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Avaricia. por Seiken

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Avaricia.

Capitulo 16

Lion-O debía repetirse a cada momento que su hermano seguía con vida, que aquello era suficiente y aun así, sentía que se mentía a sí mismo, porque a pesar de que Tygra estaba recostado a su lado estaba aun más lejos que antes.

Era como ver una cascara vacía de su amor, Tygra era una obediente herramienta que cumplía cada una de sus ordenes, ya fueran intencionales o involuntarias.

Al principio cometió varios errores hablando sin pensarlo, dándole órdenes que no pensaba que lo fueran hasta que Tygra las seguía, sin cuestionar sus palabras o pensar en lo que estaba haciendo.

Lion-O después de tres días se dio cuenta que tenía que cuidar cada palabra que pronunciaba, todo por el bien de Tygra y había pasado casi una semana.

El collar realmente actuaba de maneras extrañas pensaba al mismo tiempo que recorría con las puntas de sus dedos el cabello rayado de su hermano, tratando de encontrarle sentido al poder absoluto de la joya de media luna.

Porque si bien Tygra se comportaba como un fiel esclavo con los otros era diferente, ignoraba la mayor parte del tiempo a Cheetara, los mellizos parecían recibir parte de su atención al ser entrenados por su hermano, quien recibió una orden indirecta de hacerlo, con Panthro parecía ser indiferente.

Sólo actuaba con él, haciéndolo sentir importante y miserable al mismo tiempo, porque a pesar de despreciar el control que se le fue entregado, se daba cuenta que era la mejor opción, el mejor amo y esa idea comenzaba a afectarse.

A veces se sorprendía deseando utilizar el control que le habían entregado, ordenarle a Tygra que lo complaciera o que lo besara, tal vez que dejara que lo acariciar desnudo en su cama.

Ideas que lo excitaban y al mismo tiempo le hacían sentir enfermo, demasiado culpable para poder verle a los ojos, o pronunciar cualquier palabra que no sonara brusca, como si estuviera molesto con el tigre y no consigo mismo.

Habían alcanzado un pueblo en donde rentaron tres habitaciones, una para Panthro, otra para los mellizos y Cheetara y otra para ellos.

Los mellizos necesitaron mucho convencimiento de su parte para que abandonaran a Tygra, dudando de sus capacidades para mantenerlo a salvo, quienes al notar el trato busco que le daba a su hermano estaban convencidos que se trataba de un monstruo.

Cheetara seguía dándole la misma clase de apoyo incondicional al que comenzaba a acostumbrarse, parecía ser la única que lo comprendía y cada vez más seguido se encontraba conversando con ella, contándole algunos de sus temores.

Panthro dudo al principio si debían quedarse solos, si Lion-O podría contenerse de darle alguna clase de orden equivocada a Tygra, pero tomando en cuenta que su hermano solo le obedecía a él, no podían separarlos.

Lion-O podía escuchar la respiración tranquila de Tygra a su lado, sus ojos estaban cerrados, sus labios entre abiertos, su expresión era simplemente serena, como si viviera en su propio mundo.

Tal vez así era, Tygra se encontraba encerrado en su propio cuerpo y el no podía hacer nada para ayudarle, no comprendía la forma de hacerlo aunque debería repetirse que por lo menos su hermano estaba seguro a su cuidado.

Que hubiera sido mil veces peor que Grune o Mum-Ra tuvieran el control de su voluntad.

Palabras que comenzaban a sonar vacías aun para él.

Flash Back.

Poco después de curar las heridas de su hermano Lion-O le ordeno que volviera a vestirse, no tenía la fuerza para ver lo que Grune en su locura le había hecho.

Panthro insinuó que Tygra lo amaba, sin embargo, era bastante obvio para él que si tú amabas a una persona no la lastimabas como lo hizo el destructor, que no permitirías que Mum-Ra le dañara de ninguna forma.

Si Tygra no lo amaba ni siquiera se atrevería a mirarlo de reojo mucho menos tocarlo en contra de su voluntad.

Para Lion-O, aquello que sentía Grune por su hermano no era amor, jamás podría serlo.

Tygra se puso cada una de sus pendras con lentitud, todo el tiempo con la mirada fija en algún punto en el horizonte, una mirada a la cual tendría que acostumbrarse sin duda alguna.

Cuando finalizo de colocar la última parte de su ropa Tygra se quedo quieto, esperando otra orden de sus labios, Lion-O rascándose la cabeza pronuncio. — Ve con ellos y ve en que puedes ayudarles.

Tygra asintió respondiéndole orgulloso al recibir una orden suya, como si pensara que se la había ganado. — Sí, Lion-O.

Siempre había pensado que la esclavitud era una atrocidad y ahora tenía a su hermano presa de un hechizo, obedeciendo sus órdenes, sintiéndose orgulloso de recibirlas.

Flash Back.

Lion-O no podía dormir, estaba demasiado intranquilo para lograrlo y sabía que si se separaba de Tygra, aunque fuera solo un poco él despertaría, preguntándole si no necesitaba de sus servicios.

Como cada vez que hizo cuando intento separarse del complaciente tigre con la apariencia de su hermano mayor.

Tygra no era así, nunca se había sometido a nadie y sabía que Grune debió utilizar algo muy importante para su hermano como para poder obligarlo a obedecer sus órdenes, dejar que sus sucias manos lo tocaran.

Flash Back.

Al regresar vio a Tygra en compañía de los mellizos, parecían estar diciéndole algo al oído, como si fuera a participar en alguna de sus travesuras.

Panthro le hacía algunos ajustes al tanque felino y Cheetara estaba un poco alejada de su hermano, mirándolo fijamente con los brazos cruzados.

Lion-O se acerco a ella preguntándole. — ¿Qué ocurre?

Cheetara encogiéndose de hombros le respondió con una sonrisa en el rostro, percatándose de la mirada curiosa de Tygra, la que estaba enfocada en ellos. — Nada, Tygra nos pregunto si necesitábamos ayuda y los mellizos le dijeron que la necesitaban.

Esa no era una buena idea y acercándose a los tres felinos que platicaban sentados en el suelo les pregunto, colocando una mano en la espalda de Tygra. — ¿Qué es lo que están haciendo Tygra?

Sabía que Tygra le respondería, por eso le hizo a él aquella pregunta, su hermano al verle sonrió diciéndole esperando escuchar que había hecho algo bien. — Los mellizos me pidieron ayuda para que yo los entrene, Lion-O, parece que les hice esa promesa algún tiempo atrás.

Wilykat le sonrió de oreja a oreja, mirándolo fijamente, para después decirle sintiéndose muy seguro de sí mismo. — Le dio una golpiza a Grune.

Wilykit al escucharle decir aquellas palabras asintió rodeando los hombros de Tygra, casi trepándose en su espalda. — Y él nos enseñara algunos movimientos.

Wilykat interrumpiendo a su hermana le informo, con ese ánimo característico de los niños, el cual por algunos instantes temió que se habría perdido después de ese largo mes de cautiverio. — Nos enseño algo de teoría pero como no nos dejaban salir no podíamos ponerla en práctica, pero ya que estamos todos juntos Tygra nos ayudara a practicar. ¿Verdad Tygra?

Tygra asintió sonriéndole al pequeño alborotando el cabello de los mellizos con sus manos preguntándole a Lion-O, realmente esperando que no creyera que eso era un error. — ¿A menos que tu estés en contra?

