Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El alma declina. por Radioactive

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es la primera vez que uso una fracción de la historia para el resumen, pero es que me dio pereza hacerme uno. 

Este tipo de historia es diferente a las que escribo/escribía habitualmente. Aunque el estilo simplón se nota todavía. 

 

Notas del capitulo:

Ya, sé que alguien querrá mandarme bombas o putearme como mínimo. 

No importa.

El alma declina.

Kris sabía lo que tenía que hacer. Era simple, mantener las manos juntas, admirar a la novia cuando entrara, entregar el anillo, echar arroz, sonreír para las fotos, todas esas cosas que hacen los padrinos de boda. No era algo realmente difícil, cualquiera podría hacerlo, incluso él, que siempre había temido que los ojos de muchas personas estuvieran atentos sobre su persona. Por suerte no era el protagonista de la historia de amor, sino su mejor amigo.

Dave estaba a punto de casarse.

Y él solamente quería que el nudo en la garganta desapareciera.

1

—Pensé que esto no volvería a pasar.

—¿Qué cosa?

—Esto.

—¿Por qué no?

—Bueno, acabas de casarte hace un mes…

—¿Y eso que tiene que ver?

—Pues que con tu boda se acabaría lo nuestro.

—¿Lo nuestro? —Dave se rió con ganas y le miró como si estuviera mirando a un perro que pide comida en la calle.

—Sí, el sexo Dave, que me arrastres al baño de la oficina como si estuviera a tu disposición siempre.

—Nunca escuché quejarte de eso antes.

—Antes no estabas casado.

—Somos amigos Kris, y es sexo de amigos, besos de amigos, lo hacemos desde que teníamos doce.

—Es diferente ahora, Melissa es una buena chica, no quiero que…

—Ya, ya entendí —le cortó con fastidio—, si no tienes ganas está bien, pero no me vengas con rollos moralistas. Me largo.

Kris vio a su mejor amigo salir del cubículo del baño de hombres, no había nadie, y aunque lo hubiera no importaría. Sabía que tenía que esperar un rato para salir él. Llevaban haciendo eso durante años. Tener sexo en cualquier lugar, a la hora que fuera, y siempre a complacencia de Dave. Nunca se había podido negar, hasta ahora.

Reprimió cualquier gesto que pudiera hacer su cara. Sus comisuras yendo hacia abajo, sus labios apretados, los ojos húmedos. No. No podía llorar ahí. Lo había hecho durante un mes, todas las noches. Antes de la boda habían sido un par de veces, pero no fue hasta que se dio cuenta que todo era real, que no estaba teniendo una triste pesadilla, que pudo llorar hasta que se le acabó el aire en los pulmones.

No más Dave, no más.

2

Terminó por correrse dentro. Cuando salió, no se echó encima de él como hacía a veces, solamente se levantó y buscó un pañuelo, se limpió, tomó una toalla y se metió a la espaciosa ducha del hotel carísimo al que siempre iban.

Dave ni siquiera dijo nada.

Eso hacía. Le dejaba ser el activo cuando se sentía culpable. Una vez se acostó con una chica con quién Kris iba a comenzar a salir y le dejó ser activo. También cuando rompió su taza para café favorita, y cuando le dijo que iba a casarse.

Esa era la manera de Dave de pedir perdón, pero a Kris solo le hacía sentir miserable. Terminaba accediendo porque nunca tenía corazón para negarle algo. Era el amor de su maldita vida, pero no era correspondido.

Se le declaró una vez.

Dave había dicho que no le molestaría salir con un hombre y entonces él tomó valor para confesarle sus sentimientos. Pero entonces le sonrió y le dijo que no podía salir con él, porque eran como hermanos. Y esa vez, por supuesto, también le dejó ser el activo.

Hermanos. Podían tener sexo pero no una relación. Vaya idiota.

Ni siquiera había tenido sexo con alguien más. Nunca. Ni con hombres ni con mujeres. No es que no pudiera, Dave siempre decía que podía tener cualquier cosa con quien quisiera y a él no le molestaría. Pero Kris se sentía enfermo. Era un pendejo. Siendo fiel incluso cuando Dave podía tirarse a media oficina en sus narices.

Como hermanos. Sí, probablemente hubiera sido más fácil si hubieran nacido con la misma sangre. Así podría odiarlo por comerse su postre o por ganarle la ducha por las mañanas. Por ser el consentido de su madre o por su música horrenda a volumen muy alto en la habitación de al lado. Si hubieran sido hermanos de verdad, nunca se habría enamorado de él, y tampoco tendrían sexo. Si hubieran sido hermanos de verdad, habría podido sonreír con sinceridad durante su boda.

