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Enamórame por Fullbuster

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Sting Eucliffe POV


 


Salía ese día de la facultad cuando Rogue me llamó para contarme que habían encontrado a Gray ¡me emocioné mucho! Le pregunté donde estaba para poder ir a visitarle, pero me dijeron que era mejor que de momento, no fuera por el hospital, que no recordaba nada y que le diéramos un poco de tiempo. Me entristecí un poco ¡yo sólo quería verle! Saber que estaba bien, pero supongo que debía hacer caso a los médicos y esperar un poco.


Ese día había quedado con Mirajane para seguir buscando a Gray, pero como ya le habían encontrado, al final decidí esperarla y así irnos a tomar un café o algo. No tardó en venir y es que hoy, tenía el día libre. Preguntó por mi hermana, pero le dije que hoy tenía clase hasta tarde, así que no podría venir.


Tomamos algo en el centro de la ciudad y la verdad… es que el rato con ella se pasaba rápido, porque siempre tenía esa agradable sonrisa, aunque en cierto momento cesó. Había visto algo, porque miraba por encima de mi hombro y me giré por curiosidad de saber lo que ocurría.


Al fondo del local, entrando por la puerta principal venía una chica con un sombrero blanco que a mí me recordaba a los antiguos Cow boys. Era morena y llevaba unas grandes gafas.


~ ¿Qué pasa? – le pregunté a Mirajane - ¿La conoces?


~ Sí – me dijo muy segura – pero creía que se había ido fuera del país hace ya unos años, no sé porque ha vuelto.


La chica nos vio y abriendo los ojos se acercó con una gran sonrisa ¡no parecía mala chica! Pero que Mirajane se hubiera puesto seria en aquel momento, a mí no me terminaba de gustar, claro que cuando llegó a nuestra mesa, Mirajane volvía a ser la de siempre, mostrando esa gran sonrisa.


~ Oh… no creí encontrarte aquí – le comentó la chica a Mirajane - ¿Es tu novio? – le preguntó.


~ No – le dije – Sting Eucliffe – me presenté – sólo un amigo de Mirajane.


~ ¿Qué haces por aquí Daphne? – le preguntó Mirajane – tus padres le comentaron a mi familia que te habías ido a trabajar a las empresas del extranjero de tu familia ¿has venido de visita? – le preguntó.


~ He venido a quedarme un tiempo – explicó con una gran sonrisa y Mirajane sonrió – tengo algo que hacer aquí.


No sé por qué, pero la sonrisa de esa chica, aunque parecía muy agradable, no me terminaba de dar confianza, seguramente sería por la frase de que tenía algo que hacer, eso me sonaba extraño aunque realmente era una frase normal. Supongo que saqué conclusiones precipitadas de donde no las había, pero es que era tan raro que Mirajane perdiera su sonrisa aunque sólo fuera por unos segundos… que me había dejado una sensación extraña.


La chica se despidió de nosotros y se marchó a pedir algo en la barra. Una vez se fue, Mirajane pareció relajarse un poco, aunque seguía de vez en cuando mirando hacia la barra como si la controlase.


~ ¿Qué pasa con ella? – le pregunté a Mirajane esta vez, ella sonrió antes de contestar.


~ No te acerques mucho a ella – me dijo – esa chica sólo sabe traer problemas


Yo volví a mirarla y no parecía una mala chica, así que tampoco sabía exactamente a qué se refería Mirajane.


~ ¿Problemas? – le pregunté.


~ Tú ya sabes que trabajo en el psiquiátrico – me dijo – lo que no sabes es que es mi pago a la comunidad por haberme metido en un problema hace unos años, me detuvieron por su culpa – me dijo – ella sólo sabe buscar problemas a los demás. No te acerques mucho, créeme.


Me quedé pensativo con lo que me acababa de soltar, pero desde luego, agradecí que confiase hasta tal punto en mí como para contarme algo tan serio de su vida privada. Luego cuando volví a girarme hacia ella y tomaba un sorbo de mi café, pude ver que había vuelto a su sonrisa.


~ ¿Por qué crees que ha vuelto? – le pregunté – ha dicho que tenía algo que hacer.


~ No será algo muy bueno – me dijo – no lo sé, hace un tiempo ya que no me hablo con mi familia y la suya, trabajaba para la mía – me comentó – casi prefiero no saber qué está pensando y desde luego… no voy a ir a ver a mi familia para preguntarles en que andan metidos.


Cuando acabamos de tomar el café, ambos nos despedimos y nos fuimos cada uno por su camino. Ya iba hacia mi casa cuando me pareció ver la moto de Rogue aparcada fuera de un bar ¡Era extraño! Quizá me confundía de moto, pero yo juraría que era la de Rogue. Dudé si entrar o no, principalmente porque tampoco es que él me hubiera pedido salir juntos, así que quitando aquel beso y la confianza que nos teníamos en este momento, no éramos nada ¿qué derecho tenía yo para meterme en su vida?


