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Bummie {OnKey} por LeeMinYoung

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Notas del capitulo:

Ah~ eotteokhae? me tardé mucho en subir esta parte :/ es un poquito más corta que la primera pero espero les aclare algunas cosas :) lo alargaré porque quiero agregarle algo más x) ¡a leer~!

PD: Recuerden que lo que va en cursiva son recuerdos de Key :)

La vida de JinKi había cambiado bastante. Tal vez demasiado.

Continuaba viviendo acompañado, por supuesto, pero ahora no era él quien se preocupaba de cuidar a su gato, de alimentarlo, limpiar lo que ensuciaba y de darle cariño; había alguien más en su hogar que hacía de todo mientras se iba a trabajar.

—Oh, Key, no tenías por qué hacerlo —era lo que ya se le había hecho rutina decir cada vez que llegaba a casa.

El menor sonrió, complacido con su labor. Como bien le había dicho su amo, llevaban más de un año viviendo juntos, así que lo conocía lo bastante bien como para saber que no tenía suficiente talento para los quehaceres de la casa, mucho menos aun cuando se trataba de cocinar.

—Bah, que no es nada. De alguna forma debo retribuirte por lo que estás haciendo por mí.

Entonces, Lee percibió un tenue aroma a comida que había en el ambiente.

— ¿Cocinaste?

—Ajá~

Su estómago rugió ante la mención de comida.

—Al menos huele delicioso —JinKi sonrió antes de acercarse a la mesa—. Y se ve delicioso.

Key rodó los ojos y, por mucho que su típica reacción fuese una frase sarcástica, no se sintió capaz de decirle algo. La sonrisa de su hyung estaba tan llena de sinceridad que prefirió sentarse a su lado para acompañarlo en la cena.

—Y sabe delicioso —sorprendido, lo elogió al llevarse una cucharada a la boca—. ¿Quién te enseñó a cocinar así de bien?

—Mi abuela. Ella es la mejor.

—Oh. A mí mi madre trató de meter algunas recetas en mi cabeza. Pero ya habrás visto que talento para eso no tengo.

—No te preocupes —se mordió el labio para no reír—, que con el mío alcanza para los dos.

—Ya lo creo que sí.

Luego de comer, entre ambos lavaron la loza y decidieron hacer algo para distraerse.

 

Transcurrieron los días y una preocupación crecía y crecía en el interior de Onew. Era como un peso que se alojó en su interior el día en que aquél chico apareció recostado en su cama.

Y se expresaba sobre todo cuando dormía.

Había veces en las que se despertaba asustado en mitad de la noche. Lo primero que hacía era buscar a tientas a Key, pues pensaba que de un momento a otro podría volver a su antigua forma gatuna. No sabía el por qué, pero no quería. No se sentía preparado para perderlo de esa manera aunque ni siquiera fuese suyo.

Y no era el único que se sentía así.

KiBum estaba hecho un lío de sentimientos encontrados. Estaba seguro de cuáles habían sido los motivos de su transformación. Pero estaba confundido. ¿Qué debía hacer? ¿Qué estaba ocurriendo en su vida? Llevaba varios días sopesando la posibilidad de ser sincero con JinKi. Pero toda decisión se esfumaba cuando lo veía.

“Cuando una persona te ame con sinceridad y con la misma intensidad que tú, regresarás a tu forma original”.

¿Quién en su sano juicio le diría tal cosa a alguien que viene recién conociendo? Porque no era como si el tiempo que vivieron como gato y amo contase. Ni siquiera él se creería esas palabras. Sonaban a demasiado, a un compromiso más allá de cualquier límite normal o natural.

Sin embargo, esa era la verdad. Su abuela se lo había dicho la última vez que la vio.

 

— ¿Cómo puedes estar tan segura de que encontraré a esa persona?

—Es muy simple, cariño. Yo, al igual que tú, pasé por la misma situación. Y, cuando conocí a tu abuelo, realmente sentí que él sería quien me acompañaría hasta el fin de mis días. Todos nos merecemos a ese alguien especial. Quizá tardes en hallarlo, pero cuando lo hagas, no habrá ninguna duda de que es el adecuado.

— ¿Cómo?

—Ya lo sabrás.

 

Y no pudo sacarle más palabras al respecto.

Suspiró, poniéndose de espaldas a la cama.

Ya no sabía qué hacer. No quería regresar a ser gato —algo improbable ya que sólo podía convertirse una vez en la vida— y tampoco que Onew lo sacara a patadas de su casa por hablar cosas sin sentido.

