Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

[Reviews - 275]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Que el Dios del Yaoi esté con ustedes... que así sea!!

Cómo están? Espero que muy bien, les voy a contar algo sumamente irrelevante yo lo sé, pero que no puedo evitar contar.

A mis sobrinos les regalaron una cachorrita, es una pastor alemán (y tiene un nombre muy raro que no puedo pronunciar) y es hermosa!!!! :3

Ya, no digo más, espero fierecillas que les guste el capi, a mi me gusta mucho :3 Me parece lindo en la cuestión fierecilla, aunque hay otras cosas, pero ya las verán ;)

Ahora sí me despido, espero que les guste el capi y los amo  mucho ;)

Capítulo 27: Amo a la fierecilla indomable.

 

                —Todos comprenden el motivo por el estamos reunidos aquí. ¿Cierto?

La pequeña de doce años, ojos grandes y castaños como su cabello, el cual estaba peinado en dos coletas y una mirada inflexible que no dejaba dudas, se plantó al frente del salón con firmeza.

                —Eres la hermanita de Takashi. ¿Cierto?—preguntó Ren sentado en un pupitre como si la menor fuese una profesora de aquellas que no hay que desobedecer.

                —Así es, pero no te distraigas Ren. Debemos planear algo para hacer que Yuu…—interrumpió sus propias palabras al ver como Misaki miraba distraídamente hacia la ventana y sin tomar asiento—¿Por qué estás de pie Misaki-san? Así no podemos concentrarnos—entrecerró los ojos con perversión—¿Acaso aún te duele el trasero? Pero si Izumi y tú lo hicieron ayer. ¿Qué tan duro te dio como para que no te puedas sentar hasta el día de…?

                —¡Koti-chan!—reclamó el rubio rojo como el fuego y Ren desvió la mirada incómodo.

                —Saben… no quería enterarme de eso.

                —Claro que sí Ren-san—debatió la pequeña fujoshi con “inocencia”—De ese modo eres consciente de que Misaki ya no está enamorado de ti.

El oji-azul cruzó los brazos molesto y avergonzado en partes iguales.

                —¿Y por ello le tienes que estar revelando mis intimidades?

                —Concuerdo con Misaki, yo ya sabía que estaba enamorado de Izumi Kou, lo supe desde el instante en el que le prestó más atención a él que a mí en esa cafetería—el aludido volvió a enrojecer. ¿Es que acaso todo el mundo lo sabía excepto él? Ren giró sus ojos como si hubiese leído su mente y continuó—Por ello no era necesario que me contaras que Izumi se la metió…

                —¡Maldita sea Ren! ¡Cállate también!—le dio un puñetazo en el hombro y Koti-chan negó golpeando la mesa del salón. No había nadie más que ellos en ese lugar y debían aprovecharlo.

                —¡Debemos concentrarnos! Estamos olvidando nuestro objetivo—ambos la miraron y asintieron—Hay que lograr convencer a Yuu de que tú…—señaló al rubio—…ya no amas a Ren.

                —Va a costar demasiado Koti-chan—replicó Misaki al instante—Si yo llego con Yuu y le digo eso, no me va a creer. Pensará que estoy sacrificándome por su felicidad y no va a aceptarlo.

                —Por eso yo le juré a Yuu que se lo demostraría, pero no se me ocurre ni una plan.

La “dulce” fujoshi se acarició la barbilla mirando al techo, como si buscara ideas. Ren y Misaki se miraron esperando una reacción de ella y trataron de evitar el pensamiento de que, si lo analizaban, eran un par de patéticos muchachos de 17 y 18 años respectivamente que recurrían a una niña enferma de doce años que amaba el amor entre hombres. Al final, la castaña preguntó a Ren.

                —¿Hay alguna cosa que Yuu y tú compartan además de Misaki?

El pelirrojo medio se deprimió, claro que la había, pero ya no estaba en este mundo.

                —Kuma, pero él falleció.

                —¿Kuma? Háblame de él—pidió la niña y Ren obedeció.

Le contó la ya muy conocida historia de él y Kuma, el cachorrito Kuma que había sido como un símbolo de lo que nació en ellos en ese momento, aunque no lo supieran, aunque se lo hubiesen negado a sí mismos. Misaki también se conocía la historia, así que solo esbozó una sonrisa recordando al enorme perro negro que alegraba la vida de Yuu y que medio la destrozó con su partida, una partida dolorosa, pero justa y necesaria, ya que el ciclo de Kuma había terminado. Cuando Ren finalizó su narración, la adoradora del yaoi y el morbo sonrió con astucia.

