Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

[Reviews - 93]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

A Nenúfar me refiero a las plantas acuáticas de hoja ancha que flota sobre el agua y del que salen flores de pétalos delgados y afilados.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/c/ce/Nenufar-rosa.JPG/300px-Nenufar-rosa.JPG  

 

Un Bakeneko es literalmente gato monstruo, es un gato de habilidades sobrenaturales perteneciente al folklore japonés. Un bakeneko suele devorar y buscar presas humanas, según algunas leyendas, un bakeneko devoraba a las personas para transformarse en ellas y robar su identidad.

 

Los personajes que no son mios, son Masashi Kishimoto.

Dark Horse


“Dolor, tu castigo eterno. Mi purgatorio”


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


 


Iruka se encontraba dentro de una pequeña habitación en la que por la ventana daba el paisaje del gran río Nilo. Pero esta no tenía lujos ni opulencia, sino que era bastante modesta, con pocos muebles y donde las puertas apenas eran cortinas o delgados maderas.


Frente a él, una bella mujer, de piel oscura, con una gran sonrisa y de cabello rizado, que se abanicaba mientras se acariciaba su abultado vientre. Siempre con un brillo de ilusión en su mirada.


 


—¿Cómo se siente? —preguntó Iruka con amabilidad.


—Muy bien, por fortuna ya pararon los vómitos. Temía que eso le fuera afectar al bebé, pero por fortuna ya he empezado a ganar peso. —comentó la mujer, siempre con un tono gentil.


—¿Y él bebé?


—No lleva mucho que comenzó a dar pataditas. Incluso anoche no me pude acomodar al dormir porque estaba muy inquieto. —y de sus labios salió una sonrisa. —Creo que va ser muy travieso. —diciendo esto último como un secreto.


—¿Desde cuándo no va al palacio? —leyendo esto de un pedazo de papel.


—Desde que me enteré que estaba embarazada. Ónix se puso muy feliz por la noticia y me abrazó con mucha alegría. Pero entonces me pidió que dejara de trabajar, para que no me pasara nada malo a mí o al bebé. Y le hice caso, y desde el primer día cuidó de mí a la distancia. —y señaló sobre un mesa, en la que reposaban un tazón, un plato y una pequeña botella de cerámica. —Todos los días me manda comida. Aunque, bueno, él no es el único. —Y le ofrece unas ciruelas de una cesta


—No, gracias. —negó el ayudante con una sonrisa.


—La vecina me las ha regalado. Le da gusto que Ónix y yo seamos pareja.


—¿Lo ve muy a menudo?


—Siempre venía una vez por semana a dormir. Aunque se iba antes del amanecer. Ya sabe, tiene mucho trabajo. —e Iruka le asintió de forma afable. —Pero siempre busca la manera de venir. Manda a que arreglen las casas, de las fuentes o de cualquier cosa, y viene para asegurarse de que estén haciendo bien las cosas. Él es muy considerado con todos. Y siempre que pasa, me saluda, aunque sea de lejos. —con un tono pausado por la tristeza que le causaba no verlo todos los días.


—¿Cuándo fue la última vez que lo vio?


—Hace casi un mes. Vino a dar un pequeño paseo con el faraón para la apertura de unos baños. No pudimos hablarnos, pero me saludo desde la distancia. Como una persona importante, no puede mostrar preferencia por ninguno. Eso le causaría problemas.  Pero siempre estamos en contacto.


—¿A qué se refiere?


—Siempre me manda regalos, ya que no puede mandarme cartas. No sé leer. —y ve su vientre. —Pero a ti ya te prometió que te enseñaría. “Es muy importante ser inteligente” ha dicho tu padre. —y en su mirada un brillo de esperanza.


—¿Qué clase de regalos? —interrumpiendo la “conversación” de la madre.


—Le dije que necesitaría juguetes para nuestro pequeño y ordenó que se construyera un parque aquí a la vuelta, pero su detalle para mí fue el árbol de flores lilas que mandó a plantar en él. Pero mi regalo favorito fue el que dejó frente a mi ventana. ¡Venga, le muestro! —y con gran emoción se levantó para guiarle.


 


Justo debajo de su ventana, varios metros hacia abajo, estaban las orillas del río, donde las aguas eran tranquilas. En el se podían ver cientos de nenúfares de los que se escabullían millares flores rosadas.


 


—Son muchas flores. —admitió Iruka


—¡Sí! Aparecieron de la nada una mañana y a medio día ya habían floreado. ¡Era algo increíble! Las vecinas lo comentaron todo el día. Pero yo sabía que había sido Ónix. Él sabe que me encantan las flores. —y en sus mejillas apareció un sonrojo. —Para él no hay nada imposible. Es un mago, después de todo.


—Se ve que es muy detallista con usted. ¿Desde cuándo son pareja?


—Desde hace un año y tres meses. Me llevó a pasear a caballo por las dunas. Era una noche de luna llena. Y transformó la arena en un ave gigante para que voláramos entre las nubes. Y justo en el límite, tomó mis manos y me confesó su amor hacia mí y me juró amor eterno mientras nos besábamos bajo la luna.


—Qué bello —e Iruka con una falsa sonrisa de impresión. — ¿Y cómo es que se enamoraron?


—Me asignaron a entregarle los desayunos a su habitación. Cuando nuestras miradas se juntaron hubo una chispa entre los dos. Desde esa vez me dijo que no quería estar con nadie más. Y eso me lo repite cada que puede. En el palacio me decía que yo era la única para sus ojos y me entregaba una flor. —y ella se quedó con una mirada enamorada hasta que el castaño la devolvió a la tierra.


—Bueno, por mi parte ha sido todo. Neith, le agradezco mucho que me haya dado su tiempo.


—De nada, siempre es bueno apoyar a la secretaría de salud. —Sí, había logrado hablar con la mujer por medio de engaños, lo demás había sido persuasión. Iruka fue a la puerta de tela, pero ella le detuvo por el brazo. —Supongo que le han mandado desde el palacio, pero ya nosotros sabemos de quien fue la orden. —y el de cicatriz se volvió a girar hacia ella. —Me gustaría que le hiciera llegar mis saludos a Ónix, y un agradecimiento por lo amable y atento que ha sido con nosotros. —y la mujer le tomó de la mano y le guiñó un ojo. —Me gustaría decirle que le dijera que lo extraño mucho, pero no quiero meterlo en problemas. —y a pesar de todo mostró una sonrisa. —Yo no le pido que me lleve a vivir al palacio o que nos casemos. Pero pienso que más importante es que nuestro hijo crezca cerca del amor de su padre. —Iruka le sonríe.


—Recibirá su saludo.


 


Y mientras dejaba la habitación, con ella cantando una nana; un encapuchado, que escuchaba todo, le siguió.


Ellos dejaron la vivienda y anduvieron hasta que subieron a una carroza.


