Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Secretos de sangre por kazukichanlove

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola hola chicas ¿Cómo están?

Les traigo el nuevo fic que les habia prometido espero y sea de su agrado.

Un aviso: pausare temporalmente la secuela de la rosa de britannia para acabar la loca familia de mi novio y despues continuarla. 

Pongo las parejas que estaran en este fic

Julius-Andrea

Suzaku-Lelouch

No me extiendo como verdolaga asi que a leer!!

Britannia, conocido como el imperio más grande  del mundo que haya existido en la historia. El imperio que posee un gran número de naciones bajo su ala y hogar de la dinastía más grande de la tierra. El imperio más poderoso, y el cual está lleno de intrigas y secretos en los cuales yo tanto me empeño en descubrir. Pero es como si tratase de encontrar una aguja dentro de un pajar, un grano de arroz entre un mar de granos de maíz. Posible pero imposible.  Algún día lo descubriría, algún día. Soy una persona terca y necia que cuando tiene algo en mente, no se detiene ante nada ni nadie hasta conseguirlo.

Dejaré eso de lado por un momento, luego le retomaré. Ahora me enfoco en el presente y dejaré mis dilemas mentales. Moví mi pieza en el tablero de ajedrez  con la jugada que aseguraba mi victoria.

r13;Jaque mate.

—No puede ser, Julius, creí que sería mi oportunidad perfecta para ganarte.

Pero ahora, dejando mis dilemas de lado, centrémonos un poco en el presente donde yo: Julius Ki (N.A: poniéndole las iniciales de Kingsley de su otro apellido para más original.) Britannia, sexto príncipe imperial de Britannia, se debatía en una partida de ajedrez con V.V Ni Britannia, mi muy querido tío en los jardines del palacio imperial de Pendragón.

Simplemente no pude evitar reír de manera suave sabiendo que esa parte jamás seria cierta: nadie me ha ganado en el ajedrez, en mi juego maestro.

—Jamás podrás ganarme, tío, el ajedrez es mi pasión y es mi mundo. – sonreí de manera suave y a la vez un poco arrogante agarrando elegantemente la copa de vino y dirigiéndola a mis labios para beber un poco.

—Por supuesto, Julius, yo mismo te enseñé y muy pronto me superaste.- mi pequeño rubio tío de estatura pequeña y ojos rosados me imitó solo que el licor del cual él bebía era un muy fino whisky- No hay nadie quien haya podido vencerte.

—Eso lo sé, y no creo que ningún humano pueda hacerlo.

— ¡Julius! ¡Cerecita sexy! ¡Mi precioso zorrito!

Gruñí haciendo una mueca expresando mi molestia ante esos detestables motes con los cuales mi odioso y a la vez querido hermano Clovis La Britannia, el tercer príncipe imperial, se dirigía a mi persona. El tío V.V y yo volteamos a ver al rubio de ojos azules eufórico el cual corría haciendo que el protocolo quedara por los suelos y agitando sus brazos como si fuese ave en pleno vuelo a punto de abandonar el nido. De pronto me vi en sus brazos dándome vueltas como si fuese una muñeca emitiendo chillidos nada decentes.

— ¡¿Podrías bajarme, Clovis?! ¡¡Me estoy mareando!!

—No te pongas así, mi zorrito, te pondrás muy feo y eso no ayuda a tu imagen.

Gruñí de nuevo mientras me bajaba al suelo y de pasó le pisaba por su osadía. Odiaba cuando me llamaba por esos sobrenombres estúpidos, y el peor de todos era cuando me llamaba “zorrito”.

—¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así?- siseé sentándome de nuevo y guardando las piezas de ajedrez dentro de su misma caja para posteriormente darle un manotazo cuando intentaba tocarme.

