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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Muy buenas las tengan (Qué vulgar Miny!!!) Lo siento, algún día tendré un saludo correcto.

Me hace muy feliz el recibimiento de esta historia, ya extrañaba escribir sobre Kobashi :D

Pues aquí está el segundo capi, conoceremos un par de personajes aquí, pero ya verán de qué forma jaja y sabremos cómo fue el primer día de Takashi, oh sí....

¿Logrará lo que se prometió?

Eso tendrán que verlo jaja

Muchas gracias y disfrútenlo :D

Capítulo 2: ¿A dónde huirás pequeño petirrojo?

 

Se sintió un poco nostálgico cuando, en la ventanilla del auto de su madre, tuvo que decirle adiós tanto a su padre como a Koti-chan. La menor se veía muy triste o al menos, eso era lo que percibía, porque en realidad, la pequeña Kobashi estaba seria, incluso, si la mirabas de cerca, parecía molesta.

Y puede que lo estuviera.

El auto arrancó y Takashi volteó a mirar a su madre con una sonrisa. Claro que iba a ser incómodo, quizá Fusaki Junko estuviese feliz de recibirlo, pero no sabía nada de su hijo. ¿Qué tal si el chico no estaba de acuerdo? ¿Qué tal si le importunaba? ¿O qué tal si era un tipo molesto y quisquilloso que le imponía un millón de reglas? Sacudió la cabeza con esos pensamientos, todo iba a estar bien y no debía estarse preocupando.

El tiempo del viaje se le fue volando en el único inconveniente que veía a su traslado. Su “escritor”, su amado escritor de las cartas misteriosas. ¿Y si de repente éstas dejaban de llegar sólo porque se había cambiado de escuela y de casa? Estaba realmente preocupado y por ello se había tomado la molestia de escribirle una carta de advertencia. ¿Dónde podría dejarla si no conocía a su remitente? Ni la más remota idea, la dejó en su propio casillero, donde siempre ponía sus cartas de contestación, porque sí, Takashi llevaba años respondiendo las mismas y, aunque no estuviese seguro si de verdad las recibía, por ponerlas en ese lugar, él no dejaba de hacerlo nunca. Por ello, lo había vuelto a hacer, poner la carta en su casillero, en caso de que el escritor misterioso colocara una de las suyas y así pudiese saber de su traslado.

¿Pero y si nunca la llegaba a recibir?

El auto se estacionó y Takashi se obligó a volver a la realidad. Al fin habían llegado, inspeccionó la casa y se retorció las manos de los nervios mientras bajaba su equipaje y tanto su madre como su ahora padrastro lo ayudaban.

Fusaki era un buen tipo, la verdad era que no tenía nada en contra de él, un poco soso y un poco formal, al estilo de un contador público, pero muy amable y alegre. Amante de los números y la geometría, todo lo contrario a su padre, un tipo hippie y adorador de las artes. Hizo una mueca, ahora comprendía por qué sus padres terminaron divorciándose, eran como el agua y el aceite, aunque suelen decir que los opuestos se atraen, en esta ocasión, no fue así.

Desempacaron, Fusaki Junko preparó una deliciosa cena y, cuando Takashi estaba por preguntar sobre su hijo, al cual no había visto para nada, su madre fue más rápida y se le adelantó.

                —Oye Fusaki. ¿Qué hay de Enjou? ¿No bajará a cenar?

El mayor sonrió con comprensión y negó.

                —Se me olvidó con la emoción del traslado de Takashi, pero hoy Enjou se quedó a dormir con Miyano y Maya, creo que mañana tenían un compromiso temprano y decidió ahorrarse el viaje.

                —Oh ya veo—le guiñó el ojo a su hijo—Lo siento corazón, pero deberás esperar hasta mañana para conocer a Enjou.

                —Descuida mamá—encogió los hombros, en realidad no tenía prisa, no era como si Enjou Junko fuese la octava maravilla, en realidad solo le preocupaba la cuestión de las habitaciones, lo demás le tenía sin cuidado.

Para Takashi, Enjou seguramente era como la versión adolescente de su padre, un mini contador con camisas cuadradas y anteojos de vidrio de botella. Solo esperaba que fuese amable, era lo único que pedía.

****

Primer día…

¡Qué miedo!

La verdad es que había visto muchas películas estadounidenses, donde te pintaban el clásico primer día terrorífico, por tal razón estaba asustado. Su nueva escuela era mucho más grande que la otra, con más clubes y varias canchas de futbol y basquetbol.

