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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el yaoi esté con ustedes... que así sea!!

Oh sí, cómo están??? Espero que bien, este capi me gusta mucho, ahora mismo tengo un vacío de memoria porque sé que queria contarles muchas cosas... pero ya se me olvidaron, espero recordarlas luego.

Como sea, les dejo este capi que es precioso a mi pensar, yo sí me robo a Enjou en versión contable, además de que conoceremos a un par que, al menos para mí, son hermosos!!! Les amo mucho, pero ya no digo nada... 

Espero que les guste y los amo!! ;)

Capítulo 29: El amor de Jun-kun

 

Estaba frente al espejo inspeccionando los últimos detalles, en menos de cinco minutos tenía que embarcarse con todo el equipo de basquetbol en un autobús, rumbo a una escuela desconocida y esperando, de todo corazón, obtener buenos resultados. Se había quitado los lentes, los cuales pesaban demasiado al ser tan gruesos, debido por supuesto, a la increíblemente exagerada cantidad de aumento que tenían. Otro poco y soy ciego, ironizó en su cabeza. La verdad era que sin ellos no veía nada, por ello no le quedaba otra que usarlos siempre, aunque fuese agotador. Medio palmeó su cabeza buscando algún signo de desorden en ella y la puerta del baño se abrió impetuosamente dejando entrar a Rui Miyano, quien le miró con una risita.

                —Enjou… ¿Qué haces? Te vas a dañar aún más la vista.

Frunció la boca y se puso los lentes nuevamente replicando.

                —Trataba de ver como luciría si no los usara. Eres bastante inoportuno Rui.

                —¿Y cómo pretendías saber eso si no ves nada sin ellos?—el peli-verde enarcó una ceja y Enjou le miró mal. Desafortunadamente tenía un punto. El chico sonrió de lado y le palmeó la cabeza en señal de camaradería, cosa que le fastidiaba demasiado, todo su cabello se revolvía.

                —Rui… oye… lo arruinarás…

El chico comenzó a reír disimuladamente y la mueca de Enjou fue demasiado graciosa, no pudo más y explotó en una gran carcajada. Chico tonto, pensó Enjou Junko girando los ojos.

                —Ya, ya, lo siento, lo siento—trató de arreglar al ver su mirada y aún con ciertas risas—¿Listo para el gran momento? Sin duda si el equipo logra ganar algún puesto en ese Intercolegial, tú serás aclamado por todos. Ya te imagino, el pequeño y sumamente tímido Enjou Junko logró una de sus promesas de campaña como presidente del Consejo.

Medio tembló ante la idea de ser reconocido por tanta gente y simplemente suspiró. Lo único que le interesaba de verdad era que el equipo de basquetbol hiciera un gran papel en ese evento. No era la primera vez que esa escuela organizaba Torneos Intercolegiales de deportes, pero siempre que asistían, daban un pésimo papel, debido a que solo llevaban a su, entonces pésimo equipo de baloncesto. Otra cosa habría sido si participara el equipo de natación, pero esa escuela no tenía un equipo, por lo mismo, nunca incluía la categoría. Pero este año sería diferente, el equipo estaba en su mejor momento y les tenía mucha fe. Miró su reloj acomodándose los anteojos en el acto y brincó alterado al ver la hora. Le dio un manotazo a Rui, quien aún trataba de controlar su risa.

                —¡Idiota! ¡Es tardísimo! ¡Seguramente el autobús ya se fue sin mí!

                —Ah… sí, eso vine a decirte… el equipo te está esperando en el estacionamiento…

El pelinegro se dio un último vistazo. Su ropa formal y distinguida, propia de un presidente de Consejo, su cabello bien acomodado, sus frenillos, sus anteojos y su baja estatura. Aún no comprendía por qué teniendo 15 años, era tan bajito, de verdad le molestaba mucho. Su reflejo le dijo que estaba listo y el chico se despidió de Rui con otro manotazo, saliendo a toda prisa de ahí.

****

Definitivamente no iba a extrañar a nadie del equipo, en serio que no. Casi todos los integrantes eran de tercero de preparatoria y él, para estar en su primer año y último como presidente del Consejo, era algo desesperante. Los chicos no eran malas personas y la verdad era que con él se portaban muy amables y respetuosos.

Aunque no pudiese decir lo mismo de su capitán y su segundo al mando.

Yamato y Miharu estúpidos, se dijo en su cabeza sintiendo su cara completamente roja. Los chicos en cuestión caminaban en los pasillos de la escuela anfitriona de los Intercolegiales y Enjou no tenía idea de dónde debían ir ahora. Yamato no paraba de importunarlo con comentarios subidos de tono y Miharu siempre los secundaba con risas que hacían que todo el equipo también se riera.

                —¿Y entonces qué, Jun-kun? Sabes de verdad hacia dónde vamos o pretendes perdernos en alguna zona de esta escuela. Uy pervertido, a saber qué cosas sucias planeas que hagamos contigo, Kaichou—le dijo Yamato, el capitán, mientras paseaba su brazo por sus hombros.

Otra cosa que odiaba de todo eso. El mote, el jodido mote. ¿Por qué rayos no podían llamarlo Enjou como todos? No era como si le desagradara, en realidad, considerando los apodos de otros chicos, era muy lindo, pero maldición, la forma en la que Yamato lo decía, era lo que le molestaba.

                —Yamato-san… por favor… no diga esas cosas…—replicó muerto de la vergüenza y seguramente debió hacer una cara muy graciosa, porque todo el equipo empezó a carcajear.

                —Oh Jun-kun, es una pena que no seas una chica, en serio que sí. Nos matas a todos con tus gestos—replicó entre risas Miharu mientras también le abrazaba.