—Pero mi hermoso zorrito, me es imposible no llamarte así. Tú- no supe en que momento pero se situó detrás de mí sujetando mi cintura con galantería y colocando su cabeza en el hueco de mi cuello- el príncipe de Britannia  quien es el favorito del emperador y cuya belleza supera a la de la propia emperatriz, siendo el objeto de muchas habladurías y despertando muchas envidias entre las damas del imperio. Conquistador con una mente brillante y una belleza deslumbrante. Oh, Julius, tienes a toda la corte comiendo de tu mano, con una sola orden que salga de tus dulces labios tendrás a todo el mundo a tus pies. Me tienes a tus órdenes, mi amado príncipe, Julius Ki Britannia, el zorro de Britannia.

Así era conocido: el zorro de Britannia era mi mote. Esto por mi fama de estratega lo cual hizo que el imperio creciera en un corto lapso de tiempo. El emperador, mi padre, estaba tan satisfecho con mi labor ante lo cual me nombró su mano derecha y estratega principal del imperio. Pero eso es lo de menos, ahora tendría que lidiar con este bufón.

—¿De dónde sacaste ese monologo tan adulador y tan cursi?- reí acomodando mis manos sobre las suyas las cuales comenzaban a hacerme leves cosquillas en el vientre.

—Acepta mis palabras, Julius, soy el único varón aparte del emperador y de Schneizel que puede estar tan cerca de ti y poder cortejarte. – Me giró sonriendo con galantería dándome una vuelta y apegándome a él sin soltarme- No todos los días puede estar un mortal ante un ángel de extraordinaria belleza.

—¡Oh, basta Clovis! ¡Deja tus mañas incestuosas en contra de Julius!

Tío V.V le lanzó una pieza de ajedrez, una torre blanca, que atinó justo en la cabeza de mi rubio seductor. Este chilló sobándose la parte adolorida luego de soltarme de manera rápida.

—También tengo unas cuantas dulces palabras para ti, tío V.V.

—Preferiría que te las guardaras, Clovis- claro, la sonrisa siniestra de mi tío logró amedrentar a Clovis haciéndolo tragar saliva. –Veo que eres más sensato, sobrino.

—Por supuesto, soy tonto más no estúpido. No soy capaz de enfrentarme al demonio de Britannia y saber que moriría a la primera.

Bueno, con lo de los motes no iba solo: si yo era el zorro de Britannia el tío V.V era el demonio de Britannia. Esto por su fama como estratega en especial en el ámbito de la ciencia y el espionaje. Él era la mano izquierda del emperador y yo la derecha.

—Que bien que seas tan sensato a la hora de pensar, Clovis, por eso eres mi sobrino varón preferido.- rió mi tío alisando sus largos y sedosos cabellos rubios mientras se estiraba como un gatito pequeño en lo que yo terminaba de guardar mi juego.

—A propósito, Clovis, ¿Para qué nos buscabas?

—El emperador requiere su presencia en el salón, hermanito, el primer ministro Genbu Kururugi ha arribado y  éste tiene importantes asuntos que discutir contigo.

Asentí y tanto tío V.V como yo nos fuimos de manera rápida en dirección del salón principal del palacio, por el camino nos topamos con dos de mis hermanos: Schneizel y Cornelia. El primero es el segundo príncipe de Britannia y la segunda está en la misma categoría. No les saludé de palabra únicamente con un cabeceo algo tieso obteniendo la misma respuesta: ambos me odian-eso creo yo- debido a que a pesar de ser menor que ellos- tengo actualmente 16 años, Schneizel tiene 20 años y Cornelia tiene 19 años- estoy por encima de ellos en posiciones gubernamentales. Me tienen envidia, y muy justificada, por ser el hijo favorito del emperador. Pero no es mi culpa que mis acciones sean apreciadas por el emperador. Aunque Schneizel también sea estratega, su visión al momento de tomar las decisiones es un tanto egoísta y Cornelia toma decisiones demasiado arrebatadas sin pensarlas realmente. Por ello no siempre obtienen la atención del emperador.

