Dark Horse
“A pesar de las heridas o el dolor”
Por LaMueRtHeSitHa
El viaje duró unas tres horas. Tres largas horas que tuvo que ir con esa escalofriante presencia. En toda la noche no pudo pegar el ojo. Y su acompañante no se movió ni un centímetro. O estaba dormido o, en el peor de los casos, no le dejo ver ni un segundo.
Cuando la carroza se detuvo y sintió un descenso, la puerta se abrió. En seguida el azabache salió. Pero le desconcertó no ver el cielo sino pura roca. Volteo a ver a su alrededor buscando una salida, pero no había nada más que un túnel que llevaba al interior. No había rastro de luz de luna o sol, y todo era iluminado por unas antorchas.
—¿Dónde estamos?—preguntó el azabache a Kabuto sin mirarle, este aún estaba sosteniendo la puerta.
—En una guarida.
—¿Y por dónde está la salida? —preguntó acomodándose su equipaje en el hombro.
—Justo pasando ese túnel. —y le señalo un lugar a sus espaldas. Se le había pasado ese túnel, pero lo descarto pues estaba bloqueado por rocas. —Pero sólo podemos abrirlo una vez cada dos días.
—¿No hay otra forma?—el ojinegro volteo a verlo, pero su mirada cayó sobre Ai Zahhak, quien estaba bajando de la carroza.
A pesar de que pareciera un hombre ya bastante mayor por la forma en que caminaba en la capital, se dio cuenta que era una mentira. Pues sin ayuda y con bastante facilidad bajó los tres escalones de la carroza. Entonces su mirada terminó dentro de la oscuridad de su capucha. Ai Zahhak lo miraba fijamente como esperando algo. No necesitaba verlo, lo podía sentir.
—Lord, él es Sasuke. Él fue el que logró conseguir el pergamino. —El de capucha se inclinó levemente a Sasuke como dándole las gracias.
—Sasuke, él es…
—Ai Zahhak, lo sé. En toda la capital lo saben. —No era por ser grosero, pero el azabache tenía prisa en buscar un escondite fuera de esa cueva. Además de que no era para nada agradable estar junto a ese hombre.
—Todos rumorean de mí sin saber tan si quiera mi verdadero nombre. —dijo con una voz áspera el de capucha y la bajo. Sí, tenía los ojos amarillos como decía los rumores, pero la piel de su rostro no estaba desquebrajada. Era lisa, pero pálida casi grisácea. Era mayor, pero no de más de cincuenta. —Yo soy Orochimaru. —pero en su sonrisa se reflejaba lo siniestro. Pero ya con el mito ante Sasuke convertido en un simple hombre, el temor desapareció. Sólo hubo un silencio.
—Mi lord, estaba comentándole a Sasuke que no podremos abrir la puerta. Por lo que estaba a punto de sugerirle que se quedara en uno de los cuartos en su espera.
—Pero…—quiso negarse el azabache, mas no le dejaron.
—¿O prefieres quedarte en esta cochera? —le interrogó el de lentes.
—Los cuartos no son cómodos. Sólo tienen una cama y luz. Es todo lo que podemos ofrecerte. —le dijo Orochimaru. Sasuke vio a su alrededor. Las paredes eran brillantes de la humedad que decencia en ellas. Sufriría un terrible frío que se calaría en sus huesos si se quedaba.
—Está bien. —dijo con frivolidad. Sólo eran dos días. No tenía ya que temer. Caminaron por el oscuro túnel apenas iluminado a tramos por las antorchas. Entonces en un tramo el túnel se dividió.
—Que te vaya bien Sasuke. Fue un gusto conocerte. —le dijo el mayor a Sasuke con su lúgubre sonrisa y le ofreció su mano. Ya no le temía, se recalcaba el menor, por lo que no debía desconfiar en un simple apretón de manos. Acercó su mano, pero sus reflejos reaccionaron rápido y a tiempo, y alejó su mano salvándose de una serpiente que se había escurrido por el brazo de Orochimaru para morderle. —Qué extraño. Ellas no mueren a cualquiera. —se justificó el viperino. Y Sasuke le vio con desconfianza.