                —Más de uno se volvería gay por tu culpa—bromeó Yamato y las risas aumentaron.

Jun-kun ya no pudo más y se zafó de su agarre más rojo que una manzana, seguramente. Malditos chicos pervertidos, pensó queriendo que la tierra se lo tragara. Comenzó a caminar alejándose de ellos y buscando en serio a alguien en esa escuela que pudiese decirles hacia dónde se debían dirigir para guardar sus cosas y entrenar. Todo el equipo iba haciendo bromas sobre sus reacciones a lo lejos y él les ignoró buscando con la mirada en cualquier rincón.

Fue entonces cuando a lo lejos, escuchó un ruido extraño. Era como si algo hubiese sido azotado en los casilleros, se alarmó, tal vez algún aparato se había roto o quién sabe, pero debía investigar. Conforme se acercaba, el resto de sonidos se fue aclarando y aquello ya no le gustó en lo más mínimo. Parecían voces, alguien forcejeaba con otra persona y se quejaba mientras el sonido del casillero azotándose se repetía sin parar. Apretó sus puños, su deber era defender a esa chica que seguramente estaba siendo asediada por alguien, independientemente de estar en una escuela ajena y causar problemas, se trataba de su sentido de hacer lo correcto.

Dio la vuelta en el pasillo, había dejado muy atrás a su equipo y seguramente a ellos no les importaba. Cuando pudo ver la escena correctamente, se sorprendió bastante, pero su resolución no menguó. En efecto, había un chico, alto y algo fornido atacando a alguien, pero ese “alguien” no era una chica como había creído, si no un chico, un chico con unos ojos enormes. En su vida había visto unos ojos así de grandes. Ambos eran más altos que él, pero en ese momento no le importó, el chico se veía en problemas y no había nadie alrededor para ayudarle más que él.

                —Ba… basta Kunihiro… déjame… en serio no eres capaz de entender un “no”. ¡Suéltame!

                —¡Cállate perra! ¡Bien que dejas que mi hermano te la meta, pero yo no! ¡Zorra maldita!

Jun-kun elevó el tono de su voz lo más que pudo y tratando de poner una pose firme.

                —¡Suelta a ese chico!

El aludido lo miró y enarcó una ceja con burla. Claro que sabía lo que estaba pensando, un enano minúsculo como él le estaba retando, aquello era tan ridículo, estuvo seguro que su cara estaba roja del nerviosismo, pero no iba a desistir, claro que no.

                —No me hagas reír idiota entrometido y lárgate antes de que te de la paliza de tu vida…

                —¡Kunihiro! ¡No! ¡No le hagas nada! ¡No tiene nada que ver!

                —¡Tú cállate!—le empujó con brusquedad en los casilleros y Jun-kun sintió un coraje que en su vida había sentido, de verdad que no.

                —¡No lo toques así! ¡Aléjate de él o… verás!

Kunihiro no frenó su risa y comenzó a acercarse a Jun-kun con la clara intención de golpearlo. El chico se preparó, seguramente iba a doler mucho, pero no importaba mientras el chico de los ojos grandes escapara de ese tipo tan violento y molesto. Apretó aún más sus puños y cerró los ojos esperando un golpe que nunca llegó.

Cuando fue consciente de ello, los abrió encontrándose con el chico siendo detenido por Yamato y Miharu, mientras el resto del equipo se ponía a su lado como respaldándolo.

                —Escucha bastardo, si te metes con Jun-kun, te metes con todos nosotros—su mirada se oscureció tanto que hasta al propio Jun-kun le dio miedo—Y te vamos a dar la peor friega que alguien pueda darte, créeme.

El mencionado se zafó de su agarre comprendiendo su desventaja y escupió a los pies del chico de ojos grandes mientras juraba que se las cobraría después. El chico medio tembló y el equipo corroboró que Jun-kun estuviese bien. La verdad no lo hubiese esperado, él creía ser la burla del equipo, nunca creyó que todos le ayudarían de ese modo. Se sintió algo emocionado y cuando el chico medio respiró con tranquilidad, su instinto sobreprotector se apoderó de él y se acercó.

                —Oye… ¿Estás bien? Espero que no te moleste que me haya metido, es que… bueno…

Sus propias palabras se trabaron cuando esos enormes ojos le miraron con sumo agradecimiento, casi devoción y alivio. Sintió que algo en su pecho brincó acelerado y ya no supo ni qué más decir.

                —Descuida, yo te lo agradezco, de verdad, muchas gracias a ti—miró al resto de chicos y asintió—y a ustedes también.

                —No hay problema—respondió Yamato con una sonrisa pagada de sí mismo—Pero Jun-kun es tu verdadero héroe, nosotros ni siquiera nos habíamos dado cuenta, él fue quien corrió para ayudarte.

El rojo de su cara debió ser profundo. Maldito Yamato. ¿Es que acaso no podía quedarse callado por un momento en la vida? Decir que había corrido para salvarle era tan embarazoso que estaba empezando a desear de verdad el desaparecer. Sin embargo, contrario a lo que pensó, el chico se giró y le miró mientras le lanzaba la sonrisa más hermosa que había visto en su vida.

                —En ese caso, nuevamente gracias… Jun-kun—extendió la mano—Mi nombre es Takashi, Takashi Kotori y estoy verdaderamente feliz de conocerte.

El chico de frenillos medio parpadeó deslumbrado por esa sonrisa y las miradas cómplices y burlonas de Yamato y Miharu no se hicieron esperar, pero no dijeron nada. Jun-kun tomó esa mano tratando de responder a esa sonrisa, abrumado por la timidez.

