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El trabajo del destino por MrsKuroUsagi

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Notas del capitulo:

No sé porque pero, en lo personal, me ha gustado este

No había palabras para describir lo fastidioso que se le hacían las luces extremadamente brillantes que atacaban su rostro, sin mencionar los flashes de las cámaras que amenazaban con volverlo un epiléptico. Era como si cada día le molestaran más. Y no solo las luces, si no todo. Últimamente siempre estaba de mal humor. Pero no era su intención, la verdad era que no estaba enojado, si no que deprimido. Sumamente deprimido.

Pero, claro, no podía quejarse. Él mismo se había llevado a esa vida, con esos sueños que tanto deseo cumplir y que, ahora realizados, le fastidiaban la existencia más de lo que alguna vez llego a pensar. No entendía como era que ser un famoso músico le hacía sentir una mierda por dentro. Lleno de sonrisas falsas tratando de agradarle a su fama, lleno de manos tratando de tocarle a su cuerpo o a su dinero. Lleno de frutos que él no quiso jamás cultivar.

Hacía como 8 años atrás era un jovencito castaño de grandes ojos miel lleno de vida y energía, que tocaba su guitarra mientras cantaba en cualquier bar de mala muerte que le pidiera ser parte del entretenimiento en vivo, porque amaba la música y más aún la suya propia. Aquel niño daba todo por ser un cantante famoso y que las personas se deleitaran con sus letras, las cuáles fluían de entre sus dedos sosteniendo un lápiz cada vez que pensaba en una buena manera de crear constelaciones con esos pensamientos sueltos en su mente. Que las personas que oyeran sus melodías encontraran la paz, la alegría o una simple manera de desconectarse de sus problemas. De hecho, su primer sencillo oficial fue titulado “Disconnected”, que hablaba de dejarse llevar por el amor y los buenos ratos. Siempre le gustó esa canción, hasta los días de hoy, pues le pertenecía.

Pero ahora, casi 7 años después, mientras el castaño firmaba un sin fin de discos, libros, posters, con su rostro en él, pensaba que las cosas habían tomado un rumbo demasiado diferente y horrible. Cuando la disquera lanzó al mercado su primer EP, todo le resulto maravilloso. Tenía pocos fans, claro era, pero él sabía que aquellas pocas personas que disfrutaban de su música lo hacían con el corazón y no con una doble y estúpida intención. Estaba feliz con ese logro y, aunque hubiera deseado en ese tiempo ser más reconocido, le gustaba la comodidad de entonces. Pero las cosas se empezaron a torcer cuando esos pocos fans se multiplicaron de una manera increíble en menos de un año debido al nuevo sencillo. No se quejaba, ¿cómo podía hacerlo? Tenía más dinero, más gente en la palma de su mano, más reconocimiento, más peticiones para presentarse hasta incluso en estadios. Estaba feliz. Pero esa felicidad no duró mucho.

-Te amo- le exclamó una rubia que llevaba una playera en la que, supuestamente, estaba su rostro estampado, pero por el busto excesivo de la niña y lo corta que era la camiseta, sus facciones se desfiguraban sobre la tela negra.

Solo le sonrió falsamente y le entregó su cd, ahora autografiado.

No creía en estereotipos, nunca lo hizo, no podía juzgar a alguien por cómo se veía o cómo vestía. Pero estaba demás decir que, con el paso del tiempo, sentía cada vez que menos gente le oía. Está bien, muchísimas personas le escuchaban, pero casi ninguna le oía realmente y él podía sentirlo. El mensaje que realmente quería expresar se perdía en el sonido de plástico que trasmitían las radios y los comentarios tratando de entender la letra que no daban ni cerca con lo que él enserio quería decir. Era como si él estuviera hablando sobre el dibujo de la serpiente que se comía al elefante en El Principito y las personas pensaran que actualmente estaba hablando de una serpiente que se comía a un elefante, como si lo entendieran de una forma tan literal que hasta le daba asco el solo pensarlo.

Era horriblemente deprimente que se estuviera pudriendo en sus propios sueños cumplidos. Era horrible.

Y, por desgracia, al verse mezclado con las canciones sin sentido del momento, sus letras también comenzaron a carecer de este. Ya no tenía ganas de escribir algo importante que podría inspirar a alguien o hasta salvarle la vida a una jovencita suicida, porque, después de todo, ¿acaso alguien entendía la melodía o siquiera la letra? No. Fuera de plástico o no la canción, ya no importaba, la verdad. No podía hacer lo que quería dentro de lo que era lo que siempre deseo. Difícil de explicar. Comenzaba a verse a sí mismo como un muerto viviente.

