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Avaricia. por Seiken

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Avaricia


Capítulo 13.

Lion-O se encontraba sentado enfrente de las llamas, el fuego repiqueteaba y aunque su guardia había terminado algunas horas antes no podía dormir, cada vez que cerraba sus ojos veía el rostro de su hermano y estaba seguro de dos cosas, la primera que estaba vivo, la segunda que estaba sufriendo.

Panthro y Cheetara intentaban convencerlo de que había muerto, que desear que no lo estuviera no lo traería de regreso y que lo mejor era aceptar la realidad, esas fueron las palabras del general, ella se limitaba a mirarle con lastima.

Sólo Snarf parecía creerle cuando le decía que debían ser fuertes, que pronto sabrían algo de él y en menos tiempo lo volverían a ver, aun así creer que estaba vivo no era lo mismo que saberlo.

Cada día que pasaba le pedía al espíritu de Jaga que le diera una señal, a su padre, a su madre, aun a Leo, pero cada noche se iba a dormir sin ver esa señal, sin saber de cierto si aun estaba vivo ni mucho menos en donde estaba.

Era casi como si estuviera aferrándose a un fantasma, una simple ilusión que él se había creado para no perder las esperanzas.

Pero Jaga le había dicho que seguía vivo y él jamás le había mentido, no obstante, su espíritu estaba en el libro del augurio, no era posible que supiera si su hermano seguía con vida.

¿De qué forma lo haría? ¿Cómo podría saber si su hermano estaba vivo? ¿Era suficiente guiarse por una corazonada? Tantas preguntas que no sabía cómo responder y tampoco quería hacerlo.

Panthro le diría que no lo era, Cheetara trataría de confortarlo pero no entendería lo que sentía, como hacerlo si ninguno de ellos había sufrido la desaparición de la persona que amaba, sin saber si seguía con vida o no.

No sabía quién era peor, Panthro negándose a creer que su hermano seguía vivo o Cheetara pensando que tal vez podría hacerle olvidar lo que había perdido.

Ya no era lo mismo y no sabía cómo poder explicarlo.

Cuando su hermano era una constante en su vida tenía ánimos para continuar, para escuchar las insinuaciones de la clérigo y hasta responderlas, no había nada que pudiera detenerlo, tenía esperanzas para poder continuar.

Lion-O suspiro sintiendo que perdía toda esperanza, todo deseo de seguir adelante, no entendía porque de pronto ya no tenía fuerza para seguir con su misión a pesar de que una voz que se parecía demasiado a la suya le instaba a continuar, a seguir adelante sin importarle los obstáculos que enfrentaría. — Tienes la apariencia de alguien que ha perdido algo importante…

Conocía esa voz, ese era el Drifter, a quien pensó jamás volvería a ver, quien le ayudo a recuperar la espada del augurio cuando parecía imposible, el cual tenía dos espadas menos en la espalda.

El forjador de espadas le miro con esa apariencia impenetrable y finalizo sentándose frente a él, ignorando a los otros dos Thunderianos que dormían junto a una maquina de color gris. — otra vez.

Lion-O inmediatamente dejo de mirarlo posando su vista en el fuego que le recordaba el pelaje rojizo de Tygra, las llamas que habían consumido su cuerpo hace más de una semana.

Drifter observo el fuego y le comento sosteniendo entre sus dedos la varita de junto. — Pero creo que yo lo encontré, o tal vez no…

Lion-O inmediatamente recupero algo de la esperanza perdida y le pregunto al conejo esperando que no estuviera jugando con su cordura, no soportaría estar equivocado con la respuesta que recibiría. — ¿Tygra? ¿Tygra está vivo?

Drifter comento, ya que esa era la primera vez que escuchaba el nombre del tigre que decía ser el hermano de un león, quien le pidió que buscara a dicho león en un poblado un tanto alejado de ese sitio. — Así que ese es su nombre…

Lion-O sonrió al escuchar esa respuesta, su corazón comenzaba a latir de nuevo al igual que sentía como la esperanza regresaba a su cuerpo cansado, recuperando la fuerza para continuar. — Pero… ¿cómo lo sabes?

Al no recibir ninguna respuesta inmediata Lion-O sujeto a Drifter por los brazos diciéndole, intentando obligarle a decirle más. — ¿Dónde está Tygra?

Drifter le respondió moviendo sus orejas de un lado a otro, escuchando que los dos Thunderianos comenzaban a despertar, sintiendo lastima por el joven león por lo que estaba a punto de decirle. — Lo vi hace apenas tres… no, fueron cinco días.

Lion-O asintió soltando al vagabundo, sentándose en el suelo, habían pasado cinco días desde la última vez que lo vieron, dos días antes de la fecha en la que debían llegar al punto de reunión acordado antes de ser emboscados. — ¿Dónde?

Drifter le dijo recargándose en una de sus rodillas, respirando hondo, esperando que la impaciencia del león pudiera ser controlada. — En las montañas nevadas, estaba en el interior de una jaula que llevaba un grupo de lagartos…

En ese momento Lion-O sintió que el peso del mundo caía sobre sus hombros, no había ninguna razón para mantenerlo con vida a menos que ese grupo de lagartos fuera la infantería de Grune. — Con él estaban dos pequeños de su especie, me dijo que te dijera que estaban vivos, que estaban bien y que no te preocuparas por ellos, que se verían en el punto de reunión…

Cheetara pronuncio en ese momento, sentándose junto a Lion-O, colocando una mano en su hombro. — Lion-O…

Lion-O se levanto del suelo diciéndole furioso, de la misma forma en la cual actúo poco después de abandonar Thundera, mesándose el cabello, cerrando los ojos con fuerza para intentar controlar la bilis que subía por su garganta. — ¡Les dije que estaba vivo! ¡Que debíamos esperar!

Panthro en ese momento fue quien hablo diciéndole con seriedad. — No podíamos esperar, no sabemos si él sigue preso o nos ha traicionado.

Drifter parecía sorprendido al escuchar las palabras del thunderiano de piel azul, mucho más sorprendido por el dolor que pudo notar en las facciones de la mujer y la desesperación en el rostro de Lion-O. — ¡El nunca lo haría!

Panthro le dijo entonces cruzándose de brazos, recordando que él mismo de haberle dicho que Grune los traicionaría hubiera creído que solo eran locuras, que las personas que se atrevían a decir dichas palabras no eran más que mentirosos que intentaban difamarlo. — Tu hermano me hizo jurarle que cumplirías tu misión, que no permitiría que arriesgaras todo por él.

Lion-O se dio la vuelta agitado, esas eran las palabras que Tygra utilizaría, aun después de su confesión seguía dudando de él. — ¿De qué hablas?

Panthro le respondió casi inmediatamente, sin mostrar ninguna clase de piedad por él, no era la clase de persona que andaba con rodeos. — Cuando era un cachorro Grune le regalo a Tygra un collar dorado con una media luna, Tygra le temía y me hizo jurarle que no permitiría que cayeras por su culpa.