De pronto una suave mano rozó la suya. Contuvo la respiración, a la espera de que ese contacto acabara. Pero, como no lo hiciera pronto, se iba a morir por falta de oxigenación.

No era la primera vez que ocurría, aunque tampoco eso había servido para que se acostumbrara a la forma en la forma en que esa mano le hacía sentir cada vez que se aferraba a la suya.

Los minutos pasaron… y esa pequeña, suave y tibia extremidad seguía aferrada a la de KiBum. Su corazón latía desbocado, sin que aún pudiera volver a coger aire. Tragó ruidosamente, dándose cuenta que la situación no iba a cambiar a menos que él se moviera. ¡Y un demonio! Le encantaba ese toque, ese simple acto lograba que su cabeza diera vueltas. Ah~ cómo desearía tomar su mano cuando estuvieran despiertos.

Finalmente, no le quedó otra opción que acostumbrarse. De a poco se fue relajando hasta que logró conciliar el sueño una vez más.

Con lo que no contaba es con que aquello se repitiera en al menos dos de cada tres de las noches que le siguieron.

Si no conseguía pronto un empleo o algo en lo que entretenerse fuera de casa iba a volverse loco.

Así fue como se le ocurrió pedirle a su hyung que le ayudara a encontrar un trabajo.

— ¿Y no has pensado en buscar cerca de casa? Seguro en algún restaurant necesitan meseros.

—Sí, pero no tengo una copia de las llaves.

—Eso no es problema, Bummie —el mayor fue hasta la pequeña mesa que había en el recibidor y, del cajón, extrajo una pequeña llave, idéntica a la suya—. Aquí tienes una. Hace meses vengo planeando poner una cerradura con código pero, mientras reúno el dinero suficiente, con esto bastará.

—Gracias, hyung.

El menor se acercó unos pasos, lo suficiente para coger la llave, besarle levemente en la mejilla y correr a su habitación para guardarla en un bolso.

 

Dos semanas después, Key trabajaba a tiempo parcial en un restaurante a un par de cuadras de distancia de su edificio.

Era bastante relajado y agradable, aunque cansador algunas veces pues casi siempre estaba lleno, sobre todo por la mañana y más cuando hacía frío.

Su jefa, Yoon Bora, era bajita, con un buen cuerpo y una sonrisa perfecta, todo lo que cualquier chico habría deseado, más aun teniendo en cuenta que a ella parecía gustarle. Pero él no era un chico cualquiera... y su corazón ya le pertenecía a JinKi aunque el mayor no lo supiera.

Uno de los empleados, Taemin, pronto se convirtió en uno de sus mejores amigos —sino el único—, algo que no se había dado cuenta que necesitara hasta que se encontró contándole sus cosas como si su vida se fuese en ello.

—Pensé que él y tú eran novios —le dijo uno de esos raros días en que JinKi lo pasaba a dejar al restaurante antes de irse al trabajo.

Había mucho que hacer antes de abrir, por lo que ambos empezaron a limpiar y ordenar las mesas.

Key se sonrojó. Ah~ ese era uno de sus deseos más ocultos. Bueno, ese y unos cuántos más que apenas si podía pensar, menos iba a contarle de que se trataba.

— ¿Hyung y yo? No, por supuesto que no.

— ¿Tienes novia?

El mayor le dio una mirada que decía claramente: “qué pregunta más estúpida”.

—Soy gay, Tae-ah.

—Lo sé, entonces... novio.

—No.

—Y supongo que hyung tampoco —más que una pregunta, parecía una afirmación.

—Tampoco.

—Ah...

KiBum estaba confundido ahora. Sabía que su amor por Onew, como lo llamaba internamente, era demasiado evidente: no dejaba de pensar en él en ningún momento del día, planeaba qué hacer de cenar o qué hacer para sorprenderlo. Pero...

— ¿A qué viene tanta pregunta?

Taemin dejó por un momento de fregar el piso y lo miró.

—Es que ambos lucen como si el otro les gustara. Tú lo amas, lo sé. Y tengo la sensación de que él también a ti.

— ¿Qué? ¿JinKi-hyung enamorado de mí? Estás loco.

—Sí, puede ser —coincidió aunque sólo para darle en el gusto—, pero no soy ciego. Quizá deberías prestar más atención.

La diva no contestó.

Y no porque no tuviera nada que decir, que sí tenía, sino porque vio algo —o más bien alguien— pasar por fuera del local.

Momentáneamente se quedó en shock, sin saber cómo reaccionar.

