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Retazos de orgullo por Rhu

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Es difícil enmendar los errores cuando el ego está por delante, y el orgullo sigue ahí,  tratando de protegerse a sí mismo, tratando de no ser dañado. Pero ya estaba hecho añicos desde hace mucho. Sin embargo,  esas cosas son las más duras de aceptar. Que te quiero de regreso. Que no sé qué hacer, éstas heridas nos han dañado, quizás a uno más que al otro, pero no lo sé. Quisiera saberlo Matt. ¿Yo también dañé tu orgullo al dejarte?

Era tan difícil no volver a recaer en ese vicio doloroso de pensar en aquella pelea. No he podido aceptarlo, pero el tiro me salió por la culata,  y aquel que ha sufrido más por esto he sido yo. Me arrepiento aunque no quiera, porque en el fondo, hacerte daño nunca me resultó tan agradable como esperaba,  y menos ahora, debía controlarme, después de todo, cada persona tiene un límite, y creo que he llegado al tuyo.

No me di cuenta de que al final, mis acciones podían terminar siendo hirientes incluso para mí mismo.

~Mello~

Esta batalla conmigo mismo estaba comenzando a doler más de lo previsto. Cuando creía que ya no me importaba más el asunto, esos recuerdos aparecían sin previo aviso, volviendo a abrir la herida, como rascar sobre una llaga.

Entonces comencé a considerar aquella posibilidad de que, aquello que estaba sintiendo en el pecho no se tratara únicamente de culpabilidad, arrepentimiento, dolor, ansiedad, nostalgia, ni amor. Era una dependencia terrible a ti, una que no he podido superar Matt. ¿Acaso tú ya la has superado? ¿Cómo? ¿Y con quién?

El frio viento me golpeaba fuertemente el cuerpo, un sentimiento de profunda soledad me invadió, hasta casi sofocarme. Alejarme de ti me estaba matando, así es, últimamente nada más puedo vivir ocultándome en los recuerdos, sin importar cuánto me dolieran, yo no podía evitar volver a ellos, una y otra, y otra vez. Tal vez era el karma dándome mi merecido, asegurándose de hacerme sufrir.

Finalmente llegué a aquella casa vieja y abandonada, los antiguos propietarios solían ser ruidosos y muy molestos, quizás nadie los extraña, o probablemente ni siquiera los recuerdan, me pregunto si algún día, ambos volverán a éste lugar para revivir aquellos momentos.

Estacioné mi motocicleta, extrañaba aquel jardín descuidado, y esas ventanas, cada una de ellas con cortinas distintas, ¡Ah, sí! También la ruidosa puerta de garaje, y esos pequeños escalones para llegar a la puerta… Hundí las manos para buscar las llaves de la casa en mis bolsillos, cuando las encontré estaba tan ansioso que las manos me temblaban al momento de abrir la cerradura. Me encontré con ese clásico aroma a polvo y a olvido, el lugar no estaba del todo vacío, la luz de la luna me permitía ver las pequeñas partículas de polvo flotando a mí alrededor, y agitándose al compás de mi respiración. La soledad volvió a sofocarme.

—Tengo miedo Matt,  ¿Por qué tengo miedo de sentirme tan solo? –Mis palabras se quedaron en el aire, flotando junto aquellas partículas de polvo, sin esperanzas de ser escuchadas.

Caminé con suavidad, la capa de polvo que estaba en el piso se elevó ligeramente con cada paso que daba. Me dejé caer en el sillón, dejando libre el lugar de la derecha, donde solía sentarse Matt.

No sé por qué volví. La situación me está matando. Yo estaba lleno de orgullo, pero lo heriste tanto que terminó por desaparecer, y ahora estoy vacío.

Yo no esperaba encontrarte aquí, en verdad no sé qué es lo que he venido a buscar, después de dos largos años sin saber de ti, me pregunto si acaso también vuelves a esta casa para sentarte en éste  viejo sofá y tratar de hallar por lo menos uno de los pedazos de nuestro pasado que valga la pena recuperar, tal y como yo lo hago ahora…

 ~Matt~

Los molestos rayos del sol entraron desvergonzadamente colándose por mi ventana.

—Qué mierda —Me cubrí el rostro con la almohada, no comprendía por qué diablos el sol se tomaba la molestia de despertarme incluso a mí, aun sabiendo que durante las doce horas del día no hago nada particularmente productivo.