Cheetara nuevamente se acerco a él diciéndole. — El collar vuelve a quien lo porta en un…

Lion-O le respondió apretando los dientes, maldiciéndose en voz baja por su decisión de continuar su camino cuando obviamente debió seguir el rastro que lo llevaría en dirección de su hermano. — ¡Se lo que hace! ¡Yo lo vi actuar!

El solo imaginarse a Tygra actuando como lo hizo Tygus lo aterro, mirarlo a los ojos para no ser reconocido, observarle seguir las ordenes de Grune como un fiel esclavo, mirarlo entregarse a ese traidor, pelear contra él cuando diera la orden.

Aquello lo volvería loco de dolor, cerrando los ojos intento controlarse, pero no podía hacerlo, sentía que su corazón comenzaba a desquebrajarse y la misma voz que se le parecía pronunciaba en su mente.

“No lo dejes ganar, no permitas que eso pase”

Repentinamente la visión de la espada se aclaro para Lion-O, era el mismo collar, el mismo que porto Tygus, el cual estaba en las manos de Grune el destructor, su hermano bien podría ser para ese momento solo una cascara vacía.

Drifter sentía que estaba observando una discusión intima, que no debía estar presente, aun así ver al joven león sin esperanza alguna, verlo convertirse en lo que fue por tanto tiempo le era imposible y pronuncio intentando ser escuchado — No la tenía en su cuello… puedo estar equivocado pero no parecía tener joyería alguna.

Lion-O sintió que podía respirar otra vez, aun así, tuvo que estar seguro que no le estaban mintiendo. — ¿Estás seguro?

El conejo asintió con una sonrisa en los labios diciéndole poco después, borrándola de su rostro, recordando haber visto a otro Thunderiano salir de una tienda. — Sí, estoy seguro, pero también vi a otro Thunderiano con un diente muy largo… no me dijo su nombre pero estoy seguro que era quien lideraba al ejercito de lagartos.

Lion-O y Panthro pronunciaron al mismo tiempo. — ¡Grune!

El general se pregunto sí es que Grune ya lo había apresado porque no tenía puesto el collar, que ganaba con mantenerlo consigo si sabía que Tygra no correspondía a sus atenciones, nunca lo hizo en realidad.

A menos que siguiera pensando que podía seducirlo, que sus sentimientos, tan torcidos como podían serlo fueran reales, aquello debía ser una locura, sin embargo, era la única explicación que encontraba, la única lógica al menos.

Sin embargo, a pesar de que los sentimientos de Grune pudieran ser reales Panthro también sabía que para ese momento su antiguo amigo habría destruido una parte del joven seguro de sí mismo.

Lo había visto antes, la persona que sufría esa clase de tortura, aun el guerrero más fuerte no podía salir ileso, con cada día que pasaba en sus garras algo del príncipe que conocían se perdía, tal vez para siempre.

Lion-O no quiso pensar en lo que podría estar sufriendo su hermano en las garras de esa bestia, su único consuelo era que estaba vivo y que podrían llegar a él, que aun había tiempo de salvarlo. — ¿Te dijo algo más?

Drifter se levanto del suelo en donde había estado observando la discusión de los Thunderianos y le respondió a Lion-O. — No hubo tiempo, la cerradura de la jaula parecía impenetrable y aunque intente abrirla no pude hacerlo… no sé porque, pero quería que lo supieras…

Lion-O le respondió tratando de formar una sonrisa, aunque sabía que su hermano estaba preso en las asquerosas garras de Grune aun vivía, eso debía ser suficiente por el momento. — Gracias, parece que cada vez que pierdo algo importante me ayudas a recuperarlo…

Los ojos negros de Drifter se abrieron, sus cejas imitaron la sorpresa que sentía y repentinamente una sonrisa se formo en sus labios, parecía que el león había recuperado la esperanza. — Tengo que irme… aun no termino mi tarea de regresar estas espadas a sus legítimos dueños Lion-O…

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Mientras tanto Tygra se encontraba recostado en una cama tratando de recuperarse, esa noche Grune había sido especialmente efusivo, dejándolo exhausto y adolorido.

Esperaba que como cada mañana el general ya le hubiera dejado solo, descansando para que pudiera recuperarse de una pesada noche como la anterior, pero esta vez había permanecido a su lado.

Tygra pensaba que estaba dormido pero cuando sintió que sus dedos comenzaban a recorrer cada una de sus rayas, al mismo tiempo que besaba su espalda, justo en medio de los hombros suspiro molesto.

Grune sabía que estaba despierto y al escuchar su suspiro le pregunto. — ¿Sabes cuantas rayas tienes?

Tygra le respondió casi inmediatamente sin atreverse a retirarse creyendo que aquello solo provocaría que el general quisiera repetir lo que había pasado la noche anterior, cada terrible noche desde su llegada a ese campamento. — No es algo que me preocupe…

Grune se rio al escuchar esa pregunta y sentándose en la cama le respondió. — Yo siempre me pregunte cuantas rayas tenías, pero ya no tengo que hacerlo mi príncipe, porque ya lo sé…

Tygra se reacomodo en la cama, abrazando la misma almohada que había utilizado para silenciarse, cerrando los ojos con cansancio tratando de ignorar cuantas veces ese mismo hombre se preocupo en saber cuántas rayas tenía su cuerpo, mucho menos desde que edad lo deseaba, comprendiendo que desde su adolescencia su mentor pensaba en la forma de poseerlo, aun en los momentos en los cuales pensó encontrar apoyo en un amigo. — Eso es algo que tampoco deseaba saber Grune…

Grune sonriendo le susurro al oído, recorriendo una de las rayas que tenía cerca de sus caderas en donde también podía verse un moretón, el cual acababa de hacerle hacia pocas horas. — Levántate, no está bien que duermas todo el día mi príncipe…

Tygra se levanto de la cama preguntándole estirando su cuello, ignorando como lo había hecho hasta el momento la familiaridad con la cual le trataba Grune, como se acostumbraba a sus caricias y a obedecer sus órdenes. — ¿Qué se supone que puedo hacer?

Grune se rasco el estomago con pereza, bostezando, poco después estiro su brazo para tomar su armadura respondiéndole al mismo tiempo que Tygra recogía su ropa. — Estaba pensando en realizar algo de calentamiento.

Tygra asintió respondiéndole con sorna sin mostrarle ninguna clase de respeto, en el día no lo hacía y no habría poder alguno que le obligara a ello, aunque en las noches tuviera que morderse la lengua para no decir lo que realmente pensaba de toda esa pesadilla. — Bien por ti, pero yo que se supone que puedo hacer…

Grune al ver que terminaba de abrochar los botones de su armadura le respondió cruzando sus brazos delante de su pecho, arqueando una ceja, observando fijamente a su amante. — Yo no te elegí solo por que seas bonito mi príncipe…

Tygra cerró los ojos, estaba enfadado, esa mañana se sentía demasiado irascible para poder fingir que no le molestaba estar encerrado en una misma tienda con su captor, como si esperara que una tormenta estuviera a punto de estallar, conto hasta diez y después le respondió caminando en su dirección. — Me atrevería a decir que lo hiciste solo porque soy el hijo de mi padre.

