioridad. Sólo hace falta que los minutos corran y se mueran cual cigarro, para que todo empiece.

Y empezó.

 

III

 

Una vez finalizado el concierto, Kei se coló con la tarjeta de miembro especial, a los camerinos. Vio a los demás chicos y los saludó, felicitándolos por su increíble desempeño en el escenario. Por supuesto, su abrazo a Mao, quien cariñoso besó su mejilla, no se hizo faltar. Lo halagó por su buen desempeño. Y es que, Mao muta demasiado cuando está sobre un escenario, ese chico que más bien parece una chica adicta a las compras, se transforma en un hombre deseado por muchas fans. Porque, es cierto, tiene un cuerpo espectacular. Quizás no tan genial como el de Levi, pero sí, bastante trabajado.

Kei se lo quiso comer vivo con ese traje puesto.

Con agilidad lo apartó de a poco, hasta poder llamar su atención. Mao ni se percató de las intenciones del batero, no hay nada de malo en sus preocupaciones, tales como ofrecer algo de beber o de comer. Cerveza, agua, comida chatarra. Ni cuenta se dio cuando terminó en un lugar lejos de la vista de los demás.

—¿Te llevo a tu departamento?

—¿Eh? No, se supone que voy a celebrar con los chicos, luego de quitarme el traje.

—Ya veo...

—¿Quieres venir?

—¡Claro! Pero, ¿me ayudas a sacar algo del auto ahora? Necesito entregarlo, ya luego te traigo de regreso para el cambio y nos vamos al bar.

Pobre, pobre Mao.

Al estacionamiento fueron, al automóvil de Kei. Mao en confianza se subió al asiento del copiloto y Kei al volante. El más bajo de ellos ni tiempo se dio para revisar el asiento trasero en busca del supuesto objeto. Tal vez en el maletero estaría, quién sabe dónde mete las cosas el otro chico. Bajó la ventana para que le llegara algo de aire al momento que salen del obscuro lugar, rumbo a la casa de un amigo. Eso fue lo que le han dicho. Y tan animado está conversándole sobre los planes a su amigo, que cuando fueron a dar a otro obscuro subterráneo, ni se percató que ha estado ahí más de una vez. Ambos fueron al ascensor, ambos salieron de él en el séptimo piso... Y entonces, 'Levi' se dio cuenta de que ese pasillo lo conoce bastante bien. No alcanzó a hacer la pregunta, cuando Kei abrió la puerta y lo invitó a pasar... A su departamento.

La cara de desconcierto fue épica y la de sospecha, aún más. Entrecerró los ojos y le miró con una desconfianza dolorosamente voraz. Entonces, el rubio vio su plan irse a la misma mierda. Con fuerza y rapidez metió a Mao en su casa y lo empujó, causando un tropiezo a su víctima. Cerró la puerta con doble seguro. Se volteó en su eje y lo enfrentó con la mirada, asesina, por cierto.

—¿Qué mierda es esto, Kei?

—Tenemos que hablar.

—Pero si quieres hablar, me lo hubieras dicho por las buenas... no haberme, prácticamente... raptado de ésta forma.

—No entenderías.

—¡¿Qué no?! En algún momento llegará Aki, o Mizuki se percatará de algo extraño.

—Aki está trabajando y Mizuki está en una tienda comercial buscando un regalo especial para ti.

Silencio.

—¿Tienes el descaro de decirme, incluso, de las atenciones de Mizuki, para dejarme en claro que no me salvará el culo?

—Sí, porque yo se lo pedí.

—¿Lo planeaste?

—Sí.

Silencio. Incómodo. Sepulcral.

—Dime que eres otro... Dime que no eres Kei y eres un imitador. Mi amigo no es así.

—Soy Kei.

—¿Perdiste la cabeza? ¿La cordura? ¿Acaso Aki te zarpó el glande anoche tan al fondo que te llegó al cerebro?

—Algo así.

Mao en su frustración, desconcierto, miedo y preocupación, se llevó una mano a la frente, intentando entender por cualquier medio, lo que está sucediendo. ¿Un mal chiste? No, no puede ser. De seguro se trata de una broma planificada y hay cámaras ocultas por doquier. Oh no, no caería en el juego de programas televisivos que a raíz de la humillación del otro, ganan audiencia. Lo bueno, es que también humilló de paso a Kei, delatando a medio mundo la relación que mantiene en secreto con el bajista, y que encima, es al que le dan.

