"Nunca te amé". Esas fueron las palabras que me rompieron completamente. Esas fueron sus palabras.
La última vez que lo vi, se alejaba de mí, corriendo, huyendo por la puerta del edificio, dejándome sólo, abandonado, a pesar de que le dije que moriría sin él a mi lado.
Al día siguiente, cuando llegué al trabajo, me comunicaron que él había presentado su renuncia temprano en la mañana.
Al llegar a casa luego, no había nadie en su departamento. Dos días después, unos hombres de una empresa de mudanzas llegaron y se llevaron todo, Ritsu había vuelto a empacar mientras yo estaba en el trabajo.
Un año después, aquí está, en la puerta de mi departamento, llorando y diciendo que no puede más.
La última vez aguantó 10 años. Esta vez, con uno fue suficiente para llegar a su límite.
-Pasa. -le digo, y me corro del camino.
No sé qué decir, cómo reaccionar, si creerle o tomármelo como otra de sus falsas verdades.
-Estos meses.. han sido lo peor, sin ti -dice-. Me fui, porque creía que lo nuestro no podría continuar, porque yo tenía miedo de hacer las cosas mal, de echar todo a perder, de decepcionar a mi familia, de herirte a ti, a mi, a todos.
-Onodera..
-Fui un idiota -sentenció-. Estaba asustado de ser feliz, luego de tantos años de sufrimiento y soledad. Siempre, desde hace 11 años, el único que ha estado en mi mente eres tú, pero siempre de una manera sufrida. Al principio, era porque te veía como un imposible, algo inalcanzable, y luego, como algo pasado, algo que extrañaba, algo que amé y a cambio me lastimó.
-Ritsu..
-Pero ya no más -casi gritó esta vez-. Creí que podría continuar sin tí. Creí que podría seguir con el plan de todos sobre mi vida: casarme con An-chan, tener una familia feliz, heredar la empresa de mi padre, y vivir una vida feliz, pero no. Mi vida no es feliz si tu no estás en ella. No soy feliz con An-chan, no soy feliz siguiendo los planes de los demás. Los últimos meses, me la he pasado llorando y lamentándome. Me la he pasado tratando mal y siendo distante con An-chan y con todos en mi familia. He descuidado mi trabajo.
No podía creer que él, Onodera Ritsu, me estuviese diciendo estas cosas, estas palabras, luego de todas las cosas hirientes, falsas e injustas que me ha dicho a lo largo de todos estos años. Luego de todos esos silencios inconclusos y lastimeros, que sólo daban paso a mis peores temores y mis más grandes tormentos.
-Todo ha sido por tí. Te amo, Takano-san. Siempre te amaré. Y nada de lo que he echo en todos estos años, ha logrado cambiarlo en lo más mínimo. Sólo he logrado herirnos a ambos de una manera cruel y sin sentido. Sólo.. solo espero que puedas perdonarme.. y que me sigas amando.. aunque sea un poco.. -finalizó, casi en un susurro.
Me había dejado de piedra.
-¿T-Takano-san..?- oí su voz, parecía temerosa, desesperada, como si algo le asustara.
Pude notar cómo algo caía y mojaba mi mano, y fue sólo ahí, cuando noté que estaba llorando. Lágrimas dulces caían de mis ojos a mis manos, cómo muestra de que todo el esfuerzo, de que todo el sufrimiento y toda la rabia y angustia acumulada estos años, no había sido en vano.
Miré a Ritsu, y él también lloraba.
-Ven.. -me oí apenas musitar, y vi como él se levantaba de su sitio y caminaba hacia mi. Me levanté también.
Cuando estuvo frente a mí, se detuvo. Estaba temblando, ambos lo estábamos.
Puso una mano en mi mejilla, y con todo el amor y la ternura que pueden contener tres simples palabras, habló:
-Te amo, Masamune -dijo, mientras sonreía y lloraba. Nunca había visto tanta sinceridad y felicidad juntas-.
Comencé a llorar más y más, y lo abracé, aprisionándolo contra mi, temiendo que si lo soltaba, esto fuera un sueño y él se fuera al yo despertar.
Me abrazó también, y ambos lloramos, temblamos, y permanecimos ahí un buen rato, juntos y felices.
A la mañana siguiente, cuando desperté, el estaba ahí, entre mis brazos, durmiendo pacíficamente.
Acaricié su rostro. Tenía los ojos rojos, por tanto llorar. Su torso y cuello estaban llenos de marcas, besos, mordeduras, lágrimas que quemaban su piel con mi incontenible amor.
-Ritsu.. -murmuré, aspirando el aroma que desprendía su pelo.
-Takano-san.. Buenos días.. -dijo con la voz ronca, sonriéndome.
-¿"Takano-san"? -pregunté, fingiéndome herido- ¿Dónde quedó ese "Masamune" que tanta dulzura desprendía?
-¿M-Masamune-san..? -intentó, ruborizándose.
-Es suficiente para mí, Ritsu. -dije, besando su frente y sonriendo también.
Ese día nos la pasamos en casa, juntos. Pasándola bien, y arreglando algunas cosas.
Al día siguiente, hicimos los arreglos suficientes como para que las cosas de Ritsu fueran enviadas a mi departamento, que ahora compartíamos. Con respecto al trabajo no pudimos hacer nada, ya que vimos conveniente y correcto que él siguiera con el plan de tomar la empresa de su padre, aunque por ahora sólo tenía un puesto en el sector de Literatura.