Pero de ahí en fuera, parecía una buena escuela, incluso su ambiente se respiraba más sano. En la otra sólo tenía a Tomo-san, el resto de los estudiantes parecía nunca poder olvidar su pasado. Siempre sería una zorra en ese lugar por mucho que él intentara redimirse y después de los acontecimientos recientes con Koti-chan, ya era, además, el hazmerreír.

Oh sí, otra gran razón por la que la nueva escuela era mejor: Koti-chan no estaba en ella.

Respiró profundamente mientras sonreía aclimatándose cuando de repente percibió un cálido y dulce olor a rosas frescas. Buscó a su alrededor sin comprender de dónde podría provenir tal aroma cuando un muchachito, un poco más bajito que él, de cabellos negros y anteojos, se colocó enfrente.

                —Tú debes ser Takashi Kotori. ¿Cierto?

El aludido asintió y aspiró discretamente. Sí, este chico era el responsable de dicho olor.

                —Así es.

                —Bienvenido, soy Yuu Madara, presidente del consejo y es mi deber guiarte en la escuela en tu primer día.

Los ojos le brillaron al saber que alguien tendría la amabilidad de ayudarlo.

                —¡De verdad! ¡Muchas gracias Kaichou! ¡Le estoy eternamente agradecido!—Takashi se reverenciaba y sacudía las manos del presidente mientras éste le veía con una sonrisa.

Al parecer, Yuu Madara acababa de decidir que el nuevo le agradaba.

Y eso, al tratarse de Yuu Madara precisamente, era todo un logro.

                —No hay nada que agradecer, mejor vamos, según tu horario, hoy tienes a la primera hora Biología, es el edificio C23 y ese está por aquí.

Takashi siguió como un ciego al presidente del Consejo Escolar. Estaba tan ensimismado en su alegría y agradecimiento que, como siempre, no notó que todo aquel que se topaba con Yuu Madara, huía al instante, como si el muchachito les lanzara rayos ultravioleta con solo atravesar su perímetro de visión.

En efecto, Yuu Madara era todo un caso.

****

Kobashi estaba en la dirección… de nuevo.

Esta vez no había cometido ninguna falta, simplemente estaba ahí por consejo, como últimamente le pasaba. Fumiko adoraba a la pequeña y nunca le negaba el acceso, pero en esa ocasión especial, estaba divertida, Koti-chan tenía el ceño fruncido y jugueteaba con sus lapiceros.

                —Sabe, es muy injusto Fumiko-sensei.

                —¿Por qué es injusto?

                —Porque Takashi nii-san era el candidato perfecto, por fin tendría acceso a toda clase de yaoi en vivo gracias a él y sólo porque se sintió un poquito acosado decidió huir. Eso es tan injusto y ahora… ahora no tengo nada. Él nunca visitará a papá, al menos no mientras yo ande cerca.

                —No creo que sea para tanto.

                —Claro que sí y lo que me da más coraje es que no sabré nada de su maravilloso admirador secreto. Era la historia yaoi perfecta de mi vida… ¡Y me la quitó!

El enojo de Koti-chan era realmente adorable, parecía como si en verdad quisiera retorcerle el cuello a alguien y en ese caso, “alguien” tenía nombre y apellido.

                —Bueno… me gustaría decirte que sus acciones son injustificadas, pero pequeña, cruzaste la línea—trató de razonar la mayor y la dulce Koti-chan le lanzó una mirada de soslayo que denotaba suspicacia.

                —¿Hay una línea? Tengo entendido que el simple hecho de que el yaoi exista supone que la línea se rompa.

La directora tuvo que parpadear varias veces ante el lenguaje de la que, hasta hace unos meses, aún no conocía el significado de la mitad del discurso que acababa de dar.

                —¿A qué te refieres?

                —Pues… se supone que… el que a un chico le guste otro chico es cruzar la línea, entonces, una vez que el yaoi es un género… bueno… quiere decir que los límites no existen. ¿O sí?

Tu razonamiento está un poco tergiversado, pensó Fumiko, pero no creyó prudente hacerle saber eso, además de que no creyó que lo entendiera. Por ello mejor decidió bromear un poco con lo que ocurría entre el joven Kotori y la pequeña Koti-chan.

