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Langue silencieuse por Eve Kim

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Lengua silenciosa

 


 
 
Bonjour, Taemin.
 
—Buenos días, Kibum. —saludó con una leve sonrisa en sus labios. — ¿Cómo has dormido? —formuló suavemente la pregunta, tendió una taza de café recién preparado al otro lado de la mesa.
 
—Oh, bien monsieur, si. —respondió con cuidado, inseguro de haberse expresado correctamente. Su castellano no era el mejor de todos, apenas estaba aprendiendo lo esencial para poder desenvolverse sin prejuicio en una charla. Taemin sonrió mientras daba otro sorbo a su taza, el chico se veía adorable con esa expresión de confusión en su rostro.
 
—No hace falta que hables tan formal, Key, sólo dime Taemin, ¿si? —y allí de nuevo esa actitud amable del menor. Key asintió jugando con sus dedos por debajo de la mesa; no estaba muy seguro de lo que decía, pero le parecía muy lindo así.


 
 
Hace poco más de dos meses había llegado a Nueva York y no tenía a dónde ir. Había escapado de una crisis económica en Montpellier (sur de Francia) la cual le obligó a abandonar su país de origen e migrar a Norteamérica, la misma crisis que ocasionó el desalojo de miles de familias de sus hogares, incluyendo a la suya. Cuando sus pies tocaron por primera vez tierras yankee se sintió un intruso, en ese mismo instante supo que ese lugar no era el suyo, en el que debía estar. A la semana (hospedado en un hogar que brindaba el gobierno a los desamparados sociales) salió por primera vez a las calles a enfrentarse con esa enorme ciudad que no era suya y le causaba escalofríos, sin ser consciente de lo difícil que es la supervivencia allí en una de las ciudades más peligrosas de todo Estados Unidos. No consiguió el empleo que necesitaba, no consiguió entender a nadie y por sobre todo y lo peor no consiguió regresar a casa, estaba perdido en algún punto de vaya a saber donde. Desesperado y afligido se acurrucó en una de las cuantas esquinas con filas de basura y cerró los ojos, rezando internamente porque nadie se le acercara. Y, pareciera que por pedir, pasó. Una mano tocó su hombro diligentemente y unos ojos le miraban con adoración absoluta, unos hermosos ojos café, pensó. Un tipo de cabellos negros y piel clara le miraba desde poca distancia, suspiró entristecido, presintiendo que aquel chico tan guapo no era tan sólo uno más de todos los que pasaban a su lado sintiendo mera pena por verle así.
 
Ya, tranquilo, no llores. —siquiera supo en qué momento sus ojos se habían aguado tanto.
 
S'il vous plaît, monsieur. —susurró con un hilo de voz apenas audible. Taemin se sorprendió al escucharle hablar.
 
¿Need help? —le preguntó rápidamente, creyendo que aquel extranjero por lo menos entendía el inglés. Pero no era así, el rubio no tenía ni la más pálida idea de lo que le estaba diciendo; pero estaba triste, desolado y sin nadie, perdido. Asintió aún sin entender con sus ojitos desbordando pena; se abrazó al cuerpo fuerte del pelinegro quien con este acto se quedó estático, casi petrificado. Pasados los minutos y unos cuantos espasmos correspondió pasando sus largos brazos por encima de los débiles apretando cariñosamente.


 
 
Así lo había conocido.


 
 
Ahora en su nueva realidad se encontraba como huésped en el departamento de aquel bello muchacho, quien al parecer vivía solo. Su hogar era sumamente cálido, como todo en él; cálido y alegre. Cada espacio de ese lugar relucía en limpio desde su llegada; suponía que aunque ahora se entendieran un poco mejor y pudieran llevar un charla más o menos amena y él le insistiera que no debía hacer nada, le debía por lo menos éso por acogerlo en sus cálidos y protectores brazos de aquella desesperante situación. Taemin se negaba a que hiciera algo, pero Kibum siempre fingía no entender lo que él decía y seguía en lo suyo, cosa que al más chico divertía bastante.
 
 
—Hoy no estaré en casa. —avisó yendo hacía el sofá, cogiendo su portafolio y uno que otros papeles sin importancia. — ¿No deseas salir? Podría darte algo de dinero si lo deseas. —ofreció expectante, no se iría a ningún lado en realidad, hoy no debía siquiera salir a hacer las compras, pero quería intentar algo que venía cuestionándose hace algún tiempo ya. Un sentimiento que lo hacía sentir pleno.
 
Merci Taemin, pero quedo aquí. No gusta sortir solo. —dijo con una sonrisa tímida en sus labios rosados, tan apetecibles, tan dulces.
 
