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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Notas del capitulo:

Voy a dejar esto por aquí:

Emeli Sandé- Next To Me

o.o/ listo!!

Dark Horse


 


“Donde siempre debimos estar”


 


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


 


 


 


Era muy temprano por la mañana, apenas pasan algunas personas por las calles arenosas de Persia. Algunas gallinas incluso se paseaban por la ausencia de bullicio. Entonces una de ellas empezó a sentir un ligero temblor y volteo a ver con su ojo derecho el origen. A toda velocidad se acercaban unos niños en sus diablitos y carretillas.


 


—¡Cuidado, cuidado! ¡Abran paso!—gritaba uno de ellos. Era un niño de unos 10 años que iba a la cabeza de la carrera que se armaba todas las mañanas.


 


Este niño iba recargado en el diablito mientras que otro lo empujaba a toda velocidad. En segundo lugar iban otros que llevaban una carretilla anaranjada de dos ruedas ya un poco malgastada, ambos de unos 12 años de edad. Ambos también de cabellos ligeramente rizados, uno de coleta y el otro con el cabello lo más corto que un cuchillo le permitía. En tercer lugar, y pisándoles los talones, estaba nuestro inseparable par. Su carrito era más bien una larga tabla de madera con cuatro ruedas. Naruto iba riendo sentado sobre la tabla aferrándose con sus manos a las orillas. Mientras Sasuke, quien empujaba el carrito desde la parte trasera, se concentraban en como rebasar a los otros, pero a cada momento los del segundo lugar se les entrometían para quedarse en el centro del carril. Ambos para ese momento tenían 10 y 13 años respectivamente.


¿Cómo había pasado tanto tiempo tan rápido? Después de que ellos llegaran con Darío y Essie, inmigrantes habían llegado por casi el doble. Los invasores de India habían declarado su nuevo régimen. Pero a muchos no les agrado y por el bien de sus vidas huyeron. Tardaron poco más de dos años en cerrar las fronteras indias para aislarlos. Posteriormente los inmigrantes se redujeron de nuevo. Ninguna eran sus madres. Habían decidido que después de un mes sin recibir a algún habitante de la India ellos partirían para buscar en otro lado. Y ya habían pasado dos semanas desde que habían visto al último.


La noche anterior había llovido, lo que había provocado que hubiera charcos y baches. Los que iban a la cabeza se atascaron en uno. Los del segundo los esquivaron sin problema. Sasuke y Naruto apenas si por un pelo se libraron de chocar. Los que se habían atascado rápidamente volvieron a la carrera, pero ya iban de último.


Ya faltaba una curva más y llegarían a la meta. Sasuke volvió a intentar rebasarlos, pero el niño que iba en la carreta se había volteado para guiar a su compañero para que les cerrara el paso. Al girar Sasuke no vio una roca que provoco que casi se volcara el carrito, pero Naruto lo empujó con su peso para que este volviera al suelo. Entonces el rubio vio una carreta que estaba sin caballo.


 


—¡Úsalo de rampa!—le indicó el rubio con el dedo.


—¿Estás seguro?—Sasuke había visto tan frágil a esa carreta que pensó que se desmoronaría.


—¡Sólo hazlo!—insistió el menor pues ya solo estaban a un metro de la rampa.  


 


Sasuke giró a su derecha, las maderas crujieron, sus pies sintieron como las maderas se doblaron  por el peso. Pero por pura suerte no se vencieron. Por el impulso volaron unos segundos y Naruto fue el único que pudo apreciar la cara de los otros niños impresionados. Al tocar el piso Sasuke sólo dio unos pasos más para dar impulso para después subirse sus pies en el vehículo. Cuando cruzaron la meta el rubio gritó emocionado, mientras el otro alzaba los dos brazos.


Mas habían olvidado un pequeño detalle: después de un tramo de la meta, comenzaba la calle más inclinada de toda la ciudad. Y sus sonrisas cambiaron a la de impresión dejando sus ojos como platos.


