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The Royalty por LovelyDarkness

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Notas del capitulo:

La Portada: http://janearkensawthekille.deviantart.com/art/The-Royalty-448084960

The Royalty


Cap. 1

La luz del atardecer se cuela por los enormes ventanales, la fresca brisa de otoño agita las largas y vaporosas cortinas de color arena.

Se puede respirar la paz en el bello lugar... O al menos se podía hacerlo.

Unos pasos resuenan con demasiada fuerza en las paredes, a la par que el roce de una larga túnica parece amortiguarlo.

Un hombre, alto, guapo y, sobre todo, molesto se apresura a llegar a unas enormes puertas de roble.

Su pálida piel poco a poco se va tornando azul, con marcas parecidas a runas por todas las pares visibles de su cuerpo.

Sus largos y lacios cabellos negros parecen flotar alrededor de su anguloso rostro y sus preciosos ojos verdes, como dos pedazos de jade, se tornan rojos como la sangre.

Abre la puerta con más violencia de la necesaria. No es que le importe.

Fija sus ojos rojizos en el hombre sentado tras el escritorio.

Si no estuviera tan molesto devoraría con los ojos la imagen.

Los cortos y revueltos cabellos negros cayendo por su inclinado rostro, los lentes al borde de la respingona nariz, la tostada piel siendo bañada por los últimos rayos de sol, centrado en su trabajo.

Desplaza la tentadora imagen y se centra en el pergamino que sostiene en sus manos.

—¡James Maximilliam Potter!—brama, acercándose al escritorio.

—Laufey, ya te he dicho que...—levanta el rostro con irritación, molesto por la interrupción, pero sus palabras se cortan al ver el estado del otro hombre.

Desliza sus ojos color almendra por todo el cuerpo del otro. Siente un jalón en la parte baja de su anatomía. Merlín, Laufey se veía tan candente de esa forma...

—¿Cómo demonios se te ocurrió?—sesea, extendiéndole el pergamino

Sus miles de fantasías sobre tirar los papeles y tomar al hombre ahí mismo se ven destrozadas por sus palabras.

Respira hondo y se cuestiona, nuevamente, como fue que se le ocurrió casarse con un Slytherin(1).

Toma el pergamino, lo desenrolla y lee con rapidez.

Ah, así que es eso.

—Nuestro mundo se ve amenazado por una guerra, Laufey, debemos buscar la forma de evitarla—contesta con suavidad, volviendo la vista a sus papeles

—¿De esta forma?

—Es lo mejor—se encoge de hombros

—¿Sacrificaras a tus hijos por conservar la paz en este mundo?—lo mira incrédulo—¡los malditos muggles no nos respetan! Aun después de años de pacífica convivencia

—Laufey—se pone en pie, rodea el escritorio y coloca sus manos en los hombros ajenos—no es solo por los muggles, también la comunidad mágica se ve afectada

—Y un cuerno—masculla, apartando la vista

Poco a poco su piel vuelve a ser pálida, en sus mejillas brilla un hermoso sonrojo.

James, una cabeza más alto, sonríe de forma chulesca y atrae a su esposo.

—Es por el bien de todos nosotros

Laufey frunce los labios y siente la ira volver a correr por sus venas.

No es el hecho de que querer casar a sus gemelos a la fuerza. El problema radica en con quien los planeaba casar.

—Bien, ¿cuándo se los dirás?

—¿Perdón?

—Claro, te informo que TÚ le dirás a MIS hijos que piensas casarlos a la fuerza—sus penetrantes ojos verdes lo miran molestos—¡y con Aesirs!

James ríe y lo besa con ternura, desliza sus brazos por su cintura y lo pega a su cuerpo.

—Todo lo que quieras, querido—susurra, desviando sus labios hacia el pálido cuello

—Ja... James, alguien puede entrar—intenta (sin muchas ganas) de alejarlo de sí—debes ir a decirles, están en la biblioteca.

James gruñe y hace un adorable puchero.

El moreno ríe y rueda los ojos. ¿Cómo es que ese hombre llegó a ser rey?

