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Lonely por NamiShion

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Notas del fanfic:

Bueno, espero que a pesar del horrible resumen (no sirvo para eso T_T) se tomen la molestia de leer mi fanfic. Como BANA que soy, me cuesta bastante escribir algo angst de ellos, pero digamos que no estoy en la mejor época de mi vida y las cosas sencillamente fluyen~

Les agradecería mucho que dejaran reviews >_< siempre son bien recibidos, al igual que las críticas constructivas, uno siempre anda buscando mejorar y dar lo mejor de sí por los lectores.

Sin nada más que decir, espero que disfruten de la lectura~

Notas del capitulo:

Bueno~ he aquí el primer capítulo~ No tengo mucho que decir con respecto a esto, nueva historia, nuevo comienzo. Advierto desde ya que la historia va a ser angst, como dice en la categoría :'D aunque más que nada va a ser al principio, después va a empezar a mejorar, lo prometo (?)

Sin nada más que decir, los dejo para que disfruten de la lectura~

Sus ojos se abrieron con aprensión. JinYoung, sobresaltado, miró a su alrededor. Todo había sido un sueño. El olor dulce pero desagradable de las medicinas se coló bajo su nariz, trayéndolo de vuelta a la realidad. Fuera, podía escuchar la alegre voz de los despreocupados doctores que podían permitirse el lujo de tomarse un descanso. Él también había sido así, jovial, alegre, feliz… pero de eso distaba ya mucho tiempo. Ahora, aquellas cosas tan cotidianas no hacían más que traerle recuerdos, algunos buenos, otros no tanto, eran cosas que, sencillamente, se le hacían ajenas a él.

Poco a poco se fue incorporando, sintiendo una punzada en la espalda recriminándole la mala postura en la que había dormido. Arrugó la nariz ante el aroma que comenzaba a molestarle y, entonces, sintió el desesperado anhelo de escapar. Finalmente, aquel pitido que tanto luchaba por ignorar, resonó en lo profundo de su mente, amplificado de una manera exagerada. Instintivamente, sus ojos se fijaron en aquel chico que dormía apaciblemente. Su cabello, de un natural color negro, comenzaba ya a ser un poco demasiado largo; pronto tendría que llamar a un estilista para que se encargara de aquello. Muchos lo miraban de mala forma cuando tenía ese tipo de atenciones con el menor, pero poco le importaba aquello, no era la primera vez que lo hacía y, quizás, tampoco la última. A veces le apenaba el hecho de ser el único que cuidase de él, sin embargo la responsabilidad había caído sobre sus hombros y ahora no estaba apto para quejas.
Ya no soportaba más aquel olor. Poniéndose de pie, caminó hacia la ventana y, abriéndola, inspiró una gran bocanada del aire de la tarde. Pronto tendría que irse, aquella noche tenía una entrevista a la cual su manager había dejado muy en claro que no podía faltar. Su mirada vagó por las calles que tenía a sus pies. Las personas iban y venían, ajenas a los problemas de los demás. ¿Cómo era posible que tanta gente siguiera tranquilamente con su vida diaria cuando había otros tantos que sufrían de maneras impensables?

Cuando la gente hablaba de la “maldición de los cinco años”, ellos solían tomarlo con gracia. Jamás se habrían imaginado en aquel momento que las cosas terminarían de aquella forma. Pero habían pasado ya dos años desde que había visto a GongChan durmiendo en aquella cama por primera vez y las cosas no tenían pinta de mejorar. Sí, hacía ya dos años que su manager lo había llamado para informarle que su amado, aquel pequeño al que tanto había aprendido a querer, estaba en coma.

Recordaba perfectamente aquella tarde. Con el invierno a punto de acabar, las clases universitarias del maknae estaban a punto de reanudarse. Su felicidad era palpable y contagiosa, era imposible no sonreír estando en la misma habitación con él pues, a pesar de ser el menor del grupo y contar con, además de su carrera, un peso tan importante como lo era el de los estudios, Channie siempre había sido una persona admirable que, sin importar la situación, se había enfrentado a lo que le deparaba el futuro con una gran sonrisa.