Grune acariciando su mejilla le respondió con paciencia, haciendo que Tygra se preguntara si su antiguo mentor realmente creía las patrañas que estaba diciendo, las que decía día y noche cuando estaban a solas, aun enfrente de los mellizos. — No, lo hice por que eras fuerte además de hermoso, también eres inteligente… sin embargo, aun las personas inteligentes se niegan a ver la verdad.

Tygra se soltó casi inmediatamente, lo único bueno de compartir el lecho con Grune era que en esos momentos mostraba quien era él y dejaba de torturarlo con sus mentiras, cuantas veces tendría que decirlas para que comprendiera que no las creía. — ¿Cuál verdad podría ser esa?

Grune le respondió inmediatamente, mirándolo de tal forma que Tygra se pregunto si acaso podía entrar en su mente, porque temía que tal vez Lion-O ni siquiera hubiera intentado buscarlo, que tal vez así sentía un peso menos sobre sus hombros, no tendría que cargar con él ni con los mellizos que se negó a llevar consigo en un principio, pero negando aquellas suposiciones como nada más que una locura se limito a escucharlo. — A Lion-O tu no le importas, si lo hicieras ya te estaría buscando pero no lo hace porque sabe que mientras sigas con vida puedes intentar reclamar la corona para ti.

Tygra le pregunto en ese momento arqueando una ceja, escuchando como los elementos comenzaban a inquietarse. — Eso dices ahora, pero sé que tú quieres ser rey y nunca lo serás.

Grune le respondió casi inmediatamente. — Cuando Mum-Ra tenga el poder yo seré rey de Thundera y tú serás…

Tygra le interrumpió sintiendo que el cabello de su nuca comenzaba a erizarse por la molestia que sentía, no sería su consorte, ni su esposo, ni siquiera su general, lo que único que era para Grune era un esclavo. — No te atrevas…

Grune riéndose finalizo con superioridad escuchando como los elementos comenzaban a repiquetear enfurecidos. — Tú serás mi mano derecha, mi consorte, un general en mi armada y juntos gobernaremos con mano de hierro.

Tygra se olvido por un momento del control que había mostrado hasta ese momento y le respondió enseñándole los dientes, frunciendo la nariz en una clara muestra de desagrado, bajando las orejas como por reflejo. — Querrás decir que cuando seas rey seré tu esclavo y esperaras que no solo uses mi cuerpo, sino también mi mente, pero déjame decirte que esa le pertenece a mi verdadero rey y que tú nunca tendrás más que lo que puedas arrebatarme.

Grune apretó los dientes furioso e intento utilizar su estatura para amedrentar al príncipe, quien parecía estar a punto de saltar en su dirección de un momento a otro. — ¡Yo seré tu rey!

Tygra comenzó a reírse en ese momento diciéndole cuando las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. — Nunca serás mi rey, no eres más que un carcelero.

Grune le respondió levantando su mano como si quisiera golpear su rostro, Tygra a diferencia de la primera y única vez que le golpeo inmediatamente coloco sus brazos enfrente de su pecho, en una postura claramente defensiva. — ¡Guarda silencio!

Tygra logro esquivar el golpe que Grune dio en su contra e inmediatamente agachándose se lanzo en su contra, tecleándolo, quince días siendo un prisionero sumiso eran más de lo que podía soportar.

Grune en el suelo respondió cambiando sus posiciones casi inmediatamente, sosteniendo sus muñecas por encima de su cabeza, estaba molesto pero al mismo tiempo sentía que su cuerpo comenzaba a excitarse, estaba cansado de tratar con una cascara de su príncipe, a este lo prefería iracundo, desobediente, no sumiso y silencioso — ¿Me estas retando?

Tygra le respondió hundiendo su rodilla en sus partes, con los dientes apretados, sintiendo como el peligro seguía acercándose, en su interior una parte de si mismo deseaba irse, otra parte esconderse y una tercera enfrentar el peligro que lo asechaba con forma de media luna. — Pensé que querías entrenar… o sólo tenías frío.

Grune lo dejo ir apretando los dientes, así que eso era, Tygra había aceptado su propuesta y la estaba utilizando como una simple excusa para vengarse, por que se negaba a comprender que lo amaba. — ¿A menos que quieras utilizarme como saco de golpear? Otra vez…

Grune se levanto del suelo y observo a Tygra, quien seguía con la misma postura defensiva, pero no había salido de la tienda. — Claro que no.

Tygra asintió y le pregunto, teniendo la excusa perfecta para cobrarse todo lo que le había hecho hasta ese momento, sintiendo que un rugido amenazaba con devorar su corazón al mismo tiempo que se imaginaba un par de ojos azules llenos de dolor. — ¿A dónde quieres hacerlo?

Grune le señalo la puerta diciéndole tronando su cuello, estirando los músculos de su cuerpo para prepararse para la que sabia seria un enfrentamiento muy interesante, por fin podría ver que tanto había mejorado su príncipe, comprobar su agilidad, fuerza y velocidad. — Afuera mi príncipe.

Tygra asintió y salió primero observando al mismo camaleón que le entrego la carta, el cual se había encargado de cuidar que los mellizos no escaparan, el que parecía que tenia algunos cuantos moretones nuevos. — Sin armas y utilizando todas nuestras habilidades.

Grune al escuchar que su príncipe intentaba poner las reglas le respondió con una gran sonrisa, informándole a sus lagartos. — Esto es solo una práctica, no quiero que ninguno de ustedes se interponga.

Tygra al ver que los mellizos estaban en el interior de una celda, en la misma jaula que los habían encarcelado durante los mismos quince días que lo estaban volviendo loco le dijo a Grune. — ¿Qué pasa si gano? ¿Habrá represalias?

Grune le respondió alejándose lo suficiente de su príncipe, quien hizo lo mismo, imitando sus movimientos, al haber sido su maestro conocía la mayor parte de ellos. — ¿Quién dice que vas a ganar tu?

Tygra gruño al escuchar esa respuesta y recordando el entrenamiento de Grune sabía que tenía que mantener la calma, pero al mismo tiempo no podía darse el lujo de controlar su fuerza.

Grune al ver que Tygra comenzaba a caer presa de la furia le respondió esta vez, esperando que su joven amante realizara el primer golpe. — Nada, no habrá represalias de ningún tipo, lucha como si realmente me odiaras.

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Panthro solicito la siguiente guardia, necesitaba pensar en las dos promesas que había hecho, Claudius le hizo prometerle que no permitiría que Grune lastimara a su hijo, Tygra que no permitiría que Lion-O arriesgara su misión por su culpa.

Al principio pensó que Tygra había perdido la vida junto a los cachorros en ese bosque en llamas, ahora que sabía que no era de esa forma necesitaba meditar que era lo mejor, que promesa debía cumplir.

