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-Casado con el mismo hombre- por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Actualizo los sábados y domingos, pero antes actualicé el lunes o martes por algunas cosillas. Pero se actualiza el fin de semana.

Capítulo 11

“Pruebas”

 

—Es sólo algo que me cayó mal. Ayer comí mucho y estoy seguro que algo me ha caído mal al estómago —instó el crío, aferrándose a la taza del baño. Oliver frunció el ceño. Nicolás de nuevo estaba negándose a ir al doctor y era de esperarse, pero aún así tenía que obligarlo.

—Levántate —Oliver exigió, mirándolo con bastante autoridad. Ansiaba que el pelirrojo se diera cuenta que estaba perdiendo la poca  paciencia que le quedaba.

—No quiero ir al doctor. No tengo nada, deja de exagerar, es sólo mal de estómago. —Entornó los ojos, suplicante.

—¡Levántate!

—De verdad no tengo nada, esto es sólo algo común —rogó nuevamente, evitando ver el vómito que seguía en el inodoro.

—¡Que te levantes, joder!

El grito de Oliver lo sacó de sus casillas. Si no quería ir al médico, su esposo debía entenderlo y apoyarlo en la decisión, pero no veía nada bueno de su parte. Oliver estaba demasiado molesto como para olvidar todo de la noche a la mañana.

—¡No! ¡No quiero ir al doctor y no me vas a obligar, ¿me escuchaste?! —Se cabreó también, aferrándose al evacuatorio.

—¿Qué diablos estás diciendo? ¡Por supuesto que si yo quiero te llevo al hospital!

Nicolás se encogió de hombros, luego agregó:

—Sólo quiero festejar a mi padre, así que olvídate de mi malestar, ya se me pasó.

Al finalizar su defensa, rodó los ojos para ver el gesto amargo de su esposo, quien volteó la cara apenas sus miradas se cruzaron. Al cabo de unos segundos, Oliver prosiguió:

—¿Qué es lo que escondes? ¿Has estado haciendo tonterías a mis espaldas, verdad?

—¡No te perdonaré esto! Pensé que de verdad estábamos volviendo a empezar. Pensé que realmente confiabas en mí. Y no, Oliver. Si yo no quiero que me lleves, no lo harás. Y si lo haces, no te lo perdonaré jamás.

—¿Me estás amenazando? —Inquirió el mayor, arrugando la frente en total confusión.

—Tómalo como quieras —vocalizó con simpleza,  parándose frente al excusado y aplanando el botón para que el agua corriera y se llevara los restos de vómito.

Sin esperarse algo tan inmaduro por parte de Nicolás, Oliver decidió dar por terminado el tema de las náuseas. No le ganaría al chiquillo y se metería en problemas después. Y por supuesto que tenía miedo de perderlo de nuevo. Prefería proponerle algo y que Nicolás perdiera para así manipularlo de la mejor manera.

—Bien. Vístete y luego iremos con tu padre. Pero si sigues mal, te prometo que te llevaré al doctor y no me importará si no me vuelves a hablar —espetó, mirándolo muy potente para que Nico entendiera el puto.

—No volveré a sentirme mal, ya lo saqué todo y sólo fue algo que comí.  

¨*¨

Después de esa inesperada discusión, Nicolás se vistió y se maquilló un poco, encaminándose con Oliver hasta el lugar donde festejarían a Salomón. Esa tarde, Nicolás vistió unos pantalones apretados color negros, unos botines del mismo color, complementó con una camiseta de manga larga y una chaqueta de corte largo color chocolate que era de doble vista y con espacios en cuero. Como accesorio usó una enorme y caliente bufanda negra que tejió días antes con ayuda de Kelle. Ya listo y con un peinado más fino pues se había cortado las puntas, se fue junto a su esposo. Durante la cena hablaron de muchas cosas con Salomón, le regalaron flores, un rolex por parte de Oliver y por no haber pensado en un regalo costoso, Nico cantó para él mientras tocaba el piano. Lo maravilloso era que ese restaurant contaba con instrumentos musicales y grande espacio para mantenerse en constante comunicación. La comida era un manjar y más porque ya que se acercaba diciembre y cuando hacía frío el hambre aumentaba al triple, más en Nicolás que no se cansaba de comer bocadillos y beber refresco.  No bebió alcohol porque Oliver se lo prohibió, pero lo que sí hizo fue bailar mucho durante  toda la noche. Kelle y Tomás también estaban invitados, pero aunque Tomás estuviera todo el tiempo con Caroline, Nico no se quedó solo en los momentos que Oliver platicaba con gente importante, pues Kelle le hacía compañía.

