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Chanyeol y Baekhyun. por 2moons

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Notas del fanfic:

[Disclaimer]
Este fanfic se realizó con el único proposito de entretener a quien lo lea.
No se pretende dañar de ninguna manera a ninguno de los artistas que se mencionan.
Tampoco se pretende obtener algún beneficio monetario por el uso de la obra, ni mucho menos ridiculizarla a ella o al autor.
Es mas como un homenaje a una pequeña trilogia que quiero que la gente conozca.
Todos los derechos reservados a sus respectivos autores.

 

Well, Hello.

Este es el primer fanfic que me animo a subir, espero que le des una oportunidad.

Yo se que fanfics asi hay muchos, y pues ¿que puedo decir? Queria unirme tambien, porque:

Amo cuando Baek odia a Yeol.

Amo cuando Yeol ama a Baek.

Dale una oportunidad, please.

*Será demasiado cursi, asi que no me hago responsable de diabetes o algo similar.*

 

P.D.: Dedicado a quien lo leyó antes que nadie, Luhana que me animo diciendo que le agradaba. Gracias.

Notas del capitulo:

Bueno, aqui esta el primer capitulo (estoy nerviosa).

Espero sea de tu agrado.

 

Este capitulo es mi favorito.

 

 Chanyeol amaba a Baekhyun.
Su dulce risa, que lo hacía sentir que volaba en el cielo.
El cómo sus mejillas regordetas sobresalían si mostraba su sonrisa resplandeciente, iluminando al más gris de sus días.
Ese infantil puchero que dejaba ver cuando algo no salía como él quería, que  simulaba que sus labios eran como una jugosa fresa.
Su sedoso cabello rubio, que bailaba a la par de una melodía que Chanyeol creo en su mente, provocados por los movimientos del chico, siempre era el mismo ritmo.
Su melodiosa voz, que gracias al cielo la podía escuchar con mucha frecuencia, pues Baekhyun era muy parlanchín.
Amaba sus ojos sagaces que no dejaban de lado ningún detalle, que se volvían pequeñas lunas al reír y como cambiaban cuando los delineaba, de una mirada dulce y juguetona a una más seductora y provocativa.
Escucharlo tararear alguna melodía cuando llegaba a la escuela y verlo alejarse a la hora de salida con pasos cortos y acompasados, contorneando un poco su cadera.
Chanyeol amaba todo de Baekhyun, pero el rubio no lo sabía.

Baekhyun odiaba a Chanyeol.
Su sonrisa idiota, que parecía que nunca desaparecía, así llegara a suspender algún examen.
Su caminar distraído y arrítmico, tropezándose varias veces en el mismo lugar, el mismo día.
Su largo y desaliñado cabello castaño, parecía que en el había ocurrido una pelea de perros o un pájaro decidió usarla de nido.
Sus estúpidas orejas de duende, las cuales ocultaba con ese nido de liendres, gallinas o sabrá Dios que.
Su nariz delgada y ruidosa al respirar y todavía mas cuando estaba enfermo y sorbía mocos, con una prominencia en el puente, posiblemente de algún golpe.
Sus horribles lentes de pasta negros, que solo acentuaban mas sus ojos saltones.
Su altura descomunal y sus extremidades delgaduchas, parecía un troll gigante y torpe y más con el detalle de las orejas.
Su molestosa voz de ultratumba y su maldita risa escandalosa, que escuchaba siempre en los momentos menos oportunos.
Baekhyun odiaba todo de Chanyeol, pero el pálido chico no lo sabía.

Chanyeol compraba jazmines y las dejaba bajo el pupitre de Baekhyun temprano por la mañana y se iba a pasear un rato por la escuela, esperando que llegaran algunos compañeros.
De lunes a viernes hacía eso en la escuela.
El fin de semana era diferente, por ejemplo el sábado, muy temprano frente a la ventana dejaba la misma flor. Siempre dejaba junto a ellas nomeolvides, además de una nota, a veces extensa y otras, no tanto.
"Tu sonrisa ilumina mi vida."
"Como un jazmín embriaga con su aroma, tu adormeces mis sentidos con tu presencia.”
"Tus labios me recuerdan a una fresa por madurar, ¿su sabor será el mismo?"
"Mi día inicia hasta que te veo, y concluye al terminar la escuela. Mi noche inicia cuando sueño contigo y termina cuando despierto. Los momentos que no estás en mi mente o en mi visión, solo son como un limbo, porque en ese momento dejo de existir."
Y otros tantos aun mas cursis, porque el "idiota" Park descubrió ese lado de trovador cuando conoció a Baekhyun.