Sus músculos no pudieron relajarse por completo a pesar de la agradable sensación del agua caliente. Tampoco se sintió mejor.

Lo único que quería era olvidar. Que todo resultara más fácil, que desapareciera el dolor. Pero eso nunca iba a pasar, porque como mejor amigo tenía la obligación de permanecer a su lado, y siempre tendría que lidiar con cenas en la casa de cualquiera de los dos, verlo abrazar y besar a su esposa, y todo porque sus padres eran socios. De esa manera se habían conocido cuando tenían 9 años, durante una jodidamente aburrida cena de negocios entre sus dos familias.

Y todo resultaría al menos un poco más sencillo si Dave dejara de comportarse como un niño, y aceptara que estando casado tenía responsabilidades. Tenían que dejar esos encuentros. Por su esposa y por…

No, no, no. Estaba siendo egoísta, y se engañaba a sí mismo.

Siendo sincero, a Kris no le importaba Melissa, ni siquiera la conocía bien. Tampoco le importaba Dave y su moral. Sabía a la perfección que si él no le daba sexo lo buscaría por otros lados.

Y una mierda con ellos. Lo que quería era parar. Odiaba la sensación después del sexo, porque aun cuando el calor y el confort, las sonrisas y los besos fueran reales, se acababan de un momento a otro, y ambos volvían a sus vidas de siempre.

Odiaba el hecho de que Melissa también viera el rostro de Dave cuando tenía un orgasmo, odiaba que se besaran, odiaba que ella tuviera el lugar que él quería tener.

Si paraba el sexo, quizá también podría un día dejar de tener esos sentimientos que mantuvo por más de diez años. Y podría ser un amigo normal.

Exhaló y el vapor se unió al de la ducha. No tardó mucho más en salir. Y por supuesto, Dave estaba esperándole allí, seguramente para la siguiente ronda. Aunque eso no iba a suceder.

Se vistió bajo la atenta mirada de su amigo. Él ni siquiera estaba tratando de detenerle. En otras ocasiones, ni frente a la excusa del trabajo le dejaba escapar tan fácilmente.

Sí, Dave no era tonto.

—Lo sabes ¿verdad? —se puso la corbata en el cuello sin anudarla, le miró con la mejor indiferencia que pudo—. Es la última vez que hacemos esto.

Su amigo le miró fijamente. No había sorpresa, ni burla, ni nada. Nada.

3

No fue arrastrado al baño, y las únicas llamadas que recibió en su celular de Dave fueron para invitarle a las habituales cenas familiares. Se hablaban como siempre en el trabajo, pero no recibía caricias furtivas o miradas picaras.

Eran dos amigos comunes y corrientes.

Eso era lo que buscaba desde el principio, pero evidentemente no lo que quería. Desde el fondo de su corazón aún anhelaba tener algo más de contacto con Dave, porque el sexo era la única ocasión en que podía acercarse a él, y tenerlo, y decir que era suyo. Lo había decidido ¿no? Tenía que soportar y madurar, avanzar hacia el verdadero olvido. Debía superar sus sentimientos, porque no pensaba pasarse la vida mirando tras el cristal.

Estaba solo en su casa.  Kris estaba, en serio, solo en su casa. No existía el constante ruido de la televisión, o el olor a tabaco.

Dave solía pasarse más en el apartamento de su amigo que en su propia casa antes de casarse. Siempre veían películas o hacían el tonto. Tenían sexo y todo, pero también se comportaban como amigos. Tal vez como más que amigos. Dave cocinaba o hacía palomitas caseras. Kris le acariciaba el cabello para que se durmiera. No solo era follar a todas horas. También tenían momentos simples y divertidos, tiernos o tontos.

Se rió inmediatamente por recordar las estupideces que hacían siempre, aunque fueran adultos trabajando en una empresa como hijos de los presidentes, aunque siempre vistieran de traje y tomaran vino fino en las fiestas, seguían haciendo cosas idiotas como adolescentes o niños. Seguían divirtiéndose, no solían amargarse por la presión social o el trabajo extenuante porque se tenían el uno al otro.

Pero Dave tenía que casarse con Melissa.

Dave tenía que haberlo rechazado cuando estaban en el instituto.