—No hay nada, Mao. Sólo tú y yo.

Sentencia crudamente el rubio, dejando las llaves a un lado, quitándose los zapatos, para terminar de entrar a su hogar; habiendo captado entonces, los pensamientos del otro.

El miedo se hizo más intenso, dio pasos de espalda a medida que el batero avanza. Tropezó con algunos muebles, pensó en correr por su vida despavorido, pero la mesa de centro le hizo caer de lleno al suelo. No alcanzó a pararse: Kei se sentó en su abdomen y sostuvo las manos por sobre su cabeza. Firme.

—Tú y yo, vamos a hablar seriamente —Utilizó un tono intenso, desgarrador, varonil. Seductor. Mao tragó con dificultad, acentuando la manzana de Adán. Cada vello de su cuerpo se erizó por esa voz, que nunca antes, había hecho reaccionar así su cuerpo—. Muy seriamente.

Un roce en su entrepierna con la contraria...

Las luces de la calle, perfilan sus cuerpos, haciendo de ellos dos siluetas en la obscuridad. Ninguno encendió las luces al entrar. Entonces... lo único claro, es que hay dos bultos, in crescendo en dureza, en la sala de estar.

 

IV

 

Llegaron juntos al ensayo.

Mao, la noche anterior, tuvo que contestar un sin fin de notificaciones y mensajes en su bandeja de entrada. Su repentina desaparición causó preocupación en los demás, pero aclaró diciendo que se había ido con Kei, le había acompañado a buscar algo y, en eso, un fuerte dolor de cabeza atenazó y optó por irse, aprovechando su 'chofer personal'. No se tocó más el asunto. Todo lo hizo, mientras su compañero descansa en la cama, medio adormilado, ambos desnudos y sin cruzar palabras. No puede decir que fue violado por él porque, llegó un punto, en el que sólo cedió. Y la noche no acabó ahí. Hubo otras rondas, iniciadas por cualquiera de los dos. Comprendió entonces que por el fanatismo cegado de Kei y su incomprensión... Terminaron en eso. No le molestó, en absoluto. No podría saber elegir quién era mejor en la cama: si Mizuki o Kei, porque con ambos ha llegado al cielo, de forma distinta. En realidad, no hay punto de comparación. Con Mizuki todo es normal... Con Kei, fue más bien el cumplimiento de un alocado fetiche sexual. Muy alocado.

Mao se ha cubierto los chupones con base... Y los rasguños en la dermis de ambos... Gracias al cielo Kei tiene dos gruñones gatos. Nunca se llevó bien con ellos. Excusa perfecta.

Sin embargo, con lo ocurrido, ninguno podía dirigirse la palabra sin sentir cuota de culpa. Con pareja y haciendo desfachateces ¡los dos! La vergüenza se la gana Kei sólo por ser la mente maestra en ese plan de secuestro y violación consensuada. En el ascensor del edificio, el pobre muchacho sólo pronunció una palabra:

—Apuesta.

—¿Qué?

—Si preguntan porqué no nos hablamos, se trata de una apuesta.

Se abrieron las puertas y salieron estoicos.

El ensayo fue como de costumbre, mas... claro está, los otros tres integrantes se percataron de la extraña actitud del vocal y su baterista. Cada pareja respectiva, en un pequeño descanso, preguntó las razones de su nulo acercamiento. Y resonó la palabra mágica: Apuesta.

Mizuki por todos los medios posibles trató de hacerlos perder a ambos. No lo logró, la vergüenza oculta es mayor, lo suficientemente poderosa para no ser interrumpida, incluso por alguien como Mizuki. Por otro lado, Aki notó un vago actuar en Mao cuando le dirigió la palabra en dos ocasiones durante el trabajo. Lo dejó pasar... Siente que debe cuidar un gallinero con pollos locos, en vez de una banda, a veces.

 

V

 

El timbre resonó en el hogar de Kei. Supuestamente, estaría solo en la velada,  ya que Aki por asuntos laborales, se quedaría en la compañía y luego iría a su departamento, que queda más cerca, a descansar. Como hombre maduro, que sabe cómo actuar ante toda situación, lo entendió. No es primera ni será la última vez. La repentina visita le hizo pensar que tal vez se ha arrepentido y terminó en su hogar, extrañado eso sí de que el azabache cambiara de opinión. Abrió la puerta, dirigiendo su vista hacia arriba y, como no vio nada, la bajó, hallando a Mao. Un momento ¿Qué hace Mao aquí? Eso aún es más extraño.