                —¿Por qué sonríes así?

                —Porque tengo un plan. Ya sé cómo reconquistaremos el corazón de Yuu y de paso, le demostraremos que Misaki ama a Izumi—miró su reloj y medio se alarmó—Tengo que irme a arreglar unas cosas, pero espérenme en la tercera hora, antes del almuerzo. Ya tendré todo listo.

Sin darles tiempo de preguntar o por lo menos negarse, salió del salón a toda velocidad, como si se le hiciera tarde para algo y ambos, rubio y pelirrojo, se quedaron a solas meditando si de verdad había sido una buena idea recurrir precisamente a ella, para solucionar el conflicto con Yuu.

Pero bueno… ya no podían arrepentirse.

****

Acababa de salir de clases, guardaba todas sus cosas en su mochila con rapidez porque le quedaban pocos minutos para poder llegar a la siguiente. Solo la tercera hora la tenía libre y entonces sí aprovecharía para seguir ordenando el papeleo de los clubes y expedientes. El trabajo en el Consejo era demasiado y el tiempo no le rendía lo suficiente como para cubrirlo por completo. Medio gruñó en su interior y sin querer varios de sus útiles cayeron al suelo, maldijo por lo bajo y comenzó a recogerlos, lo que provocó que notara el libro que se le había caído. Ese libro era el de su rosa, la rosa que Ren le había regalado. Lo levantó con cuidado y lo abrió para poder verla, llevándose la sorpresa de que, la misma, estaba seca, marchita y casi muerta, sin duda eso de guardar rosas en libros de texto era pésima idea, solo maltrataba los propios libros y ni siquiera conservaba a las flores. La aplastó entre sus manos con cierta tristeza, de ese modo había muerto el amor que sentía por Ren, casi del mismo modo en el que Kuma se fue, de repente, como un ataque y nada más. Sí, era cierto que le había dicho que le creía, que le amaba y que sólo por Misaki no volvería a su lado, pero la realidad era que, una parte de su amor sí había muerto. Se llamaba duda ahora y cómo volver con Ren si tenía dudas de él, dudas que nunca se evaporarían. La historia que le había contado para justificarlo todo parecía tan bella si la analizaba, como si de verdad Ren se hubiese enamorado de él sin planearlo, pero una parte de sí mismo siempre pensaría que era una mentira y no era justo para ambos estar juntos con esas grietas.

Por ello nunca volvería a aceptarlo, además, esta vez quería que las cosas estuviesen bien entre él y Misaki. Había logrado su perdón, no lo perdería de nuevo, así que no, nunca más, por mucho que doliera y por mucho que quisiera olvidarse de todo y avanzar, seguir de nuevo, ya no podía.

Guardó todo mirando el reloj y alarmándose, ya iba tarde y todo por andar perdiendo el tiempo en sentimentalismos. Negó con la cabeza, salió del salón y casi comenzó a correr con prisa cuando una chica se colocó en su camino, pero no era cualquier chica, se trataba de aquella chica que, era considerada en la escuela como la más bonita, de rizos rubios y hermosos ojos azules, con su ropa que ni siquiera era llamativa, al contrario, algo sencillo y una sonrisa, una extraña sonrisa mezclada con satisfacción y cierta timidez, como si no quisiera hablar con él. Él detuvo su caminar y se le quedó mirando con cierto temor, la última vez que había visto a esta chica, su corazón tuvo que soportar un rompimiento, además de las crueles y en cierto modo, sinceras palabras que le dijo.

                —Aoi… ¿Se… se te ofrece algo?

                —Sí, Kaichou, hablar con usted.

No… yo no quiero que hables conmigo, las heridas resurgirán si tú me dices cualquier cosa, pensó.

                —Lo siento, pero ahora tengo prisa, voy tarde a una clase y no puedo…

Había comenzado a caminar para dejarla atrás, pero ella le tomó el brazo deteniéndolo.

                —Sólo será por un momento, necesito decirte unas cuantas cosas Yuu… solo será…

Se giró y la miró mal, no podía con el pánico que sentía de escucharla decir más.