Llegamos al mismo tiempo y vimos al emperador sentado en un amplio sofá junto a mi madre, Charles Zi Britannia y Marianne Vi Britannia, junto al primer ministro Genbu Kururugi- un hombre apreciado por mí- y a Atsushi Sawasaki- uno que no puedo ver ni en pintura- sentados y bebiendo té con galletitas. Al vernos se pararon y el ministro Kururugi se aproximó a nosotros después de saludar a mis tres hermanos mayores.

—Su alteza V.V, que alegría verle de nuevo- el ministro tomó una de las manos de mi pequeño tío, después de que ambos se reverenciaran mutuamente, y depositó un suave beso en el dorso.

—Lo mismo digo, primer ministro, me alegra que hayan arribado con seguridad a Pendragón.

—Príncipe Julius, es un placer estar ante vuestra presencia nuevamente- repitió el mismo gesto conmigo en lo que yo le dedicaba una cálida sonrisa.

—Estoy feliz de tenerle de nuevo en el palacio, primer ministro.- mi sonrisa ahora se tornó hipócrita y tan falsa como la cara del ministro Sawasaki- Le saludo también, ministro Sawasaki.

—Le extiendo mis saludos, su alteza- me devolvió de la misma manera: ese maldito me odiaba con toda su alma y le devuelvo los sentimientos con la misma intensidad. Era bien sabido que no me toleraba ya que aún me consideraba un chiquillo insignificante y altanero, yo lo consideraba un viejo prepotente y amargado,  pero me divertía mucho cuando le humillaba de manera impecable.

—Julius, te noté un poco tenso en el desayuno ¿Está todo bien?- mi padre, el emperador, alargó su mano tomando la mía y besando levemente mis nudillos como ya era su costumbre.

—Está todo bien, emperador, solo era un simple malestar.- recordé ello y únicamente me dolía la cabeza y por consecuencia tuviera náuseas y nada de apetito- Ya me siento mucho mejor.

—Aun así prefiero que venga el medico a examinarte, no quiero que este malestar se convierta en uno peor.

Bufé en señal de protesta aunque no me sirviera de nada: si bien tenía cualidades también tenía unos cuantos defectos entre los cuales estaba mi salud tan frágil que suelo enfermarme seguido. He visto más veces al médico que tío V.V hubiese viajado a Praga, y eso que él viaja seguido allá.

—De acuerdo, pero solo lo haré para que te quedes más tranquilo.

—Yo lo acompañaré, Charles- el tío V.V se acercó a nosotros obteniendo una mirada de agradecimiento por parte de este- y sería preferible que vea al médico antes de la merienda.

—Te lo agradezco hermano.

—Entonces, vete a descansar Julius, puedo hacerme cargo perfectamente de esto en lo que Charles atiende a los demás ministros- habló por primera vez mi madre la cual sonaba un poco molesta y con ansias de que me fuera. La verdad no la entiendo, nunca nos hemos llevado bien ya que está muy metida en su papel de emperatriz que ignoraba totalmente el papel de madre. De hecho ni la quería como madre, nunca lo fue solo nada más para parirme. Quien me había criado desde que había nacido fue mi tío V.V.

Pero no le iba a dar el gusto de marcharme, por supuesto que no. Sonreí zorrunamente logrando un gesto de molestia en mi madre.

—No me iré a descansar: tengo importantes asuntos privados que debo discutir con el primer ministro y no puedo postergarlos- después de que el emperador soltara mi mano, y después de esta acción mi madre rápidamente tomara su brazo, me acerqué al mencionado primer ministro al cual le extendí mi brazo para que me entendiera a la primera y lo tomase con delicadeza- Primer ministro, ¿Sería tan amable de acompañarme a los despachos para discutir estos asuntos en privado?

—Será todo un placer, your higness, además que he cumplido con los encargos que me fueron encomendados por usted y por su tío.- el primer ministro extendió su otro brazo y mi tío lo tomó- Tengo unas propuestas interesantes que hacerles.

 

 

—De verdad me siento bien, no era necesario que hicieran venir al médico.

