Entró sigilosamente al baño y tomó las ropas que el otro había dejado en la antesala de la ducha. Tanto la que planeaba ponerse como la que se había quitado y cuando dio dos pasos algo cayó del bolsillo del pantalón del traje de Kaiba.
Levantó con cuidado el brillante objeto de metal y se dio cuenta mirándolo de lo que era.
La otra alianza.
Sorprendido miró hacia la mampara en donde a través del vidrio esmerilado y el vapor se vislumbraba una figura humana.
De repente se dio cuenta de lo que ese objeto significaba.
Cuando él despertó el anillo estaba en su dedo así que…
¿Por qué Kaiba despertaría en diferentes condiciones?
Eso quería decir…
Que Kaiba había sabido del lío todo ese tiempo.
No podía ignorar con quien se había casado pues al verlo de mañana aún llevaba el traje de bodas.
Por otra parte…
¿Cuál había sido la verdadera razón de que permaneciera fuera de la capilla?
¿Había querido evitar que le señalaran como su esposo?
Pensándolo bien era bien lógico.
El desgraciado lo había hecho sufrir todo ese tiempo para que no se enterara cuando en verdad lo había sabido todo el tiempo.
¡Maldito bastardo! Pensó furioso.
Tiró las prendas al piso y con paso decidido fue hasta la ducha y abrió la mampara entrando.
Seto puso cara de sorpresa mientras él mostrando en alto el anillo le dijo--¿Con que lo has sabido todo el tiempo y me lo ocultaste, no?—
¡Perro, sale de mi ducha!—gritó el castaño.
Ya no se vale usar ese nombrete. ¡Encontramos a Moki!—le señaló el rubio mientras la lluvia quedaba a la espalda del ojos azules.
¿Y eso que? ¡No fue por tu ayuda! ¡Además eres un perro y mereces ser llamado así, chucho idiota!—le gritó el CEO.
¡Tú te lo buscaste!—le gritó el melado intentando darle un puñetazo pero falló y ambos se enredaron en una trifulca.
De pronto Joey resbaló y Seto cayó de lleno sobre él con el traje de Adán que llevaba. El ojos mieles se quedó como una escultura de mármol.
Por unos segundos permanecieron cara a cara pero luego Kaiba se levantó y señalando la mampara abierta dijo al otro--¡Mas vale que te salgas, Wheeler o yo mismo voy a sacarte! En cuanto a eso lo hablaremos a solas—
Joseph no pudo irse más rápido ni más tieso.
Tener el peso de Seto Kaiba sobre él, sabiendo que estaba desnudo había producido un muy extraño escozor en su cuerpo.
¿Qué rayos quieres? En verdad eso no importa. ¡Haré que mis abogados lo resuelvan ni bien volvamos!—le dijo Seto al que estaba sentado en su cama. Tenía una toalla rodeando su cintura y con la otra se secaba el pelo mientras le daba la espalda. La fina línea entre los omóplatos era asaltada por la fuerte musculatura del ojos azules al tener ambos brazos levantados masajeando su cabeza con la pieza de tela.
¡Pero eso significa que no pueden casarse tu y Sere!—le advirtió el ojos mieles y entonces el otro volteó para mirarlo de frente.
¿Acaso crees que soy idiota?—preguntó el CEO mientras el otro se levantaba incómodo para irse.
No me hagas contestar a eso, fresita—dijo el rubio.
Molesto Seto adujo—Yo no hablaría de más en tu lugar. Por lo que sé pudiste ser tú el que querías casarte conmigo—
¡Oye, idiota! ¡No voy a permitirte…!—dijo el ojos mieles acercándose furioso pero se interrumpió cuando el otro lo haló.
Estampando su espalda contra la pared, Kaiba le dijo—No creas que no veo como me miras, perro—
¡No te imagines cosas, idiota y ya te dije…!—exclamó el otro.
Tal vez estabas deseando ser mi pareja—le dijo el ojos azules con su boca muy cerca de la del otro, tenía las manos del rubio sobre su cabeza hacinadas contra la pared.
¡No digas…!—dijo el melado y no pudo continuar porque los labios de el otro estaban sobre los suyos. De pronto fue consciente de que una de las manos del otro se abría paso por su bragueta para frotar una delicada parte y también se conscientizó de que esa parte correspondía al contacto.
Después de todo eres mi marido. ¿O no?—dijo el castaño antes de besarlo nuevamente y que su mano imprimiera ritmo a las caricias que le prodigaba.
No digas… ¡Kaiba! ¡Ahh!—el calor en el cuerpo de Joey iban en aumento.
Dime Seto. Después de todo eres mío—dijo el ojos azules de pronto muy interesado en su cuello mientras el otro se preguntaba que estaba pasando por su cabeza.
Seto levantó una de sus piernas con la mano y comenzó a frotar sus ingles mutuamente.
¡Detente Kaiba! ¡Esto… esto es una locura!—casi pidió el rubio.
Solo si lo pides por favor y… me llamas amo—exigió el otro. Wheeler podía sentir como la pasión del momento comenzaba a hacer mella en el otro.
¡Jamás!—dijo rebelándose ante la idea.
Entonces atente a las consecuencias—dijo el ojos azules en contestación.
¡Date cuenta! Yo soy… tu cuñado… ¡Ah!—dijo el ojos mieles sintiendo como su cuerpo se arqueaba.
No, perro. Ahora tú eres… mi marido—le contestó Kaiba.
¡Por favor, detente!—pidió con voz desfalleciente el melado mientras intentaba mantener la cordura. Sabía que si no detenía todo eso inmediatamente pasaría a mayores.
¡Olvidaste decir amo!—dijo la ronca voz del CEO en su oído.
¡Idiota!—casi escupió Joey al sentirse entre la espada y la pared. Si le decía amo el otro nunca dejaría de recordarle eso. Si no lo decía las consecuencias serían…--Tú vas a casarte con Serenity, deja esto o le diré—amenazó Joey.
Dudo que le digas a tu hermana que te casaste con su prometido el día antes de la boda—aseguró Kaiba.