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Enamórame por Fullbuster

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Jellal Fernándes POV

 

 

 

Me llevaron hasta una de las salas y allí estuve sólo un buen rato, hasta que un hombre de investigaciones especiales acudió hasta mí ¡ni siquiera se sentó! Me habían tocado muchos para los interrogatorios, pero a este no le conocía, era moreno, con un acento algo extraño. Se presentó como Kurohevi y la única palabra que yo entendí con claridad fue “empecemos

 

~ Chaleco – me pidió y me levanté de la silla para quitarme el chaleco antibalas y dejarlo encima de la mesa – camisa – volvió a pedirme y la quité también.

 

Acabó pidiéndome detrás las botas y el pantalón. Todo lo metió en bolsas de plástico y me dejaron una bolsa con ropa limpia encima de la mesa para que me vistiera. Mi abogado entró en ese momento por la puerta quejándose por haber empezado todo sin estar él presente… tantas veces había venido ya que es que ni le contestaba. Me comentó que lo había visto en la televisión y que había hecho un buen trabajo, que no hacía falta que dijera nada, él se ocuparía de todo. Lo siguiente que me preguntó es si quería hablar con el investigador en este momento y sinceramente, le dije que sí por quitarme esto de encima ya.

 

Me preguntaron por el disparo y lo único que contesté es que me dijeron “Scorpio” y yo disparé. El investigador me preguntó a que me refería con Scorpio y no fui yo quien contestó sino mi abogado.

 

~ Scorpio quiere decir que le dieron orden de disparar – le aclaró mi abogado otra vez ¡parecían sordos estos investigadores! No aguantaba estos protocolos.

 

~ ¿Y creen ustedes que se agotaron todas las opciones de negociación antes de dispararle?

 

Aquella frase me cabreó, porque no estaban dudando de mí, sino de Laxus, como si hablando con aquel tipo le hubiera podido convencer, pero Laxus habló con él, probó miles de tácticas del manual y del protocolo y ese sujeto, levantó el arma dispuesto a disparar a mi equipo. No iba a consentir que dudasen de mi Sargento, porque era el mejor en su trabajo.

 

~ Se siguió el manual – le dijo mi abogado – puede usted comprobarlo en las grabaciones, porque como usted bien sabrá, todas las negociaciones se graban desde el camión de la unidad, así que puede comprobar que se hizo todo lo posible y no se saltaron ninguna norma del protocolo. – le aclaró.

 

~ ¿Agotaron todas las opciones? – volvió a preguntarme a mí y estaba cabreado, aunque intenté no demostrarlo y saqué mi sarcasmo ¡Ese que siempre sacaba cuando me tensaba! El que siempre sacaba como un mecanismo de autodefensa.

 

~ ¿Qué opciones? – le pregunté yo - ¿Verle matar a la rehén o que disparase contra mis compañeros? – le pregunté.

 

Desde luego esto no iba por mí, iba por Laxus, estaban haciéndome preguntas sobre la negociación y no precisamente sobre mi disparo. Estaban intentando investigar a mi Sargento y yo por él, hacía lo que fuera ¡Además, era el mejor en su trabajo! No consentía que dudasen de él o de su eficacia.

 

~ Lo tomaré como un sí – me dijo el investigador. – estará bajo investigación mientras concretamos si hubo una fuerza excesiva. Podría tomarse un descanso durante estos días que dure la investigación. – me concretó.

 

Por lo menos después de un millón de preguntas, que mi abogado contestó prácticamente a todas, me dejaron salir. Aún tenían que ir al forense para estudiar si nos habíamos pasado o no al tomar la decisión de disparar. El que entró es el psicólogo, claro que me indicó que caminásemos fuera.

 

Salimos de la sala ¡Gracias a dios! Y caminamos por los pasillos hacia la salida de la base. El psicólogo era un chico joven, quizá de mi edad, con el cabello verde y largo, se llamaba Freed.

 

~ Enserio Freed, estoy bien – le dije

 

~ Sí lo sé, siempre dices lo mismo después de cada disparo y después de cada investigación. Has hecho un gran trabajo pero necesitas a alguien con quien hablar y esto es completamente confidencial – me dijo pero empecé a reírme.

 

~ Freed…Si quieres una cita sólo pídemela – le dije bromeando y Freed empezó a reírse también entendiendo que no iba a hablar con él y le estaba tomando el pelo.

 

~ ¡Dios! Se me olvidaba que hablaba contigo, el tío duro del segundo escuadrón… claro nunca necesitas hablar – me dijo sonriendo – porque tú no eres como los demás, no te preguntarás si hiciste lo correcto, no tendrás noches de insomnio, no te sentirás solo, ni tendrás pérdidas de memoria, ni te sentirás culpable, ni culpable por no sentirte culpable… - yo le sonreía pero en parte él tenía razón, me sentiría así, tal y como me sucedía todas las noches – ya sabes dónde encontrarme si necesitas hablar… - me dijo marchándose por el pasillo y aunque él sabía que no estaba bien, me dejó, ya había dicho lo que tenía que decir… comentarme que podía hablar con él cuando lo necesitase ¡aunque no quería hablar con nadie!.