Si estaba dispuesto a cumplir con la promesa que le hizo a Tygra la última vez que hablaron y seguir adelante con su fuerza dividida a la mitad, por lo tanto también las oportunidades que tenían para finalizarla o ignorar esa promesa y cumplir la que le hizo a su difunto amigo.

La cual ya había roto porque comprendía que para ese momento el joven príncipe habría sido violado por Grune más de una vez, probablemente cada noche si el comportamiento del tigre dientes de sable era alguna indicación de lo que le deparaba.

Aun así tenía tiempo para enmendar su terrible error al no escuchar al rey, quien como Claudius siempre le dijo tenía una conexión invisible con su hermano, la cual no podía ser rota sin importar sus esfuerzos.

Era obvio que el destino había deseado que sus caminos se cruzaran y Panthro no podía sino imaginar lo que hubiera pasado si el padre de Tygra no hubiera muerto demasiado joven, dejando a su hijo huérfano.

Probablemente para ese momento ya serian compañeros.

En verdad estaban subestimando a Grune como Tygra lo había dicho, al separarlos, aunque no fuera planeado por el general de las fuerzas de Mum-Ra, no solo tuvo lo que siempre había deseado del tigre sino que pudo al mismo tiempo dividir sus fuerzas, con ello la posibilidad de recuperar las piedras.

Se daba cuenta que su enfoque estaba equivocado porque su decisión de mantener su promesa estaba basada en lo que sus ojos creyeron ver, Tygra y los mellizos estaban muertos, no obstante al saber que seguían con vida debían replantear el problema.

Necesitaban toda la ayuda que podrían obtener y por el momento esta tenía la forma de un tigre y dos mellizos, a quienes debían rescatar del campamento de los lagartos.

Al juzgar por la dirección en la cual estaban viajando era casi como si estuvieran recorriendo por segunda ocasión el camino que los llevo a la pirámide de Mum-Ra, en donde Grune termino de perderse.

Nunca podrían alcanzarlos a pie, Panthro lo sabía, sin embargo, con el tanque no tardarían más de cinco días en llegar a esa posición, lo que significaba que los alcanzarían en aproximadamente diez días de viaje continuo.

Si querían lograrlo debían partir en ese momento, sin demoras de cualquier tipo, lo único que tenía que hacer era decirle a Lion-O que le ayudaría con su misión suicida si encontraban la forma de ingresar al campamento.

Necesitaban una estrategia, alguna forma para poder detener el avance de los lagartos, el cual se mostraba en un elemento climático de las montañas, los reptiles de sangre fría serían mucho más lentos en la nieve, disminuyendo su ventaja.

Repentinamente escucho como decían en voz baja al mismo tiempo que la bola de pelo rojizo chillaba intentando convencer a su dueño de llevarle consigo. — Quédate aquí… es demasiado peligroso para que vayas Snarf…

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Las pequeñas gotas de lluvia que caían sobre sus cabezas como sintiendo la tensión en el ambiente, el miedo de los mellizos al ver que Tygra se enfrentaría a Grune, la desesperación que se estaba comiendo la cordura del príncipe Thunderiano y la voracidad del general comenzaron a caer con toda su fuerza.

Relámpagos comenzaron a iluminar el cielo con estruendosa magnitud, los lagartos les observaban sorprendidos, muchos de ellos esperaban que Grune fuera derrotado, muchos otros sentían lastima por el joven que hasta ese momento había sido quien recibía lo peor de la ira del Thunderiano, muchos otros esperaban que los dos gatos se destruyeran mutuamente.

Khamai comenzaba a sentir una profunda pena por el joven tigre, él mejor que nadie había visto la clase de trato que recibía y estaba seguro que no era el trato que un guerrero merecía, no importando que este fuera un simple gato.

Los mellizos al ver que Grune y Tygra se enfrentarían en un combate pensaron que tal vez el mayor se había rebelado, pero no podían estar seguros, tal vez solo sería un enfrentamiento.

Tygra al ver su mirada y recordar las palabras de Mum-Ra le dijo a Grune, esperando que aceptara esa propuesta, aunque bien sabía que el destructor no cumpliría con su palabra. — Si te gano los dejaras ir, los mellizos podrán marcharse.

Grune asintió, podía jurar lo que quisiera, Tygra no podía ganarle, no había forma en la cual lo hiciera. — Sólo ellos, tú no te irás…

Tygra le respondió caminando un paso a la derecha al mismo tiempo que Grune lo hacía a la siquiera, ambos habían empezado a medirse, buscando el momento oportuno para atacar. — No me dejarías ir, pero ellos no son importantes para ti y puedes decirle a Mum-Ra que los perdiste o fueron asesinados.

Grune le dijo entonces saltando en su dirección, intentando darle un puñetazo en el rostro, el cual esquivo con la gracia de los suyos, al mismo tiempo que intentaba darle un zarpazo en la espalda, el cual esquivo a tiempo para intentar sostenerlo de aquel brazo. — Si tu ganas ellos podrán irse, pero si yo gano tu aceptaras que tengo razón…

Tygra inmediatamente respondió dándole una patada en el rostro, girando en el aire para intentar darle otro nuevo golpe, esta vez Grune lo sostuvo del talón y lo lanzo en contra del suelo, azotándolo una vez para después dar varias vueltas sobre sí mismo y aventarlo contra un par de barriles.

Los barriles no soportaron el fuerte golpe y se reventaron dejando caer varias piedras de Thundrilium, las cuales brillaron de color rosado al mismo tiempo que cortaron la piel de Tygra.

Tygra inmediatamente se levanto de un salto y corrió en su dirección, esquivando el primer golpe, pasando justo por debajo de sus piernas, para golpearlo justo detrás de sus rodillas, derribándolo al suelo.

Grune respondió sosteniéndolo del cabello, Tygra maldijo en voz alta y sosteniéndose del brazo del general utilizo la fuerza de sus piernas para soltarse, un mechón de cabello fue desprendido por la fuerza, quedándose en las manos del tigre dientes de sable.

Grune lo dejo caer al suelo e inmediatamente le dijo, orgulloso de él, como si aquello no fuera más que un simple juego. — ¡Eres asombroso!

Tygra era mucho más rápido y ágil que Grune, pero este era mucho más fuerte y experimentado, así que si lograba inmovilizarlo o aplicar un golpe en el momento adecuado el tigre sabía que sería derrotado.

Grune estaba excitado, la fuerza y agilidad de su príncipe seguían siendo sus mejores atributos, era hermoso verlo pelear, ese fuego interno brillaba como nunca antes, sus ojos dorados, sus dientes, cada parte de su cuerpo decía que estaba hecho para ser venerado.

Tygra se relamió los labios e inmediatamente golpeo dos veces a Grune en el rostro, el tigre dientes de sable retrocedió varios pasos y cuando el tercer golpe iba a impactarse en su cuerpo, una de sus enormes manos sostuvieron su brazo, doblando de una manera casi imposible.

Tygra no pudo evitar quejarse e intento girar su cuerpo para liberarse de la llave, lográndolo cuando su pierna se impacto en la pantorrilla de Grune, el tigre dientes de sable lo soltó, pero inmediatamente le propino un golpe en la espalda con los dos puños cerrados, derribándolo en el suelo.

