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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hello!! Que el yaoi esté con ustedes... que así sea...

Les saludo desde la comodidad de mi casa en mi pueblo, usando internet del vecino (muy débil por cierto, pero algo es algo jaja)

Muchísimas gracias por sus mensajes, hacen que siempre me emocione, así que de corazón lo valoro, gracias :D

Este es un capítulo muy fierecilla, en serio, hay muchos datos de ellos, me gustan mucho :D

Aunque no por ello Izumi y Misaki no continúen en su drama (si es que se le puede llamar así, nada es drama si lo comparamos con el sufrimiento de las fierecillas jajjajaja) digamos que Misaki está a punto de tomar una decisión, pero recibirá un pequeño empujoncito (aunque eso se verá hasta el otro capi, yei!!)

Y los pancitos no salen mucho esta vez (buuuu!!!) sale más Aoi y sus arrepentimientos, pero bueno... eso ya lo veremos (no me odien por poner a Aoi y sus planes para devolver el equilibrio perdido :D ja)

Sin más me despido, espero que les guste y los amo!!!

Capítulo 25: Los actos por amor.

 

Anotaba en su libretita todos los datos recabados en esos 30 minutos que llevaba sentado en una mesa de una cafetería cualquiera. La verdad ni siquiera era un sitio concurrido, él mismo jamás se habría metido ahí porque no estaba a la vista, pero al parecer, para Izumi, ese lugar era de su agrado. Escribió en las notas “Libro de poemas” y una carita aburrida, le parecía que Izumi llevaba leyendo ese mismo libro desde hace semanas y no comprendía el motivo. Si leer un libro normal le parecía difícil por su poca concentración, no se explicaba qué encontraba en la poesía de placentero. Recordó sin querer entonces, la vez que Izumi le leyó ese poema en el Club de Lectura. Se había sentido transportado a otro sitio, interpretado, descifrado y arrobado por las emociones que un simple verso o una simple estrofa, le había generado. Quizá esa es la belleza de la poesía.

Ajustó los binoculares para leer bien el título de dicho libro y entonces comprendió que no era el mismo. Éste se llamaba “100 poemas de la literatura universal” y aquello medio le hizo brincar. ¿En serio Izumi se iba a leer 100 poemas en una tarde? Claro… ¿Por qué no? Era lo que siempre hacía, leer sin parar, desde la media hora que llevaba “investigándolo” y el rato que se chutó en su casa (porque no es como si hubiese encontrado su dirección en su expediente y lo hubiese ido a espiar, claro que no); estaba así, leyendo, leyendo sin parar. De hecho, cuando lo conoció, a eso se dedicaba, cuando lo incordió la primera vez para ver una reacción sobre Aoi Maya, cuando le confesó su mayor sueño, cuando le explicó que él tenía talento, cuando le enfrentó después de ese beso, cuando le esperó en esa cita que no arrancaba de sus pensamientos, cuando le besaba en el Club de Lectura, incluso cuando le dijo adiós, eso hacía… leer… leer en él… leer un libro.

Suspiró profundamente tomando otra fotografía más a distancia y después mirándola con detenimiento. Era sábado y sin embargo, sabiendo que los sábados de por sí no lo veía, lo extrañaba, quizá era el hecho de ser consciente que el lunes no iba a estar con él, saber que su compañía se había terminado, saber que Izumi no lo quería cerca, no a menos que resolviera el conflicto en su propio corazón. Quería arrancarse los cabellos de pura frustración… ¿De verdad aún amaba a Ren? ¿Después del glorioso rechazo? ¿Después de todo el dolor que le causó a Yuu?

No lo sabía y aquello lo estaba matando.

                —Es la primera vez que te veo suspirar así—dijo una voz que, en otra época, le habría parecido perfecta, pero que ahora, simplemente aumentó su confusión.

Le quitó por unos breves segundos la mirada a Izumi Kou y su libro de poesía para poder enfocar a quien llegaba a su escondite. Ren le miraba sin ninguna emoción específica en el rostro, bien podía ser timidez, bien podría ser suspicacia, bien podía ser miedo o culpa o bien alegría, no tenía ni la más remota idea. Dio un ligero brinco y cuestionó extrañado de su presencia.

                —¿Qué haces aquí Ren?

Encogió los hombros restándole importancia y respondió.

                —Paseando, ya sabes, un sábado cualquiera—bajó la mirada y fue sincero—En realidad te estaba buscando, supuse que estarías en la plaza, a ti te gusta venir los sábados con Yuu.

                —¿Me buscabas a mí y no a Yuu?—preguntó sin creerlo.

                —Sí, me gustaría hablar contigo—trató de sonreírle con coquetería, pero no le salió y Misaki se sintió extraño con ello, debía estar muy deprimido—¿Me aceptarías un café? Yo invito.

Miró por un instante a Izumi y temió abandonarle. ¿Y si mientras hablaba con Ren, Izumi se marchaba? ¿Y si le perdía la pista? Se mordió el labio con frustración. ¿Qué estaba pasándole?