Aún así la curiosidad pudo más conmigo y esperé fuera en un banco leyendo un periódico que compré en ese preciso momento por matar el tiempo mientras esperaba. Tras casi más de media hora, Rogue salió acompañado de un chico moreno, de la misma edad que él ¡más o menos! Parecía divertirse con él porque ambos sonreían. ¡Creo que estaba un poco celoso! Y yo no era de los que me quedaba aquí sentado esperando, yo era exactamente como Gray en eso, iba siempre con la verdad por delante y era muy sincero en cuanto a mis palabras.


Me acerqué hasta él y le toqué el hombro a Rogue por la espalda. El otro chico me miró sorprendido y cuando Rogue se giró, me saludó como si nada con una sonrisa.


~ Vaya Sting… no esperaba verte por aquí – me dijo.


~ Ya, ni yo – le dije – Me explicas que sucede


~ Rogue empezó a reírse, creo que porque al señalar yo al otro chico, se dio cuenta de que estaba un poco celoso ¡y odiaba que me sonriera de esa forma tan prepotente!


~ Sting, te presento a mi primo, Zeref – me dijo – éste rubio tan guapo de aquí es mi futuro novio, aún intento ligármelo – dijo Rogue cogiéndome del cuello como si fuera un niño pequeño para dejarme a la vista de su primo ¡Su primo! Vaya metedura de pata la mía.


~ Encantado – me dijo el chico tendiéndome la mano y yo se la estreché.


~ Lo mismo digo – le dije rojo como un tomate por mi metedura de pata. Zeref sonrió al ver mi color rojo


Desde luego de aquí no era, porque en vez de hacerme una reverencia, me había dado la mano al modo extranjero.


~ Mi primo ha venido para quedarse un tiempo – me dijo – su padre tenía un negocio al que ir durante unos meses, así que mientras mi tío viaja por Europa, mi primo va a quedarse una temporada conmigo en casa y a ser posible… finalizar sus estudios en la universidad de aquí. Estaba pensando que podrías explicarle un poco la facultad y él podría ayudarte con el japonés.


~ ¿Sabes japonés? – le pregunté.


~ Sí, mi padre nació aquí, pero luego se casó con un belga y nos mudamos allí a vivir – me dijo – aún así en casa siempre hablaba japonés con mi padre e inglés con mi madre – me comentó – podríamos ir juntos a la facultad, así yo no me pierdo en la ciudad y en el camino, puedo ir enseñándote a hablar japonés


~ Estaría genial – le dije – mi japonés me mete en más de un lío – le comenté y Rogue empezó a reírse recordando el asunto del primer beso.


Les acompañé a su casa y Rogue me permitió entrar. Era un piso normalito del centro de la ciudad. No muy grande, tenía tres habitaciones, dos baños, un salón, la cocina y una pequeña terraza, era acogedora ¡Y sé que aunque parecía mentira, esta sería como mucho… la segunda vez que entraba en su casa!


~ ¿Puedo darme una ducha Rogue? – le preguntó su primo y éste le afirmó perdiéndose por el pasillo para buscarle unas toallas.


~ Me quedé allí en el salón a solas con su primo y éste, se lanzó sobre mi muñeca mirando con determinación mi pulsera.


~ Que chula – me dijo y la verdad que me sonrojé un poco, por el simple hecho de que sus dedos estaban acariciando mi mano y no sabía muy bien que pensar de eso ¡supongo que me estaba imaginando cosas donde no las había!


~ Me la regaló mi hermana – le dije


~ Entonces tienes una hermana – me dijo sonriendo.


~ Bueno es mi prima, pero como si fuera mi hermana – le aclaré


~ Entonces igual que como Rogue y yo


~ Sí, supongo que sí – le dije y deseé que Rogue viniera rápido ¡aunque creo que me estaba volviendo un poco paranoico!


Seguro que el chaval no se había dado cuenta de que me estaba acariciando la mano, estaba tocando la pulsera y sus dedos debieron resbalar o algo ¡no podía haberme acariciado! Sonreí ¡me estaba volviendo loco! Dentro de poco acabaría yo mismo internado en ese psiquiátrico.


~ Tienes una bonita sonrisa – me comentó Zeref justo cuando su primo llegaba con las toallas.


No me dio tiempo a contestar nada, ni siquiera a asimilar lo que me acababa de decir. Le vi coger las toallas, girarse para sonreírme y continuar por el pasillo hacia uno de los baños para ducharse.


~ ¿Tú también quieres una ducha? – me preguntó Rogue con esa sonrisa que tanto me excitaba.


~ Si es contigo – le dije sonriendo.


~ Claro que es conmigo ¿Con quién quieres que sea? – me preguntó con ironía.


