El olor a tocino cosido hizo que me despertara, ¡Dios, sí que olía delicioso! Un momento… ¡¿Quién estaba cocinando?!
Me deshice de mis sabanas y salí corriendo de mi habitación directamente a la cocina, mientras bajaba, por la prisa, me resbalé pero logre agarrarme y no caer. El olor inundaba toda la planta baja, era tan delicioso que inconscientemente, se me hizo agua la boca, cerré los ojos y seguí inhalando de aquel fantástico aroma. ¡Cierto! Averiguar quién cocinaba.
Me asome a hurtadillas por la cocina, aunque era algo ilógico porque es mi cocina y me estoy escondiendo…
– Has despertado. –
– ¿Eh? –
Y ahí estaba él, enfrente de la estufa, con una espátula en la mano derecha y el mango de la sartén en la izquierda, en la cual estaban aquellas tiras que se quejaban por el contacto con el aceite, desprendiendo su alma hasta llegar a mis fosas nasales, a un lado, se encontraba un plato con huevos revueltos recién hechos.
– ¿Tienes hambre? – me pregunto y juro que pude escuchar una risa de él.
– ¿Eh? – parpadee un par de veces al darme cuenta que no he dejado de ver la sartén, y lo mire.
– ¿Tienes hambre? – repitió y me mostro una sonrisa.
No pude responder, tal vez fue porque mi atención estaba completamente dirigida hacia los ruidos que hacia mi estómago o simplemente, después de esa sonrisa, mi cerebro ya no trabajaba correctamente, así que solo asentí y me senté en uno de los bancos que tiene la barra de la cocina.
Mi invitado, después de servir en dos platos una porción de huevos revueltos y tiras de tocino cosido, puso uno delante de mí y el otro enfrente, dónde tomo asiento para que podamos desayunar.
– No era necesario el que hicieras esto. – le dije, aunque realmente no era lo que sentía, quería gritar de felicidad por el que me haya cocinado, para mí y solo a mí, bueno, a ambos, pero lo hizo pensando en mí y lo demás me vale.
– Tampoco era necesario que corrieras bajo la lluvia para alcanzarme. – su tono era tímido y a pesar de que bajo la cabeza, note como sus mejillas se tornaban rosas.
– Pero tenía paraguas… y como te dije, soy atrevido – le mostré una sonrisa orgullosa.
– Realmente te agradezco que lo hayas hecho… – me miro a ver pero lo note vacilar – Me he sentido de pésimo entusiasmo últimamente que he llegado en creer que no se puede confiar en la gente, por más que esperas contar con ella, termina con lastimarte, siempre… – le escuchaba con mucha atención. – Pero supongo que no hay que hacer conclusiones desesperadas… bueno… literalmente, fuiste como un relámpago en mi noche de lluvia… – en lo último ya no me miraba a los ojos, desvió la mirada a un lado y sus mejillas se tiñeron de un rosa exquisito, me dieron ganas de tomarlas y recorrerlas con muchos besos.
– Mmmm… solo que no veo que de bueno pueden tener los relámpagos… – me tome la barbilla y entrecerré los ojos intentando encontrarle sentido a sus palabras.
– Me sentía fatal, deprimido y triste, esa era mi noche de lluvia, las nubes oscuras no permitían que la luz de la luna y de las estrellas pudieran llegarme, la lluvia convertía mi vista borrosa y mi camino inseguro, pero un instante… en el instante que el relámpago atravesó las espesas nubes y me mostro su luz, aquella ilumino mi camino, solo fue un segundo, pero eso fue suficiente… comprendí que cuando menos lo esperas, hasta en la noche más oscura con la lluvia más torrencial, un silencioso relámpago se hará presente para atravesar los oscuros cielos y hacer llegar arrogantemente su luz… me hiciste llegar tu luz… – lo último lo digo casi en un susurro, pero lo escuche perfectamente, su cara cambio del rosa al carmín y trato de ocultarlo bajando la cabeza.
¿A qué se referirá? ¿Acaso esto es un tipo de confesión? No, no, no, Chen, tranquilo… no te hagas falsas ilusiones, solo está agradecido porque lo ayudaste un poco, sabes que el amor a primera vista no existe, esos son solo cuentos de Disney… así que posiblemente a ti tampoco te gusta, tan solo es porque lo viste indefenso y ya… ¡Eso es! No te gusta, tan solo quisiste ayudarlo como la súperpersonacaritativa que eres, nadie tiene el corazón más bondadoso que tú, así que no es amor… no es amor…
Suspiré.
– Bueno… si lo pones de esa manera, los relámpagos no son tan malos… si según tú, yo soy un relámpago… – levanto la mirada cuando comencé a hablar, tome el tenedor que se encontraba en mi plato… espero que no se haya enfriado el desayuno, tan buen aspecto que tiene – No le importara el poder iluminar las lluviosas noches oscuras, será lo suficientemente atrevido como para atravesar todas las nubes que se le crucen en su camino para poder hacerle llegar su luz a cualquiera que se encuentre perdido bajo ese cielo sombrío… – tome una porción del huevos revueltos con el tenedor, todo lo que me permitía el utensilio y me lo metí a la boca – ¡Oye! Esta rico… – dije mientras masticaba, luego tome un tira de tocino y mordí un pedazo – y en defensa del relámpago, no creo que sea arrogante… tan solo un poco impulsivo… – metí el trozo de tocino que sostenía con los dedos a mi boca.