—Pasa... —musitó, con cierta incomodidad.

El vocal no se hizo de rogar y entró, hizo el gesto de quitar sus zapatos, pero sólo metió la bota en la pantufla, raudo, para que Kei no lo notara. Caminó directo al sofá, tomó asiento.

—¿Te ofrezco algo de…?

—Tenemos que hablar —cortó. Imponente.

Mierda, ahora se enfrenta a la tormenta: la consecuencia de sus impúdicos actos.

—Yo...

—Erwin, cierra la boca.

¿Erwin?

—¿Qué mierda?

—¿No te gusta jugar a los titancitos? Pues, juguemos.

—Pero ¿Por qué Erwin? ¿No ves acaso que es una jirafa al lado de Levi? Y digamos, cinco centímetros de diferencia, no me hacen la respectiva jirafa.

Entonces se percató, Mao lleva un abrigo largo, negro, que lo cubre por completo, y algo en su cabello. El susodicho se puso de pie, y lanzó las pantuflas. Desabotonó la prenda y la dejó caer, junto a aquello que cubre su cabeza: Nuevamente, se enfrenta al temido y pasivo sargento Levi.

—Escúchame bien, no tienes pinta alguna de ser Jäger, lo sabes. Y, por favor, podrías ser Armin, tienen el mismo cerebrito de ñoños, pero es el más pasivo en toda el maldito manga, ni en broma le mete un dedo en el culo a tu sargento. En cambio, eres rubio, Erwin también. Ignora la altura, él es el único que puede someter a Heichou.

Kei se quedó frito con la analogía, certera, pero... ¿por qué?

—Está bien, pero... ¿qué demonios?

Bufó antes de ser apresado por los labios que saboreó a fondo la pasada noche.

—Capitán, deje de hacerse el desentendido, deje las estrategias para retomar el muro María, y procedamos a otros asuntos...

Y bien, Erwin sin cuestionar al hombre más fuerte de la humanidad, se lo llevó a su habitación, e hizo y deshizo con su cuerpo.

 

VI

 

Los días transcurrieron normales, como antes de ver por primera vez a Mao vestido de aquella forma. La supuesta apuesta acabó y las noches de pasión y locura también, jurando por sus madres, que nadie sabe nada del asunto.

Lo cierto es que... Sí hay alguien que sabe. Muy bien.

Alguien que sabe del fanatismo de Kei, porque... Tiempo, mucho tiempo atrás, lo pilló leyendo... en el baño de hombres. Había ido a lo que, cualquier hombre, va a un baño. Pero este estaba cerrado por aseo. Le descolocó, pues la amable señora estaba aseando los baños de otro piso. De curioso, se asomó, y pilló a su batero, mordiéndose una mano, mientras se tragaba felizmente un capítulo de Shingeki no Kyojin.

También es quien vio, desde una distancia prudente, al pobre chico, cambiar su expresión facial cada dos por tres cuando vio por primera vez la versión de Levi en Mao. Supo que fue al concierto... y como todo miembro, se dio por enterado de la desaparición de Mao y luego su aparición. Sospechó de la llegada de ambos al ensayo y del cuello embarrado en más base de lo usual. Lo vio robar el traje de la Legión de Reconocimiento... Y supuso, luego de oír en un susurro el nombre “Erwin”, que se dirigiría al departamento de Kei.

 

Tsurugi sabe que ambos fueron infieles, que tienen una aventurilla caza titanes más sexual que cualquier manga fujoshi hasta ahora haya dibujado.

Notas finales:

¿Qué les pareció? —ofrece su cuerpo para recibir con orgullo los cientos de tomates(?)—.


Yo dije, sería diferente. Quiero críticas, muchas críticas (?). No pienso incursionar mucho en éste mundo, pero, como a cualquier escritor, le sirven las críticas constructivas.


Por otro lado, sé que soy una ingrata desaparecida e impresentable. Desde hace mucho que no publico algo y ahora me aparezco con esto. Juro, que algún día terminaré las cosas que quiero terminar y publicar, pero… No prometo nada. Jamás prometí algo, son sólo intentos… En fin.


¡Nos vemos en algún lejano futuro!


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