                —Lo… lo mismo digo…

Yamato y Miharu sonrieron, algo se les acababa de pasar por la mente, algo muy bueno.

****

Conforme pasó la mañana y parte de la tarde, la inauguración del Intercolegial y la comida, el equipo de basquetbol y Enjou ya tenían una vaga idea del carácter de Takashi Kotori. Para empezar, después de mucho  preguntar e investigar, resultó que el chico era su anfitrión, por lo que debía explicarles cada lugar de la escuela y los horarios de sus prácticas, además de las competencias. Takashi era todo un caso, de verdad que lo era. Hablaba muchísimo y mientras lo hacía, se tropezaba y mientras se tropezaba, se reía, era demasiado divertido, todo el equipo estallaba en risas de camaradería con él. Enjou Junko por su parte, no le quitaba la mirada de encima en ningún momento, cuando sus torpes pies lo llevaban a conocer el suelo, el chico de los lentes enormes se acercaba a su lado y le ayudaba a levantarse con demasiado fervor, tanto que por supuesto, Yamato y Miharu aprovechaban para hacerles burla, cosa que solo provocaba que, ambos, pelinegro y castaño, enrojecieran fuertemente.

Así, una vez que el día terminó y se despidieron del adorable y divertido muchacho, Enjou medio le dijo adiós con nervios absolutos y Takashi volvió a sonreírle dulcemente, logrando que el pobre muchachito hiperventilara en su interior. Ya dentro del autobús y resignado a sentarse junto a Yamato, el pequeño Kaichou simplemente miraba en la ventana suspirando de vez en cuando. La sonrisa pícara de Miharu, le dio entender al capitán que era hora de atacar.

                —Y bien Jun-kun… ¿Qué tanto te gusta el dulce Takashi Kotori?

El chico brincó con semejante pregunta y a pesar de que negó sin control, el rojo de su cara le delató. Ambos chicos reprimieron una risita, era una pena de verdad que ellos no estuviesen libres, Jun-kun era demasiado lindo para su propio bien.

                —Vamos Jun-kun, puedes decírnoslo, nosotros guardaremos tu secreto—palmeó su hombro Miharu y Yamato asintió.

                —Aunque casi todo el equipo se dio cuenta, el chico es muy distraído, porque tú eres muy obvio. Le cargabas los papeles, le ayudabas con el almuerzo, le dabas la mano para que se levantara de sus caídas, y le mirabas como si fuese el sol brillando en tu cara.

Enjou bajó la mirada sumamente avergonzado. ¿De verdad era tan notorio? Bueno… es que era un chico adorable y tan dulce, tan noble con los demás. Nunca le habían llamado la atención los chicos, era cierto que a veces alguna que otra chica le interesaba, pero nunca había tenido el valor de acercársele, por ello no tenía experiencia de nada. Era la primera vez que un chico generaba sensaciones en él que desconocía por completo, casi como si hubiese sido hechizado por él.

Los mayores más o menos comprendieron sus dilemas mentales y se sonrieron.

                —Descuida, no hay problema con que te guste un chico, el amor es amor sin importa el sexo. Si te gusta, solo tienes que lanzarte a conquistarlo.

                —¿Bromean? Mírenme—se señaló el pelinegro con una mueca de tristeza.

Miharu se acarició la barbilla pensando de repente y Yamato le miró esperando una reacción.

                —No te preocupes por eso. Nosotros vamos a ayudarte para que él también se enamore de la maravillosa persona que eres—tronó los dedos con emoción—Un poco de arreglo por aquí y un poco por allá y… ¡Eureka! Serás un todo un galán.

                —Personalmente me agrada más su apariencia así—replicó Yamato cruzando los brazos—Él es lindo, no necesita arreglarse y cambiar.

El segundo al mando entrecerró los ojos y Yamato aumentó su pose defensiva. Ambos comenzaron una discusión sobre la apariencia y los buenos sentimientos de Enjou, quien solo los veía alarmado, esos chicos estaban locos, sin duda alguna.

****

Varios días después de ese primer encuentro, con la semana del Intercolegial a más de la mitad, Takashi, el equipo de basquetbol y Jun-kun ya tenían una sólida relación de amistad. El chico castaño almorzaba con ellos, bromeaban en los entrenamientos, en los descansos y les animaba en sus partidos, justo como en ese momento lo estaba haciendo. El pequeño Kaichou, maravillado con el chico en cuestión, después de soportar miles de consejos de conquista de Yamato, había pasado todo ese tiempo a su lado. Le ayudaba con su papeleo como anfitrión, le acompañaba a firmar los reportes, incluso cuando se marchaba, le hacía compañía a la parada de su camión.

Quizá se estaba pasando de hostigoso, pero no podía evitarlo, no deseaba perderse ni una sola de sus sonrisas y, a pesar del poco tiempo, algo en él se preocupaba en demasía al ver tanta dispersión andante. Era anormal que existiera alguien tan despistado y por lo mismo, el mundo era todo un peligro para él. Le sorprendía que hubiese sobrevivido durante tanto tiempo solo.

Lo escuchó lanzar una porra al equipo mientras jugaban y le ofreció parte de su botana.

                —¿Sabes? Aún a estas alturas me parece extraño que apoyes más a nuestro equipo que al de tu propia escuela—titubeó al ver sus ojos mirándole sin comprender—… no es que me moleste ni nada por el estilo… al contrario, te lo agradecemos… pero… no deja de ser extraño…

Takashi sonrió entendiendo todo y explicándoselo a Jun-kun. Le agradaba tanto, era tan adorable que simplemente no podía evitar perderse en esa aura de tranquilidad y paz que expiraba.

                —Es natural considerando mis recientes roces con Kunihiro. Él pertenece al equipo.

