El maldito bastardo lo tenía todo bajo control y eso enfadó más al rubio que levantó su rostro para mirar al estúpido ojos azules muy furioso y entonces…
Seto le besó, soltando sus manos y usando una en su nuca para mantener el contacto y otra en su cintura. Mientras seguían lo llevó a la cama donde lo recostó y comenzó a halar su pantalón por la cintura bajándolo.
¡Espera! ¡No!—dijo nervioso Joseph.
No voy a esperar ahora—le respondió el castaño justo antes de bajar todo de golpe. Cuando volvió a su posición inicial el roce de su piel con las piernas desnudas y la ingle expuesta del otro, causó a éste nuevas sensaciones, luego todo se volvió un torbellino. Primero Seto arriba, luego abajo, introduciéndose en él desde abajo y manipulando las caderas de Joey a placer con ambas manos muy firmes en su cintura.
Entonces Joseph se dio cuenta de que de alguna forma todo eso lo sentía familiar y por primera vez se le ocurrió que tal vez esa no era la primera vez para los dos.
Los cuerpos de los dos desnudos rodaron por la cama King Size.
Seto estaba sobre él, besándolo cuando le dijo--¡Quiero que te voltees, perro! ¡Ponte en cuatro! ¡Siempre quise hacértelo así!—
¿Por qué temblaba?
Esas palabras sucias en boca de otro lo hubieran repugnado en más de una manera pero en boca de Kaiba le estaban causando…
¿Excitación?
¿Siempre?—preguntó con voz desfalleciente.
¡He soñado que te lo hago así!—le dijo el ojos azules.
¡Basta! ¡No quiero oírlo!—le gritó el joven rubio.
Eso no es cierto—aludió el castaño—Tú también lo sientes. ¿No es así?—preguntó después el CEO—Esta no es la primera vez que estamos en esta cama—
¡No sé a que te refieres!—trató de hacerse el desentendido el ojos mieles.
¡Deja de mentir! Sabes muy bien de lo que hablo. ¡Admítelo! ¿Cuándo despertaste, donde estabas?—preguntó Seto.
Si, lo sabía pero admitirlo era diferente, le costaba--¡Aquí!—dijo Joseph.
En mi cama—completó Kaiba y el otro miró a un costado lleno de vergüenza.
¡No te preocupes!—dijo el castaño con una de esas sonrisas sobradoras de siempre—Nadie sabrá que yo fui tu primer hombre—
Eso molestó al rubio--¿Y por que crees que eres el primero?—preguntó lleno de desafío Wheeler.
¿De que hablas?—preguntó sorprendido Seto lo cual gustó al melado. Le gustaba aguarle el postre al condenado estúpido.
Que no quisiera hacerlo contigo no significa que no lo halla hecho antes—dijo muy feliz de estropearle el pastel pero no pudo seguir hablando por la presión que el otro ejerció en su garganta. Cuando pudo susurró--¿Qué… rayos te… pasa desgra…?—
¿Con cuantos?—preguntó el imperativo ojos azules con fuego saliendo de ellos y una ominosa voz.
¿Eso que te…?—trató de preguntar Joseph. La verdad no había esperado ese comportamiento en Kaiba.
Recordó una charla con Serenity en ese momento.
Estaban desayunando juntos cuando ella le dijo:
¡Incluso cuando le dije que no era el primero se lo tomó muy bien!
Y él había escupido todo el café.
¿Entonces por qué el otro se estaba comportando así ahora?
¿Con cuantos?—preguntó el CEO aún más intenso.
¿Cómo quieres que lo sepa? ¡No los conté! ¡Ahora suéltame, idiota!—contestó Wheeler.
De pronto los labios del otro estaban sobre los suyos con mucha presión, al igual que su ingle presionaba entre las piernas y sintió que a Kaiba lo embargaba una necesidad de posesión mientras se preguntaba: ¿Qué hacía actuar así al castaño?
Dio un último vistazo a la espalda de Seto antes de terminar de vestirse e intentar irse pero el otro se volvió para mirarlo. Estaba parado a un lado de la puerta también vistiéndose.
¡De esto ninguna palabra a nadie!—le advirtió, enfadando al ojos mieles.
¿Crees que estoy loco?—preguntó éste tratando de pasar y entonces de nuevo fue interceptado por el ojos azules que le puso contra la pared de vuelta. Se sonrojó al recordar que así había empezado todo un par de horas antes. Seto le besó de nuevo rodeando su cintura y por unos momentos permanecieron así para luego separarse. Se miraron por un momento y Joseph se fue.