Lion-O no tenía ninguna razón para estar en contra de que les ayudara a practicar por lo que le dijo a su hermano, asintiendo, para después alejarse de los tres felinos, sintiéndose un intruso. — No veo cual sea el problema.

Cheetara que había escuchado esa conversación se acerco a Lion-O y colocando una mano en su hombro le dijo. — Necesitamos hablar.

Lion-O asintió dejando a los mellizos al cuidado de Tygra, quien comenzó a explicarles lo básico, imitando el primer entrenamiento que tuvieron, el cual le recordó a Grune el destructor. — Está bien.

Cuando comenzó a alejarse en compañía de Cheetara, Panthro abandono sus tareas con el tanque, parecía que él también quería formar parte de esa conversación, lo que fueran a decirle era importante.

Tygra al notar que Lion-O se iba con Cheetara y que Panthro los seguía quiso saber de qué hablarían, pero sus órdenes no eran interponerse en los asuntos de su señor, sus órdenes eran entrenar a los mellizos.

Quienes le miraban con una sonrisa esperanzada ignorantes de lo que pasaba en la mente hechizada del mayor, o que los otros miembros de su improvisada familia habían decidido conversar sin ellos presentes.

Lion-O cuando por fin se alejaron bastante le pregunto al clérigo. — ¿De qué tenemos que hablar?

Panthro cruzándose los brazos no dijo nada, esperando que la clérigo dijera aquello que necesitaba decirle, cuando Cheetara parecía un tanto dudosa de cómo hacerlo le pregunto. — ¿Es sobre Tygra?

Cheetara asintió, no sería la primera en acusarlo de que se comportaría de una manera indecorosa, aun así, debía saber que Lion-O entendía la importancia de cuidar cada una de las palabras que pronunciaba, recordando lo que pudo leer cuando aún era una novicia. — Sí, es sobre su maldición que debo advertirte.

Panthro la interrumpió diciéndole. — Vimos que le ordenaste que saltara al arroyo.

Lion-O le respondió de manera defensiva, sintiéndose avergonzado al mismo tiempo al cometer una torpeza como esa. — ¡No pensé que me obedecería!

Panthro que en el fondo tenía un corazón de oro que le impedía ver alguna clase de injusticia aunque no fuera planeada le respondió. — Ese es el problema Lion-O, que ocurrirá si le ordenas alguna tontería como esa otra vez.

Cheetara interrumpiendo a Panthro le dijo. — Panthro no quiere decir…

Panthro le respondió inmediatamente, furioso por ser interrumpido, recordando que le había dicho a Tygra que esa relación no era correcta y que Claudius le hizo prometerle que protegería a su primer hijo. — ¡Claro que quiero decir eso! ¡Tygra es tu responsabilidad Lion-O, tienes que cuidar todo lo que dices a su lado!

Lion-O le respondió entonces, recargándose en su cintura, apretando los dientes, sintiéndose furioso e insultado. — ¿Acaso crees que no me di cuenta? Tygra es una marioneta, ese no es mi hermano, es como si fuera un desconocido.

Cheetara esta vez interrumpió a Lion-O diciéndole. — Es tu hermano, debajo del hechizo sigue siendo Tygra, Lion-O…

Lion-O recordando las visiones del comandante y del capitán le respondió, sintiéndose mucho más desesperado que antes. — ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que algún día regresara a mi? No quiero a una marioneta, no quiero a ningún juguete, yo deseo a mi hermano de regreso y eso no es.

Cheetara no estaba segura de eso, como podría estarlo si lo único que recordaba eran leyendas. — No lo sé…

Panthro al escuchar esas palabras pronunciadas por Lion-O le pregunto aun más enojado todavía. — Por un momento te creí cuando decías que amabas a Tygra, lo recuperaste apenas y ahora te comportas como si no lo quisieras de vuelta…

Lion-O sabía que Panthro tenía razón, que no podía perder la esperanza, por lo menos lo había salvado de las manos de Grune o de Mum-Ra.

Panthro colocando ambas manos en sus hombros le dijo. — Quieres que todo vuelva a la normalidad, sigue luchando por recuperarlo de ese hechizo, debe haber alguna forma.

Cheetara tragando un poco de saliva le dijo intentando evitar una discusión innecesaria. — Lion-O… tienes que ser fuerte, juntos encontraremos la forma de traerlo de regreso.

Flash Back.

Cada vez que pensaba en lo que Grune le había hecho sentía que la furia se comía su corazón, que si tuviera a Grune delante suyo lo destruiría tan irremediablemente que no sería más que un recuerdo.

Sus pensamientos lo asustaban, jamás había odiado a nadie tanto como odiaba a Grune y sabía que ese odio venía acompañado de posesividad, otro sentimiento que no debía tener, mucho menos dirigido hacia su hermano.

Pero como podía ignorar su enojo y sus celos cuando Tygra era suyo, cuando sabía que su hermano le correspondía, que nunca debió haber sido tratado de aquella forma.

Lion-O sentía unas ganas incontrolables de borrar el persistente aroma de Grune del cuerpo de Tygra, destruir esa ropa de color oscuro y darle la verde que resaltaba el color de su pelaje, borrar con sus propias marcas las huellas de la locura del destructor de su cuerpo.

Pero aquello significaba utilizar el poder que le habían otorgado, obligar a Tygra a servirle y él jamás haría eso, no caería tan bajo para lastimarlo de aquella forma, aunque en esa semana de viaje había estado a punto de ceder ante la posibilidad de tener a su hermano entre sus brazos.

Flash Back.

El día siguiente Lion-O tenía que realizar su guardia, era de noche y los demás excepto su hermano estaban durmiendo en el interior del tanque, la temperatura era muy baja, tanto que por un momento quiso abandonar su deber por la seguridad del calor.

Durante todo ese tiempo Tygra había permanecido a su lado, sentado a sus pies, con los ojos cerrados pero despierto, lo sabía porque cada movimiento que hacia provocaba que sus orejas se movieran un poco.

Un movimiento que todos los felinos tenían y pocos podían controlar, Lion-O al verle postrado a sus pies comenzó a acariciar su cabello, fijando su vista en las rayas de la cabeza de su hermano.

Quien al sentir ese movimiento se restregó contra su mano diciéndole. — Hace mucho frío.

Lion-O le pregunto entonces, ignorando los efectos del collar, creyendo que Tygra le respondería que sólo quería hacerle compañía después de todo el tiempo que estuvieron separados. — ¿Por qué no vas a dormir?

Tygra le respondió besando la mano de Lion-O, restregando su nariz contra su palma, sintiéndose avergonzado por no poder proteger a su señor. — Yo estoy bien Lion-O, quien me preocupa eres tu… yo puedo realizar las dos guardias, de todas formas no quiero dormir todavía y así tú podrías descansar.

Lion-O al escucharle decir eso le respondió, acariciando su mejilla, besando las mejillas de su hermano. — No puedo relegar mis obligaciones en ti Tygra, lo sabes.

Tygra le respondió antes de besar sus labios, de sentarse a su lado rodeando su cuello con sus brazos. — Yo vivo para servirte Lion-O, si tú me pides que realice las guardias será un honor hacerlo.