Baekhyun se sentía realmente feliz, halagado, no podía creer que el, un tipo común lograra inspirar tanto a otro hombre. Pues era obvio que lo era y a él le tocaría ser como la chica a la que tratan de conquistar con lindos detalles.
Presa de la curiosidad, había días que el rubio trataba de llegar muy temprano al salón pero al entrar se topaba siempre con algunos de sus compañeros y un obsequio bajo su pupitre.
Y lo mismo era el fin de semana, aunque se levantara antes de las 7am, ya se encontraba con las flores fuera de su ventana, bien podría levantarse mucho antes. Podría, si no fuera fin de semana y le pesara en el alma hacerlo, de por si a las 7 era inhumanamente temprano y eso solo lo enternecía mas, había alguien que sacrificaba sus horas de sueño para dejarle un detalle.
El día que descubrió quien era su admirador, su mente se puso a trabajar desde muy temprano. Llego más temprano que de costumbre a la escuela, busco bajo su pupitre y ahí estaba, un pequeño ramillete de jazmines junto a la carta. Dejo sus cosas y salió del salón, no tocaba el regalo hasta la salida, no quería que nadie supiera, era un hermoso secreto que solo compartía con su admirador, era intimo.
Paseaba sin dirección alguna por las instalaciones casi vacías, iba muy distraído e incluso, un poco somnoliento. Pero despertó cuando topó con alguien accidentalmente. Era Yifan, el capitán del equipo de basquetbol, el chico más guapo y popular, alto y de hombros anchos, rubio y de tez clara y con unos hermosos ojos amielados, penetrantes, profundos. Estaba ya en su último año, mientras que Baekhyun acababa de iniciar.
Y estúpidamente, concluyó que era Yifan quien mandaba lindos detalles, era el único que estaba desde muy temprano en la escuela debido al entrenamiento matutino.

Baekhyun lo veía a cada rato, desde temprano, pues el capitán practicaba antes de las clases. Y así como el veía al alto, el basquetbolista lo veía a él, demasiado. Con esa mirada penetrante y avasalladora. Y Baekhyun sudaba al sentirla y desviaba la vista cuando sonreía. Se sentía muy feliz, demasiado.
Lo espiaba desde el roble que quedaba afuera de la habitación del rubio. Permanecía largos ratos inmóvil, esperando verlo con el corazón a punto de salirse de su pecho. Sabía cual era la ventana de su cuarto, era una pequeña con estampas de balones fosforescentes, de cortinas rojas donde colgaba una figura de un panda y en el borde de ella había una maceta con un pequeño cactus.

Si Yifan salía, Baekhyun lo seguía desde lejos. A la tienda de pinturas, donde el chico compraba sus materiales, pues se autoproclamaba un artista; la tienda de libros, Baek se quedaba en las novelas románticas, mientras espiaba a Yifan en el área de deportes, lo seguía incluso al gimnasio... fingía no darse cuenta de la presencia del rubio alto. Le horrorizaba que lo viera, añoraba que lo viera, lo deseaba; con su mirada amielada y penetrante, como si quisiera descubrir los mas recónditos secretos de su corazón. Profundos y penetrantes como esas notas que dejaba frente a su ventana o bajo su escritorio.

Chanyeol descubrió que Baekhyun seguía a Yifan. Pero el no descubrió a Baekhyun; y Baekhyun no descubrió a Chanyeol.
El castaño seguía al pequeño rubio hasta el roble, hasta la tienda de pintura, incluso a la tienda de libros. Sin embargo, no entro al Gimnasio, no tenia caso ir y hacer solo el ridículo porque, bueno, Chanyeol no era alguien "muy" atlético, su estado de salud no lo permitía, pues era asmático.
Pero el chico se negaba a aceptar la situación, aunque desde la primera vez entendió todo. Entendió que Baekhyun creía que los detalles eran de parte de Yifan, sus cartas, sus jazmines, todo de ese gorila idiota. Y él no existía, Chanyeol no era nada, absolutamente nada. Podría ser una ventisca gélida en una mañana de invierno y nadie lo notaria.