—¿Entonces  ya te hiciste la prueba de embarazo? —Kelle le susurró al oído, recordando que días antes le dijo que podría estar esperando un hijo. Lo que también era cierto era que Nicolás se negaba rotundo. Era imposible que tuviera un hijo; era hombre, tenía pene y no vagina, además no tenía busto ni mucho menos un útero. 

Pero Kelle insistía…

—No lo estoy. Eso no es posible, Kelle. ¿Por qué estás tan segura?

—No sé, quizá soy de esas personas que cuando mira a los ojos te dice todos tus padecimientos.

—¿De verdad?

—No lo sé. —Se alzó de hombros, acariciándole el abdomen cubierto Nicolás se sintió extraño y dio un brinco hacia atrás.

—No hagas eso, kelle. No estoy esperando un hijo, no lo estoy —murmuró, posteriormente miró a su alrededor para que nadie lo viera ni escuchara. Era demasiado absurdo pensar que estaba embarazado y Kelle siempre decía cosas sin sentido, por supuesto que ahora no sería diferente.

—Mira, mañana iré a tu casa temprano aprovechando que Oliver se irá a trabajar, y prométeme que no orinarás antes de que yo llegue. Necesitamos la primera orina de la mañana. ¿Sí? —Insistió, tomando por los hombros al pecoso, estrujándolo para conseguir una respuesta positiva.

Nicolás rodó los ojos y asintió. Estaba confundido y se sentía patético por también imaginarse con un hijo en las entrañas. En el fondo quería tenerlo, quería tener un hijo aunque fuera imposible. Y sabía que no era bueno hacerse ilusiones ni mucho menos darle falsa información a su marido. Lo menos que quería era que él se creara mucha ilusión. Incluso la semana pasada estaban comenzando a buscar a una mujer para que les alquilara el vientre. El primero en tratar la inseminación sería Oliver, luego de un año o tal vez dos, Nicolás se uniría por supuesto que con la misma mujer. Lo planearon muy bien, pensando primero en los deseos de Noah ya que a su corta edad era difícil cuidar a un bebé.

Esa noche, poco después de llegar a casa para descansar, ambos hicieron el amor. No lo hicieron una vez, lo hicieron más de tres, acostándose a las tres de la mañana aproximadamente. Sin sudor, pero con el cuerpo hirviendo, Nicolás se tumbó a un lado de su esposo, moldeándose para encajar su cabeza en el cuello del más grande y quedarse ahí.

—¿Estás contento de que tu padre salga con alguien? —Con un poco de cabello en la cara, Oliver se acostó de lado, acomodando al chiquillo perfectamente bien para abrazarlo por la espalda y cubrirlo con la cobija.

—Sí. Ellos hacen buena pareja —respondió, removiéndose para sentirse cómodo.

—He encontrado a una buena mujer para que nos alquile el vientre, ¿la quieres ver mañana? Necesitamos hablar lo antes posible con ella —musitó con tono ronco, acariciando con sus labios la cabellera de Nicolás.

—Me gustaría esperar al menos tres días más.

—¿Tienes dudas? ¿Ya no te gustaría alquilar un vientre? Yo lo entenderé, comprenderé si quieres esperar un año más, lo importante es que estés listo —complementó, abrazándolo con más fuerzas.

—No será tanto tiempo, sólo dame algunos días más. Sólo necesito eso —anunció, percibiendo un suave beso en la mejilla. Oliver extendió las manos y con toda esa longitud terminó por mantenerlo atrapado entre sus brazos.

Era hora de dormir y a Nico no le avisaron dos veces; cayó rendido al igual que Oliver.