Habían vuelto a Japón y todos estaban más o menos mejorando. Por lo menos todos menos Yami que tenía que esperar que su pelo creciera y Joseph que debía divorciarse antes de que su hermana se enterara que se había casado con su prometido.
Seto detuvo la boda bajo excusas y Joey no se atrevía a ver a la cara a su hermana.
Un día el castaño lo citó en un estudio jurídico donde estaban dando los pasos previos para el divorcio.
Firmando aquí debajo su unión quedará anulada—dijo el abogado a cargo.
¡Por favor, déjenos a solas! ¡Debemos hablar en privado!—dijo el ojos azules mientra el mieles tomaba la pluma.
Joey se le quedó mirando y de pronto se dio cuenta de que el otro le arrebataba el instrumento.
En un periquete Seto lo sentó en su regazo e introdujo su mano derecha dentro de los pantalones del rubio lo que lo tomó desprevenido.
¿Qué haces?—preguntó Joseph
Pienso disfrutar de los últimos momentos de casados. No puedes negarte. Es tu deber como marido. ¿No?—aseguró Kaiba mientras frotaba con más y más velocidad el miembro dentro de los pantalones de Joey.
¡Detente! Van a venir y…--dijo Joseph antes de sentir como su cuerpo se arqueaba hacia delante buscando más placer.
No vendrán a menos que los llame—aseguró el otro en su oído antes de con su mano izquierda rodear por enfrente su cara y tomarla para voltearla hacia la izquierda donde sus labios se posesionaron de los suyos antes de agregar—Sería mejor que tú también lo hicieras conmigo. ¿O quieres que te baje los pantalones y te lo haga debajo de la mesa?—
Otra vez ese lenguaje, debiera asquearlo y sin embargo…
La mano del rubio se coló entre las prendas de Seto y comenzó a masajearlo. Aunque en un momento vio todo blanco por efecto de la eyaculación no detuvo su masajeo.
Cuando terminó Seto le preguntó al adormilado rubio--¿Estás seguro de que quieres divorciarte?—
Serenity—fue lo único que se le ocurrió articular.
Estoy seguro que a ella no le importará—dijo Seto.
¡Pero que…!—trató de argumentar el rubio de pronto encolerizado porque al otro no le interesara lo que pasara con su hermana menor y prometida.
¡Ella fue parte de esto!—le dijo el castaño.
¿De qué…?—preguntó anonadado el rubio.
Ella te entregó a mí. Todo este tiempo esto es lo que hemos buscado. ¡Yo te deseo a ti! ¡Siempre lo he hecho! ¿Qué? ¿No te das cuenta? Lo que faltaba era saber si tu querías…--explicó Seto.
Entonces ella fue tu cómplice—se admiró Joseph de la argucia de su hermana y su disque prometido.
Si. En verdad no tenemos nada. Ella está enamorada de Devlin pero hicimos un trato. Ella me ayudaba contigo y yo con él—dijo el ojos azules para sorpresa del otro.
¿Y tú cómo…?—preguntó el rubio.
¡Todos saben que Devlin quiere todo lo que yo poseo!—contestó Kaiba.
¡Hablando de Devlin! ¿El no habrá sido uno de los tipos con los que te acostaste, verdad?—preguntó Kaiba con un aura muy lúgubre sobre los hombros.
¡No!—respondió el ojos mieles.
¿Con cuantos fue?—preguntó el castaño.
¡No es tu asunto!—respondió el otro.
¡Si lo es! ¡Eres mío ahora!—gritó el ojos azules sorprendiendo al otro. Después de lo que había pasado allí era casi indiscutible para el rubio.
¡No importa!—dijo dándole la espalda Wheeler.
Si me importa—le dijo Kaiba abrazándolo por detrás para que no pudiera huir.
¡Con ninguno!—contestó Joey, esta vez diciendo la verdad.
Al ser dado vuelta pudo ver la odiosa sonrisa ganadora de Kaiba y le oyó decir--¡Lo sabía!—
“Mas me hubiera valido quedarme callado” pensó Joseph.
¿Entonces? Si todo fue una trampa tú eres el que le puso algo a las bebidas para que no recordáramos—dijo el ojos mieles y el otro asintió—Pero… ¿Cómo es que no sabías lo de Moki?—preguntó luego Wheeler.
Parece que bebí demasiado y no recuerdo esa parte—dijo el ojos azules.
Entonces… ¿Recuerdas todo lo demás?—preguntó Joey.
Seto sonrió ampliamente.