Taemin se fijó en su postura y expresión, siguió la dirección de su mirada, sin encontrar nada que le pudiera explicar por qué se había puesto así.

— ¿Hyung? ¿Pasó algo?

Key sólo negó al volver en sí mismo.

Ok. Tal vez a él no le contaría, pero estaba preocupado y desde que el mayor vivía acompañado, supuso que podía confiar más en JinKi. Obviamente, Taemin no sabía la verdadera razón de por qué vivían juntos, pero creía que al menos eran amigos.

Por primera vez le daría uso al número que Onew le dio cuando se conocieron, por si pudiera necesitarlo o algo anduviera mal con el rubio. Para que la diva no se enterara, simplemente envió un texto, esperando que con aquellas palabras fuera suficiente para que entendiera que algo había ocurrido.

"JinKi-hyung, KiBum no está bien. Parece como si hubiese visto un fantasma. Ha permanecido en silencio toda la mañana."

Rogando porque el mayor supiera qué hacer, regresó a sus labores. No quería por nada del mundo que lo reprendieran por dárselas de flojo.

 

— ¿KiBum actuando extraño?

JinKi observó la pantalla de su teléfono con el ceño fruncido.

Seguro Taemin no había visto nada extraño y por eso no le había dado más pistas sobre lo que podía estar ocurriendo. Él conocía bastante bien a Bummie y sabía que su silencio sólo significaba algo…

“¿Puedes hacer algo por mí? Si no tienes nada que hacer durante la tarde, mantenlo ocupado en lo que se te ocurra, ¿vale? Yo te diré después qué debes hacer.”

Necesitaba pensar en lo que haría porque, si era honesto consigo mismo, ahora el que estaba en deuda era él. Cada que llegaba de la oficina había algo nuevo esperándole, aunque fuese un pequeño detalle. Key era una persona preocupada de los demás, algo así como una mamá, pero en versión masculina. Y él ni siquiera se había dignado a sacarlo a pasear, con suerte y le daba las gracias.

—Tengo suerte de que después de dos meses no se haya cansado de mí.

Poco antes de almuerzo, se decidió por llevarlo a cenar. Sí, ese sería un buen detalle. Así por hoy no tendría la preocupación de cocinar para los dos.

Una vez tuvo listas las reservaciones, le indicó a Tae dirección y hora.

Su corazón comenzó a latir más rápido, expectante. Sus ojos se dirigieron a la imagen que tenía enmarcada en un pequeño cuadro y una sonrisa se deslizó por su rostro, sin ser capaz de contenerla. Un dedo repasó al chico que aparecía allí, como si pudiese sentir al mismo tiempo la suavidad de su piel contra la suya.

“Key, ¿qué me has hecho?”

 

—Aún no sé qué es lo que pretendes, Tae-ah.

—No necesitas saberlo, umma. Sólo hazme caso.

— ¿Cómo que no? ¡Y no me digas umma porque con eso sólo buscas que me emocione y no pregunte más! Necesito saber, Lee Taemin. Después de todo, soy yo el que tendré que vestirme elegante sin ningún motivo.

Estaban en la casa de JinKi. El menor había logrado convencerlo de que fueran para que la diva se… arreglara. La cuestión era que el pequeño no podía develar la sorpresa. ¿Qué gracia tendría si le decía que hyung estaba detrás de todo eso? No, no.

—Ah~ es que no quería decirte —Tae hizo un puchero.

—Pues dime. Estoy esperando.

Se mordió la lengua intentando que el otro no notara su nerviosismo.

—Lo que pasa es que tengo una cita y quería que me acompañaras. Es en un restaurante caro, de esos en los que todo brilla y hasta el agua cuesta más de 100 wons.

— ¿Eso era todo? —KiBum parecía relajado ahora—. Debiste contarme antes. Y… ¿quién es tu cita? ¿Lo conozco?

Y la pequeña mentira se transformó en cien de ellas. Tae suspiró, resignado. Todo fuera por ayudar a sus hyungs a estar juntos. Porque si JinKi no lo había invitado a una cena para declarársele, juró que lo patearía en el culo la próxima vez que lo viera.

JinKi volvió a mirar su reloj. Lo hacía tan seguido que a veces tenía la impresión de que la pila se había agotado, ¿cómo podía avanzar tan lento?

Quince minutos atrás, Taemin le había comunicado por mensaje que estaban cerca. ¿Qué les había retrasado tanto? Quizá debía calmarse un poco y esperar.

