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El principio por Lady_Chocolat

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Notas del fanfic:

Bueno, hace mucho que no publico aquí asi que estoy nerviosa jajajaja. Lo típico supongo, hace tiempo que le doy vueltas al tema y al fin me he decidido a tratarlo. Espero que nadie entre buscando sexo duro porque lo siento pero vas a decepcionarte. A los demás, gracias por leer mis paranoias y en fin disfrutadlo mucho.

Ni los personajes ni el manga al que pertencen son míos si no del genio Masashi Kishimoto.

Se derrumbó en el sofá del pequeño salón, ni siquiera había encendido las luces, estaba mucho mejor a oscuras. El reloj marcaba las nueve menos cuarto de la noche y fuera la lluvia mojaba las aceras y a los pobres incautos que se atrevían a salir sin paraguas  a mediados de enero. Posó la mirada sobre el ventanal de la habitación perdiéndose en los pequeños reguerillos que dibujaban las gotas de agua al estrellarse con el ahora frío vidrio. Reposó su cuerpo sobre el respaldo del mullido asiento y cerró los ojos. El dolor de cabeza le estaba matando y trató de mitigarlo llevándose los dedos a las sienes y masajeándolas circularmente. Nada. Se levantó dispuesto a buscar entre los cajones alguna pastilla que llevarse al cuerpo. Nada. De nuevo, se tiró sobre el sofá despojándose también de los zapatos, y ya puestos, de la americana de ejecutivo perfectamente planchada, aunque poco le importaba eso, pues la dejó tirada en el suelo arriesgándose a que al día siguiente estuviera arrugada y por lo tanto inservible. Resopló. El aire se escapaba de sus pulmones y por unos momentos la idea de no volverlos a llenar del tan preciado oxigeno se le hizo demasiado atrayente. Mierda. No podía, intentaba aguantar el aire, pero cuando comenzaba a ahogarse, involuntariamente daba una bocanada que le devolvía de nuevo a la vida. ¿Eran acaso eso ideas suicidas? No. Si realmente quisiera suicidarse quizá tirarse del piso 23 en el que vivía sería mucho más efectivo. Eso solo era un modo de pasar el rato.

No supo realmente cuanto tiempo había pasado cuando el sonido del teléfono irrumpió en la silenciosa sala. Alargó la mano, hacía la mesita donde descansaba el objeto que emitía tan estruendoso sonido. No se molestó en mirar el número, fuera quien fuera, le despacharía rápido y seguiría con su laborioso intento de desaparición espontanea. Descolgó. Al otro lado de la línea solo oía una respiración agitada, unos labios despegarse y luego esa voz. Esa voz que le hacía quedarse despierto hasta altas horas de la noche, cuando no le desvelaba en mitad de un profundo sueño. Esa maldita voz. Esa bendita voz. Su perdición y su salvación encarnadas en un solo sonido, por no hablar de la persona detrás esta.

—Sasuke…

Suficiente. No necesitaba más para saber que quería. El tono, tratando de simular neutralidad, escondía una infinidad de matices. Excitación mal contenida, suplica, falsa sumisión. ¿Cómo podía hablarle así después de todo lo que le hacía? Naruto era odioso. Pero le amaba. Aunque no en ese sentido simplista de las películas de Hollywood. Él no amanecía pensando en lo fantástico que era Naruto, ni Naruto pensando en él, tampoco necesitaba oír su voz cada noche al acostarse o por la mañana al levantarse. Más bien detestaba su voz, demasiado chillona, pero el timbre solo era una excusa. Su sola voz en el momento y el tono adecuado, conseguía que su estómago se hiciera un nudo. Ese era el momento, no precisamente el tono que a él le gustaba escuchar pero su estómago se retorcida de emoción. Días como esos en los que se sentía más saturado y más ahogado de lo normal, una visita del hombre que le hacía respirar a base de humillaciones es lo único que necesitaba. Sonrío.

