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Awkward por Elle Trancy

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Notas del fanfic:

¡Hola! 

 

Esta vez vengo con un one-shot de humor (Algo muuuy inusual en mi) basado en hechos reales. 

 

Esto le pasó a mi novio hace unas semanas y cuando me lo contó, no pude resistirme y lo escribi agregando el fan service que todas adoramos. 

 

Espero les guste, y tengan buena lectura♥

Awkward

By Elle Trancy

 

 

 

Era un día normal. Con una mañana normal y una jornada laboral normal.

 

Me dirigía a la universidad por el metro subterráneo justo después de salir de la oficina donde trabajaba el turno de la mañana. Era al menos mediodía y sorpresivamente  los vagones estaban abarrotados de pasajeros que iban y venían. Tenía hambre y estaba realmente cansado, sin embargo, aquello no me detuvo de mis responsabilidades.

 

Hice la fila esperando el transporte e ignorando las miradas que se posaban naturalmente en mí. Colegialas con faldas cortas y exceso de maquillaje, unos que otros gays descarados que me dejaban saber cuan necesitados estaban y mujeres en busca de algún hombre que se haga cargo de ellas y tal vez de sus hijos sin padre.

 

Sin embargo, yo solo escuchaba música con los auriculares sin prestarle especial atención a nadie, deseando fervientemente que llegara el maldito metro. Fue cuando se detuvo a mi lado, no, no a hablarme, a la formación de al lado justo a mi altura. Da Hool comenzó a sonar en mis oídos al tiempo que mis ojos se impresionaban con su presencia. Pero el siquiera me miro. Solo estaba concentrado en su vida como lo había estado haciendo yo hasta hace pocos segundos, con auriculares puestos y la vista fija adelante.

 

Quise saber que estaba pensando. Así que, para que me mirara, hice algunos movimientos como estirar los brazos o cambiar el peso de una pierna a otra. Pensé en pedirle la hora o decirle que sus zapatillas estaban desatadas. Pero estaban pulcramente atadas.

 

En lo que menos pensé, el vagón del transporte se detuvo frente a nosotros, al cabo de pocos segundos se bajaron varios pasajero y comenzamos a abordar. Fue entonces que me di cuenta que el vagón de al lado estaba mucho más lleno que en el que me iba a transportar yo y allí lo vi pasándose de vagón hacia el mío.

 

Fue entonces que lo pude detallar bien, era físicamente  totalmente opuesto a mí; El cabello cortó y pelirrojo, totalmente pálido, flacucho sin signos de  ser alguien que se ejercitara y unos hermosos ojos marrones muy claros que me miraron por un par de segundos antes de entrar al vagón y ubicarse a mi lado. Tan cerca que podía alargar la mano tan solo un poco y tocar su hermosa piel de porcelana.

 

Jamás había visto una criatura tan hermosa y que además, no me prestara atención, cuando según los estándares de la sociedad yo entraba en la categoría de "Atractivo hasta para los heterosexuales" Me ejercitaba a diario, mi piel era bronceada y tenía los ojos azules gracias a mi abuelo. Entonces ¿Por qué se concentraba en las luces que pasaban rápidamente por las puertas de cristal del vagón y en la música que sonaba en sus auriculares y no en mí?

 

La siguiente estación llego y desee que no se bajara allí, afortunadamente no lo hizo, no lo hizo nadie. En cambio una oleada de pasajeros abordo para nuestra incomodidad haciéndonos apretujarnos aún más.

 

Fue allí donde tuvo que darme la espalda para sostenerse de los pasamanos y no caer. No tenía mucho trasero, pero el que tenía, era apetitoso. Por lo que me pegue a él para ver su reacción.

 

Rápidamente se sobresaltó y trato de caminar hacia adelante, pero no había a donde más caminar.

 

Sonreí por su  reacción. Pero no me moví, me quede justo ahí hasta la siguiente estación que aun, gracias al cielo, no era mi parada. Pero al parecer si la de él o solo quería escapar de mi entrepierna en su trasero.

 

Al abrirse las puertas se apresuró por salir, sin embargo, yo lo detuve; No, no le dirigí la palabra, no, tampoco lo tome por el brazo. Se había atorado su pantalón en mi cremallera.