Dave tenía que ser un idiota y mirarle de esa manera tan indiferente, aún cuando le estaba prácticamente diciendo que no estarían juntos de nuevo, jamás. Ni como amantes en la cama, ni riendo por pendejadas inmaduras.

Porque si volvían a juntarse como antes, inevitablemente vendría la pasión.

Eran hombres después de todo.

Y lo amaba después de todo.

Siempre cediendo ante Dave, después de todo.

4

No le dolía la cordialidad con la que ahora era tratado. Qué importaba que quince años de amistad se fueran a la mierda. No, en absoluto. Tampoco le molestaba que le hablara de Melissa con regularidad y la alabara como si fuera una diosa, tampoco que se acostara con la nueva secretaria sin si quiera molestarse en disimularlo.

No, todo eso ya no le afectaba en lo más mínimo.

Es más, no podía decirse que fueran amigos realmente. Tenían una relación profesional que se limitaba a intercambiar un par de comentarios al día, y a seguir asistiendo a las reuniones de ambas familias. Nada más.

5

—Melissa me está engañando, ¡se ha estado acostando con la maldita criada!

Kris sopesó las posibilidades.

Primera: Cerrarle la puerta en la cara y continuar durmiendo.

Segunda: Cerrarle la puerta en la cara y echarse a reír.

Tercera: Reírse en su cara.

Cuarta: Darle un golpe en su maldito rostro de niño rico (aunque él también lo fuera).

Al final no hizo ninguna.

Le dejó pasar, le ofreció una taza de café, le escuchó con paciencia. No le crítico, ni se rió, ni hizo amago de ironía. Por supuesto que era una maldita ironía, y de las mejores que hubiese escuchado en su vida. Que su esposa le engañara era lo mejor del mundo, pero con una mujer era como para escribir un chiste.

—La familia adora a esa chica, no solo la tuya, sino también la mía. Y es un buen pilar para los negocios con las trasnacionales de textiles ¿no?  —dejó la taza en la barra y escogió con cuidado sus palabras—. Probablemente si pasas por alto este incidente, no volverá a ocurrir. La necesitamos, lo sabes bien.

Dave le miró incrédulo. Y luego se echó a reír. Cosa que sorprendió por mucho a Kris, no había escuchado esa risa sincera ni tampoco había visto una expresión tan autentica en el rostro de Dave desde hacía mucho… mucho tiempo.

Carraspeó y trató de no sonreír, tampoco de mostrar debilidades. No quería el trato de amigos de nuevo. Porque caería rendido de inmediato.

—¿Pero crees que no lo sé? —Dave puso la mano en el hombro de Kris, y él se puso tan eufórico por dentro que tuvo que tomar otro trago a su café para disimular un poco—. Si no he venido a que me aconsejes, solo quería decirlo, desahogarme… No pienso dejarla, es el mejor negocio que le ha pasado a mi familia en años.

—De acuerdo, haces bien entonces —volvió a depositar la taza con café negro en la superficie plana, y la miró como si fuera lo más interesante del mundo.

Sintió la mirada directa de su antiguo amigo y trató de no enrojecer. Ahora estaba comportándose como una señorita enamorada, pero no había tenido esa clase de contacto en tanto tiempo, que había olvidado que siempre para contrarrestar los toques casuales de Dave, se la devolvía con una broma. Y esta vez no era posible. Porque ya no tenían nada.

Solo compañeros de trabajo.

—La verdad es que no quiero volver esta noche a casa… Hemos discutido tanto, y estoy seguro que enfadado solamente terminaré pidiéndole el divorcio de nuevo.

¿De nuevo? ¿Había dicho de nuevo?

—¿Cómo que de nuevo? —le miró sin ocultar su sorpresa—. Dijiste que no ibas a dejarla, la empresa de su familia es…

—Ya lo sé idiota —sonrió, casi amargamente—, siempre me la follo tan bien después de cada pelea, que el concepto “sexo de reconciliación” se queda corto.

Kris suspiró aliviado.

—Pero hoy no tengo ganas, solo quiero ver una película y dormir en el suelo, así que… ¿puedo quedarme? —le mostró esa sonrisa tipo comercial de dentífrico, típico de él para hacer que se rindiera.

Quién iba a pensar que sus trucos seguían funcionando en él.

Asintió y lo invitó a su cuarto. Vieron películas hasta las cuatro de la madrugada, y se fueron a dormir en la misma cama.

No hubo sexo, por supuesto que no, pero Dave abrazó a Kris como lo hacía cuando tenían doce.