                —Bueno… yo… es que…

Como si hubiese leído su mente, el pelirrojo agregó:

                —Nos sentaremos en un lugar donde puedas verlo.

Enrojeció con tal comentario. Por Dios, hasta Ren se daba cuenta de su ansiedad por Izumi, aquello era demasiado vergonzoso, considerando más el hecho de que él no sabía nada acerca de lo que le pasaba con Izumi. No es como si me esté pasando algo realmente, negó sin creérselo.

                —De acuerdo, vamos.

Apagó la cámara, guardó la libretita y los binoculares en su mochila para salir de su escondite, unas macetas y un refrigerador dentro de esa cafetería. Buscaron un sitio donde sentarse sin que Izumi les notara, a petición de Misaki, y después de tardar en ordenar un tipo de café diferente, Misaki con mucho dulce, Ren sin nada de crema, se quedaron completamente solos.

Lo primero que Ren le dijo no fue precisamente algo bueno para Misaki.

                —Sabes… no sé realmente qué cosa tengas con el novio de Aoi Maya, pero ten cuidado, no quisiera que ella se entere y hago algo en tu contra.

Su espina dorsal se estremeció ante tal comentario y frunció el ceño para mirarle con reproche.

                —Me sorprende que te preocupe que ella, precisamente ella, me haga daño.

Ren desvió la mirada, debió esperarse algo así, quizá Misaki aún estaba molesto con él y tenía motivos de sobra para estarlo. Esa era una de las razones por las que quería hablar con él, necesitaba arreglar todo lo que había hecho mal, comenzando con Misaki y su amistad, una amistad que esperaba poder reparar de algún modo.

                —Lo sé, estoy aquí por ello. Necesito pedirte perdón como se debe, nunca debí de actuar de esa forma. Fue egoísta, fue jodidamente egoísta de mi parte.

El rubio levantó la mirada temeroso. No había esperado una disculpa de Ren, en verdad no la esperaba, cuando le explicó sus motivos, todo había quedado claro según él. Había aceptado el trato con Aoi para poder alejarlo de él y así darle fin a esos sentimientos que llevaba años sintiendo. No era egoísta, fue lo correcto, al menos ese era su pensar.

                —No Ren, no tienes que disculparte, era la única forma de…

                —Claro que no—le interrumpió—Fue egoísta porque bien pude habértelo dicho de frente, bien pude rechazar tus sentimientos en tiempo y forma. Aún si reaccionabas mal, aún si te empeñabas, yo debí afrontarlo y no irme por la salida fácil. Al final, mi “bien” por ti, se convirtió en un daño y no fue justo. Por ello quiero pedirte perdón.

Tomó su mano entre la suya y, lejos de causarle un remolino como hace años le hubiese pasado, Misaki se sintió extraño con la caricia. Hace varios meses hubiese matado por un contacto así con Ren, pero ahora… ahora solo anhelaba otra cosa, aunque no supiese con certeza qué era. Miró rápidamente a Izumi en su mesa, leyendo tranquilamente y entonces su corazón sí se aceleró. Negó frenéticamente y retiró la mano de Ren sobre la suya asintiendo.

                —Está bien, te perdono, no hay necesidad de que digas más. Ya no guardo rencor alguno.

El pelirrojo entonces sí sonrió con sinceridad y Misaki trató de corresponder tal sonrisa.

                —Me alegra escuchar eso, de verdad me hace feliz saber que algún día, tal vez podamos volver a ser los mejores amigos que fuimos.

El rubio bajó la cabeza sintiéndose atareado con sus propias dudas.

                —Sí… quizá algún día—se sostuvo sus manos con mucho nerviosismo e hizo la pregunta imperativa que empezó a surgir en cuanto Ren le confesó todo lo que sentía—…Ren… yo… quisiera saber algo…

                —Sí… claro, dime.

                —¿Cómo es?—el más alto lo miró sin entender de qué hablaba y Misaki enrojeció por completo antes de aclarárselo—… el enamorarse Ren… ¿Cómo es? ¿Cómo fue que te diste cuenta que estabas enamorado de Yuu?

Ren se rascó la cabeza sintiéndose incómodo. ¿De verdad Misaki le estaba preguntando algo como eso? ¿Acaso no era doloroso para él hablar de ello?

                —¿Quieres que te lo diga?

                —Sí, sí quiero. Necesito saberlo, por favor—pidió el chico de ojos azules y Ren asintió.

                —Bueno… recuerdo que alguna vez tú me hablaste del verdadero amor y cómo éste llega sin anunciarse. Yo… simplemente no lo sé… te podría decir que tenías razón y pasó… pero lo he analizado y creo fervientemente que quizá… amé a Yuu desde siempre, solo que no fui consciente de ello hasta que… estuve a su lado.

