Y allí estaban. Delante de un dragón de 5 cabezas. 5 cabezas que rugían una y otra vez. Luffy y Law se pusieron en guardia, preparándose para acabar con aquella bestia de un golpe. Pero no sería tan sencillo.
Cada cabeza de aquella bestia tenía grandes fauces, con siete grandes hileras de colmillos, una gran lengua bífida y ojos inyectados en sangre. Al verlo, Luffy puso ojos de estrellita y comenzó a babear.
- Sugeeeeeeee~, aquel ossan nos ha traído carne- dijo con los ojos con forma de carne y con babas colgando de su boca. Boca que Law quería limpiar con la lengua, tal y como hacía en sus momentos de intimidad y en sus sueños más libidinosos. se armó del poco autocontrol que le quedaba y se dispuso a cortar cuanto antes las cabezas de aquella bestia infernal.
Apartó a Luffy a un lado y desenvaino a Kikoku, y cogiendo impulso, de un tajo corto las cinco cabezas bañándose en aquella sangre hirviente. Lo que no sabía Law era que las cabezas de aquella bestia eran inmortales, y la única manera de vencerlo era acertarle en al menos uno de sus tres corazones, debilitando al monstruo y provocando que no se pudiera volver a mover.
Así pues, las cabezas volvieron a su posición original, recuperando la sangre que estaba derramada sobre el suelo y que además bañaba al ojeroso.
Luffy se adelantó y se dispuso a atacar con el Gear Second, imbuyendo ambos brazos con busoushoku haki, y asestando un jet gatling aplastó las cinco cabezas, rompiéndoles el cráneo. Unos segundos más tarde los cráneos de la bestia volvieron a su estado original.
Law y Luffy fueron alternando ataques, hasta que una de las combinaciones de cortes y puñetazos llegó a la parte del pecho, haciendo que el monstruo se retorciera de dolor. Completamente sincronizados fueron asestando ataques en aquel lugar, logrando dañar seriamente los tres corazones de aquella bestia.
El dragón, roto de dolor, lanzó un poderoso rugido acompañado de llamas abrasadoras que provocaron más quemaduras a los dos piratas. A duras penas pudieron esquivar aquella oleada cuando la bestia volvió a dirigir aquel fuego infernal hacia ellos. Se ocultaron detrás de una roca que se fundió rápidamente, y sin palabras atacaron a la vez en el pecho, provocando que dos de los tres corazones fallaran y la bestia quedara paralizada y debilitada, sin fuerzas para volver a atacar. Poco a poco la bestia fue agonizando, soltando un lastimero gemido al expulsar su último aliento.
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En otro lugar de la cueva.
Sanji y Zoro corrían cuanto podían, al encuentro del grupo de Nami. Al rato pararon a descansar en una especie de sala por la que, según creía el cocinero, habían pasado ya varias veces. Se habían perdido. Y esta vez no guiaba Zoro.
- Marimo, descansemos aquí un rato, hasta que podamos averiguar dónde están Nami-swan y Robin-chwan- dijo el rubio sentándose en el suelo.
- Está bien, pero no nos quedemos mucho tiempo,- respondió Zoro quedándose dormido nada más tocar la pared con la espalda.
“Me sorprende lo rápido que puede conciliar el sueño mi estúpido marimo”- pensó Sanji mirando con cariño a Zoro, quien se hallaba plácidamente dormido. Al rato el rubio apoyo la cabeza en el hombro del peliverde, cosa que lo despertó por un momento y lo hizo sonrojar por un momento, aumentando su sonrojo al recordar la situación de aquella mañana al despertar aquella mañana.
No sabía la razón de aquello, lo único que sabía era que se sentía atraído por el rubio de alguna manera. Se puso a recordar parte de su infancia con Kuina, recordando la fascinación que ejercía ella sobre él; pero aquella vez se trataba de amistad, y lo que sentía por Sanji era algo más que eso. Deseaba poder sentir sus manos acariciando su piel a la vez que acariciaba su pecho, toda la extensión de su piel, aquella piel que parecía hecha por la más fina de las porcelanas, saborear aquellos labios que prometían ser el mejor de los manjares.
En aquel momento Zoro se sumió en los brazos de Morfeo, soñando con aquellas sensaciones que aún no estaban a su alcance, pero que pronto podría degustar.
Sueño de Zoro
En la cocina del Thoussand Sunny se oía gemidos, que por suerte nadie más que ellos dos podían escuchar. Zoro y Sanji estaban desnudos y echados sobre la mesa, Zoro sobre Sanji, manteniéndolo preso y dejando marcas sobre aquella piel que tanto había ansiado poseer. Zoro comenzó un camino de saliva desde los labios de su cocinero hasta su bajo vientre, terminando por engullir el miembro del rubio, quien sintió una oleada de placer al sentir la lengua de Zoro sobre el glande.
La lengua de Zoro fue subiendo y bajando por la extensión del glande, dando también pequeños lametones a los testículos del rubio, quien soltaba pequeños gemidos que cada vez iban subiendo más de tono. El peliverde seguía jugando con el miembro de su cocinero durante un rato cuando sintió el líquido pre seminal salir de él. Apretó el miembro impidiendo que el rubio se viniera, y con una sonrisa lujuriosa miro al rubio, quien le miraba sonrojado y suplicante por más.