Por la velocidad que comenzaron a ganar rápidamente Sasuke ya no le dio tiempo frenar o se llevaría el zapato e inclusive tal vez hasta el pie. Todos los demás niños bajaron de sus carritos y fueron tras ellos corriendo a pie. Naruto se puso de pecho al carrito y con su peso empezó a dirigirlo para evadir a las personas que hubiera a su paso. Más de un adulto los maldijo por andar de traviesos. Pero ellos sólo se reían por eso. Sintieron una enorme adrenalina en el descenso, pero entonces vieron el final de la calle. Prefirieron cerrar los ojos antes del impacto.


Plumas volaron por el lugar, al igual que algunos granos de arroz e incluso una gallina. Naruto había tenido suerte y había caído sobre almohadones, mientras Sasuke contra unos costales. Había muchas manzanas y limones tirados en el suelo. Sasuke buscó rápidamente con la vista al dueño de los artículos. Se alegró que estuviera apurado por quitarse su turbante que se había desacomodado y le impedía ver. Aprovechando esto puso el carrito derecho y le indicó con señas a Naruto que se subiera rápido. Los otros niños tomaron ventaja rápidamente, y se llevaron algunas frutas y huían. Sasuke y Naruto se escondieron entra la multitud que comenzaba a llegar.


 


—Exigimos una revancha ahora mismo— decían los niños que habían llegado en segundo poniéndose a lado de ellos.


—¿Te gusta morder el polvo, verdad?—se burló el rubio.


—Hay que aprovechar que todavía no están llenas todas las calles—dijo el niño que estaba en la carretilla de pie.


—¡Sí! ¡Última!—nunca era problema convencer al rubio con respecto a juegos.


—Mañana Naruto, ya se hace tarde y ni siquiera hemos hecho el mandado. —dijo el ojinegro trayéndolo de nuevo a sus responsabilidades.


—Está bien…—declaró el aludido desilusionado.


—Como sabes que esta vez te ganaremos no te quieres arriesgar ¿Verdad niño bonito?


 


Que le llamaran de esa forma hizo que una espinita le picara por dentro. No le gustaba que le llamaran con ese apodo.


Hubo un tiempo en que a los dos les llamaban de esa forma porque decían que por eso habían sido adoptados por Darío y Essie. Después sólo se le quedó a Sasuke pues veían que a él le molestaba más.


 


—Vamos. —aceptó Sasuke firme y decidido.


 


Entonces se dirigieron a la fuente del ciervo, pues siempre era el último lugar en llenarse. A mitad de camino las personas se habían aglutinado, como si miraran algo con curiosidad y a la vez con miedo de acercarse. Los niños pasaban entre los adultos para ver también, pero cuando lo vieron igual no se atrevieron a dar un paso más.


 


—Ai Zahhak—dijo un hombre mayor


—Ai—dijo una niña


—Ai Zahhak—dijo una mujer


 


“Hombre Serpiente” murmuraba la gente con temor. Naruto se extrañó cuando Sasuke le impidió avanzar, pero por los murmullos entendió y hasta se hizo un paso más atrás.


Ai Zahhak era un hombre, o al menos así se dejaba ver todavía, de piel grisácea y de ojos amarillos. Sus manos mostraban severa resequedad, tanta que pareciese que se le despellejaba la piel, y se creía que era en todo el cuerpo pues siempre llevaban una capucha para que nadie le viera. Sabían lo de sus ojos pues cuando se acercaba a los niños, ellos, desde su baja estatura, lograban verle la cara. Mas esto era a propósito.


Con respecto a su rostro nadie sabía cómo era, pues los niños que lo veían sólo lograban describir su mirada con temor. Al día siguiente el niño desaparecía sin dejar rastro. Por ello el temor de que los infantes se acercaran a él.