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Las voces que se escuchan le informan que no está solo, pero poco le importa.

Esta molesto. Muy molesto.

Dirige sus pasos a la enorme puerta de oro que le conducirá a la sala reuniones del Consejo.

Su larga túnica verde lima ondea a su alrededor, dándole cierto aire etéreo. Sus largos cabellos, rubios como el mismo sol, caen elegantemente por sus hombros, el flequillo peinado y sostenido hacía atrás.

Cualquiera al verlo, pensaría que se trata de una mujer.

El larguísimo cabello, el rostro anguloso y delicado, la piel blanca y lechosa y el delgado y aristocrático cuerpo, envuelto en tres tonos de verde.

Por supuesto, nadie se atrevería a decírselo en su cara. La única vez que alguien oso hacerlo... No termino muy bien.

Alza una mano y hace un leve gesto. Las puertas se abren antes de llegar a ellas.

Los murmullos se apagan y el hombre se adentra.

Pasa rápidamente sus grises ojos por la sala. Muy pocos tienen la delicadeza de reprimir las muecas que les provoca verlo.

Poco le importa.

Su objetivo se encuentra hasta el final de la larga mesa que ocupa el centro de la sala, mirándole con algo de reproche.

Avanza con elegancia hasta el hombre, analizándolo.

Su rubio y corto cabello, algo más oscuro que el propio, está algo desordenado, la dorada piel algo sudada y sus profundos ojos azul cerúleo recorriéndolo de pies a cabeza.

Sonríe levemente. Le encanta que el hombre le mire así. Ciertamente le causa placer ser deseado, pero que él lo desease...

Que fuese su marido no tiene nada que ver.

—Necesito hablar contigo—dice, deteniéndose a su lado, ignorando a todos los presentes

—Estoy algo ocupado, Lucius, ¿es muy importante?

—Lo es, Odín—asiente

Odín lo mira unos segundos más.

—Espérame afuera, ya voy

—No—se niega, frunciendo los labios—necesitamos hablar, ahora

Todos se sorprenden.

Saben que el hombre allí presente es algo impertinente, típico de un midgardiano solían pensar.

Pero saberlo y presenciarlo, es muy diferente.

—¿Sobre qué?

—Los Potter—sus palabras surten el efecto deseado

Odín se tensa y gruñe algo que suena sospechosamente como “demasiado pronto”.

Mira a los presentes.

—Nos reuniremos luego—se pone en pie y le indica al rubio acompañarlo

Ambos salen y caminan sin nada de prisa por los largos pasillos de oro.

El mayor no deja de mirar de reojo al oji gris.

Llegan hasta una puerta con grabados intrincados, una mezcla entre runas antiguas y símbolos típicos del lugar.

Las puertas se abren nada más posarse frente a ellas y ambos entran.

Se trata de una amplia y elegante habitación, no muy pomposa, pero si exquisitamente decorada.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Cuándo estuvieran aquí?—suelta Lucius, mirándolo molesto, colocando sus enguantadas manos en sus caderas

—Lucius, no tenía porque hacerlo

—Son mis hijos

—Tambien los míos—asiente—además, es para mantener las paces entre ambos mundos

—Por Merlín, Odín—Lucius alza las manos—¡no puedes hacerlo! Uno de ellos es mitad Jotun, ¡Jotun!

—no es como si tu hubieras sido una buena opción para un dios, Lucius—suelta, sin darse cuenta

Sus palabras le hieren.

Por supuesto que le hieren. No era su culpa que su padre se hubiera dejado envolver por aquella bruja.

Y que su esposo fuese el que se lo echara en cara...

—Tal vez tu y yo no nos casamos jurándonos amor eterno, querido—lo mira impasible, ocultando perfectamente cómo se siente, o eso cree—pero acordamos que no permitiríamos, no permitirías que mis hijos fuesen infelices por un matrimonio forzado

Lucius se desplaza por la habitación, alejándose lo más posible de Odín, seguro de que lo hechizara si lo tiene tan cerca. Se sienta en un diván y cruza las piernas de forma elegante.