Para Chanyeol, Yifan era un imbécil, una bestia, un orangután zopenco, basura, simple basura. Yifan tenía una cabellera rubia y abundante, espalda ancha y bien formada, una tez blanca mas no pálida, una sonrisa seductora y brillante, como las de los famosos en las revistas del supermercado.
Además, era dos años mayor, tenía el pecho bien formado y trabajado, alto, aunque Chanyeol tenía casi su altura, el era más bien enclenque y flacucho, pálido como la harina y con anteojos horrendos. Y su mirada amielada y brillante, seductora, profunda, parecía que sus ojos se clavaban como dagas en todo lo que veía, ¡demonios! Injusto, completamente injusto.

Chanyeol perdió el apetito. Ni el galbi que su papá preparaba las tardes del sábado, ni cuando su hermana le traía una orden de tonkatsu, luego de que ella comiera con sus amigas. Ni siquiera cuando su mamá preparaba lasaña con langostinos en ocasiones especiales. Nada se le apetecía.
Dejo de tocar la batería y ahora solo se sentaba en el sofá de su habitación, completamente a oscuras y tocaba acordes con su guitarra acústica, Bad day de James Bunt, ni siquiera cantaba, en ese momento no tenia voz para eso.
No dormía ni un poco, sus noches las pasaba postrado en el sillón frente a la ventana, hundiéndose más en la melancolía, mientras contemplaba las solitarias calles, iluminadas por las tenues luces amarillas de los faroles. Parecía que el tiempo no pasaba por esas frías calles y el sentía que su tiempo no pasaba, que su alma estaba suspendida en el espacio, que estaba en un estado de coma, del cual parecía que no saldría nunca.
A Chanyeol se le abultaron sus ojos por la falta de sueño, su piel ya de por si pálida, se volvió casi translucida, casi parecía que la suave luz de la luna lo traspasaba. Su cabello castaño, se volvió opaco y seco, tanto que le picaba la frente o sus orejas. Le daba un aspecto sucio y enfermizo.

Baekhyun también perdió el apetito; Yifan ni lo notaba. Nada lo hacía comer ni un poco, ni cuando su hermano lo invitaba a comer las hamburguesas que antes lo hubieran enloquecido. Ni el Kimchi de la abuela que preparaba el fin de semana, solo porque a su nieto le gustaba. Ni siquiera cuando iba a algún buffet de Chinatown con sus amigos.
Ya no mostraba su contagiosa sonrisa, en el aikido solo recibía golpes, no era capaz de responderlos o si quiera de hacerse a un lado.
Pasaba sus tardes fingiendo estar enfermo y se encerraba en su habitación, hundiéndose entre las cobijas, como si deseara perderse en ellas y no ser encontrado nunca, mientras comenzaba a cantar "porque tuviste un mal día, estas teniendo un bajón, cantas una canción triste..." y se ahogaba entre su miseria y lagrimas. Solo se levantaba por las noches, salía a su balcón y contemplaba las copas amarillentas de los arboles, que danzaban a la par de una triste melodía, junto al frágil destellar de las estrellas; y contemplaba también, a los perros solitarios que vagaban en busca de un lugar donde resguardarse de la noche fría, frío como el que había en su corazón.

Chanyeol buscaba a Baekhyun en el patio de la escuela, siempre. Pero el rubio siempre lo ignoraba, estaba ocupado en otras cosas como para notarlo.
El castaño encontró una falsa cura para su mal de amores: las golosinas. Compraba galletas, helados, chocolates, frituras, caramelos, chiclosos y otras tantas, haciendo que en pocos días su rostro se llenara de barros.
Estaba en clases físicamente, pero su mente divagaba. Respondía los exámenes sin razonar las preguntas, hacia sus trabajos sin fijarse que nunca ponía el nombre.
No tenía rumbo, no había una razón para él. Solo se dejaba llevar por la ola de estudiantes. Salía al receso a paso atolondrado y al regresar era arrastrado por la masa hasta su salón.
Lo único que sabía era que seguía a Baekhyun, trataba de no estar a más de dos metros de él. Él lo sabía, bien que lo sabía. Pero Baekhyun ni lo notaba.