Los ojos de Ren estaban iluminados por una luz que nunca le había visto y, a pesar de que estaba respondiendo a su pregunta, en cierto modo, aquella información no le sirvió.

                —Pero… ¿Cómo fuiste consciente de eso? Es lo que quiero saber—indagó ansioso Misaki y Ren se mordió el labio sin comprenderle. El rubio frunció el ceño y agregó algo frustrado—Cuéntamelo… ¿Por qué crees que amas a Yuu desde siempre? ¿Cómo fue?

                —Está bien, está bien, relájate—colocó sus manos sobre sus hombros y le miró con profundidad antes de narrarle lo que tenía en mente. Lanzó un gran suspiró y miró la carta de la cafetería jugando con sus dedos mientras hablaba al aire—… recuerdo cuando le conocí… tenía cinco años y era un niño muy popular, ya sabes, el socializar siempre se me dio—bromeó con una risa y continuó al instante—Yo jugaba con unos niños vecinos de la calle cuando el auto se estacionó frente a nosotros y de él emergió su madre, su padre y luego él. Te juro Misaki, que nunca en mi vida había visto una creatura más bella que esa. Eso fue lo que pensé en ese momento, o al menos eso recuerdo. Estaba yo tan encandilado, que casi al instante y como idiota me ofrecí a su madre para cargar las maletas. Ella me sonrió con maternidad y Yuu con ligereza.

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Y lo hizo, cuando tuvo a Kuma en sus brazos me sonrió de una forma tan hermosa, tan natural, sin desagrado alguno, que creo que en ese instante le amé. Pero me decidí a olvidarlo y a reprimirlo, en transformar su odio por mí en algo recíproco. Si yo no le agradaba, entonces él tampoco tenía que agradarme y así, pasaron los años, yo enterré mi fascinación en lo más profundo y la disfracé de desprecio. Así hubiese continuado, de no ser por esas clases de manejo, de no ser por esos ojos, de no ser por ese beso, de no ser porque Yuu me dejó verle como era, como siempre fue>>

Misaki negó con la cabeza mientras sonreía con ligera burla.

                —Realmente eres un estúpido Ren, nunca disfrazaste tu amor de nada. Te fascinaba hacerlo enojar, encontrabas un placer exquisito en ello y creo, a mi punto de vista, que esa era una forma desesperada de llamar su atención. Querías que todo el tiempo pensara en ti, aún si era de mala manera—el pelirrojo se sintió cohibido ante tal razonamiento, quizá Misaki tenía razón, siempre quiso su atención porque en el fondo siempre le amó. El rubio sostuvo su barbilla con sus manos y agregó—¿Y sabes? Creo que él también siempre te quiso, juraba odiarte tanto, que era antinatural, tanta atención a tu persona debió darme una pista—lanzó una risita que distaba de ser amarga como creyó que sería—Yo siempre dije que tu y yo estábamos destinados, ahora comprendo que no era así, que quienes lo estaban eran ustedes y si Yuu te trató de esa forma fue porque creyó que tú absorbías todo de mi. Al final quien interfirió en el destino fui yo, si no hubiese existido, él te habría mostrado su sonrisa desde el principio.

El pelirrojo negó y colocó su mano sobre su hombro en señal de camaradería.

                —No lo digas así, él te adora, fuiste algo grandioso en nuestras vidas. No hicimos lo mejor del mundo al herirte, pero nuestro cariño por ti, siempre fue sincero. Por ello reitero mis disculpas, quiero que volvamos a ser amigos como antes, pero amigos reales Misaki, que tú puedas ser quien eres frente a mí y que Yuu y tú estén juntos como siempre lo han hecho.

Bajó la mirada sintiendo como le picaban los ojos, últimamente era un llorón de mierda, odiaba ser tan jodidamente transparente, de verdad que sí. Miró nuevamente a Izumi a lo lejos y recordó todas sus palabras, todas sus miradas cargadas de calidez, recordó sus gestos de aliento, que palmear el hombro, que acariciar su mejilla, que besar su frente; recordó sus besos que siempre venían con su sello personal, recordó sus consejos, recordó su piel, recordó su cabello. Lo recordó a él, todo él, siempre ahí, siempre diciendo que sí con un gesto sereno, siempre aceptándole a pesar de todos los defectos. Cerró los ojos abrumado con la emoción en su pecho y dijo que sí.

                —Es verdad, debo ser yo mismo—le miró con cierto agradecimiento—Gracias Ren… por ser sincero conmigo cuando te lo pedí. Por ello mismo te voy a decir algo, no te rindas con Yuu, nunca dejes de luchar por él, si le explicas y hablas con la misma sinceridad, él te escuchará.

                —¿De verdad lo crees? Yo siento ya no tengo derecho de intentarlo.

Le propinó un buen puñetazo en el hombro y el más alto se quejó en el acto.