 

Volteo la cabeza y me miro con enojo.

 

- Suéltame.

 

- No te estoy agarrando - respondí y señale a mi pantalón. Enseguida enrojeció al darse cuenta de nuestra situación.

 

Las puertas del vagón se cerraron y volvió a mirarme con odio.

 

- ¿Qué? Tú mismo te has atascado - Le asegure sin poder evitar la sonrisa.

 

- Perdí mi estación, no es gracioso. Ahora desátame.

 

Tenía una voz varonil y muy suave, sin embargo, tenía un tono rudo de hablar o tal vez solo era enojo genuino. Hablaba como si cada palabra que pronunciaba fuera un cuchillo que me clavaba en el pulmón.

 

Comencé  a intentar desatarlo pero sin dejar de reírme, el chico estaba totalmente rojo mientras algunas miradas estaban posadas en nosotros.

 

- Oye, así no alcanzo, necesito que te inclines hacia adelante - Le dije.

 

- ¡¿Qué?! - y miro a varios lados confirmando que sí, varias personas ya se habían dado cuenta.

 

- Mientras más rápido lo hagas más rápido te desatare, mi parada está a dos de aquí.

 

- Yo he perdido la mía, así que lo menos que podrías hacer es perder la tuya. - Dijo y se inclinó un poco.

 

- Un  poco más, aun no alcanzo.

 

Escuche un suspiro y se inclinó más.

 

Estaba prácticamente en cuatro patas, con su trasero pegado en mí ahora semi erecto miembro apenas cubierto por la tela del bóxer y el pantalón.

 

Intente e intente pero se había enredado unos hilos  entre los dientes de la cremallera. Sabrá dios como llegaron ahí.

 

- Oye si no te estas quieto no poder sacarlos.

 

- ¿Cómo quieres que me este quieto si...? - Dejo la frase a medias y se volvió a inclinar totalmente resignado.

 

La próxima estación llego y recibimos a los nuevos pasajeros con una imagen de dos hombres en una situación un poco comprometedora. Todos se quedaron pasmados por un momento, viéndonos con bochorno, fue allí que la vergüenza me ataco y pude comprender al chico por fin. Si yo estaba sintiendo vergüenza no podía siquiera imaginar la incomodidad y bochorno que sentía el al ser  quien estaba inclinado a mí.

 

 

- Joder, si querías mi numero solo tenías que pedirlo, no tienes por qué hacerme pasar por esto - me susurro el pelirrojo con la cara encendida casi del mismo color de su cabello.

 

- Ya lo capto, pero te repito que no fue mi intención. Ha sido un accidente. - aclare.

 

- Sí, claro. - bufo - y eso que siento allí también es un accidente ¿no?

 

Palidecí. Después de tragar seco seguí con mi labor para que la gente dejase de vernos con burla y bochorno.

 

 

Cuando la próxima estación llego a nosotros pude desatar el nudo de los hilos de su pantalón con la cremallera del mío, sin embargo, tuve que sacrificar su ropa ya que quedo un hueco donde podía ver el color de su bóxer: Azul claro.

 

Se bajó en cuanto se abrieron las puertas  del vagón, el pelirrojo salió disparado. Lo seguí sin pensarlo dos veces.

 

Caminaba apresurado  hacia las escaleras eléctricas, sin embargo, no subió por ellas, sino que tomo las manuales; Haciéndome el trabajo de alcanzarlo más difícil. Yo había tomado las eléctricas y me encontraba entre el gentío que se apretujaba para salir de la estación.

 

Él subió rápidamente, aun, y desde aquella profundidad, podía ver que su cara estaba roja y sus manos tensadas.

Quería disculparme con él. Quería hablar con él.

 

Llegué al tope de la escalera y me apresure a salir, encontrándome con la gran ciudad que se expandía en toda su multitud y esplendor.

 No había señales de él.

 

Mi corazón se oprimió un poco por decepción. De verdad deseaba poder disculparme con él, y saber, al menos, su nombre. Sin embargo, al poco tiempo de casi darme por vencido vi; por encima de la multitud, una brillante cabellera pelirroja que se meneaba con prisa arriba y abajo cuyo propietario se movía con habilidad entre la multitud. No estaba muy lejos, lo podría alcanzar si cruzaba por debajo de la tierra. 

