Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bummie {OnKey} por LeeMinYoung

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola~~ vengo muy pero muy contenta a dejarles la primera parte de este hermoso, aunque extraño, fanfic que escribí de una de mis OTP favoritas :3 surgió de la nada, me gusta como va y... jajajaj no quiero dar detalles, sólo espero que lo disfruten :)

Notas del capitulo:

Lo que aparece en cursiva son recuerdos :)

"Miau~"

El típico sonido mañanero le hizo reaccionar. Su pequeña mascota estaba estirándose en la puerta de la cocina, mientras él se preparaba su desayuno.

—Buenos días, Bummie~

Su gato se acercó con su lento andar para alzar su lomo al rozar sus piernas. Y, como siempre, el chico se sintió incómodo. Una extraña sensación lo recorría, aunque ya debería haberse acostumbrado a su cariñoso amigo peludo.

Meneando su cola, se fue directo al plato en el que generalmente había leche tibia. Sin embargo, ese día estaba vacío y él no tardó en comenzar a empujarlo como signo de molestia.

—Oh. Olvidé dejarte alimento hoy.

JinKi corrió a vaciar un poco de comida para gatos y leche. Luego le acarició la cabeza, recibiendo sus habituales ronroneos.

—Come bien~ —le dijo antes de dejar la habitación para terminar de alistarse para ir al trabajo.

Cuando ya salía de casa, KiBum —como él le había puesto por nombre— se cruzó por delante, alzándose para mirarlo.

—Deséame éxito, Bum. Hoy es un día importante.

El animal ladeó su cabeza, como si intentara comprender de qué le hablaba.

—Hoy vendrá MinHo a la casa. Así que trata de no desordenar mucho, ¿arasso?

No lo estaba retando, pero le divertía hablarle como si realmente le fuera a entender. Volvió a darle unas palmaditas y se marchó antes que se le hiciera tarde.

 

La vida de un minino no es de lo más interesante. Duermen, hacen sus necesidades biológicas, comen, juegan con lo que pillan, si pueden salen a pasear... y continúan durmiendo.

Por supuesto, Bummie no era la excepción. Y, sin embargo, cuando su dueño nombraba a aquel hombre, MinHo, tenía ganas de gruñir de desagrado. No lo quería. Había algo en ese chico alto y de ojos grandes que le desagradaba.

Así que decidió jugar un rato con los cojines del salón. Su dueño se molestaría, obvio, pero era una buena persona, por lo que terminaría perdonándolo más pronto que tarde. Mientras molestara al alto, lo demás podía ser arreglado más adelante.

 

—Pasa, Min. Estás en tu casa.

JinKi abrió la puerta y le hizo espacio para que avanzara en tanto cerraba la puerta.

— ¿Con quién jugaste a la guerra de las almohadas, hyung?

— ¿Eh?

Y no tuvo que preguntar nada más.

Su living, que se encontraba inmaculado cuando salió, parecía un verdadero campo de batalla. ¿Qué demonios había sucedido? En realidad, no era muy difícil de adivinar.

Su mascota apareció sobre el sofá, luciendo como si él no fuera más que un espectador.

En un momento quiso decirle algo, pero al ver que se le acercaba para recibirlo como todas las tardes, su enojo disminuyó en gran medida. ¿Cómo molestarse con un animalito tan tierno?

—Te presento a KiBum, mi gato.

—Oh. ¿Él hizo todo esto?

—Pues… digamos que es un poco juguetón.

—Ya veo.

Sin mayor precaución, el recién llegado avanzó hasta quedar a la altura del minino el que, por lo general, era bastante tranquilo y pacífico. Sin embargo, cuando la mano de MinHo estuvo peligrosamente cerca, le gruñó, mientras los pelos de su espalda se erizaban y mostraba sus colmillos, dispuesto a morderlo.

—Bummie. Tranquilo.

Onew lo retuvo, poniendo distancia entre él y su novio.

—Parece que también es celoso.

—Nunca lo había visto ponerse así. Ni a Taemin se le tira encima y eso que le hace cosas para molestarlo.

—Tal vez no le agrado.