                —Pues sí te rindes, le demostrarás que tenía razón al creer que no le quieres—cruzó los brazos y le miró mal—No jodas Ren, estuviste como lapa insistiéndole para que te aceptara y ahora no eres capaz de hacer lo mismo para recuperarlo. Te desconozco por completo.

El capitán analizó lo que Misaki decía y comprendió que tenía razón, no podía darse por vencido, no podía permitir que esa arpía de Aoi se saliera con la suya, tenía que recuperar a Yuu, ahora que había arreglado las cosas con Misaki, tenía que lograr que Yuu le escuchara. Voy a reconquistarte fierecilla, así se me vaya la vida en ello, lograré recuperar esa mirada de confianza en ti.

                —Es verdad, debo hacerlo, debo seguir luchando… gracias Misaki… gracias…

                —De nada—ensanchó su sonrisa.

Ambos tenía muchos demonios por vencer, pero quizá, lograrían derrotarlos mucho más rápido de lo que pensaban. Solo era cuestión de no darse por vencidos y ver en su corazón lo que había.

Solo eso.

****

Llegaron de la mano a la cochera y con eso fueron la comidilla de toda la banda. Los chicos comenzaron a preguntar quién era el chico y por qué venían de la mano. Takashi enrojeció casi tanto o más que el pecho de su petirrojo y Enjou les miró como si quisiera golpearlos. Rui que platicaba sin prestar atención tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no exclamar asombrado el motivo por el que estaban tan juntos y se acercó a la pareja con una sonrisa de coquetería para el castaño.

                —Es genial volver a verte dulce Takashi Kotori—le guiñó un ojo y Enjou lo acercó más a sí.

                —Gra… gracias Rui-san, también me alegra verte.

                —¿Qué te trae a nuestra humilde cueva?

El chico estaba por responder con mucho nerviosismo que Enjou le había invitado al escuchar su petición de querer verlo cantar, pero entonces, el pelinegro, volvió a sostener su mano entre la suya y sonrió con dulzura y firmeza.

                —Pues mi novio quería ver uno de nuestros ensayos.

El aludido explotó por dentro y los silbidos y risitas no se hicieron esperar. Casi toda la banda sabía que Enjou podía tener ligues tanto masculinos como femeninos, aunque casi todos supieran que su verdadero amor era el chico “maravilloso” que había conocido hace dos años.

Rui no pudo evitar abrir los ojos como si estuviese en shock y justo en ese momento entró Aoi a la cochera. El primero en voltear a verla temeroso de su reacción fue el peli-verde, pero se llevó una gran sorpresa al notar como ella no se molestaba ni nada por el estilo, incluso la vio suspirar con algo de tristeza y después, esbozar una media sonrisa antes de acercarse.

                —¿Por qué tanto alboroto? Déjenlos en paz—miró a Enjou sintiéndose cohibida y luego a Takashi—Bienvenido.

                —Gracias Aoi—sonrió el chico más relajado.

Si tan solo Takashi supiera que tenía a la responsable de todas sus penas frente a él.

                —Déjense de risitas y empiecen a ensayar—miró a la pareja y sus manos entrelazadas y tragó saliva—Y tú Enjou… aprovecha que están aquí… dedícale un par de canciones cursis, que pareciera que eso ni se te da.

Ambos enrojecieron al momento y ella cerró los ojos conteniendo la pena. Rui la tomó del brazo y con la excusa de que tenían que hablar de algo, se la llevó fuera de ese lugar para cuestionar sin entender qué estaba pasando exactamente.

                —Aoi… yo… no entiendo qué…

                —Lo sé Rui—le interrumpió y sonrió mientras una ligera lágrima salía de sus ojos—Tienes mucho por saber. Ellos… al fin están juntos y yo ya no tengo nada más que hacer.

                —¿Lo dices en serio? ¿Te rindes? ¿Después de todo lo que hicimos?—el chico no comprendía qué había sido de la chica que, el lunes pasado, echaba fuego por los ojos jurando que Ren pagaría por haberlo arruinado todo.

La rubia se limpió la lágrima y asintió.

                —¿No te parece que hemos hecho mucho daño? Es hora de enmendarlo, yo… le voy a decir la verdad a Enjou, se lo voy a decir todo. El escritor, los rumores, el celular, Kunihiro… todo…

Ahora sí se ahogó con su propio aire. ¿Acaso Aoi era consciente de lo que significaba decirle la verdad a Enjou? Él iba a odiarlos. A él mismo no le preocupaba, porque sabía que, eso era lo más lógico, perder la amistad de Enjou para siempre. Pero para ella iba a ser un golpe demasiado duro cuando el chico le mirara con desprecio por haber arruinado su vida. Porque, había que ser honestos, eso era lo que ellos habían hecho. Le separaron del amor de su vida, se dedicaron a romper su esperanza durante años y a Takashi Kotori, a él lo encerraron en una jaula de espinas para siempre. Aunque quisiera huir, aunque anhelara cortarlas con su pico, aunque quisiera con todas sus fuerzas salir de ella y poder volar, la realidad era que le imposibilitaron toda alternativa. Nunca podría ser libre, nunca, sin importar cuando se esforzara y por tal razón, él simplemente se había acostumbrado al encierro, cosa que no merecía, cosa que Enjou jamás les perdonaría.