 

Así que, decidido a no dejarlo así, volví a entrar al subterráneo abriéndome paso como podía hasta llegar a los torniquetes por lo que tuve que pagar otro pasaje que no utilizaría en el metro, sino en la salida contigua a la que había salido. Corrí por las escaleras y llegue justo a tiempo para verlo cruzar la esquina frente a mí: Con una mano tapando su boca y la cabeza gacha, su bufanda ya no colgaba de su bolso, sino que la llevaba alrededor del cuello, como si, con  solo eso, no podría reconocerle.

 

Cruce sin ver al semáforo, solo concentrado en no perder de vista su figura. Hasta que sentí el golpe. No me mando volando, pero tampoco fue un roce. Una camioneta de varias docenas de kilos me llevo por delante, lo cual era toda mi culpa; El semáforo peatonal estaba en rojo y el rallado muy lejos de mí.

 

Sin embargo no me detuvo. Aquello había hecho que volteara hacia mi dirección y  viera como las personas comenzaban a hacer un círculo a mí alrededor. Claro que no me importo, ya que, ignorando los consejos de quedarme quieto hasta que llegara una ambulancia, me levante y con dificultad, camine hasta el paralizado pelirrojo.

 

- Lo siento, en serio - Alcance a decirle. 

 

- Jo-der, estas sangrando, quédate quieto -  Su cara estaba horrorizada mientras me hablaba, yo no podía entender nada de lo que me decía porque todo se había vuelto de muchos puntos de colores con centros negros.

 

Lo próximo que supe es que el pelirrojo se volvió mas y más grande mientras me gritaba que no lo dejara, luego; oscuridad.

 

 

Para cuando abrí los ojos estaba en un ambiente fresco casi rozando lo gélido, había un olor a alcohol isopropilico y gasas flotando en el aire, además de ruidos para nada convencionales de las abarrotadas calles. Lo siguiente; Una figura blanca parada a mi lado que examinaba mis signos vitales.

 

- Ha sido una pequeña contusión en la cabeza - decía a alguien - ¿Eres pariente?

 

- Ahm, sí, concubino. -  dijo la otra voz.

 

Hubo un momento de silencio.

 

- Claro... pues que esté de reposo por siete días y que le hagan estos exámenes para asegurarnos de que todo esté bien. - Acto seguido se retiró, y yo pude por fin ver con quien hablaba aquel doctor.

 

Era el pelirrojo.

 

- ¿Eres siempre un desastre o solo cuando te gusta alguien? - me interrogo con varios documentos entre sus manos, tenía los brazos cruzados sobre su pecho exigiendo una respuesta.

 

Me permití reír a pesar del terrible dolor de cabeza que tenía.

 

- Pues... digamos que me quedo con la segunda.

 

Por fin lo vi sonreír. Era una sonrisa tierna y muy sensual a la vez. A los lados de las comisuras se le marcaban unos arcos.

 

- ¿Que hacías persiguiéndome? ¿No te basto con lo del vagón? - volvió a interrogar y yo reí de nuevo.

 

- Quería disculparme, en serio, no fue mi intención hacerte pasar tan mal rato. Ahora has perdido tu cita y yo mis responsabilidades y creo que estamos a mano porque me han atropellado...

 

El corazón me dio dos vuelcos cuando lo vi reírse con naturalidad.

 

- Pues sí, estamos a mano.

 

Quedamos unos segundos  en silencio hasta que se hizo incómodo.

 

- ¿Podrías hacerme un último favor? - le pedí desde la camilla.

 

Asintió resignado.

 

- Tu nombre...

 

Se escuchó una inhalación y al minuto respondió:

 

- Evan...

 

Sonreí, me pareció un hermoso nombre. Extendí mi mano derecha que estaba conectada por una vía intravenosa.

 

- Yo soy Tony. Un gusto.

 

Extendió su mano y la estrecho con la mía con cierta desconfianza.

 

- Te llamas Anthony E...

 

- ¡No digas mi segundo nombre! - me apresure a decir; a lo que el sonrió - ¿Cómo lo sabes?

