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Mentiras Mortales por anita458

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Notas del fanfic:

holaaa, mmm bueno me ausente un poco (demasiado) y bueno vuelvo con un pequeño one-shot para que combine con el clima (aqui muuyyyy nublado) y eso besos y gracias por leer

disclamer: estos dos adonis no me pertenecen, ya quisiera que así fuera, pero no la vida es triste.

Notas del capitulo:

holiwis, bueno sin mucho mas que decir, le dejo el one shot...

Cargado de nerviosismo empuje la puerta blanca, en una camilla, conectado a mil y un tubos y aparatos un chico igual a mí pero a la vez tan diferente. Se veía muy pálido, tan delgado que sus huesos se notaban debajo de la piel burlándose de lo que antes había sido un cuerpo escultural y fornido, grandes manchas azulosas descansaban debajo de unos ojos que algunas vez se iluminaron en un primer concierto, manos tan huesudas que habría podido olvidar que antes sostenían una guitarra con tanta facilidad y firmeza, un rostro tan demacrado y delgado que una vez fue el más deseado por todas las mujeres y … por mí, era tan doloroso y tan irreal pensar en un antes y en un después que si no fuera por esa sonrisa tan común en él, de autosuficiencia habría dicho que no es él, que no es mi hermano, mi Tom el que está ahí recostado.
Giro la cabeza con pesadez, y sus ojos se iluminaron cuando me vio, sonrío.


— Bill, viniste— comenzó a toser, una toz seca que parecía le arrancaba la vida poco a poco, su voz era débil, muy suave y se veía muy forzada.


— No te esfuerces Tom, aquí estoy —. Me acerque a él y le tome la mano con cuidado de no mover los cables, la mano me temblaba, me sentía torpe, casi como la primera vez en la que sus labios se posaron sobre los míos.


—Lo siento, yo… qui… se decirte antes… pero no… podía—. Una lágrima corrió por mi rostro que se volvió negra por mi maquillaje.
—No te preocupes, ahora lo sé— dije mientras me ponía a llorar sin más.


—Bill… No… No llores, por favor— dijo mi hermano con la voz raposa y débil. — ¿Pudiste traerla? ¿Trajiste a mí chica?... Por favor… dime que sí— Una sonrisa nació en mi rostro, nunca cambia, al menos sigue siendo mi hermano. Su chica, aquella que lo había visto crecer, lo había acompañado siempre, a diferencia mía que estuvo siempre ahí para él, jamás como yo.


—Si… aquí esta—. Se trato de acomodar en la cama con mucha dificultad, me acerque a él y lo ayude a ponerse en una posición cómoda. Estiro los brazos cual niño pequeño que quiere un dulce. Saque la guitarra de su estuche y se la entregue.
Sus ahora huesudas manos tomaron la guitarra con delicadeza, con mucho cuidado, y comenzaron a tocar una melodía lenta. Trato de hablar pero le entregue un papel y un lápiz para que escribiera y no se esforzara.


        Gracias Bill, gracias por traerla, aunque pesa más de lo que recordaba.


—Eres un caos Tom, estás muy débil no deberías hacer estos esfuerzos— Tomo el lápiz de nuevo y con letra temblorosa y endeble, escribió. Le costaba tomar el lápiz y cargarlo en el papel.


No estoy débil solo cansado ya deja el tema, todo va a estar bien.


—¿puedes? ¿Puedes tocar la canción que escribimos? —. Comencé a pensar en nuestro primer concierto, como sus ojos se iluminaron al igual que las luces, como se movía por el escenario como si fuera su casa, sintiéndose tan cómodo, siempre tocando con tanta pasión. Sentí su mano rozar la mía, viendo el esfuerzo que se había significado para él, moverse hasta llegar a mí sólo para llamar mi atención. Tome el papel para leer lo que había escrito mientras miraba su sonrisa, pálida pero divertida.


Claro, ¿Pero cuál? Hemos escrito muchas Bill.


—In your shadow I can shine—. Sonrió, era nuestra canción. El sonido de la guitarra lleno la habitación y yo lo acompañaba con mi voz, y tratando de que esta no se quebrara porque estar llorando, el no tener a mi hermano aquí significaba morir, éramos gemelos, nos conocemos desde antes de nacer.


El comenzó a decaer medida que la canción avanzaba, pero fui muy estúpido para no entender que algo grave estaba pasando, cuando toco el ultimo acorde un sonido disparejo sonó por toda la habitación, su mano cayo. Fui hasta donde él, tome la guitarra, se la saque de encima, trate de despertarlo pero era en vano.