Esa fue la señal para Orochimaru para saber que el azabache era el indicado.
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La habitación estaba casi a oscuras. Apenas iluminadas por velas. Dentro estaban Orochimaru, Kabuto y Sasuke.
El menor había permitido que una serpiente le mordiera en su cuello. “¿Había sido una buena idea?” Se preguntó con sus últimos segundos de conciencia. Entonces sintió como el veneno entró de apoco en su torrente sanguíneo en forma de ardor.
De repente el azabache cayó de rodillas por el dolor. Fue entonces que no pudo evitar quejarse del sufrimiento que le causaba la serpiente. Era un ardor tan fuerte comparable al del hierro al rojo vivo. Comenzó a sudar tratando de resistir aquel tormento.
Al separar sus colmillos de su piel comenzó a aparecer el sello maldito. La serpiente se levantó hasta estar frente a Kabuto, quien le puso enfrente un frasco de cristal cubierto por una tela. En eso el réptil dejó una muestra de sangre de Sasuke. La sangre de Sasuke a partir de entonces no sería igual.
El de lentes inmediatamente dejó la habitación para ir a analizar la sangre. Y antes de que se cerrara la puerta unos tres tipos entraron. Se colocaron alrededor de Sasuke, quien apenas pudo levantar la mirada.
Orochimaru sólo se quedó viendo la escena. Momentos antes le había comentado a Sasuke sobre cómo había logrado que un humano tuviera magia. Lo que fascino al menor.
Sooye,como le había llamado Orochimaru, era un tipo de magia que se inyectaba. El usuario debía aprender a controlarla tal y como los magos hacían. El Sooye se adaptaba según el usuario y podía transformarse en magia de elementos, ilusiones, etc. Pero al ser artificial el usuario se lo podía acabar y debía recibir otra dosis inmediatamente
Los tipos comenzaron a darle una golpiza a Sasuke. Como todo lo que le quedaban de fuerzas se levantó y comenzó a defenderse e incluso a devolver los golpes. Para que el Sooye fuera bien adsorbido por el cuerpo debía usarlo. Y que mejor manera que a la fuerza.
De un momento a otro los golpes que daba Sasuke se volvieron increíblemente fuertes. Sasuke se dio cuenta de ello, sin poder explicarse cómo lograba controlar eso. Dejó a uno de ellos con el hueso del brazo cuarteado y en una pared dejo una gran grieta. No era rápido, pero eso era por el cansancio de resistir el dolor que le causaba la mordida.
Entonces Orochimaru intervino. Sasuke no le distinguía. Para él solo eran manchones por el cansancio. Sasuke le comenzó a golpear y el mayor sólo lo bloqueaba. Era fuerte, pero no lo suficiente. Poco a poco comenzó a notar como la velocidad aumentaba. Eso sacó una sonrisa siniestra en Orochimaru. Estaba aceptando bien el Sooye.
Al viperino no le costó aumentar su velocidad, pero ahora para golpearlo, evitando el rostro. Sasuke fue retrocediendo hasta que chocó con la pared. Entonces una de las serpientes de la espalda de Orochimaru se enredó en su cuello y con facilidad lo elevó del suelo.
El menor intentó luchar en lo que él otro sólo le miraba de forma malévola. Orochimaru sintió como las manos del otro se apresaban a la serpiente y comenzaban a calentarse de manera inhumana. Otra serpiente se acercó al cuello de Sasuke y le volvió a morder, inyectándole un poco más de Sooye.
Sasuke dejó de forcejear y Orochimaru lo puso lentamente en el suelo. El menor había llegado a su límite. No pasó mucho tiempo para que el de ojos negros entrara en shock para después caer desmayado.