 

- Tuve que subir a la ambulancia contigo, no dejabas de balbucear como idiota que te perdonara. Además de dar la cara por ti ya que tu móvil estaba sin batería y lo único que tenías encima era tu cedula y iPod.

 

-Gracias...-Dije apenado.

 

- ¿Y bien?

 

- ¿Qué? - pregunte confuso, no tenía ni idea de lo que me estaba preguntando.

 

Evan enarco una ceja.

 

- Oh... ¿Te gustaría tomar un café conmigo?

 

- Pensé que pagarías mi pantalón, pero; Acepto. - dijo al fin.

 

.

.

.

.

 

- Y fue así que al fin pude hacer que saliera conmigo.

 

- Eres un mentiroso, nunca dije que aceptaba tan rápido - replico Evan a mi lado.

 

- Claro que sí, no dudaste ni un segundo en querer salir conmigo.

 

- Lo que tú digas.

 

Todos en la mesa rieron.

 

- No tienes remedio, Tony - Dijo Selah entre risas.

 

- Apuesto lo que sea a que Evan dice la verdad - Aseguro Abraham mientras ponía 20 dólares encima de la mesa de aquel concurrido café.

 

- Apuesta lo que quieras. Solo yo se la verdad.

 

- Y la verdad es que Evan tiene la razón - Hablo Carla esta vez.

 

Evan, quien ya tenía ocho semanas saliendo conmigo, estaba sentado a mi lado, mientras mi mano descansaba en su pierna sin dobles intenciones. Solo con el fin de hacerle saber que yo estaba allí y que no lo abandonaría.

 

Le había llevado a conocer a mis amigos más cercanos. Abraham, mi mejor amigo junto con Selah su hermana y Carla su novia. Estábamos en un espacioso pero acogedor café en el centro de la ciudad compartiendo con Evan quien les había caído bien desde el vamos. No hace falta decir que todo iba a excelente en nuestra épica y extraña relación: El nunca había salido con nadie a pesar de tener dieciséis y yo nunca me había enamorado tanto de un chico, a pesar de ser bisexual.

 

Y así era nuestra vida cotidiana, esperando que algún día, podamos presentarnos mutuamente algo más que solo nuestros amigos...

 

 

Awkward

By Elle Trancy

 

 

 

Era un día normal. Con una mañana normal y una jornada laboral normal.

 

Me dirigía a la universidad por el metro subterráneo justo después de salir de la oficina donde trabajaba el turno de la mañana. Era al menos mediodía y sorpresivamente  los vagones estaban abarrotados de pasajeros que iban y venían. Tenía hambre y estaba realmente cansado, sin embargo, aquello no me detuvo de mis responsabilidades.

 

Hice la fila esperando el transporte e ignorando las miradas que se posaban naturalmente en mí. Colegialas con faldas cortas y exceso de maquillaje, unos que otros gays descarados que me dejaban saber cuan necesitados estaban y mujeres en busca de algún hombre que se haga cargo de ellas y tal vez de sus hijos sin padre.

 

Sin embargo, yo solo escuchaba música con los auriculares sin prestarle especial atención a nadie, deseando fervientemente que llegara el maldito metro. Fue cuando se detuvo a mi lado, no, no a hablarme, a la formación de al lado justo a mi altura. Da Hool comenzó a sonar en mis oídos al tiempo que mis ojos se impresionaban con su presencia. Pero el siquiera me miro. Solo estaba concentrado en su vida como lo había estado haciendo yo hasta hace pocos segundos, con auriculares puestos y la vista fija adelante.

 

Quise saber que estaba pensando. Así que, para que me mirara, hice algunos movimientos como estirar los brazos o cambiar el peso de una pierna a otra. Pensé en pedirle la hora o decirle que sus zapatillas estaban desatadas. Pero estaban pulcramente atadas.

 

En lo que menos pensé, el vagón del transporte se detuvo frente a nosotros, al cabo de pocos segundos se bajaron varios pasajero y comenzamos a abordar. Fue entonces que me di cuenta que el vagón de al lado estaba mucho más lleno que en el que me iba a transportar yo y allí lo vi pasándose de vagón hacia el mío.