A la mañana siguiente, ya estando a primero de diciembre, Nicolás se levantó a las seis de la mañana, sorprendiendo a Oliver, quien se vestía para ir al trabajo. Ese día tenía que firmar papeleo y daría una junta rápida. Aunque era domingo, Oliver no dejaba la empresa sola, además ya pronto los festejos navideños llegarían y las vacaciones comenzarían. Era por esa simple razón que Oliver se la pasaba más tiempo en la empresa; estaban en las últimas. Pero  por suerte llegaba por la tarde y sacaría a Nicolás a pasear si es que éste deseaba ir a alguna parte en especial. 

Antes de dejarlo marchar, Nicolás lo besó con un sentimiento diferente. Tenía mucho miedo de que las suposiciones de Kelle fueran ciertas. Después de que Oliver se fue, Nicolás volvió a vomitar porque sorpresivamente unas nauseas tremendas le llegaron. Tenía hambre y muchas ganas de orinar, pero Kelle todavía no llegaba y le prometió no hacer pis hasta que estuviera presente. Con un plato de avena recién hecha sobre la mesa y con el celular en mano, Nico comenzó a buscar por internet sobre los posibles síntomas de embarazo. No quiso buscar si por casualidad existía un hombre embarazado porque era algo demasiado absurdo, así que se conformó con los síntomas nada más.

En internet le salió:

¿Podrías estar embarazada? Lo más probable es que no empieces a sentir los síntomas del embarazo hasta que se te haya retrasado el periodo menstrual, o hasta una o dos semanas después. De hecho, siete de cada 10 mujeres presentan síntomas al cumplir la semana 6 de embarazo. 

Si no anotas las fechas de tu 
ciclo menstrual o si varían mucho de un mes al otro, puede que no estés segura de cuándo esperas tu próximo periodo. Pero si empiezas a sentir los síntomas que leerás a continuación, aunque no los tengas todos, y se te ha retrasado el periodo, es muy probable que estés embarazada. Hazte una prueba del embarazo en casa y lo sabrás con seguridad. 

 

El rostro de Nico se sonrojó. Él ni siquiera había tenido periodo ¿o sí? Quiso cerrar la página web, pero luego recordó aquel sangrado que tuvo hace más de un mes. Le había sangrado el pene y nunca quiso verse para ver lo que le pasaba, incluso ni al doctor había visitado, porque curiosamente se le quitó después de una semana. ¿Había reglado? No lo sabía. Y aunque Kelle le dijera ese día que se trataba de la menstruación, era imposible. Absolutamente imposible. «A los hombres no les pasa eso» Se repitió mentalmente una y otra vez, pero fue tanta su curiosidad, que siguió leyendo:

El primer mes de tu embarazo es un período de grandes ajustes físicos y emocionales. Por suerte, este mes pasa volando: cuando te das cuenta que estás embarazada, ya prácticamente terminó.

La razón para este desfase en la contabilidad de tu embarazo es sencilla: como es difícil establecer el momento exacto de la fecundación (un espermatozoide puede permanecer vivo en tu útero por dos días), el inicio de tu embarazo se cuenta a partir del primer día de tu último ciclo menstrual.

Después de la concepción, tu bebé, en este momento un embrión, viaja de las trompas de Falopio al útero, donde se implantará por los próximos nueve meses. Parte de sus células formarán a tu bebé, mientras las restantes crearán la placenta que nutrirá y sostendrá a tu hijo hasta que esté listo para hacerlo por sí solo. Tu médico puede verlo como un frijol o un pececillo pues parecerá tener cola.

Desde que el espermatozoide encuentra al óvulo, tu cuerpo inicia una serie de acciones para crear el ambiente ideal para tu bebé. Aunque faltan meses para que tu panza se note, desde ya tu embarazo ocupa tu atención y energías.

Los cambios en tu cuerpo durante el primer mes son internos y pueden pasar desapercibidos. Tú los notas más por cómo te sientes que por cómo te ves:

-Cambios en tus senos. Pueden aumentar de tamaño, estar más sensibles o doler levemente. Además, tus areolas (círculos oscuros que rodean al pezón) se agrandan y oscurecen. También pueden surgir pequeñas erupciones, que se ven como diminutas espinillas en tus pezones, estas son llamadas glándulas de Montgomery. Las venas en tus senos son más notorias.