Ya había sido bien recibido el Sooye por el cuerpo de Sasuke. Ahora el Sooye debía apropiarse del su portador y estabilizarse. La parte más difícil.
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Sasuke abrió sus ojos. Pero no había nada más que oscuridad. Profunda y fría. ¿Dónde estaba?
Se intentó levantar, pero al instante se golpeó. Entonces comenzó a sentir a su alrededor. Esta encerrado en una especie de caja. Llamó por alguien, pero nadie le respondió. Se quedó en silencio tratando de escuchar lo que pasaba a fuera. Nada.
Con el paso de las horas se comenzó a desesperar. Rasgó con sus uñas las paredes y con sus manos trató de empujar el techo. Nada dio resultado. Hasta que comenzó a patear la base. La logró vencer. Escuchó como la madera crujió y con más ímpetu la pateó. Como pudo salió de ahí.
Era de madrugada por la tenue luz. El piso de mármol, los pilares hexagonales y el aroma a incienso en el aire. Estaba en el palacio.
Entonces escuchó los mismos estallidos que derrumbaron la muralla junto con gritos provenientes de diferentes partes. Fue a su habitación en búsqueda de Naruto. El rubio era pequeño de cinco años. Este al verlo fue corriendo hacia él con desesperación.
—Onii-san, tengo miedo. —le dijo el pequeño a punto de llorar aferrándose a él. Sasuke, teniendo trece años, se tuvo que agachar a la altura de Naruto.
—Todo estará bien, saldremos de esta.
Tomó al pequeño entre brazos y fue a la puerta, donde se encontraron con su madre y Kushina. Todos fueron por los pasillos del palacio buscando la salida. De nuevo es un caos en el palacio, pero de forma más sangrienta, pues ve cadáveres de algunos guardias y sirvientes.
De la nada salieron dos guerreros de armadura negra con protectores que no permiten mostrar sus rostros. Con lentitud pasó a Naruto a los brazos de Kushina, pero con una rapidez increíble tomó la espada de un guardia muerto.
Comenzó a enfrentarse con los guerreros. Son buenos. Pero él no sólo se la ha dedicado a la lectura esos años. Y la habilidad con la espada, junto con la velocidad y adrenalina que siente por el Sooye, lo hace vencerlos. Al último le enterró la espalda en el estómago, logrando abrirlo desde un costado. Pero cuál fue su sorpresa al ver que no salía sangre, sino una sustancia extraña, viscosa y amarillenta.
Las heridas del primero con facilidad se volvieron a cerrar y se puso de pie para volver a la batalla. Sasuke vuelve a enfrentarlo, pero veo con horror como el segundo arranca lo poco que lo unía a su cuerpo, para que cuando ya estuviera dividido, formara nuevas piernas y la otra parte un nuevo torso.
Ahora se enfrentaba ante tres guardias. Las espadas chocaban con tal ímpetu que lograron sacar algunas chispas. El azabache logró clavarle la espada en el cuello a uno. Con dificultad zafó la espada atascada haciendo que el protector se cayera. Vio como lentamente caía haciendo eco en el suelo. Él quería conocer los rostros de los que habían destruido su felicidad. Pero en estos seres, de piel blanca como la sal, no había rostro alguno ¿Qué eran esas cosas?
Entonces otros guerreros se acercaron. Sasuke sacudió su espada de la sustancia amarillenta y continuó luchando tan rápido como podía. Mas al superarle en número fue inevitable que le derrotaran, dejándole sin espada.
Con fuerza le retuvieron y le jalaron de su cabellera para obligarle a ver. Ellos habían tomado a Kushina y a Naruto, los habían abierto y arrojado sin más al suelo. La única que seguía con vida era su madre, quien estaba en la misma posición que él.
—No basta con ser bueno con la espada. Debes ser fuerte. —le dijo su madre con enojo, casi escupiéndole. Con desprecio y decepción.
