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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Notas del capitulo:

Empezamos con una nueva dinámica.

Haré los capítulos más cortos. 

La verdad no aceptaba esto porque procuraba entregar calidad encima de cantidad y me esperaba más. 

Por lo que de ahora en adelante, serán las actualizaciones más rápidas.

 

Ahora a leer!!

Dark Horse


 


“De la mano de la locura y lo celos” “Con olor a guerra y huida”


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


Atravesamos una pequeña ventana circular en la que entramos a un camarote mediano que es iluminado por la luz de las velas de un pequeño candelabro tambaleante. Ahí se encuentran poco más de veinte personas, la mayoría varones, pero todos con similares características: piel clara, cabellos obscuros y ojos ónix; incluyendo a Sasuke, quien ya había perdido el efecto de su falsa apariencia. Algunos recargados en mesas, otros en sillas, unas tres sentadas en la única cama que había y otros tantos en el suelo, pero todos viendo al mismo punto: Itachi, quien firme y sin su máscara, daba indicaciones con respecto a lo sucedido en India.


—NO DEBEMOS DECIR NADA DE AHRIMAN. —declaró Itachi y los demás vociferaron negándose, a lo que él con sus manos pidió silencio. —¿Por qué no debemos decir lo de Ahriman? —él no hablaría sin haber pensado en la situación y explicó que si desde antes ellos tenían al Ahriman, debían tener una razón para no haberlo sacado antes. —Eso sólo fue una advertencia. Debemos planear otra estrategia para defendernos de ellos. Pero por precaución ya no nos acercaremos más y mantendremos distancia. —Después de la junta, Itachi le pidió a Sasuke hablar en privado, solicitándole que no apoyara más a “Kyubi”.


—¿No me dijiste que debía mantenerlo cerca? Con tus nuevas órdenes me va a ser imposible.


—Sasuke, ¿Qué te he dicho que respondas cuando alguien te pida algo? —y el menor apretó sus puños conteniendo su enojo.


Después de un par de días en el mar, lograron tocar tierra y los caminos de Naruto y Sasuke se tuvieron que separar. No sin antes Ónix pidiera una audiencia privada con el jefe de los ejércitos.


—Ya sabes que a pesar de lo que digan ellos, yo siempre voy a estar contigo. —recalcó el azabache, siendo él mismo, mientras el aire salado revolvía la cabellera de ambos, lejos de cualquier intruso y en hindi. Mas estas palabras sólo preocuparon al de ojos azules. —Pero me pidieron no involucrarme más con India. —y el otro le vio incrédulo para después pasar a un semblante afligido.


—Eso quiere decir que ya no puedes apoyarme. —confirmó el de marquitas desviando la mirada hacia el mar.


—Claro que no. —y el azabache tomó su barbilla para volver a tener su mirada. —Tú sabes que si tú me pides algo te lo daré, pero ya no podré estar junto a ti. —e inhaló profundo antes de lo que iba a decir. —Debo renunciar a mi derecho al trono. —desde antes Sasuke no lo deseaba, pero que le mandaran las cosas, ya le estaba molestando.


—No, tú tienes que ir conmigo a pelear.


—No, Naruto. Ya no puede ser. Ahora sólo sigue mi consejo: no confíes en ese hombre. —y sin temor señaló a la caravana del rubio, refiriéndose al que los había salvado con su balsa. —Podría ser una trampa.


—Está bien, —pero el de ojos claros había tenido una corazonada, no la dejaría ir a pesar de su hermano. —lo tomaré en cuenta.


A los dos días de este evento la familia real de India declaró la guerra contra Egipto. Y sí: toda la familia real, incluyendo a Param y su madre. Esto consternó a los Uchiha, pues Itachi había declarado que él había matado al príncipe ¿Qué estaba pasando? A Madara no le convenía que el pueblo de India supiera que ellos, su principal sostén en el trono, estaban muertos.


A los diez días, ya casi todos los reinos sabían que India también le había declarado la guerra a Egipto. Causando revuelo en el comercio. Egipto tenía dos enemigos declarados, pero varios aliados.