                —¿Qué será Aoi? ¿Me dirás que soy un idiota que creyó en las palabras de Ren y cayó como un tarado? Yo lo sé, tenías razón, fui hipócrita con Misaki, pero ya no tienes que “preocuparte”, nunca volveré a estar con Ren, nunca más heriré a Misaki de nuevo y nunca más…

Ella hizo una reverencia ante él y se quedó de piedra al verla hacer eso.

                —Perdóname Yuu, nunca debí decirte tales cosas, no fue verdad. Ren nunca jugó con tus sentimientos como yo lo insinué y si bien, es cierto que fuiste culpable al enamorarte de él a pesar de Misaki, no eres el responsable de todo, debes entender que no controlamos de quién nos enamoramos, el amor no es una elección, es solo una consecuencia—levantó la cabeza y continuó con firmeza—La elección está en lo que haces con esos sentimientos.

Yuu Madara la miró sin comprender por qué de repente se disculpaba. ¿De verdad ella le pedía perdón a él? ¿Pero por qué? No dijo ninguna mentira. Los sentimientos de Ren, querido Yuu, eso sí fue mentira, él te quiere, te quiere de verdad, le dijo su consciencia con emoción y él deseó callarla. No, si le creía, entonces volvería a su egoísmo y no debía hacerlo.

                —Yo… lo entiendo Aoi… está bien… te perdono, pero eso no cambia nada.

                —¿A qué te refieres?—se incorporó mirándole extrañada.

                —No volveré con Ren, no porque no le ame y no le crea, si no porque Misaki no lo merece.

La chica cruzó los brazos y entrecerró los ojos. Seguramente estaba pensando varios insultos para el muchacho, le había costado demasiado tomar valor para disculparse, para arreglar un poco el daño hecho a la relación que tenía con Ren. ¿Y todo para qué? ¿Para qué Yuu decidiera que esta vez Misaki sería más importante? Siempre de mártir, siempre sacrificándote, pensó molesta.

                —Bueno… yo cumplí… te pedí perdón… lo que tú hagas con la información que te di es tu asunto, pero te digo algo Yuu Madara… si lo analizas, el verdadero amor lo puede todo, y la verdadera amistad… también. Tú solo piénsalo.

Le guiñó un ojo y se alejó por los pasillos mientras Yuu se quedaba pensativo. Quizá ella tenía razón, pero no podía ceder, no de nuevo. Esta vez, Misaki debía ser más importante que Ren.

A cualquier precio, a cualquiera.

****

Estaba mandándole mensajes de texto como siempre lo hacía cuando no lo veía por la mañana. Sabía que quizá se estaba pasando de atenciones con él, pero simplemente no podía evitarlo. Una parte de él siempre estaría preocupado por Takashi, preocupado de cómo le iba en la escuela, preocupado de sus pasos al caminar, preocupado sobre sus reacciones con los problemas de sus amigos, preocupado de todo él.

Además, temía un poco de esa relación. No negaba que estaba en el séptimo cielo cada vez que lo besaba o le miraba a los ojos con detenimiento, el hecho de que estuviesen saliendo le llenaba de alegría. Pero la realidad era que aún había muchas cosas por resolver, explicarle que él era el mismo chico que conoció hace dos años, explicarle que le trató como lo hizo al principio porque se creyó rechazado, explicarle que verlo enamorado de un Escritor, destrozó todas sus esperanzas. Tenía tanto por preguntarle y no sabía cómo abordar el tema, sabía que nunca estaría tranquilo y se permitiría ser plenamente feliz con él, a menos que aclararan todos esos asuntos.

Medio sonrió al ver el mensaje de respuesta de Takashi. “Estoy bien, acabo de chocar con la profesora de Historia, creo que ahora me odia, pero bien. ¿Cómo estuvo tu clase?”. Comenzó a responder que nada del otro mundo y decidió preguntarle directamente si, el hecho de estar en la misma escuela y mandarse mensajes como si estuviesen del otro lado del mundo, no le molestaba o le parecía demasiado empalagoso. Tardó en responder, pero cuando leyó su respuesta, juró que su corazón tuvo una fuga y un derrame. “Me gusta que seas así conmigo, yo también quiero saber de ti todo el tiempo, sueno acosador y me mortifica estar adquiriendo las mañas de mi hermana, pero… es la verdad… te quiero…”.