                —Kunihiro es el chico que te estaba molestando el día que nos conocimos… ¿Verdad?—el castaño asintió y Enjou sintió pena al preguntar—¿Por qué lo hacía? Si no me lo quieres decir no hay problema, de hecho, no debería entrometerme pero… yo… bueno…—me preocupas, pensó.

                —Descuida Jun-kun, claro que te lo puedo decir—lanzó un suspiro y continuó—Hace un par de meses salí con su hermano. Terminamos bien y todo, de hecho, somos muy buenos amigos, pero simplemente no entiendo a Kunihiro y sus complejos. Quiere todo lo que su hermano ha tenido y principalmente, quiere superarle. Más o menos te das una idea de dónde va el asunto.

Enjou asintió y trató de sonreírle para darle ánimos.

                —Sí, es sin duda algo muy extraño, pero no por ello deja de estar mal.

                —Lo sé y por lo mismo siempre te agradeceré que me hayas ayudado. Les apoyo por el gran cariño que les he tomado a pesar del tiempo y porque son geniales. Tú, principalmente, eres genial Jun-kun, tan increíble.

El chico de los anteojos enormes bajó la mirada sintiendo el rojo en su cara y Takashi hizo una risita ante el hecho.

                —¿Lo dices en serio? Yo más bien no creo ser “tan increíble” como dices. Mírame, no llamo para nada la atención y si lo hago, más bien es como motivo de burla.

El dulce muchacho de ojos grandes le miró mal y le enfundó a su voz cierto tono de regaño.

                —La gente es mucho más de lo que aparenta Jun-kun y yo te puedo asegurar que tú eres el chico más asombroso que he conocido. Sabes hacer tantas cosas, eres tan ordenado y capaz de todo, yo soy tan torpe que simplemente el hecho de que alguien como tú exista me parece admirable—sonrió abiertamente al notar como el rojo en la cara del chico incrementaba más y más y guiñando un ojo agregó en pose coqueta—Además… si lo que te preocupa es tu aspecto, eso es algo que se cambia y ya. Siempre he creído que no hay persona poco agraciada, si no gente que no sabe aprovechar su atractivo.

Sin que lo esperara, Takashi tomó los lentes del chico y se los quitó deliberadamente dejando al descubierto sus ojos. El muchacho de cabello negro medio parpadeó y luego preguntó.

                —¿Qué… qué haces?

                —Demostrando un punto—se acercó demasiado a su rostro, lo suficiente para que, aun estando medio ciego, Enjou hiperventilara sin control al sentir su cara tan próxima a la suya—Yo tengo razón, tienes unos ojos muy bonitos, son grises, lo que yo daría por tener unos ojos así.

Jun-kun recuperó sus anteojos y colocándoselos, dijo lo primero que pasó por su mente.

                —No digas eso, tú tienes los ojos más hermosos que he visto en mi vida.

Por supuesto, tal halago no se lo esperaba, así que Takashi enrojeció por completo y se rascó la cabeza con autentico nerviosismo.

                —Pues… gracias…—cambió el tema—Pero no me distraigas. Lo que te decía era que, si deseas cambiar como te ves, lo primero es eso. Usa lentes de contacto, aprovecha esos bonitos ojos, no podemos hacer nada con los frenillos, pero no hay problema, hay chicas que los consideran sexys—le miró con complicidad—Tu ropa es demasiado formal, tienes 15 años Jun-kun, disfruta tu juventud y sácale provecho a ese cuerpo. Si desordenas un poco tu cabello y haces todo lo que digo, te juro y perjuro que tendrás a media escuela babeando por ti para salir en una cita contigo. Yo lo haría.

El pelinegro reaccionó ante tal dato y ensanchó los ojos mientras, sin frenarse, preguntaba:

                —¿De verdad lo crees? ¿Lo… harías? ¿Saldrías en una cita conmigo?

Cuando fue consciente de lo que había dicho, ya era tarde, el castaño de ojos grandes ya tenía un rostro incluso más rojo que el suyo. Estaba pensando seriamente el negar lo que había dicho, de verdad que quería desaparecer de ese lugar y salir corriendo para nunca volver. Pero entonces, antes de que lo hiciera, el sonido de su voz le detuvo.

                —Sí… claro que sí… ¿Por qué no?

Levantó la mirada enfocándolo por completo sin creer lo que había escuchado y esa sonrisa que ya empezaba a amar, le comprobó todo.

                —No estás bromeando… ¿Verdad?

El chico giró los ojos y negó.

                —No, yo quiero, pongámonos de acuerdo vale. Mañana, al parecer no hay ningún partido programado, así que, estamos libres en teoría. Nos vemos en la entrada de la escuela a primera hora. Ya de ahí veremos qué hacer—bajó el tono de su voz algo avergonzado—Bueno… tú lo harás

Se atragantó con su oxígeno cuando comprendió lo que Takashi había dicho. Era verdad, él le había invitado, él era quien debía llevarlo a algún lado. Por Dios. ¿Qué haré? Nunca he tenido una cita en mi vida. Pero no hay forma de que le diga eso… jamás, pensó alarmado y solo asintió.

Necesitaba ayuda… sin duda.

****

                —Bueno… lo primero que tienes que recordar es “nunca llevarlo a un puesto de comida rápida”—le explicó Miharu ya en el autobús, afortunadamente siempre se sentaba con ese par y nadie del equipo escuchaba lo que decían.

Yamato, al escuchar ese comentario, replicó con burlón enfado.

                —¡Hey! A ti te gusta la comida rápida.

Miharu le miró mal frunciendo el ceño.

                —Sí, pero estamos hablando de la cita de Jun-kun, idiota, no de la mía.