                —Sé que hicimos demasiado Aoi, precisamente por esa razón, no lo harás sola. Él debe entender que lo hiciste por amor, que por amor, las personas somos capaces de hacer cualquier cosa, incluso lo malo, incluso el daño, incluso…

                —No Rui… creo que esa es la lección que tanto tú como yo debemos entender—le cortó rápidamente y continuó mordiéndose el labio con cierta ansiedad—Los actos por amor no siempre son justificables. Nadie merece ser herido en su nombre, se supone que el amor es puro y libre, no egoísta, no engañoso, no cruel, no ruin. Nosotros lo hemos manchado y tu—sostuvo sus hombros a pesar de que era más alto que ella—Tú tienes que empezar a entenderlo como yo lo hice. No podemos obligar a alguien a que nos ame, porque al final, el amor, el verdadero amor, no se impone, llega a quien le tiene que llegar y a quien no, solo le queda resignarse.

Él desvió la mirada y cuestionó con cierto reproche:

                —¿Es ese otro rechazo? No tienes que irte por las ramas, lo entiendo directamente.

                —Es un rechazo, pero es diferente a lo habitual. Yo… he decidido hacer las cosas bien y he de comenzar contigo. Tú necesitas olvidarme, ver más allá de lo que tienes. Te prometo que cuando lo hagas, cuando encuentres a tu verdadero amor, yo solo seré un mal recuerdo.

                —¿Y dónde voy a encontrar ese supuesto amor del que hablas?—cuestionó bajando la mirada con tristeza y necedad. ¿Realmente existía la posibilidad de que él la arrancara de su corazón? ¿De verdad era posible que algún día él amara a alguien más?

La chica de ojos azules le sonrió con complicidad y guiñó un ojo mientras le contestaba:

                —Está más cerca de lo crees Rui, mucho más cerca. Solo debes mirar a tu alrededor—le abrazó de forma fraternal—Te quiero muchísimo Rui, lamentablemente nunca pude verte de otra forma como un amigo, un hermano, pero mi cariño es sincero. Cometí un grave error al arrastrarte a esta espiral de egoísmo, pero si logro arreglarlo, si logro que tú y que las personas que quiero vuelvan a ser felices, esa será la mayor de las satisfacciones.

Intensificó su abrazo sobre ella y aquello fue como una liberación, como cerrar un ciclo, aceptar por fin que todo se había terminado. Que ya no harían nada más en contra de Enjou y Takashi, que cada uno sería libre para hacer lo que anhelara y que él, él por fin saldría de ese agujero en el que se metió en el instante que aceptó hacer todo por amor, todo, incluso lo que estaba mal y herir a su mejor amigo, aquel que le había depositado toda la confianza y que él traicionó.

Finalmente eran libres.

O quizá no, quizá las cosas no saldrían tan bien como creían, después de todo, está escrito que la vida siempre te devuelve las bofetadas que tú das, aun si te arrepientes. Todo lo que hacemos, todo, siempre tiene consecuencias.

Mientras Rui y Aoi se abrazaban en señal de su libertad, Kotoko observaba la escena con lágrimas en los ojos, sintiendo como se le partía el corazón, apretando los puños al comprender, equivocadamente, que su adoración e idolatría hacia su hermana, no debía tener fundamentos. Era cierto que su hermana no sabía nada acerca de sus sentimientos, pero ella confiaba plenamente en que dejaría de herir a Rui aún cuando las cosas ya no salieran como quería. Le estaba dando esperanzas y eso no se lo perdonaría.  Al verlos abrazados, simplemente algo en ella se fragmentó, quizá la bondad, quizá la comprensión, quizá el anhelo desinteresado de verla feliz.

Y entonces, quizá, sin ser consciente, Kotoko cumplía con su deseo de ser igual a su hermana. Entrecerró los ojos y, cegada por el dolor se juró que si Aoi podía ser egoísta, entonces ella también. Le heriría como lo estaba haciendo con Rui, le heriría de la única forma que conocía.

Le diría toda la verdad a Enjou. La desenmascararía frente a él. Adiós a la farsa, para siempre.

****

Nuevamente estaba en la entrada de su casa.

Fue lo primero que hizo una vez que terminó su plática con Misaki. Salió corriendo de la plaza, subió al auto y arrancó con la esperanza renovada. Llegó en menos de quince minutos, después de conseguir algunas cosas y se plantó de nuevo ahí, como siempre, como si estuviese en una huelga y era capaz de instituirla, esta vez no se marcharía hasta que Yuu le abriera y le dejara hablar.