- Aun no es momento de que te vengas zorrita mía- dijo Zoro con lujuria mal contenida.
- Z-zor-o d-de-ja que m-me v-en-ga- suplico Sanji entre gemidos.
- ¿Y por qué no quieres que nos corramos juntos cocinerito mío?- pregunto Zoro en un susurro junto a su oreja, provocando un estremecimiento de placer en Sanji por aquel contacto.
Una vez dicho esto Zoro le dio tres dedos a Sanji para que los lubricara, cosa que hizo y puso más caliente todavía a Zoro. Una vez bien lubricados, Zoro busco la entrada y se dispuso a dilatar a aquel rubio tan sexy que le pedía con la mirada que se lo follara.
- Zoro- escuchó que le llamaba una voz femenina que se le hacía algo familiar. El marimo no le hizo caso a aquella voz y siguió a lo suyo, introduciendo el primer digito en aquella estrecha y deliciosa entrada. Sanji emitió algunos quejidos que no se sabía si eran de dolor o de placer, y que se confundieron de nuevo con la apremiante voz femenina que llamaba a Zoro desde ya hacia un buen rato.
- Zooroooo- aquella voz se volvía cada vez más insistente, y el peliverde seguía sin hacerle caso, metiendo el segundo digito al ver que ya Sanji se había acostumbrado algo a la invasión.
Una vez que el rubio estuvo ya listo para que el peliverde lo penetrara al fin con su miembro, sintió un fuerte dolor en la cabeza.
Después de eso… despertó.
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- Vaya marimo al fin despiertas
Abrió los ojos lentamente con un gran dolor de cabeza, y se vio acompañado de Sanji, Nami, Robin, Usopp, Marco… y una “pequeña” erección. Además de eso contaba con un bonito dolor de cabeza, cortesía de la navegante que, al ver que no despertaba ni a cañonazos, opto por usar la violencia para que abandonara aquel sueño tan bonito que había dejado en la mejor parte.
- Bueno ahora que estamos juntos, vayamos a buscar a Luffy y a Law- dijo la navegante.
- Pero no sabemos dónde están- dijo Usopp.
- La última vez que los vimos fueron tele transportados por aquel tipo- informo Sanji pensativo.
- Deberíamos ir entonces a…- estuvo diciendo Robin cuando de repente se oyó un poderoso rugido de ira y de dolor.
- Vayamos en la dirección del rugido- dijeron todos al unísono.
Y siguiendo el sonido del rugido y los sonidos de pelea que al rato pudieron escuchar, llegaron a la sala donde encontraron una escena extraña y que de ninguna manera pensaron que pasaría: Law sosteniendo a Luffy y enfrascados en un beso profundo, que ambos disfrutaban ajenos al grupo que los observaba, las chicas con alegría, el mentiroso en shock, Marco pensando en que diría Ace de haber estado allí, y los otros dos deseando poder hacer lo mismo.
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Un rato antes
Una vez vencida la bestia, Law se sentó por un momento en el suelo, exhausto, mientras que Luffy daba vueltas alrededor de la bestia pensando en que parte se debería comer primero.
- Toraoo~ ¿puedes cortar la carne?- preguntó Luffy con estrellitas en los ojos y la baba colgándole.
- De acuerdo mugiwara-ya, pero antes déjame hacer una cosa- contesto el médico, acercándose lentamente. A continuación hizo algo que el pelinegro menor no se esperaba.
Law tomó su barbilla, y cerrando los ojos comenzó a lamer los restos de baba que quedaba cerca de los labios de Luffy. El menor no sabía qué hacer, pero se sentía tan bien con el contacto que decidió no separarse, y cerrando los ojos disfruto de aquella agradable sensación que se instalaba en su pecho. Law al ver que el menor aceptaba aquella caricia, siguió besando aquella zona, avanzando lenta y tortuosamente hasta alcanzar por fin aquellos adorados labios que hacía ya mucho deseaba probar. Siguió lamiendo y besando los labios de Luffy, mientras este comenzaba a imitar al mayor, y tímidamente lamia los labios del ojeroso. Law hizo un poco de presión en los labios del menor para que pudiera entrar a juguetear con su boca y su lengua, y comenzó una batalla por el control del beso, que Law tenía ganada desde un principio.
Entonces se escuchó un carraspeo por parte del grupo que los esperaba en la entrada, y que seguían algo sorprendidos por lo que acababan de ver.
- Siento interrumpir, pero ya que habéis vencido al dragón, ¿no deberíamos ir a por Ace?- pregunto algo divertido Marco, recordando las veces que él y Ace se escondían de su tripulación cada vez que buscaban algo de intimidad.
- AAACCEEEEEE- grito el pequeño mugiwara interrumpiendo el contacto, y haciendo también que el mayor se molestara con la interrupción.
Y antes de que se pusieran en camino, escucharon un extraño sonido que provenía del interior del dragón. Creyendo que aún no lo habían vencido del todo, se pusieron en guardia, pero grande fue su sorpresa, cuando del interior del dragón surgió una gran llamarada, y de entre las llamas salió una figura.
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