Se permitió sonreír con satisfacción. ¿De verdad me quieres Takashi? ¿Puedo guardar la esperanza de que algún día me ames como yo lo hago? Se cuestionó de repente y estaba por responderle cuando, como si su hermano mayor la hubiese invocado en mensajes, la pequeña Koti-chan apareció frente a Enjou con una sonrisa satisfecha y las manos detrás de su espalda.

                —Koti-chan… ¿Qué haces aquí? Es muy temprano para volarte clases. ¿No crees?

                —Me tomé el día—el chico estaba por regañarla cuando ella agregó—Pedí permiso, no temas, Fumiko-sensei me avala en todas mis clases.

                —De acuerdo—negó con la cabeza y una sonrisa resignada. ¿Qué podía hacer con esta niña?—¿Y qué te motivó, además del yaoi, por supuesto, a venir aquí a estas horas?

La pequeña sonrió aún más y después obtuvo lo que estaba ocultando. Enjou entrecerró los ojos, reconocía ese tipo de papel y la forma en que estaba doblado. Era una carta, seguramente una carta del famoso escritor de Takashi. Se alarmó de repente, era verdad, ensimismado en su felicidad había olvidado ese detalle, el escritor. ¿Y si Takashi aún lo amaba? ¿Cómo luchar contra alguien que parecía sacado de un cuento? ¿Cómo? Tuvo temor… ¿Y si Takashi recordaba lo especial que era su escritor? Incluso más que ellos juntos, incluso después de sus besos y presentaciones. Incluso si me dijo “te quiero”, pensó fugazmente y la adoradora del yaoi leyó todos esos miedos y explicó entregándosela en las manos.

                —Vine porque creo que es necesario que leas esto. Es una de las tantas cartas de respuesta que Takashi dio a su escritor—guiñó el ojo ante la futura negativa de Enjou—Pero esta es especial, yo pienso que de verdad debes leerla.

La miró con duda. ¿Qué podía decir? ¿Y si Takashi confesaba que no le quería tanto como pensaba? No quería leer tal cosa, pero la mirada inflexible de la menor, no le dio lugar a dudas y no hizo otra cosa más que desdoblarla y comenzar a leer.

“Mi querido escritor.

Lamento muchísimo que el motivo de esta misiva sea diferente a lo que estás acostumbrado. Recuerdo cuando leí tu primera carta, decías que mis ojos eran los luceros más hermosos que habías visto en tu vida y yo enrojecí como un idiota. Tus cartas fueron mi soporte durante muchos años, por ellas pude salir adelante y por eso siempre te daré las gracias, pero me temo, que ya no deseo seguir recibiendo tu correspondencia. El motivo, es sencillo.

Me he enamorado, oh querido escritor, si tú supieras, si tú le conocieras, lo entenderías, él es el ser más increíble que he podido conocer. Es dulce, es atento, me da tanta seguridad, también es serio, también puede ser indiferente, posesivo, firme, imponente y noble. Tú… no podrías definirlo, pero a su lado, yo siento más que amor. Enjou Junko me hace sentir como si todo estuviese bien, como si no importara todo mi pasado, un pasado que pronto le confesaré, un pasado que, ahora sé, no debo temer decirle, porque más que nada, él es comprensivo, él no me juzgaría, nunca lo haría, confío plenamente en ello y eso es lo maravilloso de su persona.

Desconozco si él me ama de la misma forma en que yo lo hago, pero no me importa, el simple hecho de estar a su lado, me llena. Él, con su mirada, con su voz, con sus actos, hace que olvide todo lo malo de mi vida, me da dicha, me da seguridad, pero aún más importante… hace que me sienta libre, libre de todo, libre para volar lejos de todo lo que me condena. Amarlo a él, me da la libertad que nunca creí que tendría.

Te voy a confesar algo, últimamente he estado recordando cosas y creo ya saber quién eres. Seguramente, puedo apostar, eres el dulce chico que me defendió de Kunihiro hace dos años, el chico de los Intercolegiales. Te recuerdo, siempre lo hice y te puedo jurar, que te quise mucho, a pesar del poco tiempo, fuiste alguien especial, en su momento me hiciste sentir como Enjou lo hace ahora. Pero las cosas no se dieron, tú nunca me buscaste y yo esperé hasta que olvidé, quizá no estábamos destinados después de todo, quizá, escribirme cartas y motivarme era tu único lazo conmigo. Lamento si estoy rompiendo tu corazón, pero creo que es lo mejor. Yo le amo y no podría amar a nadie más jamás. Enjou Junko será el único amor de mi vida para siempre.