A los dieciocho días Naruto ya había mandado una carta a su familia contándoles lo que había descubierto en India, en clave, y que estaba camino a la frontera de India, llevándose a una legión con él por precaución. Descubriendo al final, y con satisfacción, que su salvador le decía la verdad, y de inmediato empezaron a planear una estrategia para invadir India y restaurar el orden. Mas antes de que pudiera encontrarse con Mikoto, Iruka y Kakashi; él ya se había marchado. No podía deslindarse de sus obligaciones como jefe de los ejércitos romanos. Debía conseguir más aliados.


xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx


La campaña campal ya había sido establecida, al igual que un pequeño punto para un hospital provisional. Dentro de él varios soldados ingleses suplicaban por atención médica mientras que otros tantos esperaban recuperarse en camillas. Doctores y enfermeras corrían de un lugar a otro atendiendo a los heridos sin darse abasto. Entre ellos, la duquesa Sakura, quien iba sin joyas ostentosas ni su usual vestido garigoleado. Sólo sus cabellos rosas sostenidos por una coleta alta, una cofia impecable, su collar de flor y un sencillo vestido blanco. Revisó la quemadura de tercer grado en el brazo derecho de un soldado que se quejaba mientras apretaba la camilla en la que se encontraba. Era muy profunda, quedándose a milímetros de llegar al hueso. Ella solicitó que le dieran una poción que había preparado en la mañana para apaciguar su dolor mientras hacía un ungüento especial que en una hora regeneró el musculo y dejó su piel sólo con quemaduras de segundo grado.


Desde que había iniciado la guerra, Tsunade y Sakura se habían convertido en enfermeras para apoyar al ejército. Durante unos cuantos meses ellas habían aprendido medicina natural y algunas pociones mágicas. Pero esa noche la reina le pidió a Sakura que se separaran por los problemas que podría desencadenar que sus países entraran en conflicto por estar ayudando en una guerra ajena. Y aunque la duquesa se negó con lágrimas en sus ojos, Tsunade se mantuvo firme, incluso después de despedirse.


Ella sintió aflicción por dejar a su mentora y no pudo evitar empezar a derramar lágrimas al salir del castillo negro camino a su carruaje.


—Tome, duquesa. —le dijo un soldado de uniforme verde mientras le ofrecía su pañuelo.


—Muchas gracias. —y ambos entraron al vehículo.


Él, durante todo su trayecto a casa, le ofreció el apoyo y consuelo que tanto necesitaba. Ella volvió a Francia, pero no dejó su labor de enfermera aprendiz, incluso apoyó con que se utilizaran pociones y que magos se incluyeran entre los doctores. Y cuando más se sentía dudosa, el soldado, quien no se quiso separarse de ella desde el carruaje, la apoyaba con apretón de manos y un dulce beso en su mejilla. Con el soporte incondicional que le ofrecía, sobre todo cuando su mejor amiga, María, le mostraba alguna negativa.


xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx


La mañana era fría y húmeda. Tres generales esperaban al amanecer, pero las densas nubes retrasaron la luz, ventaja que le dio tiempo a India para prepararse para el ataque sorpresa. Uno de los generales decidió avanzar con la infantería a toda velocidad, se escucharon sus pasos veloces con las banderas ondeantes que golpeaba el viento.


Los otros dos generales permanecieron ocultos viendo a través de unos binoculares. Ellos sólo alcanzaron a ver como los otros avanzaban con pesados troncos, sólo para que en unos momentos todo se escondiera detrás de una espesa niebla. Escucharon uno, dos, tres golpes del tronco y después no hubo sonido alguno: ni explosiones, ni de espadas luchando o gritos de muerte. Nada.


Por un largo rato los otros generales se quedaron a discutir qué debían hacer: si ir a acompañarles o esperar a que se fuera la densa niebla para saber con más seguridad qué hacer. Pero entre más pasaba el tiempo, menos se podía ver. Entonces uno de ellos no esperó más y se marchó con su ejército, no sin antes quedarse de acuerdo con el otro general de que si refuerzos lanzarían una bengala.


El segundo general avanzó en su caballo entre su ejército en filas y bien armado, pero vio con desconfianza la niebla, tratando de ver algo y al percatarse que uno sus los soldados temblaba por el miedo a lo que fueran a encontrar, supo que debía animar a su gente. De su boca salió tal discurso impetuoso que llenó de orgullo y valentía el pecho de los otros. Les ordenó avanzar a toda velocidad y lo hicieron con decisión. Incluso el que había temblado lanzó un grito de guerra con furia.


Conforme se acercaron, fueron distinguiendo las siluetas de sus compañeros que caminaban de forma pausada, como si estuvieran heridos, y su velocidad disminuyó. Había cuerpos en el suelo, lo cual no se les hizo raro, era una batalla, por lo que no notaron que muchos de ellos estaban heridos por mordidas. Entonces notaron como uno de los soldados del primer batallón se devoraba, junto con otros, un caballo, que apenas podía con respirar y patalear, mientras relinchaba de dolor.