Un hilito de sangre comenzó a brotar de los labios de su príncipe, quien intento levantarse pero fue inútil, ya que inmediatamente Grune estaba a su lado y sin piedad alguna comenzó a pisotearlo en la espalda, hundiéndolo en un charco de lodo que se había formado algunos minutos antes.

Los mellizos gritaron desesperados desde la jaula en donde estaban encerrados y Tygra al escucharlos se giro tan rápido que pudo esquivar el ultimo pisotón, pero no así la patada que le siguió, rompiéndole una costilla.

Tygra grito por culpa del dolor, se giro en el suelo sosteniéndose el costado y se levanto, el agua hacia que sus ropas se pegaran a su piel, apenas podían verse por la fuerza con la cual caía la lluvia sobre sus cabezas.

Muchos de los lagartos estaban animados, los pequeños aterrorizados de ver como lastimaban a Tygra, comprendiendo por vez primera el comportamiento del mayor, si hubieran intentando huir habrían muerto, lo único que había hecho todo ese tiempo era mantenerlos seguros, Grune era invencible.

Grune casi no había recibido daño alguno, solo Panthro con su fuerza descomunal podía darle batalla, pero no su príncipe que si bien era ágil no era tan fuerte como para poder enfrentársele.

Tygra respirando hondo intento calmar su enojo y corrió en dirección de Grune, intentando barrerse con ayuda del agua, lográndolo e inmediatamente lo sostuvo por detrás de la espalda, aplicando una llave alrededor de su cuello.

Grune respondió a esa llave golpeando el costado de Tygra con su codo, estrellándolo varias veces contra los postes que mantenían las tiendas fijas a pesar de los elementos, sintiendo como en respuesta su príncipe apretaba su cuello con aun más fuerza.

De un momento a otro decidió dejarse caer de espaldas contra lo que sabía eran varias cajas con provisiones, Tygra lo soltó al caer sobre ellas cuando un trozo de Thundrilium de los que habían caído al suelo se encajo en su costado.

Grune retrocedió varios pasos sobándose el cuello y volvió a patear el costado de Tygra con fuerza.

Ignorando todo el dolor que sentía intento levantarse nuevamente tras quitarse el pedazo de cristal, sin embargo, el general sabía que no aceptaría su derrota tan fácilmente, repentinamente sintió que los monstruosos brazos del tigre dientes de sable rodeaban su cintura.

Tygra intento liberarse cuando la presión comenzó a aumentar, golpeando y arañando la piel descubierta, perdiendo la respiración con forme avanzaba el tiempo, si no se soltaba pronto perdería el conocimiento.

Grune creyéndose victorioso le dijo apretando con mayor fuerza. — Ríndete…

Tygra grito casi sin poder respirar, sintiendo que sus costillas comenzaban a quebrarse. — ¡Jamás!

Grune al ver que Tygra no se rendiría con tanta facilidad apretó sus brazos con aun más fuerza, escuchando que una de sus costillas se fracturaba bajo la fuerza aplicada. — Eres un necio.

Tygra sonrió derrotado sintiendo que pronto perdería el conocimiento y repentinamente lo dejaron caer al suelo, pero únicamente con el motivo de sostenerlo del cuello con esos mismos brazos que podían partirlo a la mitad.

El tigre intento soltarse nuevamente sin éxito sintiendo que su cabeza se volvía ligera, que pronto perdería la conciencia, escuchando que le decían con placer, con tanto orgullo que le hizo sentir enfermo, odiar aun más a su captor. — ¡Ríndete!

Tygra le respondió antes de perder el sentido en los brazos de Grune, escuchando que los mellizos gritaban asustados, con la voz quebrada por culpa del llanto. — No…

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Su hermano estaba vivo, en los brazos de Grune, necesitaba de su ayuda más que nunca y él no lo abandonaría a su suerte, no permitiría que ese monstruo lo destruyera, solo Jaga sabría que le había hecho para ese momento, como lo obligaba a permanecer a su lado.

Había roto su promesa de no permitir que Grune lo lastimara, le había fallado a la persona que mas amaba en el mundo, a quien siempre pensó estaría a su lado, aquello era lo natural, el orden justo de la naturaleza.

Desde que visitara el libro por segunda ocasión no había dejado de pensar en Leo, en la desesperación que sintió al ver a su amante olvidarlo, caer en los brazos de Mum-Ra y comportarse como si no le conociera.

No podía siquiera comenzar a comprender lo que sentía al ver a un soldado cariñoso y amable convertirse en un esclavo sumiso y adusto, como si se tratase de otra persona caminando en el cuerpo de quien amaba.

Tal vez por eso decían que había muerto, porque en cuestión de horas el capitán Tygus había desaparecido para convertirse en la mano derecha de Mum-Ra, en su mejor soldado, cuya lealtad era ciega.

Lion-O se preguntaba como sabia todo eso, de qué forma podía comprender con tanta claridad los sentimientos de Leo, la única razón era que como decían las leyendas que le contaba su padre el compartiera parte de la esencia vital del primer rey de Thundera.

Su misión era la misma, detener a Mum-Ra, obtener las piedras de poder, pero también pensaba que necesitaba realizar una misión mucho más personal aun, una que tenía que ver con su propio tigre.

Comenzaba a preguntarse que tanto de la leyenda era cierta, porque si él tenía algo de la esencia vital de Leo en su cuerpo en ese caso tal vez Tygra tuviera parte de la esencia vital de Tygus en su cuerpo.

¿Pero cómo saberlo? No había forma, eran solo suposiciones que realmente no tenían mucho sentido puesto que ya estaba decidido, a pesar de lo que sus compañeros le dijeran él buscaría a Tygra.

No podía permitir que su querido hermano fuera destruido por ese monstruo avaricioso, no quería pensar en eso pero sabía que para ese momento Grune ya debía haberlo lastimado, atreviéndose a tocar su pelaje con esas asquerosas manos, arrebatándole un pedazo de su alma que se prometía recuperaría aunque se tardara toda una vida.

Lion-O había tomado una decisión, ya no esperaría más tiempo y a pesar de haber decidido que continuarían con la búsqueda de las piedras sentía que era mucho más importante encontrar a su hermano.

Tomando algunas provisiones, guardándolas en una mochila decidió que era el momento de partir ordenándole a Snarf que aguardara en el campamento.

Las montañas heladas podían verse a lo lejos, se tardaría varios días en llegar a pie y la mitad de ellos si utilizaba el tanque, sin embargo sabía que Panthro no le permitiría arriesgar su misión por causa de su hermano.

Cuando dio el primer paso en dirección de las montañas heladas escucho que le decían con molestia, Panthro seguía despierto y lo había descubierto. — ¿A dónde se supone que vas?

Lion-O le respondió a Panthro con seguridad, ignorando la molestia en la voz del general ni su insistencia de no buscar a su hermano, ahora que tenía una prueba no veía porque tenía que esperar. — No intentes detenerme.

