Ese momento cuando tu corazón late tan, tan rápido y con tanta fuerza que piensas todos lo puede escuchar, como si estuviera haciendo un hueco en tu pecho y fuese a salir.
Cuando tus piernas tiemblan tanto que te da vergüenza y sientes que en cualquier momento van a fallar y caerás al suelo, incluso tus manos tiemblan tanto que ya ni sabes dónde esconderlas.
Ese momento, justo así se sentía KiBum.
Cuando esos labios gruesos y esponjosos se unieron a los suyos, disfrutándose mutuamente. Siendo primero un beso decidido, pero dulce, para después pasar a uno apasionado, uno que decía lo mucho que se amaban y se deseaban.
Si, así había sido siempre. Aunque no lo aceptaran.
Porque cada vez que KiBum veía al chico alto rodeado de chicas, tan resbalosas y descaradas que desde muy lejos se veían sus intenciones con el chico alto, sentía que la sangre le hervía. Se preguntaba KiBum “¿Cómo alguien se puede fijar en ese ojos de rana?” No aceptaba que otros estuvieran rodeados de gente cuando el más hermoso era él. Esa era la razón de su “odio” hacia MinHo.
Por el otro lado el chico alto sentía lo mismo hacia KiBum cuando tanto chicos como chicas hacían propuestas muy indecorosas y nada discretas al rubio, solo que el tampoco aceptaba sus sentimientos hacia el rubio, tal vez su orgullo no lo permitía, más bien no quería que lo vieran como un “marica” por la atracción que sentía por el rubio, por el deseo que tenia de probar esos labios acorazonados, de sentir esa suave piel, tan blanca y perfecta, justo por esa razón se revolcaba con cuanta chica se le pasar enfrente para sacar de su mente esos deseos, confirmar su “hombría”.
Tantos días, guardándose sus sentimientos y disimularlos con peleas tontas y odio no es tarea fácil.
Gracias a ese maestro que los puso en un proyecto juntos y MinHo tuvo que ir a casa de KiBum, ambos fingiendo indiferencia cuando en realidad sus pensamientos eran otros, no queriendo despegar sus ojos de ese bello niño. Pelando por todo y por nada a la vez. Pero claro llego el momento en el que ambos estallaron y no pudieron seguirlo ocultando…
Solo un momento.
Ese momento de seguridad, de arrebato que sintió MinHo y se atrevió a confesarle sus sentimientos a KiBum sin dejar que este reaccionara o le respondiera plantándole un dulce beso dejando al otro totalmente en blanco.
Tanto tiempo deseándose mutuamente en secreto llego a su fin.
¡Oh dios! Se sentía tan bien poder degustar esos labios acorazonados, deseándolos tanto tiempo, que le sabían al paraíso, jugar con esa lengua, en una lucha por tomar el control, que sintieron la necesidad de más.
KiBum por fin reacciono a lo que estaba pasando y coloco sus manos (aun temblorosas) en el cuello de MinHo jugando con sus cabellos, profundizando el beso. Mientras que el otro pasaba sus manos en la cadera de KiBum aprensándolo con fuerza como si fuera a huir, para luego bajar poco a poco a sus piernas y levantándolo mientras el otro enroscaba sus piernas en la cintura del alto.
Ese momento, cuando se dieron cuenta de todo el tiempo que habían desperdiciado, por culpa de sus inseguridades, ahora ambos se arrepentían y deseaban que esto no acabara nunca.
El aire, maldito aire que se hizo presente llevándolos a separarse respirando entrecortadamente.
-Tú, enserio me gustas… KiBum- dijo MinHo intentando controlar su respiración para hablar normal.
-Tonto…- rio KiBum –También… me gustas… MinHo- sonrió y bajo su cabeza puesto que su cara estaba tan roja como una tomate al decir estas palabras en voz alta. Siempre tratando de negar estos sentimientos que ahora le daba vergüenza decirlo a otro.
MinHo sonrio ante tal escena, pues le parecía demasiado lindo cuando KiBum se sonrojaba.
-Así que… ¿quieres ser mi novio?- titubeo un poco MinHo a decirlo.
Tomo el mentón de KiBum y lo levantó para ver esos hermoso ojos gatunos que lo habían hechizado, y en ese momento le trasmitían amor y deseo, el rubio dibujo una sonrisa nerviosa en sus labios y asintió.
-Sí- dijo bajito -claro que si- dicho esto junto sus labios de nuevo con los de, MinHo, queriendo más de él.
- Te quiero tanto- susurro MinHo sobre los labios de Kibum, con todo ese amor que sentía por el- ¿quieres que te enseñe lo mucho que te quiero?-pregunto MinHo con una sonrisa traviesa y acariciando esas piernas bien torneadas.
KiBum carcajeo, ocultando así el nerviosismo que le había causado la propuesta de MinHo y contesto travieso y sensualmente a la ves- enséñame - dicho esto beso de nuevo al alto que se empezaba a encaminar hacia la grande y cómoda cama.
Porque ese momento seria uno muy especial, uno lleno de amor y pasión. Lleno de tantos sentimientos guardados. Y a ese momento le vendrían muchos otros.
Fin