El pequeño Kaichou por supuesto que lo escuchó llegar. La parte débil y enamorada de su corazón sintió emoción al verlo plantado ahí, dispuesto a seguir luchando. Pero la parte racional y furiosa de su cerebro, estuvo tentada a golpearlo a él y a sí mismo por estarse emocionando. Abrió la ventana de su habitación y mirándole con toda la ira de la que era capaz, cuestionó qué planeaba.

                —¿Qué quieres ahora? Pensé que ahora todo estaba muy claro entre nosotros.

                —No, no lo está, tú aún no me escuchas y voy a hacer lo que sea para que lo hagas.

Frunció el ceño y su corazón brincó. ¡Hijo de puta, deja de acelerarte maldito! Se reprendió.

                —¡Me vas a obligar a poner una orden de restricción en tu contra!—amenazó y Ren encogió los hombros restándole importancia.

                —Adelante—entrecerró los ojos y sonrió con astucia—Pero de una vez te advierto que no me iré de aquí y, a menos que me dejes entrar y hablar contigo, me pondré a gritártelo aquí, para que toda la colonia se entere.

Cruzó los brazos y bufó, ese bastardo no haría algo tan estúpido. ¿O sí? No lo subestimes Yuu, hablamos del idiota de Ren Ashiya, le aconsejó su mente y negó. No lo haría, claro que no.

                —No te atreverías.

                —No me retes fierecilla—le guiñó un ojo y se alejó de la puerta en dirección al auto solo para sacar del asiento trasero un megáfono. Yuu abrió los ojos con impresión y Ren habló a través del aparato—Creo que harías bien en escucharme, quiero pedirte perdón, de muchas maneras. Nunca te mentí con respecto a mis sentimientos, son absolutamente sinceros y mis únicos errores fueron hacer ese trato y no habértelo dicho en su momento—le miró con malicia—Puedo continuar amor, créeme, tengo todo el día.

Y en efecto, siguió hablando, a lo que Yuu enrojeció por completo. Los vecinos no tenían por qué enterarse de esas cosas. ¡Infeliz miserable! ¡Cierra la maldita boca! Pensó avergonzado de verdad y mirando a su alrededor en la habitación buscó el primer objeto que pudiese arrojarle para hacerlo callar. Desafortunadamente fue un cojín y al lanzárselo, el capitán del equipo de natación lo esquivó fácilmente. Ahí fue cuando comenzó la locura, ya que Yuu le lanzaba cosas sin control, desde peluches, libretas, carpetas, su reloj despertador y cremas, además de desodorantes y todo objeto que pudiese ser lanzado, pero ni así Ren se callaba, continuaba explicando todo por altavoz y algunos de los vecinos ya habían empezado a asomarse ante tanto escándalo. Desesperado, el pelinegro se tragó la bilis de su estomago y accedió por fin.

                —¡Está bien imbécil! ¡Te dejaré entrar pero cierra ya la boca!

Sonrió de forma triunfal y apagó el megáfono sobándose de algunos golpes, ciertas cosas sí llegaron a caerle encima, pero nada como el despertado al cual, por un pelo, había logrado esquivar. Lanzó un suspiro y Yuu cerró su ventana con fuerza antes de bajar las escaleras para después abrirle la puerta, dejándolo entrar con una mueca.

Tomaron asiento en los sillones de la sala de su casa y Ren sintió un deja vú. Ahí mismo lo había obligado a sentarse hace poco más de un mes, cuando recién iniciaron sus clases de manejo, en ese lugar se sentó con su pequeña caja de cartón con dos hoyos, para que el pequeño cachorro pudiese respirar cuando fue su fiesta de cumpleaños.  Y ahora se sentaría ahí para recuperarlo o al menos intentarlo, si es que le dejaba hablar.

                —Tienes suerte de que mamá no esté—cruzó los brazos—Te doy quince minutos, no más.

                —Está bien, no necesito más. Esta vez solo te voy a decir dos cosas. La primera, fue un error aceptar el trato de Aoi Maya, y la razón por la que lo hice era porque deseaba que Misaki me odiara lo suficiente para que dejara de amarme y así pudiese enamorarse de alguien más. Fue incorrecto y le hice mucho daño, pero ya le pedí perdón y hemos arreglado las cosas.

Yuu giró los ojos, no le extrañaba que Misaki le hubiese perdonado, cuando se trataba de Ren, el chico era capaz de decir que sí a todo. Era comprensible, estaba enamorado de él. Ni hables Yuu, que tú harías exactamente lo mismo, ironizó su consciencia y se mordió la lengua para callarla.

                —¿Y cuál es la segunda cosa?—cuestionó con ironía y Ren habló con firmeza.