Y uno de los guerreros le cortó el cuello con su espada. Sasuke gritó con frustración. Los guardias le soltaron dejándolo caer sobre el charco de sangre de las personas que amaba. Con el fracaso sobre él, golpeó el suelo salpicándose. Estaba desecho y terminó llorando por ellos con amargura.
Sus sentidos se comenzaron a apagar lentamente. Ya no había disturbio, ni el vital líquido entre sus manos, ni siquiera el aroma de incienso mezclado con el metálico.
Sasuke abrió sus ojos. Pero no había nada más que oscuridad. Profunda y fría. ¿Dónde estaba?
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Kabuto se encontraba viendo en un microscopio cuando Orochimaru irrumpió en el laboratorio. Quería saber que había descubierto con las muestras. Sí, como lo había previsto el viperino, el chico tenía magia. Pero esta aún no se desarrollaba por su corta edad. Por lo que, en sí, no era un mago.
—¿Qué tipo de magia tiene? —exigió saber el mayor.
—No sabría decirle, mi lord. No logro clasificarlo con algún tipo de magia. —Orochimaru se acercó al aparato y el otro se hizo a un lado. Orochimaru vio con detenimiento, para luego sorprenderse.
—Es un Uchiha. —dijo maravillado.
—¿Uchiha?—cuestionó el de lentes. Nunca antes había oído eso.
—Fue un linaje de magos muy superiores a lo conocemos hoy en día. Su especialidad eran las ilusiones, pero se cree que también eran capaces de controlar los cuatro elementos, telepatía e incluso controlar la materia a voluntad. Todo a la vez. Ellos hicieron que el ejército de magia de Japón fuera el más imponente sin necesidad de que fuera él más numeroso.
—¿No está un poco lejos? ¿Qué hace por acá?
—Eso no importa. Lo que importa es que está en nuestras manos. —Orochimaru se quedó un momento en silencio recordando cada una de las historias que había escuchado en los bajos mundos. Kabuto pensó en que para haber sido tan imponentes, algo les debió haber pasado a ellos para que ahora ni se les recordara.
—¿Qué paso con ellos?
—Eso nadie lo sabe. Dicen las teorías que una orden de magos de Inglaterra tuvo que ver, porque se cree que en secreto mandaron a quemar todos los libros referentes a ellos hace más de 100 años.
Pero Orochimaru no daba fuerza a sus palabras. Sabía que eran sólo rumores. Mas el azabache demostraba que era una verdad a medias.
Ahora con más razón el viperino le deseo. Quería saber más y a la vez tener más control sobre él. Y para ello el Sooye debía ser su principal fuente de magia. Su única.
Pero primero el menor debía aceptar esa imitación de magia en su cuerpo. Si sus posibilidades de sobrevivir eran mínimas, de 3 contra 9. Ahora se veían reducidas hasta 1 contra 10. Era casi un hecho que cuando a un mago le implantabas una magia diferente, este se defendía de ella como si fueran anticuerpos contra la enfermedad, y al final del delirio moría.
—¿Sigue vivo?—preguntó Orochimaru —Y, como respuesta, el ataúd de piedra se tambaleo levemente. Sí, seguía vivo. —Si muere, no me lo notifiques. Con eso sólo me demostraría que los Uchiha no eran tan grandiosos como decían.
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Sasuke estaba entrenando con otros dos chicos que también utilizaba ese artificio de magia. La chica, de cabellos castaños y mirada afilada de ojos negros, era usuaria de magia de agua y el otro, de ojos igual de afilados y de piel morena, no movía su cuerpo, sólo ocupaba su mente. Él controlaba a la chica telepáticamente, como si fuera su títere, pero sólo podía controlar la mente que tuviera más cercana. Fácilmente pudo ponerse a controlar la mente del azabache, pero este era igual de rápido y podía aniquilarle con una bola de fuego. La misión del chico era conseguir el control de Sasuke sin recibir herida alguna. La de Sasuke era la de no herir a la chica, pues si la mataba le dejaba campo libre a que le controlara. Sólo debía herir al chico. La chica sólo podía atacarle con sus poderes y con algunos accesorios ninja.