—No discutas, Julius, y entiende que únicamente me preocupo por ti ya que tu no lo haces.- siseó dándome una mirada llena de reproche- Te lo advertí, y no quisiste hacerme caso jovencito.

—No lo quise hacer, tío V.V, no quería preocuparte.

—Más me preocupas al no decirme, Julius, únicamente quiero lo mejor para ti. Aunque a ti te valga un cuerno tu salud, a mí no y por eso lo hago, por tu bien.

A veces me preguntaba quién era más sobreprotector conmigo: si el emperador o mi tío V.V. El último y yo estábamos en mi alcoba esperando la llegada del médico para que me examinara y yo como siempre estaba molesto ya que no me gustaban las visitas del médico únicamente cuando era estrictamente necesario. Me paseaba nervioso por mi alcoba dando vueltas como un león en una jaula, había dos personas a las cuales les tenía mucho miedo: a mi tío V.V cuando estaba molesto y a mi médico. Siempre que venía me recetaba enormes submarinos que se hacían llamar vitaminas además de que me soltaba la cháchara de que debía tener una vida menos estresante.

— ¿Por mi bien? El doctor únicamente me llenará de pastillas y me soltará el discurso de que debo dejar mis obligaciones y cuidar mi salud.

—Julius, en cierto modo el doctor tiene razón: eres un joven de solo dieciséis años y ya cargas con una enorme responsabilidad; le dedicas la mayor parte de tu tiempo a las obligaciones del imperio y esto te ocasiona un estrés muy grande.- suspiró terminando de trenzar su cabello y de darme una mirada de reproche- Te he visto tomar analgésicos con frecuencia y también he notado que no te alimentas correctamente. Tienes que ser más comprensivo contigo mismo y no sobre exigirte demasiado.

—Pero tío V.V  no puedo…

Unos leves golpes en la puerta me interrumpieron y tío V.V murmuró un suave adelante acomodándose en el sillón. La puerta se abrió dando paso al doctor de la familia imperial: un hombre alto, rubio de profundos ojos azules y piel bronceada. El doctor en cuestión se llama Demetriane Weinberg, es un noble britannian favorecido por mi tío V.V- en realidad son amigos como uña y mugre- y tiene treinta y cinco años. Amable pero terrible en cuanto pasa a su faceta de doctor.

—Buenas tardes,  your higness, es un grato placer verles de nuevo- el rubio doctor posó su mirada fija en mi haciéndome sentir muy pequeño por lo penetrante que era- por lo visto usted no está muy feliz de verme, príncipe Julius.

—En la calidad en la que viene: no, si le soy honesto- me senté en la orilla de mi cama buscando algo interesante en mi habitación huyendo de sus escrutadores ojos azules- Debería traer a Johannes (su esposo)  y al pequeño Gino (su hijo): hace mucho que no tomo el té con él y también que extraño al nene.

—Los traeré pronto si usted coopera con las revisiones.- puso su maletín en la mesita ratona que estaba cerca de mi cama- Se cuánto las odia pero no hay otro remedio. Vamos, alteza, de esta consulta depende algo.

— ¿De qué depende?- suspiré mirándolo con sospecha y en lo que él se colocaba el estetoscopio en los oídos y me hacía ademan de desabrochar mi camisa.

—Depende de cómo salga: si resulta enfermo mi discurso será algo pesado.- puso el estetoscopio en mi pecho y con su mirada me pidió silencio.

La revisión continuó sin precedentes, desde mi tensión arterial abarcando todo lo demás. Todo iba bien, según yo, hasta que sacó un aparatito sospechoso, y desconocido para mí, para después tomar mi dedo índice sin previo aviso y pinchármelo. Cogió una gotita de mi sangre en una tirita y la metió al aparatito ese el cual emitió un pitido. El doctor vio en la pequeña pantallita para después dedicarme una mirada de mucho reproche.

— ¿Ahora que hice?

