Al voltear a verte, unas ganas inhumanas se apoderaban de mi, besar esos labios rosados, un tanto finos, era mi sueño anhelado, besarlos, pero no, no salvajemente, no, todo lo contrario, besarlos delicadamente como si de cristal se tratase, con mi lengua delinear esa hermosa boca tuya, cerrar mis ojos para no ver tu expresión y conforme el tiempo pase y el aire quisiese hacer su solemne presencia me separaría, sin soltar tus mejillas ni abrir los ojos, esperaría un golpe, que, tal vez jamás llegase y eso anhelaba mi corazón, al ver que un golpe jamás llego abriría los ojos delicadamente y vería tu expresión, una sonrisa y tus mejillas sonrosadas, me aria sonreír a mí, a mi corazón, a mi alma y te diría las palabras que me costaban un esfuerzo sobre humano lograr decir.
-Te amo y no me avergüenza decirlo-. Aun sin soltar tus mejillas te daría un casto beso.
-Yo también...
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-Joven Mello-. Una voz me saco de mi ensoñación.
Lógico. Eso solo había sido un sueño.
Una lágrima cayó por mi mejilla.
-Joven Mello, ¿Está usted bien?-. Dijo el profesor.
-Si solo es cansancio.
-Ok, será mejor que vaya a su habitación, ¿Quien es su compañero?
-Matt-. Susurre.
-Ok, joven Matt me haría el favor de acompañar a Mello-. El asintió de manera que salimos del salón camino a nuestro cuarto.
¡Carajo! Que el mundo estaba en mi contra, quería estar SOLO.
¡Maldito seas, Mail Jeevas! ¡Maldito sea el día el que naciste! ¡Maldito sea el día en que Roger te trajo! ¡Maldito sea el día en el cual te conocí! ¡Maldito sean tus ojos, tus labios, tu cabello, maldito todo tu! Pero... ¡Maldito sea yo en el momento en el cual yo me sucumbí a tus encantos!
No me di cuenta en qué momento llegamos a la habitación, choque con Matt y trastabille pero el actuó más rápido, me tomo de la mano y jalo de manera que choque con su cuerpo y caímos, por supuesto yo encima de Matt - maldito universo - el me tomo de la cintura y comenzó a reír, abrí los ojos como platos y escondí mi cabeza en su pecho y las lágrimas no tardaron en hacer su aparición.
Un momento después Matt dejo de reír y levanto mi mentón.
-¿Qué ocurre?-. Me pregunto con una tímida sonrisa en los labios pero sus ojos de notaban preocupación y explote.
-¡Maldito perro Estúpido!-. Grite pero él no se sorprendió ante mi insulto-. ¡Eso eres, un maldito perro idiota!-. Entre a la habitación y azote la puerta, me dirigí al baño y me encerré.
Ahora sí, deje que las lágrimas salieran y que mis gemidos se oyeran, descargue lo que hace tiempo tenía que salir, pasó un buen rato antes de que dejara de llorar.
-Mello-. Se escucho al otro lado de la puerta.
-¡Déjame!-. Grito mi boca pero realmente lo que quería decir era no me dejes, demuéstrame que me quieres, no te vayas.
-No te voy a dejar-. Mi corazón salto con las palabras dichas-. Primero moriría antes de dejarte.
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Después de mi respuesta pasaron varios segundos, hasta que por fin se escucho el clic del pasador, me pare y al entrar me encontré con un Mello que jamás me imagine encontrar: un pequeño niño indefenso, triste y solitario, sonreí con ternura, me senté a un lado suyo y lo abrace, después de unos minutos el rompió en llanto y lo aferre más a mi cuerpo.
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Pasaron los segundos y los minutos, incluso horas pero la diferencia era que ahora solo se oían unos ligeros sollozos de parte del rubio.
-He de parecer un débil-. Dijo el rubio y soltó una ligera risita, paso su antebrazo por sus ojos pero una mano lo detuvo.
-No-. Dijo el pelirrojo con un semblante serio mientras pasaba sus pulgares por las mejillas del otro y limpiaba las enormes gotas amargas que hace unos momentos habían salido por esos ojos azules-. Las personas no lloran porque son débiles, si no porque fueron fuertes durante mucho tiempo.
Se sumieron en el silencio y se pudo escuchar el cantar de los grillos.
-¿Qué ocurre Mello?-. Dijo Matt aun sin dejar de acariciar sus mejillas-. Desde hace semanas has actuado demasiado extraño, me preocupas.
-¿Quieres saber qué me pasa?-. Dijo Mello decidido, el pelirrojo asintió-. Tú, tú me pasas.
Mello noto su cara de confusión y grito.
-¡Tu Matt, tú me pasas, eres el único aquí en Wammy que no sea a dado cuenta de mis sentimientos hacia ti!-. El rostro de Matt declaraba incredulidad-. ¡Te amo, perro estúpido! ¡Te amo!-. Las lágrimas volvieron a salir y estas vez Mello se dejo caer debajo de la regadera, distanciado de Matt.
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¿Me amaba?
¡Me amaba!
Justo en ese momento supe que una sonrisa estúpida se extendía por mi rostro, me levante y camine hacia Mello lo tome de la mano pero él se limito a mantener los ojos cerrados.
Lo levante, aunque él era más alto que yo, recargue mis manos en la llaves y me puse de puntillas y le susurre al oído
-Yo también te amo, Willy Wonka-. Y le bese justo en ese momento el abrió los ojos y me observo, empece a alzar mis manos para enredarlas en su cuello pero mi mano resbalo y la llave se abrió dejando que el chorro de agua fría saliera pero eso no me importaba, pase mis manos alrededor de su cuello y el poso sus manos en mi cintura para pasarlas a mis muslos y comenzar a empujar, cuando por fin mis piernas estuvieron enredadas en su cintura y el aire se hizo necesario me separe de Mello y pegue nuestras frentes, le sonreí.
-Te amo MI Willy Wonka-. Dije y le di un casto beso rompiendo el hilillo de saliva que nos unía.
-Y yo a ti, MI perro-. y comenzo a caminar hacia la habitación.