El molesto sonido del despertador le daba a entender que ya era de día y que inútilmente había pasado una tormentosa noche sin poder dormir. En verdad estaba cansado, abatido mentalmente. Salió de debajo de sus mantas siendo recibido por los brillantes rayos del sol que le calaron hasta las cuencas “—¡Maldita sea!—“ simplemente estaba seguro que no soportaría otra noche sin dormir y ya no se atrevería a dormir de nuevo en la clase del profesor Smoker, tenía sueño pero no era suicida.
A pesar que su cuerpo le pedía a gritos que se quedara salió de la cama y se preparó para dar marcha hacia el instituto; después de todo quedarse ahí no resolvería nada. “— Al menos aún tengo la azotea—“ seguro que si se saltaba la primera hora antes del receso podría cerrar los ojos al menos un momento. Aunque la maraña de cosas que daban vueltas en su cabeza lo ponía en duda.
Al salir pudo percibir la pesada brisa caliente que corría entre las calles, en ese instante supo que no sería del todo un agradable día. Sabía de sobra que los calurosos días de Mayo lograban alterar sus nervios.
Y como si no fuera suficiente su molestia, después de andar un rato a través de las calles y casas que se divertían al moverse por todos lados, el mundo seguía fastidiándolo.
—Oí marimo ¿ya viste las ojeras que traes?— Si existía un dios, seguramente éste le odiaba.
Zoro cerró los ojos fastidiado, lo último que necesitaba era entrar en una pelea que lo alterara más.
—No estoy de humor cejillas— dijo secamente mientras pasaba totalmente de largo del “problema”
—ya veo… oí lechuga andante—
—Tos—
—Vas en dirección contraria— apunto Sanji una dirección totalmente diferente a la que él empezó a recorrer
Y lo que se supone que quería evitar pasó, la pelea diaria con el rubio comenzó. Sin embargo hubo un punto entre tanta palabrería donde ambos se quedaron en un incómodo silencio, por no decir que extraño siendo que era entre los dos.
—Si sigues así terminaras viéndote como el sicópata del doctor Law de la enfermería— alzo la voz Sanji rompiendo el silencio, llevándose a su boca un nuevo cigarrillo encendido.
—Eso a ti no te incumbe— contestó de manera tosca, no le apetecía recibir otro sermón tan temprano en la mañana, menos si venía del idiota pervertido.
—Deberías hablar con Luffy de una maldita vez, él también la paso muy mal que te quede claro lechuga— dijo expulsando al mismo tiempo el humo de su cigarrillo.
Zoro sintió esa punzada en el pecho, como si una larga aguja se le enterrase en el corazón hasta el fondo, era una sensación tan molesta que logró que su rostro demostrara su desagrado con una mueca. Pensó en responder ante las palabras de Sanji, pero antes de que pudiera hacerlo éste salió corriendo cuando logro ver a “sus damas” a unos cuantos metros de ellos, exhibiéndose como el cocinero pervertido que era frente a la tacaña de Nami y su amiga que no paraba de sonreír.
Después de que con un golpe Nami bajara los humos del cejilla remolino, Zoro terminó de caminar el tramo que los separaban. Robin fue la primera en verle, ella siempre iba con una sonrisa que le erizaba la piel, pero cuando estuvieron de frente su ligera sonrisa desapareció cambiándose por una ceja alzada y una expresión indignada, y parecía no ser la única, cuando la pelirroja notó su presencia ella no disimuló su cara de total molestia.
—Vaya, mira quien se presentó para variar— le recordó Nami con un tono de sarcasmo.
Zoro le devolvió el gesto de molestia — Me tiene sin cuidado lo que pienses – contestó reacio, siguiendo su camino. —¡¿he?! ¿Quieres que te corte por la mitad cocinero de cuarta?
— ¡ja! Quiero verte intentarlo.
Si no fuera por el grito de su amigo Ussop que distrajo a ambos, se hubiera desatado una sangrienta pelea.