Resignado lancé la almohada contra la pared, una foto enmarcada cayó de la pared y fue da darse contra el suelo, mascullé un insulto y alargué los dedos en dirección a mi cajetilla de cigarrillos. Estaba vacía. Me enojé, no por el hecho de que ya no me quedara más tabaco, sino porque mi falta de cigarrillos hubiera alegrado a Mello. El sencillo hecho de pensar en su nombre provocó una feroz rabia en mi interior.

Exhalé con lentitud, tratando de relajarme.

Recordé que me habían quitado el empleo, por lo tanto ya no tendría dinero para pagar el alquiler ni cualquier otro gasto de la casa, a duras penas me alcanzaba para comprar comida instantánea y mis preciadas cajetillas de cigarrillos. Necesitaba encontrar un sitio más económico para alojarme, por un instante pensé en la casa de Misa, pero la saqué de mi mente en menos de un segundo, era una chica demasiado excéntrica, claro que por esa misma razón me agradaba, pero no me sentía con la suficiente confianza como para ir a vivir con ella durante unos días, además, las cosas podrían mal interpretarse por muchas personas. Y quizás tampoco soportaría vivir con alguien que me recuerda tanto a Mihael.

Tenía mis maletas hechas desde la noche anterior, se suponía que estaría fuera de la residencia ésta misma tarde, desvié la mirada y me encontré con mi conjunto de llaves, las identifiqué con facilidad, estaba la llave del automóvil, la del garaje, la de mi antigua casa… -Apreté los puños –No tenía el valor para volver a aquel sitio.

Si lo hacía tendría que enfrentarme a sentimientos que, me temía, terminarían por destrozarme más rápido de lo que me podría imaginar.

Pero no tenía otro sitio a donde ir, me puse de pie y tomé las llaves del automóvil sin estar completamente seguro de lo que hacía, lancé al asiento trasero mis maletas y me dispuse a conducir.

Me preguntaba si tendría la fuerza para atreverme a regresar a ese lugar. Quería saber si el recuerdo de Mello había dejado de causar estragos en mí. Y esta era, quizás, la única forma de averiguarlo.

Conduje con calma, tratando de no hiperventilar ante aquella presión en mi pecho, estaba ansioso, y a la vez asustado. Aunque eso último fuera duro de reconocer.

Aquella calle estaba tranquila y vacía, supongo que aquello me relajó un poco, hasta que mis ojos, incrédulos, vieron esa motocicleta aparcada junto al garaje… Perdí el aliento. Me llevé las manos a la cabeza, estrujando mi cabello, no sabía si esto era real. Y una parte de mí deseaba que no lo fuera.

~Mello~

Me despertó el peculiar sonido de un automóvil, hacía mucho que no transitaba ninguno por estas calles, distraídamente miré hacia la ventana, me froté los ojos con fuerza, ese maldito auto no podía ser… No debería ser el de Matt, pero sin duda alguna, lo era.

Reconocí su silueta en el asiento de conductor, se pasaba las manos por el cabello para luego posarlas en el manubrio del auto, me parecía que se iría, pero no lo hizo, dejó caer los brazos a ambos lados de su cuerpo, pasaron unos minutos que me parecieron horas, y finalmente, la puerta del conductor se abrió.

Perdí el aliento, miré aquella figura que salía del auto, sus bellas facciones, esa blanca piel, sus ojos verdes e intensos, y su rojo cabello, pareciera increíble que él estuviera aquí en verdad. Escuché una llave introducirse en el cerrojo de la puerta.

Una terrible dificultad para respirar se apoderó de mí, me aparté de la ventana y comencé a bajar lentamente las escaleras, no sabía si quería ver a Matt de nuevo, no sabía si quería tenerlo cerca de mí, no sabía si sería capaz de dirigirle la palabra, no después del daño que le había hecho, a él, y a nuestra relación. Después de todo, quizás solo sabía algo, y era que ambos estábamos llenos de un ego herido y maltratado.

La puerta se abrió, me quedé de pie en el último escalón, sin oxígeno y con el labio inferior tembloroso.

Escuché sus pasos inseguros caminar en mi dirección, me esperaba una bien merecida bofetada, o quizás un golpe en el estómago, tal vez ambos, por haber sido una persona tal egoísta. Pero nada de eso ocurrió.

—Mello, ¿estás bien? —Esas palabras me sorprendieron, al igual que aquella preocupación en su voz. Matt, yo suponía que ya no te importaba nada relacionado a mí…

El oxígeno se fue de mí por completo, la vista se me nubló hasta que todo se oscureció por completo, mis piernas no pudieron resistir más tiempo, caí de frente, en sus brazos, y perdí la conciencia…

Notas finales:

Se acepta todo tipo de comentario, queja, o sugerencia ¡Gracias por leer!

~Rhu.


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