 


—¿Crees que sí sea de él? —manifestó el de la cicatriz mientras Naruto se bajaba la capucha.


—No lo sé, pero como me muero por saber. —Y es que había dado algunos puntos a favor de que sí había tenido una relación con Sasuke, aunque en un principio había sido con Ónix. Las flores eran magia, de eso no había duda, según el rubio. —¿Qué pasaría si ella reclamara paternidad? —y es que Naruto estaba pensando en la marca de nacimiento.


—Ónix deberá pagar cada mes a la mujer una quinta parte de su sueldo para mantenerlo y deberá pasar tiempo con él. Los egipcios ven muy mal que los hijos no sean criados por sus padres. —Por eso no era raro que los niños del faraón estuvieran con él durante su trabajo. —Ellos son su única fuente de valores. —Dicho esto, el rubio permaneció callado imaginando la situación, para nada cómodo para él.


—Está loca de amor. —comentó el ayudante, después de un breve silencio.


—Sí. —dijo viendo por la ventana, mientras se imaginaba a la sirvienta en manos del mago, para después apretar su puño con disimulo.


—Literalmente. Esta loca de amor. —y  Naruto, confundido, dirigió su mirada a él.


—¿A qué te refieres?


—¿Crees que Ónix es capaz de venir cada semana a visitarla sin que nadie lo note? —pero si había logrado llevarlo a escondidas a su habitación a plena luz del día, entonces sí podía en la noche. —¿Arriesgarse a un amorío en su posición? —pues sus demás amoríos no eran precisamente un secreto de estado.


—¿Ella estaba mintiendo?


—Tampoco. Todo era real, al menos en su cabeza. —y el ayudante abrió un poco la persiana de su ventana para mostrarle su punto. —Esas son las mismas vasijas que ella me dijo que eran en las que le mandaba comida. —Y en cada puerta había un juego. Y pasaba un hombre en burro que los volvía a llenar con leche, avena y pan. No era la única. —Su verdad es mucho más hermosa en su imaginación.


—¿Por qué lo hace? —y es que todo se mostraba tan complicado.


—Sólo para decir que a ella le sucedió, sentir que vivió un gran amor.


—Debió empezar a ilusionarse por alguna razón. —y es que a Naruto le era más importante saber si entre ellos dos hubo algo.


—Eso será su asunto. —refiriéndose a Ónix y Neith. —Pero ¿Y el niño? ¿Sí será de él?


—Se sabrá cuando nazca. —sentenció el rubio cerrando el caso. Ya se sentía bastante fastidiado hasta ese punto.


 


xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx


 


Cuando la comitiva de Roma llegó a Egipto, recibieron la noticia de que el faraón y su ayudante no se encontraban. Pero que aun así les necesitaban y que les verían en los emiratos.


Si querías pertenecer a los emiratos, y tener un lugar en este y en sus juntas, debías solicitarlo junto con los países que te apoyaban. Esto incluía a tus aliados.


 


—Se unirá al grupo de Europa. —declaró Naruto acomodándose en su asiento, después de haber visto por la ventana las pirámides escalonadas de Ras al-Jaima.


 


Y es que Roma debía apoyar a Egipto como país aliado. El país debía tener la aprobación de los miembros del emirato, o al menos de la mayoría, pero sobre todo del país representante.


Pero de los franceses ya se había encargado Ónix desde hacía tiempo.


 


—No, él va a solicitar un emirato completo. —corrigió el de cicatriz, dejando impresionado al rubio.


—Pero con un solo mago, no puedes hacer un emirato. —argumentó Naruto.


—No, pero él logró aliar a todos los magos de África. —mencionó ofuscado el emperador, el cual se habían encontrado camino a Ras al-Jaima.


—Y es por eso que se ha adelantado la reunión. —mencionó Iruka con rencor oculto. Y es que no le gustaba que le movieran la agenda.


 


Todos los miembros de los Emiratos se pondrían en junta para analizar la propuesta y dialogar con el país representante y los demás implicados.


Ras al-Jaima había sido muy recientemente ocupado por América, pero ya se habían establecido bien en sus palacios y mezquitas. Aunque les había quedado chico el territorio, y ya habían empezado a extenderse al mar.


Sus palacios y mansiones nuevas tenían un estilo piramidal escalonado. Todos hechos de grandes bloques de piedras blancas. Y las nuevas islas se introducían en el mar con formas curvas como si fueran enredaderas.


En uno de los nuevos palacios se realizarían las juntas y recepción de todos los miembros.


En el, Naruto fue recibido por la chica francesa, con sus risos recién hechos y pintados de rosa. Aunque únicamente pudieron tener un pequeño almuerzo en medio de los jardines de grandes hojas.


Ella sólo bebió un té, mientras que Naruto devoró. Para él era apenas el desayuno. Recibiendo un golpe con el abanico de la ella quien le reclamó que debía masticar de manera adecuada frente a ella.


Cuando llegó la hora de despedirse, Sakura se rehusó a que se marchara, quería estar todo el día con él, a pesar de todo. Pero el rubio se negó, debía ver varios asuntos con Iruka.


 


—Perdón por dejarte sola. —pues si ella estaba ahí fue porque él la había invitado.


—Tranquilo, mi amor. —y el rubio se sintió incomodo ante el nombre. No estaba acostumbrado a que le llamaran de manera melosa. —Es tu trabajo. Ya encontraré algo que hacer. Además, María no ha de tardar en llegar. —diciendo todo con una sonrisa atenta.


 


La francesa cerró sus ojos y elevó el rostro, pidiendo un beso, que fue complacido de manera fugaz.


Naruto se giró, y poco después se retiró la duquesa con melancolía.


Cuando él levantó su rostro, vio del otro extremo a una sirvienta en kimono de rayas de obi rojo y de ojos verdes, sosteniendo una sombrilla para una chica en un refinado kimono azul cielo con bordado de flores rosáceas casi imperceptibles y de obi blanco perla, con sus cabellos rubios, casi platinados, sujetos en una coleta floja.


Cuando los ojos azules y violetas se cruzaron se reconocieron al instante, y se vieron inmutados.


Y él en un segundo regresó por el pasillo. Shion no era tanto el problema, sino quien le acompañaba: Katy. Ya no podría saludarle nunca más.


 


—¿Naruto? —y el susodicho se giró viendo a la miko, para después buscar a su alrededor de que realmente estuvieran solos.


 


Ella inspeccionó a detalle su rostro, cerciorándose de que era él, lo cual era indudable a esa distancia, pero lo comparaba con el pequeño sirviente que le hizo compañía. Se había puesto muy guapo con el tiempo. Y lo había extrañado tanto.


Para cuando el de ojos azules iba a saludarle, ella con alegría le abrazó por el cuello.


 


—¡Hola! —dijo él con la misma emoción mientras le respondía el abrazo. Con tanto ímpetu, que logró alzarla unos centímetros del suelo.