El joven león dejándose llevar por la cercanía de su hermano le respondió besando los labios de Tygra, quien comenzó a ronronear casi inmediatamente. — Tú puedes complacerme de otras maneras, Tygra…

Tygra inmediatamente bajo su mano a los pantalones de Lion-O, desabrochándolos con bastante rapidez, sorprendiendo el menor, quien le pregunto sorprendido. — ¿Qué estás haciendo?

Tygra le respondió introduciendo su mano en su pantalón, rodeando su sexo con ella, besando su cuello con delicadeza, pronunciando en un susurro. — complacerte… Lion-O.

El menor intento alejar la mano de Tygra de su hombría, mordiéndose los labios para no pronunciar ningún sonido, fijando su vista en la dirección en donde sabía qué estaban los demás, diciéndole. — Tygra…

Tygra volvió a besarlo en los labios, su mano todo ese tiempo haciendo movimientos maravillosos, presionando y resbalando los dedos en partes que nadie más había tocado, excitándolo con una simple caricia.

Lion-O cerró los ojos y recargo su cabeza en el tronco del árbol en donde estaban sentados en una de sus gruesas raíces, dejando que la mano maravillosa de Tygra le diera placer.

Tygra sabía exactamente cómo hacerlo pensó, dejando que los labios y la lengua de su hermano viajaran sobre la parte descubierta de su piel, dejándose llevar por las maravillosas sensaciones, por tenerlo cerca después de un mes de ausencia.

Repentinamente dejo de sentir los labios de Tygra en su cuello y su mano fue intercambiada por su boca, que rodeo su hombría de un solo bocado, chupándola.

Lion-O abrió los ojos para constatar lo que Tygra estaba haciendo, observando su cabeza subir y bajar con el ritmo de sus caricias, viendo sus manos recargadas en sus rodillas.

Todo ese tiempo ronroneando, parecía que Tygra estuviera feliz de complacerlo, aunque no le había dicho que lo hiciera, aun así, tampoco le dijo que se detuviera.

Lion-O llevo sus manos al cabello rayado del tigre para intentar detenerlo, no obstante, Tygra aumento la rapidez con la cual movía su cabeza alrededor de su hombría, succionando con mayor fuerza.

Lion-O se dio cuenta que estaba a punto de eyacular en la boca de Tygra e intento moverlo sin mucha convicción, el tigre se mantuvo en su lugar y trago hasta la última gota que llego a su boca.

Cuando se separo un poco de semen había llegado a su labio, el cual lamio con gusto, antes de decirle, acomodando sus pantalones nuevamente, recostando su cabeza en sus piernas, cerrando los ojos satisfecho. — Es lo único que necesito, saber que hago bien mi deber.

Flash Back.

Cerrando los ojos nuevamente intento encontrar una posición cómoda, tratando de mantenerse alejado algunos centímetros de Tygra en la cama que compartía, la que parecía demasiado pequeña repentinamente.

Lion-O volvió a moverse en la cama escuchando que le preguntaban con cierta preocupación. — ¿No puedes dormir?

Tygra había intentado dormir un poco pero al ver que su señor estaba demasiado tenso tenía que hacerlo sentir mejor, de alguna forma, aunque su amo siempre estaba molesto con él, como si su mera existencia lo enfureciera.

Lion-O al escuchar aquella pregunta se fijo en los ojos de su hermano, el que lo veía con tanta admiración, como si él fuera su mundo entero, una mirada que de no estar preso como lo estaba hubiera significado todo para él.

Pero al saber que solo era víctima de un hechizo le respondió acariciando su cabello, desviando la mirada del cuerpo semidesnudo de Tygra, tratando de apaciguar su libido. — No, no puedo dormir.

Tygra sentándose en la cama le pregunto llevando su mano al pecho del león, acariciando su piel desnuda, guiándola en dirección de su sexo, preguntándole con cierto entusiasmo. — Puedo hacerte sentir mejor… ¿Si tú quieres?

Sería tan fácil permitir que la mano de Tygra continuara su camino en dirección de su entrepierna, que lo dejara hacerlo sentir mejor como tan graciosamente lo había dicho, pero no era un monstruo y sosteniendo su mano con fuerza le dijo. — No, no quiero.

Tygra se alejo inmediatamente, su mirada estaba fija en el suelo sin comprender porque Lion-O se comportaba como lo hacía, porque parecía odiarlo tanto. — Duérmete Tygra…

Al ver que se levantaba de la cama y salía del cuarto, Tygra se sintió rechazado por su señor otra vez, sin encontrar que estaba haciendo mal, porque parecía que su mera existencia lo molestaba.

¿Acaso era un mal sirviente? Se pregunto en silencio, sin escuchar ninguna clase de respuesta, ni preguntarse algo más, no era su papel juzgar a su señor.

Tygra recostándose en la cama cerró los ojos e intento dormir, ignorando las pesadillas que tenía cada vez que su señor no estaba cerca de él, la forma en la cual tenía que escuchar el latido de su corazón para asegurarse que estuviera a salvo.

Que ambos estaban a salvo, recordando una época no muy lejana, el trato recibido en las manos de otro amo, el miedo que sentía cada día, por él, por esos niños, por mancharse las manos con la sangre de su querido señor.

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Lion-O al salir de su cuarto intento calmarse, controlar la molesta erección entre sus piernas, debía conversar con alguien, si iba con Panthro, el lo trataría como si creyera que estaba abusando de su poder.

¿Quién podría pensar que un general como él podría preocuparse tanto por los que pensaba estaban indefensos?

No entendía porque se volvió amigo de Grune en primer lugar, no eran nada parecidos.

Lo peor era que si fuera un poco menos recto, tal vez solo un poco menos honorable, si no intentara llevar el nombre de su padre en alto y recuperar lo que perdieron habría cedido ante el incontrolable deseo de poseer a Tygra.

Los mellizos eran solo unos niños y la única opción que le quedaba era Cheetara, cuya puerta estaba tocando antes de que se diera cuenta.

Ella le abrió preguntándole saliendo sigilosamente de la habitación que compartía con los pequeños, no quería despertarlos, últimamente se comportaban de una manera un tanto sobre protectora con Tygra. — ¿Qué ocurre?

Lion-O le respondió casi inmediatamente, sintiéndose un tonto al mismo tiempo que muy culpable por buscarla cuando suponía que Tygra sabia a donde era que iba cuando ya no soportaba la presión. — Es Tygra… otra vez.

Cheetara asintió y camino en compañía de Lion-O escuchando sus preocupaciones, sus constantes temores por abusar de alguna forma del poder que le habían otorgado contra su voluntad.

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Después de algunos minutos Tygra logro dormir como se le fue ordenado aun a sabiendas que con eso llegarían las pesadillas que lo atormentaban cada noche, desde mucho antes de portar la joya que tanto odiaba su hermano.

Siempre comenzaba de la misma forma, el caminaba en las escaleras de Thundera, la que no se parecía en nada a la ciudad en la que nació pero sabía que se trataba de ella, por alguna razón que no alcanzaba a comprender.

Los estandartes tenían los símbolos de las serpientes enroscadas que adornaban el pecho de Mum-Ra, su ropa era negra, parecida a la que utilizaba en ese momento, sin embargo, era una armadura que cubría una buena parte de su cuerpo.

