Joey miró, cerrando un ojo y agachándose el lugar.
Se me vería bien. ¿No creen? ¡Glup!—dijo divertido a modo de chiste mientras intentaba quedarse quieto para posar.
¡A ti todo sssse te ve bien, mano!—lo apoyó Tris.
¡Tú cállate que fuíssste de la idea de quedarnos con la cabra!—le reprendió Yami.
¡Pero sssse veía bonita! ¿No?—le contestó con lenguaje pastoso el joven castaño de ojos marrones—No esss mi culpa que te haya comido el pelo. Massss te dejó un peinado requetebonito. SSi hassta pareces el último mohicano. Se te da la onda extinta Faraón. ¡Jajajaja!—
¡Ver para creer, perro! ¡No creo que una cosa tan fina te quede!—le dijo Seto al rubio que de inmediato puso su talante combativo.
¿No te parece, no? A ti no te parece nada de lo que hago. ¿Cierto? Pues a ver como te dejo el ojo morado—dijo el tambaleante ojos mieles poniéndose en posición de boxeo mientras sus amigos lo tomaban por los brazos para evitar que de milagro le asestara al otro.
¡Oye! Vas a quedar retemal con tu hermana—le advirtió el tricolor.
¡Cierto! ¡Este pedazo…!—dijo furioso el ojos mieles.
¿Por qué mejor no entras y me pruebas que me equivoco? Así lo hacen los adultos.
Mokuba permanecía en silencio. Había bebido algo que no le cayó nada bien y pugnaba por no vomitar.
¡Bien!—dijo Wheeler y entró él primero a la tienda de novias donde había estado viendo el escaparate. Hizo un gran alboroto. Se puso una peluca de un maniquí y seleccionó un hermoso vestido.
Sus amigos se reían ante la idea de su amigo trasvestido y prepararon los celulares para sacar una foto y después recordar el suceso. Kaiba esperaba muy serio mientras su hermano seguía procurando no vomitar. Es que al chico no se le daba la bebida.
No tomaron la foto porque se quedaron alelados con la rubia que salió del vestidor.
Con tono triunfal Joseph le dijo al ojos azules mientras se le acercaba tratando de hacer un florido paseo que en verdad más parecía un zigzag--¿Y bien cariño? ¿Te gussta lo mona que me ha dejado el traje?—le sonrió al estar muy cerca del otro con la actitud del que gana por varios cuerpos a otro.
La modista estaba convencida de que hablaba de cierto y que esos dos planeaban casarse desde antes de entrar. ¿Por qué otra razón un grupo de hombres entraría a su tienda. Aunque al principio la inquietó el mohicano con ojos de loco.
¡Siiiii!—dijo Tristán.
¡Fiuuuu, fiuuuu!—chifló Yami.
¡Se ven tan monos juntos! ¡Parecen dos novios a punto de casarse!—dijo el castaño cuadrado admirando la pareja que hacían Seto vestido de traje negro y Joey de novia.
¿Y por que no vamos y nos casamos?—propuso el ojos azules.
¡Claro! ¿Por qué no, cariño?—preguntó casi con sarcasmo el rubio y salieron de ahí luego que Seto pagara por el traje.
¡Oye no! ¡Debo devolver el traje!—dijo Joey que no se percató del pago.
¡Ya lo pagué!—le contestó el más alto tirando de su brazo. Sentía que era ahora o nunca. No tendría forma de atraparlo sobrio.
¡No tenías porque hacer eso!—discutía el ojos mieles mientras tironeaba del brazo.
Es un regalo—le dijo el ojos azules.
¡No lo quiero!—gritó el desaforado ojos mieles.
¡Vas a necesitarlo!—le contestó Seto.
¿Para que?—preguntó el ojos mieles.
¡Oye! ¡Que cool! ¡Quiero uno!—exclamó Yami entonces apuntando a una tienda de tatuajes donde entró.
Por cuarenta y cinco minutos lo vieron tatuarse la cabeza y rieron bastante, luego al salir Seto los dirigió a donde quería.
¿Qué se supone que…?—preguntó el melado.
Estás vestido para una boda. ¡Hagamos una!—le dijo el castaño.
¿Estas loco?—preguntó Wheeler.
¿Qué tiene de malo? Será una simulación. ¿No creerás que en serio me quiero casar contigo?—dijo el ojos azules confiado en que el otro así lo creería.
Y así lo hizo.
Como sus dos amigos que vitorearon toda la fiesta y simularon celebrar la unión sin saber que estaban acudiendo a una boda real.
Luego salieron a festejar pero Moki empezó a largar todo y llorar diciendo que quería volver al hotel. Entonces encontraron la caja y a Seto que ya estaba mareado por un par de champaigns extras que tomó en la capilla se le ocurrió la brillante idea de mandarlo por encomienda.
Llegados al hotel después de recorrer dos bares subieron al apartamento de Kaiba donde encontraron a la rumiante que Tristán empezó a perseguir.
Aludiendo cansancio el joven tricolor se recostó en un sillón y los tórtolos se fueron a la habitación conducidos por el macho alfa, alias Seto Kaiba.
¡Oye! ¿Qué hacemos aquí?—preguntó algo descordinado el rubio.
Pues toda boda merece una luna de miel. ¿No crees?—preguntó Seto aflojándose la corbata.
¿Qué?—preguntó Joey de pronto casi sobrio—¡Eso no fue real!—casi le daba miedo la mirada de Kaiba.
¿Y si te dijera que si?¿Qué pasaría?—preguntó el castaño con una gran sonrisa--¡Te atrapé perro!—dijo acercándosele—Ahora serás mi mascota. ¡Mía y solo mía! ¡Bienvenida al hotel, señora Kaiba!—entonces tomó la barbilla del estupefacto rubio y lo besó con denuedo.
Del susto Joey se quedó tieso y para sorpresa de Seto se le desmayó en los brazos. El ojos azules lo colocó en la cama.
¡Ay cachorro! Tendrás que acostumbrarte a que eres mío. ¡Como yo siempre lo quise!—dijo el CEO antes de ir al baño a por una toalla y unos remedios para la borrachera.
Allí se sentó a mirar las cajas pues no podía leer muy bien las letras dobles y fue cuando se deslizó de la tapa del water y terminó en el suelo.