El pequeño pelinegro reprimió una risita y comentó como si nada.

                —Ustedes son muy extraños, a veces pienso que son una pareja, discuten como una.

La mirada de Yamato fue de suficiencia y Miharu simplemente giró los ojos como si le diera igual.

                —Si bueno… concéntrate… el punto es que puedes llevarlo a un sitio bonito. En el centro comercial hay muchos restaurantes y lugares para visitar. Acuario, cine, juegos; sin duda pueden divertirse y, por supuesto, enamorarse, porque no sería una cita si no hay romance.

Bajó el rostro con el rojo dominándole, como siempre y Yamato, desde su lugar, le dio ánimos.

                —Descuida Jun-kun, todo saldrá muy bien. Me he fijado bastante en ustedes dos y te puedo asegurar que no le eres indiferente al dulce Takashi Kotori.

                —Pues… si tú lo dices… entonces estará bien…

Se despidió al sentir como el autobús se estacionaba frente a su casa y ambos, capitán y segundo al mando, le dijeron adiós con la mano y deseándole suerte. Mientras bajaba y se despedía del resto del equipo, Yamato aprovechó su distracción para entrelazar su mano derecha con la izquierda de Miharu. El chico medio brincó sorprendido al principio, pero después sonrió con complicidad, apretándola con fuerza como respuesta.

Y así, miraron partir a Jun-kun pensando en la belleza del primer amor.

****

Llegaba tarde y lo odiaba más que a nada en el mundo. Siempre había creído que si algo te importa en verdad, entonces llegas a él puntualmente. Aunque claro, Yamato y Miharu habían dicho que era de muy mal gusto llegar exactamente a la hora cuando se trataba de una cita. Pero bueno, sus creencias eran sus creencias, así que no podían hacer nada para modificarlas. Apretó el paso al ver la hora y continuó corriendo hasta llegar a la entrada del Colegio.

Su sola imagen ahí, parado, como si esperara y mirando distraídamente a la nada, fue suficiente para que se mareara y estuviese a punto de tropezarse. Se fijó en su aspecto y darse cuenta que su ropa no era la habitual, le devoró el estomago de nervios. ¿Él… de verdad se preparó para salir… salir conmigo? Se cuestionó sin quitarle la mirada de encima por completo.

Takashi miraba hacia el cielo, específicamente, a una mariposa que volaba por ahí. Estaban en primavera, eso quería decir que las aves, los insectos y las flores resplandecían a cualquier hora. Y ese momento era el de las mariposas, el ser parloteaba frente al castaño como si no tuviese nada mejor que hacer y éste, le miraba con una ligera sonrisa.

O lo hizo hasta que a la mariposa se le ocurrió posarse en su nariz. Dio un brinco demasiado exagerado y trató de quitársela de encima con manotazos que, obviamente, no le hicieron nada al insecto, pero que fueron suficiente para alejarlo. Una vez libre, Takashi estornudó debido al resto que la mariposa había dejado sobre su nariz y fue entonces cuando se percató de la presencia del pelinegro, quien trataba de reprimir una risita. Enrojeció por completo y se disculpó.

                —Lamento que hayas tenido que ver eso.

                —No te disculpes—respondió Enjou diciendo lo primero que pasó por su cabeza—Fue lindo verlo, en verdad eres adorable.

Aumentando el nivel de rojo en su cara, Takashi desvió la mirada como si nada.

                —No digas esas cosas, mejor condúceme hacia dónde iremos.

El Kaichou medio tembló de nerviosismo y trató de fingir una pose serena.

                —Bueno… iremos al centro comercial… ¿Te parece?

Asintió con una sonrisa y antes de que se perdiera de más en ella, comenzaron a avanzar en dirección a la estación del autobús que tomarían. Así fue que, entre risas burlonas de Takashi, respuestas tímidas y charlas amenas, ambos dejaron pasar el tiempo en el viaje al centro comercial. El castaño le preguntaba muchas cosas sobre sí mismo a Enjou y éste respondía lo mejor que podía, considerando el desenfreno que usaba el otro para preguntar. Le habló de su padre, de su madre, que había fallecido cuando él era lo suficientemente pequeño como para recordarla por completo y le habló de sus actividades como Kaichou. También le habló de sus amigos, no le dijo sus nombres, pero le explicó que eran un par extraño pero muy especial. De igual modo le explicó el reciente proyecto en el que Rui quería meterse junto a su amiga Aoi Maya. El chico quería formar una banda y estaba reclutando varios miembros.

Cuando Takashi escuchó la palabra “banda” se imaginó todo un universo en donde Jun-kun sería el protagonista y preguntó con emoción qué tipo de música tocaban y si ellos escribían las letras de sus canciones. Con mucha vergüenza y tratando de no sonar presuntuoso para nada, asintió ante las preguntas, confesando que él escribía parte de las canciones de la banda. Al finalizar el trayecto y estar en la plaza por completo, Jun-kun había revelado demasiado de su vida y Takashi parecía haberse encontrado con una estrella de cine y no con un chico bajito de lentes enormes y frenillos como él lo era. Aquello le llenó de vergüenza, pero también de alegría y cierto alivio al saber que no era aburrido para Takashi como temió.

                —¿Y qué hay de ti? He hablado en todo el camino. ¿Qué me cuentas tú de ti?

Por alguna razón, la pregunta del pelinegro logró borrar por completo la sonrisa de Takashi Kotori, sumiéndolo en un gesto que parecía depresivo y contrariado. Enjou quiso darse de topes. Estaba por disculparse y reverenciar si era necesario, pero entonces, el castaño levantó la mirada.