                —Bueno… en ese caso, tendrías que aplicar lo de “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma”

La menor levantó la mirada como si una gran idea se hubiese cruzado por su cabeza. Y era cierto, quizá Fumiko bromeaba, pero al parecer, Kobashi acababa de tomarse muy en serio su propuesta.

                —¡Pero claro! ¡La montaña debe ir a Mahoma! ¡Muchas gracias Fumiko-sensei!

Antes de que la directora procesara las palabras de su pupila y comprendiera lo que acababa de hacer, Kobashi  hizo una reverencia y salió corriendo de la oficina. Tenía mucho camino por recorrer, pero si se apresuraba, aún estaría a tiempo de ver a su nii-san.

¡Yo voy a ganar esta contienda hermanito!

****

                —Muy bien, hasta aquí llega tu horario del día de hoy, ahora deberás elegir un club al cuál pertenecer, están las dos divisiones principales: Artes y deportes; en artes tenemos el club de escritura y redacción, el club de pintura, el club de danza, de música, el club de cine y el club de artes plásticas. En deportes está futbol, basquetbol, voleibol, atletismo, ciclismo y natación. Tienes todo un día para elegir el que quieras.

La sonrisa de Yuu Madara no le ayudó a relajar la tensión que el elegir le había provocado. No sabía a qué división irse, le llamaban las artes, culpa de su hippie padre, pero tenía muchas ganas de pertenecer al equipo de natación, le encantaba nadar y nunca había podido entrar a un club. En la otra escuela sólo había basquetbol y voleibol.

                —Ahh… entiendo, bueno… muchas gracias Kaichou.

                —Llámame Yuu, Takashi… bueno… si es que puedo llamarte así.

                —¡Claro que sí Yuu-san!—Takashi en verdad estaba muy feliz, al parecer acababa de hacer su primer amigo y era un chico tan amable y agradable como el Kaichou, sin duda tenía muy buena suerte.

                —Entonces nos vemos mañana.

Yuu sonrió nuevamente con discreción y se dio la vuelta; Takashi estaba por dar un brinquito de emoción al tener un gran primer día, no como los que había visto en televisión, cuando de repente, giró sobre sus pasos, camino hacia los baños que se encontraban cerca de la salida y ahí, justo ahí, recibió la novatada acostumbrada en cada escuela desde tiempos inmemoriales.

Lo único que había hecho fue abrir la puerta del baño, con ello una enorme cubeta que contenía algo que esperaba fuera lodo, le cayó encima bañándolo por completo.  Yuu escuchó el escándalo y volvió solo para ver a Takashi en shock y varios compañeros saliendo de sus escondites, quienes reían con ganas.

Oh no, ustedes no lo hicieron, pensó con rabia el Kaichou.

Una tormenta se avecinaba.

                —¡Fue genial! ¡Sólo velo!—el chico chocó las palmas con el otro que no paraba de carcajear mientras Takashi intentaba limpiarse.

                —Se ve ridículo, tómale foto, tómale foto.

                —Sí… ¿Por qué no le tomas foto?—agregó con sarcasmo Yuu y ambos personajes palidecieron al verlo, el castaño sólo veía entre el lodo.

El pelinegro caminaba con lentitud y cautela, como lo hacen las gacelas cuando acechan a sus presas. Su mirada era precisa, sus manos estaban detrás de su espalda y su postura erguida denotaba que él tenía una autoridad que sobrepasaba los límites de su presidencia en el consejo.

Algo así como si él dominara la escuela con su mirada ambarina.

                —Mierda, mierda, mierda—susurró uno de ellos y golpeó a su compañero—¡No se suponía que el Kaichou no estaba cerca!

                —¡No lo estaba!

Takashi trató de intervenir, no quería que su nuevo amigo estuviese involucrado en una pelea, esos tipos se veían fornidos y, lo viera por donde lo viera, Yuu no tenía posibilidad alguna de ganarles. Era más bajito que él y estaba en demasía delgado. Eso, sin contar que era el Kaichou, una figura así no podía meterse en problemas.

Pero Takashi no tenía ni la más remota idea de que quienes estaban en peligro en realidad eran los otros.

                —Yuu… descuida… no es tan grave… sólo me cayó en el cabello, me lavaré y ya está… tú no tienes…

El mencionado comenzó a quitarse sus gafas y lo miró directamente a los ojos como si se tratara de una madre que pide de favor a sus hijos que se cubran los ojos ante una masacre. Su voz sonó tan dulce y linda que parecía imposible que alguien tan pequeño e inofensivo pudiese hacer daño.