Además de su capucha, siempre vestía una gran capa. Tan larga que arrastraba por casi dos metros. Se corría el rumor entre los niños que era un ángel caído y que la capa era para ocultar sus alas, pues a veces se veía que algo se movía debajo de ella. Ocultaba algo vivo. Pero los adultos sabían que no era así, pues ellos lo llegaron a conocer cuando era todavía una persona común.


Decían que él envidiaba a los magos y deseaba su magia. Pero él había nacido como un simple humano. A raíz de esto comenzó a hacer experimentos en su casa. A altas horas de la noche se escuchaban explosiones, gemidos de animales e incluso alguien aseguraba que había escuchado el lamento de un hombre. Conforme pasaba el tiempo el hombre se fue desfigurando más y más, hasta lo que era aquel día.


Caminaba con mucha lentitud como si sufriera de algún pesar. Mientras todo el mundo observaban cada movimiento que hacía. El hombre se detuvo frente a un puesto de animales y observo cada uno de ellos, hasta que se decidió por tomar una jaula llena de canarios. Metió la mano en su bolsillo que estaba rebosante de monedas. Esto, como siempre, era una trampa. Sacó una moneda de oro y se la arrojó al dependiente. Sabía que ya nadie se atrevía a tocarlo.


 


—Quédese con el cambio—dijo con voz áspera.


 


Todos se preguntaban cómo obtenía tanto dinero. Su pequeña casa se había expandido hasta abarcar toda una cuadra. Ningún guardia vigilaba y ya ni los ladrones se atrevían a entrar. Todo el que lo hacía sin autorización nunca salía. Como si la casa se lo comiera.


El hombre se giró a la multitud y les observó. Dio un paso hacia ellos y todos retrocedieron. Nadie se atrevió a decir ni una palabra. De repente el hombre sintió algo extraño, muy débil, pero era rastro de algo que estaba creciendo. Una fuerza.


Se guio por su instinto y vio que provenía de alguno de los niños. Observó con detenimiento sus rostros y fue en su dirección. Mas la multitud comenzó a alejarse, a la vez que escondían a los niños, no importaba que no fueran de ellos. Entre todos se protegían.


 


—Nos vamos ahora, Naruto—ordenó su “Nii-san” señalándole el carrito.


 


El rubio se subió y los otros dos niños hicieron lo mismo que ellos. Y sin despedirse se separaron.


 


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El restaurante estaba repleto de clientela. Naruto y Sasuke estaban de meseros y Darío, a quien su barba se le había vuelto completamente blanca, sólo cocinaba. Todas las propinas que recibían les pertenecían a ellos, esto por mandato de Essie, pues se lo habían ganado con su esfuerzo. El lugar estaba lleno de humo por las shishas. El lugar se había vuelto en un refugio para los hombres, pues entre el bullicio de las carcajadas, maldiciones, escupitajos, juegos de azar y todo lo que no pudiera hacerse frente a una mujer, era el edén para ellos.


Naruto estaba espaldas a la entrada atendiendo el pedido de unos clientes. Pero sintió como la bulla disminuyo de un momento a otro.


—En un momento vuelvo con su orden—mencionó el rubio con una sonrisa y dio unos pasos hacia la cocina hasta que una voz le detuvo.


—Disculpe joven, quisiera una orden de galletas—pidió una chica con un tono divertido a espaldas de él. Naruto reconoció la voz de ella al instante. Por dentro se alegró y decidió continuar con su broma.


—Lo siento SEÑORA, no ofrecemos galletas—después rio por lo bajo en forma burlona.


—Ya te he dicho que no me llames así, y ahora, por no tener mis galletas, te comeré a ti. —y la chica le abrazó por la espalda y comenzó a darle mordiscos juguetones en los hombros del pequeño


—¡JAJAJAJA! ¡Ishtar! ¡Para!—decía mientras intentaba liberarse de las cosquillas que comenzaba a hacer la joven.


—Ishtar ¿Qué dijo tu padre sobre entrar por la puerta principal a la hora de la comida?—dijo Sasuke mientras trataba de mantenerse serio de ver como la chica mordía la mejilla del de ojos azules.