Por ello me despido, perdóname querido escritor, pero así como una vez lo dijiste, lo nuestro debe terminar. Siempre te agradeceré todo lo que hiciste por mí, lo llevaré en mi corazón.

Se despide, tu Euterpe.”

Enjou no podía con todas las emociones que circulaban en su cuerpo al leer la carta de Takashi. ¿Era felicidad? ¿Era amor? ¿Era duda? ¿Era nerviosismo? ¿Era todo? Le amaba, Takashi le amaba, Takashi nunca le rechazó, Takashi le quiso hace dos años, Takashi le quería ahora. Las preguntas se arremolinaron en su cabeza y trató de expresarlas lo mejor que se le ocurrió.

                —Yo… no entiendo… ¿Por qué él asegura que nunca lo busqué? Lo hice, lo llamé, lo fui a ver a su escuela… él… él no me rechazó… pero entonces… no… ¿Quién lo hizo? Si no fue él, quien respondió esas palabras que me han atormentado por años. ¿Quién?

La castaña estaba por acercarse a él y palmearle el hombro para después contarle toda la historia, cuando su voz, su dulce y extrañamente fría voz se escuchó en el pasillo resolviendo parte de sus dudas, como si clavara una especie de espina que después se volvería una herida profunda.

                —Yo te puedo decir quién… o más bien… quienes—Enjou volteó a mirarla. No comprendía qué estaba haciendo ahí Kotoko, la hermana menor de Aoi. Tuvo un mal presentimiento, el cual aumentó al ver la confusión de Koti-chan. La rubia menor continuó—Sus nombres son Aoi Maya y Rui Miyano.

                —¡Kotoko!—exclamó la fujoshi un poco alterada, las cosas no debían ser así, Aoi estaba arrepentida e iba a contarlo todo. ¿Por qué Kotoko lo hacía con ese reproche plagado en su voz?

El pelinegro ensanchó los ojos sintiendo un pinchazo en su pecho. No, Kotoko no podía estar hablando en serio. Aoi y Rui eran sus mejores amigos, ellos no podían ser los responsables de todo eso… ¿Y cómo? ¿Por qué?

                —No… no puedo creerlo… ellos… ellos han estado conmigo… me aconsejaron y… y… no…

                —Es verdad. ¿Por qué no vas y se lo preguntas? Ambos están en el salón de música ahora. Ve y pide una explicación. Ellos han hecho muchas cosas, no solo en contra de tu amor, si no hasta en contra del propio Takashi. ¿Cómo te explicas que Kunihiro haya vuelto? ¿Cómo te explicas los rumores? Solo piénsalo Enjou.

                —Espera… Kotoko… basta—pidió la más pequeña y la rubia negó.

El chico simplemente miró al piso sin poder más. No… si era cierto moriría, él… le había confiado todos sus secretos, sus miedos, sus cuestionamientos a ambos. ¿Y Takashi? ¿Le habían herido así? Se negaba a creerlo, así que buscaría una explicación. La miró firmemente y asintió.

                —Voy por ella entonces—dijo antes de salir corriendo por los pasillos.

Kotoko solo bajó la mirada. Se sentía horrible hacer esas cosas, pero era lo que había aprendido. ¿O no? Se decía irónicamente y entonces, Koti-chan, sabiendo lo voluble que era Kotoko, se acercó y le miró fijamente a los ojos antes de replicar.

                —Acabas de romperle el corazón a Enjou, a Rui y a tu propia hermana. ¿Realmente te sientes satisfecha?

                —No, se siente de la patada, pero era lo mejor. Aoi debe pagar el precio de sus malas decisiones. Ella no debió seguir ilusionando a Rui a pesar de que todo había llegado a su final…

La menor le interrumpió.

                —Ella le dio su libertad. Aoi ha decidido rendirse, ella iba a decirle todo a Enjou, eximiendo a Rui de su culpa, tomando toda la responsabilidad. Quería hacer las cosas bien, rechazó directamente a Rui, le dijo que buscara amor en alguien más e iba a decir toda la verdad con tacto. Acabas de arruinarlo Kotoko, ahora los tres van a sufrir. Ahora no hay vuelta atrás.

La chica comprendió lo equivocado de sus acciones y se tapó la boca con pánico. Ella… había malinterpretado ese abrazo… Aoi estaba liberando a Rui, no condenándolo más. Fue egoísta, fue mentirosa, fue ruin, fue todo lo que Aoi había sido, pero que no quería que fuese.