Entonces Sasuke utilizó una herramienta que le había logrado robar a la chica: unas bombas de humo. Con los ojos de la chica, el otro ya no podía ver nada, ni por los suyos lo que pasaba dentro de esa cortina de humo. Y en lo que intentaba disipar el humo, el azabache creó una bola de fuego hacia el muchacho. Este, al verla, creó una bola de agua para apagarla, pero no vio que escondida dentro de esa bola iba la navaja de la chica y ya ni al chico le alcanzo a reaccionar para moverse. Pero la navaja fue desviada por la chica con un kunai. El chico la sintió muy cerca.
El chico se volvió a poner de pie y volvió a controlar a la chica para ponerla en posición de defensa. Pero Sasuke no hizo nada. Le hizo un gesto al muchacho diciéndole que se limpiara algo en el cuello. Este lo hizo y vio que su palma tenía sangre. Tal vez no era algo mortal, pero lo había herido. Con eso Sasuke ganó.
Se dio por terminado el entrenamiento de ese día. En el lugar apareció Orochimaru, que escondido había visto todo. Los chicos fueron hasta él y se reverenciaron. Hasta Sasuke, pero la diferencia era que él lo hacía falsamente.
Él se dio cuenta que en ese lugar todos se comportaban extraño, como si les hubieran lavado el cerebro y además tenían cierta idolatría hacia el viperino.
Orochimaru se puso frente al equipo de dos y, con sus serpientes, les suministro Sooye. Inmediatamente después les pido que les dejaran solos. Esto extrañó al azabache, pero continuó en reverencia.
Ya se había acostumbrado a la siniestra presencia y a que cada dos días le inyectara Sooye. Al utilizar magia, el Sooye disminuía. Y aunque se quedara sin hacer nada, el Sooye aun así se gastaba. Por lo que no había forma de conservarla dentro del usuario de manera permanente.
—¿Quién es el único que puede darte Sooye?—preguntó el mayor.
—Usted, lord Orochimaru.
—¿Yo y nadie más que yo?—decía con villana sonrisa, relamiéndose sus labios.
—Sí, lord. —con falsa sumisión hablaba el azabache, no sabía a qué iba eso, pero era mejor no meterse en problemas.
—¿Ya sabes qué pasa cuando se te acaba el Sooye?
—No.
—De usuario a usuario varía, pero todos por igual sufren sudoración por fiebre, taquicardia, temblores en las manos, y alteraciones del sueño. —decía con tranquilidad como si hablara de una simple gripa. —Eso de las primeras 6 a 12 horas. Después de eso te pueden dar nauseas, irritabilidad, depresión, alucinaciones, hiperactividad, apatía, ansiedad, hipersensibilidad a la luz o tendencias suicidas. Pueden ser varios a la vez y no hay tiempo de vigencia. El usuario se queda así de por vida o hasta que reciba otra dosis de Sooye. —en la cueva apareció un silencio que se alargó. —Sabes Sasuke, no he notado una devoción verdadera de tu parte. Y eso me pone muy triste. —dijo con chasco. —Sé que no soy alguien ejemplar o alguien a quien admirar. Pero prefiero que mis súbditos me sean leales y me necesiten. —entonces Orochimaru formó de la piedra un ataúd. Al verlo, el azabache temió por su persona ¡No volvería a esa caja! Iba a formar una llama con su mano derecha, pero sólo alcanzo a alzar su mano y una de las serpientes de la espalda del mayor le mordió. Mas esa vez consumió rápidamente el Sooye que había en él, dejándolo casi sin nada. El menor se quejó, se sintió débil. —Debo hacerte sentir que se siente estar sin mí. —Y sin fuerzas ya, Orochimaru simplemente lo empujó en el ataúd y lo cerró.