 

Nicolás  se descubrió un poco para verse los pezones. Realmente estaban igual de planos, pero le dolían cuando Oliver los chupaba. ¿Ese era un síntoma? Pensó por breves segundos y cuando no encontró una buena explicación, siguió leyendo:

 

-Fatiga

 

¿Tenía fatiga? Sí, mucha.

 

 

-Antojos o repulsión hacia alimentos

 

¿Comía demasiado o le daban asco algunos alimentos? No. Bueno, últimamente sí estaba demasiado antojado, pero cuando hacía frío siempre se le antojaba de todo. Se rió y se negó a estar embarazado. Era demasiado imbécil ese pensamiento. Por supuesto que no estaba embarazado, pero aún así siguió leyendo los síntomas:

 

-Estado de ánimo variable

 

Él siempre tenía diferente estado de ánimo. Algunas veces se enojaba con Oliver y otras no. ¿Contaba eso? Lo descartó.

 

-Náuseas

 

Oh, joder. Se echó para atrás. La verdad era que sí, se la pasaba vomitando en las mañanas y algunas veces en las tardes.

 

-Cambios en el flujo vaginal. Esto puede incluir un leve sangrado durante la implantación y luego flujo blancuzco llamado leucorrea.

 

No. No tenía vagina. Se burló, recordando que era una tontería estar embarazado, pero luego recordó que después de regresar a vivir con Oliver y de tener mucho sexo, el pene le volvió a sangrar, no era algo muy grande ni duradero, pero de su pene salió un flujo con tiritas de sangre, pero como siempre, no dijo nada a nadie, ni a Kelle. Se le había hecho tan insignificante porque sólo duró a lo mucho dos días, así que lo dejó pasar. Sin embargo ¿Eso era una señal?

 

Asustadísimo dejó de leer y se fue directamente a la puerta para abrirle a Kelle. Ella ya había llegado. Al verla con una enorme caja de enfermería, se asustó. ¿Qué pensaba hacerle?

 

—No has orinado ¿verdad? —Cuestionó, poniéndose sus lentes, que la hacían verse profesional, luego se encaminó hasta uno de los sillones para sentarse y poder abrir su caja.

 

—No, pero ¿qué traes ahí?

 

—Oh, se llama caja de súper emergencias. Es para saber si estás embarazado o no —comentó abruptamente, como si un hombre embarazado fuera lo más natural del mundo.

 

—No lo estoy —replicó el crío, negándose y cruzándose de brazos—. Esto es una tontería.

 

—Tener un hijo no es una tontería. —Aseguró con una sonrisa coqueta—. Ahora ve al baño y llena este vaso de pipi. —Saco un vaso de cristal de la caja de súper emergencias y se lo entregó. A pasos agigantados, Nicolás obedeció, fue al baño y orinó en el vaso, casi llenándolo. No se miró la polla mientras orinaba; tenía miedo de vérsela y que algo anduviera mal. Se sacudió el falo y al salir del cuarto de servicio, fue hasta Kelle, entregándole el vaso.

 

—Está súper calientito —canturreó ella—. Es como jugo de piña hervido —agregó. Nicolás se negó con la cabeza, avergonzado. Era obvio que sus orines salieran calientes.

 

Nicolás se sentó a un lado de ella y viboreó lo que había en la caja de súper emergencias de Kelle. Había agujas, hilos, bastantes pruebas de embarazo, test de ovulación, varios vasillos de cristal, goteros, aceite de  oliva, cloro y jabón.

 

—¿Quién guarda todas esas cosas ahí?

—Una siempre tiene que estar preparada —asintió solemnemente—. Ahora tenemos que dividir tu pipi en los vasos… Oye ¿Has escuchado de las pruebas de embarazo caseras? —Nico se quedó en blanco—. Sí, de esas que antes se hacían las mujeres cuando no existían los avances tecnológicos.