En el gimnasio de la escuela, Baekhyun siempre buscaba a Yifan, aunque le lastimaba de sobremanera hacerlo. Y el siempre estaba entre el grupo de porristas, conformado por Victoria, Jia, Hyoyeon, Yuri, Jungah y otras tantas estúpidas... o jugaba basquetbol junto a Tao, Luhan, Yixing, Minho, Zhoumi y Changmin, que era todo el equipo oficial.
Los odiaba a todos, odiaba a todo aquel que estuviera con Yifan, y es que por eso no lo veía. Ellos desviaban la atención del basquetbolista, atención que debía ser solo suya.
En una libreta vieja, Baekhyun comenzó a hacer una lista de todos los que le fastidiaban la existencia. Quien la encabezaba era Jia, solo porque Yifan siempre la veía a ella y le gastaba bromitas estúpidas y porque aprovechaba cada que podía para tocar sugerentemente a Yifan, a SU Yifan. El segundo fue Chanyeol, simplemente porque así quería que fuera. Su nombre repasado varias veces con el lapicero, demostrando el malestar que le causaba.
Los días pasaban con rapidez, más de lo normal y Baekhyun sentía que agonizaba. Un día lo entendió, tal vez Yifan no era quien dejaba esos detalles, no cortaba los ramilletes de jazmines ni le escribía esas cartas. Quizás ni notaba su presencia y probablemente, era heterosexual.
Realmente fue estúpido y lento, porque ahora ya era tarde para enterarse. Pues ya estaba locamente enamorado de Yifan y su estado emocional era lamentable.

-Soy tan miserable.- pensaba Chanyeol -no hay nadie más estúpido que yo.
Y volvió a pasar una noche más en vela, llorando. Pero al amanecer lo entendió. Entendió que debía hacer. Debía hacer lo posible para ser como Yifan.
Esa mañana se puso su sudadera y se levanto a correr, pero casi sufría un ataque de asma luego de un minuto y medio. Intento hacer lagartijas, pero aunque la primera fue más o menos bien; en la segunda se golpeo la frente contra el suelo y las siguientes fueron muy similares. Trato de saltar la cuerda, pero luego de veinte intentos y varios golpes y caídas ya no pudo seguir.
-Nunca seré como Yifan... Baekhyun nunca me notara, jamás le gustare. - se quejaba tirado en el sillón, con el televisor encendido, por el simple hecho de que necesitaba escuchar algo para sentirse cuerdo, sano.
Y el otoño estaba en su apogeo, con ventiscas frías y lluvias interminables, junto a noches oscuras y solitarias, que eran más tristes al ver la inerte luz de los faroles en el parque solitario.

Baekhyun no hacía en el mundo a Chanyeol.
El solo tenía ojos para YiFan aunque se odiara a sí mismo por su falta de voluntad. El sabía que no tenía remedio; ni sus tardes viendo doramas, ni las clases de aikido, ni siquiera las idas a Burger King, ni mucho menos cuando tocaba el piano en casa de su abuela.
Estaba perdidamente enamorado de Yifan, y Baekhyun lo sabía, era lo único que sabía. Y Chanyeol también lo sabía.
-Baekhyun quiere a Yifan y no hay nada que hacer. – se repetía constantemente, lastimándose mas y mas.

Luego de eso, de un día para otro, los detalles en su pupitre cesaron, ya no había jazmines ni cartas cursis, ni siquiera frente a su ventana, las mañanas del fin de semana.
Baekhyun se lamentaba, sollozaba en silencio, se maldecía por ser tan estúpido, su corazón estaba destrozado, su vida era una desgracia.
-Yifan, mi Yifan. ¿Qué he hecho? ¿Porque pasó esto? Te quiero.- pensaba y se escondía detrás de sus rodillas para seguir sintiéndose desgraciado, en la soledad de su habitación.
Pero sería incapaz de enfrentarlo y decírselo, moriría si sufría un rechazo y más si eran burlas por sus preferencias. Y además, no tendría la oportunidad de acercarse a él, nunca. Antes debía pasar a esas barreras llamadas "club de porristas" y "equipo de basquetbol". Aun así, no se creía tan fuerte como para dejar ir a su Yifan.

Chanyeol no podía sacar a Baekhyun de su mente.
Al estar sin camiseta y sin anteojos frente al espejo, entrecerraba un poco los ojos para enfocar su vista y deseaba encontrar un abdomen trabajado y firme, brazos tonificados, piernas bien formadas y agiles. Pero después se ponía los anteojos y suspiraba.
-No soy como Yifan y jamás lo seré.- murmuraba antes de colocarse su camiseta y comenzar a cepillar sus dientes.