—Bien, tampoco me iré.


 
 
Miró aquella sonrisa vergonzosa del de los labios acorazonados con más atención y sonrió, tomó su abrigo del respaldo de la silla que anteriormente había ocupado y se dirigió hasta donde el rubio estaba sentado y extendió la mano hacía él, mirándole y mirándole solamente. Kibum miró con curiosidad la mano tendida, parpadeó unas repetidas veces y suspiró, se irguió y le miró de igual manera. Taemin no dejaba de echarle esa mirada tan misteriosa, tan llena de curiosidad sobre lo que implicaba su persona.
 
 
Lee pasó sus brazos entorno a la cintura impropia, acarició lentamente la marcada curvatura de su espalda baja y exhaló sobre sus dorados cabellos. Kibum para entonces había posado sus tibias manos sobre sus omóplatos. Siempre que el más chico se iba hacían lo mismo. Era algo así como un ritual para ambos.
 
 
Los labios llenos de menor se sellaron entorno a la mejilla pálida de Kibum, este inmediatamente cerró sus orbes gatunas en ese acto; Taemin seguía presionando suavemente su boca, dejando un suave beso sobre esa piel de seda que tanto amaba acariciar por las noches.
 
 
Habían veces donde ninguno podía entender lo que el otro decía, eran incontables los momentos en los que el chico francés tuvo que batallar con señas y gestos para que el pelinegro le entendiese, fracasando en muchos. Pero eran esos instantes en los cuales ninguno necesitaba de hablar ni gesticular para entender lo que trataban de decirse, pues el corazón hablaba por si solo. Con cada latido.


 
 
—Eres lo más bello que existe, Key. —sus parpados temblaron y sus manos apretaron un poco la tela entre sus dedos, existían palabras difíciles de ser interpretadas en su francés, pero habían pocas de las cuales ya conocía el significado, aquellas que el mismo Lee se encargó de hacerle entender. —Eres tan precioso. Eres demasiado hermoso, Key, eres perfecto. —podía sentir perfectamente el latido errático de su corazón cálido. Suspiró cuando sintió su aliento darle en el oído, sintiendo lo mágico de la situación, sintiéndose rebalsado por todo ese amor, ahogándose con su perfume tan único.
 
—Taemin. —suspiró contra el cuello sensible del otro. —Tú, tú significas bastante pour moi, mucho. —Taemin rió enternecido. Sabía cuánto le costaba hablar en su idioma, de todo el esfuerzo que hacía para poder hacerle saber lo que sentía por él. Justo lo mismo que él le hacía sentir.


 
 
En silencio los condujo al cómodo sofá dispuesto en uno de los rincones de la linda sala amarillenta con estantes lilas y los jarrones lavanda. Se acomodó y lo sentó sobre sus piernas, tomó una de las manos del rubio y la acarició con gentileza, ladeó su rostro y depositó cortos besos en la piel de su chico, de su francés; la piel que tanto adoraba besar. Kibum suspiró y mordió su labio inferior, tratando de alejar el impulso desesperado de tomar la boca ajena. Taemin abrió uno de sus ojos y vio esto, con su mano libre giró del todo su delicado rostro y presionó sus labios contra los delgados y acorazonados. Con los ojos cerrados iban nutriendo aquel contacto, abriendo sus extremos carnales para así poder tomar más porción de los ajenos que sabían deliciosos. Desde que conoció a Kibum, ese lindo rubio de sólo diecinueve años (un año mayor que el) el mundo le dio un giro tremendo e inesperado. Aquel rubio de cuerpo fémino le despertaba el más enorme cariño que jamás había sentido hacía nadie, ni siquiera por sus anteriores amores. Un amor que no debería llamarse como tal, porque el francés jamás le había prometido nada ni el tampoco.
 
 
 
Pero un amor que era el más puro de todos los amores.
 
 
 
Recostó su cuerpo encima del de Kibum acariciando su cintura amorosamente por sobre la tela de su buzo gris, recibiendo mimos en su rostro por parte de los dedos elegantes. Hermosos como todo en él.


 
 
Taemin sabía a la perfección que no hacía falta decirse nada, pues lo suyo no era algo tan común como las palabras lo podían expresar. Sino una lengua silenciosa.

Notas finales:

¿Es muy cortito? ;u; Bueno, no sé si vuelva a hacer un shot con esta parejita, eso queda en ustedes(?). Ah, les dejo lo que significa las palabras en french:

-S'il vous plait, mounsieur: Por favor, señor.
-Puor moi: Para mi.
-Merci: gracias.

Bueno no quise presumir —lo que todavía recuerdo— de mis clases de francés ;; sino sería re denso. Gracias por leer.<3


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