— ¿Por qué dices eso? No, es la primera vez que te ve. Seguro tuvo un mal día.

—Ojalá estés en lo cierto.

Y JinKi esperaba lo mismo. Adoraba a su mascota y no quería por nada del mundo que se llevara mal con su pareja. Sería una situación muy difícil de resolver.

 

Al menos por un buen rato, Bummie los dejó tranquilos. Se dedicó a observarlos atentamente hacer y deshacer por la casa.

El menor se ofreció a ayudar a limpiar, algo que su novio agradeció demasiado porque su gato había deshecho tres cojines, botado algunos cuadros que por suerte no se quebraron y otras cosas que prefirió dejar pasar sólo por amor a él.

Luego que terminaron, pidieron alitas de pollo para la cena y por unos minutos, Onew dejó a su novio solo en el living para ir al baño.

—No tardo.

—Okey.

Apenas hubo desaparecido por el pasillo, KiBum se acercó despacio al chico que encendió el televisor para buscar algo con lo que entretenerse.

Como todo gato que se precie de tal, sacó sus garras y comenzó a buscar un buen lugar, cómodo y mullido, en el que dejarse caer a descansar. Sin que el chico se enterara, fue disminuyendo la distancia hasta que esta se hizo nula. Y se acostó en el sitio menos esperado: en las piernas de MinHo.

Onew se percató de aquel detalle apenas volvió y no pudo más que sonreír.

— ¿Él se sentó encima tuyo?

MinHo, contento al notar su buen estado de ánimo, le sonrió de vuelta.

—Sí. No me di ni cuenta y ya estaba aquí.

Le rozó el lomo, ante lo cual KiBum se comportó como el gato educado que era y ronroneó suavemente.

—Qué bueno.

Se sentó a su lado para acariciarlo también, logrando que se instalara entre ambos.

— ¿Te parece si vemos una película? Es temprano aún.

Al mayor no le hacía mucho tilín, pero aceptó.

—Escoge una tú.

—Okey.

JinKi se aferró a su mascota para no desistir en el intento por hacer algo junto a su novio. Nunca le había gustado ver películas, ni mucho menos ir al cine. No sabía por qué, pero prefería salir a pasear, ir a comer… cualquier cosa.

— ¿Estás bien?

El mayor pensaba que al tener las luces apagadas, podría esconder algo de su frustración. Supuso que MinHo lo conocía muy bien como para darse cuenta que no estaba del todo cómodo.

—Sí, cariño. Tranquilo.

Y descargaba su frustración en Bummie, quien no parecía tener problemas con eso.

Aunque sí, y bastantes, cada vez que ambos se acercaban para hacerse cariño. El menor se mordía la lengua para no chillar, porque lo cierto era que le enterraba un poco sus garras para alejarlo, no muy fuerte para que JinKi —que se mantenía tenso gracias al film— no se percatara de lo que sucedía entre los dos.

“Maldito gato”, mascullaba Choi, poniendo distancia nuevamente.

Cuando las agresiones dejaron de dar resultado, comenzó la ronda de gruñidos. Y, mientras más se molestaba el animal, más atención le prestaba Onew, por lo que el alto se enojaba más y más a cada segundo que pasaba.

Finalmente, al darse cuenta que las cosas no iban por buen camino, decidió fingir.

—Hyung, acabo de acordarme de algo.

— ¿Eh?

El dueño de casa no entendía nada, ni sabía el motivo por el cual su pareja parecía estar prácticamente escapando de allí.

—Lo siento. Acabo de recordar un encargo que mamá me hizo y que debo entregarle hoy mismo.

— ¿En serio?

Mantenía en sus brazos a KiBum cuando lo fue a dejar a la puerta. No estaba seguro, pero el presentimiento de que algo le estaba ocultando permanecía allí, a la espera de ser confirmado.

—Sí. Perdóname. Si no se tratara de mamá…

—Está bien. Ya podrás venir en otra ocasión.

—Ajá.

MinHo no estaba del todo convencido. Sin embargo, era mejor dejarlo pasar por esta vez. Realmente quería a su hyung y no estaba dispuesto a separarse de él sólo por culpa de su mascota gruñona, así que simplemente se despidió con un suave beso, marchándose antes de poder arrepentirse.