El saber que Tygra estaba apresado por Grune, que lo mantenía en una jaula durante el día y seguramente en su cama durante la noche lo hacía enfurecer, desesperarse con tanto ardor que no pudo dejar de pensar en lo que su corazón le había estado diciendo. — ¿Buscaras a Tygra?

Que su hermano seguía vivo y estaba sufriendo, por lo que le respondió al general, intentando hacerlo ver razón, hacerle comprender que tenía que buscar a Tygra sin importar que ocurriera. — ¡Grune lo está lastimando! ¡No puedo dejar que destruya a Tygra!… ¡Su lujuria está matando a mi hermano!

Panthro le pregunto entonces mirándolo fijamente a los ojos, estaba molesto, tan enojado como el día que piso una parte del tanque felino, cuando encontraron la mina de Thundrilium y a Grune por primera vez después de la caída de Thundera. — Lo sé… Grune piensa que ama a Tygra y que se ha ganado tenerlo.

Lion-O le pregunto entonces entrecerrando los ojos, jamás había estado tan molesto en su vida, se preguntaba por qué Panthro se negaría a ir por el cuándo sabía lo que le estaban haciendo. — ¿Amarlo? ¡Sí lo amara no le haría daño!

Panthro asintió con un movimiento de la cabeza, Lion-O tenía razón, lo que sintiera Grune por el joven príncipe no podía ser amor aunque su antiguo amigo lo pensara de esa forma, esa era una obsesión malsana, un sentimiento terrorífico disfrazado de afecto si no se daba cuenta que con sus acciones lo único que estaba logrando era destruir a la misma persona que decía amar. — Lo sé.

Lion-O ya no dijo nada más y comenzó a caminar en dirección de las montañas, ignorando la mirada preocupada de Panthro cuando le dijo. — No podemos ingresar en territorio hostil sin un plan Lion-O.

El rey de Thundera se quedo quieto inmediatamente, dio la vuelta sorprendido al ver que Panthro parecía molesto, pero que también le estaba diciendo que lo acompañaría. — Debemos pensar en alguna forma para entrar en un campamento de lagartos, si es que los llegamos a encontrar en donde ese vagabundo nos dijo que estaban.

Lion-O no pudo creer lo que estaba escuchando, Panthro le había dicho que buscar a Tygra era una locura, porque ahora parecía dispuesto a ayudarle. — ¿Me ayudaras?

Panthro le dijo recordando la promesa que le hizo a Claudius. — Le hice una promesa a tu padre hace mucho tiempo.

Lion-O le pregunto sonriendo, si Panthro estaba dispuesto a ayudarle no seria tan difícil rescatar a su hermano. — ¿Qué promesa?

Panthro le respondió mirando el cielo, recordando el día que vio como Grune intentaba besar a Tygra cuando estaban a solas, poco antes de su partida de Thundera, cuando Claudius le hizo jurar que no permitiría que su amigo lastimara a su cachorro de ninguna manera. — Le prometí que no permitiría que Tygra fuera lastimado…

Flash Back.

Poco después de confrontar a Grune por su comportamiento inapropiado visito a Claudius, el rey estaba sentado en su trono, con la mirada fija en algún punto en el infinito.

Al escuchar como entraba le pregunto casi inmediatamente, aunque no podía llamarse pregunta a las palabras que pronuncio, seguro que había visto lo mismo que él, que sus preocupaciones no eran infundadas. — Has constatado lo que te dije, el comportamiento impropio de Grune.

Panthro asintió, diciéndole con cierta molestia, era ofensivo que un hombre de su edad fijara su vista en una persona tan joven. — Grune trato de besar a Tygra…

Claudius asintió comentándole. — ¿Solo eso?

El general de piel azul no quiso saber que mas podría haber intentado hacer, era demasiado con ver que su amigo parecía haber perdido la razón y que deseaba a un adolecente. — Vine a decirte que acepto la tarea que nos has encomendado Claudius, no dejare que Grune esté a solas con el príncipe Tygra, sea mi amigo o no, lo que está haciendo no es correcto.

Claudius asintió preguntándole con molestia, recargado en el brazo izquierdo de su trono. — Me ha pedido su mano en más de una ocasión y parece no entender mis negativas, ni que mi hijo es demasiado joven para pensar en cualquier clase de relación.

Panthro le pregunto entonces cruzando sus brazos delante de su pecho. — ¿Tygra lo sabe?

Claudius negó aquello con un movimiento de la cabeza, respondiéndole a Panthro con pesar, a sabiendas de que no podía ordenarle alejarse de la persona que consideraba era su amigo. — No, no me creería si se lo dijera, pensaría que es otra forma de alejarlo de la espada…

Panthro no interrumpió a su amigo cuando este se levanto y caminando en dirección de la ventana prosiguió diciendo. — Le he informado que no será mi heredero y me temo que no ha entendido mis motivos, sé que si le ordenara que se aleje de él no me escucharía, es más, es un adolecente así que si le ordeno que abandone a Grune se acercara mucho mas a él, Tygra lo verá a mis espaldas… y yo no le facilitare a Grune el camino para la corrupción de mi primer hijo.

Aquellas palabras eran demasiado fuertes, casi como si Claudius temiera que Grune fuera capaz de abusar de su hijo, su amigo estaba confundido pero no pensaba que pudiera atreverse a violar a Tygra. — Esas palabras son muy fuertes.

Claudius le dijo entonces caminando en su dirección, el ceño fruncido, sus dientes apretados y el cabello de su melena mucho más hirsuto de lo habitual, el rey nunca había estado tan molesto. — Le he ordenado que se detenga y no me escucha, le he dicho una y otra vez que Tygra es muy joven, que le dé tiempo para madurar, sin embargo, sigue insistiendo en seducirlo...

Panthro asintió, la forma en la cual miraba al príncipe cada vez que tenía una oportunidad era demasiado inquietante. — Temo que pueda lastimar a Tygra pensando que esta haciendo lo correcto Panthro, que mi hijo lo ama, pero los dos sabemos que no lo amara jamás.

El general le pregunto entonces sorprendido, un tanto molesto, no era que defendiera el comportamiento indigno de Grune, no obstante no entendía como el rey podía estar tan seguro que Tygra no podría compartir sus sentimientos. — ¿Cómo lo sabes?

Claudius le respondió dándole la espalda. — Lo sé, la espada me lo mostro…

Panthro tenía que saber que era aquello que vio la espada del augurio por lo que le pregunto. — ¿De qué estás hablando?

Claudius se levanto de su trono y camino en dirección de una de las ventanas, en donde vio que Tygra estaba practicando con su látigo, esmerándose por complacerlo como suponía que sería su deber. — Los vi a ambos no hace mucho tiempo, la espada me mostro que Lion-O y Tygra serán inseparables en el futuro, cuando mi hijo sea rey…

Panthro no entendió el significado de la visión de Claudius, como podría si el rey no le estaba diciendo mucho. — Esa fue una de las razones por las cuales he decidido que Lion-O sea mi heredero…

Panthro estaba confundido, con la actitud de ambos thunderkittens cualquiera pensaría que Tygra sería el heredero, a menos que la espada lo hubiera rechazado, pero no creía que la ceremonia se hubiera realizado sin que él lo supiera. — Lion-O será un gran rey, pude verlo con la espada y Tygra será su consejero.