—TOM, TOM—. Gritaba como enfermo, gritaba tan fuerte que mi voz se desgarraba, comencé a llamar a la enfermera. En eso llega un conjunto de médicos, me separaron de él, mientras verificaban todos los aparatos, en eso escuche un pitido que lleno mis orejas, no podía estar pasando sentí como si arrancaran la mitad de mi, me desplome en el piso sintiendo como parte de mi alma se quebraba como me sentía solo en el mundo, el no podía irse. Unos enfermeros me sacaron de sala dentro de un mar de lagrimas y gritos desesperados, no podía vivir sin mi media mitad, no podía, sabiendo que había estado tanto tiempo alejado de él, no puedo imaginarme la vida sin él, ¿podría vivir sabiendo que mi hermano ya no está?


Estaba en piso del pasillo gritando pateando y llorando el nombre de Tom, gritaba como si me estuvieran matando y así era, pensé en tomar cualquier cosa con punta y suicidarme ahí mismo, la agonía me carcomía, no podía resistir.


En eso salen un montón de enfermeras y el doctor se me acerca a paso lento y con una cara que juraría que su madre está muerta. Se me acerca y me tranquiliza.


—Señor Kaulitz tengo que decirle que no sé cómo pero su hermano está vivo, pero tengo malas noticias— el estomago se me dio vuelta, sentía un nudo en la garganta, una presión en el corazón, Tom estaba vivo pero algo me dice que no sería por mucho.


—Dígamelo doctor, no soporto más, él ¿está sufriendo mucho?—. El doctor suspiro y me miro con mucho dolor.


—Lamentablemente, la enfermedad de Tom es autoinmune, por si no lo sabía, su cuerpo se está matando solo, es cuestión de horas, días, para que llegue al corazón causando que este se pare. Lo lamento, pero no podemos hacer nada—. En eso estalle al llanto de nuevo, era demasiado doloroso. No quiero perderlo, y los estúpidos doctores que no pueden hacer nada al respecto.

Luego de unas cuantas horas el doctor me dijo que podía pasar a verlo. Entre al cuarto, muerto de miedo, muerto en todo al fin y al cabo. Encontré a mi hermano durmiendo con la frente sudada, tenía una mueca de dolor en el rostro, mientras se removía despacio en la camilla, murmuraba palabras, era casi inaudible. Me acerque a escuchar, aunque preferí no haberlo hecho nunca.


—No Bill, por favor, no lo hagas te lo ruego, juro que seré mejor, pero no me dejes, Bill, no, escúchame por favor, dame una oportunidad, BILL, NO TE VAYAS, NO ME DEJES, BILL, BILL no me abandones. Bill—. Estaba soñando con ese momento, aquel momento en el que firmaría mi sentencia de muerte, aquel día en que le dije que lo nuestro estaba acabado.

Flash back…
Esperaba a Tom de su cita con el médico, algo así como que se sentía demasiado cansado y que muchas veces sentía dolor en todo el cuerpo, a mi opinión era solo una forma de llamar mi atención, la cual últimamente había perdido y con ella mis sentimientos por él, ¿qué si él tenía la culpa? Claro que no, se había dedicado a ser el mejor novio posible, cualquiera mataría por estar a su lado, pero ya no era lo mismo para mí. Necesitaba abrirme, descubrir y con él no iba a poder hacerlo. En eso siento la puerta abrirse y a Tom entrar con un papel en la mano, se veía preocupado, aunque en este minuto sólo me importaba decirle la verdad.

—Bill, tenemos que hablar—. Dijo él, apenas al cruzar la puerta.
—Opino igual—. Me miro como diciendo tu primero, y eso hice necesitaba sentirme liberado. –Tom, esto no está funcionando, hace uno meses que ya nada es igual, que ya nada se siente igual, yo Tom… he dejado de quererte, lo siento—. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos cayo de rodillas al suelo, su cara reflejaba un auténtico dolor, y su boca murmuraba repetidamente “no, no, no”


—Bill, no puedes estar hablando en serio, Bill yo te amo, no puedes hacerme esto, no ahora—. Aparte la mirada, no quería seguir con esto.
—Tom, entiéndelo yo ya no te amo, no tengo porque estar aquí, Tom no me sigas, porque la respuesta no cambiara, YO YA NO TE AMO—. Quería gritarle, tenía mucha ira contenida y la estaba descargando contra él—. Se levantó he intento tomarme el brazo me aparte y tome mis maletas, comencé a caminar a la puerta. Escuchaba tras de mí su lamentos.