Aquel primer día, realmente importante para el niño de cabellos oscuros, marcaba un nuevo ciclo para él. Uno de los arrepentimientos más profundos de JinYoung era el no haber podido estar a su lado en aquel momento. Quizás, de haber estado allí, las cosas habrían resultado diferentes, pero no, en un lugar completamente apartado de la sociedad, JinYoung llevaba a cabo su papel como demonio zorro en un drama que llevaba meses grabando. Aquella región estaba situada entre las montañas por lo que no tenía mucha señal. Debido a ello, el vocalista y actor no se había molestado en encender su teléfono móvil… y no había recibido ninguna de las llamadas por parte de su manager. Para él había sido un día como cualquier otro, había pensado en GongChan pero no había encontrado el momento ideal para llamarlo. No era mucho el tiempo que se quedarían en aquel lugar, por lo tanto, las horas con las que contaban para grabar eran escasas y tenía que dedicar cada minuto de su tiempo a la actuación, contando con tan solo escasos minutos para descansar entre una escena y otra. Sabía que quizás su pequeño se sentiría un tanto ofendido por la falta de su líder, sin embargo, JinYoung sabía que GongChan era lo suficientemente maduro como para comprender la situación, al fin y al cabo, el trabajo era trabajo, el menor también había pasado por ello en más de una ocasión a la hora de grabar sus videos musicales. Así que, finalmente, había optado por llamarlo por la noche, una vez que las grabaciones del día hubiesen acabado.

Llegó al hotel más tarde de lo esperado, habían tenido que repetir varias escenas para captar los distintos ángulos, por lo que aquella tarde de trabajo se había hecho realmente extensa. Desde luego, había valido la pena, con cada día de trabajo estaban un paso más cerca de acabar. Miró su teléfono celular. Probablemente a aquella hora GongChan estaría cenando, lo mejor sería esperar un poco más. Se maldijo a sí mismo por tardar tanto en contactarse con el chico, quería hablar con él, lo extrañaba. Acostumbrado como estaba a vivir con sus otros cinco miembros, el estar lejos de ellos de le hacía distante y difícil; necesitaba escuchar sus voces, saber que estaban bien. Decidiendo aprovechar aquel pequeño rato, se dio una ducha rápida para sacarse de encima la suciedad que había acumulado aquel día pues, en una región como en la que estaba, el polvo estaba en todos lados. El agua caliente fue realmente gratificante. Colocándose debajo del chorro de la lluvia, dejó que su cuerpo se relajara sin compromiso alguno, lejos de imaginar el descontrol en el que, en aquel instante, estaban viviendo sus miembros. Tomando el jabón, limpió cada parte de su cuerpo, tomándose su tiempo ahora que, estando solo, no tenía a otros cuatro chicos golpeando su puerta y gritándole que se apresurase.

Había pasado casi una hora cuando finalmente regresó a su habitación, con el pelo húmedo y su abrigado pijama puesto. Su celular estaba tirado sobre la cama. Tras chequear la hora, sonrió y, sin dar más rodeos, encendió su celular. Instantáneamente, su pantalla se llenó de llamadas perdidas: Baro, CNU, SanDeul, su manager, todos habían estado intentando contactarlo durante las últimas horas. Sorprendido por ello, estaba a punto de chequear sus mensajes cuando el pequeño aparato cobró vida en su propia mano; era su manager quien lo llamaba. Un tanto confundido por la insistencia de ellos, miró fijamente su teléfono celular como si, de un momento a otro, se hubiese olvidado de cómo utilizarlo, aunque acabó llevándose el aparato al oído al tiempo que cogía la llamada.

-¿Hola? Habla JinYoung-dijo, utilizando un tono de voz un tanto tentativo. La respuesta de su manager lo alarmó un poco dado su tono de voz.
-¡JinYoung! ¡Dios mío, chico! ¡Llevamos todo el día intentando contactar contigo!-el aludido estuvo a puno de excusarse, más el mayor no le dejó espacio para ello, simplemente continuó hablando de aquella forma tan alterada-. ¿¡Dónde diablos has estado!? Es decir, ya sé que estás en plenas grabaciones pero podrías mantener tu teléfono encendido-el chico jamás había escuchado a su manager hablar de tal manera. A veces había situaciones en las que era inevitable para él perder el juicio, pero nunca lo había escuchado de aquella manera tan… trastornada. La forma en la que hablaba no presagiaba nada bueno.
-Hyung…-la voz del líder de B1A4 se notaba realmente tensa, aunque trató de mantenerse calmo. La intranquilidad con la que aquel hombre en quien tanto confiaba le había hablado se había traspasado a él. Sabía que había algo mal, solo hacía falta ver la cantidad de llamadas perdidas que tenía para darse cuenta de ello. Sin perder más tiempo, fue directamente al grano-. ¿Qué es lo que sucede? Siento no haber contestado el teléfono, tuve muchas escenas que grabar el día de hoy y apenas tuve tiempo libre. Además, el director prefiere que mantenga…
-La familia de ChanShik tuvo un grave accidente mientras iban a la ceremonia de inicio de la universidad-lo interrumpió el mayor-. GongChan fue ingresado a urgencias esta mañana y aún no ha salido. Sus padres… sus padres están muertos-JinYoung-aquellas palabras calaron profundamente en el chico, quien se quedó sin aliento. Nada de lo que su manager decía tenía sentido. Apartó el teléfono móvil de su oreja y lo miró sin comprensión alguna-. ¿Hola?-la voz de la persona al otro lado del teléfono se seguía escuchando-. JinYoung, ¿sigues ahí?-repentinamente asqueado de aquella voz, dio por terminada la llamada.