                —Dios… ¿Qué he hecho? Tengo que detenerlo, debo hacerlo…

Comenzó a correr tras Enjou y la menor no se movió de su sitio. Aquel asunto ya no le tocaba resolverlo a ella. Era una cuestión de los 4, una cuestión de amistad, amor, cariño y fraternidad, una cuestión que no le incumbía.

Enjou debe hallar las respuestas por sí mismo, se dijo con un suspiro aunado a una débil sonrisa.

****

Misaki le había mandado el mensaje casi al finalizar su clase. Ahora estaba libre y caminando por todos los rincones de la escuela buscándolo. Le había dicho que necesitaba hablar con él de algo importante, que no podía esperar y que lo vería en la cafetería. Yuu se lanzó casi corriendo cuando miles de ideas pasaron por su cabeza. ¿Y si Aoi Maya también había querido hablar con él? ¿Y si le dijo cosas hirientes? Misaki le necesitaba, así como él acudió a su lado cuando Kuma se fue, a pesar de estar molesto con él, también debía ir a buscarlo y darle apoyo.

Bajó algunas escaleras, recorrió pasillos y cuando por fin llegó a la cafetería, pudo verlo frente a  una de las mesas. Lo que le detuvo de irse corriendo a abrazarlo para preguntarle si todo estaba bien, fue que no lo encontró solo, como creyó. Misaki estaba de pie mirando algo en una croquera junto a Izumi Kou. Aquello le extrañó, no sabía que ellos eran amigos, quizá se trataba de una relación que se había desarrollado cuando estuvieron separados. No tenía nada en contra, Izumi Kou era un buen chico, callado y serio, pero buena persona.

Wow, pensó fugazmente sin poder frenar su estupefacción cuando vio a Misaki sonreírle al chico Kou. Nunca había visto una sonrisa así de Misaki, estaba plagada de brillo, de felicidad, de emoción, ni siquiera a Ren, cuando le idolatraba, le había sonreído de ese modo. Estaba en shock. ¿Qué tan importante tendría que ser Izumi Kou para que le sonriera así? Ren Ashiya, quien estaba oculto en uno de los rincones, apareció a su lado y fue quien medio respondió sus dudas.

                —Nunca le habías visto tan feliz… ¿Cierto?

El pelinegro brincó con su voz y le miró temerosamente. Las palabras de Aoi aún seguían en su cabeza, pero no debía dejarlas ganar, ya no. El pelirrojo estaba de pie a su lado y ocultaba algo detrás de su espalda. Tuvo un deja vú y decidió reprimirlo, no debía, no debía.

                —¿Qué haces aquí Ren?

                —Bueno, yo prometí demostrarte que Misaki ya no me ama—señaló con sus ojos al par en la cafetería—Ahí tienes tu prueba.

Miró en dirección a Misaki sonriéndole más a Izumi y negó entrecerrando los ojos. ¿Qué estupidez estaba diciendo Ren?

                —¿De qué hablas? Es ridículo lo que dices, al parecer solo son muy buenos ami…

Sus palabras se atoraron en su garganta cuando sus ojos vieron a Misaki acercarse al rostro de Izumi y besarlo con una mezcla extraña de timidez y desenfreno. El chico le correspondió con un fervor que en su vida  había visto y Ren, sonriendo ante aquello, prosiguió.

                —Te voy a decir lo que está pasando. Mientras tú y yo nos reprimíamos y pensábamos en el futuro de Misaki ante nuestros sentimientos, Izumi Kou se fue metiendo en su corazón hasta enamorarlo por completo. Misaki ya no me ama, ahora lo ama a él y tú prometiste algo.

Yuu le dirigió una mirada de rayo, veloz y certera, cargada de cierta molestia. Él no había prometido nada y… y… era irrefutable lo que veía pero no podía ser cierto… ¿De verdad Misaki se había enamorado de alguien más? ¿De verdad Misaki era amado por fin como se lo merecía? Su celular vibró nuevamente y observó el mensaje: “Así es, yo creo que es momento de que dejes de hacerte el difícil Yuu… te ama y tú lo amas. ¿Qué mierda están esperando para ser felices?”