                —No es la gran cosa… yo… tengo una hermana menor, de diez años, es adorable.

                —Considerando que es tu sangre, no dudo de ello—trató de aligerar el ambiente pero supo que no había funcionado. Los nervios empezaban a apoderarse de él.

                —Si tú lo dices—fingió una sonrisa y continuó—No hago nada especial… en verdad no tengo un talento o una pasión como tú, por eso te admiro tanto. Tengo un par de amigos, pero no son especiales, no como los tuyos y mis padres… bueno… ellos viven… pero… bueno…—frunció el ceño, cosa que nunca le había visto hacer y resopló—…no importa… no importa en lo absoluto…

Ahí había algo más, Enjou lo sabía, lo podía leer en esos enormes ojos que ahora parecían opacos. Lo estaba jodiendo, lo estaba jodiendo todo y quería darse un puñetazo por eso. Él… no había podido frenar su curiosidad sobre la vida de Takashi, quería saberlo todo sobre él y… ¿Por qué no? Incluirse en ella también, como un amigo, como un conocido… como… algo más… Por Dios Enjou… ¡Contrólate! Pensó rojo de vergüenza y mirando de reojo al otro, quien seguía sumido en esa aura tensa. Lo he jodido, lo jodí ahora sí.

Apretó sus puños con fuerza e hizo una reverencia frente al más alto, quien le miró sin entender.

                —Perdóname, ahora lo he arruinado. ¿Verdad? No debí preguntarte cosas que no quieres hablar. Soy tan estúpido, es solo que yo quería saber de ti como tú de mi, pero… pero… lo he echado a perder y es que… no tengo la más remota idea de qué se haga en una cita… es la primera de mi vida y creí que platicar y conocernos era parte de…

Se interrumpió a sí mismo cuando fue consciente de lo que había dicho y ahora sí deseó con su vida ser tragado por la tierra, devorado por las bestias de algún bosque o comido vivo por caníbales. Soy tan idiota, soy tan idiota, seguramente se reirá de mí y seguramente ya no querrá hacer nada conmigo. Quiero morirme, en serio, se lamentó en su interior y Takashi levantó su rostro con su mano para mirarlo fijamente.

                —¿Es verdad lo que me dices Jun-kun? ¿Esta es tu primera cita?—el mencionado levantó la mirada sintiendo todo el temor y asintió. Ante tal dato, Takashi reaccionó como nunca lo hubiese esperado. Dio un brinquito para nada masculino y sonrió con muchísima emoción, como si se tratara de un niño que está por comprar su primera mascota—¡Eso es genial Jun-kun!

Le miró alzando una ceja. ¿Qué? Él bromeaba… ¿Verdad?

                —¿De… de qué hablas?

Sin darle ni un tipo de respuesta, Takashi tomó su mano entre la suya y lo arrastró por todo el centro comercial a toda velocidad mientras le explicaba.

                —Tú no temas. Ya que es tu primera cita, yo me encargaré de que sea maravillosa.

Y le guiñó el ojo, a lo que Enjou solo pudo asentir con el corazón medio muerto de la emoción.

Creo que me gustas más de lo que pensaba…

****

Prácticamente ni un solo centímetro de ese lugar se había salvado de ser invadido por Takashi Kotori y Enjou Junko. El primero había llevado al segundo al acuario de esa plaza, se tomaron fotografías con cada una de las especies que se exhibieron y después, como en un acto de caballerosidad, Jun-kun pagó un paseo con delfines. Se tomaron de la mano para evitar matarse en la travesía, pero también por gusto propio, aunque claro, ninguno lo hubiese admitido jamás. Después visitaron el centro de juegos, donde Takashi demostró su torpeza y poca concentración al perder en casi todas las contiendas, cosa que en realidad le tenía sin cuidado, al igual que a Enjou, pues solo ver su risa y el brillo de sus ojos debido a la diversión fue suficiente. Se quedaron en ceros, literal, tanto Enjou como Takashi se quedaron en la vil calle, pero no les podría importar menos, se habían reído tanto, el castaño se había propuesto con determinación volver esa primera cita de Jun-kun, la mejor de su vida.

Y lo había logrado, sin duda, nunca la olvidaría.

Ahora estaban sentados sobre una de las bancas de un parque que se encontraba en las colinas de la ciudad, muy cerca al centro comercial en el que habían pasado todo el día. Comían helados porque Takashi, en un ataque de desenfreno, había querido que probara unos helados que preparaba un señor que atendía su puesto en ese parque. Con lo poco que les había sobrado, apenas si les alcanzaba para uno, pero el hombre se apiadó de ellos y les regaló el otro. Comían y miraban el atardecer desde la colina con gestos distintos en su rostro, pero la misma emoción.

                —Me encanta ver el atardecer, los colores son tan bonitos—comentó Takashi mientras devoraba su helado y Jun-kun asintió.

                —Sin duda, lo son—sonrió con sinceridad y Takashi le devolvió el gesto.

                —¿Y entonces? ¿Qué tal estuvo? ¿Logré que tu primera cita fuese genial?

El pelinegro ensanchó su sonrisa y comió un poco de su helado.

                —Sí, lo lograste. Fue la mejor primera cita de mi vida, siempre la llevaré en mi corazón.

Y dicho esto, el chico de los lentes enormes, que casi cubrían su cara, sostuvo su pecho con la mano libre y cerró los ojos mientras el viento le daba de lleno en la cara. Ante tal visión, el que se sonrojó por completo fue Takashi, él expedía tanta paz, tanta dicha, tanta alegría… tanta… libertad

                —Jun-kun… tú… esto… ¿Alguna vez has tenido un beso?