Pero las apariencias siempre engañan.

                —Lo sé Takashi. Tú ve a lavarte el cabello y yo me encargo de esto. ¿Sí?

El aludido encogió los hombros y le hizo caso, no le veía la congruencia a sus peticiones, pero en serio quería lavarse el cabello ya, así que obedeció, entró al baño y casi podría jurar que al cerrar la puerta, un aura oscura se apoderó del pequeño presidente del consejo y los implicados estaban más blancos que el papel, como si ese fuese el último día de sus vidas.

Pero como ya lo dije varias veces antes, Takashi Kotori es tan distraído que no lo notó.

Lavó sus cabellos y el ruido de la llave de agua opacó los gritos que Yuu Madara lanzó junto a los golpes. Takashi terminó su labor y trataba de secarse con la secadora de manos del baño cuando Yuu, con sus lentes nuevamente puestos y una radiante sonrisa, apareció con una toalla y le ayudó a secarse.

                —Volviste rápido. ¿Qué fue lo que pasó?—cuestionó usando la toalla.

                —Nada—sonrió con una inocencia que parecía autentica, parecía—Simplemente les recordé con amabilidad y respeto que las novatadas habían sido prohibidas por el consejo escolar. Ellos lo razonaron y hasta me pidieron que te pasara sus más sinceras disculpas.

                —¿De verdad?—el castaño no podía creerlo, esa escuela era increíble.

No… más bien Yuu era increíble.

                —Claro.

Ambos salieron del baño y los pasillos estaban desiertos, sólo había un ligero y molesto ruido proveniente del cuarto de servicio que opacaba el ambiente tranquilo de la escuela.

                —¿Oyes eso?—por un momento Takashi creyó que era Koti-chan, escondida como polizón y acosándolo incluso en esa nueva escuela. Relájate Takashi, ella muy lejos de aquí, no hay forma de que eso pase, se auto convenció.

                —Yo no oigo nada—Yuu le condujo por la salida y nuevamente se despidió—Como lo dije casi al principio, espero que, exceptuando este último episodio, hayas pasado un gran primer día.

                —Gracias Yuu, todo fue mérito tuyo.

El pequeño Kaichou volvió a sonreír dulcemente y Takashi emprendió el camino. Sólo entonces, la bella sonrisa de Yuu Madara se borró y adoptando una pose sería y hasta en cierto modo, psicópata, caminó hasta el cuarto de servicio, obtuvo la llave de su bolsillo y abrió la puerta.

Los dos implicados en la novatada de Takashi estaban atados y amordazados en dicho lugar y suplicaban con ruidos inaudibles que los liberaran. Encima de ellos, estaba su cubeta con su líquido extraño que los empapaba por completo. Yuu los miró como si nada y agregó con seriedad y autoridad mezcladas.

                —Espero que hayan aprendido la lección chicos, las novatadas está prohibidas, nuestra escuela debe ser un ejemplo de confianza y respeto.

Uno de los chicos murmuró algo que no se podía entender y la pose seria de Yuu desapareció para dar lugar a un gesto de dulzura fingida.

                —¿Qué? ¿Quieren que los saque? Es una lástima, acabo de perder la llave—y dicho aquello, lanzó la llave del cuarto de servicio al interior del mismo, donde los implicados no pudieron verla caer—Creo que tendrán que esperar hasta que el conserje venga. No tardará mucho, se los prometo.

Y así cerró la puerta en sus narices mientras se alejaba con satisfacción.

De ese modo, se confirmaba la regla, nunca hagas enojar a la fiera del colegio y más cuando ésta es la presidenta del consejo.

Porque, como lo dije anteriormente, Yuu Madara era todo un caso.

****

Mientras Yuu Madara sembraba miedo y pavor en todo aquel que desobedeciera las reglas de la escuela, Takashi Kotori caminaba en dirección a la que ahora era su nueva casa. Su mamá lo había ido a dejar en la mañana y él casi había muerto de la vergüenza, por ello le suplicó, le rogó, le imploró que no fuese por él a la hora de la salida. Afortunadamente la escuela quedaba cerca de la casa y, distraído y todo, Takashi se había aprendido el camino.

Por esa razón ahora podía caminar sin preocuparse demasiado en perderse. O lo intentaba, porque la espina de que Koti-chan estuviese cerca no había desaparecido del todo. Aún si estuviese a muchos kilómetros, conocía a su hermana y lo necia que se podía volver cuando algo en verdad le interesaba.