 

Los ojos de Nico se agrandaron. Kelle pensaba experimentar con sus orines y eso daba un poco de miedo, pero le pareció divertido. Pensaba que la mayoría de las chicas se hacían ese tipo de pruebas y que se divertían probando, aunque de hecho no tenía ni puta idea de cómo eran esas pruebas caseras. Sonrió divertido y antes de preguntar lo más interesante, Tomás ya estaba en su casa y frente a ellos.

 

—La mujer de servicio estaba limpiando la parte delantera y me dejó pasar —se excusó, achinando los ojos al ver todas las herramientas que Kelle tenía en la caja. Supo que era su caja porque era totalmente obvio que alguien como ella tuviera una caja con objetos que combinados eran muy extraños.

 

—¿Qué están haciendo? ¿Qué es esto? ¿Pruebas de embarazo? —Gritó—. ¿Qué demonios están haciendo?

 

—Ay, Tomás. No grites, esto es un secreto todavía, pero siempre tienes que arruinar los secretos. —Negó con la cabeza, ya acostumbrada a que Tomás arruinara los momentos oscuros y en plena experimentación—. Siempre es lo mismo contigo…

 

El rubio se encogió de hombros, confundido.

 

—Es sólo que Kelle cree que estoy embarazado, pero ya le he dicho que es imposible —contó el pecoso con tono sereno.

 

Tomás hizo un mohín con la boca, también creía que era imposible, pero Kelle salía con cada cosa que ya era muy común que pensara de tal modo.

 

—Él no está embarazado. Eso es imposible  —opinó también, negándose internamente y mirando a Kelle con seriedad.

 

—Yo estoy segura que Nicolás tiene un pene-vagina, que pasó por la menstruación y por cambios notorios,  y estoy segura que está esperando un hijo —alegó, vaciando  una cantidad igual de pis en cada vaso trasparente.

 

—¿Por qué estás tan segura? —Ambos expusieron en unísono.

 

Kelle rodó los ojos, los vio, pero siguió vaciando la pipi.

 

—No lo sé, sólo lo siento así —contestó.

Nico y Tomás se miraron entre sí, viendo cómo Kelle se aferraba. Les parecía horrible pelear con ella por algo tan absurdo, así que decidieron seguirle el juego, escuchándola y viendo que las pruebas caseras eran muy divertidas.

 

—La primera prueba es la “la pipi con nube” Dejaremos los orines en el congelador para que se enfríen y luego los veremos y si hay espuma arriba, eso significará que estás bien embarazado —anunció, yendo a la cocina y metiendo el vaso al congelador.

 

—¿Oye y esto es confiable? —Tomás la miró seriamente.

 

—Ni idea. —Se alzó de hombros, yendo de nuevo hasta la sala —. ¿Pero apoco no es divertido? —Sonrió.

 

Los chicos asintieron, sentándose de nuevo en el sillón, dejando a Kelle en medio.

 

—Ahora mientras esperamos a que se enfríen, vamos a pasar a la segunda prueba. Esta se trata de “la pipi con aceite” Pondré dos gotitas de aceite, obviamente separadas, si se juntan, entonces significa que estás embarazado. Esto es muy rápido —platicó, poniéndose unos guantes y tomando un gotero. Echó las dos gotas de aceite de oliva y al minuto  se unieron, haciéndose una sola.

 

—Estás embarazado —Tomás murmuró, asombrado.

 

—Esto no es confiable —Nico se encogió de hombros—. ¿Verdad que no, Kelle?

 

Ella lo miró de re ojo y gritó en alto: — ¡Estás embarazado!

 

—Pero el aceite siempre tiende a juntarse, ¿no? —Pidió explicaciones, pero los otros lo ignoraron, festejando su supuesto embarazado. Y aunque Nico no quisiera ilusionarse, se sintió feliz. Eran pruebas tontas, pero Kelle tenía razón; eran divertidas y entretenidas.

 

—Ahora vamos a  hacer la prueba con cloro. Le echaremos cloro a la pipi y si cambia drásticamente de color significa que estás embarazado —boceó, echando cloro en un vaso que contenía pipi.

 

En esa prueba, todo quedó como antes.