6

Volvieron las bromas y los cotilleos. Después las caricias casuales, las miradas, y luego los besos.

Kris se resistía a dejarse llevar, pero al final no pudo hacer nada.

No tenía fuerza de voluntad. No tenía ni un ápice de amor propio. Pero daba igual, porque Dave estaba de nuevo con él. Dave volvía a su casa y le hacía el amor con su característico salvajismo.

No le dejaba ser el activo, no había culpas, ni remordimientos.

Solo eran Dave y Kris por el momento.

Nada más.

7

Al final que Melissa terminara por pedirle el divorcio, y quedar en paz, como “buenos amigos”, y que sus familias realmente no pusieran pero a la situación fue un delirio de euforia, como si Dios existiera, como si nada malo pudiera volver a pasar nunca.

Dave era libre, Kris lo sabía.

Sabía que no tenía por qué ilusionarse, pero no podía evitarlo de cualquier modo.

Tenían mucho más sexo que antes, pero era sexo tan diferente, tan natural como el que tenían los primeros años de hacerlo, que parecía una fantasía sacada de cuento.

Además se divertían, hacían bromas, y eran felices.

Debía bastarle con eso. Debería estar feliz por más de una vida con eso.

Pero su estupidez lo llevó a pensar que quizá Dave lo considerara esta vez, que quizá después de tantos años cambiara de opinión, y se diera cuenta que no debía estar con nadie más que con Kris.

No esperaba un romance de película en que admitirían a todo el mundo que eran maricas y que no les importaba nada, que igual estaban saliendo. Pero incluso si lo mantenían en secreto, era una esperanza, un anhelo que no parecía tan lejano.

Así que lo intentó.

—Kris, pensé que esto había quedado claro cuando te dije que…

Las palabras de Dave fueron interrumpidas por la fuerte carcajada de su amigo. Le miró con cara de estúpido, lo que hizo que Kris riera con más fuerza. Cuando por fin pudo parar de reír, se quitó las lágrimas por el esfuerzo y suspiró tratando de ser serio.

—Vamos amigo, era una broma, para celebrar que todo está yendo genial, no seas tan creído.

Dave seguía teniendo la misma cara de antes, o algo peor. Y trató de no reír como loco de nuevo.

—Joder, que tus bromas no son graciosas Kris, pensé que…

—Bah olvídalo, tú intelecto reducido no alcanza para captar un humor tan refinado como el mío.

—Idiota.

—Veamos una película.

—De acuerdo, pero la escojo yo.

—Bien, prepararé palomitas —se levantó enseguida, y Dave le miró hasta que desapareció de su vista.

Kris regresó después de varios minutos, con tres bowls llenos de palomitas de microondas.

A Kris ni siquiera le gustaban las palomitas. Dave sabía eso desde que eran unos renacuajos.

Esa noche dejaría que le diera por culo cuantas veces quisiera.

8

Me pasé la vida siempre esperando demasiado de nosotros. Y ese fue mi error. Esperar un nosotros, cuando en realidad éramos tú y yo por separado. Siempre lo seríamos.

Dave, no me odies por dejarte. Yo sé que mi familia te quiere, y espero que puedas quererlos como me quisiste a mí. Porque sé que me fui como tu hermano, por favor, cuídalos y cuida nuestra empresa. Se responsable, y usa condón.

Te amo.

Dave arrugó la carta con frustración, luego la alisó y volvió a doblarla. Las esquinas ya estaban rotas, y el papel amarillo. La guardó en una caja y se dirigió abajo.

Ese día se cumplían cinco años, cinco malditos años desde que Kris se había largado, dejándolo no solo con la pesada carga de su ausencia, sino con una empresa fusionada y multimillonaria. Al final tenía talento para los negocios, pero Dave lo único que deseaba era ver a Kris aparecerse un día, y decirle que todo había sido una broma.

Condujo a los límites de la cuidad, y entró por la reja de la casa de los Parker. La familia de Kris, su familia también.

La sirvienta lo recibió con una sonrisa triste. Y lo dejó pasar como siempre, como cada 15 de Agosto de todos los años.

Nadie se atrevía a mirarlo a los ojos esos días. Siempre llevaba flores, lágrimas, y una taza de café negro para visitar a su amigo. Se quedaba junto a él horas, y le contaba siempre sus novedades, sonreía, siempre sonreía aunque fuera un pedazo de piedra con el nombre de Kris Parker grabado en ella.

  

 

 

 

 

 

Notas finales:

Lalalalala -huye-. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).