De sus hombros caía una capa de viaje del mismo color, con un cuello de piel gruesa protegiéndolo del clima, en su cabeza podía sentir una corona de delicada hechura, la que no tenía ninguna clase de función aparente.

La guardia del palacio era una mescla de lagartos y felinos, quienes al verlo se agachaban con respeto, saludándolo con algo de miedo, como si esperaran que los atacara por ninguna razón.

Con cada paso que daba en aquella dirección sentía que el peso de su armadura aumentaba considerablemente, las puertas que daban a la sala del trono se abrieron como por magia, dejándolo entrar en una habitación que contenía varios trofeos en ella.

Los chacos de Panthro, el báculo de Cheetara, la flauta de Wilykit y el guante de su hermano.

En el trono se encontraba el rey de la Nueva Thundera, quien al verle inmediatamente se levanto y acercándose a él, rodeándolo con los brazos le pregunto. — ¿Fue un largo viaje gatito?

Tygra le respondió con una sonrisa en su rostro, besando los labios de Grune con aprecio, escuchándose decirle restregando su rostro contra la mano de su rey. — Solo pensaba en regresar contigo Grune.

Grune al escucharle decir eso le sonrió, la corona resplandecía en su cabeza, y dándole la espalda le dijo con placer. — Te tengo un regalo… yo lo habría matado con mis propias manos mi consorte pero supe lo mucho que disfrutarías de este momento.

Repentinamente dos guardias obligaron a un felino a hincarse frente a ellos, era su hermano, parecía severamente lastimado, su melena hirsuta y sus ojos mirándolo con incredulidad. — ¿Qué le has hecho a Tygra?

Grune sentándose en el trono le respondió recargándose en su mano derecha. — Nada que él no quisiera… mátalo Tygra.

Tygra asintió y desenfundo su pistola caminando en dirección de Lion-O, sin dudarlo ni siquiera un instante. — ¿Qué te han hecho?

Tygra le respondió sosteniéndolo de la melena. — Nada…

Lion-O no opuso resistencia, sin embargo, le pregunto con desesperación, observando como él apuntaba su arma en su dirección y comenzaba a jalar del gatillo. — ¿No te das cuenta que es el collar? Tú no quieres hacer esto.

Podía ver que no portaba el collar en su cuello, que actuaba por su propia voluntad. — No lo ves Lion-O… no necesito del collar para obedecer a mi legítimo dueño.

Tygra le disparo en ese momento a Lion-O, un solo movimiento de su dedo y su hermano yacía en el suelo, algo de la sangre salpico su bota, la cual observo con asco.

Grune se acerco a él por la espalda y le susurro al oído. — ¿Te sientes mejor gatito?

Tygra asintió limpiando su bota con el borde de la capa de viaje de su hermano, la cual estaba hecha tirones, guardando la pistola en su cinto, respondiéndole al rey de Thundera. — Mucho mejor… ya nada podrá separarnos.

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Tygra despertó agitado, cerrando los ojos, agradecido de que aquello fuera solamente una pesadilla, tenía que serlo, Lion-O no permitiría que lo alejaran de él, su señor lo amaba o eso pensaba, sus recuerdos eran todos confusos.

Tanteando el lugar en donde Lion-O debía estar recostado se dio cuenta que todavía no regresaba, que debía buscarlo, podría correr peligro y los sueños eran una manera de hacérselo saber.

Sin embargo, su señor le ordeno dormir y eso había hecho, por lo que tal vez podría buscarlo, para informarle que durmió como él le dijo.

Tygra apenas se cubrió con los pantalones de su ropa y salió en busca de Lion-O, su señor podía necesitarlo.

Preguntándose donde podría estar pego su oído en el cuarto de Panthro, escuchando solo ronquidos, poco después observo el interior del cuarto del clérigo, solo estaban los niños, ella no.

Temiendo lo peor, que su señor quisiera alejarlo de su persona como lo había hecho en esos tres días, como lo hacía en su sueño siguió caminando buscándole, utilizando su látigo para hacerse invisible.

Una fuerza lo empujaba en una dirección, esa era la fuerza del collar, que le obligaba a seguir adelante, necesitaba ver a su señor, esa pesadilla había sido demasiado real y debía verificar la seguridad de Lion-O.

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Lion-O caminó en dirección de la salida, necesitaba respirar aire fresco, controlar el remolino de sentimientos encontrados que se habían apoderado de su corazón.

Aquellos que lo hacían sentir enfermo, furioso consigo mismo puesto que su deseo por controlar la voluntad de su hermano comenzaba a ganar terreno, ignorando la culpabilidad que sentía al saber que Tygra era su esclavo.

Esa noche no deseaba nada más que apoderarse de sus labios, borrar cada una de las marcas que Grune dejo con sus asquerosas manos, estaba pensando en violarlo, porque Tygra no estaba en condiciones de negarse a complacerlo.

Cada día se imaginaba a Tygra de rodillas, dándole placer con su boca o trataba de no pensar en cómo se vería en medio del orgasmo, retorciéndose debajo de su cuerpo, gimiendo su nombre con éxtasis.

Lion-O se sentía un monstruo, la clase de criatura que abusaba de la persona que decía amar encontrándole sentido al daño que le hacía, si no hallaba una forma de recuperar a su hermano se convertiría en la misma clase de hombre que era Grune.

Cheetara colocando una mano en su hombro interrumpió sus pensamientos, diciéndole, obligándolo a mirarle a los ojos. — Lion-O… en que puedo ayudarte.

Lion-O dándose la vuelta le pregunto desesperado, temeroso de lo que podría suceder si continuaba aquella situación. — ¿Hay una forma de liberarlo? Dime que Tygra no será como eso siempre.

Cheetara no conocía ninguna forma de liberarlo del hechizo, lo más probable era que Tygra permaneciera toda su vida presa de esa maldición. — Lo siento tanto… no sé, no sé si existe siquiera una forma de salvarle.

Lion-O asintió cubriéndose el rostro con ambas manos, no podía decirle lo mucho que deseaba utilizar el poder que le era ofrecido, como esa piedra lo instaba a usarle como siempre había deseado.

Como tampoco podía culpar a una piedra de despertar los deseos más oscuros de su corazón, aquella criatura era él y eso lo asustaba tanto que no podía estar en el mismo cuarto que Tygra sin sentirse asustado por su bienestar.

Cheetara al ver la desesperación de su rey le pregunto, segura que el que llevaba la mayor parte del peso de la maldición era Lion-O, puesto que era el único que estaba consciente de lo que ocurría. — ¿Te lastima tanto verlo?

Lion-O asintió, suspirando, respirando de manera cansada, sintiéndose derrotado sin comprender porque Cheetara parecía apoyarlo en sus decisiones, aun en sus momentos oscuros. — Sí… no se qué hare si esta pesadilla jamás termina.

Cheetara al ver como su corazón comenzaba a romperse no supo que decirle y sin pensarlo acerco sus labios a los de su monarca, posándolos en ellos con suavidad, como si fueran los pétalos de una rosa.

Lion-O al principio se petrifico, apenas unos segundos, para posteriormente responder a ese beso delicado, cerrando los ojos, hundiéndose en su perfume, fundiéndose con su calor.

Ese beso apenas duro algunos segundos y al abrir los ojos vio a su hermano, el que parecía haberlo buscado al darse cuenta de su ausencia, sus ojos por un momento mostraron alguna clase de emoción, que aunque era dolor era mejor que ese vacío que se había apoderado de ellos.