 

Fue entonces que lo pude detallar bien, era físicamente  totalmente opuesto a mí; El cabello cortó y pelirrojo, totalmente pálido, flacucho sin signos de  ser alguien que se ejercitara y unos hermosos ojos marrones muy claros que me miraron por un par de segundos antes de entrar al vagón y ubicarse a mi lado. Tan cerca que podía alargar la mano tan solo un poco y tocar su hermosa piel de porcelana.

 

Jamás había visto una criatura tan hermosa y que además, no me prestara atención, cuando según los estándares de la sociedad yo entraba en la categoría de "Atractivo hasta para los heterosexuales" Me ejercitaba a diario, mi piel era bronceada y tenía los ojos azules gracias a mi abuelo. Entonces ¿Por qué se concentraba en las luces que pasaban rápidamente por las puertas de cristal del vagón y en la música que sonaba en sus auriculares y no en mí?

 

La siguiente estación llego y desee que no se bajara allí, afortunadamente no lo hizo, no lo hizo nadie. En cambio una oleada de pasajeros abordo para nuestra incomodidad haciéndonos apretujarnos aún más.

 

Fue allí donde tuvo que darme la espalda para sostenerse de los pasamanos y no caer. No tenía mucho trasero, pero el que tenía, era apetitoso. Por lo que me pegue a él para ver su reacción.

 

Rápidamente se sobresaltó y trato de caminar hacia adelante, pero no había a donde más caminar.

 

Sonreí por su  reacción. Pero no me moví, me quede justo ahí hasta la siguiente estación que aun, gracias al cielo, no era mi parada. Pero al parecer si la de él o solo quería escapar de mi entrepierna en su trasero.

 

Al abrirse las puertas se apresuró por salir, sin embargo, yo lo detuve; No, no le dirigí la palabra, no, tampoco lo tome por el brazo. Se había atorado su pantalón en mi cremallera.

 

Volteo la cabeza y me miro con enojo.

 

- Suéltame.

 

- No te estoy agarrando - respondí y señale a mi pantalón. Enseguida enrojeció al darse cuenta de nuestra situación.

 

Las puertas del vagón se cerraron y volvió a mirarme con odio.

 

- ¿Qué? Tú mismo te has atascado - Le asegure sin poder evitar la sonrisa.

 

- Perdí mi estación, no es gracioso. Ahora desátame.

 

Tenía una voz varonil y muy suave, sin embargo, tenía un tono rudo de hablar o tal vez solo era enojo genuino. Hablaba como si cada palabra que pronunciaba fuera un cuchillo que me clavaba en el pulmón.

 

Comencé  a intentar desatarlo pero sin dejar de reírme, el chico estaba totalmente rojo mientras algunas miradas estaban posadas en nosotros.

 

- Oye, así no alcanzo, necesito que te inclines hacia adelante - Le dije.

 

- ¡¿Qué?! - y miro a varios lados confirmando que sí, varias personas ya se habían dado cuenta.

 

- Mientras más rápido lo hagas más rápido te desatare, mi parada está a dos de aquí.

 

- Yo he perdido la mía, así que lo menos que podrías hacer es perder la tuya. - Dijo y se inclinó un poco.

 

- Un  poco más, aun no alcanzo.

 

Escuche un suspiro y se inclinó más.

 

Estaba prácticamente en cuatro patas, con su trasero pegado en mí ahora semi erecto miembro apenas cubierto por la tela del bóxer y el pantalón.

 

Intente e intente pero se había enredado unos hilos  entre los dientes de la cremallera. Sabrá dios como llegaron ahí.

 

- Oye si no te estas quieto no poder sacarlos.

 

- ¿Cómo quieres que me este quieto si...? - Dejo la frase a medias y se volvió a inclinar totalmente resignado.

 

La próxima estación llego y recibimos a los nuevos pasajeros con una imagen de dos hombres en una situación un poco comprometedora. Todos se quedaron pasmados por un momento, viéndonos con bochorno, fue allí que la vergüenza me ataco y pude comprender al chico por fin. Si yo estaba sintiendo vergüenza no podía siquiera imaginar la incomodidad y bochorno que sentía el al ser  quien estaba inclinado a mí.