—Your higness, ¿Sabe acaso lo que significa el número 63 en la escala de glucemia?- me mordí los labios sabiendo que ello no era bueno y de reojo vi a mi tío V.V cruzarse de brazos luciendo algo molesto.

—No tengo la menor idea.

—Significa que su azúcar en la sangre está muy baja. Anudándole que tiene niveles bajos  de presión y demás pruebas físicas, ya tengo una leve idea de lo que le está pasando.

—Aquí vamos de nuevo- gemí tapándome el rostro con ambas manos y el doctor me las quitó lentamente para volver a regañarme usando todo a su alcance.

—Pues sí vamos de nuevo: en los exámenes salió bajo. Puedo notar a leguas de distancia que usted está demasiado tenso: tiene unas nada atractivas ojeras debajo de sus ojos, se ve algo bajo de peso y su envidiable bronceada piel ahora luce pálida con tintes de muerto. ¿Cuántas veces le tengo que repetir que debe cuidar su salud? Aún es muy joven, y ya tiene problemas de salud tan fuertes como los de una persona estresada de cuarenta años.

—Bueno, es normal si me estreso.

—Pero no tiene cuarenta años, ¿O sí?- me sonrió de manera en la cual me ganó la partida- Tiene que relajarse más: este trabajo le absorbe prácticamente toda la atención, no le da tiempo de hacer otro tipo de actividades ni de alimentarse correctamente. A este paso terminará calvo, en los huesos y con un suero de por vida.

—No tiene que irse a los extremos, doctor.

—Tratándose de usted, si lo hago-  resoplé molesto cruzándome de brazos a lo que él rió- No se moleste, únicamente me preocupo por usted. Es muy joven para que ya empiece a tener ese tipo de problemas, de por si su salud ya es frágil. Your higness- se giró hacia donde estaba mi tío V.V y le hizo señas para acercarse- le pediría que lo vigile con extremo cuidado, que coma bien y que descanse: le doy pauta abierta de usar los medios posibles en caso de que desobedezca mis órdenes.

—Estoy de acuerdo contigo, Demetriane, y deja de llamarme your higness.

—¡No confabulen en frente de mí!

—Ahora si tendrá toda mi atención, your higness, porque aquí viene lo bueno- la sonrisa tétrica del doctor me dio escalofríos- es mi lista de indicaciones médicas: tiene que reposar por tres días consecutivos, puede volver al trabajo pero bajo la supervisión de su tío y él no dejará que se fatigue- bufé indignado y mi tío lo hizo satisfecho- lo siguiente que hará es alimentarse bien, le daré la dieta a su tío junto con sus “amadas” vitaminas. Nada de saltarse las comidas, malcomer, y sobre todo: nada, absolutamente nada de café ni bebidas energéticas- ahogué un grito mirándolo con reproche- y además de que debe hacer ejercicio que sea adecuado para usted: debería probar con la natación, yoga e incluso con la gimnasia. Necesita algo que lo distraiga, y nada de jugar al ajedrez: ejercite el cuerpo, que su cerebro ya está sobre ejercitado. 

—Ahora me tocó una penitencia menor que en la otra ocasión- reí suspirando pero no contaba con la astucia del doctor. Ese hombre sí que da miedo.

—¿Quién dijo que ya había acabado? No, aun no. La “penitencia” como usted la llama aún no termina: primero le haré unos análisis de sangre y de ahí dependerá la segunda parte de su “penitencia”.

Gemí bajito cuando me sacó la sangre, y pude ver un gesto de burla en su mirada. Me había ganado esta vez, pero solo esta vez. Se marchó a los pocos minutos prometiendo una visita en son de paz y trayendo a su familia. Lo bueno porque si no soy capaz de esconderme hasta en las mazmorras del palacio.

Tío V.V se marchó después de checar que me tomara mis vitaminas y que comiese algo ligero, después me di un baño ligero y me puse un pijama de seda de dos piezas para poder dormir con comodidad. Di muchas vueltas a la cama sin poder conciliar mi sueño sin poder lograrlo, estaba algo tenso.