Uno de los soldados del segundo batallón se acercó, pero el otro al voltear le mordió como un animal rabioso. Al instante unos del segundo batallón se acercaron para ayudarlo, pero de entre la niebla salieron más soldados como el que atacó: con la mirada perdida y con aire de glaucoma, piel pálida y severas heridas que aun así no les impedía atacar.


En sólo unos minutos se desató el caos, todos luchando entre ellos mismos, no sabían si eran buenos o malos vistiendo el mismo uniforme atacaron a más de un cuerdo en la confusión. Y entre la densa niebla accidentalmente se activó la explosión que llamó a la muerte al tercer batallón.


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El silencio reinó por instantes la habitación, en la que múltiples figuras de arcángeles y querubines en mármol decorando cada rincón con detalles de rosas y enredaderas bañadas en oro sobre el pálido azul. Digno del estilo francés que dominaba Abu Dabi. En esta sala decorada con flores frescas estaban Naruto, con sus características ropas romanas anaranjadas con negro de algodón, y Shion, con un elegante kimono dorado con un divino peinado decorado con borlas rojas de hilos de seda, ambos sobre sillones canapé a juego con la sala. Ellos se habían encontrado porque en los emiratos se había hecho una junta urgente en la que se declararía la guerra entre Egipto y Reino Unido de forma oficial. Aunque con lo sucedido en las últimas semanas, se incluiría a India. Además que entre otro de los asuntos que tratarían estaba que UK solicitaba que Francia rechazara su concesión de darle parte de su territorio en los emiratos, que ya estaban siendo ocupadas por África, con Egipto como su líder.


Mas esa reunión privada entre ellos que tenían era por algo completamente diferente. Tan secreto que la miko había puesto dos escudos para proteger su conversación.


—Ya hemos ubicado a Ahriman. —mencionó orgullosa ella, después de entregarle un contrato que era leído por Naruto. Shion sabía que el rubio le preguntaría por él, como cada vez que se encontraban.


—Está en el palacio del Marajash. —y la miko le miró extrañada, queriendo saber cómo había obtenido esa información y con más precisión que ella. —Me lo encontré frente a frente. —Entonces Naruto le empezó a contar a detalle de su visita a India ante los oídos atentos de la miko.


—Mejor no pudieron ponerse las cosas para nosotros. —mencionó cuando el otro concluyó. —Nuestros objetivos van en la misma dirección, puedo ofrecerte el doble ahora. —y dicho esto tomó el contrato que estaba sobre la mesa, lo rasgó y con un chasquido comenzó a arder hasta volverse ceniza sobre la bandeja donde previamente estaba. De su manga sacó un pergamino en el que redactó de forma sencilla las condiciones del contrato junto con la nueva oferta.


—¿Por qué me das más? —interrogó el rubio. La de ojos violetas sabía de los deseos de Naruto de derrocar al marajash, ella sólo se los estaba otorgando.


—Si ellos piensan que no sabemos que está ahí, no se prepararán. Deben creer que son tu ejército. Y después de todo, es nuestro deber encargarnos. —contestó ella sin dejar de escribir.


A las afueras de la sala, a unos cuantos pasillos de distancia, estaba Sasuke, caracterizado como Ónix, buscando al de marquitas. Le habían dicho que estaba en una junta, pero no le importaba. Debía hablar de cómo hacer que su emperador no le quitara el voto de apoyo a Egipto.


Entonces percibió que en la sala dónde le habían dicho que estaba el de ojos azules, tenía dos sellos de protección. Una anti-ruido y la otra que hacía que quien tocara la puerta se le olvidara al instante qué estaba por hacer, haciendo que se fuera. Pero en ese sello se sentía la esencia de magia de las sacerdotisas, dándole una mala espina.


Sasuke los deshizo con facilidad y entró sin saludar. Admiró a su ángel rubio, bien parecido y hasta un leve punto, sumiso. Era una presa perfecta para cualquiera que le deseara. Después cerró la puerta y en lo que se sentaba junto a Naruto colocó tres sellos de protección mucho más resistentes. Demostrándole a la miko de que estaban en su territorio. Ella no tuvo necesidad de activar su magia de inspección para saber que Sasuke se había puesto celoso de que ellos hubieran estado juntos y en secreto.