 


Miroku le había advertido más o menos de la situación de Naruto, pero quería enterarse de todo lo sucedido de su boca.


 


—Ya no debo hablarte así ¿Cierto? —comentó cuando se separaron. Entonces él se inclinó y se presentó.


—Tulius Antoninus Pertinax, su alteza.


 


En latín “su nombre” completo. Y ella hizo lo mismo de forma elegante, para después sacar el principal tema.


 


—¿Cómo pasó esto? —señalando su uniforme imponente, al que sólo le faltaba su capa.


 


Tenían tanto que contarse, pero Iruka le estaba esperando. Sin embargo, no todos los días te encuentras con tu vieja amiga de la infancia. Y prefirió darse una pequeña escapada con la miko recorriendo los jardines y sus muelles, con la excusa de la “diplomacia” como le gustaba llamarlo Iruka.


 


—¿Era tu novia? —mencionó Shion, ya no pudiendo evitar preguntarle sobre la pelirosa después de un rato.


—Sí, aunque… —“…fue por despecho.” Completó en su mente. —…no llevamos mucho. —y sintiendo que ninguno tenía mucho ánimo de tocar el tema, ella cambió la conversación.


—Pásame tu mano—le ordenó ella. Las viejas costumbres nunca mueren.


—¿Para qué?—preguntó con falsa desconfianza.


—No te voy a cortar la mano. Sólo para que lo sepas: Ya he aprendido a leer la mano. —con un tono presuntuoso, pero con una sonrisa coqueta. — ¿No quieres saber que me dice de ti? —Y el ojiazul con curiosidad se la extendió —Mmm… —y se acercó más a la mano, como si en lugar de líneas tuviera letras pequeñas. —Veo que amas a alguien… lo confuso es que no es a tu novia… ¡Espera! —exclamó pasando su dedo con brío sobre una de las líneas. —Pero esa persona es demasiado cercana a ti. —Y Naruto de inmediato supo a quien se refería, y con rapidez cerró su palma.


—¿No me ibas a decir nada del futuro? —excusándose.


—Yo nunca dije eso. Yo sólo puedo ver lo que está más allá de los sentidos. —A su linaje le era imposible ver el futuro, algo que le había costado mucho entender a su madre.


 


Pero a “cercano” se refería a la antigüedad. Y por lo poco que había logrado contarle el rubio, él tenía contadas conexiones con su pasado. No la hacía única, pero sí la más probable.


Su corazón se alegró en un vuelco, sonrojando sus mejillas ¿Y si era ella a la que quería?


Y, sólo para comprobar, activo el poder de sus ojos para ver la relación que sentía Naruto hacía ella.


En esos momentos, Sasuke se había enterado que los romanos habían llegado. Y, cómo buen representante de Egipto, fue a recibirles. Para su suerte, estaba con “Basted”. Era más fácil escabullirse de su cuidado.


Iba a  pasos presurosos cuando, a mitad de camino, reconociéndole de espaldas, vio a Naruto desde el pasillo contrario. Fue hacia él y cuando estuvo en su mismo pasillo, sintió una energía mágica. Entonces, para su sorpresa, alguien lo descubrió.


 


—Hola Sasuke. —saludó la miko cuando sintió que alguien se acercaba. Y al verlo pensó: “Todavía se siguen llevando”. Ofreciéndole una sonrisa. Mientras que el ojiazul, con el enojo contenido, no quiso voltear a saludarle.


 


Y Sasuke se quedó helado. No importó la peluca, el maquillaje, ni que hubieran pasado ya varios años. Ella logró reconocerle fácilmente, y eso que se habían visto frente a frente no más de cinco veces en su vida.


Naruto tardó un minuto en entender todo.


Nadie, absolutamente NADIE debía saber del pasado de ninguno de los dos.


En un principio Naruto trataba de evitar a los franceses, hasta que descubrió que los que estaban en los emiratos en muy raras ocasiones salían de ahí. De ahí los demás no le preocuparon tanto, no lograban reconocerle. Y para suerte de él, Roma y Japón nunca estuvieron interesadas entre sí.


Mientras que Sasuke, cada que debía tener una reunión con algún sacerdote, él se daba por enfermo y mandaba a Itachi y “Basted” en su lugar. Pues temía que le reconociera alguien.


Y he aquí su mayor temor.


El mago estaba considerando activar su sharingan, cuando Naruto se interpuso y pidió a Shion que por favor no revelara el pasado de Sasuke.


Aun a pesar de todo, su enojo y sus dudas, el rubio le defendía y protegía.


Pero este hilo de cólera, fue notado por la miko por su poder, cosa que notó Sasuke. De tal palo, tal astilla.


 


—Tranquilo Tulio, no diré nada. —trasmitiéndole seguridad, a la vez que, para romper la tensión que había causado ella, le tomó del hombro con familiaridad junto con una sonrisa. Y Shion percibió un hilo de celos por parte del azabache. Quien no había movido ni una facción de su rostro en muestra de desaprobación.


 


Ella, para que el mago se calmara, en forma de tregua se presentó. Con todos los modales y movimientos de una princesa.


Y aunque Sasuke no tuvo mucho ánimo, debió aguatar sus sentimientos (como siempre) para hacerla de Ónix, con todo y su arrogancia y engreimiento. Lo cual sentía extraño, pues nunca se había presentado fuera del palacio.


 


—¿Eres Ónix?—mencionó pasmada al escuchar el nombre. Ya había escuchado de él antes, pero en su vida pudo haberse imaginado tal situación. Ese par era una cajita de sorpresas.


—Con todo solucionado, —interrumpió Naruto el asombro de la chica. —me retiro. Debo ver a Iruka por unos pendientes. Con su permiso. —y se reverenció para ambos.


 


Y es que Naruto ya no podía ver lo hipócrita que era Sasuke. Ya estaba comenzando a detestar que se transformara en “Ónix”.


Los magos se quedaron viendo fijamente en lo que el rubio se retiraba. Y en el primer segundo en que había dado vuelta por el pasillo, la chica desactivó su visión mágica, a la vez que Sasuke empezó a inspeccionar la magia de Shion.


 


—No quieras buscar donde no te llaman. —le dijo la rubia. Y el mago descubrió que ella había activado un conjuro de bloqueo muy fuerte para que no pudieran no sólo ver, sino incluso bloquear cualquier tipo de intervención.


 


Y es que el azabache no confiaba en Shion. Sentimiento que era mutuo.


De repente, y del mismo pasillo donde se había marchado el otro, unos embajadores tailandeses, con sus trajes coloridos y hombreras picudas, aparecieron.


Temiendo que confesara su pasado, y teniendo sólo unos segundos para actuar, él optó por utilizar el sharingan, aunque todavía no fuese bueno utilizándolo.  


A la primera salieron las tres aspas, y se puso frente a ella buscando sus ojos. Pero la rubia giró su rostro viendo al suelo y con sus ojos cerrados.