 

—Es negativa —vociferó el rubio.

 

Kelle asintió:

—Después de todo, esto nos puede engañar —dijo, ignorando esa prueba y comenzando a narrar la otra —. Bueno, la siguiente prueba es la de “la pipi con jabón” Le echaremos jabón en barra y si  no hace espuma estando con los orines, estás embarazado.

 

Cuidadosamente cortó un pedazo de jabón y lo puso en la pipi, meneándolo después con un palito. Esa prueba salió positiva ya que no hizo espuma.

 

—Embarazado —Tomás aplaudió, divirtiéndose como si fuera un juego de mesa.

 

Nico sonrió en grande y Kelle también.

 

—Ahora haremos la prueba de “la aguja con el hilo” Meteré el hilo en la aguja y cuando quede como un collar, lo pondré en un barriga y en tu mano. Esto lo usan para saber el sexo del bebé y si estás embarazado, así que tenemos dos en uno. Si se mueve en círculos, es niña. Y si se mueve de manera recta es niño.

 

Nico se recostó y Kelle levanto un brazo y sostuvo con sus dedos el hilo. De repente la aguja se meneó circularmente y de manera recta también.

—Esto no es posible, lo estás moviendo, ¿verdad? —Resopló Nico, viendo la aguja moverse descontroladamente.

 

—¿Entonces es niño o niña? —Tomás pidió una buena explicación.

 

—Es un niño y una niña —aseguró ella—. Quizá esto es un embarazo múltiple, pasiva —le avisó, viendo como la aguja seguía moviéndose como loca.

—No. No estoy embarazado, ya dejen de jugar. —Les rogó, levantándose y sentándose en otro sillón.

 

Tomás y kelle se miraron. El rubio sabía que era imposible que Nico estuviera embarazado, pero sorpresivamente ya se había hecho ilusiones, imaginaba que Nico también y que era por eso que se sentía irritado. La única confiada era Kelle y nadie ni nada la sacaba de su argumento. 

—Es hora de ver la pipi que metimos al congelador —prosiguió la fémina, logrando que ambos fueran a revisar a la cocina.

Al sacar el vaso, vieron que no había espuma. Todos se quedaron en silencio. Era negativa y se sentía extraño notarlo.

 

—Negativa —refutó el pecoso, yéndose hasta la sala de nuevo.

Los demás lo siguieron.

 

—Bueno. Esas fueron las que no son confiables, ahora vamos a probar con el test de ovulación. Esto es más certero.

 

Los adolescentes se pusieron tensos y vieron cómo Kelle metía un pedazo pequeño de material flexible, que parecía termómetro, dentro de los orines. Rápidamente dio a positivo.

—Es mentira —comentó el pelirrojo, creyendo poco de lo que se miraba. 

 

—Oigan, esto es serio —Kelle recordó que había leído en internet que  si los hombres se hacían pruebas de embarazo y daba positivo, lo más seguro era que padecieran de cáncer testicular. Asustada, abrió una prueba de embarazo y con un gotero vertió orines. Eso mismo hizo con otras cuatro, y con otras cinco más, teniendo diez pruebas a la espera.

 

—¿Qué estás haciendo? —Nicolás se tensó, viendo cómo las pruebas daban a positivo. Todas dieron, pero al ver el rostro de Kelle, se confundió.

 

La mujer se llevó una mano a la barbilla y antes de decir algo, miró a los dos jóvenes que tenía ahí. Respiró profundo y sin una sonrisa, dijo:

 

—Esto es serio, Nicolás —musitó, buscando las mejores palabras. Era cierto que confiaba  que estaba embarazado porque su instinto se lo decía, pero que esas pruebas salieran positivas significaba cáncer en los testículos y eso era muy peligroso —. Tenemos que ir al médico.

 

—No quiero. —Se negó rotundo.

 

—Debemos ir, porque cuando los hombres se hacen este tipo de pruebas, puede significar cáncer testicular.

 

La mirada atrofiada de Tomás vagó hasta su mejor amigo, detectando que éste había comenzado a llorar en silencio y sin gesticulación. 

Notas finales:

Nos leemos mañana. 


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