—Bummie~ —Onew le habló en tanto ordenaba un poco la sala para luego irse a dormir—, ¿no crees que hay algo extraño aquí?

Sólo recibió un ronroneo por respuesta, por lo que Onew lo acarició en el cuello, provocando más ruidos por su parte.

—Ah~ supongo que te tengo a ti nada más.

Tal como KiBum había pensado, su amo no se había molestado tanto a fin de cuentas. Podía sentirse satisfecho entonces de haber provocado tal desastre y, al mismo tiempo, lograr que ese chico desagradable abandonara la casa antes de tiempo.

Ahora tenía a JinKi para él solo.

Cuánto daría por tener una buena oportunidad… mucho más que cualquiera que hubiese podido tenerla alguna vez porque aquél amable hombre de ojos pequeños y sonrisa perfecta merecía alguien que fuese capaz de amarlo sin importar qué.

Sí, sonaba como si el minino fuese una persona y no un animal. Eso es algo que ni siquiera su dueño podría descifrar aún si supiera que esa pequeña mente era tan audaz.

Una vez acostado, dio unos golpecitos sobre la cama llamando a su gato. Éste subió ágilmente hasta llegar sobre su pecho, ronroneando como a Onew le gustaba. Mientras apagaba la luz de la lámpara, le acarició bajo el cuello, logrando que KiBum se relajara en su posición, extendiéndose para entregarle más calor a su amo.

—Buenas noches, Bummie~

Un ronquido le llegó en respuesta.

 

JinKi definitivamente… estaba en shock.

No era como si alguna vez hubiese soñado con algo parecido.

— ¿Q-q-quie… quién e-eres t-tú?

Un chico alto, de cabellos rubios y ojos de aspecto felino, con una piel extremadamente blanca, labios sonrosados, nariz pequeña y un cuerpo… el mayor no quería pensar en eso, pero era muy atractivo. Y, para peor, estaba sin ninguna prenda de ropa retozando sobre su lecho.

¿En qué momento fue que apareció en su cuarto? ¿Y dónde estaba su gato?

Un sonido familiar llegó a sus oídos. Un ronroneo.

Provenía del lado en que se encontraba el desconocido. ¿Estaría en el suelo? ¿Detrás de… ese?

Deseaba entender qué demonios estaba sucediendo.

— ¿KiBum? —llamó a su mascota. Luego usó el sonido habitual, chasqueando su lengua, esperando a que apareciera por alguna parte.

Sin embargo, lo que ocurrió lo dejó todavía más confundido si era posible: el hombre se movió en su dirección, oyéndose nuevamente ese ruido clásico que hacía…

— ¿Bummie?

El otro giró sobre su cuerpo, sin quitar sus ojos de su rostro, sonriéndole como lo habría hecho su compañero de cuatro patas. Incluso acercó su lengua, rugosa como la de un gato, a su mano para lamerla.

“Esto tiene que ser una broma”.

—Amo~

— ¿E-eres tú? ¿Tú eres mi gato?

—Nae~

Incluso su tono voz recordaba mucho a los sonidos que hacía uno.

Pero JinKi se negaba a aceptarlo. “Seguro estoy durmiendo aún y esto es sólo una pesadilla”.

Evitando volver a mirarlo, se dejó caer contra la almohada, intentando por todos los medios continuar soñando como él creía que lo estaba haciendo.

No supo cuánto tiempo permaneció allí, cubierto por completo por las tapas, haciendo de todo para dormir. Y claramente no podía porque había algo, o más bien alguien, que no se lo permitía.

Volvió a suspirar. ¿De verdad aquello eso estaba sucediendo? Vencido por la curiosidad, sacó su cabeza para asegurarse de que no estaba soñando.

Como bien sabía, debido a que su peso permanecía sobre la cama, el hombre-felino continuaba en el mismo lugar, ahora lamiendo su mano.

No había caso. Era evidente que no había forma de que esa no fuera su mascota porque estaba actuando igual que ella. ¡Estaba volviéndose loco! Quizá sólo debía relajarse y permitir que la situación dejara de parecerle extraña.

