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Just A Little Favor por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Hola (: 

Kibum sintió que derrochó su amor en cada postre que preparó esa noche. Se sentía como la noche más especial y a la vez, la más miserable de su vida.

 

 

 

Estaba enamorado de Choi Minho, pero esa no era su vida.

 

 

 

Decidió que dejaría el remordimiento y culpabilidad para otro día y disfrutó entonces de esa noche con Minho.

 

 

 

Sintió que los besos eran más románticos y sinceros, que los te quiero que escaparon a cada segundo de sus labios eran más especiales y reales. Las manos de Minho sobre su cuerpo se sentían diferentes, diferentes en una mejor manera.

 

 

 

Era como una burbuja frágil a punto de romperse. Kibum sabía que de alguna u otra manera, la ruptura llegaría. Era como si darse cuenta de lo enamorado que estaba de Minho, abriera todas las posibilidades para acabar todo. Más rápido, y más doloroso.

 

 

 

Y cada que esos pensamientos atravesaron su mente, Kibum se obligó a ignorarlos. Se obligó a hacerlo, porque necesitaba disfrutar ese día, y todas las que vinieran. Se obligó a hacerlo y a pensar alguna manera de salvar lo que tenía con Minho.

 

 

 

Taemin rondaba en su cabeza, pero esta vez de una manera diferente. Esta vez pensaba en Taemin y todas las posibilidades para romper el trato con él, sin que se diera cuenta de sus sentimientos. Parecía imposible, pero estaba dispuesto a intentarlo.

 

 

 

Las ideas invadían su mente rápidamente. Pensó de todo, desde abandonar su puesto en la compañía de su madre, cambiar de dirección y alejar de una manera más segura a Dongwoon. Pensó en hacer de su vida con Minho la única y la real.

 

 

 

—¿Sucede algo, Kibum?—Escuchó la pregunta de Minho, mientras sacaba del horno el último de sus postres. —Estás muy callado.

 

 

 

El subió la mirada y encontró la de Minho. Decidió que Minho era perfecto. Decidió que ese hombre merecía todo su amor y nada menos. Decidió hacerlo feliz y buscar la manera de no lastimarlo ni un segundo más.

 

 

 

Entonces sucedió. Las palabras explotaron dentro de él. Estallaron tan rápidamente que por un segundo se perdió.

 

 

 

Di la verdad. Dile la verdad.

 

 

 

Abrió la boca porque estaba seguro que lo haría y la cerró de nuevo cuando se dio cuenta que era un cobarde. No podía decirle, no cuando la posibilidad de ser desechado de esa vida era tan fuerte.

 

 

 

Minho le sonrió del otro lado de la habitación. No la sonrisa fantasiosa y perfecta que usaba en películas y publicidad. Era la sonrisa encantadora y no perfecta que era para él y sólo para él. Lo amó un poco más. Sólo un poco más.

 

 

 

Y entonces le sonrió como si ninguna preocupación pasara por su mente. Minho le sonrió de nuevo, esta vez de manera infantil, mientras su dedo encontraba el camino hacia el merengue de los pastelillos. Kibum golpeó su mano suavemente, alejándolo de la comida.

 

 

 

—Sólo pensaba. —Murmuró, mientras decoraba los pastelillos.

 

 

 

—¿En qué?

 

 

 

Minho rió divertido cuando golpeó su mano de nuevo. Kibum lo miró, Minho estaba curioso.

 

 

 

Kibum pensó en decirle que pasaba por su mente. En decirle cuánto lo estaba amando en ese momento. Cuanto necesitaba de sus besos y de sus abrazos.

 

 

 

—Sólo en…—Calló antes que el ‘te amo’ escapara. Era muy pronto, decidió, y aún tenía problemas por arreglar. —Lo agotador que ha sido el día.

 

 

 

La sonrisa de Minho se borró y la preocupación se reflejó en sus ojos. Dios, lo amaba, con las sonrisas y las miradas. Con sus cambios de humor y sus besos. Y se sintió culpable de nuevo, se sintió mal mintiéndole a esa persona que no lo merecía en lo absoluto.

 

 

 

—Tal vez deberías dejar esto. —Señaló los pastelillos sin decorar. —Vamos a la cama.

 

 

 

Extendió su mano y Kibum olvidó los pastelillos un momento. Tomó la mano de Minho y  sintió su mano siendo envuelta. Parecía como si nada pudiera romper la burbuja, justo en ese momento con las manos entrelazadas.

 

 

 

Caminó el espacio que los separaba y entonces besó a Minho. Los besos de Minho sabían dulces, sus labios parecían los pastelillos que quedaron olvidados en la mesa, eran suaves y dulces, esponjosos y perfectos.

 

 

 

Como mariposas en el estómago, la misma sensación que estar en las alturas y después bajar de un sólo golpe. Como perfecto y correcto. Y la vez malo y sin final feliz.

 

 

 

—Te extrañé. —Susurró contra sus labios, sin despegar sus bocas del todo, sintiendo sus respiraciones mezclándose. Convirtiéndose en uno. —Todos estos días, no hubo momento en que no lo hiciera.