Sentía el estómago revuelto y un amargo sabor en la boca. ¿Por qué le habría dicho algo como eso su manager? No podía encontrar sentido alguno a aquellas palabras. ¿Cómo podía ser algo de eso verdad? ¿Cómo podría pasarle algo como eso a alguien tan bueno como su Channie? No, aquello debía ser una tonta broma sin gracia alguna. De seguro era el día de los inocentes y no se había percatado o algo así. Lo más probable era que, aprovechando que no estaba allí con ellos, sus compañeros se habían puesto de acuerdo con su manager para jugarle una broma. Una parte de su cerebro le decía que no era así, que era imposible que GongChan se prestara para una travesura de semejante magnitud, pero JinYoung desechó completamente aquella idea, poco dispuesto a aceptar la realidad.

La pantalla de su teléfono brilló una vez más al tiempo que la familiar música de su tono de llamada resonó en la habitación. Molesto, JinYoung tomó el teléfono y, enfurecido, lo lanzó contra la pared. La música se interrumpió en el momento en el que la batería escapó del aparato y la habitación se sumió en un pesado silencio. Sentado en aquella cama de acolchado rojo, el chico levantó las piernas y, abrazándolas, escondió su rostro contra ellas. Aquello no podía ser verdad, GongChan no podía estar en el hospital, no podía estar muriéndose. Él probablemente estaba cenando con los otros miembros, celebrando el éxito de su primer día y riéndose de la credibilidad de su líder. Pero entonces, ¿qué era aquella angustia que lo carcomía por dentro? Elevó su mirada, percatándose de lo borrosa que ésta estaba. Cerró los ojos con fuerza y las lágrimas, finalmente, acabaron por caer. Inspirando profundamente, se levantó y tomó el teléfono. Tras asegurarse de que realmente funcionaba, abrió su lista de contactos. Le costaba algo leer con la vista tan empañada pero, por más que se limpiaba las lágrimas, éstas no dejaban de caer. Se las arregló para dar con el nombre de ChanShik, a quien tenía registrado como “Channie ♥” y, conteniendo el aliento, presionó el botón de llamada. El tono de espera sonó una vez… y otra…

-Atiende, maldita sea… vamos GongChan, atiende…-susurró, apremiante, pero aquel tono no parecía querer desaparecer. A cada segundo que pasaba, el chico se ponía más nervioso, necesitaba escuchar su voz, saber que estaba bien. Sus labios estaban apretados en una fina línea y su cuerpo estaba completamente tensionado. Finalmente, atendió.
-¿Vas a aceptar la verdad ahora?-la voz de ShinWoo sonó perturbadoramente fría, acabando por destruir cualquier ilusión de su líder. Entonces, aquella dureza se quebró con un sollozo, el cual resultó ser desgarrador a oídos del menor. La impotencia que le transmitió su amigo en aquel momento fue total y, cuando volvió a hablar, supo que su amigo estaba llorando-. GongChan está en coma, JinYoung.

 

Parpadeó repetidas veces para deshacerse de aquella sensación. Una pesadez repentina lo había invadido, aunque ya estaba familiarizado con ella pues aquella melancolía lo invadía cada vez que su mente regresaba a aquel triste día. “GongChan está en coma”, aquellas palabras se habían grabado a sangre fría en su corazón. Miró nuevamente el reloj. No le quedaba mucho tiempo, ¿por qué era que no llegaba de una buena vez? Sintiendo un apretado nudo en la garganta, se obligó a sí mismo a tragar, para finalmente encararse hacia el menor. Atravesó la habitación en dirección a la cama, sentándose junto a ésta. A pesar de los años transcurridos, ChanShik no parecía haber envejecido un solo día. Una triste sonrisa se propagó por los belfos del chico. Su voz, suave y dulce, sonaba agotada.