—Y créeme, no serán felices si los casas con esos... magos—mira con cierta indiferencia hacia la ventana—y menos si se apellidan Potter

Odín lo observa.

Lleva bastante años de su vida conociendo a ese hombre como para saber que había algo más tras su preocupación.

Por otro lado, se siente mal por sus palabras anteriores. Se acerca y arrodilla frente a él, quiere enmendarlo.

—No puedes saberlo, tú me haces feliz a pesar de todo

—Se que hubieras preferido casarte con una diosa, antes de hacerlo con un semi dios—sus bellos ojos grises se ven empañados por la tristeza

—Soy feliz contigo—repite Odín, acariciando las pálidas mejillas

—Odín—sonríe con tristeza—se que hubieras preferido a Frigg antes que a mí, así que no intentes...

Sus palabras se ven cortadas por unos suaves labios que toman los suyos.

Sin poder -ni querer- evitarlo, se estremece y pasa sus brazos por el cuello del otro, acercándolo más a él.

Se permite derramar unas lágrimas. Odia sentirse así, odia sentirse menos, odia que todos las personas que allí se encuentran lo hagan sentir inferior.

Si, su padre es un Aesir y su madre una simple midgardiana con magia, pero eso no lo hace menos dios que los de allí.

El aire se hace necesario y ambos se separan. Odín limpia con ternura sus mejillas y le sonríe.

—Mírale el lado bueno, tendrás nietos pronto

Lucius no sabe si reír o golpearlo.

—Laufey es príncipe de Jotunhëim, ¿lo haces para hacer las paces tambien allí?

Odín ríe y estrecha entre sus brazos la delicada figura.

Su esposo lo conoce muy bien.

—Tú se los informaras—agrega, enredando sus dedos en la sudada cabellera

Odín refunfuña pero acepta.

No se esperaba menos.

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Laufey mira a su esposo con reproche, cruzado de brazos y con el ceño fruncido.

James se debate entre reírse o pedirle disculpas.

Al final ambos se retrasaron bastante en su despacho. Se relame los labios ante el recuerdo y el de ojos verdes se sonroja.

No tiene que manejar la Legeremancia para saber que piensa el moreno a su lado, sus ojos almendrados lo dicen todo.

Abre la boca para reclamarle, cuando las puertas se abren y por ella entran dos jóvenes.

Ambos están vestidos con ropas de entrenamiento. Un pantalón de mallas negro y una polera sin mangas verde musgo.

Son muy parecidos entre ellos, salvo por pequeñas diferencias.

El primero es un poco más alto que el segundo, no mucho. Tiene el pelo largo hasta los hombros y algo despeinado, su piel es increíblemente pálida, aunque ahora está algo sonrojada por el obvio entrenamiento.

Sus ojos son de un profundo verde con vetas almendradas casi imperceptibles, miran todo con cierto grado de indiferencia. Es muy parecido a Laufey, tanto que si no fuera tan joven aparentaría ser su hermano.

El otro en cambio sonríe ampliamente. Sus ojos son igual de verdes que los del otro, tal vez algo más oscuros y brillantes, con vetas rojizas más notorias que las almendradas del otro y unos finos y redondos lentes negros enmarcándolos.

Su pelo es casi tan largo como el del otro, salvo que está mucho más enredado, como una imposible maraña que serviría de nido para cualquier ave.

Su piel también es pálida, aunque algo más lechosa que la del otro. Su parecido con James es tanto, que si no fueran por sus ojos los confundirían; aunque el se veía un poco más joven que el moreno a su lado.

—Buenas noches, Padre, papá—saludan a la vez, tomando asiento frente a ellos

—Buenas noches chicos—Laufey sonríe cálidamente sin poder evitarlo—¿cómo les fue?

—bien, aunque Harry aun tiene dificultad con los hechizos de defensa—comenta el más alto, colocando elegantemente una servilleta sobre sus piernas

—¡Oh, Loki! No es mi culpa que se me dé mejor la ofensa que la defensa—Harry hace un adorable puchero, imitando a su hermano

—que uses un simple hechizo de defensa en contra de tu oponente no te hace bueno en la ofensa—destaca con cierto desdén, falso por supuesto

Harry sonríe ampliamente y sus ojos parecen brillar aun más.