El chanty de inmediato preguntó por la razón de su junta. Shion no quiso contestarle cuando sintió la amenaza en los ojos negros de Sasuke, pero el rubio le contó de forma resumida que Shion y su madre le estaban ofreciendo un ejército en el que se incluían magos para que pudiera atacar al Marajash.


—No creo que necesario que utilices ese ejército. Con el que te brindan tus aliados de Roma e India es más que suficiente. —comentó Sasuke. Una forma sutil de decir “No pidas ayuda a ella”


—La situación actual es turbia y peligrosa. Necesitará todo el apoyo posible. —y ella firmó el contrato. Sólo faltaban dos firmas más. —No sólo te enviaré a sacerdotes para que luchen en la batalla, incluso me ofrezco para estar entre las líneas. —aunque ella lo iba a hacer para protegerlo a él.


Mas para el azabache esto sólo era una excusa para estar junto a Naruto. Shion le entregó la pluma y giró el contrato al de marquitas, pero antes de que pudiera firmar, Sasuke le detuvo.


—¿Qué es lo que pides a cambio? —interrogó con frialdad el chanty. La ayuda no puede ser gratis. Pero ella negó con la cabeza.


—Sólo es un favor que nos estamos haciendo.


—No puedes llamar favor cuando hay un contrato de por medio. —aclaró Sasuke, quien estiró su mano para alcanzar el papiro, pero ella lo alejó de Sasuke con la punta de sus dedos, aun mirando al rubio.


—Naruto ya aceptó las condiciones. —y sin pensarlo más, el susodicho firmó. —De todas maneras, Sasuke, en estos momentos están muy ocupados tú y tus soldados. —y con la reciente declaración de guerra, Sasuke no podía mover ni un dedo. Algo que había resentido Naruto pues todavía él tuvo que retener al emperador de que no anulara la alianza después de que se supo lo del palacio en India.


Sasuke tomó el contrato, aun con la firma fresca, para saber a qué condiciones se refería Shion. Algún truco debía tener. Ella tronó sus dedos haciendo que comenzara arder el papiro con rapidez, no pudiéndole dejarlo leer. El azabache lo soltó y en segundos se desvaneció el contrato en el aire.


—En un par de semanas tendrás un ejército de 5,000 hombres y 1,000 magos, en el punto acordado. —dijo con plena confianza la miko.


—Eso si tu madre lo aprueba. —expuso Sasuke. Miroku no dejaría que su única hija fuera a jugar a la guerra por un simple enamorado.


—La suma miko lo firmará tan sólo lo tenga en sus manos. —reprendió Naruto a su hermano. Lastimando al otro por sentir esa complicidad entre el rubio y la sacerdotisa más fuerte que la que tenían ellos. Y el azabache no tendría la paciencia de esperar más desconfianzas.


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En un laboratorio de piedra gris, escondido dentro del parlamento de magos de Inglaterra, estaba un hechicero de larga barba gris realizando una pócima dentro de un vaso de precipitado, mezclando líquidos de colores, para al final echarle un cuarzo que comenzó a disolver con una varilla de cristal. Esto cambió de color la pócima a un tono dorado y la volvió viscosa. Con su mano enguantada la llevó hasta una mesa de metal en dónde le esperaba un plato tibio con hot cakes, y la vertió sobre de ellos. Dejó el precipitado a un lado, se sentó en un banquillo y comenzó a desayunar. Tanta mezcolanza para crear miel artificial.


Desde hacía un par de meses habían empezado a desaparecer las abejas y sólo fue cuestión de tiempo para que la miel empezara a escasear. En un lugar tan frío como lo era la isla, la miel era de los pocos tesoros que endulzaban la vida de sus pobladores, por eso el mago se había dado a la tarea de crear un sustituto que además era mucho más fácil y barato de hacer. Pero esto sólo lo estaba distrayendo del verdadero problema: las abejas. En el ataque de Egipto ellos les habían lanzado un hechizo que alejaba a este insecto todo para que cuestión de tiempo sus cultivos murieran.


Este mago también estaba tomando el puesto de Danzou de forma temporal, pues al no hallar el cuerpo de este y no recibir algún mensaje por su secuestro, se le debía declarar desaparecido. A mitad de su desayuno fue interrumpido por un sirviente que anunciaba la visita de la reina. Rápidamente se limpió con una servilleta, arregló sus ropas para ir a ver a Tsunade, para un segundo después de haber cruzado la puerta regresar por el pez azul de ella en un elegante jarrón de cristal.


Los ojos almendras de abrieron impresionados al ver a su pez de nuevo con vida, nadando para ella y presumiendo los colores tornasol de su cola.