—…en media hora estoy allí— Ni siquiera espero una respuesta de su interlocutor, solo colgó.

Las manos comenzaron a sudarle, todavía se acordaba del día en que le conoció. Habían sido invitados a la misma fiesta. Él no acostumbraba a salir, menos a divertirse. Nunca lo había hecho y ahora en su adultez, en la cima de su carrera, desempeñando el papel de un recto hombre de negocios, no era el momento para desmelenarse. Sin embargo, la anfitriona, una amiga de toda la vida había hecho especial hincapié en que asistiera a dicho evento. Y no se arrepentía. No tenía tiempo para nadie, menos para relaciones sentimentales, su trabajo le absorbía hasta el último segundo de su tiempo y sin embargo no pudo evitar quedarse colgado de aquel pelo rubio excesivamente alborotado, como si jamás se hubiera molestado en peinarse y esos ojos azules que invitaban a perderse en ellos. Lo que sintió no era amor a primera vista, pero si una terrible y extraña atracción y por lo visto el debió sentir algo parecido, pues cuando reparó en su presencia se acercó sonriente a intercambiar vanas palabras con él. De entre todas las cosas que el Uchiha podía esconder, esa era una. No, no había tenido nunca pareja, si sexo y siempre con hombres. Es algo que arrastraba desde pequeño, él lo sabía, nadie más, ni nadie necesitaba saberlo, pero no iba a negarse su propia naturaleza. Una cosa lleva otra y cuando se quiso dar cuenta había intercambiado número y quedado para tomar un café.

 La primera “cita” fue bien, como la segunda y las que la siguieron. No solían decirse mucho, él apenas sabía nada del rubio y este nada él, hablaban de banalidades, nada importante, como dos niños, sus pequeñas reuniones se convertían en un microcosmos en el que ambos se sentían confortables, como en casa. Sasuke olvidaba así todo el estrés con el que vivía, y por unas horas era un hombre libre. Sin embargo al salir de la pequeña cafetería de nuevo su mundo le abrumaba, las responsabilidades y las buenas formas. El siempre había sido así, había nacido sin el derecho disfrutar, o eso creía.

Criado en el seno de una familia conservadora, desde muy pequeño sus padres se habían esforzado en que se convirtiera en el digno heredero de la empresa millonaria de su padre. Clases particulares por allí, academias por acá, entrenamientos físicos y mentales. Él había nacido para ser el mejor, en todo, el más listo, el más rápido, el más ingenioso, el más fuerte, el más de los mases. Pero tal grado de perfección se había cobrado algo que todo niño necesitaba para su normal desarrollo, infancia, amigos, horas de juego. Iba a una escuela privada, de alto prestigio y en todos los años que había asistido a las clases solo había conseguido entablar amistad con dos o tres críos de la clase. La represión y la responsabilidad a la que había estado sometido desde pequeño habían hecho de él un ser triste, solitario y asocial. Cuando fue adulto odió a sus padres por lo que habían hecho con él, pero ya no sabía ser de otro modo y la mirada atenta de los aliados de su padre, de los enemigos de su padre y de su propio padre le obligaban a mantener la compostura en todo momento.

Era al llegar a casa cuando realmente se hundía, se ahogaba y sacaba la cabeza por la ventana intentado respirar. Su propia vida le mataba. Vivía encerrado en la rutina, en sí mismo, no podía decir que era una fiera enjaulada porque realmente nunca había podido mostrarse como una fiera. Sin embargo necesitaba salir, escapar, dejar la puerta abierta y esperar a que algo pasara, a que alguien entrara y pusiera toda su casa, y su vida, patas arriba, pero luego pensaba en su situación como hombre de negocios y rápidamente cerraba la puerta y daba varias vueltas a la llave. Le tenía miedo al mundo y le tenía miedo a su estatus  y bajo esa mascara, no tan gruesa,  de confianza, agresividad y orgullo se escondía un Sasuke dispuesto a ser libre y dejarse llevar. Es por eso que cuando conoció a Naruto, a su inocencia y a su sonrisa traviesa no podía evitar odiarle y envidiarle al tiempo de admirarle. Es por eso que necesitaba esas tardes de café. Se abstraía, pero cuando terminaba no se sentía para nada liberado, solo descansado.