—No Bill, por favor, no lo hagas te lo ruego, juro que seré mejor pero no me dejes, Bill, no escúchame por favor, dame una oportunidad de volver a ganarme tu corazón, BILL, NO TE VAYAS, NO ME DEJES, BILL, BILL no me abandones Bill—…


Eso fue lo último que escuche de él, Salí rumbo a la nueva vida que me esperaba aunque no sería lo que yo pensaba...


Años más tarde, Tom se había convertido en un gran empresario, parecía haberlo superado todo tan rápido, mientras yo estaba atascado en muchas deudas, había perdido mi trabajo, las cosas no podían ir peor. Había juntado el dinero suficiente, para llamar a mi hermano que ahora estaba en Alemania. Me dirigí a una cabina y marque el número que había obtenido de internet, necesitaba a mi hermano, ahora más que nunca. Espere, hasta que contesto una mujer, al parecer joven.


—Residencia Kaulitz—. Se escuchó al otro lado de la línea.
—Hola, necesito hablar con el señor Kaulitz, puede decirle que es su hermano el que lo busca—.
—¿Hermano? El señor Kaulitz nunca menciono tener un hermano y aunque quisiera comunicarle con él, no podría, fue internado en el hospital hace ya dos meses, ya sabe por lo de su estado crítico—.
—¡¿Estado crítico?!—. Deje de respirar y mi corazón estaba a todo lo que daba.
—Sí, que no lo sabía, el señor Kaulitz ha estado luchando contra un grave enfermedad todos estos años, cuando llego a Alemania ya estaba enfermo y me contrato como su enfermera y ahora ama de llaves, si quiere alguna forma de localizarlo, puedo darle su celular es el 34590584—. Rápidamente busque donde anotar


—Okey, muchas gracias hablare con él—. Corte no tenía el dinero para seguir hablando con ella.
Marque a la operadora y pedí hacer una llamada por cobrar al número que me habían dado. El teléfono sonaba y sonaba y nadie parecía contestar, hasta que…


—Alo—. Se escuchó una voz débil y rasposa, seguro lo había despertado.
—Emm… Hola soy yo Bill—. Escuche una toz al otro lado de la línea. –Tom, ¿eres tú?—.
—Sí Bill soy yo—. Dijo suave mientras volvía a escucharlo toser.— ¿Qué pasa?—.
—Emm esto… yo—. Suspire.— ¿Cómo estás?—. Pregunte, no sabía que decir, de hecho no sabía que hacer.
—No muy bien, pero ¿Por qué me llamaste? ¿Qué necesitas?—. Me dolieron sus palabras, pero era verdad lo llamaba para decirle que necesitaba dinero, pero no creo que sea una opción.
—Nada quería saber cómo estabas—. Mentí nerviosamente. No sabía que iba a responder ¿qué era esto del estado crítico?


—¿Quieres saber cómo estoy? Pues bien, estoy en un hospital, tratando de sobrevivir a una rara enfermedad, no, no tiene cura y bueno aparte de eso estoy perfectamente—. Me quede en shock, no podía pensar en que el pronto no iba a estar aquí, yo me aleje de él.
Fin del flash back


Despertó, jadeando y en un grito ahogado, se dio cuenta de mi presencia y me sonrío levemente. Luego su mirada se puso sería, emitió un gran suspiro.


—¿Para qué viniste Bill? ¿Por qué aceptaste venir cuando te lo propuse por teléfono? ¿Por qué Bill?—.
—Yo… Yo… Tom, fue un error dejarte, yo quiero arreglar las cosas—. Me miro enfurecido.
—No lo hagas, no te atrevas a hacer eso—. Dijo mientras agachaba la mirada.


—¿Hacer qué?—. Vi un par de lágrimas correr por su rostro.
—Eso, tenerme lastima, lo odio, ¿Qué no podías dejar las cosas como estaban?, ya te había superado, ya estaba resignado a la idea de morir y tu vienes aquí y crees que con unas malditas palabras vas a hacerme cambiar de opinión, a ti no te importa nada, no sabes nada, no imaginas lo difícil que fue este puto infierno, puto infierno solo, dijiste que me querías, que estarías conmigo, pero rompiste tus promesas, ¿por qué habría yo de cumplir las mías? La única promesa que te hice, quererte hasta el fin de mis días—. Cada palabra dolió como un puñal en el corazón, el intentaba gritar, pero su voz sólo salía lo suficientemente fuerte para ser audible, aun así preferí no haber escuchado nada, pero lo merecía, lo sabía.


