Frente a él, quien era un chico llamativo, no sólo por su altura de 195cm., sino también por su verdosa cabellera y porque era común en él verlo con algún objeto extraño y nuevo en sus manos todos los días, se encontraba aquel que era su compañero en el equipo de basquetball, quien no era alto como él ni tampoco llamaba la atención, pero que era muy habilidoso en su trabajo de deportista. Aquel chico de gafas estaba, por así decirlo, acorralando al pelinegro, quien estaba totalmente sonrojado, contra la pared... La pared de su habitación. Sí, había ido a su casa para aclarar de una vez por todas aquello último que estaba sucediendo entre ambos.
Recordando un poco el pasado, hacía un poco más de una semana que aquel chico de cabellos oscuros, Kazunari Takao, evitaba al más alto hasta el punto de saltearse algunas veces las prácticas. Claramente el chico de gafas notó aquella distancia que tomó el contrario y trató de revolver en sus recuerdos para encontrar alguna situación en que lo haya ofendido o algo por el estilo, pero aquella búsqueda fue inútil. A decir verdad, siempre fue de igual manera con el más bajo, pero no recordaba haberle hecho algo malo.
Los días siguieron pasando y, a pesar de que siempre se quejaba de lo molesto que Takao fuera, aún así, siempre estaba a su lado y hasta lograba animarlo en sus días en los que el horóscopo presagiaba mala suerte para su signo. En pocas palabras, sin Takao se sentía sólo y hasta podría decirse que lo extrañaba... Y mucho.
Ése día, el día en que todo sería aclarado de una vez por todas, Takao faltó a la escuela, por lo que el peliverde pensó que era demasiado y, al finalizar las clases, iría directo a su casa.
- Habla, Takao, estás haciendo que mi paciencia se agote. -Acotó un molesto Midorima, mirando fijamente al pelinegro y con el entrecejo fruncido. Sabía que algo estaba escondiendo y, ¿Por qué demonios estaba sonrojado así?
- Ah... Shin-chan, siempre me lo haces todo más difícil. -Takao finalmente habló sin tartamudear, ya que anteriormente sólo podía hablar monosílbos, notándosele el nerviosismo.
- ¡Demonios! ¿Qué es lo que te pasa? -Luego de tanto insistir, terminó por resignarse, si, no era propio de él hacerlo, pero cuando se trataba de Takao, hasta podría hacer el ridículo, si, sólo por él.
- ¡Ya basta! -Ante la constante presión, Takao estalló. No podía ocultarlo más y sabía que el peliverde lo sabía también y éso era lo que le avergonzaba más.- Lo siento, traté de alejarme para aclarar mi mente, pero no sirvió de mucho, ¿sabes? Ésto hizo que quisiera estar más cerca de ti y, realmente, lo odio... -Se mordió el labio inferior luego de decir aquello y con la intensión de no decir más, pero su corazón estaba manejádolo en ése momento, por lo que continuó.- Lo odio... Porque me gustas, y sé que ésto es raro, traté de asimilarlo miles de veces pero, no puedo hacer nada con ésto. Lo odio... ¡De verdad lo od- -No continuó. No lo hizo porque no pudo, porque alguien más se encargó de que sus palabras no salieran y, ése alguien era la persona que le gusta. La misma que estaba preocupado por él y la misma que ahora se encargaba de sus labios... Con los propios.
No reaccionó luego de ése fugaz beso. Miró al más alto un tanto confunido y éste, con la mirada desviada hacia algún punto y con sus mejillas totalmente sonrojadas, se dispuso a hablar.- Dices mucho... Eres un idiota si pensaste que el alejarte de mi iba a solucionar algo, realmente eres estúpido. -Sacando toda su pena y dejándola a un lado, volvió la vista al más bajo, quien aún seguía un tanto sorprendido.
- Shin-chan, ¿Qué... -El peliverde levantó su diestra hasta la mejilla del menor, donde allí acarició aquella zona con suavidad.- Te dije que hablas demasiado. -Acotó una vez mas con su voz ronca y segura.- No lo vuelvas a hacer. No te alejes de mi... -Por instinto, abrazó al más bajo con posesión, como si fuera que alquien se lo iba a arrebatar o algo por el estilo.- Sé que siempre digo que eres molesto, pero es más molesto el no tenerte junto a mi. -Una vez más, dejó sin palabras a aquel que ahora estaba en sus brazos, sin siquiera alguna reacción a favor o en contra.
- ¿Yo debo ser el único idiota aquí? -Finalmente, el azabache habló, correspondiendo al abrazo de igual manera y sin siquiera creer aún lo que había escuchado.- Lo siento, Shin-chan, no lo volveré a hacer.