La ilusión duro apenas unos segundos, tal vez fue la luz de la luna o el reflejo de las lámparas, lo que hubiera sido se perdió en un parpadeo.

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Tygra abrió la puerta con lentitud, demasiado sigiloso para ser descubierto, observando una visión que no pudo creer, que rompió su concentración al verle, haciéndolo visible repentinamente.

Ese era uno de sus temores… y aun así no tenía ningún derecho de contradecir los deseos de su señor de ninguna manera, sólo esperar que no hubiera sido descubierto.

Lamentablemente, Lion-O se dio cuenta que los veía por que inmediatamente alejándose del clérigo pronuncio. — ¿Tygra?

Tygra agachando su cabeza le respondió. — Sí… Lion-O.

Lion-O creyó por un momento que Tygra había regresado, que dentro de poco se marcharía molesto, sintiéndose engañado, sin embargo, permaneció quieto sin hacer ningún movimiento, observándolo fijamente.

Esperando una orden, la cual llego un poco más arisca de lo que pensaba. — Ve a tu cuarto.

Tygra asintió dándole una reverencia, obedeciendo sus ordenes, su rostro impávido, como si no fuera afectado por lo que había visto.

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Lion-O cerrando los ojos, sintiéndose completamente miserable le dijo a Cheetara. — Mi hermano me necesita en este momento… lo siento mucho, no soy lo que mereces.

Cheetara asintió, observando el cielo estrellado, no sabía que la orillo a besar a su monarca, tal vez la esperanza de ganarse su afecto, Lion-O necesitaba de alguien que le apoyara en esos momentos.

Porque no era como Panthro pensaba, no solamente Tygra estaba siendo presa de la maldición, también lo hacía Lion-O y él estaba llevándose la peor parte.

Con cada día que pasaba podía ver que el corazón de Lion-O se rompía en mil pedazos, justo como lo hacía cuando pensó que Tygra había muerto, cuando perdió la esperanza.

Se preguntaba que sentiría Lion-O al ver a un felino orgulloso comportarse como lo hacía Tygra, al ver que su hermano no era más que una sombra de la persona que fue en un principio.

Tenía que admitir que Tygra se merecería el afecto de Lion-O más que ella, aun así, perderlo como lo estaba haciendo no le gustaba, se sentía relegada, rechazada por la persona que amaba.

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Lion-O corrió detrás de Tygra, temiendo que no lo encontraría en su habitación, sin embargo al abrir la puerta vio que apenas estaba cubriéndose con una sabana, estaba recostándose en la cama con una mirada neutra.

Al verle Lion-O se acerco lentamente, teniendo que recordarse que Tygra no haría nada para lastimarlo, que el hechizo seguía atando su voluntad a la suya. — ¿Tygra?

Tygra le miro de reojo pero no dijo nada, recostándose en la cama como le había ordenado.

Lion-O dio un paso más en su dirección intentando llamar su atención, diciéndole. — Tygra, por favor, dime algo…

Tygra le respondió mirándolo a los ojos. — ¿Mi señor?

Lion-O al ver que por fin tenía la atención de Tygra, que le miraba con tranquilidad le dijo acariciando su mejilla con delicadeza. — Perdóname…

Tygra le respondió con una sonrisa en sus labios y una mirada de completa devoción. — No tiene por que disculparse mi señor, si desea estar con ella usted puede hacerlo, mi deber es complacerlo.

Lion-O al escuchar esa respuesta se quedo petrificado, observándolo fijamente a los ojos le dijo con lo que pensó podría ser tristeza. — Se que nunca seré lo suficientemente bueno para usted.

Poco después se recostó en la cama seguro que Lion-O marcharía en busca de Cheetara, él la deseaba, demasiado para poder ocultarlo y durante todo ese tiempo no había hecho más que mostrarle lo mucho que le desagradaba su servidumbre.

Lion-O al escuchar sus palabras sintió que una nueva clase de furia se apoderaba de sus sentidos y repentinamente se dio cuenta que sostenía la muñeca de Tygra con fuerza, dejándole las marcas de sus dedos en su piel. — Aquello… aquello fue un error, no debió pasar.

Tygra ignorando el daño que le hacía con la fuerza de sus manos le respondió mirándolo a los ojos. — Pero usted la desea, usted lo deseo…

Lion-O no pudo decir nada cuando Tygra acaricio con sus nudillos su mejilla, haciéndole recordar una ocasión en la cual eran cachorros, el día que escucho decirle a Grune que no eran hermanos, cuando estaba seguro que su hermano lo abandonaría.

Los brazos de Tygra rodearon su cuerpo, acariciando su cabello con delicadeza, susurrándole al oído con ternura, haciéndolo pensar que por fin le recuperaba — Tu eres mi señor, tienes el poder absoluto que te permite hacer lo que tu desees… yo me encargare de eso, te daré las herramientas para que obtengas lo que deseas, aunque yo no sea eso.

Lion-O escucho esas palabras sintiendo que Tygra recargaba su frente en su melena, enfureciéndolo al darse cuenta que el hechizo seguía presente, que su hermano no había regresado a él. — ¿Mi señor?

El joven león sentía tanta furia que comenzó a temblar pronunciando. — No…

Tygra al escucharlo intento mirarlo a los ojos, siendo rechazado por Lion-O quien lo empujo con tanta fuerza que lo tiro al suelo diciéndole, apretando los ojos, entrecerrándolos con furia. — ¡No vuelvas a mentirme! ¡No te atrevas a mentirme!

Lion-O alejándose de Tygra pronuncio aun apretando los dientes. — ¡No te atrevas a actuar de esa forma! ¡Convencerme que eres mi hermano para después decir esas estupideces! ¡Tú jamás dirías algo así!

Tygra no intento levantarse del suelo, simplemente se quedo mirando las hendiduras de la madera pronunciando con apatía. — No somos hermanos mi señor…

Aquellas palabras eran una pesadilla vuelta realidad. — No es cierto, nosotros somos hermanos…

Tygra le respondió aun en el suelo. — No somos hermanos mi señor, los hermanos no sienten lo que nosotros sentimos, esto no puede ser amor fraternal.

Lion-O retrocediendo algunos pasos intento ordenarle que se callara, pero Tygra continuo diciéndole. — Lo que yo siento por ti no puede ser amor fraterno, lo único que deseo es satisfacerte en todos los aspectos…

Tygra intentando acercarse a él, siendo rechazado por el león que retrocedió varios pasos finalizo, alejando su mano de la pierna de su señor. — Aunque sé que jamás podre lograrlo…

Lion-O se acerco algunos pasos a Tygra, quedándose a pocos centímetros, el rostro de su hermano estaba agachado, si pudiera hacerlo lloraría al saberse repudiado, al ver que su señor no lo deseaba.

El tigre esperaba escuchar los pasos que le indicarían que su amo se alejaba de su presencia cuando sintió que la mano de su señor se posaba en su cabeza con suavidad, a pesar de la fuerza del hechizo Lion-O sabia que le hacía daño a Tygra, que no podía continuar rechazándolo por más tiempo.

Repentinamente la puerta de su cuarto se abrió, Tygra estaba hincado frente a Lion-O, quien tenía una mano en su cabeza, su muñeca parecía estar fracturada, gruesas marcas se formaban en la piel delicada del tigre.