Me levanté quedándome sentado en mi cama sin encender las luces y únicamente con la iluminación que me ofrecía la luna me puse a pensar en algunos aspectos de mi vida y que resonaban en mi mente: ¿Acaso le dedicaba toda mi atención al imperio y de plano ignoraba mi vida personal? ¿Qué clase de persona estaba siendo?

En cierto punto tenía razón el tío V.V: soy muy joven y debo dedicarme a otras cosas y no todo el tiempo estar pensando en estrategias para mejorar el imperio. Hace unos días estuvo hablándome acerca de que estaba en edad de ser cortejado y que varios nobles ya tenían puesta la mirada en mí. Esa vez le rechacé puesto que me encontraba sumergido en los asuntos del imperio que no le presté la debida atención.

Me lo he preguntado seriamente: ¿Alguna vez seré capaz de sentir amor por alguien? ¿Seré capaz de encontrar a una persona que me ame? ¿Podré amar?

Ahogado por esos pensamientos, salí de mi cama velozmente y salí al balcón donde la brisa fresca me golpeó el rostro logrando despejar mi mente. Miré la noche llena de estrellas y cuya luna brillaba intensamente. Me aferré con fuerzas al borde del barandal dejando salir un poco mis emociones, quería encontrarle respuestas a esas incógnitas que tanto agobiaban a mi corazón, quería ser capaz de tantas cosas pero no podía.

—¿Por qué la vida es tan compleja?

Musité recargándome en el barandal y miré el horizonte maravillado por la hermosa vista nocturna que me ofrecía el balcón de mi habitación en el palacio de Pendragón, quería divagar con otras cosas pero mi mente se aferraba a dejar ir esos pensamientos. Malditas sensaciones, no sé porque las tengo. Yo que siempre me he considerado una persona de mente fría y calculadora ahora estoy comportándome como una persona ilusionada y tonta. ¿Pero qué estoy diciendo? Esto no está bien. Yo no soy así.

Esto resultó peor. Debería irme a dormir y no estar en el balcón divagando. Me dispuse a regresar a mi cama pero en un instante una mano me cubrió la boca mientras que otro brazo me sujetó con fuerza. Traté de gritar y de soltarme pero era en vano: no tenía muchas fuerzas a comparación de mi captor. No podía dejar de moverme y en un momento inesperado di una certera patada en una mesita la cual tenía un jarrón y este cayó al suelo haciéndose añicos al igual que produjo un estruendoso ruido. Sentí mi boca liberada pero no alcancé a gritar cuando un puño impactó en mi rostro empujándome con fuerza hasta que me estrellé en mi espejo y los trozos de este cayeron al suelo junto conmigo. Sentí un punzante dolor provenir de mi cabeza al igual que en mi hombro y no ignoremos el golpe en mi rostro; un líquido espeso comenzó a escurrir por mi cabeza y cayendo por mi rostro desde varios lugares y hasta en mi nuca sentí ese líquido: era sangre, no había otra opción.

Escuché a ese extraño maldecir y traté de levantarme pero me encontraba demasiado mareado como para poder hacer algo. Terminé de caer al suelo sintiendo mi vista ponerse  cada vez más borrosa, intenté alargar mi brazo para mover algo siendo incapaz de hablar por el dolor pero todo estaba lejos de mi alcance. Escuché un clic y con mis últimas fuerzas alcé un poco la vista para ver a mi agresor y lo último que alcancé a ver con la luz de la luna fue la punta de una pistola la cual apuntaba directo hacía mi sin titubear ni un solo instante.

En medio de esa terrible oscuridad solo se escuchó un disparo.

                          

Notas finales:

¿Qué tal? No olviden dejar sus tan ansiados comentarios y nos leeremos proximanente.

Esta vez no dejo adelanto y será para el próximo cap.  ¡No se lo pierdan!

Próximo capitulo: Un knight para Julius 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).