En busca de el amor
Siempre había escuchado a mis padres, amigos he incuso desconocidos decir cosas maravillosas del amor, haci que decidí buscarlo:
Y de tanto hacerlo, el tiempo se convirtió en testigo de mi anhelo. Un día, al caminar sobre una llanura, me encontré con un gran viento, y preguntándole por él, entre susurros me dijo:
-búscalo en el place, ahí está.
Haci que durante meses me dedique a cualquier placer que subliminara mis sentidos, en espera de siempre encontrar el amor, y lo único que encontré, al final de cada placer fue una insatisfacción , que me hacía sentir, cada vez más, una ausencia mayor. Al caminar de tal manera, un día me vi ante una majestuosa montaña, y a ella me dirigí para decirle:
-¿me podrías decir dónde encontrar el amor?
-búscalo en la felicidad, ahí se encuentra.
Hice lo que me indico, y cuando encontré la felicidad sentí que era el ser mas dichoso de la tierra;
Pero…..como el amor no estaba, la felicidad iba y venía y nunca se quedaba, y en cada ocasión que esto sucedía, una tristeza mayor me acompañaba. Y con este sentir, tiempo después me encontré con el mar, y ante su inmensidad hable más fuerte para que me escuchara:
-tu si debes saber dónde está el amor. Por favor, dime en que sitio lo puedo hallar.
-búscalo en la ciencia, ahí se halla.
Recorrí largo tiempo la ciencia, y aún en su más recóndita sabiduría tampoco lo encontré. Transcurrieron mas años-5 para ser exactos- y en el inicio de un ocaso me encontré al sol. Al acercarme, su magna luz convirtió mi mano derecha en visera para los ojos y, frente a el dije:
-hermano sol, desde hace mucho tiempo busco al amor-ttebayo, y al preguntar por él a un gran viento, a una majestuosa montaña y al indómito mar, me dijeron que estaba en el placer, en la felicidad y en la ciencia. Y me han mentido, porque solo me he solazado en el placer, he conocido la felicidad, me he llenado de ciencia, y no encontré el amor.
El sol, más radiante que otras veces, con mesura dijo:
-no te han mentido, pequeño hombre. Lo que sucedió, es que buscaste el placer sin la felicidad; la felicidad sin la ciencia y la ciencia sin la sabiduría.
Naruto al escucharlo y reflexionar sobre sus palabras, quedo sin habla y estático. El sol, al mirarle callado y pensativo, se empezó a marchar entre fulgores y, conforme se alejaba, iba grabando en sus ojos su estela de colores azules, amarillos y magentas, con los que pintaba a las nubes y el firmamento.
Ante tal maravilloso espectáculo de luz y colores, mil sensaciones de bienestar le invadieron mientas su mirada azulada se extendía ante ese prodigio de magia, de grandeza y de infinito. Y sin darse cuenta, de lo más recóndito de su ser, emergió una lagrima de gratitud, por ver y sentir la plenitud de tanta magnificencia y belleza.
La lagrima lenta rodo sobre su rostro, y fue entonces que, al estar cerca del oído, lo escuche con una voz dulcísima que dijo:
-aquí estoy.
Al voltearme lo que vi me dejo sin habla, frente mío se encontraba un muchacho de no más de 16 años, con el cabello y ojos negros, y una piel que comenzaba a creer que era de porcelana.
Este simplemente me sonrió y volvió a decir:
-aquí estoy
Tal vez por fin después de todo había encontrado el amor…
Fin