O tal vez no. Su corazón no bajaba sus revoluciones y eso no le ayudaba a relajarse. ¿Sería que realmente le gustaba KiBum? Era un chico guapo, después de todo. ¿Por qué no? Además era gay, así que no debía preocuparse por sus preferencias sexuales.

De un momento a otro, Taemin apareció de la nada, asustándolo.

—JinKi-hyung, Key-umma está en el baño. Le di tu número de mesa para que pudiera ubicarte.

— ¿Sabe que soy yo?

—Lo descubrirá cuando llegue.

El mayor tragó grueso.

—Ok. Ve, Taemin. Gracias por esto.

—No es nada. Y espero que hagas feliz a mi umma.

Le hizo una reverencia para marcharse antes de que pudiera decir nada más.

¿Hacerlo feliz? ¿A qué se refería con eso?

No tuvo tiempo de pensar. KiBum apareció, precedido por el mesero que le había atendido a él mismo. Vestido completamente de negro, JinKi debió tragar grueso para que la saliva no se le escapara de la boca. Lucía increíble. Bueno, la mayor parte del tiempo se veía bien, pero en esa ocasión… wow, tenía suerte que su mandíbula estuviera bien pegada a su maxila.

— ¿JinKi-hyung?

No, seguro se había confundido. ¿Qué hacía él ahí? ¿No se suponía que iba a acompañar a Taemin a una cita? Oh, pero claro… ese pequeño demonio se las iba a pagar.

—Bummie —se puso de pie para recibirlo—. Toma asiento, por favor.

El mayor movió su silla para que se pudiera acomodar frente a él.

—Yo-yo…

—Tranquilo. Sé que Taemin te dijo algo… pero en realidad estaba ocultándote que quien te había invitado era yo. Lo siento si te molestó todo eso, aunque no se lo pedí. Te pido disculpas en su nombre.

—No-no hay problema hyung.

¿Por qué se sentía tan nervioso? Conocía a este hombre desde hacía más de un año. No tenía motivo para estar así.

En silencio, recibieron la carta y eligieron lo que iban a comer.

El silencio que los rodeaba era extraño. Los dos querían romperlo pero algo se los impedía. Quizá la vergüenza o la timidez pues durante los meses que habían transcurrido desde que Key recuperara su forma humana, jamás habían estado en una situación parecida. Estaban incómodos.

Finalmente, JinKi fue quien se decidió a hablar una vez que les llevaron la comida. Partió preguntándole por cómo había estado su día, si había ido muchas personas al local y así, relajando el ambiente hasta que ambos sonreían.

—Bueno... supongo que te estarás preguntando por qué quise que saliéramos a cenar —el rubio sólo asintió, demasiado expectante como para pensar en decir algo—. La verdad es que estos últimos días han sido los mejores. Desde que desperté esa mañana y tú estabas ahí, durmiendo a mi lado todo ha mejorado. Ahora me doy cuenta que has cambiado mi vida, que nada era lo mismo que hasta antes de que aparecieras. Yo-

—Respira, hyung.

—Hay noches en las que despierto asustado, con la sensación de que no estás, que mi gato ha regresado y no volveré a oír tu voz o a ver tu sonrisa al despertar... por eso me veo obligado a tomar tu mano para estar seguro de que, cuando amanezca, seguirás estando ahí. Te quiero, Bummie. Esa es la razón de por qué estamos aquí.

El corazón de Key se había saltado unos cuantos latidos.

— ¿Lo dices en serio? ¿Realmente te gusto o...?

—Bummie.

Iba a continuar con su diálogo pero al verse interrumpido perdió el hilo de sus pensamientos.

— ¿Qué?

—Estoy hablando en serio. Sé que sufriste por un estúpido que no valió la pena y que por eso pasaste por cosas sobrenaturales que aun no entiendo del todo. Y por eso mismo es que me he tomado tiempo para pensar. No quiero que sufras más, ni verte triste y pues, siendo honestos, yo también quiero darme una oportunidad para ser feliz.

KiBum quería creerlo. Por Dios que necesitaba sentirse amado una vez más, correspondido por alguien tan bueno como su hyung. Pero había algo que lo detenía, algo de ojos saltones, cabellera oscura y altura de poste de la luz.

—JinKi-hyung, pero… ¿qué pasa con MinHo? ¿Ya no lo quieres más? Ustedes estaban saliendo.

Ante preguntas tan directas, el mayor se sintió algo nervioso.

—Oh, eso. Humm… yo… no sé cómo decirlo porque no quiero que sientas lástima por mí.