-¿Cuánto más vas a hacerme esperar?-preguntó, sabiendo que no obtendría respuesta alguna. Elevó su mano, deslizándola por aquella cálida mejilla. El nudo en su garganta parecía apretarse cada vez más, impidiéndole respirar. Era plenamente consciente del temblor de su labio inferior; de un momento a otro, su mirada comenzó a empañarse. Estaba llorando. Allí, en aquella fría habitación, se sintió más solo que nunca-. Maldita sea, GongChan, han pasado dos malditos años, ¿cuánto más vas a tardar?-su mano buscó, desesperada, la del más pequeño, la cual estrechó con fuerza-. Te necesito…
-Lonely, lonely, lonely. Lonely, lonely, lonely-aquella aguda pero entonada voz sobresaltó a JinYoung, quien levantó la mirada. Allí, reposando sobre el marco de la puerta, estaba el dueño de esa voz, el chico al que había estado esperando. Al ver que quien había sido su líder tiempo atrás lo miraba, sonrió de una manera un tanto sarcástica-. Es gracioso que la última canción que alcanzamos a promocionar juntos defina tan acertadamente la forma en la que te sientes.
-Llegas tarde-respondió el pelirrojo, mirándolo de mala manera, para luego apresurarse a limpiar cualquier rastro de lágrimas, no iba a llorar delante de él. Rápidamente se puso de pie, arreglando su ropa lo mejor posible, buscando pequeñas excusas para no tener que mirar al recién llegado.
-Has bajado de peso desde la última vez que nos vimos-los ojos del castaño se pasearon por aquel cuerpo que tenía frente a él. No se parecía en absoluto al del JinYoung de años atrás. Sus prendas seguían siendo las mismas que solía usar en aquel entonces pues su estilo no había cambiado en demasía y aún poseía varias de sus antiguas prendas. Solo había una pequeña diferencia: aquellas ropas que antaño le quedaban bien, ahora parecían ser dos talles más grandes de lo que realmente necesitaba. La vida de aquel quien había sido su líder se había desmoronado completamente ante la pérdida de GongChan. Sabía perfectamente que la razón por la que el rostro del chico no se había llenado de arrugas era únicamente su manager. Desvió su mirada durante unos instantes hacia el chico que yacía dormido y, cuando volvió nuevamente su mirada hacia el joven de rasgos zorrunos, se percató de la nueva expresión que su rostro había adquirido. Ignorando completamente la actitud defensiva del menor, inquirió-. ¿Por cuánto tiempo piensas seguir así, JinYoung? ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una cita? ¿Cuándo fue la última vez que comiste bien? ¿Cuándo fue la última vez que pasaste un día entero sin visitar a GongChan?
-Ninguna de esas cosas es de tu incumbencia, ShinWoo-replicó, desafiando abiertamente el tono acusatorio del contrario, aunque entendía abiertamente su preocupación.

 

Muchas cosas habían cambiado desde aquel primer día. Al principio, los chicos se habían mantenido unidos; la situación era igualmente difícil para cada uno de ellos y sabían que la mayor fuente de apoyo que poseían provenía de los demás miembros. Durante mucho tiempo habían sido una familia, y era en los momentos más duros, como aquel, que sus lazos eran más fuertes. Los días habían sido terribles, sobre todo durante el transcurso del primer mes. Las ruedas de prensa habían sido crueles e implacables. Los chicos no habían podido hacer otra cosa que aceptar los compromisos y soportar las tristes expresiones de sus fans, quienes siempre los acompañaban, buscando animarlos lo mejor posible. Las cosas sucedían demasiado rápido, ninguno de los miembros podía controlar sus emociones. JinYoung, como líder, era quien se imponía en el grupo en ese tipo de situaciones, mientras que los demás, agradecidos, permanecían un tanto rezagados. Sin embargo, a pesar de que los chicos no se daban cuenta de ello, lentamente comenzaron a separarse. Cada día, después de sus actividades, JinYoung regresaba a los dormitorios solo para encerrarse en su habitación; ya no cantaba, no componía, ni siquiera quería ver a los demás miembros, quienes, preocupados por su líder, apenas lograban hacerlo comer. El más afectado por ello había sido el mayor del grupo, cuya tristeza inicial comenzó a mutar hasta acabar convirtiéndose en algo similar al resentimiento. ShinWoo era quien principalmente se encargaba de su líder, pero éste nunca parecía darse cuenta de ello y, si lo hacía, nunca decía nada al respecto. Sus días se transformaron en una monótona obligación, aquella alegre aura que antaño había acompañado a la pequeña familia que B1A4 era, quedó completamente desplazada por la nueva pesadez que acompañaba a los miembros. Ya no había más colores para ellos, todo era blanco y negro.