– Impulsivo… – fue lo único que dijo y dio una ligera sonrisa.
Fue el desayuno más silencioso y placentero que pude haber tenido en toda la vida, solo se escuchaba el sonido del metal en los platos de cristal y era una melodía reconfortante para ambos. De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban, pero solo sonreíamos como tontos y bajábamos nuevamente la vista a nuestros platos.
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Aunque sea solo un paso, estoy más cerca de él.
>>*<<
– Xiumin, lamento decirte esto pero… – no sabía cómo decir lo siguiente.
– ¿Qué paso, JongDae? – me pregunto con un tono de voz preocupado mientras su expresión le hacía juego. Doy gracias a Dios por mi autocontrol, sino juro que era capaz de tirármele encima y hacerle cosas no tan santas para ver que otras expresiones era capaz de ofrecerme… me deshice de la idea inmediatamente.
– Chen. –
-Bueno… ¿Qué paso, Chen? – compuso luego de mi corrección.
– Es que… – me mordí el labio inferior.
– ¿Hice algo mal? ¿Te dije algo que te ofendiera? ¿Cómo puedo repararlo? – se veía cada vez más preocupado y su aniñada cara lo hacía ver mil veces más adorable… lo último, ¿Es algún tipo de proposición? No, no, no… ¡NO!
– Tengo que ir a trabajar. –
– Ah… –
– … –
– No te preocupes, me iré… ya me ayudaste mucho dejándome quedar en tu casa, no te causare más molestias… – su voz sonó triste, me sentí la peor persona del planeta.
– ¡NO NECESITAS IRTE! – le grité. ¡Bravo, Chen! Eres idiota.
– Pero tú tienes que trabajar… – mátame Dios por idiota.
– Pero no necesitas irte, puedes quedarte todo el tiempo que quieras… – lo completaría con: “¿Quieres que me arrodille? Lo hare si te sigues quedando a mi lado”
– Realmente no es necesario… – me mostro una sonrisa apagada.
– Mínimo, ¿Tienes dónde quedarte? – no le dejaré cruzar esa puerta a menos que sepa que tendrá un lugar seguro a dónde ir.
– Eemmm… si… – miro a la izquierda.
– Mientes. –
– ¡Yo no miento! – ahora resulta que se molestó. Aparte de mentiroso, delicado.
– Claro que sí. – afirmé.
– ¡Que no! –
– Que sí. – ¿Era posible que aquella persona se pudiera ver más pequeña? Bueno, no sé su edad pero no puede ser mayor que yo y tengo 22 años, le calculo unos 20… pero con este berrinche pareciera de 12 o menos.
– ¿Cómo puedes estar tan seguro de que miento? – me miro retadoramente.
– Fácil, cuando una persona al contestar mira a la derecha, está recordando, pero si mira a la izquierda, miente. – le dije tranquilamente mientras me cruzaba de brazos.
– Pues… ¿No llegaras tarde a tu trabajo? – me preguntó intentando cambiarme la conversación, mostrando una mirada inocente, ooooh, no, no, no… no lo harás, no caeré en tus sucias intenciones.
– Puedo tomarme ese lujo. Ahora, yo ya respondí a tu pregunta, pero tú no lo has hecho con la mía. – le dije acusadoramente.
– Y luego dice que no es arrogante… – dijo entre dientes. Ignore el comentario.
– Xiumin… si te quieres ir, no te detendré, no tengo ningún derecho sobre ti para hacerlo… – aunque lo quisiera – pero quisiera saber si tienes un lugar dónde te quedes… – mi voz la hice sonar lo más dulce posible para que pudiera entender mis motivos sin tener que decirlos. Me preocupaba.
Bajo la cabeza y note que sus manos a sus costados formaban puños fuertemente marcando los nudillos.
– Tan solo no quiero regresar… – su voz fue rota, se veía tan frágil parado enfrente de mí y su delicado cuerpo comenzó a tener pequeños espasmos, no lo pude evitar y lo abrace, tenía miedo de que en cualquier momento se rompiera en mil pedazos, mi abrazo se hizo más protector al sentirlo temblar y pequeños hipidos provenían de él.
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Jamás lo dejaré ir.
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Nunca.
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Después de algunos minutos, deshice el abrazo. Mis brazos extrañaban su figura y mi piel exigía su calor
– ¿Sabes? Por suerte, en el lugar dónde trabajo están contratando a alguien más, si no quieres regresar, no lo hagas, puedes quedarte aquí… – *conmigo* – y trabajamos juntos… ¿Qué dices? – le mostré una sonrisa.
– Chen… pareces un gato. – me dijo con su voz normal, ya estaba mejor.
– Oh, ¿enserio? – comencé a sonreír estúpidamente. ¿Acaso era un cumplido?
– No me gustan los gatos.
Puedo jurar que algo dentro de mí se rompió en mil pedazos, pero lo peor es que (“alguien”) comenzó a pisotearlos sin contemplación alguna.
– Pero creo que será agradable e interesante estar a tu lado. –me sonrió sinceramente
No lo puedo creer.
¿Se atrevió a recoger cada pedazo, hasta la más pequeña estirla, las unió hasta dejarlas como nuevas y todo lo logro con una sonrisa?
Debo estar quedando loco… o idiota… tenía algo de ambos, pero ahora ya no sé qué esperar, solo tengo algo seguro…
Mi raciocinio no me servirá de nada siempre y cuando este pequeño ser este a mi lado.