Suponía que KiBum —su mente se negaba a aceptar de buenas a primeras que realmente se tratase de su gato, aunque no cupiesen dudas sobre ello— no tenía culpa de estar desvestido, ya que a nadie se le ocurriría ponerle ropa a un minino y él no era la excepción, así que se levantó sin muchos ánimos para llegar hasta su armario.

—Bummie, acércate.

El chico se incorporó y, balanceando su anatomía lentamente, avanzó en su dirección.

— ¿Qué?

—Vamos a elegir entre mis prendas algo que te quede bien para que te lo pongas.

— ¿Por qué?

—Debes vestirte.

—No lo creo.

—Ahora no eres un gato, sino un humano. Y, como tal, debes seguir nuestras reglas.

—Pero eso —indicó lo que veía— no me gusta.

JinKi lo miró sorprendido. ¿Es que acaso él sabía de moda o algo? Suspiró, nuevamente.

—Sólo es ropa.

—Tú piensas así, yo no.

— ¿Y qué sabes tú lo que te puede gustar o no? Te estoy diciendo que es para que te la pongas por ahora. De todas formas, tendremos que comprar prendas adecuadas para ti, porque obviamente tu talla no es igual a la mía. ¿Entiendes lo que quiero decir? Además, apenas has visto esto en toda tu vida. No es demasiado, en realidad.

—Pues... —KiBum se movió en su dirección—, creo que no me conoces lo suficiente como para pensar eso.

— ¿Por qué? He sido tu amo por más de un año.

—Lo sé.

— ¿Entonces? ¿Cuál es el punto?

—Tengo un pasado. Y pues... no he sido gato toda mi vida.

— ¿Eh?

¿De qué hablaba? Porque con todo lo que estaba sucediendo ya era suficiente, no necesitaba más hechos surrealistas por el momento.

—Nací hombre, igual que tú.

— ¿Qué estás diciendo?

—Es algo bastante largo de explicar y supongo que no tenemos mucho tiempo, así que elegiré entre tus cosas algo que me siente bien, ¿te parece?

—O-okay.

El mayor se mantuvo pensando en lo que KiBum le había dicho mientras este revisaba sus prendas, tratando de encontrar las más pequeñas para no verse tan mal con ellas, o al menos eso fue lo que le dijo cuando le preguntó por qué removía todo.

Al final, prefirió ir hasta la cocina para pensar sobre lo que harían más tarde. No era como si previera el futuro y supiera que ese chico se iba a quedar con él una larga temporada, pero tampoco parecía como si fuese a regresar a su forma de gato —estaba comenzando a enloquecer con ese tema— muy pronto, si es que podría hacerlo en algún momento.

Preparaba comida en el momento en que Bummie apareció por la puerta.

— ¿Encontraste algo de tu gusto? —Le consultó sin voltearse a mirarlo, concentrado en lo que hacía.

—Sí. Creo que puedo sobrevivir con esto.

—Cool.

— ¿Seguro? No es como si me hubieras mirado para confirmar qué me puse.

—No importa. Si a ti te gusta, está bien.

—O-key~ ¿Necesitas ayuda?

—Pues… pon la mesa. Con eso es suficiente.

—Ok.

En realidad, sólo estaba calentando comida de días anteriores. Nunca había tenido mucho talento para cocinar y generalmente llevaba a casa lo que le quedaba del almuerzo. Así, el fin de semana se alimentaba de eso, sin preocuparse por nada más.

Pronto todo estuvo listo y, por fin, se fijó en lo que llevaba puesto su ¿compañero de departamento? Lo que fuera. Había escogido uno de sus antiguos pantalones de gimnasia, con su correspondiente polerón y una camiseta que le estaba quedando chica hace tiempo. Le sorprendió lo bien que le quedaba todo. Se había imaginado algo diferente, sin embargo ahí estaba, contento de que algo le hubiese servido.

Después de comer, decidieron que lo mejor sería ir a un centro comercial. Sólo allí podrían encontrar lo que fuera que pudiesen necesitar.