De camino al Instituto no tardo nada en que su narigudo amigo también se uniera al regaño al que llevaban sometido a Zoro. ¿Y por qué un regaño?.
—¡ZORO! Tremendo gilipollas eres, ¿es que no tienes sentimientos?, deberías disculparte con él— gritó Ussop escondiéndose detrás del rubio quien iba totalmente distraído con cuanta chica se le cruzara.
—Yo no veo el alboroto por haber olvidado su cumpleaños— contestó Zoro tratando de parecer indiferente, aunque sabía en el fondo que parte de lo que le decían era verdad.
—Zo.roo, ¡¡¡eres muy fríooo!!!— canturreó Ussop junto a la pelirroja en un extraño baile.
—Tsk…— “—Serán Idiotas—“
Por otro lado, no muy lejos de donde estaban. Dos pelinegros, uno mayor que el otro, caminaban lado a lado en un andar deprimente. Ace había tratado de animar a su hermanito toda la noche, incluso le llevó un bocadillo nocturno; sobra decir que era un buen plato surtido de carne. Pero incluso habiéndoselo comido todo, el pequeño seguía teniendo tristeza en su rostro.
No sabía mucho del asunto, sólo que tenía que ver con que el novio peliverde de Luffy no había llegado a su celebración por su cumpleaños. Para él no le era la gran cosa, pues a cualquiera le puede suceder, incluso podía confesar que él mismo había olvidado un par de veces el cumpleaños de Luffy en el pasado, pero con un buen pastel de carne y una disculpa el pequeño le perdonaba al instante. Pero de eso a que Luffy dijera que no quería hablar con Zoro le parecía demasiado extraño. Suspiró.
—Anímate Luffy ya verás que todo se resolverá al final— dijo revolviendo sus cabellos al mismo tiempo que le sonreía a su hermano.
El pequeño al fin le levanto la mira, no lo había hecho desde que salieron de casa.
—Pero Ace… él no llamó— dijo Luffy con un gajo de melancolía. No había estado completamente a gusto durante la fiesta esperando a que su celular sonara, a que la puerta de su casa se abriera, a que Zoro llegara. Pero nunca pasó.
—Bueno… pero que esperabas si le gritaste “¡NO QUIERO QUE ME HABLES DE NUEVO!” – respondió.
Era verdad. Luffy asintió algo culpable, incluso para él le fue difícil pronunciar esas palabras, pero se sentía tan dolido que ni siquiera lo pensó.
Ace sonrió ligeramente al contemplar el rosto pensativo de su hermanito, totalmente concentrado. “—si así fuera para los estudios…—“suspiró resignado.
—Además no sé por qué le das tantas vueltas, no es como si te hubiera dejado de querer. Mira que se enfrentó a mí cuando le dije que no podía salir contigo, y eso que me pareció verlo temblar mientras estaba parado como una estatua y soltaba una sarta de cosas diciendo “yo cuidare de él”, “es idiota pero le quiero”, “sé que es un pozo sin fondo”…
Luffy sonrió al recordarlo —Nishishishi Ace no es verdad, él no lo dijo así— contradijo.
—¿Mmn? Pues a mí me pareció haberlo escuchado así— Él también rió, había conseguido hacer que su hermano soltara una risilla, no tan alegre como lo era siempre pero… “—Por algo se empieza—“
Estando a pasos de la entrada del instituto su mirada se detuvo en las dos personas que venían en la dirección opuesta a ellos. Más específicamente sólo en uno; sólo en Luffy.
Viendo que el pequeño venía acompañado de su hermano mayor, Ace, Zoro aminoró sus pasos como si sus pies se volviesen pesados al pensar que entre más diera, estaría más cerca de alcanzar a Luffy.
Llevaba una de sus amplias sonrisas y parecía tontear como siempre, sin embargo, en el momento en que sus miradas se cruzaron, Luffy de inmediato la desvió, marchándose más a prisa con las mejillas infladas y el ceño fruncido, llevándose –casi a rastras— a su hermano tras él.