—¡Hola Sasuke!—saludó ella, para después soltar al pequeño y efusivamente abrazarlo—¡Wow! Haz crecido mucho—se separó y comparó sus alturas poniéndose frente a él—ya casi me alcanzas. —dijo emocionada. — ¡Oh! Antes que las deje olvidadas: traje unos regalos ¿Podrían llevarlos dentro?


 


Ishtar era una chica que no pasaba de los 20 años, con la cara redonda de Darío y la pequeña estatura de Essei; con los alegres ojos de su madre y con los pómulos respingones de su padre.


Ese día, y como todos en los que llegaba de visita Ishtar, cerraron antes del atardecer. Realizaban una cena familiar llena de carcajadas. Darío y Essei amaban que su hija llegara de visita. Desde el principio Ishtar y Naruto se habían llevado muy bien, aunque con Sasuke le costó casi un año. El niño era muy serio según ella, además de que todavía no podían entenderse muy bien por el idioma. Ya para entonces los consideraba parte de su familia y ya los incluía en la repartición de regalos.


Ya eran muy noche y los menores se retiraron a dormir a la bodega. Ellos le dejaban la habitación para ella y su esposo.


 


—Padre me sorprende que no hayas empezado a poner galletas y postres en el menú todavía. —mencionó Ishtar jugando con la taza.


—¿Otra vez con eso?—se interpuso Essei, algo chocada de que su hija siguiera de exigente con ese tema.


—Es que cada vez que llego veo a más jovencitas a las afueras del restaurante buscando ver a Sasuke. Podrías aprovechar esa clientela papá. —y dio otro trago a su té.


—Ya te he dicho que no. Sólo hombres en el local y punto final. —estaba muy decidido Darío. Ese negocio era como su juguete, su pasa tiempo, y él ponía las reglas.


—Padre deja de ser tan terco y ten un poco de visión. —lo abrazó por un hombro y con su mano guio su mirada a las estrellas de la noche que brillaban en la ventana. —No estoy diciendo que admitas a mujeres en tu pequeño mundito, sólo que amplíes tus fronteras. —entonces movió la cabeza de su padre al piso un poco brusca. —Sólo debes poner mesas a fuera y algo que cubra del sol. Y así las chicas se quedan afuera y los hombres se quedan dentro con todo y su humo. —Era una idea realmente buena, pero Darío no quería admitir que su hija le diera clases de negocios a él.


—Es muy complicado. —declaró el hombre, pero al sentir la mirada de su mujer cambio de semblante. —Lo pensaré, lo pensaré.


 


Mientras que en otra parte de la ciudad, en un lugar donde la luna apenas si dejaba pasar su luz, estaban los niños de la carretilla. Comían unos duros trozos de pan que eran su cena, cuando escucharon unos pasos y se ocultaron más al fondo. Tomaron sus cuchillos y se pusieron en posición de pelea. Escucharon una moneda de cobre rodar hasta ellos y el de cabellos cortos se tiró rápidamente para tomarla. Entonces vieron a una persona desde la luz. Se notaban su cabello gris sujetado por una coleta, pero lo que les llamo la atención fueron sus lentes, debía ser una persona realmente rica.


 


—¿Quieren ganar dinero rápido?—propuso la persona.


—¿Qué quiere que robemos?—dijo el de pelo corto. Era muy común que se contrataran ladrones, y los niños ya habían hecho algunos atracos antes.


—Síganme. Se los diré en un sitio más seguro.


—No, primero la paga. Son 10 monedas de cobre. —entonces el de cabello gris les mostro una bolsita llena de monedas que hizo sonar. Los niños se acercaron rápido y el de la coleta extendió la mano esperando el pago. El de lentes vació la mitad en su palma, los niños se impresionaron. Esas eran monedas de plata. De repente el niño fue tomado de la mano bruscamente.


