Prologo…
Todos se mantenían agachados con la cabeza en el suelo, escondida entre sus brazos extendidos, dando gracias y alabando, la ceremonia estaban a punto de iniciar, y lo novios ya se hallaban en frente del Anciano Mayor.
“Tributemos elogios a Dios, que es el Soberano de todos los mundos, al Dios de misericordia, al Soberano del día de la justicia; a Ti es a quien adoramos, sólo de Ti esperamos protección. Guíanos por caminos rectos, por los caminos que recorren los que TÚ colmas de Gracia, no por los caminos que siguen los que dan motivo a tu cólera y andan extraviados.”
Repetían los presentes, sin cambiar de posición.
El templo era enorme, y la luz lo invadía todo en absolutos, por las múltiples ventanas puntiagudas que adornaba la estructura, dejando al descubierto a los súbditos iluminados por el reflejo de las paredes blancas en sus vestiduras del mismo color.
“En cuanto a los incrédulos, les es igual que les aconsejes como que no les aconsejes; nada creen: el sello de la infidelidad tienen grabado en el corazón y en los oídos; sus ojos ven tinieblas y les espera terrible castigo”
Continuaba la ceremonia, en el más absoluto silenció, ni una voz fuera de las pronunciadas por el anciano era oída el recinto.
“No os caséis con mujeres idólatras hasta que sean creyentes. Una criada musulmana vale más que una gran dama idólatra.”
Wolfram simplemente inhalo de manera casi impredecible por parte de los extraños, pero no para el hombre que tenia al lado.
-¡Compórtate!-dijo en voz baja, en te la mirada del anciano, que los observaba analizando la razón para tal ofensa.
“Podéis divorciaros dos veces de vuestra mujer, pero si os divorciáis la tercera, la despedís para siempre; la retendréis con humanidad, o la despediréis bondadosamente. No es licito quedaros nada de lo que le dierais.”
Nuevamente todos se pusieron de pie, y repitieron
“Alabado, alabado sea el maestro…”
“Alabado, alabado sea el profeta…”
“Las mujeres honestas deben ser atentas y obedientes, hasta cuando estén ausentes sus maridos. Si son prudentes, absteneos de moverles la menor cuestión; pero si tenéis alguna con ellas, escoged para que la decida un árbitro de su familia y otro de la vuestra.”
Las voces se oían en respuesta:
“Alabado, alabado sea el maestro…”
“Alabado, alabado sea el profeta…”
El anciano después de continuar con el ritual de matrimonio, se hacerlo al rubio y a su ahora esposo:
-con esta cinta represento la unión entre ambos, con estas palabras manifiesto el acto y ante su presencia sello esta unión.
Wolfram miraba de un lado a otro sin mover su cabeza, no tenía sentido esconder su temor y desagrado ante su ahora compañero de vida, esperaba algo, un terremoto, el fin del mundo… algo que detuviera este acontecimiento al cual había sido obligado (siendo hombre). Pero nada.
Quien una vez le profeso amor eterno simplemente no había llegado, los que prometieron protegerlo, lo habían traicionado y entregado a manos de ese hombre.
Todos se pararon y salieron del templo, al igual que Wolfram guiado por su marido. Les esperaba la fiesta de bendición en casa de este, que ahora sería su nuevo hogar.
Cerró los ojos resignado, ya no podía hacer nada, solo esperar que el tiempo se apiadara de él y su marido no resultara una bestia como los rumores indicaban.
Levanto la cabeza, para ver mejor a todo, porque con aquel velo no podía ver casi nada, los diviso y finalmente. Lo diviso a él.
Yuuri estaba parado al frente del templo, esperando, acompañado por su hermano y otra mujer.
El cuerpo del rubio se detuvo, ante la mirada de rencor que le dedicaba su ex amor, no comprendía porque, si era él el traicionado, porque debía ahora recibir ese trato, después de todo, él no hizo nada para detener esa boda, solo quedarse parado.
En el reino de Shesad, el Doncel había sido entregado al nuevo rey, todos festejaban y desde ese día esperaban la concepción del nuevo Profeta que debía nacer del vientre de quien fue elegido sin el pecado de la tentación.
Así mismo lo mandaba el libro sagrado: الفجر الجديد (Nuevo Amanecer), que contenía las profecías de la llegada del nuevo profeta, que abriría las puertas del cielo antes de la llegada del destructor.
Los ojos del rubio se cerraron esa noche al entregarse a ese hombre sin poder oponerse a los designios de su destino escrito en su nacimiento.
Las sabanas machadas fueron expuestas por la madre del doncel reafirmando la pureza de su hijo, continuando con la tradición.
Solo un pelinegro miraba furioso los acontecimientos ocurridos sin poder reclamar nada ante la frenética multitud entusiasmada por lo acontecido.
Shesad, era un país de locos, Se decía. Caminando fuera de esas calles para después abandonar tan horrible lugar, donde las mujeres y el doncel no tenían voz ni voto, y todo giraba en torno a mentiras absurdas de un libro escrito por… ¿quién sabe?
Tomo sus maletas y subió al avión, no sin antes mirar hacia atrás y susurrar el nombre de aquel que tantos sentimientos despertó en su corazón.
-Sayonara, Wolfram.