 


—Sé que no debo ver a tus ojos, aunque no sé con exactitud qué planeas con ello. Pero si Naruto no te desea mal, yo lo aceptare como idea propia. No pienso delatarte ahora, ni nunca. Te doy mi palabra de sacerdotisa. —pero aun así no le quitó la mirada de encima, ni los desactivó. —Y pude ver que aunque Naruto este muy molesto contigo, te estima.


 


Esto desconcertó al azabache ¿Naruto estaba molesto con él? Pero si la última vez  que se habían visto se despidieron bien. Y volvió sus ojos negros, pero ella siguió con los parpados abajo. 


 


—Supongo que debes tener el ojo bien puesto en él, porque pude ver lo que tu corazón sentía, aunque tus movimientos no lo reflejaran. —y le tomó del hombro, dándole la referencia de su comentario. Levantó su rostro con una sonrisa, disimulando frente a los embajadores, tatuados hasta el cuello, que pasaron rápidamente junto a ellos. —Por lo que te aviso, debes apresurarte a dar un paso con él si lo quieres a tu lado.


 


Al principio, cuando ella se percató de la magnitud de la conexión que existía entre los dos, se impresionó. Pero esto, en lugar de desanimarla, le hizo entender que debía redoblar esfuerzos si quería conseguir el corazón del rubio.


 


—Estas equivocada. —declaró tajantemente.


—Muy bien. Porque no me detendré ante nada para estar con él. —y le soltó. —Que tengas buena tarde. —y se inclinó con delicadeza. —Y suerte mañana. —y sin más se marchó.


 


Para ella, Sasuke no era quién para negarle su voluntad.


Shion estaba decidida, como una niña encaprichada a la que nunca le negaron nada.


 


Xx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx


 


Sasuke había estado pensando en el posible motivo de enojo del rubio. Encontrando más de mil y un razones para ello. Incluso acertando, pero al no saberlo, siguió inquieto. Aunque al no poder hablar con seguridad con él, no sabía si realmente estaba enojado.


Hasta que pasada la media noche, Naruto le dijo que debían hablar.


Ya dentro del diamante, en su escondite etéreo, Naruto se sorprendió de la tranquilidad con la que andaba, sin remordimiento o culpa.


Pero el mayor, por los nervios, tenía los dedos helados.


 


—¿Es verdad que vas a tener un hijo? —exteriorizó, sacándose al fin ese peso de su pecho.


—¿De qué hablas? —mentira, bien sabía de qué hablaba, pero aun así su rostro se mostró desconcertado. No estaba listo.


—¿De que si es cierto que tendrás un hijo de Neith? —y el azabache bajo presión se mantenía estable, pero proviniendo del rubio…


—No… no sé. —diciendo lo último para sí, en un tono casi vaporoso causado por su propia ignorancia.


 


Grave error. Naruto alcanzó a oírle.


Naruto empezó a contarle cuanto sabía de la mujer y su bebé. Interrogando a cada suceso. A lo que el otro negaba todo. Extenuando el estado mental de Sasuke.


Pero el rubio ya no confiaba en él.


 


—¿Por qué?—preguntó Naruto, arrepentido, al aire.


 


Y es que el problema empezó desde que el azabache mostró duda.


Sasuke sintió que pronto entraría en crisis. La presión que ejercía el rubio sobre él ya la conocía, ya la había saboreado antes.


Siempre que pasaba era por Naruto o por sentimientos hacia él.


Del tiempo en que estuvieron separados, él pensó que podría llegar a olvidar a Naruto, pero conforme más pasaban los meses, más sentía que necesitaba ver esos ojos azules.


Esa presión inusual, pero muy en concreto. Una sensación que le asfixiaba.


No por nada había creado a Ónix. Lo había elaborado para no sentirse solo, ni prisionero de sus pensamientos, ni limitado por su cuerpo.


 


—Me puedes rechazar y manejar a tu antojo. —confesó el menor, creando eco en los pensamientos de Sasuke. —Pero si yo fui sincero sobre mis sentimientos contigo, pido lo mismo. —y volteó a verlo con furia contenida. —No me engañes.


 


Si Sasuke sentía lo mismo por él, entonces ¿De dónde había salido el bebé?


Si le había hecho creer que le amaba, por su conveniencia, que lo admitiera de una vez, para que dejara de dolerle y no sentirse más un estúpido.


El ojiazul sintió que su respiración quemaba su garganta, y su corazón golpeaba su pecho.


Mientras que Sasuke sentía que estaba a punto de ahogarse por el denso ambiente.


Sasuke asumió que la única manera de recuperar la confianza de su hermano, que era lo que necesitaba, era siendo no sólo sincero, sino que, además, aceptándole.


Y de nuevo su culpa le pulsó en su sien.


 


—No. —pensó Sasuke en voz alta.


—¿Es tu hijo o no? —interrogó Naruto, impaciente, por última vez.


—Perdón. —haciendo que Naruto no quisiera ya verle, para después darle la espalda. —Pero yo no he hecho nada. —Pero el ojiazul ya no le escuchaba. Y se marchó dejándole solo en el diamante.


 


xXx Before the time xXx


 


Las olas arremetían con fuerza contra las rocas, lanzando al aire esa característica sensación de sal. El cielo gris amenazaba con llover.


Sobre la arena había dos mujeres con sus saris volando con fuerza por el aire.


Una de ellas lloraba desconsoladamente mientras sus hebras pelirrojas se arremolinaban sobre el peluche de tigre que abrazaba como único tesoro.


Mientras que la otra, de piel nívea, la abrazaba tallándole la espalda. Ella también lloraba, pero de manera más leve, contenida.


Ambas lamentaban que su barco fuera el único.


 


—Ellos estarán bien, siempre y cuando permanezcan juntos. —dijo la de ojos oscuros para después darle un beso a la otra en su cabeza.


—Son muy pequeños ¿Cómo estas tan segura? —e imaginándose los peores escenarios, se hundió más en el pecho de la otra.


—Porque es nuestro destino. —después de ello, la de cabellera oscura no volvió a derramar lágrimas, pero la otra levantó su rostro para mirarle confundida con sus ojos grisáceos. —Desde que te vi desde el carruaje, a lado del camino, supe quien eras tú.


—No te entiendo. —desconcertada la pelirroja se levantó y se limpió sus lágrimas.


—Te voy a contar una historia  que pasó hace muchos siglos.


 


En medio de un bosque estaba una pantera que saltaba con impaciencia dentro de un agujero.


Había caído en la trampa de un cazador. Que por suerte no había tenido lanzas en el fondo, como había visto en muchas antes.


Saltaba y saltaba, pero era muy alto y angosto. Enterraba sus garras en las paredes, pero se desquebrajaban con facilidad.


Intentaba transformarse en humano, mas se sentía muy débil, y sus poderes habían disminuido.