 

La historia de KiBum era realmente extraña, tal y como le había dicho en un principio, además de larga. JinKi no creía que sucesos de ese tipo pudieran realmente ocurrir en la vida real. Pero, luego de escuchar en detalle, supo que la realidad supera por mucho a la ficción.

Más que por gusto, lo hicieron por costumbre: Onew se acostó bajo las tapas y Key, como le pidió que lo llamara, sobre su cuerpo.

— ¿Tienes frío?

—No te preocupes. Llevo tanto tiempo durmiendo así que no creo que se me haga tan fácil estar tan abrigado. Además, no es como si fueras a dejar que compartamos la cama.

El otro no le respondió.

—Bueno... estaba pensando...

—Dime.

— ¿Querías oír mi historia, no? —Le confirmó en silencio con un movimiento de cabeza—. Te la contaré.

—No estás obligado. Si no quieres, no lo hagas.

—Ya lo sé. Es sólo que necesitas entender. Me gusta vivir contigo porque te conozco bien y no quiero que tengas una idea errada de mí sólo por lo que hemos vivido estas últimas horas.

—Ok. Adelante. Soy todo oídos.

El menor se acomodó sobre su espalda, sin mirarlo por un rato.

—Esto sucedió hace dos años, más o menos. Tenía veintiuno y estaba enamorado. Salía con un chico un año mayor que yo.

— ¿Eres gay?

—Sí. Igual que tú.

—Oh. Sigue.

—Bueno. La verdad es que era feliz. Mi novio era muy dulce conmigo y sentía que sería algo para toda la vida. Tú sabes, esa sensación de que encontraste al indicado y no quieres dejarlo ir.

>>Ah~ aún ahora me siento melancólico cuando pienso en ello. Pero simplemente sucedió. No sé qué pasó, nunca lo pude averiguar. Sólo… me enteré que me engañaba. Lo descubrí por mí mismo y, al momento de enfrentarlo, no me lo negó. Es más, casi me lo refregó en la cara. Fue horrible —sus ojos lucían brillantes, a punto de dejar caer lágrimas de dolor y sufrimiento—. Me sentí tan indefenso, tan miserable… fue muy duro oír sus palabras. Nunca nadie me había hablado así, tan brusco, tan… no sé cómo explicarlo.

—Tranquilo, Bummie~ yo estoy aquí para que te apoyes en mí, ¿está bien? No te haré daño.

—Ah~ es difícil. Y te agradezco la comprensión. Por si tenías dudas, mi nombre verdadero sí es KiBum. Kim KiBum para ser exacto.

JinKi no cabía en su sorpresa.

— ¿Lo dices en serio? Digo… se me ocurrió porque es un lindo nombre para un gato.

—Sí, supongo que tienes razón. En fin~ la cuestión es que, luego de eso, hubo días en que casi no salía de casa o de mi habitación en la Universidad. Sólo quería morirme o encontrar una manera para desaparecer y no volver a verlo.

— ¿Por eso te convertiste en un animal?

—Digamos que… una noche me acosté siendo esto —mostró su cuerpo de chico— y, cuando abrí los ojos, era un gato.

— ¿Así, sin ninguna cosa rara de por medio?

—Rara como qué. ¿Cómo magia, vender mi alma al diablo? No, no. Todo se dio naturalmente. Ese mismo día corrí hasta la casa de mi abuela.

 

Para KiBum, su ciudad natal nunca fue tan siniestra como en ese momento. En aquella forma gatuna, abandonado, sin nadie que lo pudiera proteger y ayudar, se sintió a la deriva. Por fortuna, su sentido de la ubicación se mantenía intacto. Eso le sirvió demasiado para encontrar a su familia.

En cuanto estuvo frente a la casa de su abuela, pudo respirar tranquilo. Si había alguien en este mundo que pudiera decirle qué hacer, esa era ella.

Con una renovada sensación de confianza, hizo su recorrido habitual hasta llegar al interior de aquél hogar que desde su infancia había representado seguridad y amor, además de una extrema calidez que aun siendo mayor de edad seguía necesitando.

Tan pronto como la vio, corrió en su dirección. Y es que jamás estuvo más contento de estar con ella.