Enjou abrió los ojos de golpe y su corazón comenzó latir una y otra vez sin control. Pudo sentir como su respiración le fallaba y seguramente su rostro estaba rojo, rojo como el cielo del atardecer. ¿Takashi había hecho esa pregunta? ¿Precisamente esa pregunta?

                —Yo… bueno… es que… no es como si no… lo que pasa… yo…—comenzó a tronarse los dedos con nerviosismo y bajó la mirada antes de confesar con pena absoluta—…no…

Seguramente ahora sí se burlaría o incluso dejaría de verle con los mismos ojos. Ese día en especial, Takashi le había hecho sentir tantas cosas, tanta felicidad, tanta calidez en su corazón, que simplemente empezaba a dudar que se tratara de solo atracción. Es algo más, pero no puedo darle nombre, me abruma el simple hecho de hacerlo. Y sin embargo, al confesarle que no tenía experiencia de ningún tipo, seguramente perdería toda posibilidad. Takashi era tan apuesto, dudaba de verdad que no tuviese pretendientes, el hecho de que ese infeliz de Kunihiro insistiera con tanta firmeza era una prueba de ello. No quería eso, él anhelaba estar en la vida de Takashi, llegar a ser lo suficientemente especial para él como lo era el castaño para sí mismo.

Todo está perdido ahora, pensó fatalistamente Jun-kun.

                —Jun-kun…—le llamó Takashi y al levantar la mirada, se topó con algo que no esperaba.

Takashi había acercado su rostro al suyo y al momento en que volteó, le robó su primer beso como nunca creyó que pasaría. Sus ojos quedaron abiertos de la impresión y sintió el sabor de sus labios. Zarzamora, como su helado, su boca entera olía a zarzamora y de repente, el calor en sus mejillas le dijo que todo era real, Takashi le estaba besando, de manera sencilla, pero un beso al fin y al cabo. Cerró sus ojos solo para dejarse llevar ante la zarzamora en sus propios labios, pero justo entonces, el castaño se alejó con la vergüenza devorándole el rostro.

                —Yo… lo… lo siento Jun-kun… fue… fue un impulso… es que te veías tan lindo…—se dio una cachetada—…mierda… eso tampoco debí decirlo… lo que pasa es que… yo… bueno…

Y antes de que Takashi huyera, como seguramente estaba pensando hacer, el pequeño Enjou tomó valor desde lo más oculto de su corazón y esta vez, fue él quien se acercó al castaño de ojos grandes, hasta rozar sus labios con los suyos. El mencionado cerró sus ojos al instante y ambos se entregaron a la sensación en sus corazones, una sensación que parecía dominarlo todo, como un flashazo de luz, como una vibración potente, como el mar, cuando azota con su fuerza las piedras en su orilla. Así se sentía besarse, así se sentía el hecho de estar enamorados.

Porque lo estaban, aunque aún no fuesen conscientes de ello.

****

El equipo de Basquetbol perteneciente a la Escuela Noroeste de la Prefectura sostenía en sus manos el trofeo de oro, el cual representaba su triunfo en el Intercolegial. Los chicos estaban muy emocionados, Yamato por supuesto daba reverencias y agradecimientos a la directora Arisa Fumiko, quien era la encargada de entregar los premios. El equipo de su propia escuela había quedado en segundo lugar, pero los chicos estaban tranquilos. Chihiro, el capitán del equipo, hasta le dio la mano en señal de felicitación a Yamato y éste la tomó con una sonrisa.

El que estaba en un rincón, con el ceño fruncido, era Kunihiro, su hermano menor, quien, en un arranque de coraje y rabia mezcladas por la pasada humillación que había sufrido con el patético chico de lentes que, resultó ser su presidente del consejo, durante su primer enfrentamiento había recurrido a jugadas sucias y robo de pases engañosos. Chihiro le reprendió por tal comportamiento y le advirtió que de seguir así, le aplicaría una severa sanción. El menor, con todo el odio que le tenía a su hermano, no pudo menos que importarle lo que dijera. Por ello, en el último partido que enfrentaron, a Kunihiro no le importó lo que pudiese pasar y arremetió contra uno de los jugadores con completa saña. El problema estuvo en que no fue cualquier jugador, se trató de Miharu y la lesión fue tal, que tuvo que ser remplazado. A Yamato aquello le llenó de rabia y por poco se le lanza encima al chico, pero Chihiro controló toda la situación, aplicó un castigo ejemplar a su hermano menor y lo expulsó definitivamente del equipo.

Por supuesto, quien se alteró más de todos con esa situación fue Takashi, quien no paró de pedir disculpas sin parar a Miharu por todo lo ocurrido. En cierto modo sentía que era su culpa, Kunihiro estaba furioso por lo ocurrido el día que Jun-kun y todos ellos le defendieron de él y quería cobrarse. El que menos tenía que ver en el asunto era Miharu y la había terminado pagando.

Sin embargo, tanto Yamato, como Miharu, como el resto del equipo y el propio Jun-kun no se cansaron de decirle que nada era su culpa y que, afortunadamente, Chihiro había puesto control a ese chico del infierno. Esperaban de verdad que nunca intentara cobrarse las humillaciones con Takashi, una vez que terminaran los Intercolegiales y por la misma razón, a Yamato no le quedó otro remedio que hablar a solas con Chihiro y explicarle toda la situación. Al saberlo, el capitán del equipo de basquetbol de la escuela a la que el castaño pertenecía, se enfadó muchísimo, Takashi, más que su ex-pareja, era como un amigo y que su propio hermano estuviese ejerciendo tal comportamiento, era reprobable. Fue de ese modo, que el equipo de la Escuela Noroeste de la Prefectura logró asegurar la tranquilidad de Takashi Kotori.