 

 

 

Miró a los ojos de Minho, nublados por el deseo y el cariño, mezclándose suavemente. Kibum quiso darle todo en ese momento y decidió hacerlo sin pensar en las consecuencias. Estrelló su boca contra la de Minho una vez más y aceptó su amor ahí. Necesitaba sentir a Minho, necesitaba no sólo sus besos en su boca, si no en cada parte de su cuerpo.

 

 

 

Sin pensarlo, sus manos viajaron hasta la camisa de Minho y los botones, rápidamente, cedieron a sus dedos. Sintió también las manos de Minho en su cintura, por debajo de la ropa, dejando rastros calientes a cada paso. Se sintió realmente bien hacer lo que él quería y no lo que otros querían.

 

 

 

La piel de Minho era cálida y perfecta. Sus dedos amaron la sensación de su piel y sus labios sonrieron contra la boca de Minho. Terminó sobre la mesa y con las piernas en las caderas de Minho, sus labios juntos y sin querer separarse.

 

 

 

La camisa de Minho fue lo primero en desaparecer y después le siguió su propia ropa. La sensación de piel contra piel era lo mejor y Kibum pasó la mano por cada parte de piel de Minho, recorriendo y memorizando cada parte sensible.

 

 

 

—Necesito. —Murmuró contra el cuello de Minho. —Necesito más, Minho.

 

 

 

Minho parecía escucharlo, pero no hizo lo que pidió. Lo separó entonces de su cuerpo y tomó su rostro entre sus manos. Kibum lo miró, perdiéndose en su mirada y rogando también que le diera lo que necesitaba.

 

 

 

—Tengo que detenerme ahora. No podré hacerlo después.

 

 

 

—No quiero que te detengas. —Atrajo a Minho de nuevo a sus labios y mordió suavemente.

 

 

 

—¿Estás seguro?

 

 

 

—Completamente.  

 

 

 

Cuando sus labios se encontraron de nuevo y las manos de Minho viajaron por todo su abdomen, decidió que todo era correcto.

 

 

 

 

 

 

 

—Kibum, los panecillos de vainilla se han agotado. ¿Tenemos más?

 

 

 

—Iré por más.

 

 

 

Kibum caminó hacia la cocina y tomó los, recién salidos del horno, panecillos. Él caminó con una sonrisa hacia la parte delantera de la cafetería y dejó los panecillos en el mostrador.

 

 

 

—Gracias. —Jinki sonrió y Kibum lo hizo también. Bajó la mirada y continuó acomodando los panecillos en el mostrador.

 

 

 

—Quiero dos de vainilla. —Kibum paró todo movimiento cuando reconoció la voz. —Y también quiero dos de esos que parecen un arcoíris.

 

 

 

Cuando Kibum subió la mirada se encontró con la sonrisa de Taemin y entonces todo se volvió borroso.

 

 

 

Taemin borró la sonrisa de su rostro cuando sus miradas se encontraron, y el corazón de Kibum latió más rápido de lo normal, con miedo. Mucho miedo.

 

 

 

—Taemin. —Susurró el nombre, como si fuera una palabra extraña. Taemin abrió los ojos y después los entrecerró hacia él, mirándolo mejor, deduciendo.

 

 

 

—Kibum. —Asintió hacia él, mirando a ambos lados después. Lo miró de arriba hacia abajo y después miró la cafetería arrugando la nariz sólo un poco.

 

 

 

—¿Se conocen?—Jinki sonrió, ajeno al ambiente incómodo y a todo lo demás. Extendió a Taemin la pequeña caja con su pedido con esa sonrisa que iluminaba todo.

 

 

 

—Oh, por supuesto que nos conocemos. —Taemin le sonrió, sus ojos brillando de una manera que no le gustó. —¿Cierto, Kibum?

 

 

 

Kibum asintió y entonces el miedo se hizo más fuerte, con más presencia. Caminó hacia Jinki y le susurró una disculpa y un rápido tengo que hablar con él, para después tomar a Taemin y arrastrarlo a la cocina.

 

 

 

La mano que sostenía la muñeca de Taemin quemaba y sentía el calor entrando a su cuerpo. Cuando llegó a la pequeña cocina, sintió como si lo absorbieran, como si la cocina se hubiera reducido.

 

 

 

Taemin se soltó de su agarre y se cruzó de brazos. Él enarcó una ceja y Kibum entendió que él esperaba respuestas.

 

 

 

—¿Qué estás haciendo aquí, Taemin?

 

 

 

—Oh, Kibum, la pregunta correcta es, ¿Qué estás haciendo tú aquí? —Miró también la cocina, entrecerrando los ojos y después mirándolo a él.

 

 

 

—Trabajo aquí. —Decidió no agregar más mentiras a su vida y también decidió que por una vez, no dejaría que Taemin le dijera que hacer.

 

 

 

—¿Trabajas aquí? —Lo miró divertido, una sonrisa extendiéndose en sus labios. —¿Desde cuándo? ¿Y por qué?