Entonces escucho que alguien se acercaba y se quedó expectante. Pidiendo que no fuera algún humano, no tenía muchas ganas de ser desollado por ellos.


Y en la cima vio a un zorro, de brillante pelaje anaranjado, que le vio curioso. Sin necesidad de palabras el zorro le preguntó que si necesitaba ayuda. Y la pantera se sorprendió: se había encontrado con otro dios.


El dios, transformado en pantera, aceptó y agradeció al otro por haber aparecido. Y el zorro se transformó en hombre para cortar algunas ramas y hacerle una escalera sencilla para que pudiera escalar el otro.


Ya tranquilo y salvó, vio al zorro, que entonces tenía su piel blanca y con unas marcas en sus mejillas semejantes a bigotes, vistiendo un kimono masculino color naranja de la parte de arriba con detalles en blanco y de abajo negro, y en una de sus mangas se veía una espiral color rojo, al igual que sus ojos y su cabello, como su símbolo.


La pantera le volvió a agradecer, mas al no saber su nombre, se lo preguntó.


 


—Kurama. Pero casi todos me conocen por Kyubi. —respondió el dios-zorro. —¿Y el tuyo? —y con confianza, con su mano, que mostraba unas alargadas uñas negras, acarició el pelaje oscuro y brillante del otro, pero este negó. No se había puesto a pensar en un nombre para él. —Mmm… entonces ¿Cómo se refiere la gente a ti?


 


Pero la pantera volvió a negar, consideraba más importante devolverle el favor. Pero el otro le rechazó, no había necesidad.


El pelirrojo siguió su camino, pero al sentir que el otro le seguía, se giró y le encaró.


 


—No hay necesidad que me pagues el favor, en serio. —y el otro asintió, aun en forma de pantera. Pero aun iba detrás de él. —¡Deja de seguirme! —y entonces el otro pensó que el zorro era muy escandaloso. Y la pantera le explicó que él iba a la villa de Kamakura. —¿En serio? ¡Yo también voy para allá! —Entonces a la pantera se le ocurrió una idea, y ofreció al dios-zorro su protección durante su trayecto. Pero el otro se burló. —Ni si quiera puedes cuidarte solo. —y el otro, ofendido, decidió dejarlo.


 


Y el pelirrojo notó que el otro no se había transformado. Se veía que no era de por ahí, y que sus poderes debían estar bajos por lo mismo.


Nunca había oído de algún dios felino que no fuera Bakeneko, y era aterrador, nada que ver con esa pantera pretensiosa y elegante.


Al estar lejos de su templo, con gente que no lo conociera, nadie podría ayudarle. El que corría más riesgo era el felino.


 


—¿Y si nos vamos acompañando en el camino? —propuso el dios-zorro alcanzándolo. Pero el otro se negó, no quería la compañía de un ser tan irrespetuoso y soez. Esto sacó de sus casillas al de ojos rojos que estuvo a punto de mandarlo a freír espárragos. Y prefirió aguantarse. —Disculpa por lo de hace un momento, pero, pensándolo mejor, ya va ser de noche y creo que me vendría muy bien tu ayuda. —La pantera se le quedó viendo, analizando la propuesta y terminó aceptando. —Que bien. —y le ofreció una sonrisa, que mostró sus marcados colmillos. —Vayamos a buscar un refugio. —y el otro accedió. —¡Espera! —y rápidamente tocó con su dedo índice entre los ojos de la pantera, transformándolo en humano. —Mucho mejor ¿No crees?


 


La pantera se había cambiado a un hombre de piel incluso más blanca que la del zorro, cosa que llamó la atención en este, siendo el felino oscuro, aunque su cabello sí iba con este. Aunque podía ver todavía sus orejas y su cola, se notaba que el felino todavía no era muy bueno transformándose. Y vio sus ojos que le llamaron mucho la atención, pues también eran rojos, pero de tres aspas.


Antes de que se pudiera levantar, Kurama le detuvo y le puso ropa, una muy similar a la suya, pero con la parte de arriba blanca y detalles rojos por sus ojos.


El azabache quiso agradecerle de nuevo. Se había convertido en pantera para andar con más facilidad por los bosques, pero desde hacía varios días que no podía transformarse. Y su orgullo le impedía decírselo, a lo que en su lugar le dio su nombre.


 


—Temneye nochi.


—¿Qué?


— Temneye nochi. —y el pelirrojo le vio sin entenderle. —Es mi nombre, y cuando me llama así, quieren decir “Más oscuro que la noche”.


—Que gracioso nombre. Pero para más corto te diré Teme. —aunque por decirlo en forma de burla, el otro entendió perfectamente que le estaba insultando


—De ninguna manera, Okama. —“ma***on”, cambiándole también el nombre. El otro entonces pensó que había sido mala idea lo de acompañarse.


—Serás… —y apretó su puño en el aire, pero dejándolo  ahí nada más. —Entonces ¿Cómo prefieres que te llame? —reprimiendo su venita palpitante.


—Nochi.


 


Así comenzó a crecer en ellos una amistad. Y cuando formas una amistad, es entregar más que confianza al otro. Es entregarle armas que pueden destruirte, con nada más que fe de que no las usará en tu contra.


En el camino el dios-pantera aprendió más de los humanos con ayuda del dios-zorro. Como de que entre más gente creyera en él, más poderes tenías.


 


—Aunque ayudándolos no es la única manera de que crean en ti.


—¿Cuál es la otra?


—Perjudicándoles, como hace Eris. —pero el azabache negó, no la conocía. — ¿Cómo que no la conoces? ¿Pues desde cuándo conoces la tierra?


—37 vueltas. —refiriéndose a la rotación del planeta. Y Kurama se quedó impresionado y comprendió porque él todavía no se transformaba bien. —Bueno, continuando, ella es la diosa de la discordia, y es muy famosa en Grecia y sus países vecinos. —Ya quisiera ser igual que ella, yo apenas alcanzó a ser conocido aquí y un poco en China.


También le enseño a utilizar mejor sus poderes. Enseñándole primero el aire como el dios del viento le había enseñado a él. Pero el felino no era muy bueno en ello, y empezó a enseñarle el fuego, cosa en la que mucho después se volvió incluso más hábil que él.


—¿Habilidad especial?—interrumpió, en otra ocasión, a la mitad de su historia.


—¿Tampoco sabes que es una habilidad especial? —y el otro asintió. —Es como una maña o algo que sólo puedes hacer tú, algo que nadie más haya hecho, casi siempre es inconsciente. Es como tú con el fuego y yo con el viento, sólo que tú no pediste hacerlo, ya está en ti. —y con su dedo tocó su pecho, señalando en su interior.


—¿Cómo cuáles?


—Como cupido puede hacer despertar el amor. —y es que el dios-zorro conocía mucho de ellos por su reciente viaje al mediterráneo. Y el azabache se quedó pensativo.