Panthro al entrar se quedo petrificado, sin poder creer lo que le decían sus ojos, olvidando la información que había encontrado, la que deseaba informarle a los dos jóvenes, pensando que eso podría animarlos de alguna forma.

Mucho más al joven león que parecía sumamente afectado por el hechizo del que era preso su hermano. — ¡Qué demonios está pasando aquí!

Antes de que Lion-O pudiera responderle Panthro estaba a su lado, ayudándole a levantarse a Tygra, observando las nuevas marcas de su muñeca preguntándole furioso. — ¿Qué diablos le estás haciendo?

Tygra se soltó de la mano de Panthro respondiéndole, acercándose a Lion-O, quien retrocedió unos cuantos pasos. — Lo que haga conmigo es su derecho…

Lion-O retrocediendo algunos pasos le respondió a Panthro, manteniendo alejado a su hermano de su cuerpo, furioso con su comportamiento y mucho más molesto consigo mismo por haberlo lastimado. — Nada…

Tygra se mantuvo alejado de Lion-O mirándole resignado, conociendo perfectamente que su señor no apreciaría que intentara silenciar a Panthro, aunque este no tuviera ningún derecho de hablarle de aquella forma.

Panthro se cruzo de brazos arqueando una ceja, esperaba respuestas, algo mucho más complicado que aquello que había dicho. — Yo… no se qué hacer… no soporto verlo de esa forma, es como si Grune hubiera logrado su propósito… nos separo aunque estamos en el mismo lugar, aunque pudiera tocar su cuerpo él no es Tygra.

Panthro se rasco la cabeza, escuchando como Lion-O le decía tratando de alejarse de Tygra. — Puedes cuidarlo esta noche… quiero tranquilizarme un poco.

Tygra le observaba curioso cuando repentinamente le ordenaron. — Quiero que obedezcas a Panthro hasta que yo llegue, Tygra…

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Panthro asintió suspirando al ver que Lion-O dejaba a Tygra solo en ese cuarto y que el tigre simplemente se sentaba en la cama esperando escuchar órdenes, acercándose al príncipe le pregunto. — ¿Tienes con que pueda revisar esa herida?

Tygra le dio los materiales que necesitaba para atender su muñeca, la cual por fortuna no estaba rota o eso le dijo el general, intentando ignorar las viejas marcas, todo lo que Grune le había hecho.

El príncipe permitió que vendara su muñeca y al sentir que se levantaba para sentarse en una silla que obviamente era demasiado pequeña para él, comento casi en un susurro. — No quiero regresar con Grune…

Panthro se detuvo por algunos momentos mirándolo confundido, para preguntarle poco después, rascándose la barbilla. — ¿De qué rayos estás hablando?

Tygra cubriendo su rostro con ambas manos le respondió. — Lion-O me odia, no sé que he hecho para molestarlo tanto y en realidad intento complacerlo pero cada vez que lo intento él me rechaza… tengo miedo que me ordene regresar con Grune.

Panthro cubriendo su rostro con su mano le respondió, intentando tranquilizar a Tygra, la idea de que Lion-O hiciera que su hermano regresara con Grune era imposible, solo una persona tan afectada como lo estaba el tigre podría pensarla. — Lion-O mataría a Grune antes de que intentara tocarte un cabello, créeme cuando te digo que no regresaras con él jamás.

Tygra no parecía convencido, sin embargo, se levanto del suelo y se recostó en la cama, cerrando los ojos, temeroso de dormir sin Lion-O acompañándolo.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Lion-O sentía la necesidad de alejarse de su hermano, estaba tan cansado de lidiar con su culpa y con sus deseos que pensaba que ya no podría seguir adelante, todavía tenía la esperanza de recuperar a Tygra pero cada hora que pasaba la desvanecía como si aquello acompañara a la maldición.

Leo era mucho más fuerte que él al sobrevivir la maldición del collar en la persona que amaba, verlo seguir las órdenes de Mum-Ra como una marioneta.

Si tan siquiera tuviera su valor, se dijo en voz baja, sentándose debajo de un árbol enfrente de un lago que parecía demasiado quieto, tan tranquilo como el cielo que carecía de cualquier clase de nube.

Como lo hacía Tygra cuando dormía a su lado, su rostro era hermoso cuando dormía, sus facciones relajadas, su cabello pegado a su cabeza, le hacían recordar las viejas épocas cuando eran niños.

Cuando a veces lo dejaba dormir en su cuarto, en especial el día que pensó que Grune se llevaría a Tygra y que jamás volvería a verle.

Cerró los ojos tratando de dormir un poco pero no dejaba de pensar en la mirada de su hermano, el profundo deseo reflejado en sus hermosos ojos de color avellana, su piel brillando con la luz de la luna, sus rayas, el olor de su piel, cada parte de su cuerpo era deseable.

Tygra era tan hermoso físicamente como lo era en el interior, su frescura, su valentía, su seguridad, su piedad, la que siempre mostraba con los niños, lo hacía demasiado deseable, era una joya que muchos querrían poseer.

Que Grune intento robarle, que mancillo con sus sucias manos, cuyo aroma se había borrado de su piel pero aun así Lion-O quería asegurarse de que nada de esa bestia quedara sobre su hermano.

Intercambiando el aroma del general por el suyo, borrando las marcas, dejando solamente en su alma las muestras de sus caricias, Tygra no debía ser tratado con tanta fuerza, debía ser idolatrado, cuidando de nunca lastimarlo ni marcarlo como si se tratase de un objeto, tal vez una mascota.

La verdad era que Lion-O deseaba a su hermano con tanto ardor que solo le evitaba reclamarle la idea de que lo odiaría cuando por fin se recuperara, que pensaría que era igual a Grune, abusando del poder que tenía sobre su vida.

Estaba cansado, demasiado tenso para poder continuar evitando caer bajo el embrujo de su hermano, si seguía en ese cuarto le mostraría cuanto lo deseaba, besaría esos labios, acariciaría esa piel, se fundirían en uno solo.

Lion-O se preguntaba cómo se vería Tygra en medio del orgasmo, como se escucharían sus gemidos y que se sentiría estar rodeado por su cuerpo, oler su aroma, sentir su sexo atrapado entre sus cuerpos.

Cerró los ojos para intentar controlarse, no había abandonado a Tygra solo para poder fantasear con poseerlo, aunque la idea de tenerlo entre sus brazos era demasiado tentadora.

Al abrirlos no vio el calmado paisaje que lo rodeaba con anterioridad, en vez de eso pudo ver la oscuridad, la nada, el mismo sentimiento de tristeza y soledad lo invadió, Lion-O se movió recordando haber estado en ese lugar con anterioridad.

Era la dimensión en donde Leo le dijo que no perdiera la esperanza, que no permitiera que Mum-Ra ganara esta vez y como en aquella ocasión, el comandante del pasado, el primer rey de Thundera ya lo esperaba donde estaba el espejo que le dejaba ver el exterior.

Su mirada por un momento era impenetrable, por un momento parecía dudar en lo que le diría, sin embargo, toda duda termino por una expresión de absoluta furia dirigida hacia su persona.

Leo furioso como estaba voló en su dirección y lo sujeto con fuerza del cuello de la ropa diciéndole. — ¡Pensé que serías diferente!