La pantera le pregunto un tanto confundido, no entendiendo porque Tygra no podía ser separado de Lion-O si se suponía que sería su consejero. — Pero eso como interfiere con el amor que pueda sentir por Grune…

Claudius al escuchar ese nombre se controlo para no emitir un rugido y le respondió a Panthro, después de todo esta misión era un favor de un amigo a otro, no la orden de un rey. — Se amaran… no solo serán rey y consejero o hermanos, ellos se amaran.

Panthro pronuncio casi inmediatamente. — Pero esta…

Claudius le dijo apretando el puño a su costado. — Lo sé, se que está prohibido y también se que no podre evitarlo… así que lo mejor es que los deje ser…

Panthro asintió, no le gustaba la idea de ver a los dos príncipes en una unión como esa, aunque muchos dirían que al ser lo que son estarían destinados a compartir su destino, porque después de todo el día que Tygra perdió a sus padres fue el mismo día que Lion-O nació. — ¿Crees que el gran rugido los haya puesto en el mismo camino?

Claudius asintió respondiéndole. — Yo creo que ellos desde antes de nuestro tiempo ya estaban destinados a estar juntos… el nacimiento de Lion-O, la muerte de su padre… todos los acontecimientos ocurrieron para que pudieran estar juntos.

Panthro asintió diciéndole. — Aun lo extrañas…

Claudius asintió, era difícil no hacerlo cuando su hijo con cada día que pasaba se le parecía cada vez más, el rey estaba seguro que cuando Tygra fuera un adulto sería muy atractivo, las chicas tendrían que cuidarse de sus encantos. — Siempre, pero hice lo que era correcto para Thundera… sólo espero que Lion-O no tenga que realizar el mismo sacrificio.

Panthro le juro en ese momento, hincándose en el suelo, colocando un brazo enfrente de su pecho, agachando la cabeza. — Te juro que protegeré a tu cachorro Claudius, que no permitiré que lo lastimen.

Claudius sonrió complacido diciéndole. — Sé que puedo confiar en ti mi viejo amigo, levántate… tengo que meditar un asunto importante.

Panthro sabía cual era ese asunto, a quien denominaría el dirigente de todo el ejército y tenía esperanzas de ser elegido, la decisión estaba entre él, Grune y Linx-O.

Flash Back.

Lion-O al saber que Panthro estaba con él supo que su rescate podía tener éxito, sólo faltaba saber cuál era la decisión de Cheetara, quien por alguna razón que Lion-O no comprendía temía que fuera a decir que no los ayudaría.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygra caminaba en un lugar como el que nunca había visto, era oscuro y siniestro, los soldados vestían uniformes extraños que no permitían que se vieran sus rostros, cada uno de ellos eran felinos, las paredes eran lisas con extrañas marcas rojas en ellas, divididas por secciones, si tuviera que describirlo lo haría como una pesadilla tecnológica.

No sabía hacia donde estaba caminando pero sí que debía llegar a una sala de mando, sus pasos eran lentos, calculados, eran aquellos que usaba una persona que se creía superior a los demás y al mismo tiempo creyera que se estaba formando alguna clase de traición en su contra.

De alguna manera que no podía comprender llego a su destino, el cual era una habitación con una plataforma circular en ella, cuatro estatuas yacían imponentes alrededor de una esfera roja, en la cual parecía que había una serie de triángulos del mismo color flotando en el aire.

Tygra se detuvo a la mitad de la habitación y escucho como le decían con sorpresa, una voz casi idéntica a la de su hermano, la cual parecía tan triste que por poco voltea a verle, sin embargo, no pudo.

Esa persona se acerco a él y sujetándolo de los brazos le obligo a mirarle diciéndole con algo que en un sueño distante podría llamarse esperanza. — ¡Tygus!

Tygra de haber podido arquearía una ceja, pero en vez de eso permaneció impávido viendo el dolor en los ojos azules de un león cuya melena comenzaba a formarse, quien parecía la viva imagen de Lion-O si tuviera algunos años más. — No me toques.

Esa no era la respuesta que estaba pensando, pero si fue la que salió de sus labios cuando los abrió, alejándose del león, soltándose de las ofensivas manos que se atrevían a tocarlo sin su permiso. — ¿Por qué Tygus? ¿Qué fue lo que te hizo?

Tygra le respondió mirándolo fijamente, podía sentir un extraño dolor en su ojo derecho, el cual veía varios símbolos extraños en un velo rojizo. — No sé de qué estás hablando comandante…

Leo, su padre les había contado la historia de Leo cuando eran niños, el día que tuvieron una de las peores discusiones de su vida, cuando comenzaron a separarse cada vez más, ese día le dijo a su hermano que hubiera preferido marchar con Grune a quedarse en el palacio, ahora comprendía que tan estúpido había sido. — El no recuerda su pasado comandante…

Leo volteo en dirección de la voz, hizo un saludo con el brazo y se controlo para no mostrar la furia ni la tristeza que sentía. — Es como un sueño remoto…

Tygra sabía que el león estaba sufriendo porque conocía bien las expresiones de su hermano, cada mínimo gesto. — Lo único que conoce es la lealtad hacia mi… ¿No es cierto Tygus?

En ese momento sintió como una mano se posaba en su cabeza, acariciándole como si se tratase de una mascota, un gesto que no rechazo, sino por el contrario parecía recibir con agrado. — Mi Lord.

Tygra se giro sonriendo, ignorando al león que le miraba con anhelo y al dueño de la voz con odio profundo, pronunciando con gusto al escuchar esa voz en las sombras y ver un par de ojos rojos. — Tienes nueva información…

Tygra no pudo ver quien profería esa voz que le aterrorizaba, sin embargo, pensaba que ya le había escuchado antes no obstante no recordaba en donde, el cuarto era oscuro, como si la misma luz hubiera huido de él.

Al intentar moverse inmediatamente coloco una de sus manos sobre su costado quejándose cuando una de las costillas que se había roto durante el combate resintió el movimiento brusco.

En ese momento también pudo ver que había alguien más con él, un aura negra como la noche lo alerto, cada uno de sus sentidos gritaba por que huyera, diciéndole que aun era tiempo de unirse a su amado.

Ese alguien estaba sentado a su lado, observándolo fijamente, Tygra no necesitaba verlo para saber que estaba allí, intentando no realizar ningún movimiento brusco se volteo para ver quién era el intruso.

Dos ojos rojos le miraban en las sombras, Tygra aguzo la vista para poder verle mejor descubriendo una capa roja que en la oscuridad parecía estar confeccionada con sangre, debajo de la capa una piel azul como de pergamino se pegaba a un esqueleto, era Mum-Ra quien le miraba fijamente.