                —Lo segundo, es que te amo—las mejillas de Yuu adoptaron el tan odiado tono rojizo y el mayor continuó antes de que lo interrumpiera—Eso nunca fue mentira. Es cierto que me acerqué y te ofrecí esas clases de manejo porque pensé que con ello, Misaki se enfadaría lo suficiente para molestarse contigo. Pero enamorarme de ti y conquistarte no estaba en los planes. Ayudé a idear el truco del beso, pero por mi propio beneficio, porque yo quería besarte, yo anhelaba saber cuál era el sabor de tus labios. Y cuando lo probé, supe que estaba perdido por ti, por eso quise que tú me correspondieras. Cuando te besé la segunda vez, cuando te hice el amor, incluso cuando te di esa rosa, todo fue real y yo quería decirte la verdad, decírsela a ambos. Pero Aoi estaba tan furiosa porque no conquisté a Takashi, que decidió cobrarse contigo. Tienes que creerme, tienes que hacerlo, así como debes entender que tú no eres responsable de nada como ella te dijo.

El chico de los ojos ambarinos bajó la mirada. El traidor de su corazón estaba como loco, le decía a gritos que se lanzara a los brazos de ese bastardo pelirrojo. El estúpido de su cerebro tenía ganas de lanzarse a golpear a Ren sin parar y él era una maraña sin respuestas, así que al final, después de varios minutos en los que el capitán estuvo tentado a morderse las uñas sin control, Yuu levantó los ojos y le dedicó un gesto sereno.

                —Me parece que te creo Ren, más que nada porque también te amo—El chico estuvo tentado a lanzar un grito de alegría y tomarlo en sus brazos, pero entonces, como leyendo sus intenciones, el más bajo puso su mano enfrente en señal de alto antes de hablar de nuevo—Pero eso no cambia las cosas, lo lamento, pero tú y yo nunca volveremos a estar juntos.

Le sentó como cubetazo de agua fría aunado a un choque eléctrico. ¿Por qué decía eso? Si aseguraba creer sus palabras, entonces… ¿Por qué no podían estar juntos? No lo entendía.

                —¿Cómo puedes afirmar algo así? ¿Por qué?

                —Porque yo no volveré a ser egoísta con Misaki. Ya no. Si bien ya entendí que no toda la culpa es mía, sí le fallé y no lo haré de nuevo. Aún si te amo, aún si me amas, esta vez no.

Fue entonces que Ren frunció el ceño y negó algo irritado.

                —Eso… eso no es justo. Me hablas del egoísmo pero… ¿No te parece que eres egoísta al decidir por mí? Yo quiero estar contigo, no vas a cambiar eso por mucho que me alejes.

                —Entiende la situación Ren. Ponte en su lugar por un momento. Imagina que yo amará a otra persona y estuviese con ella. ¿Cómo te sentirías?—Se levantó del sillón impetuosamente tratando de razonar con él.

                —De la puta mierda, mataría a cualquiera que se te acercara—replicó al instante y Yuu enarcó una ceja dándole a entender el punto. Pero el pelirrojo no lo hizo, al contrario, contraatacó con un argumento mayor—…pero sabes… en cierto modo, lo entendería, si realmente le amas y eres feliz con esa persona, con todo el dolor de mi corazón te dejaría ir, porque, más que ser injusto con la persona que amo, sería injusto conmigo mismo. Te lo dejo de tarea Yuu.

También se levantó del sillón y comenzó a caminar hacia la puerta. El pelinegro apretó sus puños con fuerza y lanzó un gruñido antes de gritarle en la puerta:

                —¡Y entonces qué mierda propones! ¡Yo no voy a volver a ser un bastardo con Misaki! ¡Él te ama! ¡Cuál es tu solución! ¡De qué forma él no saldrá lastimado!

Ren se detuvo ya en la salida y se dio la vuelta con brusquedad antes de acercarse a Yuu, específicamente a su rostro y decirle con voz satisfecha.

                —Te diré lo que vamos a hacer. Si yo te demuestro que Misaki ya no me ama en lo absoluto, tú volverás conmigo sin replicar.

                —Es imposible que eso…

                —¡Sólo acéptalo!—le interrumpió con cierta ansiedad y el más bajo masculló molesto.

                —¡Bien! Pero te lo aseguro, eso no va a pasar jamás.

El galán del colegio le guiñó el ojo antes de empezar a alejarse en dirección a su auto.

                —Ya lo veremos fierecilla, ya lo veremos.

****

Rebuscaba en los cajones de esa habitación en busca de una prueba. La verdad era que, una de las ventajas de poder entrar a esa casa cuando quisiera y ser amiga de Kotoko, era esa, tener acceso a todas las habitaciones. Más ahora que necesitaba pruebas de todo lo que Tomo-san le había dicho, había perdido casi una semana desde que supo toda la verdad. Si bien había logrado que Aoi probara una cuchara de su propia medicina y, quizá si Dios era grande, su rendición, pero desafortunadamente debía decirle todo a Enjou nii-san.

Estaba emocionada, feliz como nadie ante el hecho de que ese par ya estaba saliendo e incluso se dijeran que se gustaban, pero su felicidad no estaría completa hasta que aclarara ese malentendido ante Enjou, no hasta que Takashi supiera quién era el escritor realmente y quién era ese chico que conoció en los Intercolegiales. Nada sería perfecto hasta que la verdad saliera a la luz y eso solo lo lograría con pruebas fehacientes de los hechos.