Lion-O no intento liberarse sin comprender a que se refería Leo, por qué razón lo atacaba. — Pensé que lo dejaba en las manos correctas…

El joven león le respondió comprendiendo de quien le hablaban, pero no la molestia en su antepasado, en el trozo de su alma que se negaba a olvidar al capitán Tygus. — Yo lo estoy cuidando.

Leo dejándolo ir le respondió, su melena moviéndose como por el efecto de un viento imaginario, su expresión una mezcla de enojo y melancolía. — Lo tratas como si fuera una carga…

Lion-O le respondió a su antepasado, seguro que su trato a Tygra no había sido el mejor, pero no quería obligarlo a hacer algo que no quisiera, no quería abusar de su poder. — No soporto verlo así… ese no es mi Tygra.

Leo le pregunto entonces, con los ojos llenos del pasado, recordando todas las ocasiones que vio a Tygus servirle a Mum-Ra, como su esclavitud puso su vida en peligro demasiadas veces para poder contarlas y al final se la robo. — En verdad no comprendes la suerte que tienes, Lion-O… si lo hicieras no lo tratarías como lo haces.

Lion-O no creía que ser el receptor de dicho control era tener suerte, de haberla tenido jamás le habrían robado a su hermano. — Yo no llamaría suerte a lo que nos paso.

Leo le respondió inmediatamente sujetando a Lion-O de los brazos, su rostro contorsionado en una mezcla de desesperación e incredulidad. — ¿Preferirías que Tygra obedeciera a Mum-Ra? O Tal vez ¿A ese tigre dientes de sable?

Lion-O negó aquello con un movimiento de la cabeza, verlo en los brazos de otra persona, mucho más Mum-Ra y Grune, recibiendo sus caricias debía ser la peor pesadilla que jamás podría tener, aun peor que Tygra dependiendo de sus decisiones. — Eso no…

Leo adivino su respuesta, ver a Tygus tan alejado de sí mismo, recordar que aquella persona era el orgulloso capitán, el felino compasivo del cual se enamoro habría sido indescriptible, pero lo habría preferido a verlo depender de Mum-Ra, obedecerle ciegamente, ignorando su existencia. — Ponte en mi lugar… ¿Qué crees que sentí cuando me di cuenta que Mum-Ra se había robado a Tygus? ¿Qué lo había alejado de mí para siempre?

Leo no dejo que Lion-O le interrumpiera, no cuando tenía que hacerle entender que había tenido suerte al ser el receptor del hechizo, que Tygra estaría seguro a su cuidado, asegurarse que lo amaba, que lo cuidaría como debía hacerlo. — Todo porque… porque se atrevió a salvar mi vida en vez de la suya…

Ese fue el único error que cometieron, que Tygus realizo, salvarlo, mostrarle lo mucho que significaba para él, lo necesario que era para poder continuar con su vida, aun recibiendo las ordenes de una criatura que odiaba. — Mum-Ra sobreviviría a ese golpe, yo no, cualquier soberano se daría cuenta de eso.

Tygus tenía razón cuando le decía que no debían arriesgarse, que debían detener esa locura antes de que Mum-Ra se diera cuenta, jamás comprendió el miedo del mayor hasta que fue demasiado tarde. — Pero al atrevernos a enfocar nuestra atención en alguien más decidió que debíamos pagar nuestra impertinencia…

Hasta que lo perdió en las manos de su señor, uno al que Tygus jamás se atrevería a cuestionar. — No sabes cómo te envidio, en verdad… tú tienes la vida que yo jamás tuve, que desearía vivir…

Tal vez habría sido mejor que se separan, unirse cuando por fin Mum-Ra hubiera sido derrotado, pensó que no podría sobrevivir sin su amado Tygus, que su vida sería una pesadilla al verle durante cada misión, sabiendo muy bien que no podía alcanzarlo. — El me pedía esperar el momento en el cual Mum-Ra nos desechara, que encontrara dos nuevos favoritos, que tal vez con mucha suerte lograríamos encontrar una forma de escapar de la nave, encontrar un planeta en donde podríamos vivir como quisiéramos…

Pero no lo escucho, no creyó que pudieran separarlos, jamás imagino lo que el destino les deparaba y su falta de predicción le costó la vida de su amante. — Tal vez sin Mum-Ra habríamos sido felices… después de la rebelión podríamos estar juntos, pero no… no pude esperar, no quise hacerlo y eso me costó su vida.

Lion-O estaba a punto de pronunciar que lo sentía cuando Leo le advirtió mesándose el cabello, recordando que no se podía hacer nada por su tigre, pero que otro mucho más joven, que era presa de un hechizo necesitaba ayuda, una que no llegaba de la persona que decía amarlo. — Podrías cuidarlo si quisieras, pero que haces, solo te enfocas en tu propio sufrimiento, eres un rey… tu deber es procurar a tu pueblo de bienestar, mucho más a las personas que amas y rechazas el afecto que Tygra siente por ti.

Lion-O le espeto en ese momento, recordándole que era presa de un hechizo, que lo que dijera Tygra no era verdadero, que no podría abusar de su poder y darle cualquier clase de orden, besar sus labios, acariciar su cuerpo, eso significaba violarlo en más de una forma. — ¡El está atrapado en su propio cuerpo! ¡Lo que dice no tendría sentido para él si no lo estuviera!

Leo le corrigió inmediatamente, después de pasar años buscando la forma de liberarle, en cada una de las culturas que poblaban esa nave, en la computadora central, en las leyendas, aun en la poca información que Mum-Ra le daba solo para reírse de su sufrimiento. — Tal vez no sería tan sumiso, eso es cierto…

El collar funcionaba de manera diferente en cada una de sus víctimas, podrías responder como Tygus, como un autómata al recibir las órdenes de la persona que obedecías, siempre y cuando esta persona no significara nada para ti.

En algunos casos afortunados el collar aun ataba la voluntad de la victima a su amo, pero si el sentimiento era autentico, si acaso había amor antes de ser maldecido, aquellos sentimientos eran magnificados de tal forma que parecían una pesadilla.

Lion-O le miraba con cierta esperanza, deseoso de escuchar lo que Leo quería decirle puesto que el comandante parecía llamarlo solamente cuando la ocasión lo ameritaba y la seguridad de su hermano lo hacía. — ¿Qué?

Leo conocía la forma de liberar a Tygra del hechizo pero solo una persona con una fuerza de voluntad tan fuerte como el maleficio podría lograrlo, de lo contrario, el joven tigre sería asesinado por la persona que pensaba amarlo.

Necesitaba asegurarse primero, sabía que Lion-O amaba a Tygra, pero no sabía qué tanto, sí el ardor que sentía por el se parecía al que tuvo por Tygus, si daría su vida por la de su hermano o solamente era una ilusión.

Leo estaba a punto de decirle lo que sabía, como destruir la maldición, sin embargo, pensó que lo mejor era aguardar un poco, cerciorarse que sentimiento era mayor, la posesividad o el amor, dos sentimientos unidos por una balanza en la cual la ira, la posesividad y la venganza comenzaban a ser mucho más pesados. — Pero no se comporta como Tygus lo hacía con Mum-Ra, mi amor nunca demostró ninguna clase de sentimiento, ni celos ni tristeza, nada, las pocas veces que parecía ser el mismo era cuando yo le hablaba directamente, cada vez que lo veía estaba furioso y yo sé porque era eso.