Tom pov…
¿Por qué tuvo que volver? Es como si una de las más locas alucinaciones de mi cabeza se volviera realidad, recuerdo los días, meses llorando por él, hundiéndome cada día en un infierno personal, obseso del trabajo me decían, podía pasar horas y horas frente a una pantalla con tal de que los números y aquellos numerosos informes llenaran mi cabeza, cada pesadilla, cada ataque, cada dolor, se sentían más fuerte, más intensos, mas insoportables sin ti, pero tu nunca estuviste ahí, me gustaría preguntar si fue un mala jugada del destino o si sólo fuiste tu. Aunque me alegra no habértelo dicho ese día, de otra forma, ese papel no solo habría hecho mi vida miserable, sino también la tuya, encadenándote a mí, obligadote a una vida vacía que va de hospital en hospital y de camilla en camilla.


Flash Back…
Estaba recostado con mi laptop terminando el trabajo de la oficina, en eso siento un dolor comenzar en las extremidades, no, no de nuevo, el dolor se comenzó a expandir por todo mi cuerpo, me retorcía, me doblaba por el dolor. Aparte mi laptop, sentía que el aire me faltaba, era insoportable, me estaba ahogando de nuevo, otro episodio el segundo del día, cada vez eran más frecuentes, no sabía cuánto más podría aguantar. En eso, comencé a sentir los desgarros en el pulmón, pegue un grito, escuche pasos, debía ser la ama de llaves.


—¡Señor Kaulitz!—. Grito mientras se acercaba a mí, de un frízer al lado de mi cama, saco una jeringa y la preparo, rápidamente me la inyecto en el brazo. Era como una hija para mí, me abrazo, para que dejara de moverme y comenzó a llorar. Lentamente el dolor se fue disipando convirtiéndose en una molestia muscular y ósea. El aire comenzó a llegar a mí, dejándome respirar aceleradamente. –Señor Kaulitz, ¿ya se siente mejor?—. Dijo mientras me seguía abrazando.


—Sí, gracias Natalie, no sé qué haría sin ti—. Mire mientras me acomodaba en la cama. –Tranquila, estoy bien no tienes por qué llorar—. La mire paternalmente, ella era una chica muy buena, con un pasado difícil, cuando le di el trabajo, ella me conto sobre su vida, venia de una familia muy modesta y no tenía estudios universitarios. Luego de conocerla me di cuenta de lo inteligente que era, fue cuando decidí pagarle una educación superior, en caso de que muriera su colegiatura estaba cubierta, estaba estudiando para ser enfermera. Ella vivía aquí, yo la necesitaba, estaba demasiado solo y en estos minutos no podía siquiera servirme un vaso de agua o peor llegar a la cocina siquiera. Cuando mama y papa supieron lo mío con Bill dejaron de hablarnos, y luego Bill, él simplemente se fue.


—No lloro por eso, bueno también pero…—. Se sentó junto a mí. –Es que no lo entiendo, yo a usted le tengo mucho cariño se ha convertido como en un padre para mí, es una de las mejores personas que conozco, usted es tan bueno, tan… tan persona, cosa que es difícil hoy en día, y me duele el pensar que está solo, que su familia no está ahí para usted, me tiene a mí, pero…—. Cada palabra que decía me caía una lágrima por el rostro. La abrace fuerte, le dije cuanto la quería.


—Naty, linda estoy bien, deja de preocuparte por mí, estoy bien—. Le di un beso en la frente.
—Sabe que no puedo hacer eso, pero está bien. ¿Quiere que le traiga algo de comer?—. Dijo mientras se limpiaba las lágrimas y sonreía.
—No gracias Natalie, no tengo hambre—. Le dije mientras me acomodaba en la cama.
—Sabe que igual le voy a traer de comer y que va a tener que comer igual ¿cierto?—. Solo pude asentir con la cabeza y reír entrecortadamente. Me levante con cuidado de la cama, Natalie tuvo que ayudarme, cada día eran más difíciles las tareas más sencillas, fui hasta el closet y saque mi guitarra. Me recosté en la cama a tocar, Natalie llego con una bandeja con la cena. Ella la dejo a un costado y se quedó ahí escuchándome tocar. Estaba terminando de tocar “In die Nacht” mientras la acompañaba levemente con mi horrorosa voz.


—Toca muy lindo señor Kaulitz—. Dijo mientras dejaba la guitarra y ella ponía la bandeja en mi regazo. –También canta muy bien, nunca lo había escuchado cantar antes—. Me reí a lo que dijo.
—¿Cuántas veces te he dicho que dejes de llamarme Señor? Me siento viejo cuando haces eso y nunca me habías escuchado cantar porque mi voz es horrorosa—. Ella se río.