Baekhyun quería y al mismo tiempo no quería, dejar de pensar en Yifan, dejar de buscarlo. Pensaba en el todo el tiempo, pero sin quererlo, a cualquier momento el basquetbolista venía a su mente y era un sufrir para que se esfumara. ¡Quería dejar esa ilusión!
Soñaba con el muy seguido, por no decir diario. Aunque el implorara por soñar con caminos empedrados, pájaros cantando y como música de fondo alguna sinfonía conocida, tocada en el inigualable sonar de un piano.
Y aunque no durmiera Yifan aparecía cuando el pronunciaba su nombre cuando menos lo esperaba y deseaba.
"Problemas de Yifan" decía si le pedía ayuda a Taehyung hyung sobre su tarea.
"Sinfonía de Yifan" cuando practicaba alguna pieza en su piano y su profesor o la abuela le preguntaban cual era.
Todo era Yifan, si iba al mercado, si salía a ver películas, Yifan siempre estaba. A cada rato, era Yifan... Yifan.... ¡Yifan!
Hasta que caía rendido de tanto cansancio al mundo de los sueños, solo para volver a topárselo, con su perfecta sonrisa seductora y su mirada amielada y penetrante.

Sin embargo, un día tuvo que ir al centro comercial antes de volver a su casa de la escuela.
La abuela estaba de visita y necesitaba harina, huevos, levadura y leche, pues había notado al menor de sus nietos sumido en la depresión, y bueno, de pequeño cuando estaba triste la mujer le horneaba mantecadas para animarlo.
Ese día, Baekhyun no había soñado con Yifan ni lo había mencionado, ¡estaba tan orgulloso de si mismo! Y de repente, cuando ya había pagado y compraba un frappe de caramelo en uno de los locales, el basquetbolista apareció a su lado. Iba con unos amigos y al parecer pedirían expresos. Baekhyun giro al escuchar su voz, cuando ya había tomado su pedido.
Y ahí estaba el, sonrisa provocativa, hombros anchos, parecía ser esculpido en oro, por unas manos sabias y con toda la soberbia del mundo y coronando tan perfecta escultura estaban sus ojos amielados, como dos topacios resplandecientes, la perfección hecha persona, como siempre.
Baekhyun estaba idiotizado, se sentía agraciado y desgraciado, agradecido y maldecido con Dios, quería blasfemar y orarle, toda una contradicción en su cabeza, si fuera una maquina echaría humo. Estúpidamente, dejo caer su frappe y se quedo pasmado mirando al basquetbolista.
Los chicos reían y la risa más sonora, estruendosa era la de Yifan y a Baekhyun solo le importaba esa. Apenas y sabía los nombres de los otros.
Luego, hablo uno alto de cabello azabache, ahogándose en risas cagantes, Tao: ¡Miran a ese retrasado! ¡Mancho su pantalón blanco! ¡Idiota!
Luego, le siguió uno un poco más bajo que Yifan con el cabello entre naranjado y rosa, Luhan uno de los más populares junto a Yifan: ¡El rubio oxigenado esta en oferta! ¡Estoy seguro que me quedara mejor que a este!
El tercero en hablar fue alguien más alto que Yifan, moreno y de ojos grandes, fingía un tono escandalizado, Minho, el había repetido el último año: ¿Que tipo de hombre se delinea los ojos? ¡Dos mío! Gaaaay.
Luego, Yifan abrió la boca, diciendo lo más horrible, lo más hiriente y doloroso que Baekhyun había escuchado en su joven vida: ¡Y ni se imaginan! Me acosa desde hace dos meses. ¡Como si me gustaran los malditos maricas! Y menos uno así de puta.
En la mente de Baekhyun resonó cada palabra, como si las gritara en un pasillo vacio y causara un eco. Comenzó a sudar en frio, su respiración se agito brutalmente, su rostro se puso completamente rojo y después empalideció, como si su corazón dejara de latir.
Su secreto estaba al descubierto, Yifan ya lo sabía y solo se hizo el desentendido para burlarse un poco más, para humillarlo más.
Esas palabras lo apuñalaron, cada silaba como se encajaba en su corazón y dolía, dolía horrores. Pero no quería llorar, aunque sus ojos estuvieran rojos y acuosos. No quería mostrarle a ese estúpido, a ese hipócrita, ese pusilánime que con sus palabras vacías lo había herido, que se sentía peor que basura. Pero debía llorar, debía hacerlo.
Sus puños temblaban a cada costado.
De pronto en ese momento, ocurrió algo que no se esperaba, algo que hizo que su corazón saliera de ese coma y comenzara a latir como un corcel desbocado, que huye a la libertad.
Como si fuese un enviado del cielo, su ángel guardián, un milagro, magia; llegó velozmente y se planto delante de Baekhyun, encarando a Yifan.