 

 

- Joder, si querías mi numero solo tenías que pedirlo, no tienes por qué hacerme pasar por esto - me susurro el pelirrojo con la cara encendida casi del mismo color de su cabello.

 

- Ya lo capto, pero te repito que no fue mi intención. Ha sido un accidente. - aclare.

 

- Sí, claro. - bufo - y eso que siento allí también es un accidente ¿no?

 

Palidecí. Después de tragar seco seguí con mi labor para que la gente dejase de vernos con burla y bochorno.

 

 

Cuando la próxima estación llego a nosotros pude desatar el nudo de los hilos de su pantalón con la cremallera del mío, sin embargo, tuve que sacrificar su ropa ya que quedo un hueco donde podía ver el color de su bóxer: Azul claro.

 

Se bajó en cuanto se abrieron las puertas  del vagón, el pelirrojo salió disparado. Lo seguí sin pensarlo dos veces.

 

Caminaba apresurado  hacia las escaleras eléctricas, sin embargo, no subió por ellas, sino que tomo las manuales; Haciéndome el trabajo de alcanzarlo más difícil. Yo había tomado las eléctricas y me encontraba entre el gentío que se apretujaba para salir de la estación.

 

Él subió rápidamente, aun, y desde aquella profundidad, podía ver que su cara estaba roja y sus manos tensadas.

Quería disculparme con él. Quería hablar con él.

 

Llegué al tope de la escalera y me apresure a salir, encontrándome con la gran ciudad que se expandía en toda su multitud y esplendor.

 No había señales de él.

 

Mi corazón se oprimió un poco por decepción. De verdad deseaba poder disculparme con él, y saber, al menos, su nombre. Sin embargo, al poco tiempo de casi darme por vencido vi; por encima de la multitud, una brillante cabellera pelirroja que se meneaba con prisa arriba y abajo cuyo propietario se movía con habilidad entre la multitud. No estaba muy lejos, lo podría alcanzar si cruzaba por debajo de la tierra. 

 

Así que, decidido a no dejarlo así, volví a entrar al subterráneo abriéndome paso como podía hasta llegar a los torniquetes por lo que tuve que pagar otro pasaje que no utilizaría en el metro, sino en la salida contigua a la que había salido. Corrí por las escaleras y llegue justo a tiempo para verlo cruzar la esquina frente a mí: Con una mano tapando su boca y la cabeza gacha, su bufanda ya no colgaba de su bolso, sino que la llevaba alrededor del cuello, como si, con  solo eso, no podría reconocerle.

 

Cruce sin ver al semáforo, solo concentrado en no perder de vista su figura. Hasta que sentí el golpe. No me mando volando, pero tampoco fue un roce. Una camioneta de varias docenas de kilos me llevo por delante, lo cual era toda mi culpa; El semáforo peatonal estaba en rojo y el rallado muy lejos de mí.

 

Sin embargo no me detuvo. Aquello había hecho que volteara hacia mi dirección y  viera como las personas comenzaban a hacer un círculo a mí alrededor. Claro que no me importo, ya que, ignorando los consejos de quedarme quieto hasta que llegara una ambulancia, me levante y con dificultad, camine hasta el paralizado pelirrojo.

 

- Lo siento, en serio - Alcance a decirle. 

 

- Jo-der, estas sangrando, quédate quieto -  Su cara estaba horrorizada mientras me hablaba, yo no podía entender nada de lo que me decía porque todo se había vuelto de muchos puntos de colores con centros negros.

 

Lo próximo que supe es que el pelirrojo se volvió mas y más grande mientras me gritaba que no lo dejara, luego; oscuridad.

 

 

Para cuando abrí los ojos estaba en un ambiente fresco casi rozando lo gélido, había un olor a alcohol isopropilico y gasas flotando en el aire, además de ruidos para nada convencionales de las abarrotadas calles. Lo siguiente; Una figura blanca parada a mi lado que examinaba mis signos vitales.

 

- Ha sido una pequeña contusión en la cabeza - decía a alguien - ¿Eres pariente?

 

- Ahm, sí, concubino. -  dijo la otra voz.

 

Hubo un momento de silencio.

