Era un bar de strip-tease como todos en la ciudad pero era lo último que ellos recordaban. Buscaron un mozo para preguntarles de la noche anterior pero no encontraron a ninguno pues su horario se había terminado. Eran las tres de la tarde y el lugar apenas había sido abierto para limpiar.
Muchachos aquí no hay suerte—dijo el joven rubio.
Mas vale que traigas a tu amiga la suerte, Wheeler—advirtió Seto al melado.
¡Kaiba! Te hemos dejado quieto porque comprendemos tus nervios pero ya basta—dijo el ojos violetas perdiendo un poco su característica frialdad.
¡Oh! Te crees muy rudo con tu nueva apariencia, de seguro—le retrucó el ojos azules haciendo que se enfadara de veras.
¡Basta! ¿Cómo sabes que no fuiste tú el que le hizo algo a tu hermano? Quizás lo perdiste en una apuesta. ¡Tú! Hombreyonopierdo—le contestó Yami.
¡Yo jamás haría eso!—se defendió enojadísimo Seto.
Los otros dos solo miraban. Joseph decidió intervenir y exclamó--¡Basta! No es hora de reproches. Hay que buscar al peque. Ha de estar perdido y asustado—
Seto y Yami se callaron.
¿Y que haremos ahora? ¿Esperar a que algún mozo vuelva del turno?—preguntó Taylor.
Es todo lo que podemos hacer—dijo el ojos mieles.
Pero un rato después…
¡Joey!—gritó un recién llegado y todos lo miraron. Nadie le recordaba. Era un tipo casi triste con pinta de los años treinta pero lucía una gran sonrisa.
El susodicho se señaló y preguntó--¿Yo?—
¡Por supuesto que tú! ¿Qué? ¿Perdiste la memoria, chico?—preguntó el otro con un brutal acento cubano.
¿Nos conocimos anoche, verdad?—intentó adivinar el rubio y de pronto se le ocurrió algo que lo puso tieso. ¿No sería este su marido?
¡Por supuesto que si, chico! ¡Vaya que nos divertimos!—dijo el otro asustándole más y luego se acercó para susurrarle, lo que le puso más tieso--¿Fue tremendo verdad?—
¡Ay dios!—se dijo Wheeler pensando en la boda y las implicaciones.
Creo que aún la están buscando—dijo el otro en tono cómplice y señalando a la barra del bar. Como el rubio puso cara de no entender el cubano añadió--¡La cabra, chico! ¡La cabra! Si le diste un susto de muerte a las bailarinas. Ellas lo tenían todo preparado. Juegas con su sustento, hermano—
Entonces entendieron. Habían robado la cabra de ahí.
Es mejor que se vayan o los de anoche los reconocerán y llamarán a la policía mi hermano—les advirtió el cubano.
¡Dime! Es que en verdad nos olvidamos de que pasó anoche y hemos perdido a uno de nuestros amigos—dijo Joseph. Seto estaba muy interesado en esta parte.
¿Qué? ¿El chiquitín?—preguntó el triste que en verdad era un parrandero bárbaro y se notaba que ya estaba encopado.
Si. Mokuba. ¿Sabes si se fue con nosotros anoche?—preguntó el ojos mieles.
¡Claro que si, chico! Todos se fueron rumbo a una tienda—dijo el cubano--¡Oye! ¿En verdad perdieron la memoria, mi hermano?—
Si—respondió el melado, luego preguntó--¿Sabes a que tienda nos fuimos?—
Por supuesto que sí, chico. A la tienda de mi prima Isabel. Tú querías un traje para tu boda—dijo como si nada el tipo y a Joey se le cayó el mundo.
¿Mi boda?—preguntó pasmado. Por un minuto pensó que el tema no saldría a relucir.
¿Y con quien se quería casar?—preguntó Tristán.
El cubano los miró a todos y preguntó--¿Seguro que no recuerdan?—Todos negaron—Pues es mejor que lo averigüen en la tienda de mi prima. No quiero ser aguafiestas mi hermano—
Los chicos se despidieron y salieron del bar rápidamente. El cubano les dio los datos de su prima en una tarjeta.
“Vestidos de novia Isabel”
J. Edgar Hoover avenue and St. James st.
La rimbombante dirección no coincidía para nada con el aspecto pequeño del local de novias. Joseph estaba demasiado nervioso por lo que le deparaba allí dentro. Era cierto que quería encontrar a Moki pero… ¿Y si descubría que en verdad estaba casado con un tipo?
¡Hola cielo!—le saludó una enorme gorda de cabello largo, lacio y pelirrojo. Era una mulata de más o menos treinta años muy linda y de aspecto alegre.
¡Hola!—saludó escuetamente el ojos mieles mientras los demás seguían la situación con atenta mirada. Joey se sentía morir.
¿Cómo que hola, cariño? Ayer eras un fogoso joven expresivo y hoy te pareces a una pasa de uva chueca. ¡Ven aquí mismo y abraza a mamá Isabel!—ordenó ella con los brazos en jarras.
Un poco incómodo, un poco inquieto, él lo hizo y de soslayo vió como sus amigos se aguantaban la risa.
¡Que les den por…! Pensó.
¡Oye! Mamá Isabel…--dijo él después—Perdón pero nosotros no recordamos lo que pasó anoche—
¿Cómo? Pero si dijeron que la recordarían por siempre. Estabas tan feliz con tu traje y tu gallardo novio que…--dijo Isabel y se paró al ver la cara de espanto de él.
¿Mi novio?—preguntó él estático—¿Yo… en verdad me… me quería casar?—
¿Quererte casar, chico? Pero si ni un tiburón blanco te hubiera separado de tu próximo marido. Decías que estaban hechos el uno para el otro y…--y se detuvo de nuevo.
¡Lo importante aquí es Mokuba!—saltó Kaiba para alivio del ojos mieles. –¿Sabe que pasó con mi hermano? ¿Vino con nosotros aquí?—preguntó.
¿El pelinegro de ojos azules, no?—preguntó ella y todos asintieron—Si. Vino. Estaba muy entusiasmado con el casamiento. Ustedes lo nombraron padrino—dijo la mulata refiriéndose a los novios—
Etoooo. ¿Podría decirnos si sabe a donde fuimos después de aquí?—preguntó Yami ya que su amigo rubio estaba en shock.
¡Por supuesto! ¿Cómo olvidarlo cariño? Se fueron derecho para la capilla de aquí cerca a celebrar las nupcias—respondió ella para asombro de todos.
Tal vez en verdad se había celebrado una boda, pensaron, sin saber que en un bolsillo el melado escondía una alianza legítima.
¿Nos puede decir donde es?—preguntó Wheeler como atragantado.
Cariño. ¿Estas bien? Te ves tan paliducho. ¿En verdad no te acuerdas de nada, cierto?—preguntó ella mientras él se decía que tal vez eso era algo bueno. Ahí afuera había un hombre con derechos sobre él y Joey se moría de miedo de descubrir quien era.
(Para el personaje de Isabel pensé en Queen Latifah)