-¡Vete a la mierda!- bramó Chanyeol con su voz de ultratumba, empujando a Yifan, parecía que hablaba el mismo demonio. -¡Hablas de Byun Baekhyun! ¡Sonrisa brillante, labios rosados y carnosos, melodiosa risa, mirada juguetona, cabellos de oro, voz cantarina! ¡Es perfecto! ¡Jodidamente perfecto, bastardo sin cerebro!- gritaba colérico luego de recibir un empujón por parte de Yifan.
Empuñó su diestra y lanzó un golpe al mentón del chico. Yifan que había quedado con el rostro girado, aparto el puño agresor y limpió sus labios sangrantes. Sonrió de lado y, empuñando su diestra para devolver el golpe a Chanyeol en el estomago, mil veces más fuerte de lo que él lo había hecho.
El castaño ahogó un quejido, pues se había quedado sin aire, se desvaneció por unos instantes, y se retorció de dolor encorvándose hasta caer de rodillas al piso. Por la brusquedad sus anteojos habían caído al suelo, lejos de él, mientras sostenía su estomago, con la frente apoyada en el suelo.

-Nos vemos, putitas.- Yifan se mofó del par, pisoteando los lentes del castaño, miro primero a un estático Baekhyun y después a Chanyeol, inclinándose para revolver su cabello hipócritamente.
Los amigos de Yifan rieron e incluso palmeaban su hombro, felicitándolo y luego, el grupo se alejaba aun entre burlas y bromitas.
Justo ahí, Baekhyun despertó de su pasmadez como si un balde de agua helada lo golpeara, por primera vez entendía todo. Esos detalles, los jazmines, esos cursis pensamientos que hacían que su corazón se descontrolara justo como ahora, que hacía a su cabeza dar volteretas extrañas y que, aun así le agradaban, todo venía del chico que estaba en el suelo frente a él.

Chanyeol tosía escandalosamente, en un intento vano para recuperar el aire, pues si se apresuraba aunque fuera un poco podría desencadenar un episodio asmático, que parecía muy próximo a iniciarse y había olvidado su inhalador en el casillero, sería un problema muy serio. Tenía los ojos cerrados, con las rodillas apoyadas en el piso al igual que su frente, tratando de estabilizarse mas rápido, aun frotaba su abdomen y su cuerpo daba ligeros espasmos a causa del dolor y la tos. Pero el pequeño rubio solo veía al basquetbolista, a lo lejos.
Empezó a murmurar palabras malsonantes a una velocidad monstruosa, como si de un conjuro se tratara, para luego balbucear silabas de alguna lengua perdida en un tono más fuerte. Su bolsa con las compras cayó al suelo y frunció el ceño para correr tras el bastardo de cabello rubio.
El grupo de chicos dejó de hacer sus cosas al oír tremenda sarta de sandeces. Voltearon al lugar de donde venían esos sonidos extraños. Yifan estaba en el centro del grupito. Baekhyun pudo ver la expresión de asombro que se pintaba en la cara del alto. Vio como separo sus piernas, dejando la izquierda adelante, levanto los brazos a la altura de su cara y se encorvó un poco, preparado.
En ese momento, Baekhyun apoyo en el piso su pierna izquierda y elevó la derecha con fuerza para golpear el costado del mayor. Lo hizo tan fuerte que Yifan perdió el equilibrio y cayó al piso de golpe.

-¡Bastardo! Te lo mereces por ser la merma que eres. ¡Te odio! Vete al diablo.- gritaba el rubio más bajo con lagrimas en los ojos, pateando ferozmente a Yifan que yacía en el suelo.
Los amigos del chico estaban espantados con Baekhyun, nadie sabía que ese pequeño podía golpear de esa manera, resultado del aikido; pero tuvieron que intervenir por la integridad del chico que suplicaba y gimoteaba desde el suelo. Baekhyun forcejeó y al zafarse, ya estaba más calmado.
Ignoró al grupo de chicos, peinó su cabello tratando de acallar su respiración y miró a Yifan.
-¡NO VUELVAS A METERTE CONMIGO, HIJO DE PUTA! -le gritó y se dio la vuelta, ignorando las miradas de horror de Yifan y los demás.
Sus amigos lo veían sin ayudarlo, como era posible que alguien como Baekhyun lo dejara en esa situación, tirado en el suelo en posición fetal y lloriqueando de dolor.