—admítelo, soy bueno

Loki rueda los ojos y le sonríe.

No lo dirá en voz alta ni bajo Imperio, Veritaserum o incluso Crucio, pero sí, Harry lo supera con creces en defensa y ofensa. A él se le da más los trucos de engaño y distracciones.

Laufey le sonríe a los jóvenes y mira a James. “Ahora” gesticula con los labios y el de ojos almendrados suspira con pesadez.

—Chicos, debo decirles algo—empieza, removiéndose incomodo

Loki y Harry, que estaban sumidos en una mini discusión sobre el uso de cierto hechizo de magia oscura (James no quiere saber de dónde lo sacaron) mientras comen lo miran, expectante.

—Mañana iremos de visita a uno de los nueve reinos—dice Laufey, arrugando la nariz

—¿A dónde y a qué?—preguntan a la vez, sosteniendo una copa llena de jugo de arándanos

—A Asgard—responde James—a conocer a sus prometidos

Ambos abren los ojos desmesuradamente y escupen el contenido de sus bocas en un acto inconsciente.

—¡¿QUÉ?!

Laufey masculla algo como “pudiste esperar a que tragaran” mientras limpia sus húmedas ropas con un simple gesto de su mano.

—¡Pe... Pero padre!—el grito de Harry podría haberse oído en todo el palacio, pero no es algo que le importase—lo prometiste

Loki observa a su padre de forma impasible, apretando los dientes ante la obvia congoja de su gemelo.

—Lo sé—asiente—pero debemos restablecer las paces con Asgard, aun más luego de los ataques que han efectuado los mortifagos.(2)

Laufey baja la vista y frunce sus labios. Aun se siente acongojado por las tonterías acometidas por su hermano. Tom había heredado la sangre fría de su raza...

—Papá—Harry se gira hacia el oji verde, sacándolo de sus pensamientos—¿estás de acuerdo con esto?

—No—gruñe—pero tu padre es el rey, y él es quien decide lo mejor para el reino

—¿Ósea qué, literalmente, apoyas que nos ofrezca como bandera de paz a los Aesirs?—Loki frunce la nariz de forma despectiva—¿por qué no nos consultaste antes, padre?

—Eso no está en sus manos

—Pero de haber sabido que lo estabas considerando...—las palabras de Loki se ven cortadas por un débil sollozo

Los tres miran a Harry que aprieta sus puños con fuerza y tiene la cabeza gacha, el pelo cubriendo su expresión.

Loki siente una punzada en su pecho y su expresión enfurruñada se transforma en una de preocupación.

—¿Cuándo será la boda?—pregunta el menor, sin alzar la vista

—Mañana iremos a Asgard para eso, conocerán a sus prometidos y coordinare con Odín todo lo referente a la boda

—Bien—acepta, despacio—¿puedo retirarme?

—No has comido nada—regaña Laufey con suavidad

—No tengo hambre—niega, poniéndose en pie

—Harry...

Pero el moreno no le escucha y sale casi a la carrera del lugar.

Loki le manda una mirada venenosa a James. Podría ser su padre, pero su amor por Harry supera eso con creces.

—¿A qué hora partimos?

—Mañana a las 9—informa James

Loki asiente y sale también.

Tiene un corazón roto que consolar.

Laufey suspira irritado y también se pone en pie. Casi inmediatamente sus hijos salieron comprendió la situación.

James aun no.

—¿Qué les pasa?

—Tu hijo se estaba enamorando de aquel duque de la provincia de Hufflepuff—se quedo pensando unos segundos—Diggory, creo recordar se apellida, ahora le toca abandonar lo que quiere por lo que tú quieres

Dicho esto salió del comedor, dejando solo a un rey muy acongojado.

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Odín observa con cierto orgullo las heridas del entrenamiento que luce su hijo mayor en los brazos.

Lucius no. Refunfuña mientras cura al rubio de hermosos ojos azul zafiro sentado frente a él.