Pero eso pronto cambió. Todo ocurrió en una tarde, en unas simples horas. Él había quedado con el rubio como siempre, en el mismo café a la misma hora. Todo había ido normal, unas palabras por ahí, por allá un comentario desafortunado, una respuesta sarcástica y cuando el moreno quiso darse cuenta estaba metido en una acalorada discusión sobre quien recuerda que. Solo importa que Naruto en un arrebato de superioridad se había levantado de la silla y había soltado una verborrea cargada de improperios hacia su persona, su anticuada forma de pensar y sus miles de complejos. Le había hundido, y solo había necesitado de palabras para ello, no le había tocado un pelo, pero interiormente se sentía como si le hubieran dado una paliza, como si hubieran cogido a la persona insignificante que era él y le hubiesen apaleado y pisoteado. Y lo peor de todo es que lo había hecho en público, rodeados de los clientes y los trabajadores de la cafetería, que no eran pocos. Le había humillado en público, le había dejado en la más absoluta mierda, lo había hecho, y ahora le sonreía con un gesto entre divertido y cargado de superioridad. Le faltaba plantarle el zapato en la cara y aplastársela contra el suelo.

En un primer momento se sintió ofendido, sintió ganas de contraatacar, pero hubiese sido inútil, Naruto había ganado. Entonces se sorprendió pensando en que le hubiera encantado que sus padres, sobre todo su padre, le hubieran visto, hubieran presenciado la escenita. Como un chico que apenas se mantenía trabajando en una tienda de a animales, había humillado a su intocable hijo. Cómo había agarrado todos sus principios y los había tirado al suelo para luego escupirlos. Hubiera matado porque sus padres hubieran visto como después de la sarta de palabras algún desvergonzado había osado reírse de él, de uno de los más importantes hombres de la ciudad.

Sorprendentemente se sentía bien, extrañamente bien, liberado, liberado de verdad. Y excitado. Avergonzadamente excitado, lo que le ponía aún más. Sus mejillas se tiñeron del más absoluto rojo cuando su entrepierna comenzó a comportarse de una manera para nada digna de su persona. Se estaba poniendo duro, en aquel sitio, frente a las miradas de un montón de extraños. Estaba sudando a mares, se acercó las manos al cuello de la camisa y tras aflojar el nudo de su corbata se desabrocho el primer botón de la camisa. Él seguía con la mirada clavada en su persona, analizando cada movimiento que hacía. Necesitaba aire fresco o se ahogaría, ya no le miraban y muy interiormente se sintió decepcionado, sin embargo con aquel pequeño problema entre sus piernas no se atrevió a moverse. Ya bastante había hecho el ridículo. Miro a los ojos azules de su compañero, que brillaban con un no sé qué, que no supo identificar. El moreno desvió la mirada, sumisa, fijándola en una mancha de café en la mesa. El otro chico se sentó de nuevo. Todavía recordaba sus palabras como si las tuviera al lado repitiéndoselas, y cuanto daría por ello en esos momentos.

—Eres una perra como las demás — Eso le dolió, le dolió de verdad, y no el hecho de que le llamara perra sino el hecho de que le hubiera comprado con otros. Él no tenía comparación, o eso le había dicho en su casa. A eso le había enseñado, a ser único, el mejor, inalcanzable. Sintió una punzada en su entrepierna y no solo porque su erección se acrecentaba sino porque algo se rozaba, sin mucho cuidado contra esa zona tan sensible. Un gemido o algo parecido quiso escaparse de entre sus labios, afortunadamente pudo evitarlo. Levanto la mirada y le descubrió a él, todavía le observaba sonriente y su mirada seguía brillando cargada de excitación.