 

Salí de allí y me dirigí al bar directamente, todos mis compañeros me esperaban y Gajeel fue el primero en cachondearse de mí.

 

~ ¿Se te ha acabado la ley del silencio? – me preguntó

 

~ Sí, gracias a dios – le exclamé sonriendo ¡aunque mis sonrisas desde hace tiempo eran forzadas!

 

~ Yo lo vi – dijo Erza – fue un disparo limpio, no tienes de qué preocuparte.

 

~ Lo sé – le dije

 

~ Ya sabes… sólo hacemos del mundo un lugar seguro para que otras puedan vivir. – me explicó Erza sonriendo mientras me dirigía hacia el resto del grupo

 

~ Sí – le dije.

 

~ Espero que tengas una buena excusa para llegar tarde – me dijo Loke sonriendo ¡Sabía perfectamente porqué llegaba tarde! – Brindemos – dijo de golpe con su sonrisa – por fin ha llegado el héroe del día – decía ahora Loke mientras me sentaba en la mesa y me pasaba una cerveza – buen disparo – me dijo.

 

~ Gracias – fue lo único que le contesté.

 

Cuando me quise dar cuenta, todos estaban bromeando en la mesa, escuchaba todo como si pasara a cámara lenta pero no podía concentrarme en nada en concreto. Todos reían, hablaban de cosas sin importancia, hablaban de cosas cotidianas de sus vidas… pero yo no paraba de pensar en los disparos ¡en todos los disparos de mi vida! También pensaba en las palabras de Freed, el sentirme culpable, el insomnio por las noches, el sentirme solo, el buscar cada vez con más frecuencia distracciones que me mantuvieran distraído para no pensar en toda esa culpa. Al final me levanté y me dirigí al baño.

 

Nadie me preguntó, todos sabían perfectamente que necesitaba un poco de tiempo, no necesitaba que estuvieran encima de mí en este momento, sólo quería estar solo, mantenerme a cierta distancia. Llegué al baño y llené mis manos con agua hundiendo mi cara en ellas intentando despejar todas esas ideas. La puerta se abrió tras de mí y cuando me giré, Laxus estaba allí de pie.

 

~ Estoy bien – le dije

 

~ Ya… algún día tendrás que mirar atrás y hacer cuenta de todos esos… “estoy bien” – me dijo haciendo clara alusión a que no estaba bien y no lo estaba desde ya hacía demasiado tiempo.

 

Laxus me miró y al ver que no quería hablar más, se marchó de nuevo a la mesa con los demás. Me senté en una de las cabinas, encima de la tapa del retrete y cerré la puerta sacando mi cartera. Recosté mi espalda sobre la pared y apoyé la rodilla sobre la de enfrente mientras miraba unas fotografías de mi cartera ¡Ni siquiera me reconocía yo mismo en ellas! Supongo que ya ni siquiera sabía quien era yo en realidad. ¡La culpa era algo insoportable! Lloré y preferí quedarme aquí para que nadie me viera, porque yo no iba a llorar delante de nadie, ¡yo estaba bien!

 

Cuando se me pasó aquel arrebato que me había dado, me volví a mojar la cara para quitar todo rastro de lágrimas, me sequé y salí con una sonrisa a la mesa para seguir escuchando sus bromas y tomar cervezas con mis compañeros.

 

Volví a mi casa pronto, hoy no me apetecía estar mucho tiempo con mis compañeros. Me tiré en la cama tal cual iba, ni siquiera quise ponerme el pijama. La casa de Erza era perfectamente visible desde la ventana de mi habitación ¡en realidad prácticamente desde cualquier ventana de la casa! Y como era habitual en ella, me hizo luces con la linterna para asegurarse de que estaba bien. No supe si devolvérselas o no, al final lo hice. ¡Supongo que éste era nuestro juego! Y es que así era Erza, podía ser terrible cuando trabajaba, muy seria y temible, pero cuando se quitaba el uniforme, era una persona estupenda, protectora, preocupada por los demás. ¡Quizá su problema es que era policía hasta la médula! Porque no aguantaba la más mínima infracción ¡pero eso le venía de familia! Su padre también era policía... y su abuelo… y su bisabuelo…

 

Intenté dormir, en realidad creo que lo hice, ¡un par de horas! Porque enseguida me venía a la mente rostros de personas, gente a la que tenía que disparar, gente a la que tenía que salvar y no podía, gente a la que estaba fallando ¡Tenía miedo de fallar en mi trabajo! Eso sí lo reconocía, porque cuando fallaba, gente inocente moría y esa era la peor culpa que podías tener para guardar.

 

Me levanté sudando y gritando por las pesadillas, desde luego el disparo de hoy no me iba a ayudar tampoco a dormir, necesitaba quitarme esto de la cabeza, pero eran las tres de la madrugada, quería decir… que no podía ir a saltar en paracaídas, ni a hacer Rapel, ni tampoco podía lanzarme en puenting ¡Era un asco no poder dormir! ¿Qué podía hacer para dejar de pensar en todo esto? Una idea de me ocurrió.