La situación no tardó mucho en empeorar. El primero en irse fue Baro; la situación grupal estaba congelada por lo que, sin saber qué hacer por sus desolados chicos, su manager había optado por buscarles trabajos individuales a medida que comenzaban a superar la situación en la que se encontraban, y cuando un trabajo como actor para un drama le fue ofrecido, el rapero no dudó en aceptarlo con los brazos abiertos. Tiempo después, logrando las conexiones adecuadas, el chico comenzó a abrirse camino por sí mismo en el mundo de la actuación. Cada vez era menos el tiempo que pasaba en el departamento, cosa que irritaba de sobremanera a su mejor amigo, hasta que un día llegó e hizo las maletas. Aparentemente, con mucho esfuerzo y un par de trabajos de medio-tiempo, había logrado reunir lo suficiente como para comprarse su propio apartamento. JungHwan había sido el único que había protestado, oponiéndose hasta el punto de abrir una de las maletas de su amigo y desperdigar el contenido de ésta por la sala. JinYoung, por su parte, no había dicho nada en absoluto. Sus ojos demostraban que distaba de estar realmente allí y que poco comprendía de la situación que estaba teniendo lugar en el dormitorio. El mayor de los allí presentes también permaneció un tanto apartado de los jóvenes que discutían, paseando sus ojos de JinYoung a SanDeul y de SanDeul a Baro. Aquella noche había terminado de mala manera para el grupo: Baro y SanDeul tuvieron su primera discusión fuerte en años y todo acabó con la partida del actor y el desconsolado llanto del vocalista.

Desde entonces, el  avance del joven fue increíble. Aquella discusión se transformó en el incentivo del chico. A diario pasaba horas en la sala de ensayo, pasando de profesor en profesor, puliendo su voz y entrenándola para lograr alcanzar notas que antes ni siquiera soñaba con conseguir. No tardó mucho en iniciar una carrera como solista, y, siguiendo los pasos de su ex compañero, no tardó en marcharse del departamento. Su meta estaba clara, le demostraría a Baro el gran error que había cometido al dejarlo atrás.

 

El recuerdo de aquella noche aún hacía estremecer a JinYoung, quien sintió como un horrible escalofrío recorría su cuerpo.

-¿Hasta cuándo vas a seguir así?-JinYoung avanzaba hacia la salida en ese momento, poco dispuesto a seguir discutiendo con el mayor en la habitación en la que su maknae descansaba, sin embargo, aquella pregunta lo dejó congelado. El tono de voz, la determinación de sus palabras… Un pequeño jadeo escapó de sus labios y, durante unos instantes, se olvidó de respirar. Se volvió lentamente hacia su ex compañero, encontrándose con la mirada implacable de éste. ¿De verdad pensaba hacerlo? Demasiado tarde, tan solo bastó con que una pequeña imagen de aquel día se colara en su mente para que toda la sucesión se desarrollara, aquella que había cambiado su vida por completo. El contrario, lejos de mostrar compasión, lo presionó aún más. Aquellas palabras que tan cruelmente había mencionado tiempo atrás resonaron en la habitación-. ¿Hasta cuándo te vas a mantener así? ¿Hasta cuándo dejaras que el estado de GongChan condicione tu vida? ¿Hasta cuándo serás su esclavo, JinYoung? Esclavo de alguien que quizás nunca despierte…-para ese punto, silenciosas lágrimas recorrían nuevamente las mejillas del más pálido. Su mirada demostraba la aflicción que sentía en ese momento. ¿Tan cruel podía llegar a ser DongWoo? Vio entonces que los labios del chico comenzaban a abrirse nuevamente y una gran fuerza oprimió su corazón. No dudó en darse la vuelta y salir de la habitación a paso rápido, sin mirar atrás, pero, a pesar de ello, aunque no escuchó las palabras ajenas, éstas resonaron en su cabeza, presente en sus recuerdos.

Ámame JinYoung, ámame en su lugar.

Notas finales:

Por favor no me maten por dejar a GongChan en coma ;__; <3

Bueno, eso es todo por el primer capítulo~ Hace tiempo que tenía ganas de escribir algo de B1A4 y no salía nada. Me inspiré para esta historia estando en un hospital esperando a que mi mamá terminase de hacerse unos chequeos, así que, bueno, no había mejor lugar para ello (?).

Voy a intentar actualizar pronto~ de momento les dejo mi twitter para que vayan enterándose de las actualizaciones y ese tipo de cosas~ además de que es muy divertido hablar con lectores xD <3

Como siempre, los reviews siempre son bienvenidos, desde observaciones hasta críticas, cualquier cosa viene bien para ir mejorando el relato.

¡Muchas gracias por haber leído y nos vemos en el próximo capítulo!

Nami,,


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