—Oh. ¿Quién es este hermoso gatito? —Pronunció en un tono cariñoso, recibiéndolo entre sus brazos.

Quiso decir “halmeoni~”, pero lo único que salió de su garganta fue un maullido que por supuesto no le iba a permitir comunicarse con su abuela y eso lo hizo desesperarse. ¿Cómo iba a hacer para que se enterara de que era su nieto favorito?

De pronto, una luz se encendió en su mente. Tuvo suerte de haberla contagiado con la tecnología y haberle enseñado a usar teléfonos inteligentes. Se bajó de su abrazo para recorrer la casa buscando aquél aparato que podría ser su salvavidas.

Como siempre, aquella mujer de avanzada edad lo tenía sobre la mesa de la cocina. Ágilmente, se subió allí e hizo lo posible con sus extrañas patas para escribirle un mensaje. Para cuando ella lo encontró, él tenía volteado el celular de forma que pudiera leer.

—Yo soy Kim KiBum, tu nieto, halmeoni~ ¿Puedes creerlo? Me transformé en un gato.

Era su realidad, por supuesto, pero al oírla pronunciar aquellas palabras sintió como si terminara por confirmarlo y hacer de eso su sentencia de muerte. O algo parecido.

—Oh, ¿eres mi Bummie? —Le miró directo a los ojos—. ¿De verdad?

Le movió la cola en respuesta, acercándose, aún tímido, para lamer su mano.

—Mi amor~ ¿qué te ha pasado? ¿Qué te hicieron para que te convirtieras en un hermoso minino? Oh, pero seguro tienes hambre. Te daré de comer.

Maulló de contento, rozando su lomo contra sus piernas apenas se bajó de la mesa, observando cada uno de sus movimientos.

Su lengua tocó la leche y más tarde aquella sopa de hueso que su abuela siempre le daba cuando quería consentirlo, y se creyó en el paraíso. ¿Es que alguna vez un gato comió comida más deliciosa que esa? No lo creía posible.

 

Horas más tarde, ambos acostados en el cuarto de la dueña de casa, fue que supo la verdad.

— ¿Recuerdas que desde pequeño siempre te decía que eras único, que nadie en la vida podría ser igual a ti? —Él giró su cabeza, como diciéndole que entendía y que quería oír más—. Pues… a esto me refería. Según contaba tu tatarabuela, si una mujer Kim era herida emocionalmente por alguien a quien amaba, de una forma tan directa e insensible que le llevaba a pensar en no seguir existiendo… se convertiría en un gato.

Key tuvo que recurrir una vez más al teléfono para hacer la pregunta que le estaba carcomiendo las entrañas. ¡Él era un hombre! ¿Cómo demonios le había sucedido eso si era restrictivo a las mujeres?

—Eso es fácil de responder…

 

—Espera —JinKi le interrumpió

— ¿Qué?

— ¿Me vas a decir que eres hermafrodita y que puedes quedar embarazado y todas esas cosas de mujeres?

KiBum tuvo que armarse de paciencia para no golpearlo.

—No. Sólo deja que termine de contarte.

—Está bien.

—Mi abuela me dijo que también se podía dar en un hombre cada cinco generaciones.

—Es lo más loco que he escuchado en toda mi vida. Estoy impactado.

— ¿Y cómo crees que estaba yo? Fue... tan extraño. Llegué a pensar que había algo mal en mí. Sin embargo, todo está bien. Sólo que hay mitos y leyendas sobre nuestros antepasados. Y por fortuna, había una manera de regresar a mi forma original.

— ¿De verdad?

—Sí. Pero no te la puedo decir. Es parte de los secretos de mi familia.

—Oh.

En realidad sí podía revelarle aquello, sólo que tenía la sensación de que, quizá, era demasiado pronto para eso.

Notas finales:

Ah~ ¿les ha gustado? :D ¿o quieren tirarme tomates porque no lo subí completo? jajajajja ah~ según yo está bastante más largo de lo normal :) son 8 hojas y media las que puse ahora xD así que espero que la otra parte tenga más 8| espero sus comentarios^^ annyeong~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).