—Les daré la otra parte al terminar el trabajo, pero con esto sólo síganme y no hagan preguntas. —y sin más empezó a caminar seguido de los pequeños.


 


Pasaron un par de calles y entraron a un callejón, llegando hasta unas puertas de madera que daban al piso. El de lentes las abrió y bajo unos cuantos escalones a lo que llevaba un sótano.


 


—Espera, sólo tenemos una pregunta—detuvo al de coleta, teniendo un mal presentimiento de ese agujero negro. — ¿Cuál es tu nombre?


—¿Para qué lo quieren?


—Por si llegas a solicitarnos de nuevo nos acordemos de ti. No te preocupes, no le diremos a nadie de…


—Kabuto. —el peligris interrumpió. Él quería evitar esos contratiempos. —Pasen, por favor. —invitó calmadamente a los niños. Ellos bajaron por las escaleras con desconfianza. Kabuto sacó levemente la cabeza revisando que nadie estuviera viendo. —No creo que les sirva mi nombre… o el de alguna persona nunca más.


 


Kabuto cerró las puertas dejando sólo en el ambiente el leve impacto de sonido. Esos niños no volvieron a ver la luz del día.


 


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—Chicos, se acabaron las cebollas ¿Quién me acompaña a comprar más?—preguntó Ishtar con una canasta vacía en su mano derecha.


—¡Yo voy!—se ofreció efusivamente Naruto casi aventando su bandeja.


—No. Que vaya Sasuke, él podrá sostener sin problema la canasta. —ordenó Darío.


—Yo también puedo. Vamos Ishtar…—entonces el rubio jaló levemente a la chica para susurrarle al oído—…tengo que contarte algo. —la chica le sonrío para confírmale que iría con él.


—Regresamos en un rato. —anunció la jovencita. El menor salió por la puerta trasera, seguida por ella, pero la muchacha fue detenida por su madre.


—Abre bien los ojos. Creo que Naruto tiene una enamorada. —dijo Essei con emoción contenida, entonces Ishtar se acercó más a su madre sorprendida de la noticia.


—¿Y cómo sabes eso?


—Naruto siempre esta insistente con eso de salir él solo por las tardes. Además últimamente también…—entonces el tono de la mujer cambio drásticamente—…que no se te olvide el aceite hija. —a la chica le extraño, pero entonces vio la sombra de Naruto y lo entendió.


—Sí mamá, no se me olvidará.


 


Pasaron por la puerta trasera hacia el frente del restaurante. Todos transitaban tranquilamente  hasta que se vio que un hombre iba claramente a entrar. Entonces las muchachas que pasaban, drásticamente se detuvieron y aprovecharon para ver adentro. Varias se desilusionaron cuando no lograron ver a Sasuke y continuaron su camino. Era increíble que sólo un muchacho trajera así a casi todas las muchachas de la ciudad. Y ella pensaba en “casi” porque alguna pensaba en Naruto.


Entonces volteo a ver al pequeño que iba sonriente de la vida. Algo lo había puesto muy de buenas. Su mamá tenía razón. Ahora sólo faltaba confirmarlo con el rubio.


 


—Y dime Naruto ¿Qué es lo que me querías decir?—comentó la chica como quien no quiere la cosa, sabiendo que el rubio le contaría todo sobre la niña.


—¿Qué cosa?—dijo confuso el pequeño. “¡¿Cómo pudo olvidarlo?!” pensó la chica.


—Lo que me dijiste que me dirías dentro del restaurante. —apenas podía ella disimular su impaciencia.


—¡Ah! ¡Eso!—entonces la chica sonrió sabiendo que le diría todo, pues ella era su confidente. —No era nada. —concluyó Naruto dejándola casi petrificada de que hubiera caído en el engaño del pequeño.


—¿Cómo que nada?—en su ceja un pequeño tic de furia contenida.


—Sí, no era nada ¿Qué no puedo salir un poco contigo?