Rogue me besó con pasión y entre besos y caricias mientras nos íbamos quitando la ropa, acabamos en el baño privado de la habitación de Rogue. La verdad es que no pude evitar reírme igual que Rogue, porque nos íbamos pegando contra todos los muebles en nuestro paso acelerado hacia el baño.


Entramos en la ducha con grandes dificultades, yo incluso acabé empotrado contra la pared con fuerza mientras Rogue seguía devorando mi boca, jugando con mi lengua. Encendió el agua y esperamos en un lateral besándonos hasta que empezó a salir caliente.


Rogue movió la ducha y sentí el agua empezando a caer sobre nosotros. Ahora ya no pensaba siquiera en su primo que estaría en el baño de al lado, estaba centrado en como el miembro de mi pareja rozaba contra el mío provocándome gemidos mientras Rogue besaba mi cuello con fuerza.


~ ¿Así que algo celoso? – me preguntó Rogue sonriendo.


~ Sí – le dije – no quiero que nadie más que yo te toque, quiero ser tuyo y quiero que seas mío.


Rogue sonrió con mayor prepotencia aún si es que se podía.


~ Tú siempre serás mío Sting – me dijo metiendo sus dedos en mi boca para que se los chupase – Serás mío – me dijo intentando excitarme ahora y lo consiguió.


Lamí sus dedos hasta que los apartó de mi boca sustituyéndolos por su boca mientras sentía como entraba uno de sus dedos en mi entrada y me tensé un poco, porque sabía que dolería, pero me aguanté el dolor como pude, me centré en el agua cayendo sobre nosotros, en sus besos que me silenciaban, en su lengua que jugaba con la mía, en su miembro rozándose contra el mío.


Sus besos y mordiscos en mi cuello, me excitaban demasiado ¡y es que el cuello siempre fue mi punto débil! Me hacía cosquillas, me ponía la piel de carne de gallina y me excitaba. No podía evitar gemir y eso que intentaba aguantarme por miedo a que nos escuchase su primo al otro lado de la pared.


Gemí más cuando empezó a aumentar los dedos en mi interior, moviéndolos en círculo intentando dilatarme ¡Creo que era la primera vez que iba a hacer esto, porque en mis antiguas relaciones, siempre era yo el que entraba! Sabía que iba a doler, porque me lo habían dicho y me mentalicé para intentar aguantar el dolor que pudiera venir. Rogue me beso con fuerza justo cuando noté el dolor, notaba como estaba empezando a entrar y grité un poco en su boca sin poder evitarlo ¡ni mentalizarme ni nada! Dolía.


Rogue terminó de entrar mientras ahogaba mi grito en su boca y cuando acabó se detuvo un momento para que me calmase, aunque notarla dentro me daba una doble sensación, en parte me gustaba sentirla, en parte, dolía ¡no podría decir en este momento si me gustaba o no! Desde luego el dolor me decía que esto era la peor experiencia de mi vida.


~ ¿Estás bien? – me preguntó Rogue.


~ Joder – fue lo único que pude soltarle mientras él empezaba a reírse.


~ Lo siento – me dijo – soy un imbécil, debí haberlo hecho con más cuidado


~ Muévete imbécil – le dije sonriendo remarcándole que él mismo se había llamado así.


Rogue me besó antes de empezar a moverse y creo que en algún momento, una lágrima se me escapó por el dolor, pero gracias a dios… el agua de la ducha la camufló de mi pareja. Con el movimiento, notaba mis paredes abrirse y cerrarse intentando adaptarse al miembro de Rogue que entraba y salía una y otra vez. Notaba dolor y tras la sexta o séptima vez, empecé a sentir el placer, justo cuando me acostumbre y mis paredes se abrieron del todo recibiéndole. ¡Ahora mejoraba la cosa… menos mal!


Ahora el que también gemía era Rogue, al que le era imposible contenerse, moviéndose cada vez más rápido, presionando mi espalda cada vez más contra el azulejo de la ducha. Me excitaba escucharle, me excitaba saber que lo estaba disfrutando y desde luego… empecé a gemir yo cuando sus manos cogieron mi miembro y empezó a moverlo. Me agarré a sus hombros y su espalda por no resbalarme y caer, por tener algún sitio al que cogerme, porque sus movimientos cada vez eran más violentos y fuertes, antes sólo entraba y salía, pero ahora entraba intentando alcanzar la mayor profundidad posible y me era imposible no gemir.


Me corrí yo antes que él llenándole toda la mano con mi semen y a los pocos movimientos, Rogue también terminó en mí.


~ ¿Esto es lo que querías Sting? – Me preguntó - ¿Ser sólo mío?


~ Sí – le dije intentando relajarme mientras Rogue me besaba. – aunque no pensé que doliese de esta forma – le dije sonriendo.


~ La próxima vez si quieres, de dejo entrar a tí – me comentó con una sonrisa mientras volvía a besarme – así puedes vengarte de mí por el dolor que te haya causado hoy.


~ Eso suena bien – le dije besándole también.


 


 


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