Baekhyun regresó con el chico que lo defendió, aquel que gritó a los cuatro vientos que él era perfecto. Chanyeol respiraba ruidosamente aun, como si sus vías respiratorias amenazaran con cerrarse, pero era una amenaza sutil, más improbable que hacía unos minutos.
Se sentó a su lado y suspiró.

-¿Sabes? Nadie había dicho nunca cosas así de mí.- murmuró con una voz suave, al tiempo que rodeaba sus rodillas con un brazo y las pegaba a su cuerpo. Llevó su otra mano a la cabeza del chico y comenzó a jugar con su cabello castaño, que se enredaba entre sus dedos, al tiempo que pegaba su frente en sus rodillas y ocultaba su sonrojado rostro, manchado de lágrimas secas y delineador corrido.

Chanyeol estaba en silencio, estaba más recuperado, pero no quería ver la expresión de repulsión del rubio, hubiera preferido seguir en las sombras, deseaba que el tiempo regresara. Pero se quedo estático al escuchar las palabras de Baekhyun, sonrió, aun con la cabeza en el suelo.
Por fin Baekhyun sabía sus sentimientos, era como si le quitaran un peso de encima y no parecía molestarle, aunque una ligera molestia seguía presente y más aun un pequeño miedo al rechazo. Hasta que sintió una mano delgada y suave juguetear con sus cabellos, todo, absolutamente toda sensación se desvaneció, solo sentía como sus cabellos eran estirados suavemente.

-Bue-bueno...- balbuceó al fin, con su voz mucho mas ronca que lo normal. Tomó la mano de Baekhyun y se incorporó solo para ver al chico ocultándose. -Nadie me había hecho sentir así.- dijo con sinceridad, antes de aclarar su garganta, en parte para llamar la atención del chico, en parte porque su voz sonaba rasposa.

Baekhyun entendió que Chanyeol le pedía que lo volteara a ver y, con inseguridad despegó su frente.
Miró por primera vez al chico sin los anteojos, era atractivo, sus grandes ojos de corderito a medio morir, oscuros y cálidos, sinceros que en ellos se reflejaba toda su alma, sin filtros.
Vio también la amplia sonrisa inquebrantable del menor, blanca y reluciente.
Contempló toda su cara, pálida como la luz de los faroles más lejanos del parque.
Sus orejas, similares a las de un duendecillo travieso, asomándose de entre su cabello oscuro y desaliñado, más denso que una noche lluviosa.
Bajó la mirada hasta sus manos entrelazadas, la del castaño era más grande y pálida que la suya, y de tacto un poco más áspero y cálido que la propia, le gustaba.
Delimitó todo el cuerpo de Chanyeol con la mirada, era de extremidades largas y delgadas, podría envolverlo fácilmente en un abrazo y se sentiría protegido, resguardado por esa muralla que era Chanyeol.

El castaño soltó al rubio que parecía perdido en sus pensamientos, se acerco más a él y tomó el rostro de Baekhyun entre sus manos.
El salió de su ensimismamiento y se topó con la cara de Chanyeol muy próxima a la suya. No lo pensó mucho y se movió un poco hacia el menor, sin dejar de ver esa mirada sincera. Chanyeol pegó su frente a la de Baekhyun, cerrando los ojos por el dolor que seguía presente, el rubio después se apoyó en su rodilla y estiró su cuello para besar la frente del más joven, colocó sus brazos e los hombros del chico para hacerlo descender al tiempo que el estiraba su cuello.

-Gracias...- murmuró Baekhyun cerrando los ojos al sentir el roce de sus labios con la frente del castaño y su embriagante aroma.- Por todo.

Notas finales:

¿y que te pareció? ¿Muy largo, no?

 

Espero que haya sido de tu agrado y tambien que me dejes un review con tu opinión.

 

Tardaré aproximadamente dos semanas en subir el siguiente, por eso hize tan largo este primer capitulo.

 

Gracias por el tiempo que dedicaste. :3


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