Leo creía saber la razón que llevaba a Tygus a odiarle de esa forma, porque otra razón lo haría más que saber en el fondo que fue su culpa que lo condenaran a esa maldición, que su amor se hubiera convertido en odio. — Mi amor sabía en el fondo que yo tuve la culpa, que mi Tygus seguiría libre de haber tenido más cuidado…

Lion-O sintió que Leo comenzaba a perder el control de aquella dimensión, que ya no podía mantenerlo consigo por más tiempo y al darse cuenta que su dolor era tan grande que no podía controlar el oscuro rincón en donde se había encerrado a si mismo le dijo, sin mirarle directamente, con la voz quebrada. — No permitas que te pase lo que a mí me paso Lion-O… por favor.

Lion-O abrió los ojos, vio el cielo claro y el agua cristalina, estaba seguro que solo habían pasado algunos segundos, justo como las otras dos ocasiones.

Por un momento pensó en continuar fuera del refugio que habían encontrado, sin embargo, las palabras de Leo, la tristeza que reflejaba, que se sentía en el ambiente lo hicieron reflexionar.

Su antepasado tenía razón, Tygra no era el culpable de aquella maldición, lo era Grune, lo era Mum-RA y lo era él mismo por no poder protegerle cuando más lo necesitaba, aun así lo trataba como si fuera una carga, como si fuera nada más que una molestia.

Tygra no se merecía eso, no cuando había sido secuestrado y utilizado por Grune, cuando lo único que intentaba era complacerlo.

Así que respirando profundamente se levanto con rapidez, debía pedirle perdón, rectificar sus acciones, por que se daba cuenta que si bien su hermano le reprocharía haberlo utilizado como un objeto, tampoco le perdonaría la forma en la cual le había rechazado.

Deteniéndose algunos segundos deseo golpearse a sí mismo con fuerza, había sido un completo idiota, ignorando las necesidades de su hermano por culpa de su sentimiento de culpa.

Si Tygra regresaba a él, si lograba recuperarlo no podría mirarlo a los ojos.

Lion-O sacudió su cabeza, intentando borrar la duda de su corazón, no era momento para lamentarse, debía ser fuerte, tenía que proteger a Tygra, tenía que salvar su alma, su corazón de la oscuridad que se lo estaba llevando.

Al ingresar en el cuarto donde suponía que Panthro cuidaba de su hermano, le vio sentado en un sillón recargado en su brazo izquierdo, sus ojos estaban cerrados, pero al entrar le dijo. — Piensa que lo entregaras a su antiguo amo, Lion-O…

Lion-O al principio no dijo nada, ¿de qué amo estaba hablando? Deteniéndose en el marco de la puerta, observando la silueta de Tygra durmiendo en su cama, abrazando una de las almohadas, sus ojos cerrados, durmiendo por fin.

Panthro cuando no escucho que le respondían volvió a decirle levantándose del sillón. — Piensa que ha hecho algo mal, que se ha ganado tu desprecio y que lo harás regresar con Grune…

¡Debía estar bromeando! Pero no lo hacía, su hermano era incapaz de hacer eso, no en el estado en el que se encontraba.

Panthro colocando una mano en su hombro le dijo con pesar, maldiciendo como nunca antes a Grune, preguntándose una vez más como el tigre dientes de sable había logrado caer tan bajo. — Ese collar es la peor maldición que jamás haya visto.

Lion-O le respondió inmediatamente. — Jamás pensé siquiera en darle la oportunidad a ese monstruo de tocar a mí hermano.

Panthro asintió, su mirada era dura, parecía molesto con él, como no estarlo si le había prometido a Claudius proteger a su primer hijo y él también había fallado. — Eso, Lion-O, debes decírselo a él, no a mí.

Lion-O dejo que Panthro saliera de su habitación y camino en dirección de Tygra, quien seguía plácidamente dormido en su cama o por lo menos en apariencia, ya que al acercarse se despertó.

Por un momento parecía que quisiera comprobar que se trataba de él, pero probablemente recordando el maltrato que había sufrido en sus manos, las órdenes de no acercársele permaneció quieto, apretando las cobijas con sus manos.

Lion-O sentándose en la cama acaricio la mejilla de Tygra con delicadeza, sosteniéndolo con cuidado del mentón dirigió su rostro al suyo, por un momento se quedo sin palabras, que podría decirle que no sonara vacio, que le mostrara que lo sentía, que estaba avergonzado por la forma en que le había tratado esa semana.

Tygra estaba en el interior de ese cuerpo, seguía siendo su hermano y lo recuperaría, aunque tuviera que obligar al viejo saco de huesos a decirle la forma de hacerlo.

Ese era su deber y su destino, ahora se daba cuenta. — Perdóname Tygra… no sabes cuánto tiempo desee poder recuperarte, cuanto sufrí cuando pensé que habías sido asesinado.

Tygra se mantenía en su lugar, mirándolo de reojo. — Pero la forma en la cual actúas me duele tanto…

Lion-O sintió que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, estaba tan arrepentido por sus acciones. — Que sólo quiero que no lo hagas más, que regreses a ser tu mismo…

Lion-O por un momento creyó que aquellas palabras eran inútiles, que Tygra no las estaba escuchando. — No sabes que tan alegre estoy de tenerte de vuelta, pero nunca pensé que regresarías a mí de esa “forma” pero supongo que debo conformarme con tenerte conmigo.

Tygra no se movió, no dijo nada, solo permaneció inmóvil en la cama, pero sus ojos brillaban de una forma conocida y sus labios lentamente se convertían en una sonrisa, estaba escuchando cada una de sus palabras.

Lion-O al darse cuenta que no todo estaba perdido lo rodeo con sus brazos, abrazándolo con fuerza, como si intentara volverse uno con su hermano, pronunciando antes de besar sus labios con pasión, con un sentimiento que lo lleno de regocijo. — Te amo tanto… no sabes cuánto.

Tygra le pregunto en ese momento, sus mejillas pintándose de un hermoso color rojizo, mirándolo directamente a los ojos, estaba esperanzado, deseoso de ser aceptado. — ¿Puedo tocarte?

Lion-O asintió sin siquiera pensarlo, no podría negarle nada a Tygra, no después de lo que había hecho.

Al recibir una respuesta afirmativa Tygra rodeo su cuerpo con sus brazos, aferrándose a su cintura, escondiendo su rostro entre su cuello y su hombro, pronunciando con delicadeza. — Yo te amo tanto… tal vez más de lo que tú lo haces.

Lion-O aferrándose a Tygra, cerró los ojos, gruesas lágrimas resbalaban de sus mejillas, necesitaba escuchar esas palabras, saber que Tygra seguía vivo, dándole esperanzas para poder recuperarlo.

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Oficialmente esta historia se ha vuelto un Lion-o/Tygra…

Oficialmente y con solo un voto en contra Grune tendrá primero al príncipe.

Oficialmente con 5 votos en contra Lion-O no buscara consuelo con Cheetara.

Oficialmente con 4 votos a favor de Lion-O, Tygra lo vio primero…

Otra pregunta: quien quiere que Lion o caiga bajos los encantos de Tygra.

También les pido que vayan y voten en el poll, en mi página de usuario de fanfiction net, me harán la persona más feliz del mundo.


Saludos.

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