Doce Lunas
1.-En el inicio...
Una sensación de placer mórbido recorrió desde la punta de mis dedos hasta la última terminación nerviosa de mi médula espinal. Deslicé la fotografía hacia el extremo opusto del escritorio, desde cuya orilla me miraba con profunda atención y el ceño fruncido enmarcado por dos cejas de color oscuro y unos intensos ojos marrón, la accidentalmente involucrada: Mizuho Kanzaki.
-¿Y que pretendes de todo esto Aoyama?- preguntó al tomar la fotorgrafía entre sus manos y repasarla un par de veces con la mirada. Una sonrisa de marcada suficiencia se dibujo en mi rostro mientras cruzaba mis brazos sobre el pecho lentamente, pretendiendo darle a cualquier comentario salido de mis labios un acento más serio.
-Nada malo Kanzaki, s´lo quiero una explicación.-
Carraspeó un poco y se arremolinó más en el asiento como si deseara hundirse completamente en él para evadir cualquier comentario condenatorio que pudiera venir de mi.
-¿Qué más explicación quieres?, creo que una imagen dice más que mil palabras...o algo así dice el estúpido dicho.-refunfuño entre dientes mientras desviaba la mirada, tal vez, deseando encontrarse en algún lugar fuera de ahí, lejos de una persona que apenas y conocía , y que se encontraba pidiendole explicaciones de la noche anterior.
-Lo que quiero saber es, ¿Cómo es posible que te hayas mantenido en secreto durante tanto tiempo?, ha habido más de tres lunas llenas en el mes y jamás antes te habías transformado hasta ayer.-
-Las transformaciones suelen ser voluntarias, sin embargo en las noches de luna llena, estas son inevitables...-
-Sigo sin entender, ¿Cómo es que tú...?-
-No he terminado Aoyama.-su voz sonó un poco más sombría que de costumbre así que decidí expresar mis conjeturas hasta que Kanzaki terminara su explicación.
-Algunos ya tenemos cierto autocontrol incluso en las noches de luna llena, sin embargo aún con eso después de algunas noches de esas...la naturaleza...bueno es...inevitable la transformación, todo tiene un límite, hasta la voluntad.-
Parpadeaba continuamente mientras intentaba asimilar la información que acababa de llegar hasta mi encéfalo. Primero que nada, mi compañera de cuarto, Mizuho Kanzaki, se había transformado la noche anterior frente a mis ojos en aquel alejado claro del bosque que rodeaba el internado católico María Magdalena; Segundo, había captado esa misma transformación justo en la transición de humano a lobo con mi camara fotografica antes de perder el sentido; Tercero, había sido traida hasta mi habitación por mi "cándida"-y licántropa- compañera, quién ahora parecía arrepentida de no haberme abandonado por ahí, en algún lugar solitario, en el páramo de aquel bosque. Finalmente, como un golpe de luz repentino irrumpiendo en el medio de una túpida oscuridad, la claridad llegó inmediata a mi mente dotandome de una idea que a mi parecer podría lograr poner toda esta situación a mi favor, saliendo, en el proceso airosamente de ello.
-Bueno Kanzaki, tu secreto esta a salvo conmigo.-
-¿De verdad Aoyama?-su tono me indicó, que tal vez, tenía alguna idea de lo que planeaba hacer con su secreto.
-¿ A cambio de que?- esa pregunta confirmó mi sospecha y clarificó que aquella no era la primera vez que era descubierta por alguien.
-Bueno...-tragué en seco tras observar como el gesto de Mizuho se mantenía inmutable.
-Creo que sólo sera cuestion de que me sirvas por un tiempo, hasta que yo decida que eso no es necesario.-
-¿Y si me rehuso?-
-Esa frotografía circulara por toda la red y medios existentes con ciertos datos tuyos...-
Esta vez su seño se frunció un poco más, al tiempo que se levantaba inmediatamente de su asiento y con un rápido movimiento logró sujetarme de la solapa de mi uniforme para acercarme hacia ella intimidantemente.
-¡Podría romperte el cuello Arumi Aoyama!-me mostró sus dientes mientras siseaba las palabras haciendolas sonar un tanto más amenazantes. Esbozé una sonrisa, sin embargo no titubeé al momento de emitir mi siguiente advertencia:
-Inténtalo...seguro que te encantaría...aunque por supuesto no sería conveniente que de pronto tu compañera de cuarto desapareciera, ¿no crees?-
-¡Eres una...!-
-Es una oferta irresistible Kanzaki, piénsalo.-
Apretó un poco el agarre que había ejercido sobre mi camisa, apretando la mandibula con fuerza, logrando con ello darse una apariencia más feroz, sin embargo, apenas tomó una bocanada de aire, para dirigirse nuevamente a mi.
-¿Acaso tengo otra maldita opción?-
-Tú tienes la última palabra.-
Soltó mi camisa bruscamente y bajó la mirada apenas un segundo para posteriormente volver a posarla sobre mi.
-Tú ganas Aoyama, tú ganas.-
Sonreí con el cinismo bailando en mis facciones, mientras meregodeaba internamente en aquel momento, deleitandome sobre el triunfo obtenido contra Mizuho.
-No desesperes...sólo será por un tiempo, mientras tanto, tal vez deberíamos intentar llamarnos por nuestros nombres, ¿No crees...Mizuho?-
Gruño algo inteligible, para finalmente mascullar no muy contenta:
-Tal vez, tal vez...Arumi.-
-
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