—Ver el futuro.


—¿Ver el futuro?


—Sí, por eso sé dónde encontraremos presas para cazar u ofertas en los restaurantes de los pueblos que visitamos. —dijo en tono jactancioso.


—¿Entonces cómo es que caíste en la trampa en que te encontré? —para después soltar una carcajada.


 


Y el otro se sonrojó avergonzado, recordando la visión que había tenido: era la del dios-zorro sonriéndole antes de abrazarle, llegando incluso a sentir la calidez por ello.


 


—Ese no es el punto. Ahora dime la tuya. —exigió Nochi.


—No. —se negó sin más el zorro.


—No es justo, ya te dije la mía.


—Pero si no se trata de ser justos. Tú me dijiste la tuya sin que te obligara.


 


Nochi, sintiéndose engañado por el zorro, decidió irse a descansar más temprano. Deduciendo que en el mundo lo más importante era ser fuerte y saber usar tus poderes para lo mismo.


El pelirrojo se quedó en vigilia toda la noche, aunque para ellos dormir no era precisamente necesario. Y se quedó pensando en la habilidad del azabache.


Ya había conocido a otros dioses con visiones del futuro, pero no a ninguno que pudiera controlar su propia suerte.


El azar era lo único que los dioses no podían controlar. Si lanzaban una moneda, y ninguno utilizaba sus poderes, el metal caería con libertad, como el libre albedrio. Pero si todos lanzaran 10 veces esa moneda, quedarían 5 y 5 de cada cara, pero a él le saldría 9 a su favor.


Pensó que tal vez esa habilidad lo volvería único, como los principales dioses de los elementos.


Y cuando se imaginó a sí mismo siendo considerado uno de los dioses más grandes de todos los tiempos, reconoció que tenía una debilidad.


Una que había reconocido recientemente. Y vio al dios-pantera durmiendo.


Al llegar a la villa, descubrieron que tenían peticiones opuestas.


Ninguno quiso ceder ante el otro, creándose una competencia por ver quien cumplía mejor su tarea.


Kyubi había recibido la petición de un granjero para que sus cultivos fueran prósperos y abundantes. Mientras que Nochi había sido llamado por un niño que pedía pasar más tiempo con su padre. Su padre y el granjero eran la misma.


Nochi hizo que el niño le ayudara con las tareas del campo, pero al ser este muy pequeño, todavía no podía agarrar bien las herramientas, lo que hizo que su padre prefiriera que estuviera seguro en casa.


Y mientras el felino ideaba la forma en que el hombre dejara el cultivo, el zorro hacía crecer el cultivo con fuerza, haciendo que las personas trabajaban en ese mismo campo creyeran en él.


Un día, espiando al azabache, lo vio pensando en el granero. Pero antes de que pudiera saludarle, el dios-pantera se paró y tomó un afilado tridente, una guadaña y una pala, y se las llevó. Le siguió viendo que las acomodaba arriba de una puerta. Y se quedó pensando en su motivo.


Cuando estaba a punto de amanecer, vio al granjero prepararse para la jornada, viendo como este iba a buscar algo para el granero y pensó: “Nochi, cree que escondiendo sus herramientas lo detendrá. Él se pondrá a hacer otra tarea, hay mucho que hacer. Se acerca el día de la cosecha.”


Pero cuando el hombre abrió la puerta, se dio cuenta que caerían sobre él, y en un instante fue quitar las cosas, logrando sólo alcanzar la pala. Cuando volvió a verle, la guadaña y el tridente estaba bien clavados en el suelo, y el granjero, por pura suerte había regresado por un compañero que le llamaba.


Entonces apareció Nochi frente a él.


 


—Pudiste haber herido gravemente a ese hombre, recuerda que ellos…—comenzó a regañarle el pelirrojo.


—¿Y qué importa? —interrumpiendo el otro, muy enojado. —Hubiera dejado de trabajar por las heridas y se hubiera quedado en cama en reposo y podría estar con su hijo. —El zorro enmudeció por su motivo. —Tú no te metas en mis asuntos, sólo encárgate de la cosecha.


 


Kurama supo entonces que a Nochi le sería más fácil ser un dios destructivo. Pero lo entendió, el todavía no tenía muchos creyentes y se estaba desesperando por obtener más.


No queriendo que la pantera tomara estas medidas, prefirió por una vez ser él el destructivo. Y con un fuerte viento destruyó el campo que tanto le había costado hacer crecer.


Aunque no por completo, sólo una parte la dejó intacta para dejar una huella como promesa de que al siguiente año la cosecha sería prospera y abundante.


Buscó al niño pensando así encontrar a la pantera. Pero el pequeño sólo estaba jugando con su padre en el jardín, quien había dicho que se preocuparía después por cómo conseguir dinero, por un día prefirió disfrutar.


La pantera, ya teniendo cumplida su petición, se había marchado. Y Kurama, haciendo más duradera la felicidad de la familia, transformó un poco de su suerte en pepitas de oro para esconderlas en un tronco hueco para ellos.


Y aunque había intentado hacer a Nochi bueno, él ya había escogido su camino.


Con él tiempo volvió a saber de él, pero como destructor de pueblos y muchas veces implicado con guerras.


No volvió a verlo hasta que una de esas guerras lo involucró a él y a todos los dioses de Japón. Quienes se habían reunido para hacer frente a los del otro bando. Teniendo él que entablar el dialogo con el otro, quien le escuchó pacientemente, pero no aceptó.


 


—No tienes idea de cuantos rezos tengo en contra tu gente, que tampoco han sido muy buenos que digamos. —pues estaban hablando de una guerra después de todo.


—Por favor. —pidió el dios-zorro, viendo los ojos rojos del otro, casi hipnotizado.


 


El azabache se le quedó viendo, recordando la visión que había tenido hacía más de un siglo. Maldiciéndola por hacerlo débil.


 


—No es por ti, es para demostrar que realmente soy fuerte. —dijo Nochi para después darle la espalda


—Si eso quieres, déjame decirte que eso al final no importa. ¿A quién se lo quieres demostrar? —pero el otro, tratando de ignorarlo, no le respondió. —Felicidades, porque para mí eres lo más fuerte del mundo. Pues algo tiene tu mirada que sin importar la situación, siempre es capaz de dominarme. —admitió Kurama con inseguridad.


 


Nochi, sabiendo esto, no tardó ni un minuto en tomar al pelirrojo por el cuello para verse directamente, y con ese poder desconocido, transformó al dios-zorro en una verdadera bestia de nueve colas capaz de destruir un bosque con un solo rugido ardiente.


Destruyó ciudades y aldeas. Sus creyentes le agradecieron por montones, pero los del Kyubi, al ver que se había puesto a favor de los otros, le detestaron, cambiando su concepto de él.