— ¿Lástima? Pero, ¿por qué?

—MinHo no volvió a llamarme desde esa última vez.

— ¿Eso no fue hace como un mes atrás?

—Sí. Poco antes que, bueno, regresaras a ser lo que eras.

—Ah…

—No te preocupes, ¿está bien? Ya me acostumbré a no estar con él. Además —lo miró directo a los ojos—…

— ¿Qué?

— ¿Para qué quiero a MinHo si te tengo a ti?

—O… Onew-hyung…

—Te dije que no me tuvieras lástima. Comamos, ¿te parece?

—S-sí.

Durante la siguiente media hora conversaron de temas sin importancia mientras disfrutaban de la deliciosa comida.

Ambos se sentían mucho más relajados una vez que estuvieron delante de la puerta de su departamento.

—Gracias por la invitación, JinKi.

—Por nada —le sonrió complacido.

Estaban por entrar y alguien los interrumpió.

—Oh, veo que me cambiaste más rápido de lo que creí.

No fue necesario que se giraran para saber quién les hablaba.

— ¿Qué haces aquí, MinHo? Que yo sepa, no quedamos en que vendrías a mi casa,

—Con ese gato insoportable que tienes, ¿quién querría venir?

—Bummie no tiene nada que ver con esto.

Ahora que lo veía, el mayor se fijó en que el alto había bebido por la extraña forma de su andar.

— ¿Ah, no? Verdad, es difícil que él te dijera que me rasguñó todo el tiempo que estuvimos viendo la película esa noche, ¿o es que te comunicas con los animales?

En ese momento, Key sonrió con culpabilidad al recordar lo que había sucedido. MinHo estaba en lo cierto, él lo había espantado.

Onew lo miró y comprendió, aunque prefirió guardarse lo que fuera que pudiera decir para cuando su ex estuviera lejos de allí.

— ¿Y eso qué importa? Pudiste decírmelo ese mismo día o a la mañana siguiente, no un mes después, ¿no crees? Ya es tarde para que me vengas a buscar. Si es que es eso lo que pretendías.

Con la poca conciencia que al alto le quedaba, decidió que sería mejor dejar las cosas como estaban, al menos por el momento.

—No, hyung. Yo sólo… quería saber cómo estabas.

—Estoy excelente, ¿no lo ves? —Tenía cualquier expresión, menos una de alegría, se le había ido al verlo—. Ahora, si me permites...

Onew tomó de la mano a KiBum y juntos entraron a la casa.

La sangre del mayor hervía de rabia.

—Te prepararé un té, hyung —le ofreció Key antes de irse disparado hacia la cocina.

El otro simplemente se dejó caer en el sillón. "¿Por qué ahora?", se preguntaba. "¿Por qué justo que estoy bien y planeo iniciar una nueva relación con Bummie?"

Golpeó con fuerza un cojín, furioso.

—Tranquilo, JinKi. Aquí tienes.

La voz de aquel hombre lo calmó lo suficiente como para tomar la taza y beber un poco de ese líquido.

—Gracias.

— ¿Estás muy molesto con MinHo?

Onew suspiró, sin saber cómo explicarse.

—La verdad es que no. Creo que realmente estaba con él porque no tenía nadie más con quien estar. Ya sabes, para no sentirme solo.

—Eso no está bien, y lo sabes —atrapó sus manos entre las suyas.

— ¿Y espantar las parejas de otros si lo está?

El menor se puso colorado, buscando qué decir para excusarse.

No sabía qué.

—Tranquilo. Créeme que al día siguiente, cuando apareciste sobre mi cama, no pensé en él al mirarte. Y dejé de hacerlo, sólo porque tú ya formabas parte de mi vida.

— ¿Lo dices en serio?

—Sí.

—Oh, hyung.

El corazón de Key se sentía lleno de amor. Lo que acababa de oír era tan dulce, que simplemente creyó que era el mejor momento de decirle la verdad, de confesarle que lo amaba desde que era un pequeño gato que esperaba cada tarde por él, que la razón de su transformación eran aquellos sentimientos que albergaba.

Pero… ¿podía estar seguro? ¿Su hyung estaba siendo sincero con él y no le rompería el corazón como JongHyun lo había hecho tiempo atrás?

Respiró profundo, armándose de valor. Si no confiaba en sí mismo, al menos sí en su abuela. Ella nunca se equivocaba.

Rogaba porque esa no fuera la primera vez.

Notas finales:

¡Hasta la próxima actu~~! :D


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