—Me lo ha dicho muchas veces, pero creo que le debo el respeto por lo menos y no tiene una voz horrorosa, de hecho es muy linda—. Seguimos entre discutiendo y charlando hasta que le dije que se fuera a dormir, era tarde. Me recosté una vez más en la cama, solo, me removí con un poco de dolor.


Pasaban las horas y yo no podía dormir, me dolía todo el cuerpo, me movía y me movía tratando de sacarlo de mí, pero era inútil, en este minuto pensaba en Bill, a veces sentía que podía sentir su olor en mi almohada, pero abría lo ojos y caía en la realidad de que era un juego masoquista de mi cabeza, pensaba en él, en que estaría haciendo, me preguntaba si pensaba en mí, aunque lo dificulto, aparte de tener un dolor general también me dolía el corazón.
Desperté respirando pesadamente y demasiado adolorido para moverme, Natalie entro puntualmente a ayudarme a levantar con el desayuno servido. El día fue tranquilo, me dedique a trabajar al menos eso me distraía, en la tarde convencí a Natalie de que fue a ver a su madre y que pasara allá la noche y que volviera mañana, dijo que estaría aquí mañana temprano, le dije que no se preocupara que me había estado sintiendo bien últimamente (nótese mi pequeña mentira blanca) y se fue.

Me dispuse a trabajar un poco más, cuando eran las diez, me arme de fuerza para levantarme e ir a la cocina por mi cena, cada paso me era difícil, me sujetaba de las paredes, una vez en la cocina encendí el microondas y luego me dispuse a comer, decidí poner un poco de música, odiaba el silencio. Mi departamento ocupaba todo un piso, era muy grande y moderno, pero como era solo yo, estaba oscuro y silencioso. Pude escuchar fuertes risas entrar por la ventana, seguro una familia que se había reunido, felices disfrutaban una cena. Me dispuse a comer, era pavo con puré de papas y ensalada rusa, escuche más risas, sonreí.

Una vez termine de comer, algo bastante adolorido y luego de doparme en pastillas, camine lentamente por el pasillo oscuro hasta mi habitación, me llevo un tiempo, llegue a mi cama agotado y con la respiración acelerada, me oculte del frio bajo las mantas, y sentía como el dolor me recorría el cuerpo. Me removí en la cama intentando dormir, escuchaba las risas de las otras casas y música fuerte, pasó el tiempo y vi que mi reloj marcaba las doce en punto, más risas y gritos, las calles, desiertas. De mi velador saque una foto, una foto de Bill, se veía sonriente y muy feliz, la saque el día de nuestro 5 aniversario, la contemple con cariño, le di un beso a la fotografía.

—Feliz navidad Bill—.

Fin del Flash back…


—Tom lo juro, no es lastima, solo déjame volver a quererte—. Lentamente sentí como la ira me invadía no entendía como se atrevía a mentirme tan descaradamente.


—¿Crees que no lo sé? He recibido llamadas de diferentes bancos estadounidenses preguntando por ti, que la deuda de aquí que la deuda de allá, ¿crees que desaparecieron así como así? La magia no existe Bill, eso deberías saberlo. Así no te atrevas a mentirme, ¿qué es lo que quieres de mí? ¿Qué quieres que diga? Que sí, que todavía te amo y que quiero pasar los últimos días de mi vida contigo, pues sí todavía te amo más que a nada, todavía quiero pasar lo últimos días de mi vida contigo, pero por lo que la vida me ha enseñado, nunca consigues lo que quieres, y en todo caso no importa lo que yo piense, si tu dejaste de amarme ya hace muchos años—.
—Tom por favor—.
—Yo también dije por favor Bill, es más te rogué que no me abandonaras, pero lo hiciste… la ventaja es que yo no soy como tú—.
—Tom, ¿pero qué dices? Tom respóndeme por favor—.
—Bésame, bésame ahora, solo así sabré si dices la verdad, si no me amas no lo hagas, siempre has sido trasparente a mi ojos Bill, eso no va a cambiar ahora—.


—Te amo—. Lentamente se acercó a mí y junto nuestros labios en un beso con sabor a muerte, el dolor en pecho cada segundo se sentía más fuerte, ya casi no podía respirar, sentía el frio sobre mí.

Bill pov…


Sus ojos comenzaron a cerrarse, su respiración se hiso más pausada, su corazón empezó a latir con fuerza, los aparatos se volvieron locos. Me separe de él con temor.


—Mentiste Bill, tu enserio ya no me amas—. Y solo quedo el pitido final mientras mi alma era cortada en dos partes que jamás volverían a unirse.

Notas finales:

gracias por leer, espero que les haya gustado, si lo hiso, dejen un coment si no igual dejen un coment, ajajja 

bueno, nos leemos mas adelante

anita 458


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