 


—¿Esto es lo que realmente buscas? ¿Ver a la gente sufrir y morir? ¿Esto fue lo que te hizo venir a la tierra?—dijo Kurama, que estaba prisionero por su cuerpo, mas su mente aun podía comunicarse con el dios-pantera.


—No. —respondió secamente.


—¿A quién le quieres demostrar que eres fuerte?—pero el otro no respondió. —¿Qué fue lo que buscabas? ¿Es que acaso el mundo nubló tu motivo?


 


Antes de que ellos se encontraran, de que los humanos le pusieran nombre, incluso antes de que el dios-pantera decidiera hacerse de un cuerpo físico, él ya había tenido la visión del otro. Un extraño suceso que fue lo que hizo que él llegara a la tierra en primer lugar.


Fue entonces que Nochi entendió porque Kurama le había dicho su debilidad. Había sido una prueba de amistad. Si no hubiera utilizado al zorro, hubiera quedado todo en un simple desacuerdo, pero con lo que acababa de hacer demostró que nunca había existido una verdadera amistad.


De puro coraje a sí mismo, dejó caer una gran tormenta que apagó todos los incendios de Japón.


 


—De verdad te estimo. —dijo el azabache, totalmente arrepentido, cuando regresó al dios-zorro a su forma humana. Cuando el pelirrojo se levantó, vio los restos que quedaban del bosque y del campo.


—Tengo mucho trabajo que hacer. —comentó de forma tranquila.


—Pero por mi culpa ellos ya no te rezaran. —lamentó el otro, sintiéndose peor que escoria en el suelo.


—Pero aun así lo haré. Se los debo, y así como volverá este campo a ser dorado, algún día los humanos volverán a creer en mí. —y le extendió su mano al azabache para ayudarlo a levantarse. —Y a confiar también.


 


El pelirrojo le sonrió, haciendo que el otro sintiera un vuelco en su pecho. Y Kurama le jaló más fuerte hacia él para abrazarle, haciendo posible la visión del azabache.


Después de eso, entre ellos no volvió a haber discusiones. Bueno, sólo algunas.


Y cuando se despertó la amenaza de Ahriman, los dioses empezaron a dejar destinos para que los humanos pudieran encontrar el equilibrio de nuevo sin su ayuda. Haciendo incluso que se repitieran muchos eventos de nuevo, haciendo que el actual mundo pareciera casi una copia del anterior.


Kurama y Nochi entrelazaron sus destinos para que sus descendientes se cuidaran los unos a los otros. Y no importando qué o quién, se volverían a encontrar, y cuando lo hicieran, se reconocerían.


 


—Por eso yo supe quien eras tú aquél día por los caminos del palacio. Por eso te invité a subir al carruaje sin dudarlo.


 


Esto mismo había sentido Sasuke cuando, entre brazos de Kushina, había visto a Naruto y sus miradas se cruzaron por primera vez.


 


—Por eso la suerte siempre estará de su lado si están juntos. Al igual que tú y yo


 


xXx Before the time xXx


 


Sasuke estaba recargado en la barandilla del barco, viendo como la espuma del mar formaba la estela del camino por donde la nave había pasado.


Sintiendo a cada metro como si el barco pasara sobre de él.


Ese era su último barco antes de llegar a Japón. Nihon, como le dijo su madre, el país de donde ella provenía.


Pero no podía estar más confundido.


Siempre recordando al rubio y se sintiéndose solo.


Estaba totalmente arrepentido de su egoísta decisión de buscar a sus parientes dejando solo a su hermano, pero a la vez se decía que había estado bien alejarse del otro.


Pero después de tantas promesas, se sentía muy atado al rubio, sintiendo que moriría asfixiado en cualquier momento.


¿Naruto se había enamorado de él? Sí ¿Naruto le había besado? Sí ¿Naruto sabía que eran hermanos? No. Con eso había salvado su alma.


Aunque… ¿Se puede pecar de ignorancia?


Maldijo su carne débil por haber sucumbido ante los besos del menor. Y se maldijo todavía más por haber tenido él la iniciativa de besarlo más de una vez.


En definitiva, se iría al infierno por todo lo que había hecho.


Y deseó que el rubio volviera a empezar una nueva vida en la que le olvidara.


“Naruto nunca sabrá cuanto realmente le amo. Pero debe ser así” pensó.


Se aferró a sus recuerdos con él. Tomándole de la mano, abrazándole, probando sus labios.


Pero esas memorias serían su propio infierno por haber pecado amándole sin restricción.


 


xXx Before the time xXx


 


Justo después de haber sido comprado, fue impuesta en su piel una nueva cadena. Un tatuaje en su brazo que lo marcaba como esclavo originario de Roma, cosa que hacía que si llegaba a escapar, no pudieran venderle nada ni dejarle salir, aunque de gobierno a gobierno variaban, incluso había uno en el que debían matarlos inmediatamente.


Llegó enjaulado a su nueva casa, donde le ofrecieron un baño, comida y agua, ropa y un lugar que no fuera directamente el suelo para dormir.


Pero no le quitaron las esposas, pues debía pasar primero por el ojo del señor de la casa, Julio.


Un hombre mayor de larga cabellera blanca y encrespada, que se veía que era de carácter duro por su mirada pesada y su expresión impaciente, y de porte imponente por su gran altura.


Tardaron bastante rato para entenderse, pues Naruto no sabía hablar muy bien español, y entre ese idioma y el del romano sólo concordaban algunas palabras.


El mayor, viendo tarde que había comprado un traductor que no hablaba su misma lengua, declaró en su mente que había mal gastado su dinero.


 


—Cómo no soy… —y el rubio se quedó pensando en la palabra. —útil para ti, podría sólo dejarme andar. —y sonó las cadenas de sus pies.


 


Pero Julio se negó. No iba a dejar ir a un sirviente sólo por buena voluntad. Había perdido mucho dinero por andar compitiendo con el otro. El ojiazul había tenido mucha suerte.


Cuando lo desencadenó, le advirtió, por su bien, lo que le pasaría si escapaba con el tatuaje de esclavo.


Pero de ese día ya habían pasado varias temporadas. Ya habían recolectado jugosas peras dos veces, preparado la tierra para los olivos y también los había recogido, y ya se encontraban con los últimos detalles para la cosecha de uvas para su posterior preparación a vino.


Descubriendo que la distancia y el tiempo son buenos para recapacitar, haciendo que él perdonara a Sasuke. Pero nunca olvidándole, sino extrañándole y teniéndole en su corazón.


Siéndole fácil aprender idiomas, no se le complico otro más con todo y su acento. Y cuando pudo traducir mejor, se volvió lingüista. Posteriormente, a pesar de que Naruto tenía buena mano con los sembradíos, se volvió asistente de Julio, teniendo que acompañarlo a todos lados. Llegándose a conocer mejor, ganándose pronto entre ellos confianza y estima.