Y muy a su pesar, su hermana amaba el yaoi.

Escuchó una rama romperse y sólo por inercia dirigió los ojos a uno de los árboles que cubrían la calle. Dio un brinco que por poco le cuesta la vida, ya que estuvo a punto de tropezar, pero no había nadie en las ramas. Juraría que vi a alguien moverse, pensó y descartó la idea, en verdad debía dejar de ver películas estadounidenses, solo le generaban clichés y modismos en cualquier situación.

Continuó caminando sin dejar de ver a su alrededor y suplicó ser capaz de percibir cualquier movimiento. Le estaba costando demasiado porque se distraía con cualquier cosa, la mosca que volaba sobre su cabeza, un perro que comenzó a ladrar en una barda y que casi le genera un infarto al miocardio y, justo cuando creía que todo estaba bien y sólo estaba siendo paranoico, el ruido en un tronco de un árbol le hizo lanzar un gritito.

Por un momento había creído que se trataba de Koti-chan.

Ya basta loco enfermo, sólo es un pajarito, se alivió al comprobarlo, había un pequeño petirrojo comiendo en uno de los huecos de ese árbol. Takashi se acercó con emoción esperando que el ave no huyera, pero al parecer se acababa de encontrar a un camarada en el arte de la dispersión, porque el petirrojo no notó su presencia hasta que el castaño le acarició con cuidado su cabecita.

                —¡Oh por Dios! ¡Eres tan tierno! ¡Quisiera comerte!—analizó sus palabras y hasta parecía que el pequeño petirrojo también lo hubiese hecho, porque inclinó la cabeza—Bueno… no literalmente, la verdad no me gusta mucho la carne y tú eres demasiado hermoso como para ser comido… pero… me entendiste… ¿Verdad?

El ave medio parpadeó en señal de que no entendía ni pio y Takashi estaba tan enternecido y feliz que, obviamente, no notó a su pequeña acosadora salir de su escondite y tomarle una foto con su celular.

                —¿Sabes que estás en una escena típica de un manga shoujo? Aunque más bien, me gusta como introducción al uke de un manga yaoi.

El mayor dio un brinco y el pequeño petirrojo voló, alejándose de ambos.

                —¡Por la mierda que me cayó en la cabeza! ¡Koti-chan! ¡No hagas eso! ¡En serio no te aparezcas así!

                —Acabas de decir una mala palabra—canturreó la menor y Takashi se tapó la boca, pero después recordó el punto.

                —Lo siento, pero lo que importa es… ¿Qué haces aquí? Papá va a preocuparse si no te encuentra a la hora de la salida en la escuela.

                —No hay problema, además, no te hagas, es obvio que sabes por qué estoy aquí. Necesito saber… ¿Haz recibido nuevas cartas? ¿Cómo fue tu primer día? ¿Conociste chicos? ¿Alguno se te lanzó? ¿Besaste a alguien? ¿Hicieron yaoi? ¿Estuviste arriba?

                —¡Kobashi!—la detuvo alterado—¡No puede ser! ¡Me seguiste hasta aquí sólo por eso! ¡No puedo creerlo! ¡Déjame en paz! ¡En serio!

                —No lo haré—levantó su mano como un juramento—¡La montaña irá a Mahoma!

Takashi se haló sus cabellos y comenzó a caminar tratando de alejarse de ella. Obviamente Kobashi continuó siguiéndolo sin esconderse, con toda la libertad del mundo y cínicamente, como si no le importara, ella era libre de acosar a quien quisiera. ¿O no?

No le agradaba sentirse invadido y comenzó a correr, casi deseando poder volar como ese pequeño petirrojo que se había encontrado. ¿De quién huyes pequeño petirrojo? Y lo más importante… ¿A dónde huirás?

                —¡Koti-chan!—gritó al aire como suplicando que lo dejara y Kobashi también comenzó a correr para no perderle el paso.

                —¡Nii-san! ¡No seas exagerado! ¡Sólo quiero saber!

                —¡Es mi privacidad de la que hablamos! ¡Y eres una niña!

                —¡Soy una fujoshi! ¡Y obviamente sé cómo es que lo hacen los chicos!

El castaño enrojeció ante el comentario y se tapó los oídos con las manos mientras gritaba con más fuerza.

                —¡La, la, la, la, la! ¡No te oigo! ¡No te oigo!

                —¡Nii-san! ¡No seas infantil!