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El azabache se encontraba en la oscuridad. Ya no intenta salir. Sabía que si lo intentaba, vería ilusiones. Y ya no quería seguir viendo a sus demonios internos. Sobre todo al que le demuestra que era débil.
Ya no sabía distinguir entre si eran sueños o estaba despierto y alucinaba. No sentía hambre, pero sí sed. El quería Sooye. La anhelaba. Y poco a poco estos pensamientos fueron invadiendo su mente.
Ya el mundo no importaba. Sólo quería Sooye. Nada era más importante que el Sooye.
Sooye.
Una extraña y fría oscuridad comenzó a rodearle. Sintió un escalofrío que lo empezó a absorber hasta sentirlo en sus huesos ¿Cuándo iba a acabar todo eso?
De un segundo a otro esa oscuridad desapareció, como espantada. Sasuke sintió una calidez, lejana, pero la sintió. Al abrir sus ojos vio que ya no estaba en la caja, sino en un largo pasillo en el que al final brillaba una luz. Se levantó, y con pasos lentos y desconfiados, fue hacia ella. Hasta que escuchó una voz.
—¿Sasuke?—le llamaba la voz de Naruto.
Con desesperación entró a esa luz que rodea al rubio. Pero Sasuke se notó que su extraña apariencia, haciéndole detenerse. Sasuke era un monstruo. Su piel se había tornado a un oscuro grisáceo y que tenía como manchones en su brazo izquierdo. Además que de su espalda arrastraba dos extremidades del que mutaban distintas palmas. Sus manos se habían transformado como las de un tigre con terribles garras.
Después de ver sus palmas pasó su mirada a Naruto. Con miedo de su apariencia, el azabache dio un paso hacia atrás. Naruto no lo veía con miedo u horror. Lo veía con felicidad, como si Sasuke no estuviera transformado.
El rubio se intentó acercar, llevando consigo la luz, pero el azabache se volvió a alejar. Naruto le extendió su mano con confianza ciega.
Entonces Sasuke percibió un aroma. Un aroma dulce y sugestivo. Su razón y voluntad se comenzaron a apagar poco a poco. Sabía que el dueño de tal aroma era el rubio. Y buscándolo se acercó a él aceptando su mano.
Apretó entre sus garras la mano de Naruto, dejándole heridas que causaron una mueca de dolor en el menor. El aroma se hizo más fuerte. Atrajo fuertemente al rubio y se aferró a él. El rubio mostró leves palpitaciones de miedo, pero Sasuke sólo pudo notar que era un placentero vaivén. El aroma era embriagante.
Olfateó con fuerza el cuello del rubio. Ese aroma le hace tener más sed, pero esto no era por la sangre. Sintió el calor en su pecho y como en ese lugar está el núcleo de todo su deseo.
Naruto le vio a los ojos. Mas Sasuke ya no era ser humano, sino un ser inconsciente de todo que busca saciar su sed.
Sin miramientos se separó levemente del menor, sólo para un segundo después introducir con fuerza sus garras dentro de su pecho. Sasuke arrancó pedazos de carne buscando la fuente de su anhelo. Cuando siente el vibrante corazón entre sus dedos como desesperado lo arrancó y se lo comió de tres bocados.
La sed de Sooye comenzó a desaparecer a la vez que la inconsciencia de Sasuke, haciéndolo sentir culpable de sus actos.
Naruto, cubierto de sangre, sólo logró balbucear. Sasuke trató de tapar su pecho, olvidando por completo de que se acababa de comer su corazón. Con desesperación abrazó al rubio como si de esa manera impidiera que su vida se escapara. Sostuvo su cabeza, manchando los dorados cabellos de carmesí. Colocó su oreja junto a su boca para lograr escucharlo mejor.
—Salvame…
Dijo con su último aliento Naruto.