Levantó la mirada y observó como Misaki aferraba en sus brazos a Izumi, mirando en su dirección y guiñándole un ojo. Malditos manipuladores de mierda, pensó oscuramente, ambos lo habían planeado, conspiraron en su contra. Frunció el ceño y miró a Ren temeroso, pero molesto. No iba a ceder, no iba a ser tan fácil, aún si Misaki decía que sí, aún si… aún si… se estaba quedando sin excusas…

                —Ya veo… ahora…. Ahora seguramente esperas que me lance a tus brazos y diga “Oh sí Ren, te amo y esta vez todo será diferente”. Y tal vez me beses y yo te bese y mi corazón muera cuando esté en tus brazos, pero no va a pasar… di demasiado de mi cuando te amé y no quiero hacerlo de nuevo, no volverás a doblegarme, no volverás a ser todo de mí, no volverás… no…

Sus manos temblaban, no tenía ya más excusas y sin embargo no quería ceder. Tenía miedo, aún si la propia Aoi Maya le había asegurado que Ren le amaba, aún si lo veía en sus ojos, aún si Misaki, aferrado a los brazos de Izumi Kou, le instaba a hacerlo, había algo que le detenía, algo que le suplicaba que no lo hiciera, que no cayera, no de nuevo, no esta vez.

Y Ren leía sus miedos, sabía que no quería ceder, pero estaba acorralado. ¿Qué más podía decirle para ya no hacerlo? Le sonrió dulcemente y antes de que huyera como tenía planeado seguramente, obtuvo lo que estaba ocultando en sus manos y se lo entregó en las propias. Los ojos de Yuu parpadearon sin parar y el pelirrojo sonrió aún más con cierta camaradería.

                —Antes de que me lo arrojes a la cara como seguramente estás pensando al igual que hace once años, te recomendaría que vieras en su interior.

El chico de los ojos ambarinos medio reaccionó. La caja en sus manos le parecía tan familiar, era pequeña, con pequeños agujeros en la base y algo pesada como para contener algo simple. Con cierto nerviosismo la abrió haciendo caso de su recomendación y ver lo que tenía dentro hizo que sus barreras murieran por completo. Las lágrimas cayeron sin poderlo evitar y se mordió el labio negando como si no lo creyera.

                —Ren… esto… esto…

                —Sé que Kuma es irremplazable en tu corazón, también lo es en el mío. Pero yo creo que, al igual que tú llenaste de amor durante once años a ese cachorro, tú y yo podríamos darle amor a esta pequeña—se acercó a él y colocó sus manos sobre las suyas, las cuales aún sostenían la caja donde la pequeña cachorrita de cabellos dorados dormía tranquilamente—Pero solo si estamos juntos, solo si me das esa oportunidad—miró al techo nervioso ante todo lo que iba a decir y después volvió a mirarle a los ojos profundamente—Yo no quiero doblegarte. Por Dios, yo amo todo de ti, incluso las cosas que no debería amar. Amo a Yuu siendo agresivo, amo a Yuu siendo rebelde, amo a Yuu imponente, serio, reflexivo, amo a Yuu independiente, frágil, dulce, amo a Yuu siendo extremista, exagerado, amo a Yuu siendo salvaje… amo a Yuu… indomable…

El aludido ya no podía con sus lágrimas, todo lo que Ren le dijo le llegó al corazón y cualquier excusa que hubiese podido poner murió. Miró a la pequeña dormir plácidamente, era una cachorrita de Golden Retriever. Esta vez Ren sí se había asegurado de que lo fuese. Y llevaba en su cuello un collar rosado con un pequeño moño. Ella era un nuevo símbolo, la idea de que su amor renacería y esta vez, marcharía como debía ser. El pelirrojo de ojos cafés como el chocolate continuó mirándole esperando una respuesta, como si con sus ojos preguntara “Entonces ¿qué dices?”. ¿Y qué decía? No tenía otra respuesta.

                —¿Cómo… cómo va a llamarse?—preguntó tímidamente y Ren le miró sin comprender del todo la respuesta que le había dado. Yuu suspiró para aclarar su garganta y volvió a preguntar—Lo que oyes. Ella. ¿Cómo va a llamarse? Por esta vez… te dejaré elegir el nombre.