Motivo por el cual descubrió que, a pesar que se la pasaba de coqueto casi siempre con alguna cortesana o sirvienta, Julio tenía el corazón prendado a una joven inglesa, con la que no había podido volver a escribirse porque su traductor anterior había fallecido.


Pero un día, bien temprano en la mañana, invitó al rubio a cabalgar por los cultivos, con el aire impregnado del aroma a tierra húmeda por el sereno. Y Julio le reveló su verdadero origen.


Que antes de ser soldado para el imperio,  también había sido esclavo, y le mostró su tatuaje, pero que tenía dos líneas en medio, que significaba que lo habían liberado.


Jiraya, como realmente se llamaba, no había tenido tanta suerte como el rubio, él sí había tenido que luchar contra otros gladiadores y leones para ganarse días más de vida. Un gladiador está condenado a morir en la arena, recibiendo sólo como pago la gloria de su fama.


 


—Sé que buscas a tu familia, pero yo no soy quien para negártelo. Puedes irte cuando quieras. Sólo que cuando los encuentres, regresa, que me quiero enterar de todo lo que te pasó. Yo te recibiré con vino y las mejores mujeres. —Naruto rio, ni aunque pasaran veinte años cambiaría la oferta.


—Muchas gracias, partiré mañana mismo. — dijo el rubio con una sonrisa por el permiso que le había otorgado.


—En dado caso ¡Hay que apresurarnos! —y en una última carrera volvieron a la casa, donde ya se estaban todos los demás sirvientes realizando sus labores.


 


Jiraiya ordenó que dejaran un caballo listo para el día siguiente, con comida, agua y algunas prendas. Mandó a un sirviente a la ciudad para que le comprara mapas y que se trajera consigo al tatuador.


Fue entonces que el ojiazul entendió mejor, Jiraiya no le estaba otorgando un permiso, le estaba entregando su libertad.


Pero antes de que pudiera caber en su sorpresa, escuchó que Jiraya seguía dando órdenes. Que si mandó a que abrieran barriles de vino, que prepararan platillos para un banquete y que al que iba a salir que trajera a las bailarinas e invitara a medio mundo.


 


—No te iras hasta tener una merecida despedida.


 


xXx Before the time xXx


 


Sasuke caminaba con los pies helados por la ligera nevada que comenzaba. Se le había olvidado comprar unas calcetas para no tener los pies tan descubiertos por las sandalias de madera. Y el yukata que llevaba, lo sentía cada vez más delgado.


Abrió su mapa. En donde debía estar no debería seguir el rio. De nuevo le habían dado mal las indicaciones. A ese paso recorrería todo Japón sin llegar antes a donde quería.


El sol estaba por ocultarse, del pueblo más cercano había pasado ya mucho y no tenía ni idea de donde estaba. El viento sopló y se enrolló más su bufanda. De su aliento salió vaho. Debía hallar un refugio pronto si no quería morir de hipotermia.


Continuó caminando hasta que de entre los arboles divisó la estatua de un perro. Supuso que debía haber gente cerca y se alejó del camino.


Cuando apreció mejor la estatua notó que no era un perro, sino un zorro. La figura era por completo negra y tenía la mirada fiera. Y, por respeto, pidió permiso para pasar.


El azabache fue a través de un camino de arcos rojos ya gastados, incluso unos desechos por la falta de cuidado.


Al final encontró otra estatua de zorro de nueve colas, pero de piedra gris y con una expresión menos agresiva y con una pata sobre una pelota. Este le daba la bienvenida al pequeño templo que estaba a sus espaldas.


Limpió de nieve la placa de la estatua: “Kyubi”


El templo lucía abandonado por cómo había crecido la yerba a su alrededor. Debía de ser de mucho antes de la gran catástrofe.


Volvió a pedir permiso para entrar al templo.


Por dentro estaba lleno de polvo, telarañas y unas cuantas hojas. Pero la estructura era resistente, como si a las mismas malezas se les hubiera prohibido entrar.


Encontró una pequeña hornilla y agradeció en su mente. Ya podría prepararse un té y mantenerse caliente.


La fría noche la pasó ahí, no sin antes limpiar el interior. Y cuando estuvo a punto de cerrar sus ojos, sintió un calor de bienvenida. Lo cual era extraño, no había otro ser humano.


Una brisa traviesa trató de entrar donde estaba él, y al no lograrlo, y fue a la bodega de atrás. Movió mil recipientes y encendió el calefactor con leña. El aire no hizo ni el más mínimo ruido y no terminó hasta el amanecer.


A la mañana siguiente, Sasuke se despertó temprano, con apenas unas un ave cantando.


Y al abrir la puerta, vio que alguien le había dejado comida. Una espesa sopa miso, unos rollos de huevo junto con una taza de té. Todo aún humeante.


Se sorprendió y sacó su espada. Pero no había nadie más que él. Con el Érebo buscó restos de pociones o magia, pero la comida estaba limpia.


No tenía por qué desconfiar de nadie en ese lugar tan lejano, pero tampoco conocía nadie que le deseara tanto el bien.


Su estómago rugió diciéndole que dejara de sospechar de todo el mundo.


Se sentó en el piso, tomó los palillos, agradeció y comió con rapidez. En la bandeja encontró una nota: “Déjale un poco a Kurama” junto con una cara de zorro. Volvió a ver a su alrededor, pero no sentía la presencia de nadie.


Antes de marcharse barrió las escaleras y dejó un poco de comida en cada estatua. Incluyendo unas galletas propias.


Ya frente a la estatua negra, se inclinó para darle las gracias y continuar su camino.


A espaldas del de piel nívea, la estatua cambió su cara a una sonriente y le despidió alzando su pata.


A partir de entonces, Sasuke no volvió a tener mala suerte.

Notas finales:

Amar hasta la locura. O al menos eso le dijeron las voces en su cabeza. Aunque ¿al final de quién es la culpa de sus delirios?

Se empiezan a mover las piezas...

¡Qué empiecen las apuestas! 

Shion se ha sumado al tablero, y pronto una gran reina también lo hará.

¿Hacia dónde lo llevara el caballo de Naruto?

¿Sasuke ganará este juego?

Por cierto ¿Se han preguntado quien es Basted?

 

Detallín curiosín!!: En Tailandia se cree en los tatuajes sagrados, que se cree que protegeran al portados de males físicos, le daran resistencia o les dotara de poderes místicos. Por eso los embajadores estaban hasta el cuello. ^^

 

Espero que le haya gustado el capitulo, y disculpen el retraso, pero debí pasar muuuuuchas hojas que había escrito a mano por la ausencia de mi lap.

 

Que tengan muy buenos días, tardes, noches o lo que se les antoje ;)

 

Y por motivos de secuestro forzado, no será hasta el proximo martes(o a menos que le confie a alguien que lo haga o.o) sino lo más seguro que hasta el jueves de la proxima semana, hasta entonces besos a todos!! ;***

 

Atte.

La Muertesita

;3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).