—Y tu un hijo de puta —Escupió entre dientes, sin entender del todo la situación pero preguntándose porque demonios no se levantaba y se iba. Ah, sí, su erección, pero bien sabía que no era eso, algo le decía que se quedara y se regodeara en esa sensación de humillación tan contradictoriamente fantástica que solo él le había ofrecido y podía ofrecerle. Ante la respuesta él clavo el pie con fuerza sobre su entrepierna. Sasuke gimió, no pudo contenerse. Le dolía, le dolía mucho, pero su cuerpo no reaccionaba adecuadamente y cada vez se excitaba más. Estaba enfermo, eso no era normal. Sintió ganas de llorar, mezcla del dolor mezcla de sus sentimientos contradictorios recientemente encontrados, pero él era orgulloso y no estaba dispuesto a dejar caer una lagrima en público.

—Mal Sasuke, si sigues así haré que te corras aquí mismo—¿Qué?¿Qué coño quería decir con eso? Es decir, estaba claro, pero ¿por qué en ese tono?, ¿por qué se lo susurraba al oído tan eróticamente? Naruto lo estaba disfrutando, pero ¿Y él? No podía negar que no estaba disfrutando, lo estaba haciendo, por mucho que le avergonzara y le sorprendiera la respuesta no podía negarlo, estaba completamente duro y el roce de la suela contra su pene era enloquecedoramente estimulante. Miró a su alrededor disimuladamente, nadie miraba, pero recayó en algo que había ignorado completamente, no había ningún mantel que pudiera proteger tan obsceno acto. Y de nuevo otro pinchazo y otro gemido que se escaba de entre sus labios. Clavo su mirada en la contraria, seguía sonriendo.

—Vámonos, vivo solo — Aquellas palabras, casi rogando, se habían escapado de su boca como su último gemido aturdiéndolo, el jamás hacía ese tipo de proposiciones, pero en ese momento lo deseaba.

—Aquí es mucho más divertido —Oyó como algo se caía debajo de la mesa acompañado con una risa y acto seguido supo que era su zapato, pues su pie desnudo se frotaba ahora contra sus partes nobles. Tenía razón, entre la idea de correrse ahí, o en su casa, por muy vergonzoso que fuese, era más atractiva la primera idea, más estimulante por alguna razón que no sabía explicar demasiado bien. Pero ¿En los pantalones? Acerco una mano a su bragueta para liberarse y hacer más intenso el contacto. Pero él le corto rápido cuando aplasto su pene con el pie mientras hacía un gesto de negación.

—Naruto, me pondré perdido — casi suplicó, pero él solo tomó un sorbo de su café, como si nada pasara. Estaba a punto, sentía que no podría aguantar mucho más, pero dios, sus pantalones. Otro gemido mal disimulado.

—No te reprimas, o me cortarás el rollo — eso sonó como una orden, cargada de excitación, pero orden al fin y al cabo, y él no se sintió con fuerzas para desobedecerla, así que bajito, más bajito de lo que realmente quería, dejó que sus bajos instintos terminaran de dominarle. Observó a su alrededor, nadie les miraba y su mesa estaba lo suficientemente alejada para que nadie cercano pudiera percatarse de la escenita. Aunque no le hubiera disgustado encontrarse con la mirada de algún curioso ¿Pero en que mierda estaba pensando? Dios ese frote le estaba embotando los sentidos y su capacidad de raciocinio. Ya casi estaba a punto, iba a correrse y ni siquiera le habían tocado decentemente. Eso le enfurecía, le avergonzaba y le ponía a partes iguales. Un escalofrió, un calambre en los pies que le hizo tensar los dedos y un muy enorme esfuerzo por no contorsionarse y arriesgarse a caerse de la silla en tan humillante situación. Se corrió, quedando todos sus fluidos, atrapados entre la tela del bóxer y su propia carne. El gemido que acompañó a su orgasmo quizá fue más alto de lo que se debía, pues cuando se dio cuenta una señora de unos 60 años les miraba escandalizada desde una mesa relativamente cercana. Ojala que se hubiera dado cuenta de lo que habían hecho, la sola idea de tener testigos le hacía excitarse.