—Vivito y coleando, su majestad. —declaró el mago.


—¿Cómo es que siga vivo? —y hasta ella sospecho que este era un sustituto.


—Es un objeto mágico convertido en pez, alteza.


—Pero los objetos son sólo eso, no seres vivos ¿Cómo es posible?


—Eso mismo me he preguntado desde que descubrí la anomalía. Cualquiera que haya sido la forma en que Dan lo descubrió lo volvió un animal, ese secreto se lo llevó a la tumba. —y la reina atesoró al pez como la obra maestra de su esposo.


Sólo Dan era capaz no sólo de cambiar la apariencia de una herramienta mágica, sino que además la naturaleza de la misma. Haciendo que en su estado muerto protegiera a la realizadora de su sueño por dentro y por fuera.


—Por lo que para que nadie sospeche de él y quiera robárselo, le sugiero que lo mantenga dentro del agua.


—¿Y qué es lo qué hace?


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La hora en que reinaba el silencio en el palacio eran las tres de la mañana. Los jardines imperiales de Fuyaira brillaban levemente por el poco polvo de oro que había caído. Tal era la quietud en la mansión principal que incluso la respiración podría sonar escandalosa. Esa era la hora cuando más fácil se podría detectar un intruso, a comparación de las horas del día donde múltiples sacerdotes y sirvientes entraban y salían sin parar.


En una pequeña estación de vigilancia un guardia, en su característico hakama azul marino, casi se quedaba dormido cuando de repente una alarma empezó a sonar. Confundido llamó a las murallas que protegían al emirato, pero sintió extrañeza cuando vio que la alarma provenía de la zona dónde descansaba la Suma Miko. ¡¿Cómo era posible que ni los guardias de las murallas, ni los del exterior del palacio detectaran al intruso?!


En seguida activó las sirenas que atrayendo a los guardias, samuráis y sacerdotes a actuar de inmediato. Los sensores detectaron una presencia mágica muy poderosa, pero no sabían de quién o qué, y al no identificarla sabían que había mucho peligro.


Cuando lograron alcanzar a la presencia, quien vestía unas ropas similares a la de los sirvientes, reconocieron su suma agilidad y maestría al saber guiarse entre los pasillos alfombrados y tapizados con lujo. Conociendo los puntos ciegos y débiles de la seguridad y sus protecciones, como si se los supiera de memoria el lugar y les dejaba obstáculos con los gigantescos jarrones y explosiones precisas.


El mago les lanzó un hechizo que logró desmayar a los sacerdotes, pero a los demás guardianes, al no tener magia, no les afectó. El invasor entonces les lanzó una esfera de fuego y los samuráis fueron sin miedo a enfrentarlo, protegidos por sus resistentes armaduras, descubriendo que era una ilusión, y así lograron ver su rostro, sorprendiendo a más de uno.


El invasor fue en un pestañeo al final del largo camino, asombrándolos, para segundos después golpear el suelo con sus puños con tal fuerza que abrió una grieta que se tragó a algunos, y otros alcanzaron a detenerse a tiempo. Mas eso no los detuvo, y más de uno tomó impulso para llegar al otro lado. Debían proteger a la suma miko, y el de cabellos oscuros, al ver que aún lo seguían, volvió a lanzar fuego, pero ahora sí fuego real.


Miroku, quien no escuchaba la batalla, estaba plácidamente durmiendo con su larga cabellera oscura suelta y esparcida entre en sus suaves almohadas de seda y algodón, mientras ella estaba en posición recta y viendo al techo. De repente abrió sus ojos grises sorprendida, pero no por el ruido del exterior. Ella había despertado por sentir como una katana se había clavado en su estómago. Al ver que el causante era Sasuke, se impresionó, sintiendo cómo este retorció ligeramente el arma entre sus entrañas. De verdad no esperaba eso.


Antes de que pudiera pronunciar palabra el otro, en un pestañeo, sacó la espada y cortó la garganta de la Suma Miko. Y se despidió del mundo con el rostro de Sasuke sonriendo.

Notas finales:

Sasuke volvió a meter su pie, como cuando un faraón cayó

¿Sabrá levantarse de esta?

 

 

Iba a subir este capi antes, pero tuve mi graduación y eso afecta. 

Espero que les haya gustado el capítulo.

Recuerden dejar un review, eso apoya la ficker, y lo saben.

Les mando un gran abrazo

Atte.

La Muerthesitha

^^*


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