Estaban ya muy cerca de la casa de los Junko y Takashi continuaba con ese juego mientras Kobashi fruncía la boca. ¿Qué tan grave era querer saber un poco? Su hermano no aguantaba nada. Poco a poco estuvieron más cerca de la casa y sin que Takashi lo notara, la puerta del lugar se abrió. Kobashi se agazapó en su escondite dispuesta a desaparecer cuando la situación lo ameritara, pero Takashi continuaba en lo suyo, tenía los ojos cerrados y los oídos tapados, por esa misma razón no fue consciente de que estaba por chocar con la persona que en ese momento salía de su, ahora casa.

Koti-chan no se molestó en advertirle, simplemente observó y Takashi se dio de lleno con esa persona. Ya se esperaba sentir el asfalto y el dolor acostumbrado en cada una de sus caídas, apretó los ojos ante el futuro y esperó.

Pero no sintió nada.

La persona con la que había chocado alcanzó a sostenerlo lo suficientemente rápido para evitar que tocara el piso y ahora le sostenía con ambas manos. Koti-chan sonrió ante la escena y tomó otra foto con su celular. Takashi abrió lentamente los ojos esperando encontrarse con alguien furioso por su torpeza.

Sin embargo, cuando miró bien, casi se quedó sin aliento.

Ahora sí era seguro que la mosca le hubiese entrado en la boca, estaba casi lelo. Frente a él estaba el chico más guapo que había visto en su vida. Su cabello era negro, como el de Yuu, pero el de su nuevo  amigo era corto y un poco rizado; el cabello de este chico que le tenía babeando era lacio y estaba un poco largo, le llegaba un poco debajo de la oreja. Era alto, más alto que él y sus ojos eran preciosos, de un gris seductor, quería quedarse mirándolos todo el rato si era posible.

Escuchó que el chico le preguntó algo, se veía serio, pero no grosero ni molesto, solo amable pero sin sonreír. Apuesto a que tiene una sonrisa que mata, pensó como niñata enamorada y luego de una mirada confusa en la que el chico parecía querer una respuesta a su pregunta, Takashi rebuscó en los resquicios de su atrofiada memoria. ¿Qué fue lo que me preguntó? Vamos Takashi, no quedes como idiota… tuvo un momento de brillantez. “¿Te encuentras bien?” había cuestionado el chico.

                —Ahh… yo… bien… sí… estoy.

Bravo genio, se burló su consciencia y quiso darse un zape.

Justo entonces, su madre apareció por la misma puerta.

                —Por el amor de todos los cielos Takashi, no puede ser. ¿Estuviste a punto de caerte de nuevo?

El sonrojo vino sin ni siquiera anunciarse y al notar la postura en la que aún se encontraba, se alejó agradeciendo con reverencias y reclamó a su madre:

                —¡Mamá! ¡No digas eso!—no es momento, susurró su mente.

                —Si es la verdad corazón—encogió los hombros como si no le importara—Pero qué bueno que están ambos juntos, así aprovecho—miró en dirección al chico guapo y sonrió maternalmente—Hijo, él es Takashi, mi pequeño retoño.

                —Mamá—volvió a replicar ahora ante el apelativo y ella lo fulminó con la mirada.

                —Takashi, él es Enjou Junko, el hijo de Fusaki y tu nuevo hermano.

La mosca que seguramente ya se había tragado estuvo a punto de atorársele.

¿Qué?

Kobashi, desde su escondite, estuvo a punto de lanzar un gritito y justo entonces, el pequeño petirrojo pasó volando encima de su hermanito mayor. Según se podía percibir, el nido al cual el pequeño petirrojo había decidido huir, no era la mejor opción que había tomado.

Koti-chan acababa de hallar su historia yaoi.

Notas finales:

Pue sí, tremendo chasco es conocer a un chico que te gusta y que resulta ser tu nuevo hermano (La vida es CRUEL!!!!)

Pero dejando eso de lado, conocimos a Yuu!!!

(Yuu Madara es importante, no pierdan de vista)

¿Les agradó Yuu? A mí me mata de risa su yanderismo, pero a ustedes... ¿Qué tal? ¿Ahora sí me odian?

Pues, díganme sus impresiones, lloraré en un rincón, pero díganmelas ja

Si nada malo me pasa (qué tonta eres) estaré subiendo el próximo el martes :D

Nos vemos entonces ese día, los quiero mucho y gracias :D


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