Nami observo con desgane la situación, después de la discusión que esos dos tuvieron, quisieron hablar con abmos y razonarlo como personas normales, pero ninguno de ellos quería ceder, Zoro era un orgulloso empedernido y Luffy un terco sin remedio. “—Son tal para cual—“
Volteó ligeramente hacia el peli verde a su lado, éste parecía perdido —más de lo habitual— en sus pensamientos, con una expresión de… ¿tristeza? Si alguien le hubiese dicho hace 2 años que el frío y distante Roronoa Zoro cambiaría tanto sólo por conocer a su inocente amigo lo hubiera tachado de loco.
—Se comportan como niños— regaño.
Zoro se quedó observando a los demás adelantarse y entrar en el instituto, antes de decidirse a continuar.
Gracias a que los pasillos habían cambiado de lugar, llegó tarde a su primera clase, extrañamente el profesor Smoker aún no llegaba, de modo que aprovechó para caminar tranquilamente a su puesto y cerrar los ojos un instante. Sin embargo no pasaron ni 5 minutos cuando la imagen de Luffy llegó a su mente como uno de los puñetazos del pequeño.
“— ¿Cómo rayos lo olvide?—“Ni siquiera él mismo conocía la respuesta. Había estado trabajando tanto las últimas semanas que apenas le quedaba tiempo de ver a Luffy, estaba tan cansado que apenas lograba ponerle atención a los ocurrentes comentarios del pequeño, se había concentrado tanto en juntar el dinero que necesitaba para pagar sus deudas que no dejó que en su cabeza entrara otro tipo de pensamientos.
Y no era como si los demás no se lo recordaran o se lo mencionaran días antes, incluso había olvidado en qué momento todos habían quedado para la celebración.
“—Que idiota—“Ese día simplemente terminó su jornada y se fue directo a casa, cayendo como piedra en cuanto llegó a su cama. Lo único que logró despertarlo fue su celular que no dejaba de sonar, cuando lo tomó le sorprendió que había más de 10 llamadas perdidas, 13 mensajes y 5 mensajes de voz. Al instante en que escuchó el primer mensaje salió pitando de su cama.
Había olvidado por completo que era el cumpleaños de Luffy.
Cuando llegó a su casa todo estaba oscuro, pensó que ya todos se habían ido y Luffy ya estaba dormido. Aun así había tocado la puerta y la imagen del pequeño con los ojos vidriosos y expresión molesta detrás de ella al abrirla le hizo sentir que un hueco se le formaba en el pecho.
Esa noche habían terminado peleando.
Dando un largo suspiro, Zoro decidió que lo quisiera o no, Luffy lo terminaría de escuchar. Lo conocía desde años y sus berrinches no solían durar más de dos días, pero algo le decía que si se quedaba con los brazos cruzados el que no soportaría estar lejos del pequeño sería él.
Motivado por ese pensamiento Zoro se levantó y de la misma forma que entró, tranquilamente salió. Dejando a algunos de sus compañeros con expresiones extrañadas y a una pelinegra riendo por lo bajo.
¿Por qué no podía calmar su corazón?, aún le latía a un ritmo acelerado sólo de recordar la seria mirada que Zoro le dirigió. Parecía cansado, como si no hubiera dormido “—Igual que yo—“no sabía qué hacer. Por dentro sabía que no aguantaría tanto estar lejos de él, sólo de pensarlo cada parte de él dolía, se sentía tan triste, una tristeza que le pesaba en el pecho y que lo hacía creer que Zoro se cansó de él.
[*...me pareció verlo temblar mientras estaba parado como una estatua y soltaba una sarta de cosas diciendo “yo cuidare de él”, “es idiota pero le quiero”, “sé que es un pozo sin fondo”…]
Recordó la plática de su hermano. Ese día había sido el mejor de su vida, aún mantenía presente la cálida mano de Zoro sujetando la suya con fuerza, manteniéndolo a todo momento a su lado. Jamás lo olvidaría.