 


Ishtar trató de disimular sus emociones lo más que podo, mientras Naruto caminaba con una sonrisa. Veía si tenía especial atención en alguna chica, pero nada. Las chicas, no importaba la edad, lo veían, pero es que era inevitable que no quisieran ver sus hermosos ojos azules.


 


—“Tal vez es porque estoy aquí”—supuso la chica.


—Ishtar ¿Y el aceite?—entonces la chica vio la oportunidad perfecta y una sonrisa iluminó su rostro


—¡Sí! El aceite. Naruto, tú toma la canasta y ve al puesto. No compres nada hasta que yo llegue. —le entregó rápidamente la canasta y hasta le dio un pequeño empujón para que se fuera seguro. Naruto se sintió ligeramente extrañado y vio como ella se iba en sentido contrario, para después girar sobre sus talones. —Tardare un poco. Así que ve tranquilo. —Ishtar le sonrío para darle confianza.


 


La chica caminó rápidamente para ocultarse, y cuando vio que el ojiazul caminaba espaldas a ella, comenzó a seguirle. Pensó que se desviaría a la fuente o incluso al árbol con columpios, pero él fue directo al puesto, sintiéndose desilusionada hasta que vio que compro dos duraznos.


 


—¡Awwww! Qué tierno. Compró la fruta favorita de su enamorada. —se decía para sí mientras se ocultaba detrás de unos jarrones.


 


Vio que el pequeño se marchaba y volvió a seguirlo. Naruto llegó hasta una cerca de madera, ya algo gastada, y tocó, mientras ella se escondió detrás de unas alfombras enrolladas y las apretaba de la emoción de ver a la susodicha.


Entonces se quedó sorprendía cuando vio que salía un chico ¡Un chico! Estaba estupefacta por ello. El chico era solo levemente más alto que el, aunque más delgado y parecía de su misma edad. Pero no hizo lo que ella creía que haría: no le entrego los duraznos. Ellos sólo conversaron un poco y rieron. Tenía ganas de escuchar la conversación. De repente el otro chico dio un grito hacia adentro. Vio como el rubio se rascó un poco el cuello y sin más le entrego un durazno. El otro sólo sonrío y le agradeció ¡¿Eso qué significaba?! ¡¿Qué el chico le correspondía?! Entonces notó como el muchacho en la puerta se hizo a un lado para dejar salir a alguien ¡Era una niña! Pero era demasiado joven para Naruto. La niña tendría a lo mucho cinco años. La pequeña sonrío y le saludo un poco penosa, pero contenta al fin y al cabo. El rubio se agachó para estar a su altura y le entregó el otro durazno. La niña le agradeció y le abrazó por el cuello. Los tres conversaron un poco más y se despidieron. Ishtar rápidamente extendió la alfombra que apretujaba para ocultarse y que Naruto no la notara cuando regresara por el mismo camino.


¡¿Qué había sido eso?! ¡¿A Naruto le gustaban los chicos?! ¡¿O las chicas?! ¡Pero esa niña era demasiado chica! ¡¿Por qué le había entregado los duraznos a los dos?! ¡¿No pudo simplemente entregárselo a uno para que ella no se estuviera quebrando la cabeza?!


Ishtar dio la vuelta a la cuadra para regresar por el mismo lado que había partido, según Naruto. Mientras la pobre sacaba humo por la cabeza por tratar de entender lo que pasaba. Cuando llegó simplemente puso cebollas en la canasta y pagó, no pudiendo dejar de pensar en los detalles.


 


—¿Qué tienes Ishtar?—preguntó preocupado al ver el contraste de emociones en ella, pues hacía unos momentos ella parecía alegre.


—Nada, es sólo que no entiendo el aceite… digo, no encontré el aceite. —se corrigió rápidamente.


—Ah…—definitivamente era igual a su madre. En un momento podía estar alegre y al siguiente iracunda o afligida.