 

Me cambié a un pantalón corto y ancho de deporte para luego ponerme una camiseta corta y buscar una sudadera ¡por si acaso hacia algo de frío hasta que entrase en calor! Me vestí y cogiendo las llaves de casa mientras me colocaba los auriculares para escuchar música, salí de ella llegando a la calle. Me puse a correr ¡El deporte me distraía! Y por si no tenía suficiente con todo lo que nos obligaban en nuestro trabajo… yo debía de ser masoquista para hacer más aún. Corrí y corrí, cada vez más rápido como si eso pudiera dejar todos mis pensamientos atrás, pero seguían ahí, corría y me sentía como si estuviera intentando huir de mis problemas.

 

No sé donde iba, la calle estaba completamente vacía y evité meterme por el centro de la ciudad, no me gustaban los locales nocturnos y menos con las mafias que teníamos por aquí. Crucé uno de los parques y me concentré en correr y en escuchar la música. Aceleré tanto, que al final tuve que parar casi sin aliento, dándome cuenta que estaba frente a la casa de Loke ¿Qué narices hacía yo aquí? Miré su casa un segundo, porque él no vivía en un apartamento como yo, el vivía en una casa moderna, llena de cristales y mucho lujo, con un gran jardín delantero, pero yo estaba aquí, al otro lado de la reja negra. Todo estaba a oscuras y supuse que estaría durmiendo. Me giré para irme y casi me choco contra él que venía con una chica a la que agarraba por la cintura.

 

~ Wowww – le dije por el susto y por el casi choque.

 

~ Wow sí – me dijo - ¿Qué hace aquí el héroe de la tarde? ¿Y esa pinta? – me preguntó mientras se reía por mis “pintas”, aunque yo me miré y no estaba tan mal.

 

~ Haciendo deporte y deja de llamarme así – le comenté disgustado por lo de “héroe”

 

No tenía nada malo en contra de la palabra, era más bien que yo no me sentía como tal, sólo había disparado y había matado a una persona… ¡yo no era un héroe! Y por tanto… no me gustaba que me lo dijeran. Loke tras mirarme como aquel que no se traga mi excusa de que estaba haciendo deporte… miró su reloj.

 

~ ¿A las cuatro de la madrugada?

 

~ Sí – le dije – es cuando hace menos calor – me inventé

 

~ Estás loco – me dijo.

 

~ Lo siento… ya me iba – le comenté y empecé a correr en dirección opuesta a la que había venido.

 

~ Tío… ¿Estás bien? ¿Necesitas que hablemos? – me preguntó a la lejanía mientras yo le levantaba una mano en señal de despedirme y a la vez, indicarle que todo estaba perfecto ¡no lo estaba, no podía dormir ninguna noche!

 

Qué locura haber venido a la casa de Loke ¿Cómo se me había ocurrido? ¿Cómo había acabado yo aquí? Lo único que iba a hacer quedándome, era estorbar en su cita, desde luego... iba a divertirse más con ella que conmigo, así que lo mejor, era hacer una retirada rápida del lugar.

 

Volví a correr y estaba reventado, pero no me permití parar, no quería parar, sólo necesitaba algo para distraerme, algo para no pensar en toda esta culpa. Al final había vuelto al mismo sitio donde solía acabar prácticamente todas mis peores noches, tocando el timbre de una casa y esperando tras la puerta.

 

La puerta se abrió y no le di tiempo ni a reaccionar, me lancé sobre él besándole mientras metía mis manos bajo su camiseta empezando a quitársela. Laxus se quedó petrificado en el sitio, aún así, le empujé hacia dentro y cerré la puerta tras de mí. Iba con el pijama y seguramente le había despertado ¡Aunque Laxus tampoco era de dormir mucho! Tiré su camiseta al suelo y entonces aprovechó que tuve que separar mis labios de los suyos para parame y poder hablar.

 

~ Que efusividad hoy – me dijo - ¿Estás bien?

 

~ Te necesito – le dije – por favor, no aguanto más.

 

~ De verdad necesitarías hablar con un psicólogo.

 

~ No necesito un psicólogo – le dije – sólo sexo.

 

~ Enserio Jellal que esto no está bien, podemos hablarlo si tienes algún problema.

 

~ No tengo problemas, sólo quiero follar ¿Cuesta mucho de entender eso? Si tú no quieres hacerlo puedo buscar a otro.

 

Me di la vuelta para salir por la puerta cuando la mano de Laxus se agarró a mi muñeca y girándome de nuevo hacia él volvió a besarme con pasión arrastrándome hacia el sofá. Desde luego ese era el punto débil de Laxus, no dejaría que un extraño me tocase, porque tenía miedo de que alguien me hiciera daño, prefería hacerlo él, prefería arriesgar su puesto en el equipo con tal de protegerme de posibles daños. ¡El siempre me cubría! ¡Siempre estaba ahí! Nunca me preguntaba nada, sólo hacía lo que le pedía, intentaba satisfacerme en mis deseos sin entrometerse en mi vida y eso me gustaba, porque no tenía que hablar de mi trauma, no tenía que contarle mi vida, sólo tenía que pedirle lo que quisiera hacer en cada momento.

 

 

 

 


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