Ren sonrió comprendiendo al fin lo que Yuu trataba de decirle. Le estaba aceptando. La dulce y algo tímida sonrisa de Yuu lo comprobó y sin poderse frenar más, lo sostuvo entre sus brazos, acercándolo a su cuerpo, con cuidado de no mover la caja y despertar a la pequeña. Yuu cerró sus propios ojos embriagado en la sensación de volver a tener a Ren tan cerca y el capitán del equipo, solo se separó ligeramente para delinear el contorno de sus mejillas con sus dedos, mientras respondía a su pregunta con dulzura.

                —¿Qué te parece Kana? ¿Te gusta?

El pequeño Kaichou asintió y Ren ya no se frenó más. Sus dedos en su mejilla viajaron a su mentón y acercó sus labios a los suyos para poder besarlo como hace bastante tiempo no lo hacía. Yuu correspondió su beso derramando lágrimas y a lo lejos, Misaki, sin soltar aún a Izumi, sonrió feliz. Por fin sus mejores amigos habían decidido darse esa oportunidad, no había nada que quisiera más que verlos felices. Bueno… sí había algo, estaba a su lado, abrazándolo con fervor mientras preguntaba con la mirada qué era lo que veía. Misaki le sonrió a su Cuidador de aves y solo negó diciendo “Nada, solo una necia fierecilla y su cazador”. Izumi Kou le sonrió y el mundo entero desapareció para Misaki, solo estaban ellos dos.

Yuu y Ren continuaron en su beso y lo único que pudo separarlos fue el hecho de que la pequeña Kana comenzó a despertar y reclamar su atención. Al dejar de besarse, Yuu, aún con cierto miedo, advirtió ligeramente.

                —No habrá una “próxima vez” Ren, espero que seas consciente de eso.

                —Yo lo sé mi fierecilla preciosa, no me lo tienes que decir—se acarició la barbilla como si estuviese pensando en algo y agregó con chanza—Aunque si lo analizo, bien podría regalarte un perrito cada vez que meta la pata. Hay muchas razas en el mundo. La próxima vez será un Poodle.

El pelinegro entrecerró los ojos y le miró con absoluta rabia, dándole un empujón.

                —¡Vete a la mismísima mierda! ¡Me retracto! ¡Ya no quiero volver contigo! ¡Kana y yo no te necesitamos! ¡Puedes irte mucho a…!

Ren sonrió con picardía ante su coraje. Nunca se cansaría de hacerlo enojar, en serio no lo haría. Volvió a tomarlo en sus brazos y le robó un fugaz beso antes de replicar:

                —Solo era una broma inofensiva, fierecilla susceptible.

Y antes de que Yuu pudiese propinarle un buen golpe para reclamar y decir más cosas, el más alto volvió a apoderarse de sus labios con frenesí. Esta vez ya no dijo ni hizo nada más que corresponder con la misma urgencia. Sentía su lengua, sentía sus manos y caricias, sentía su calor, su anhelo, su nostalgia ante los días pasados, su cariño, su devoción, pero aún más importante…

Sentía su amor.

La pequeña Kana comenzó a ladrar dando inicio a una nueva historia entre ellos dos.

Notas finales:

Yo sé lo que ustedes están pensando...

Y EL LEMON!!! DONDE PUTAS ESTÁ EL LEMON DE RECONCILIACIÓN!!!!!

No me lo tienen que decir, yo lo sé, pero ténganme paciencia fierecillas, sí habrá un lemon para ustedes porque creo (en mi humilde opinión) que Ren y Yuu merecen un buen lemon, y lo tendrán... solo denme chance ;)

Por el contrario, ya vimos que Enjou leyó la carta de Takashi, que Kotoko la cagó peor que nadie y que se avecina el dramón en el próximo capi, así nuevamente preparemos nuestros pañuelos porque habrá llanto (oh yeah!!) 

¿Les agradó Kana? Bueno... no pueden decir mucho porque estaba dormida, pero aunque mi Kuma tiene un lugar especial en mi corazón, yo creo que cuando conozcan más a fondo a Kana, también la adoraran (me mata esa perrita, en serio que sí ajajajaja)

Sin más me despido, espero que les haya gustado y me regalen su humilde opinión. Es triste para mí decirlo pero... nos estamos acercando al final (buuu!!! mátenla) así es, sin contar este nos quedan 5 capítulos del fic, entonces como que me siento algo nostálgica, pero no teman, a pesar de ello, creo que podremos sobrevivir con el especial después de este fic (ya me dieron el visto bueno yei!!!!) ;)

Los quiero mucho y nos vemos el próximo martes!!! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).