Eso era en todo lo que podía pensar mientras mantenía su sonrisa falsa y por sus manos pasaban decenas de discos e imágenes que, al ser entregadas, su firma ahora estaba en ellas. Ni siquiera miraba a la gente, sumido en sus pensamientos autodestructivos, pero ya se había acostumbrado a aparentar frente a las miradas curiosas e hipócritas al igual que su actuar.

Casi ni tomó en cuenta al pequeño jovencito de ojos grandes y azules, casi grises, que se paraba frente al escritorio donde estaba sentado para la firma de autógrafos, aunque no pasó por alto su rostro nervioso y sus ojos vidriosos por la emoción cuando el niño le entregó una copia de su primer EP para que la firmara.

Unas ojeras casi tan grandes como sus propios ojos decoraban estos últimos, haciéndole pensar qué tanto habría viajado hasta el lugar donde se realizaba el evento solo para obtener un garabateo en plumón negro de su cantante favorito. No le importó realmente y siguió con lo suyo, pero el tiempo pareció detenerse a su alrededor cuando oyó la voz dulce, un áspera por el cansancio, y bajita del chico azulino.

-T-tú… tú salvaste mi vida- musitó, sintiendo que en cualquier momento se derrumbaría y no estaba seguro si la causa era la emoción de estar frente a su ídolo, el cansancio derrochado en horas de viaje en una patético bus de mala calidad o la adrenalina que corría por sus venas al poder pronunciar esas palabras que llevaba guardándose desde que escuchó “Disconnected” una tarde lluviosa, antes de poder saltar de la azotea del edificio donde trabajaba su padre.

Por su parte, el castaño no iba a elevar la mirada, ni de broma. Había casi terminado de autografiar el disco, pero al oír aquellas palabras, poco comunes para él, pero cargadas de sentimientos, algo en su interior se removió. Emociones encontradas pugnaban por salir violentamente y sabía que si elevaba la mirada se dejaría vencer. Pero quería ver los profundos y grandes ojos azules para buscar en ellos la razón, el origen y la historia de las palabras del chico. Creía que alguien, hace mucho tiempo, le había dicho lo mismo y le agradeció aquello, pero en ese caso, por alguna razón, era diferente. Tal vez sería porque, de cierta forma, estaba esperando que alguien le diera un empujoncito a seguir haciendo lo que le gustaba sin importarle nada, tal vez era porque sabía que esas palabras eran más extensas de lo que se escuchaban, incluso tal vez era porque se le pasó por la cabeza la idea de que ese pequeño azulino parado frente a él sabía que necesitaba ayuda en esos momentos; pero el castaño entendía que un simple “gracias” no era respuesta a esa declaración. No ahora.

-No- negó ligeramente con la cabeza, y el fanático pensó por un momento que había metido la pata y que el músico se habría enfadado por su comentario, de alguna forma, irresponsable –Tú salvaste la mía, pequeño- sonrió, por primera vez en años de forma sincera, mientras le tendía de vuelta el antiguo EP en las delicadas manos de su fan.

Pasaron cerca de 30 segundos antes de que el castaño quitara por fin la mano del disco y escuchara un poderoso “siguiente” salir de la garganta de unos de los cuatro guardias que cuidaban el escritorio, mientras otro hacía bajar de la tarima donde se encontraban al chico de ojos azules y un tercer guardia dirigía al siguiente fanático cerca del famoso ojimiel.

Estaba temblando cuando bajo de la tarima y aún lo hacía cuando estaba a las afueras del centro comercial donde se realizaba el evento de autógrafos. Una mano cubría su boca y sentía unas cálidas pequeñas lágrimas correr por sus mejillas. Creía que en cualquier momento todo el peso, cansancio, dolor, felicidad, emoción, nervios y adrenalina acumulada en su cuerpo le harían caer sobre sus rodillas al suelo pero, para su suerte, no lo hizo. Aunque estaba congelado en su lugar, tratando de respirar correctamente.

Su lado pesimista le gritaba que no lo había dicho enserio, que esa era la misma respuesta que le daba a todos. Que lo había dicho por cortesía, que él no era el héroe en esa vida, tal vez en otra, pero no en esa. Su lado pesimista estaba tratando de convencerlo de que no era alguien especial, que era él el personaje débil de la historia y que esa hermosa sonrisa no era nada más que la fachada que siempre mostraba su ídolo. Pero, por la forma en que latía su corazón y el buen sentido común que aún poseía, podría hasta jurar que las manos del hombre de ojos color miel habían estado temblando incluso más que las suyas. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer~~


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