 


Caminaron hasta llegar al frente del restaurante y justo en ese momento salió un grupo de hombres. Todas las chicas se arrejuntaron alrededor de la entrada.


 


—“Parecen palomas cuando les arrojas pan”. —pensó el rubio.


—¡Sasuke!—gritaron tres al unísono.


 


Otras chicas sólo alcanzaron a empujarse para verlo con la esperanza de que él volteara y así saludarlo. Ishtar vio como Naruto se había pasado de largo sin esperarla y apresuró sus pasos para alcanzarlo. Mas notó que el menor había borrado su sonrisa.


Entonces todo comenzó a tener un poco más de sentido, pero con la misma cantidad de confusión. ¿Estaba enojado o sólo triste? ¿O incluso ambos? ¿Eran que tal vez estaba… celoso? ¿Pero de qué? ¿De qué Sasuke recibiera toda esa atención? ¿O de que todas esas chicas quisieran a Sasuke? Porque aunque pareciera que era lo mismo, entre una y la otra había una enorme diferencia.


 


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Estaba Naruto pagando unas cajas de tomates, mientras Sasuke las colocaba en el carrito. Todavía era muy temprano y casi habían acabado con el mandado. No hubo contratiempos ya que sus amigos, los que siempre les incitaban a jugar, no habían aparecido. No los habían visto desde hacía unos días, pero eso no les preocupaba. No era la primera vez que esos chicos desaparecían.


Pasaron al siguiente puesto, en el que el azabache negociaba con el vendedor de especias por pimienta, cuando el rubio se distrajo con una lagartija, una con un impresionante azul eléctrico. El reptil sacó un par de veces su lengua y abrió su boca para sacar unas chispas. Eso hizo que Naruto quisiera conservarlo e intento atraparlo, pero era muy escurridizo. La lagartija huyó cruzando la calle y fue seguido por el menor. Se ocultó entre unos costales y el rubio buscó si no salía por algún lado, entonces golpeó las bolsas levemente para asustarlo. Cuando salió notó que era más largo y ya solo tenía tres patas. Cada una de sus patas fueron desapareciendo de a poco a la vez que se alargaba más. El reptil dio una vuelta entrando a un callejón. Naruto entro también, pero se detuvo al ver que, la que ya era serpiente, subió por la pierna de un hombre. Levantó su mirada y vio a un muchacho de lentes que nunca había visto antes en la ciudad. Kabuto extendió su mano y de su manga apareció la serpiente azul, y con una sonrisa se la ofreció a Naruto. El menor se quedó quieto observándolo, había algo extraño en esa sonrisa. De repente alguien le tomó del hombro, asustándolo.


 


—Naruto ¿Por qué te fuiste así de la nada?—le regañó Sasuke jalándolo. Entonces vio que el menor no estaba solo. Pero él sí conocía al de lentes. La serpiente se transformó en un péndulo de oro con un zafiro que fue balanceada para ellos.


—¿La quieren? —persuadió Kabuto. Por un segundo había hipnotizado al rubio, pero Sasuke se lo llevó.


 


Esa habría sido la cuarta vez que había tratado de atraer a Sasuke. Pero el mayor no cedía de ninguna forma: ni por comida, dinero o lujos. Por lo que pasó a intentar atraerlo con el de marquitas. Dos pájaros de un tiro. Lo que resultó parecer más fácil. Pero Sasuke no se dejaba llevar con simples ilusiones como el menor. Lo que hacía imposible la captura. Oficialmente se había quedado sin opciones.


Kabuto se introdujo más al callejón, ocultándose en las sombras, hasta que llegó a la pared en la que dibujó una “S” que creó un portal que lo llevó hasta el interior de un laboratorio.


El lugar estaba casi en penumbra absoluta. Sólo había algunas lámparas en las que débilmente iluminaban y de ahí la de algunos mecheros que se encontraban prendidos con frascos con pociones en ellos. Tomó una tabla que estaba en la mesa, comenzó a checarlos y escribir unas cuantas anotaciones, para finalmente bajarle la llama a algunos. Después continuó con unas plantas que recibían a cuenta gotas un líquido espeso. De repente el chirrido de un cristal llamó su atención. Alguien se había dado cuenta de su presencia.