 

- Claro... pues que esté de reposo por siete días y que le hagan estos exámenes para asegurarnos de que todo esté bien. - Acto seguido se retiró, y yo pude por fin ver con quien hablaba aquel doctor.

 

Era el pelirrojo.

 

- ¿Eres siempre un desastre o solo cuando te gusta alguien? - me interrogo con varios documentos entre sus manos, tenía los brazos cruzados sobre su pecho exigiendo una respuesta.

 

Me permití reír a pesar del terrible dolor de cabeza que tenía.

 

- Pues... digamos que me quedo con la segunda.

 

Por fin lo vi sonreír. Era una sonrisa tierna y muy sensual a la vez. A los lados de las comisuras se le marcaban unos arcos.

 

- ¿Que hacías persiguiéndome? ¿No te basto con lo del vagón? - volvió a interrogar y yo reí de nuevo.

 

- Quería disculparme, en serio, no fue mi intención hacerte pasar tan mal rato. Ahora has perdido tu cita y yo mis responsabilidades y creo que estamos a mano porque me han atropellado...

 

El corazón me dio dos vuelcos cuando lo vi reírse con naturalidad.

 

- Pues sí, estamos a mano.

 

Quedamos unos segundos  en silencio hasta que se hizo incómodo.

 

- ¿Podrías hacerme un último favor? - le pedí desde la camilla.

 

Asintió resignado.

 

- Tu nombre...

 

Se escuchó una inhalación y al minuto respondió:

 

- Evan...

 

Sonreí, me pareció un hermoso nombre. Extendí mi mano derecha que estaba conectada por una vía intravenosa.

 

- Yo soy Tony. Un gusto.

 

Extendió su mano y la estrecho con la mía con cierta desconfianza.

 

- Te llamas Anthony E...

 

- ¡No digas mi segundo nombre! - me apresure a decir; a lo que el sonrió - ¿Cómo lo sabes?

 

- Tuve que subir a la ambulancia contigo, no dejabas de balbucear como idiota que te perdonara. Además de dar la cara por ti ya que tu móvil estaba sin batería y lo único que tenías encima era tu cedula y iPod.

 

-Gracias...-Dije apenado.

 

- ¿Y bien?

 

- ¿Qué? - pregunte confuso, no tenía ni idea de lo que me estaba preguntando.

 

Evan enarco una ceja.

 

- Oh... ¿Te gustaría tomar un café conmigo?

 

- Pensé que pagarías mi pantalón, pero; Acepto. - dijo al fin.

 

.

.

.

.

 

- Y fue así que al fin pude hacer que saliera conmigo.

 

- Eres un mentiroso, nunca dije que aceptaba tan rápido - replico Evan a mi lado.

 

- Claro que sí, no dudaste ni un segundo en querer salir conmigo.

 

- Lo que tú digas.

 

Todos en la mesa rieron.

 

- No tienes remedio, Tony - Dijo Selah entre risas.

 

- Apuesto lo que sea a que Evan dice la verdad - Aseguro Abraham mientras ponía 20 dólares encima de la mesa de aquel concurrido café.

 

- Apuesta lo que quieras. Solo yo se la verdad.

 

- Y la verdad es que Evan tiene la razón - Hablo Carla esta vez.

 

Evan, quien ya tenía ocho semanas saliendo conmigo, estaba sentado a mi lado, mientras mi mano descansaba en su pierna sin dobles intenciones. Solo con el fin de hacerle saber que yo estaba allí y que no lo abandonaría.

 

Le había llevado a conocer a mis amigos más cercanos. Abraham, mi mejor amigo junto con Selah su hermana y Carla su novia. Estábamos en un espacioso pero acogedor café en el centro de la ciudad compartiendo con Evan quien les había caído bien desde el vamos. No hace falta decir que todo iba a excelente en nuestra épica y extraña relación: El nunca había salido con nadie a pesar de tener dieciséis y yo nunca me había enamorado tanto de un chico, a pesar de ser bisexual.

 

Y así era nuestra vida cotidiana, esperando que algún día, podamos presentarnos mutuamente algo más que solo nuestros amigos...

 

 

Fin

 

 

 

Notas finales:

¡Espero les haya agradado!

 

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