Se pregunta una y mil veces porque permite que su hijo siga entrenando, y se responde la misma cantidad de veces que eso es culpa de Odín.

Cuando termina, guía sus grises ojos a su hijo menor.

El otro rubio está sentado al otro lado de la habitación, mirando sin ver una daga en sus manos, sus ojos como la plata deslizándose por las runas.

Lucius vuelve la vista a Odín y le frunce el ceño.

El hombre suspira y se adelanta un poco. Le toca informarles.

—Thor, Draco, debo decirles algo—inmediatamente un par de ojos zafiros y otros plateados se posan en el

—¿Sí, padre?—pregunta el mayor, acomodando sus rubios y sucios cabellos para que no le bloqueen la vista.

—Mañana tendremos invitados—la mirada de Lucius le fuerza a continuar—los reyes Potter, del reino de Gryffindor en Midgard Mágica vendrán, con sus hijos

Los rubios pestañean.

—¿Y cómo por qué o qué vendrían a Asgard?—pregunta esta vez el menor

Odín mira a Lucius en busca de apoyo, que obvio no recibe.

—El rey Potter y yo coordinaremos el trato para establecer la paz entre ambos mundos

—¿Qué trato?—el mayor entrecierra los ojos

—Su compromiso con los gemelos Potter—responde Lucius, mirando sus uñas con desinterés—sus prometidos

Los menores abren la boca, sorprendidos. ¿Acaso escucharon mal?

—¿Dijiste... Prometidos?—pregunta tentativamente el de ojos plateados

—si, Draco—asiente Odín

—¿Compromiso?—el de ojos zafiros aun no sale del asombro

—¿Y pensabas decirnos que estábamos comprometidos el día de la boda o algo por el estilo?—la molestia de Draco era más que palpable en sus palabras

Thor, en cambio, fruncía el ceño, tratando de comprender lo dicho por su padre.

—¿Son chicos?—pregunta

Draco lo mira incrédulo. ¿Su padre les informa que están comprometidos y a él se le ocurre preguntar esa idiotez?

—Sí—asiente Lucius, reprimiendo una mueca

—¿Por qué demonios nos has comprometido padre?—Thor se levanta, fúrico, sus ojos refulgiendo peligrosamente—con chicos... ¡midgardianos!

—Nos conviene tener al rey de ese reino de nuestro lado, y su consorte es...

—Es uno de los príncipes de Jotunhëim—gruñe Lucius

Draco y Thor abren la boca sin poder creérselo.

—¿Gigantes de Hielo padre?—dicen a la vez, sin proponérselo

—Solo lo son en una tercera parte

Ambos bufan y desvían la vista.

—No pienso hacerlo—se niega Draco

—tendrás que buscar otra forma padre—asevera Thor

—No les pedí su opinión...

—¡Eso es más que obvio!—estallan a la vez

—No puedes, simplemente no puedes, asumir que lo aceptaremos y ya—el rostro de Thor esta tan rojo como las manzanas que florecen en el jardín de su padre Lucius

—Se casaran, quieran o no

—¿Y has pensado en los descendientes?—ataca Thor

Odín frunce los labios. Ciertamente no había pensado en eso.

—Y no me pienso casar con un hombre—agrega, haciendo una mueca despectiva

—Te recuerdo que quien te engendró fue un hombre—sisea Draco, sintiéndose herido

Thor boquea y le mira arrepentido.

—no quise...

—Está fuera de discusión, los quiero mañana temprano listos y preparados—ordena Odín, cansado de la discusión

Ambos jóvenes aprietan los labios y bufan.

Bueno, no les queda de otra más que aceptarlo.

—¿A qué hora llegaran?

—A eso de las 9

Ambos asienten.

—Buenas noches—susurran y se deslizan dentro de sus respectivas camas.

A pesar de que ya son lo bastante mayores como para dormir solos, siguen compartiendo habitación.

Lucius se los permite. Sabe lo difícil que es desprenderse de algo a lo que estas acostumbrado.

Da media vuelta y sale. No piensa dirigirle la palabra a su esposo hasta que se termine de coordinar el trato con los Potter.