 


—Kabuto, ven. —le llamó un hombre desde otra habitación, de voz grave con un leve acento.


 


El de lentes dejó la tabla a un lado y fue hasta la habitación de enormes contenedores de cristal. Se dirigió hasta el hombre, quién observaba fijamente uno de ellos. Este hombre alto le daba la espalda dejando ver su larga cabellera lacia y negra; y también unas largas extremidades ondeantes y oscuras que salían de sus omóplatos. Y el de cabellos grises se inclinó ante él.


 


—Aquí estoy, Lord Orochimaru.


—¿Lograste traer a Sasuke esta vez?—interrogó el otro pasando su mano por el cristal.


—Lamento decirle que no, mi Lord. —Orochimaru cerró su puño con enojo y caminó  firme hacia otra habitación. Kabuto se levantó y le siguió. —Esta vez intente atraparlo atrayendo al otro menor, pero ni así lo conseguí.


 


La habitación en la que entraron estaba iluminada por unas llamas verdes. Ahí había animales enjaulados o enfrascados: algunos monos de dos colas y seis ojos, aves negras con pico y cuernos largos, camaleones de tres ojos con aguijones como garras de los que escurría veneno, abejas 7 veces su tamaño común con hermosos plumajes blancos alrededor de sus cabezas. Lo único que no había sido modificado estaba en una esquina, alejado de todo lo demás: Un pequeño canario amarillo que, a pesar de las condiciones y de que estaba solo, cantaba.


 


—Temo creer que es imposible capturarlos, al menos en su método convencional. Permítame intentarlo a mi manera. Le aseguro que incluso le traeré al rubio. —trató de convencerle. Orochimaru se acercó al canario que voló lo más alejado que le permitía la jaula y continuó cantando.


—Ya te he dicho que no me gusta que vengan a la fuerza. Es mejor cuando ellos sumisamente vienen a mí. —aclaró el mayor con su acento semejante al de un viperino, entonces acercó a la jaula un pequeño manojo de nabon, lo que atrajo al canario.


—Lo sé, mi lord. Pero Sasuke no tiene ninguna debilidad que lo haga caer en las trampas que le pongo. Y en cuanto a Naruto, él si cae, pero teniendo a Sasuke siempre cerca deteniéndolo, es prácticamente lo mismo.


—¿Y sus necesidades? —y abrió lentamente la reja de la jaula sin que la avecilla notara su mano intrusa.


—Ni dinero o lo que fuera. No tienen necesidad de nada.


—Dado el caso, habrá que crearles una necesidad.


 


Por su brazo se deslizó una serpiente negra que sigilosamente entró a la jaula. Visualizó a su presa y abrió su amplia mandíbula con venenosos colmillos. El inocente canario ni siquiera alcanzo a ver a su victimario, cuando ya esté lo había apresado y aplastado fuertemente, dejando caer algunas de sus plumas.

Notas finales:

Espero que les haya gustado ^^

 

Solo quiero avisar que la proxima semana no podré actualizar

>.< no me peguen!!

 

Es que voy a un lugar que te hace pensar "WtF??!? ¿Es neta? ¡Esto debe ser una broma! ¿Dónde esta la cámara escondida?" Cada hora. 

Sí... me voy de vacaciones con la familia... aunque más que "vacaciones" yo siempre he pensado que es un secuestro autorizado >.>

 

De cualquier forma volveré con un capi laaaaaargo.

 

Ya saben: por cada review se hace menor la probabilidad de que llegue Galactus y se debore el mundo.

Jajajajaja

No es cierto, pero nada les cuesta.

 

Sin más que tengan un buen día/noche :*

 

Atte.

LaMueRtHeSitHa ^^


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