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El Diablo enamorado por ItaDei_SasuNaru fan

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El Diablo enamorado.

 

 

Él va caminando fuera del campus de la universidad cuando una persona se le atraviesa en el camino. Le habla con una voz cargada de furia y reclamo:

—No te lo mereces.

Siente la mirada de algunos compañeros que se detienen a escuchar, esperando quizás a que diera inicio una pelea pero no fue el caso.

—No tengo ningún interés en escucharte —dice sereno, pasando de largo y de paso golpeando al otro con el hombro.

Usa su altura y su mirada feroz, obliga a cualquiera de los presentes a dejarse de entrometidos. Sin embargo, un nuevo reclamo le volvió a detener en seco:

—No está solo, todavía tiene a sus amigos. Algún día se dará cuenta que solo eres parte de la escoria del mundo y te dejará solo.

—¿Disculpa? —pregunta ofendido y con un gesto dramático.

Él sonríe escabroso y amenazante, encantador en un siniestro sentido. El aire a su alrededor está teñido de peligro.

—É-Él es una persona maravillosa. Se le presentará algo n-nuevo y mejor, y te quedarás s-solo.

—Tienes razón, perdería a una persona maravillosa… —los que siguen mirando se quedan de piedra con sus palabras, hasta que él empieza a reírse burlesco—… Eso diría si realmente mi chico fuera alguien maravilloso. No me involucres en un asqueroso romance, yo hago lo que me da la gana con él y adivina qué, patético intento de Romeo… a él le gusta eso.

Le muestra el dedo medio al otro tipo mientras saca la lengua con descaro. Se va, dejando un sinfín de bocas abiertas y miradas estupefactas a su paso.

Él se aleja con cada paso de la multitud y de sus compañeros de clase. No voltea, no dice nada, no quiere hablar de nada, ni dar explicaciones de su comportamiento. Todos saben que jamás pedirá disculpas, así que basta con soportar los ojos llenos de desprecio. Vagamente cruza por su cabeza que la pequeña disputa llegará a los oídos de su pseudonovio. Él se justifica pensando en que tiene una reputación que mantener. Palabras como amor y ternura no forman parte de su diccionario, no piensa agregarlas en un futuro próximo.

 

Llega a su casa, una pequeña vivienda donde paga un cómodo alquiler. Los estúpidos pájaros arrullan la despedida del sol y dan bienvenida a la noche, los ladridos de los perros se escuchan aislados y suena el murmullo alegre de los vecinos junto a sus hijos.

Es increíblemente absurda y monótona la vida del ser humano. Tal vez se ponga a buscar videos de accidentes en internet, eso le ayudará a matar el tiempo. Piensa irónicamente que ahora tiene motivos para participar en los próximos desfiles gay aunque su apariencia no encaje en absoluto. Sonríe malicioso mientras recuerda lo delicioso que se ha vuelto el sexo, y entiende la razón de esos tipos para andar siempre de buen humor.

Hace girar la llave, creyendo que solo están la oscuridad y soledad de las paredes para recibirlo, cuando un cuerpo más pequeño se aprieta contra su pecho en un abrazo.

—Bienvenido —ronronea una voz amable.

Él no tiene tiempo para regañar al otro por irrumpir en su casa de esa manera, porque siente como le toman por el cuello de la camisa y le hacen inclinarse hasta que unos labios ajenos le roban un beso.

Ese le beso le arde en todo el cuerpo, le quema hasta el alma. Es un toque suave, casto, casi puro. No comprende de donde viene la tormenta de emociones que emana de su propio cuerpo. Debía ser ilegal sentir eso. Es un beso asquerosamente tierno, repulsivamente romántico. No sabe si tiene ganas de vomitar por los sentimientos encontrados o por las náuseas que le provoca la dulzura de las caricias en su rostro por las manos del que lo amaba.

Porque el otro chico lo ama con locura, ese es un hecho y su privilegio. No era nada raro que anduvieran tras sus codiciados huesos, ofrece disculpas por la falsa modestia.

El problema es otro. El problema es averiguar el momento en que ha puesto los brazos en esa cintura que puede rodear solo usando las manos. El problema es descubrir por qué ese simple detalle lo enciende. ¿Por qué lo recarga delicadamente contra la pared más cercana? ¿Por qué? ¿De dónde salen esos instintos protectores cada vez que lo tiene cerca? ¿Por qué no le muerde los labios hasta probar su sangre y beber de ella? Eso sería lo común, tomar cada suspiro como una invitación indecorosa para llevar ese beso a otro nivel.

Pero no lo hace.

Es un atrevido, abre los ojos y se deleita con los párpados cerrados con inocente confianza. Al separarse por completo, se jacta de ver unas mejillas de rojas y al otro parado en la punta de los pies por la diferencia de estaturas.

En menos de un segundo, se escabulle de sus brazos y va rumbo a la cocina.

—¡Qué bien que regresaste, tenía hambre! Estuve esperándote una eternidad y tú ni te molestabas en volver, pero traté de mantener la comida caliente y…

«Bla, bla, bla, bla…» es todo lo que escucha en su mente, al tiempo que reconsidera quitarle la llave de su casa. Estas repentinas y melosas apariciones lo irritan, lo sacan de quicio, lo confunden de una manera extraña y desagradable.

La verdad es que le tomará mil y un año admitir que no está acostumbrado al cariño y por eso le parece algo ajeno. El amor es un sentimiento que ha tocado a todos, menos a él, y duda que algún día se anime a tocar a su puerta. No sabe qué nombre ponerle a todo lo que experimenta cuando su chico peina su largo cabello negro por las mañanas, o cuando lo abraza por la espalda, o cuando le sonríe y le dice que lo quiere hasta el cansancio.

Es un misterio que tiene que descubrir.

 

Notas finales:

Muchísimas gracias por leer ( ^^ )

¡Hasta pronto~!


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