 

 

 

Parecía molesto, y también dolido, pero Kibum no se dejó engañar por él. Ya no era el Taemin que conoció años atrás, había cambiado, como él lo había hecho. Quería al pequeño Taemin, pero quería más a Minho y en esa ocasión lo quería fuera de su vida al menos con respecto a Minho.

 

 

 

—Siempre me ha gustado hornear, y Jinki me dio la oportunidad. —Sonrió a Taemin levemente, mientras acomodaba algunos ingredientes. —Lo he estado haciendo desde hace un tiempo.

 

 

 

—¿Por qué no me has dicho nada, Kibum?—Preguntó, mientras se reclinaba en la mesa llena de harina. —Pensé que éramos amigos.

 

 

 

Sonó triste y dolido y Kibum quiso abrazarlo como cuando eran un par de niños. Pero ahora su vida estaba en juego, su realidad y lo que quería y no podía seguir con los juegos de Taemin.

 

 

 

—Y lo somos. —Aseguró, mientras despeinaba los cabellos de Taemin juguetonamente. —Pero esto era algo que quería hacer por mí. Nadie lo sabe, Taemin, y quiero que siga de esa manera.

 

 

 

—¿Por qué?—Preguntó de una manera extraña, jugando con los recipientes de la azúcar y canela. —¿Ocultas algo?

 

 

 

Lo miró de esa forma divertida, en donde le decía que él sabía que algo había detrás de todo. O Taemin era un genio, pensó, o en verdad lo conocía bien, realmente bien.

 

 

 

—¿Por qué piensas eso?

 

 

 

—Porque te conozco. —Jugó esta vez con los mechones de cabello de Kibum y le sonrió de esa manera adorable, justo como lo hacía años atrás. —Porque veo detrás de tus ojos la mentira.

 

 

 

Lo asustó en ese momento. Abrió los ojos y evitó la mirada de Taemin y la sonrisa de ‘te tengo’ que pintó sus labios.

 

 

 

—No sé de lo que estás hablando.

 

 

 

—Oh sí lo sabes. —Sus ojos estaban serios ahora y Kibum sintió un poco de miedo en ese momento. —Y creo que sé la razón por la que no me quieres decir.

 

 

 

—Dime entonces, ¿Cuál es la razón?

 

 

 

Kibum se mordió el labio cuando la pregunta abandonó sus labios, de alguna manera desconocida, sabia la respuesta de Taemin. Tal vez era porque Taemin lo conocía tan bien como decía, o tal vez era la razón de sus pleitos en los últimos meses.

 

 

 

—Tú quieres hacer esto, por ti, lo sé.  Siempre has querido dedicar tu vida a la pastelería. —Le sonrió suavemente y acarició con su índice su mejilla. —Pero también lo estás haciendo por Minho. Y debes parar antes que sea demasiado tarde.

 

 

 

No le sorprendió que Minho saliera en la conversación, ni tampoco que Taemin pensara que se estaba involucrando más de lo que debería.

 

 

 

—Es mi vida, Taemin. Y te quiero, eres mi mejor amigo. Pero en esto, no quiero que te involucres.

 

 

 

Deseó no haber lastimado los sentimientos de Taemin. Pero con la idea de arreglar todo con Minho, lo último que le importaba era Taemin. Lo único que Kibum quería en esos momentos, era que toda la farsa con la que se introdujo en el mundo de Minho, nunca hubiera pasado.

 

 

 

—El plan era, Kibum, que enamorarás a Choi Minho. No que tú terminarás enamorado de él.

 

 

 

Kibum no respondió y esperó que Taemin no malinterpretara su silencio. Recordó entonces dónde se encontraba. Los sonidos del exterior inundaron sus oídos. La risa de Jinki explotó en él y pensó que era un buen momento para que Taemin dejara la cafetería.

 

 

 

—Este no es el momento para tener una conversación. —Señaló la cocina y se encogió de hombros. —Como te has dado cuenta, estoy trabajando.

 

 

 

Tomó la mano de Taemin y lo llevó de nuevo hasta la parte delantera. Jinki seguía detrás de la caja registradora con su siempre sonrisa adornando su rostro. Observó a Taemin sonreírle y saludarle, negó con la cabeza mientras avanzaba hacia la puerta principal.

 

 

 

—Sé que estás evitando el tema, Kibum. Y no lo dejaré pasar esta vez.

 

 

 

Kibum asintió, haciendo el camino hacia la calle lo más rápido que sus pies podían. El aire del exterior lo golpeó en el rostro y respiró un poco antes de dejar ir la mano de Taemin.

 

 

 

—Hablamos más tarde, Taemin.

 

 

 

—Por supuesto que hablaremos.

 

 

 

—¿Kibum?—Kibum se congeló al sonido de su nombre. Vio a Taemin tensarse y abrir los ojos. Minho estaba detrás de él, la mirada confusa y tratando de ver mejor a la persona que le daba la espalda.

 

 

 

—Minho.

 

 

 

—¿Taemin?—Taemin abrió aún más los ojos y el miedo cruzó en él. —¿Ustedes se conocen?

 

 

Notas finales:

Un capitulo menos. Kibum cada vez está más envuelto en problemas, pobre de él :(

 

¡Nos leemos pronto! 


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