Inevitablemente a su mente llegan un par de hermosos ojos dorados, y se pregunta cómo se encontrara.

Tal vez se anime a preguntarle al odioso de James por el.

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Loki suspira.

Una de las cosas que más odia en la vida (aun a sus cortos 19 años) es hacer lo que otros quieren. Siempre ha sido independiente y no le gusta recibir órdenes.

Su padre James -el rey James, se corrige interiormente- literalmente lo obligara a casarse.

En realidad, la lista de lo que odia es larga.

Pero lo que encabeza esa lista es esto: ver a su hermano llorar.

Siempre, desde que tiene memoria, ha odiado ver a Harry llorar.

No sabe si es porque, por ser gemelos, puede sentir exactamente lo que le provoca las ganas de llorar, o porque de verdad no sabe cómo manejar las lágrimas. Menos las de él.

A veces no sabe si maldecir el ser gemelos o el ser hermanos.

Se desliza entre las sabanas, ya vestido con su pijama, y abraza tiernamente a Harry.

El menor se aferra a él y llora con más fuerza, mojando su pijama.

Hace una mueca. No por la humedad, sino por el dolor que siente en su pecho.

Acaricia los revueltos cabellos, tratando de calmarlo.

El menor no dice nada, solo se deja consolar hasta que sus sollozos se convierten en suaves hipidos.

—N... No es ju... Justo—susurra, limpiándose las lágrimas

—Nada es justo en la vida, Harry

—Cedric me pidió que me casara con él—una leve sonrisa aparece en sus labios antes de desaparecer—le dije que hablaría con padre, quería decírselo hoy y...

Su voz se rompe y se echa a llorar nuevamente.

Loki lo aprieta contra sí y besa su coronilla.

Merlín, como odia verlo así.

—Debes de enviarle una lechuza e informarle que no podrán casarse

—Ya envié a Hedwigh—asiente, calmándose nuevamente

Se quedan en silencio por unos minutos.

—Tal vez...—Loki empieza pero se corta, respira hondo y prosigue—tal vez no sea tan malo, digo, ese Diggory no me daba buena espina

—A ti nadie te da buena espina—ríe Harry, acomodándose entre los largos brazos de su gemelo

—Cierto—asiente—pero algo me dice que solo iba tras tu corona... Y tu culo

—¡Loki!—Harry le pega con suavidad en el pecho, entre horrorizado y divertido

En la oscuridad de la habitación Loki se permite sonreír ampliamente.

Su sonrisa se convierte en una risa amortiguada y a los pocos segundos ambos hermanos se están desternillando de la risa en la cama.

Rota la tensión, ambos hermanos se relajan, una suave sonrisa en sus labios.

—Oye, ¿crees qué, una vez allá, nos permitan ir a Jotunhëim?—pregunta con algo de timidez Harry

—Tal vez—asiente Loki—la verdad siento curiosidad por conocer las tierras de la abuela

Harry asiente y cierra los ojos, suspirando.

—Buenas noches, Loki—susurra, adormilado

El mayor sonríe y deja que Harry se acurruque contra su pecho.

—Buenas noches, Harry—devuelve el susurro, cerrando los ojos y dejándose arrastrar por los brazos de Morfeo.

En su inconsciencia, los gemelos desean que todo salga bien.

Continuara...

Notas finales:


(1)La explicación será breve: el Mundo Mágico estaba dividido en dos reinos: el de Gryffindor, con varias provincias (como Hufflepuff) y el de Slytherin, que tiene la provincia de Ravenclaw.
Cuando Laufey, príncipe de Slytherin, se caso con James, todo quedo unificado en un solo reino: Gryffindor, pero Laufey no deja de ser un Slytherin.

(2)Si, en este universo existió Voldemort, y si, hubo mortifagos. Aunque Tom era (y es) hermano de Laufey

La descripción de como se ve Lucius no me quedo muy bien, pero aquí les dejo la foto de lo que, tal vez no muy bien, intente expresar con su aspecto. http://i61.tinypic.com/v312mq.jpg


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