Naruto se levantó de su asiento ya con la deportiva puesta.

—Eres un maldito exhibicionista Sasuke Uchiha —Dijo con una sonrisa metiendo las manos en los bolsillos del pantalón. — Llámame, para la próxima vez quizá acepte ir a tu casa. Ya sabes.

Y después de eso salió de la cafetería como quien no quiere la cosa, dejando al joven moreno con la cuenta pendiente. Podría decir que no le había gustado la experiencia y que no había vuelto a llamar a Naruto, pero solo mentiría. Había disfrutado y siguió haciéndolo durante el resto de las quedadas. El pequeño rubio con sonrisa inocente y mirada alegre tenía una manera especial de practicar el sexo. Sasuke se lo imaginaba, pero lo confirmó cuando el día en que su, ahora amante, se había presentado con un par de cuerdas y un par de velas que no dudo en usar de las maneras más extrañas y eróticas que Sasuke jamás imaginó. Y eso solo era la punta del iceberg del maravilloso mundo en el que le estaba introduciendo aquel diablo disfrazado de ángel.

Sasuke estaba enfermo, o eso pensaba de sí mismo, era un pervertido y un depravado, pero apenas le importaba. Naruto no le hacía sentir así, él era igual que Sasuke. Naruto hacía que Sasuke se sintiera liberado, que olvidara quien era y cuáles eran sus responsabilidades, hacía que bajara de ese pedestal en el que vivía y aún vive frente a la mayoría de las personas y besara el suelo, y si Naruto le dejaba, incluso podía besar sus pies. Naruto le dominaba, y él le dejaba porque lo disfrutaba, nadie había sido capaz de tratarle así nunca, y por eso le amaba, y le odiaba. Sasuke había encontrado en Naruto un modo de desinhibirse de sus responsabilidades, de actuar sin que nadie le juzgara. Porque Naruto le concedía sus más bajos deseos, esos que nunca se había atrevido a mencionar por miedo a las represalias, le dejaba comportarse como él quería. Como él era. Era una relación extraña, a ojos de cualquiera una pareja normal y corriente, no vivían juntos pero el rubio dormía siempre en su cama.

Ese día había sido estresante para el moreno, hacía tiempo que no habían practicado sexo y sabía que su novio lo estaría deseando, y el como buen sumiso se comportaría, Naruto quedaría complacido con él, y quizá, con suerte, le dejaría sentir su polla en su culo. El timbre de la puerta sonó, ahí estaba. Se despojó de su camisa que dejo junto a la americana en el suelo y abrió la puerta.

—¿Y tú collar Uchiha? Mal empezamos, ¿estás tan necesitado?¿Ya quieres un castigo? — Bromeó el rubio. Sasuke le fulminó con la mirada — Hmm veré que puedo hacer contigo —. Planto un beso en la boca del moreno y entró en el apartamento cerrando la puerta. La noche sería divertida.

Notas finales:

Y ya está ¿Te ha gustado? ¿Piensas que debería mejorar aqui y allá? Hazmelo saber, te lo agradecería. Espero de verdad que os haya gustado mucho mucho porque para mi escribirlo fue hmm un reto. 

Desde aquí os digo que esto va dedicado a Kiane. Si de verdad os interesa algo relacionado con este tema, ella es la diosa de este foro. Hace tiempo que no pasa por aquí, pero eso no quita que sus fics sean espectaculares. 

Chau! Cuidaos mucho!!


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