Abrió uno de los cajones y encontró en él muchos papeles que se le hicieron conocidos. Desordenó un poco de ellos y abrió entonces el primer sobre que tuvo a la mano. Leyó sin parar y el estilo de escritura, la prosa, la caligrafía, todo se le hizo demasiado familiar. ¡Eureka! Exclamó emocionada al comprender lo que acababa de encontrar. Era la letra de su hermanito, y esas eran las cartas de respuesta que éste había escrito para su escritor. Solo necesitaba hallar la carta en la que Takashi nii-san le explicaba al escritor que estaba enamorado de Enjou y por esa razón ya no podría recibir más cartas suyas. Hizo todo un revoltijo de cartas, sobres, papeles y maldiciones, pero no la encontró. Estaba pensando seriamente la posibilidad de lanzar el cajón al suelo y buscar con mayor detenimiento cuando una voz la detuvo.

                —¿Buscabas esto?

Koti-chan levantó la mirada y se enfrentó a Aoi Maya, quien sostenía la carta en sus manos.

                —Así es—replicó sin temor, ella no se amedrentaba con nadie, ni siquiera Aoi Maya.

La rubia sin embargo, solo lanzó un gran suspiro y se la entregó sin reparo alguno.

                —¿Sabes? No era necesario hacer tanto destrozo, te la habría dado sin replicar—la pequeña hizo un gesto de duda y Aoi giró los ojos.—Sí, te lo dije antes, me rindo, ya no haré nada en contra de Takashi, él ganó—sonrió amargamente—En realidad, ganaste tú, él ni siquiera era consciente de que estaba en una contienda. Definitivamente mi error fue ese, subestimarte. Nunca se me pasó por la cabeza que tú fueses el verdadero enemigo Koti-chan.

                —Lo lamento Aoi, pero ellos son mis hermanitos, quiero verlos felices—sonrió con malicia—…además… amo el yaoi, eso justifica todo.

La mayor le miró sin entender nada de lo que decía y después continuó con su discurso.

                —Está bien, llévale esa carta a Enjou, una vez que la lea vendrá buscando respuestas y yo se las daré—entrecerró los ojos y sacó de otro cajón que estaba debajo de su cama, un objeto especial tanto para ella como para otra persona, una persona que ella adoraba—Pero… me gustaría que primero, me hicieras un favor—la niña la miró con desconfianza y Aoi negó—Necesito que le entregues esto al estúpido canario de Misaki Takaba.

Le dio el “objeto especial” en sus manos y Koti-chan lo miró sin comprender.

                —¿Canario?

                —Lee el cuento Koti-chan, si lo haces, entenderás—le extendió su mano en señal de acuerdo—¿Es un trato? Eso sí, no le digas que yo te lo di, no lo aceptaría y realmente lo necesita.

Leyó el título del libro, “El cuento de los canarios”. Decidió confiar en su intuición y aceptó.

                —Bien, es un trato.

Notas finales:

Yei!!!!! El cuento de los Canarios será revelado con el próximo capi, con ello lo aviso de una vez... el próximo capi será completamente Izumilover, en serio, fans de Izumi lo gozarán, fans de Misaki también... todos seremos felices, fans de Tenshi Kotori, también lo disfrutaran porque aunque sea poco, Takashi y su progenitor vergonzoso nos deleitará :D

Yuu es un necio!!! Maldita sea!! Pero Ren recuperó su esperanza y a manos de Misaki!!! (Os lo dije, nunca en su vida llegó a creer algo así jajajaja) (Yo amé lo del megáfono, Ren eres extremo)

Las fierecillas estamos muy próximas a reconciliación, también, así que no pierdan las esperanzas, claro que sí ;)

Y ahora sí, sin más, nos vemos en el próximo :D Los amo!!!

PD: Sobre la bomba lanzada... digamos que aunque todavía falta un poco, ya nos estamos acercando al final de este fic, entonces, antes de lanzarme a la segunda temporada del CAFF, quiero hacer un mini especial sobre las parejas (tanto del CAF como este) (sobre todo porque les debo cosas, no crean que he olvidado el 14 de febrero de ShoutxKaori y HanamorixKeita) pero si no les llama la atención... pues díganme, ahí vendrán nuevos datos, como el hecho de que Kanako sepa sobre la homosexualidad de su hijo e hijastro o conoceremos al padre de Misaki, o al pequeño Hiroto celoso... (alguna vez han visto al pequeño Hiroto celoso... yo no, sería interesante) y otras cosas que ya se verán. No sería muy largo, por mucho unos 10 capis, pero pues no sé... ¿Les agradaría? 

Sin más ahora sí me voy, los quiero mucho muchísimo y nos vemos el próximo martes... ;)


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