Tygra hubiera preferido mil veces que se tratara de Grune. — Esa demostración fue impresionante, estoy seguro que serás muy útil una vez que tengas puesto el collar.

Tygra llevo su mano a su cuello para cerciorarse que aquella atrocidad no colgara de su cuello, dándose cuenta que no era posible porque entonces su lealtad estaría colocada en Mum-Ra y no estaría pensando en el collar. — ¿Dónde está Grune?

Mum-Ra parecía sorprendido cuando realizo esa pregunta y dando varios pasos hacia él, se detuvo a los pies de su cama observándole con una mueca impenetrable, en donde pudo apreciar el color rojo de sus ojos, el cual era idéntico a los que había visto en su pesadilla. — Te le pareces mucho en verdad…

Repentinamente Tygra no deseaba saber a quién se le parecía, temía saber la respuesta a esa pregunta desde antes de ser realizada, como sabía lo que se sentía tener el pesado collar colgando de su cuello y saber que la persona que amabas estaba cerca de ti pero no podías llegar a ella.

Mum-Ra pronuncio entonces mirando los vendajes que cubrían las costillas que se rompieron al enfrentarse a Grune e intentar tomar revancha de lo que le había hecho esos últimos quince días. — Grune es un amo muy indolente…

Tygra se levanto de la cama respondiéndole con enojo, quejándose casi inmediatamente, colocando una mano sobre sus costillas rotas. — El no es mi amo…

De un momento a otro ya no estaban en el campamento sino en una alcoba que se asemejaba al pasillo de su pesadilla, fría y estéril, los mismos símbolos adornaban las paredes.

El llevaba puesta ropa negra, como la que le dio Grune, la única diferencia era que tenía la cresta de las serpientes enrolladas en ella y al sentir su rostro, un gesto casi involuntario se dio cuenta que tenía pelo en sus mejillas, una ligera melena que le llegaba por debajo de su barbilla.

Y nuevamente su ojo le mostraba símbolos extraños en un fondo de color rojo, como en una especie de neblina.

Mum-Ra repentinamente no era la vieja criatura envuelta en la capa roja sino el gigante de color azul que apenas lograron detener en la torre del augurio, en su mano colgaba el collar dorado y pronuncio sosteniéndolo del cabello, provocándole mucho dolor al mismo tiempo que un terror infinito se apoderaba de su alma. — No volverás a ver a Leo…

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Tygra despertó cubierto en sudor, levantándose de golpe esperando ver la misma clase de extraña arquitectura, sus ojos comenzaron a acostumbrarse a la oscuridad, era de noche y podía ver que algo de la luz de la luna se escurría por la puerta de la tienda.

Había tenido alguna clase de visión dentro de su sueño, algunas personas le llamarían premonición o recuerdos de alguna vida pasada, pero él no sabía cómo llamarle.

A su lado estaba Grune, recostado en su cama, quien al ver que despertaba de golpe, quejándose entre sueños le dijo rozando su mejilla con sus nudillos. — ¿Te encuentras bien? ¿Sientes mucho dolor?

Tygra cubrió su rostro con su mano, guardo silencio, no estaba dispuesto a contarle su pesadilla a Grune, no sabía que haría una vez que supiera de ella, tampoco pensaba que el destructor le brindara cualquier clase de apoyo, ni siquiera lo necesitaba.

Al ver que esperaba que le respondieran dijo recorriendo los vendajes que cubrían su pecho, escuchando que Grune le explicaba lo que había ocurrido pero sus palabras eran difusas, casi inteligibles.

Habían pasado años desde que tuviera esa clase de sueños con aquella intensidad, eran parecidos a las pesadillas que tuvo antes de ser secuestrado, pero esta era diferente porque le costaba trabajo distinguir la realidad de la ficción.

Pudo sentir la inocuidad del ambiente, oler las maquinas moviéndose detrás de las paredes, presenciar la tristeza en los ojos de ese león y el dolor que sintió cuando Mum-Ra casi le arranca el cabello para colocar el collar dorado en su cuello era real, podría jurar que había pasado por eso en el pasado.

No recordaba una pesadilla como esa desde que fuera un niño, cuando su don se presento, mostrándole visiones que no deseaba y proyectándolas en la mente de las personas que lo hacían enojar.

Jaga le había dicho que debía meditar, controlar su don, era tan difícil hacerlo cuando Thundera estaba en pie que cuando su hogar fue destruido simplemente lo olvido, tal vez aquellas visiones eran el resultado de haber descuidado su entrenamiento por tantos días.

Las visiones lo dejaban susceptible a golpes psíquicos, pero no conocía a nadie que tuviera su mismo don, a menos que algo más estuviera irrumpiendo en su mente, proyectando sus terrores.

Pero este no era como esos, este parecía ser alguna clase de recuerdo grabado en su memoria, un recuerdo de alguna otra vida, porque si Mum-Ra, el libro y la tecnología eran reales, en ese caso debían serlo también lo que muchos poetas y filósofos describían como vidas pasadas.

Grune al ver que no le prestaba atención lo sujeto con fuerza del mentón obligándolo a mirarlo, preguntándole. — ¿Piensas en él?

Tygra al escuchar esa pregunta le respondió soltándose, quejándose por el movimiento brusco. — No…

Debía encontrar una respuesta que explicara su comportamiento y al mismo tiempo no le dijera nada a Grune, por lo que dijo con pesadez, recostándose en la cama, dándole la espalda. — Es el don…

Grune besando su hombro con delicadeza le corrigió diciendo aquello que siempre pensó describiría mucho mejor el supuesto regalo de la naturaleza que se le había sido concedido. — Querrás decir maldición…

Tygra asintió cerrando los ojos, permitiendo como cada noche que Grune recorriera con sus manos su cuerpo, que besara su piel, al mismo tiempo que intentaba recordar en donde había escuchado esos nombres. — Yo te hare olvidar tus demonios mi príncipe…

Recordándolo repentinamente, su padre había mencionado esos nombres en una de sus historias, Leo era el primer rey de Thundera pero Tygus, ¿Quién podría ser Tygus?

Debía saberlo de alguna forma, aquel nombre significaba algo para él y tenía que saber que era, porque ignorar los deseos de Grune sólo le entrego en sus brazos.

Tygra pensaba que esta vez sería mucho peor no saber quién era el dueño de ese nombre, cuál era su conexión con leo, mucho más importante, porque era la imagen de su hermano que descubrirse siendo un fiel sirviente de Mum-Ra, aunque la mera idea de hincarse frente a esa criatura le era ridícula.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Oficialmente esta historia se ha vuelto un Lion-o/Tygra…

Oficialmente y con solo un voto en contra Grune tendrá primero al príncipe.

Oficialmente con 5 votos en contra Lion-O no buscara consuelo con Cheetara.

Otra pregunta… ¿A quién quieren que vea Tygra cuando lleve el collar? Grune, Lion-O… o Mum-Ra

También les pido que vayan y voten en el poll, en mi página de usuario de fanfiction net, me harán la persona más feliz del mundo.


Saludos.

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