Si tan solo ellos hubiesen podido adivinar el resto que le esperaba…

Debido a todas estas circunstancias, Takashi y Enjou no habían podido platicar seriamente desde su “cita”. El anfitrión estaba atareadísimo con papeleos acerca de esa escuela y de las demás que tenía a su cargo; Enjou estaba perdido entre sus propios acuerdos y trámites como presidente del consejo. Así que, solo se veían en ocasiones, en ciertos partidos o prácticas y, siempre que lo hacían, ambos enrojecían como si el sol les hubiese dado de lleno en la cara, quemándoles.

El día de la entrega de premios fue especial por esa razón. Una vez que todo el equipo celebró su triunfo, los chicos tomaron a Jun-kun entre sus brazos y lo elevaron lanzándole porras. Al fin su escuela llevaría un trofeo de oro a casa, el chico había logrado sus promesas de campaña y aquello merecía una felicitación. Aún con vergüenza, Jun-kun sonrió feliz con la dicha del equipo y Takashi se les unió a la celebración, con lo cual, a él también le cargaron, dejándolo casi al lado del pelinegro de lentes enormes. Ambos, al estar tan cerca de nuevo, recordaron lo último que habían hecho antes de verse y aquello les llenó de pena y volvieron a enrojecer violentamente. Aquello provocó la burla de todo el equipo y las risas dominaron en ese lugar.

Una vez terminada la algarabía, el pequeño Jun-kun tomó valor y después de respirar una y otra vez como si sufriera un ataque de asma, apretó sus puños y se acercó a Takashi, quien hablaba con otro compañero, un amigo al parecer, un chico de lentes y expresión seca. Estaba decidido a esperar a que terminaran de hablar y entonces sí, decirle al castaño todo lo que traía en mente, pero el amigo de Takashi entrecerró los ojos y le señaló, logrando la atención del chico, el cual medio sonrió y se despidió de su amigo con la mano.

Al estar frente a frente, casi sintió que toda su resolución moría y estuvo tentado a salir corriendo, pero no lo hizo. Suspiró una vez más y le miró directamente a esos enormes y bellos ojos.

                —Takashi… yo… sé que no hemos hablado desde… bueno… ya sabes… pero hay algo que quiero decirte de frente y no puedo esperar más—el aludido le miró confundido y algo temeroso, por lo que continuó con firmeza y seguridad—El Intercolegial terminó y eso significa que tal vez… no volvamos a vernos nunca más—ensimismado en su propio discurso, Jun-kun no notó como la mirada de Takashi se entristecía ante tal dato. Continuó sintiendo el calor en sus mejillas—… pero yo no quiero que eso pase… deseo… seguir viéndote y conociéndote… ¿Tú… sientes lo mismo?

Al chico Kotori se le iluminaron los ojos y no era necesario ser adivino para saber que las palabras de Jun-kun le habían alegrado demasiado. Esbozó una deslumbrante sonrisa que mareó a Enjou y asintió con felicidad infinita.

                —Sí… yo… yo también quiero seguir viéndote—tomó su mano entre la suya y le robó un rápido beso, de aquellos que parecían tan imperceptibles, que en efecto, nadie los vio. Pero el hecho de que fuese fugaz, no evitaba las emociones en Enjou—¿Cambiamos números?

Enjou dijo que sí con mucho desenfreno y ambos sacaron sus celulares para dictarse sus respectivos números de celular. Una vez hecho el intercambio, ambos volvieron a sonreírse y, sin que Takashi lo esperara, Jun-kun se acercó a su rostro y le besó lentamente. Nadie les miró nuevamente y tal beso fue el responsable de que ahora, Takashi, fuese el que no pudiera con las mariposas, sí, las típicas mariposas o más bien aves, halcones o cualquier ser volador con fuerza suficiente como para marearle. A pesar de ser un beso sencillo, considerando la nula experiencia de Jun-kun, fue suficiente para que perdiera el piso y al separarse, casi podía escuchar en su oído los latidos de su corazón. El pequeño Kaichou también lo sintió y tomó su mano entre la suya.

Creo… creo que esto es amor… se dijo de repente sin quitarle los ojos de encima, lo que provocó que el pobre Takashi se sintiera incómodo y amedrentado. Nadie le había mirado así nunca.

Y en efecto, aquello era amor, pero lo que el dulce Jun-kun no sabía era que su amor tendría que esperar demasiado para consumarse. Que pasaría pruebas, traiciones, decepciones, lágrimas, miedos, confusión y misterios, mucho dolor detrás de cada hermoso recuerdo. Pero sobreviviría, claro que sí, lo lograría por una simple y sencilla razón.

El amor de Jun-kun era más fuerte que cualquier obstáculo, más fuerte que cualquier barrera.

Más fuerte que cualquier cosa.

Notas finales:

:3 Ay sí!!! Mi Enjou pancito precioso, deja que te coma.

¿Ahora me creen cuando les decía que Enjou pudo haber sido el uke? En serio que sí, supongo que tiene algo que agradecer al destino que lo hizo pasar por tanto jajaja

¿Les agradaron Yamato y Miharu? Si no es así me sentiré triste pero lo entenderé.

Si sí, entonces les cuento... tendremos un poco más de ellos en el futuro ;)

Y la última noticia que emocionará a más de uno, yo lo sé, he fangirleado con esto desde que me lo planteé. El próximo capi será la versión de Izumi de la historia, nuestro amado Izumi Kou tiene mucho por contarnos de cómo se enamoró de Misaki :3

Así que no se lo pueden perder...

Espero que les haya agradado y me deseen regalar su opinión, muchas gracias ;)

Los amo.... hasta el martes :D


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