Calor, llamas y un profundo sentimiento de culpa se acumulaban en las paredes de la sala de los menesteres.
Solo les quedaba correr e intentar salvar sus vidas, aquel desgraciado de Goyle le había prendido fuego a la sala sin ningún tipo de miramiento o sentido común, pues como era de suponer, los hijos de mortifagos también quedaron atrapados y huían al igual que el trío dorado para salvarse de las abrasadoras y mortales llamas.
Durante aquella fuga de supervivencia los Slytherin comenzaron a trepar por las estanterías repletas de objetos inservibles en busca de refugio, siendo la fuerza del destino la que hizo que el culpable de aquel alboroto cayese al centro de las llamas que amenazaban con devorarles de igual modo si no se apresuraban. Justicia divina.
El trio de Gryffindor por otro lado en aquella carrera consiguieron encontrar en la sala unas escobas, siendo estas la única y la mejor alternativa que les quedaba para no morir. Subieron a ellas, y dispuestos a marcharse y salvar su pellejo comenzaron a volar, hasta que la visión de Malfoy y Zabini colgando de la estantería a punto de ser consumida por el fuego alertó al niño que vivió, Harry Potter.
Muchas, incontables habían sido las desgracias, las humillaciones que aquel rubio platino le había ocasionado, pero no olvidaba que también apenas días antes había salvado su vida en Malfoy Manor. Su personalidad Gryffindor simplemente no le permitía abandonarle.
-No podemos dejarlos –se aventuró a decir el moreno ante la estupefacta y sorprendida mirada de su amigo pelirrojo.
No puedo dejarlo… No me lo perdonaría.
-¿Estas bromeando, no? –espetó Weasley al mismo tiempo en que su mirada se dirigía a Hermione, su reciente novia, para segundos después los tres juntos dar media vuelta rumbo a la pareja de Slytherin.
-Si morimos por su culpa Harry, te mato –sentenció de nueva cuenta Ron hacía su amigo, una frase sin lógica, pero llena de miedo por la situación que les rodeaba. La muerte les acechaba y realmente, sí, tenía miedo.
Las manos de ambos se extendieron a través del aire en dirección a las jóvenes serpientes, quienes con temor se aferraron a los que a partir de ese instante se convirtieron en sus salvadores. Draco con decisión tomó la mano de Harry y montó a su escoba, temblando, como si sus piernas de un momento a otro se hubiesen transformado en gelatina, mientras que sus manos de forma contradictoria a la zona baja de su anatomía se endurecieron al sujetar la cintura de Potter con desesperación. Tenía miedo a morir, y casi por un instante cuando estuvo a punto de sentir como las llamas rozaban sus pies recordó todo lo acontecido con el pilar central del trio de Gryffindor. Le había salvado, aun cuando no tenía porque hacerlo, ese maldito león había regresado a por él. Y eso le hizo estúpidamente feliz.
Le amaba…
Desde el primer instante en el que sus miradas se cruzaron cuando apenas eran unos niños de 11 años. Sabía que había sido un bastardo durante todos aquellos años, pero no podía permitir que nadie viese a través de sus sentimientos, aquellos que como buen descendiente de los Malfoy se había encargado de guardar bajo llave en su corazón. Nunca fueron amigos, siempre rivales, siempre enemigos, pero aquellos momentos, esas discusiones, incluso los insultos eran lo único que recibiría de parte del héroe. Siempre supo que era un imposible… ¿Para qué revelarlo entonces? Un pensamiento verdaderamente cobarde, pero así era la realidad.
Harry sin embargo se sentía inquieto, las manos de Malfoy se aferraban con tanta fuerza a su cuerpo que por un momento pudo entender su desesperación. A esas alturas no le culpaba, él era otra víctima en aquella guerra, solo un peón más que Voldemort movía a su antojo, Draco era un hijo que sin poder negarse tuvo que ejecutar cada uno de los deseos de su progenitor, incluso un hijo lleno de inseguridades por el temor de que a su madre le ocurriese alguna desgracia. Se sintió identificado con él, pues el niño que vivió también desde su nacimiento solo tuvo un único camino que seguir.
Ya casi alcanzaban a ver la puerta al final del pasillo de la sala, las tres escobas raudas y veloces siguieron el rumbo en dirección a la majestuosa salida, el objetivo estaba cerca, pero algo dentro de Harry cambió e hizo que su estómago se llenase de unas vibraciones que comúnmente solían llamar mariposas incluso antes de que traspasasen las puertas de aquel infierno.
La respiración de la rubia serpiente impacto de lleno en su nuca.
Cálido…Ese fue el primer pensamiento del moreno, Malfoy era cálido y dulce. Siempre pensó que el Slytherin tendría un aroma desagradable, tanto como en ocasiones lo era su personalidad, y sin embargo, era dulce, suave, como una brisa, afrutado como el exquisito elixir de una manzana madura. Su corazón dio un vuelco en el interior de su pecho ante dicha sensación, y aunque no era consciente de ello, los mismos pensamientos surcaban la mente del joven de cabellos plateados.
El aroma de Harry era delicado, varonil, pero ligero como un bizcocho de canela. Con cuidado la perfilada nariz de Draco se acercó a los cabellos de Potter y aspiró, se llenó las fosas nasales de aquel aroma y entonces la magia terminó.
Sus cuerpos impactaron contra la dureza del suelo en el pasillo del castillo. La ensoñación había llegado a su fin, al mismo tiempo en la que la salvación de ser calcinados también culminaba. El horrocrux en la mano de Harry gritaba, a pesar de que el único que podía escucharlo de los que allí se encontraban era el propio joven que lo sostenía. Fue solo un solo instante, apenas unos segundos mientras que se levantaban del suelo en el que las miradas de ambos, verde contra plata, serpiente contra león, conectaron. No había nada que decir, pero al mismo tiempo sí lo había muchas cosas que aclarar, el problema era la falta de tiempo y el no saber por donde comenzar. Blaise echó a correr por el pasillo, y seguido de él comenzó a hacerlo Draco, alejándose del futuro salvador del mundo mágico.
La visión del rubio alejándose por el pasillo le llenó de inquietud, ¿A dónde iba? ¿Estaría de su lado? ¿Lucharía contra él en la batalla? Sabía que muchas de esas cosas ocurrirían, pero ahora, era el momento de asesinar nuevamente una parte de Voldemort.